David Pratt
Noviembre 1997, última revisión noviembre 2023
Contenidos:
15. Nuestra evolución inconclusa
-Apéndice 1: Observación de estrellas y cálculos astronómicos
15. Nuestra evolución inconclusa
Lejos de constituir una "muestra ridícula y boba de ostentosidad regia" como describió Plinio (1), o "un callejón sin salida en una enorme obra lítica" según la Encyclopaedia Britannica (2), la Gran Pirámide era un majestuoso templo de iniciación y "formidable monumento viviente de registros esotéricos" (3), además de reflejar el testimonio perpetuo de los Sabios-Adeptos que la concibieron y supervisaron en su construcción.
La obra está repleta de simbolismo, siendo uno de los temas principales la transformación de materia densa en espíritu. De acuerdo con la Sabiduría Eterna, ambos aspectos son uno en esencia pues la materia espiritual puede existir en infinitos grados de espesura o niveles etéricos, y cada gran ciclo evolutivo comprende un arco declinante y paulatino de materialidad, seguido por otro ascendente de re-espiritualización.
El sagrado número 7 se compone de 3 (espíritu) y 4 (materia); el tres también representa un triángulo o pirámide, mientras que el cuatro señala al cuadrado o cubo. Se dice que aquélla es la "figura ígnea", y el vocablo respectivo surge del griego pyr o pur que denota "fuego". Según Platón, "en la génesis del mundo visible y tangible se formaron primero el fuego y la tierra (...) siendo sus partículas piramidales las unas, y cúbicas las otras" (5).
El polígono triangular refiere a la emanación material desde el espíritu, o de mundos más compactos a partir de otros menos sólidos. Su vértice "tipifica el punto clave y perdido en el universo invisible, desde donde comenzó la primera andanza de los prototipos espirituales humanos (...) transmite la idea de que todos los objetos tuvieron inicio en el espíritu: la evolución partió originalmente 'desde arriba' y prosiguió 'hacia abajo', en lugar de lo contrario como enseña la teoría darwinista" (6). El término egipcio de pirámide era mr o "lugar de ascenso", y Mark Lehner declara: "(...) es una representación del montículo de tierra primitiva y los ingrávidos rayos solares, uniendo de este modo Cielo y Tierra" (8).
Así como el fuego se asocia con lo impalpable (o éter), el agua puede vincularse a la materia, pues el concepto "aguas del espacio" significa un estado primordial en aquélla y de gran fineza, el "útero" o "madre cósmica" que debe insuflarse de vida por el "padre" eterno al comienzo de un ciclo, dando origen así al mundo manifestado o "hijo". El espíritu también encuentra su símil en el granito, una sustancia magmática, en tanto que lo corpóreo se adscribiría a la piedra caliza, un tipo sedimentario que se deposita bajo el agua y consiste principalmente en carbonato de calcio (sal), originándose por restos de animales marinos o precipitación química del mar.
Es interesante comprobar que los muros en la Cámara de la Reina solían estar muy cubiertos con un depósito blanco y cristalino de sal común, hasta que fue removido en años ulteriores. Sólo se han visto más bloques similares y lixiviados en el corredor del mismo habitáculo, otros esparcidos por la Gran Galería y el pasaje ascendente, y en el gran frontón sobre la cámara de construcción de mayor altura. Peter Lemesurier comenta: "De alguna manera, dichas piezas calcáreas se patinaron con sal de mar, ya sea en modo intencional o inconsciente", y se pregunta si habría un trasfondo simbólico (10).
Generalmente los cristales de sal exhiben apariencia cúbica, pero Blavatsky dice que cuando se compacta una solución homóloga, las primeras formas moleculares asumidas son triángulos, pirámides y conos (11). Las metamorfosis durante la producción de caliza y cualquier lixiviado posterior (en ambientes húmedos) comportan múltiples simbolismos; de hecho, la sal referiría entre otros detalles al "elemento tierra, la pureza espiritual y la transmutación de conciencia a un nivel superior" (12). La sal de natrón era tenida por sagrada en el antiguo Egipto, y se utilizaba no sólo como fundente en metalurgia o aditivo de compuestos para elaborar rocas artificiales, sino además en ritos de embalsamado, limpieza y homenaje a los dioses (13).
En la sección 5 (Parte 3) vimos que los espacios de la Cámara del Rey corresponderían a cinco de los planetas sagrados. Las cuatro capas adicionales de vigas graníticas sobre el techo igualmente recuerdan al djed egipcio, descrito con cuatro barras transversales cerca de la parte superior, y se cree que simboliza estabilidad y la columna vertebral de Osiris. Cuando representa la espina dorsal humana (y los tres canales energéticos-sutiles ubicados a lo largo de ella, conocidos en hinduismo como ida, pingala y sushumna), los segmentos horizontales señalarían a los chakras corazón, garganta, frontal y corona.
Fig. 15.1.
La energía creativa llamada kundalini -la forma más alta de prana o chi/qi- permanece latente en la base espinal, pero se eleva a través de sushumna hasta la zona superior del cráneo durante niveles místicos de conciencia. El ritual egipcio de "levantar el djed" connota el accionamiento de dicha fuerza como resultado natural de autopurificación, y jamás debiera intentarse por otros medios. En la mitología se dice que Osiris, dios de ultratumba, se eleva al cielo por la columna de su madre Nut y usando las vértebras como "peldaños", por lo cual se habla de un estado de iluminación en la vida terrena.
Con arreglo a ciertos escritores, en la defunción el alma abandona su "hogar somático" por la zona craneal superior, y se genera un proceso similar durante las iniciaciones en la Pirámide. Una vez liberado de su atuendo corpóreo, el espíritu del candidato sube mediante los espacios "planetarios" sobre la Cámara del Rey, y si logra zafarse de todos los atributos efímeros, traspasa el "anillo infranqueable" -o "triángulo gigante" (arco) que les corona- antes de llegar hasta la cima del monumento y más allá.
Fig. 15.2. Papiro Padiamon: columna djed (arriba) y "reavivamiento" del faraón occiso (debajo) (16). Compárese esto con el diseño y propósito de la Cámara del Rey (o de Resurrección).
En la etapa evolutiva actual, con frecuencia los humanos parecen "muertos vivientes" o incluso "momias", porque su naturaleza noble está oscurecida y paralizada por espesos velos materialistas y atractivos autofílicos. Por ello, el objetivo de la "estadía mundana" es redescubrir y reconectarnos con el Ser Eterno y lograr una regeneración espiritual, mientras que el estudio y la praxis iniciáticos tienen la finalidad de acelerar dicho curso.
En general las pirámides estaban coronadas con caliza, granito o basalto, a veces recubiertos de oro para representar al Sol, y ese componente era la "piedra benben", aludiendo al montículo sagrado que emergía de las aguas primordiales conocidas en el panteón como Nu ("acuoso") o Nun ("inerte"), sobre las cuales se asentaba el dios Atum ("consumador"/"creador"). La leyenda sostiene que entonces el pájaro bennu, como el fénix de renacimiento e inmortalidad, se posó en la roca benben y lanzó un "grito primigenio" que puso al mundo en movimiento.
No se ha descubierto la piedra angular de la Gran Pirámide y probablemente nunca se añadió, porque en el siglo I a. de C. Diodoro Sículo informaba que la estructura seguía en perfectas condiciones, pero sin su corona, y es complejo inferir cómo se podría haber quitado sin dañar algunos bloques abruptos y lisos del revestimiento; en consecuencia, la obra jamás se completó. Además, los cuatro cimientos tallados en el lecho rocoso y fuera de las esquinas muestran que fue fabricada un poco más pequeña que el plano original, y así la pirámide disminuida y sin terminar puede considerarse como símbolo de nuestra evolución en los reinos de la materia.
Fig. 15.3. Aquí se vislumbra otra afinidad, que muestra un polígono triangular sin la piedra consumatoria, y un ojo luminoso en su sitio; la inscripción de arriba significa "ha mirado los inicios favorablemente", y debajo señala "un nuevo orden de las edades". Este diseño, que aparece en los billetes de un dólar desde 1935, refleja el deseo entre los fundadores de Estados Unidos -varios de ellos masones- para establecer un nuevo orden en Occidente (17).
Las cuatro esquinas del monumento inconcluso podrían significar el cuaternario inferior o aspectos mortales de la constitución humana séptuple, el "yo" transitorio y finito. El ojo del triángulo es Horus, el Sol invisible y espiritual o fuente de nuestra naturaleza divina, y asimismo la facultad de visión interior que, una vez activada, permite la comprensión directa sobre verdades de la naturaleza; por su parte, el triángulo recuerda las facetas del Ser Superior (Manas o mente sublime, Buddhi/sabiduría intuitiva y Atman). De esta forma, el objetivo de la evolución humana es "purificar de tal modo el cuaternario que vibre al unísono con la tríada sublime" (18), es decir, refinar esos niveles con miras a expresar cualidades propias del Buda o Cristo internos.
El mismo mensaje se halla contenido en la Biblia, estableciendo que "la piedra rechazada por los constructores" se convirtió en la principal clave, siendo ésta última identificada con Jesús o el principio crístico (19). Nuestra odisea humana está lejos de finalizar, pero al seguir vida tras vida aquellas aspiraciones profundas hacia lo místico, llevaremos gradualmente a la expresión nuestra índole espiritual, cuyo logro hará que el conocimiento encarnado en la Gran Pirámide se convierta en herencia de toda la humanidad.
Referencias
1. C. Staniland Wake, The Origin and Significance of the Great Pyramid, Wizards Bookshelf, 1987 (1882), capítulo 3, p. 42.
2. britannica.com/technology/construction.
3. Blavatsky Collected Writings, 14:195.
5. La Doctrina Secreta, 2:594.
6. Isis Develada, 1972, 1:296-7, 154.
7. Schoch y Bauval, Origins of the Sphinx, p. 3.
8. Lehner, The Complete Pyramids, p. 35.
10. Lemesurier, The Great Pyramid: Your Personal Guide, p. 80.
11. La Doctrina Secreta, 2:594.
12. Rosemary Ellen Guiley, The Encyclopedia of Magic and Alchemy, Visionary Living, 2006.
13. Davidovits, Why the Pharaohs Built the Pyramids with Fake Stones, capítulo 9.
16. ushabtis.com/papyrus-padiamon-a-114; Bauval y Hancock, Keeper of Genesis, p. 277.
17. William Quan Judge, Ecos del Oriente, TUP, 2da edición, 2009-11, 2:76-80.
18. Blavatsky Collected Writings, 12:692.
19. Salmos 118:22; Mateo 21:42; Marcos 12:10; Lucas 20:17; Hechos 4:10-11; Efesios 2:20-21; I Pedro 2:4-7; Blavatsky Collected Writings, 14:220-1, 285; La Doctrina Secreta, 2:626-7.
APÉNDICE 1: Observación de estrellas y cálculos astronómicos
Sistemas por coordenadas
Para describir la posición y el movimiento de astros, los especialistas conciben la Tierra en el centro de una enorme esfera (llamada celeste) donde cada estrella, galaxia u otro ítem están representados por un punto de luz en la superficie interna de esa área. De tal guisa, a cada objeto pueden asignarse dos coordenadas, equiparables a la latitud y longitud en la Tierra.
Para este fin, los sistemas utilizados son el ecuatorial o celeste (proyección de igual línea equidistante en el firmamento) y eclíptico (órbita planetaria de traslación solar). El ecuador terrestre y el Polo Norte sidéreo se hallan a 23,4° con respecto al plano eclíptico y su extremo boreal, respectivamente, y asimismo la oblicuidad del eje planetario cambia de continuo, pero con mucha lentitud.
En el método ecuatorial, se usan los conceptos de ascensión recta (AR ó α) y declinación (δ) en lugar de "longitud" y "latitud". La primera de ellas se mide hacia el oriente y a lo largo del ecuador celeste, y desde el punto equinoccial de primavera, uno de los dos sectores donde la eclíptica cruza el ecuador proyectado. El punto vernal es también el "cero" de la longitud eclíptica (λ), mensurada hacia su dirección este. La declinación de una estrella o latitud eclíptica (β) es positiva si se encuentra al norte del ecuador celeste o la eclíptica, y negativa si está en el sur.
Sistema de coordenadas ecuatoriales.
Sistema eclíptico de coordenadas.
Estrellas circumpolares y estacionales
Las estrellas visibles desde cualquier latitud terrestre cambian debido a la rotación planetaria (día/noche) y la revolución en torno al Sol. Para un observador en 30°N, el polo celeste homónimo se encuentra a 30° sobre el horizonte boreal, y por ende todos los orbes en dicha zona son circumpolares, es decir, parecen "rodear" ese punto extremo una vez cada 24 horas y son visibles toda la noche y en todo el año, a menos que estén oscurecidos por nubes.
El resto de luminarias es estacional: las que se aprecian desde un sitio determinado varían según la posición de la Tierra en su viaje alrededor del Astro Rey; así, parecen surgir en el levante y ponerse al oeste, llegando al punto más álgido cuando cruzan el meridiano del observador (línea de longitud). El movimiento diario y aparente de estrellas circumpolares y estacionales se debe a la rotación planetaria oeste-este (en sentido antihorario, visto por arriba desde el Polo Norte).
Vista de la esfera celeste para un observador en latitud (φ) 35° N. El Polo Norte astronómico (NCP) está a 35° sobre el horizonte septentrional. Las luminarias boreales con declinación de 55° (90°-35°) o más son circumpolares; todas las otras salen y se ocultan, excepto aquéllas que siempre están bajo el horizonte del espectador.
Las coordenadas cambian muy lentamente debido a la precesión de equinoccios, el ladeo variable del axis terrestre y el movimiento de estrellas (respecto al Sistema Solar) tanto transversal (izquierda/derecha, arriba/abajo) como radial (cercanía o alejamiento hacia nosotros). La precesión denota que el punto de primavera se mueve a través de las 12 constelaciones zodiacales, lo cual modifica qué estrellas son visibles en un lugar y periodo específicos del año.
En otras palabras y desde nuestro "hogar azul", de un equinoccio vernal al próximo el Sol semeja ir hacia el oeste a través de dichos asterismos (actualmente está en Piscis y llegando a Acuario), en sentido contrario a su paso por aquéllos durante la traslación terrestre. La tasa de precesión es 50" por año, 1° cada 72 años y tarda 25.920 en completar un circuito zodiacal. A lo largo de cada etapa, el eje planetario delinea un círculo aproximado ("voluta") en torno a los polos eclípticos Norte y Sur, y así la Tierra no necesita moverse por 360° de un equinoccio o solsticio al siguiente, sino unos 50" menos.
Alineaciones pasadizos-ejes
Si estuviéramos en el Polo Norte planetario (latitud 90°), el celeste análogo se hallaría justo encima nuestro, y su altitud (ángulo sobre el horizonte) sería 90°. En el ecuador (latitud 0°) el mismo tramo del firmamento se ubicaría en el horizonte boreal con cota 0°, y desde la Gran Pirámide (29,98°N) le encontraríamos a 29,98° sobre ese plano.
Si el pasaje descendente en la cara norte estuviera a 29,98° con respecto al suelo, señalaría el Polo Norte astronómico, pero en realidad tiene 26,48° y se dirige hacia un punto 3,5° bajo aquél (29,98°-26,48°). En consecuencia, dicho corredor se ajustará con cualquier estrella boreal a una declinación de 86,5° (90°-3,5°); así, su clase es circumpolar y cada día cruzará el meridiano de la pirámide bajo el polo (culminación inferior) y por encima (culminación superior), apuntando al conducto degresivo sólo en la primera instancia. El astro referido será polar si es más fulgurante y cercano al Polo Norte sidéreo, aun cuando es muy raro que una estrella coincida exactamente con cualquier extremo proyectado.
El eje norte en la Cámara del Rey se aparta en 32,08° e indica un sector 2,1° por encima del Polo Norte celeste (29,98°+2,1°); entonces, coincidirá con cualquier astro septentrional a 87,9° (90°-2,1°) sólo en culminación alta.
El segmento austral del recinto presenta un ángulo de 45,11°. En cualquier lugar de la Tierra, el campo de visión para un observador se extiende 90° en todas direcciones, y la otra mitad de la esfera celeste está oculta por el planeta. Dado que la Gran Pirámide se encuentra a 29,98°N, una persona situada allí puede apreciar luminarias con declinación sur de hasta 60,02° (90°-29,98°), y así ese tramo interior corresponderá con alguna estrella a 14,91° (60,02°-45,11°) al atravesar el meridiano de la estructura.
Debido al movimiento de astros y los cambios en el declive axial planetario, las alineaciones no se repiten en intervalos exactos de un ciclo precesional.
Cálculos estelares
Existen muchos programas astronómicos recomendables como CyberSky y Stellarium, que muestran panorámicas en diversos momentos del pasado o futuro; no obstante, sólo son razonablemente precisos para unos pocos miles de años, como efecto de la variación del ritmo precesional y en el eje terrestre.
Los cálculos realizados se fundamentan en el supuesto de que, a lo largo de varios ciclos precesionales, la extensión media de 25.920 años y un cambio regular en el declive axial de 4° por ciclo son suficientemente precisos para generar resultados significativos. Por supuesto, existen incertidumbres relevantes como las variabilidades en tasas de precesión o ladeo axial, inexactitudes sobre el movimiento estelar, distancia/velocidad radial, cambios cronológicos en ese desplazamiento y la velocidad radial, y el ángulo exacto de los distintos corredores y ejes.
Con el objetivo de establecer posiciones en un momento particular (T) del pasado, se escribieron programas para los siguientes cómputos:
1. Corregir ascensión recta (α) y declinación (δ) actuales (época 2000.0) de la estrella, para el movimiento transversal y radial entre 2000 y la fecha T.
2. Transformar α y δ rectificados a la longitud (λ) y latitud (β) de la eclíptica correspondientes.
3. Ajuste de λ para considerar el movimiento del equinoccio desde T, sobre la base de una precesión igual a 50"/año.
4. Calcular oblicuidad eclíptica para T, basada en un cambio de 4° cada 25.920 años.
5. Según lo anterior, transformar λ y β a las coordenadas ecuatoriales correspondientes en T.
Las fórmulas astronómicas y la metodología de los pasos 1, 2 y 5 pueden encontrarse en:
• A. Hirshfeld, R.W. Sinnott y F. Ochsenbein, Sky Catalog 2000.0, vol. 1, Cambridge University Press, 2da edición, 1991, p. xvi.
• Jean Meeus, Astronomical Formulae for Calculators, Willmann-Bell, 4ta edición, 1988, capítulos 8 y 14.
Las estimaciones emplean datos más recientes de la base Simbad.
Datos piramidales
Las latitudes se definieron de acuerdo con Google Earth.
*I.E.S. Edwards, The Pyramids of Egypt, Penguin, 1993.
*Ahmed Fakhry, The Pyramids, University of Chicago Press, 2da edición, 1969.
*Keith Hamilton, "The Great Pit of Zawiyet el-Aryan", noviembre 2017, academia.edu.
*Howard Vyse, Operations Carried on at the Pyramids of Gizeh in 1837, vol. 2, Londres, 1841; vol. 3: apéndice por J.S. Perring, Londres, 1842.
*William Kingsland, The Great Pyramid in Fact and in Theory, Part 1: Descriptive, Rider & Co, 1932.
*W.M. Flinders Petrie, The Pyramids and Temples of Gizeh, Field and Tuer, 1883.
*Piazzi Smyth, The Great Pyramid: Its secrets and mysteries revealed, Gramercy Books, 1978.
Para los cálculos zodiacales se utilizó un modelo estandarizado, donde cada constelación tiene 30° de ancho y la Era de Acuario comenzó en 1900, como propuso H.P. Blavatsky.