2 de febrero de 2022

Falso yoga y falsa iluminación


Por David Pratt (http://www.theosophy-nw.org/theosnw/path/oc-prat.htm); énfasis añadidos.

Actualmente existen diferentes escuelas de yoga y la mejor conocida en occidente es el hatha yoga, que implica posturas corporales y técnicas de respiración que se supone conducen al desarrollo de facultades superiores, incluidos los poderes ocultos. No obstante, varios tipos de tantra yoga están creciendo en popularidad. Hiroshi Motoyama, una prominente autoridad japonesa en el terreno yóguico, defiende una forma de tantra yoga muy semejante al de tipo hatha que involucra posiciones corporales, control de respiración y activar chakras (siete centros de energía sutil en el cuerpo). También enseña el despertar de kundalini, una fuerza psíquica que normalmente permanece inactiva en la base de la columna vertebral y a la que H.P. Blavatsky llama "un poder creativo que al activarse puede matar y crear fácilmente" ("La Voz del Silencio", p. 77). De acuerdo con Motoyama, por otro lado, estos métodos son "totalmente inofensivos", pero esa afirmación se ve seriamente cuestionada por su descripción de las experiencias que tuvo cuando comenzó a practicar tantra yoga.

Después de muchos meses que practicó dicha modalidad y durante tres o cuatro horas todos los días, Motoyama tuvo su primera vivencia sobre la ascensión de kundalini:

Un día, cuando meditaba ante el altar como de costumbre, me sentía particularmente febril en la parte inferior del abdomen (…) De repente un increíble poder corrió por mi espina dorsal hasta la parte superior de la cabeza y, aunque sólo duró uno o dos segundos, mi cuerpo levitó del suelo unos centímetros. Estaba aterrado. Me ardía todo el cuerpo y un fuerte dolor de cabeza me impedía hacer algo durante todo el día, y el estado febril continuó durante dos o tres jornadas. Sentí como si mi cabeza explotara con energía” (“Theories of the Chakras: Bridge to Higher Consciousness”, 1981, p. 241). 

El autor luego agrega que, a pesar de estos efectos secundarios desafortunados, ¡al menos no experimentó las serias dificultades físicas y mentales que muchas personas atraviesan cuando intentan despertar la kundalini!

Motoyama continúa: "Me volví demasiado sensible, tanto física como mentalmente (...) Mis sentimientos se tornaron inestables y me emocionaba con facilidad". También comenzó a ver entidades astrales inferiores con mayor frecuencia: "si los espíritus eran muy fuertes y hostiles, no podía ayudarlos y me influenciaban de forma perjudicial (…) mi cuerpo y mente se tornaron variables" (p. 242-3). Cuando trataba de despertar su chakra de la garganta se desarrolló una irritación en ese sector y tuvo dificultad para respirar. De igual modo padeció sensaciones de nada absoluta:

Tras experimentar ese estado varias veces me encontré frente a un abismo de vacío total. Sufrí un miedo tan terrible que quería dejar el yoga (…) Durante este proceso me encontré con un ser horrible como el diablo. Fue una experiencia indescriptiblemente aterradora” (p. 250).

Estas son algunos de los aprendizajes negativos que sufrió Motoyama. También relata que fue capaz de desarrollar poderes paranormales y finalmente adquirió un sentido de paz/optimismo y mayor simpatía con sus semejantes, pero no en vano enfatiza repetidamente que la supervisión de un maestro debidamente calificado es una necesidad absoluta. Sin embargo, es cuestionable cuántos de los numerosos yoguis y gurúes autoproclamados son realmente conocedores y confiables en esta disciplina.

Motoyama realizó investigaciones científicas sobre los chakras con ayuda de dos instrumentos eléctricos que desarrolló. Concluye que la activación de estos centros concentrándose en ellos conduce no sólo al desarrollo de ciertas capacidades paranormales, sino también a un mayor riesgo de trastornos funcionales en los órganos internos atañentes a los chakras que se han despertado. Señala que el uso excesivo de la capacidad paranormal de un chakra puede causar anormalidad o enfermedad en el órgano interno controlado por aquél, e incluso acarrear una muerte temprana. Dice además que muchos psíquicos que han trabajado excesivamente en el chakra manipura -ubicado en el plexo solar y que se relaciona con poderes clarividentes- han muerto jóvenes o tenido problemas graves en el estómago y los intestinos; sobre esto, el mismo Motoyama desarrolló una úlcera gástrica.

Todo esto confirma las advertencias que encontramos en los escritos teosóficos. Las posturas físicas por sí solas pueden ser bastante inofensivas, pero cuando se combinan con ejercicios de respiración especializados que incluyen una concentración mental intensa en los chakras y se siguen con la determinación casi fanática mostrada por Motoyama, no hay duda de que existe un riesgo muy real de perturbar el equilibrio natural de las fuerzas vitales en el cuerpo y generando así enfermedades, inestabilidad mental e incluso locura. Sin embargo, Motoyama sigue siendo un firme defensor de tales técnicas y llega a afirmar que "el despertar de los chakras es un proceso que debe realizarse para que el alma evolucione y se alcance la iluminación" (ibídem, p. 256).

Tanto hatha como tantra yoga son las formas más inferiores de la disciplina y tratan principalmente con el cuerpo físico y la mente inferior. Como hacen poco o nada para desarrollar nuestra naturaleza superior, no producen beneficios duraderos ya que sólo nuestro ser espiritual puede registrar aquellos aspectos que perduran más allá de la muerte. Pero hay varias formas superiores de disciplina yóguica, siendo las principales: karma yoga o de la acción (similar a lo que se conoce en Occidente como "salvación por obras"); bhakti yoga o del amor y devoción ("salvación por la fe o el amor"); jnana yoga o de la sabiduría y conocimiento, y raja yoga que literalmente significa "unión real", el yoga de la autodisciplina espiritual. Finalmente tenemos también el brahma yoga o "unión divina" que es una síntesis de las mejores y más puras prácticas en las otras escuelas homónimas.

El hatha yoga real alienta a mantener el cuerpo limpio, en forma y saludable con tal de que actúe como instrumento adecuado para el alma humana. El karma yoga señala que debemos hacer nuestro trabajo y deber sin queja y lo mejor que podamos; el bhakti yoga implica la dedicación al servicio de nuestros semejantes. Por su parte, jnana yoga es el estudio de la sabiduría divina, y por lo tanto la naturaleza misma, mientras que el raja yoga significa disfrutar de la autodisciplina y aprender a ser dueños de nuestra naturaleza inferior en lugar de su esclavo. Si intentamos realizar todo esto, empezaremos a a practicar brahma yoga que finalmente nos lleva al objetivo final: la unión consciente con nuestro ser superior o la divinidad interna. Y es en este nivel de unidad con nuestra naturaleza superior, el tesoro de toda la sabiduría y el conocimiento acumulados en vidas pasadas, cuando se produce iluminación o entendimiento espiritual.

El movimiento de la Nueva Era ofrece una amplia gama de técnicas y cursos, incluyendo hatha y tantra yoga, que se cree nos permiten desarrollar poderes paranormales, obtener contacto con otras entidades, recordar vidas pasadas y lograr iluminación. Muchas de las prácticas ofrecidas tienen un valor muy dudoso, y la capacidad de distinguir lo auténtico de lo falso nunca ha sido más necesaria.

Una regla general es que las prácticas no deben iniciarse si están dirigidas principalmente al avance y beneficio personales, obtener influencia sobre otros o si abren una puerta a influencias astrales inferiores/malignas y causan inestabilidad mental. Por otro lado, no hay nada de malo en dedicar tiempo a la relajación y el autoexamen, especialmente si esto nos permite actuar de manera más fraternal y equilibrada en nuestra vida cotidiana. Cuanto más estemos en paz con nosotros mismos, cuanto más equilibrados y armoniosos seamos por dentro, mayor será nuestra capacidad para actuar como fuente de paz y armonía en el mundo que nos rodea.

El motivo es de vital importancia, y con demasiada frecuencia hay un fuerte elemento de egoísmo en las prácticas psíquicas. Naturalmente, también hay personas sinceras que desean usar sus dones paranormales para ayudar a otros, pero en el caso de la curación psíquica, por ejemplo, es muy posible que los tratamientos que parecen tener éxito puedan generar efectos secundarios dañinos más adelante. Las acciones amorosas no siempre son acciones sabias.

El camino defendido por todas las grandes tradiciones espirituales del mundo es el de compasión, hermandad y autodominio. Como lo expresó el académico hindú T. Subba Row: "Todos los grandes maestros han presentado algunos principios morales y genéricos, y no maravillas astrales como el camino a seguir" (“Esoteric Writings”, 1933, p. 535-6). Desde Krishna hasta Buda y Cristo, la regla de oro siempre ha sido amarnos unos a otros.

No hay nada intrínsecamente espiritual en la capacidad de doblar una cuchara [sin medios físicos], ver auras o hacer que levite una mesa. Hay mucha más espiritualidad como simplemente ayudar a los vecinos. Aquéllos que logran forzar el desarrollo de facultades paranormales antes de purificar sus mentes y aprender a controlarse, simplemente ponen una tentación adicional en su camino y corren el riesgo de sufrir lesiones físicas, mentales y morales. En esta etapa de nuestra evolución es preferible tratar de comprender la lógica de los poderes paranormales en lugar de desarrollarlos en nosotros mismos. Según la Teosofía, en el transcurso de nuestra evolución aflorarán dos sentidos superiores (asociados con clarividencia e intuición) en una manera natural, pero sólo cuando hayamos pasado a la etapa en que estamos en condiciones de poseerlos y así usarlos sabiamente.

Sin embargo, existe un poder que deberíamos cultivar, y ese es nuestra fuerza de voluntad espiritual. Siempre que cedemos a un impulso egoísta o indigno, debilitamos nuestra voluntad y sentido moral y hacemos que sea un poco más fácil ceder a ese impulso de nuevo; mientras que cada vez que resistimos una tentación egoísta fortalecemos la perseverancia y sentido ético haciendo que la próxima victoria sea un poco más fácil. Al desarrollar el tesón, podemos mejorar gradualmente la calidad de nuestros pensamientos y en consecuencia de los deseos, sentimientos y acciones.

No se puede enfatizar demasiado que no existen atajos para la auto-transformación y la iluminación espiritual. Escuchar una cinta de meditación, cantar un mantra, seguir un curso tipo “fin de semana” o leer un libro no conducirá automáticamente al logro de la conciencia cósmica; pueden ayudarnos u obstaculizarnos, pero el progreso duradero nunca se logrará sólo por medios externos y tampoco se puede comprar. La auto-realización es el fruto de muchas vidas de autopurificación y altruismo, pues en palabras de H.P. Blavatsky:

La doctrina fundamental de la filosofía esotérica no admite privilegios ni dones especiales en el hombre, excepto aquéllos ganados por su propio Ego [superior] a través del esfuerzo personal y el mérito a través de una larga serie de metempsicosis y reencarnaciones” ("La Doctrina Secreta” 1:17).

En otras palabras, no hay favoritismo en la naturaleza. Las circunstancias de nuestro nacimiento, nuestros rasgos de carácter básicos y las pruebas que experimentamos en el curso de la vida no son resultado del azar ni están dictadas por el capricho de alguna deidad intrigante; son nuestra propia creación, el producto de nuestros pensamientos y acciones en vidas pasadas. Y mientras no podamos cambiar nuestro karma pasado, sí es posible moldear el futuro por la forma en que vivimos ahora.

Hiroshi Motoyama afirma que mediante la práctica del tantra yoga adquirió el poder de alterar el karma negativo de otras personas. Si esto fuera cierto, bordearía la magia negra, ya que es sólo padeciendo las consecuencias de todos nuestros pensamientos y acciones, vida tras vida, que aprendemos mejor y adquirimos fuerza interna en el camino evolutivo. No existe logro a menos que hagamos el progreso nosotros mismos. William Quan Judge afirma que los seres humanos avanzados que vigilan a la humanidad posiblemente podrían utilizar sus poderes ocultos para curar al género humano de sus males, pero "no lo hacen porque la humanidad tiene que luchar como siempre en la miseria hasta que adquiera el dominio de sí misma y el conocimiento propio. Puede ser difícil, pero es la ley” (“Practical Occultism”, p. 196).

Todo en la naturaleza está interconectado; nada puede vivir para sí solo, por cuanto cada uno de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones tiene un impacto en el mundo que nos rodea, para bien o mal. En el budismo, la idea de que algo está totalmente aislado de cualquier otro aspecto se llama “herejía de separación”, explicando que todos somos parte de un Todo vasto e incomprensible; todos provenimos de una fuente divina hace eones y a esa fuente todos regresaremos. Es nuestro deber trabajar con la naturaleza en lugar de luchar contra ella y ayudarnos unos a otros en el camino, y así todos los esfuerzos para automejorarnos y a nuestras acciones con objeto de ayudar a otros hacen una contribución al progreso de toda la humanidad, por pequeña que sea.

En la tradición budista Mahayana, el concepto más elevado y noble que podemos tratar de cumplir se llama “ideal del Bodhisattva”, un ser humano que ha avanzado tanto en el camino del progreso espiritual que llega a la iluminación y al umbral del nirvana, pero en lugar de entrar en la paz y la dicha de ese nivel y descartar cualquier otra participación activa en asuntos humanos, renuncia a ello y regresa a la Tierra para ayudar a la humanidad que lucha. Este espíritu de autosacrificio se captura bellamente en el voto del bodhisattva chino Kwan Yin:

“Nunca buscaré ni recibiré salvación privada e individual; nunca entraré solo en la paz final, sino que para siempre y en todas partes viviré y lucharé por la redención de cada criatura en todo el mundo”.

El camino más seguro hacia la iluminación es el propósito constante para realizar este ideal, y sobre todo el esfuerzo para practicar compasión y hermandad en nuestras vidas diarias.

(De la revista "Sunrise", agosto/septiembre de 1996. Copyright © 1996 por Theosophical University Press).


PALABRAS FINALES DEL TEÓSOFO CHARLES J. RYAN 

"Es patético ver a personas inteligentes que han estado decepcionadas con las respuestas convencionales a los problemas más profundos de la vida y la naturaleza humana, que se aprovechan ignorantemente de la satisfacción en direcciones improductivas, falaces y peligrosas cuando el camino está abierto, los puntos de referencia definidos con claridad y las guías preparadas para enseñar".

"Lejos de las viles ambiciones, hay muchas personas serias que renuncian no sólo a las vanidades de este mundo, sino a sus actividades y deberes saludables para obtener éxito personal en la técnica del yoga inferior. Conciben erróneamente que éste es el único camino hacia el conocimiento y se concentran en su propia salvación, independiente del bienestar general de la humanidad que puede arreglárselas lo mejor que pueda en todo lo que le incumbe. Recordaremos que el mismo principio no es desconocido en otros aspectos de los llamados países cristianos, pero a la larga derrumbará sus propios fines.

Una actitud tan egocéntrica es lo último que aprobaría cualquier yogui digno de ese nombre teosófico, ya que ignora los primeros principios de la fraternidad. El verdadero yoga no puede existir sin un entendimiento comprensivo y útil de la naturaleza humana y un esfuerzo genuino para levantar la pesada carga de ignorancia espiritual e intelectual en los más subdesarrollados, 'incluso el más pequeño de éstos'". 

"En Oriente hay una historia pintoresca muy actual con respecto a este tema. Un comerciante y un yogui de orden inferior se reunieron en la orilla de un río y éste último, después de explayarse sobre la inmensa labor que realizó para aprender a levitar, procedió a flotar por el río en el aire, mientras el comerciante práctico pagó a un barquero para que lo llevara a la otra orilla. Cuando se encontraron en el otro lado, el yogui triunfante esperaba felicitaciones, pero se quedó desconcertado cuando el comerciante le mostró una moneda pequeña y dijo: '¡Éste es el valor de su milagro!'" 

"Recientemente, un reflexivo estudiante de ocultismo publicó los resultados de una larga búsqueda en 'la India secreta' en pos de una mayor sabiduría. Encontró a muchos autoproclamados yoguis en su gran parte fanáticos o egoístas que, según él, han desprestigiado el nombre 'yogui' entre la generación más joven de hindúes y las clases educadas. Había algunos psíquicos y magos genuinos, aparentemente de orden bajo, pero también encontró personas sinceras y serias que no presumían de ninguna manera y tampoco recomendaban las llamadas 'prácticas psíquicas de yoga' de las cuales se ha escuchado tanto en Occidente, y en su lugar aquéllos imparten enseñanzas de vital importancia para el progreso espiritual. Cuando a un maestro del sur de India -de quien el estudiante habla con gran respeto y admiración- se le preguntó qué era necesario para ingresar al Sendero, respondió:

'Sólo hay una cosa por hacer: mira dentro de ti. Haz esto de la manera correcta y encontrarás la respuesta a todos tus problemas. Tienes que preguntarte: ¿quién soy yo? Conoce al Ser Real, y entonces la verdad brillará dentro de tu corazón como la luz del sol' (Paul Brunton, 'A Search in Secret India')".