21 de febrero de 2022

El calendario maya y la estafa del 2012 (4 de 7)

David Pratt, enero de 2011


Contenidos:

04. Conexiones mitológicas
-Astronomía galáctica
-Simbolismo universal
-Conocimiento maya


04. Conexiones mitológicas

Astronomía galáctica

Como otros pueblos antiguos, los mayas otorgaron gran importancia a la Vía Láctea, especialmente al brillante bulto central en que se encuentra el centro galáctico a través del cual corre la eclíptica, y a lo largo de él los planetas vistos en el cielo nocturno. Los eruditos han identificado el punto de cruce de la Vía Láctea y la eclíptica como el árbol sagrado maya, y el quiché moderno llama a este lugar como "encrucijada". Los mayas de esa etnia denominaron "camino al inframundo" o "sendero negro" a la grieta oscura en esta región ("xibalba be").

Según John Major Jenkins, los mesoamericanos simbolizaban la Vía Láctea y dicha hendidura galáctica de varias maneras:


La serpiente divina Mixcoatl a veces representa la Vía Láctea (Jenkins, 1998, 52). En ocasiones ciertas deidades, guerreros o ancestros se muestran emergiendo de su boca.

El siguiente diagrama muestra cómo -para el momento del solsticio de diciembre- la precesión hace que la Vía Láctea en Sagitario se sumerja gradualmente en el cielo entre 6000 a. de C. y 2012 d. de C. Jenkins argumenta que adviene la próxima era o "sol" cuando el 21 de diciembre éste último astro se alinea con la hendidura del nacimiento (grieta oscura) de la Gran Madre (Vía Láctea), y como señalamos anteriormente esto no es un acontecimiento que "se produjo" de forma repentina en 2012, sino representa un proceso prolongado que ya está en marcha.

Desde el 6000 a. de C. la Vía Láctea se ha acercado cada vez más al solsticio de diciembre al amanecer (Jenkins, 1998, 257).

En Izapa, estado mexicano de Chiapas, existió una civilización próspera desde aproximadamente el 450 a. de C. al 100 d. de C., entre el declive de los olmecas y el surgimiento maya. El calendario de cuenta larga aparece por primera vez en los registros arqueológicos hacia el siglo I a. de C. durante el apogeo de Izapa, y Jenkins cree que a lo largo de cientos de años esta locación fue hogar para enseñanzas mistéricas y ritos iniciatorios en la cosmología galáctica.

Estela 25, Izapa.

El mismo escritor argumenta que la estela 25 muestra el cielo a la medianoche del solsticio invernal [hemisferio norte] en el 300 a. de C. El pájaro en el árbol es 7 Macaw que representa el Arado (Osa Mayor), un asterismo que forma parte de esa constelación cerca del Polo Norte celeste. El caimán simboliza la Vía Láctea, su cabeza la protuberancia nuclear y su hocico la grieta oscura. La figura que sostiene el poste (eje) es el héroe civilizador Hunahpu, uno de los dos gemelos que aparecen en el Popol Vuh. Dicha estela muestra al Arado en una posición fuerte y ascendente, y como producto de la precesión cambia el emplazamiento de aquél, lo que lleva a la caída de 7 Macaw (como se describe en el Popol Vuh) y con ella la cosmovisión olmeca que veía a la estrella polar como el centro cósmico; por esto la estela 2 en Izapa muestra a 7 Macaw en el proceso de caída. De igual modo, Jenkins especula que los mayas reemplazaron el centro polar con el galáctico.

Estela 25 en color (siloam.net).

Según el Popol Vuh, el personaje Vucub Caquix -conocido como 7 Macaw o Siete Plumas de Fuego- es una deidad aviar engreída o demonio que se jactaba de ser el Sol y la Luna del mundo crepuscular entre la creación anterior y la actual. Hunahpu le derribó de su árbol disparando con una cerbatana, pero aun así logró arrancar el brazo de éste y escapar con él. Finalmente 7 Macaw murió después que los gemelos lo privaran de sus dientes, joyas y gemas.

Rush Allen desafía la interpretación de Jenkins sobre la estela 25 en varios aspectos, diciendo que la historia del Popol Vuh es mucho más que el movimiento de las estrellas observado desde Izapa. A primera vista, parece ser que 7 Macaw se mantiene firme en su percha y ha obtenido victoria sobre Hunahpu cortando su brazo. Allen argumenta que el villano en realidad ya no está vivo pues un buitre está sentado sobre su cabeza, y una serpiente larga lo sostiene a su percha, sujetado por la extremidad que cortó a Hunahpu.

El báculo de Hunahpu es el eje polar y se asemeja al pilar djed
egipcio, que generalmente tiene cuatro barras transversales cerca de la parte superior y que entre otras cosas pueden representar los polos de cuatro ejes distintos: el cenit (polo personal), el polo celeste (proyección del terrestre), el polo eclíptico (solar) y el galáctico (divino). El palo en la estela 25 tiene tres perchas, pero hay una cuarta (galáctica) unida a la cabeza de 7 Macaw; pese a su muerte, la distancia cada vez mayor del Arado desde el Polo Norte celeste -cuando este último se convirtió en la Osa Menor- permaneció atado a su percha porque todavía era un puntero clave hacia la "cima" del mundo, representando así un vínculo con el pasado que señala el camino para las generaciones futuras.

Allen sostiene que la estela 25 representa el diagrama de estrellas a continuación, al mostrar los cielos al amanecer del 21 de diciembre de 2012 y cuando esperaba el inicio de la próxima edad. El glifo 1 Hunahpu ("Primer Padre" o progenitor de Hunahpu) simboliza a Ofiuco, el Portador de la Serpiente (anteriormente conocido como Serpentario) o la decimotercera constelación zodiacal que se cruza con la eclíptica entre Sagitario y Escorpio. Su brazo derecho está en el eje polar uniendo ambos solsticios, que pasan a través del polo celeste. La percha en la cabeza de 7 Macaw apunta en ángulo recto a este eje, lo que indica la dirección de los meridianos galácticos, al tiempo que 1 Hunahpu empuña una gran serpiente (constelación Serpens) como figura del espíritu del cosmos que se origina en la boca de la Vía Láctea o Quetzalcóatl (pueden encontrarse más detalles sobre la interpretación de Allen en siloam.net). Así, al menos todo esto ilustra cuánta diversión se puede tener tratando de desentrañar las diferentes capas de significado en los mitos antiguos.

Carta sideral correspondiente a la estela 25, según Rush Allen. 1 Hunahpu= Ofiuco; 7 Hunahpu (hermano de 1 Hunahpu)= Sagitario; 7 Macaw= Arado/Osa Mayor; Hunahpu y Xbalanque (héroes gemelos)= Géminis; NCP= Polo celeste Norte (Polaris, en Osa Menor); NEP= polo eclíptico norte; NGP= Polo Norte galáctico. Las estrellas Alcor y Mizar están situadas en la Osa Mayor, mientras que Thuban figura en Draco y fue la estrella polar alrededor del 3000 a. de C.

Estela 11, Izapa.

La estela 11 muestra a 1 Hunahpu, señor o deidad solar primordial, renaciendo desde el hocico abierto de una rana. El glifo de dicha especie con ese gesto y en modo vertical significa "nacer", y para Jenkins esa estela representa el amanecer del solsticio de invierno en la grieta oscura, en particular, el advenimiento de un nuevo "sol" o mundo en el invierno de 2012. Igualmente se muestra a 1 Hunahpu midiendo el cosmos con sus brazos extendidos en los albores de la nueva era. Por supuesto, el "renacimiento del Sol" es una ocurrencia diaria, aunque tiene un significado especial en los tiempos de equinoccios y solsticios, y existe una connotación todavía mayor con un Astro Rey en ambos momentos alineado con el ecuador galáctico o cerca del centro homónimo. El renacimiento solar simboliza el resurgir espiritual por el que debe esforzarse cada persona, al elevar nuestra parte terrestre/inferior con objeto de canalizar las cualidades más nobles de nuestro ser solar/superior.

Al derivar gran parte de su conocimiento de los egipcios, los antiguos griegos creían que las almas humanas descendían a la Tierra a través de un portal argénteo ("puerta del hombre") y ascendían al cielo por otro áureo (o "de la divinidad"). Éstos representaban los dos puntos donde se cruzan el ecuador eclíptico y galáctico, ahora situados en Géminis y Sagitario respectivamente (y con anterioridad Cáncer y Capricornio, según el caso). Otras versiones del mito señalan que las almas humanas pueden ascender por cualquier entrada, pero que la de plata conduce a la reencarnación mientras que la dorada lleva más allá de ese proceso, y también es a través de ésta última que descienden los dioses. Estos accesos se conocieron como "puertas del Sol", porque al igual que nosotros ese astro muere y renace en las mismas cada vez que un equinoccio o solsticio se alinea con ellas en el transcurso del ciclo precesional, como es el caso en la era actual (keyofsolomon.org; Stray, 2006, 41-2, 111).


Simbolismo universal

Muchas culturas pretéritas vieron la Vía Láctea como un camino de almas o dioses, o un río de vida o muerte (Kearsley, 2001, 657-8; en.wikipedia.org). Las gentes de China, Corea y Japón creían que era el "río plateado del cielo" y varios pueblos aborígenes australianos también lo vieron a modo de un curso hídrico celestial. En la mitología egipcia se lo consideraba un charco lactario (símbolo del espíritu) de Bat, la diosa vaca, y además el Nilo paradisíaco. Entre los griegos la Vía Láctea fue producida por el seno de la diosa Hera, y el término "galaxia" deriva del concepto helénico para aquélla, "galaxias" o "kyklos galaktikos" que significan "círculo lechoso". Los hindúes consideraron todas las estrellas y planetas visibles como un delfín nadando a través de las aguas del espacio, con la Vía Láctea como abdomen, y la llamaron Akasaganga, el río Ganges seráfico. Los maoríes concibieron la Vía Láctea como una canoa y el bulto central en la forma de una ballena. Los aborígenes del norte de India la denominan "sendero de la serpiente", mientras que los isleños en Andaman le bautizan "camino utilizado por los ángeles".

El caimán de Mesoamérica corresponde al makara de India, una criatura anfibia retratada en varias formas como un pez cocodrilo, un ser con cabeza y patas delanteras de antílope y el cuerpo y la cola de un pez, una entidad con cabeza de elefante y anatomía de pez, y un delfín o tiburón. Helena Blavatsky dice que makara sólo se llama cocodrilo "descuidada y frívolamente" y que tiene varias acepciones esotéricas. "Ma" es equivalente a "cinco" y "kara" significa "mano", denotando así una estrella de cinco puntas o pentagrama, el símbolo del ser humano; también es una referencia a Manas (mente individual), el quinto de los siete principios fundamentales y derivado de Mahat (mente universal). Makara está conectado como anagrama con "Kumara (s)", los cuatro/cinco/siete hijos de Brahma a quienes se describe como sabios espiritualmente puros (DS 1: 219, 2: 354, 576-8), y de ahí el significado literal de "kumara" que es "mortal con dificultad". Otros textos señalan que dichos seres también designan el elemento espiritual en cada uno de nosotros. 

Astrológicamente Makara es Capricornio (cabra marina), el décimo signo zodiacal que sigue a Sagitario. Blavatsky lo llama "el más sagrado y misterioso" (DS 2: 268 nota al pie) y asociado con la quinta clase de "seres celestiales" o poderes creativos, de los que se dice contienen en su interior los dos polos de Mahat y la naturaleza dual humana, lo espiritual y lo físico (DS 1: 221). Al igual que el caimán mesoamericano, Makara también tiene conexión directa con Sagitario y se debe a que los signos del zodiaco siempre comienzan con el primer punto de Aries en el equinoccio de marzo, mientras que por causa de la precesión ese punto ahora se encuentra en el grupo constelacional de Piscis. El Sol entra en el signo Capricornio durante el solsticio de invierno, pero para ese momento se halla en la constelación Sagitario. En un sistema más antiguo, Capricornio representaba el octavo signo (DS 2: 256) que se habría alineado con el Arquero unos 2.000 años antes que iniciara la Era de Piscis.

La mitología india antigua asocia a los makara con la creación del mundo, y a menudo se los representa vomitando cabezas humanas, deidades, lotos u otros elementos generativos; alternativamente, en ocasiones se muestra un héroe o una deidad defendiéndose de sus fauces. Otras obras muestran al makara verticalmente, con su cabeza en la parte inferior, y todos estos motivos se encuentran ampliamente en Mesoamérica. Además, el makara, el caimán y el "kawak" maya relacionado ("cauac") o "monstruo de la tierra" por ratos tienen un hocico curvado hacia arriba y también un trébol, que se ha interpretado como las cualidades trinas del "aliento divino" (Kearsley, 80-4, 144-52).


Arriba: representación budista de Makara que muestra un trébol en sus "branquias" bajo el ojo (Mathura, norte de India, siglo II a. de C.). Debajo: caimán con un trébol en la nariz y una cabeza humana (derecha) saliendo del hocico (Guatemala, fase Clásica pre-temprana; Kearsley, 82, 84).

Antigua forma de Makara en Mathura, norte de India (siglo II a. de C.) que muestra un trébol en la mejilla y una deidad o héroe luchando contra la criatura.

Makara con un cuerpo curvado y vertical -ampliamente difundido en muchas esculturas budistas y más tarde hindúes- en India y Sri Lanka (Anuradhapura, Sri Lanka, siglo I a. de C.).

Cabeza de makara con una deidad que emerge de sus fauces (Prambanan, Java Central, Indonesia, siglos IX ó X d. de C.; Kearsley, 83-4).

Kawak con hocico de cocodrilo hacia arriba, una cabeza que sale de sus fauces y un "trébol llameante" en su cuerpo, símbolo que también aparece en India y el budismo chino (Copán, Honduras, siglo VIII d. de C.; Kearsley, 80-1).

En el antiguo Egipto el dios correspondiente a Makara era Sobek (Sebek o Sebakh, TG, 283), siendo retratado como un cocodrilo, un hombre con la cabeza de dicho reptil o éste en forma momificada, y a veces se lo muestra usando un disco solar y cuernos igual que Amón-Ra. En algunos mitos fue Sobek quien salió primero de las aguas del caos (materia primordial) para crear el mundo. Los egipcios representaban a los muertos como transformados en cocodrilo y Blavatsky dice que el verdadero emblema no es ese animal sino un dragón: "Él es el 'dragón de la sabiduría' o Manas, el 'alma humana', la mente o el principio inteligente llamado el 'quinto' en nuestra filosofía esotérica" (DS 1: 219, 408-9). Tras el fallecimiento y cuando un alma muerta se "fusiona en Sekhem", esto refiere a la esencia de Manas unificada con los dos "principios" superiores que son Atman (divinidad) y Buddhi (alma espiritual) en el estado de conciencia conocido como devachan y equivalente al egipcio Aanru, una división de Amenti, el más allá. En Sekhem se esconde "la cara misteriosa" o el "triple cocodrilo de Egipto" que connota la tríada humana superior, es decir, Atman, Buddhi y Manas (DS 1: 220).

Blavatsky explica así parte del simbolismo sobre el cocodrilo: "Puesto que el Sol naciente era considerado el alma de los dioses enviada cada día a manifestarse ante los hombres, y por cuanto el cocodrilo salía del agua al primer rayo de Sol, ese animal finalmente llegó a personificar a un devoto del fuego solar en India ya que personificaba ese fuego o el alma más elevada con los egipcios" (DS 2: 577; 1: 220). 

Así como para los hindúes Makara es el vehículo de Varuna (dios del cielo y el océano celestial), el delfín es "vehículo de Poseidón-Neptuno con los griegos, y uno con él esotéricamente"; este cetáceo es el "dragón marino" al igual que "el cocodrilo del sagrado Nilo es el instrumento de Horus [deidad solar] y éste último en sí". Poseidón colocó al delfín entre las constelaciones y se convirtió en Capricornio, la cabra con la parte trasera de aquél que es equivalente a Makara (DS 2: 577-9). Poseidón corresponde a Varuna, y una de las constelaciones asociadas con él fue Draco (Dragón) en que se encuentra el polo norte eclíptico o solar. A semejanza de la serpiente (o naga), el dragón puede figurar sabiduría, inmortalidad espiritual, reencarnación o regeneración, como también el Sol, el Logos, un iniciado o la mónada (Atma-Buddhi); de igual forma, la "matanza de un dragón" refiere a domesticar la naturaleza humana inferior/rebelde o la regulación de fuerzas cósmicas caóticas. Una serpiente también puede aludir al ecuador celeste, la eclíptica, la Vía Láctea y la luz astral o plano psíquico (DS 2: 356).

Dado el uso mesoamericano de una rana para denotar el renacimiento, es interesante advertir que la diosa sapo/rana egipcia, llamada Heket, era "una de las principales deidades relacionadas con la creación debido a su naturaleza anfibia, y a su aparente resurrección luego de largas eras de vida solitaria consagrada en viejos muros, rocas, etc.", siendo así una referencia a relatos de esos animales encontrados vivos dentro de roca sólida donde debieron haber sido sepultados por largos períodos. Al igual que el dios Khnum, Heket fue representada en momias y se vinculó con la inmortalidad o "resurrección" (DS 1: 385-6), lo que significa renacimiento e iniciación al adeptado. Así como manas -o alma humana- se fusiona con Atma-Buddhi luego de la muerte, también nuestra tarea es lograr la misma unión mientras estamos en la Tierra, siguiendo los pasos de Budas y Cristos. 

Como dice Sharron Rose, "los símbolos, mitos y metáforas contienen el potencial de despertar numerosos lazos y asociaciones intuitivos dentro de todos nosotros" (Braden et al., 2007, 310). Por ejemplo, el "inframundo" puede referirse al cielo nocturno, los parches oscuros en la Vía Láctea, la Tierra misma, los estados post-mortem (especialmente aquéllos en los reinos inferiores) o nuestra naturaleza terrenal inferior. Nuestras almas descienden al "inframundo" en cada nueva encarnación, al igual que los seres divinos o avatares lo hacen a intervalos más largos, y es en el propio "infierno interior" donde cada persona debe conquistar y transformar sus inclinaciones egoístas tal como han hecho antes los iniciados exitosos.

H.P. Blavatsky enfatizó que los mitos y leyendas pueden interpretarse en muchos niveles diferentes simultáneamente, por ejemplo, astronómico/cosmológico, numérico/geométrico, antropológico, fisiológico/físico, geológico/geográfico, psicológico y espiritual/místico (DS 1: 311, 2: 22 nota al pie), y el simbolismo que se aplica al nivel humano tiene sus correspondencias a nivel terrestre, solar, galáctico y cósmico de acuerdo con el axioma "como es arriba es abajo"


Conocimiento maya

Jenkins (1998, 112-13) argumenta que la observación a simple vista sería suficiente para que el bulto central de la Vía Láctea sea considerado como un "útero cósmico" o "lugar de creación" preñado de vida, y que la grieta oscura cercana fuese análoga a un "portal de nacimiento". Señala que los antiguos mayas usaban alucinógenos obtenidos de plantas sagradas o del sapo Bufo marinus, y aduce que estas drogas permitían a los sacerdotes-chamanes mayas ver campos de energía sutiles que normalmente son imperceptibles para el ojo físico. De esta suerte, la mencionada protuberancia central puede haber aparecido como un "nudo de energía ardiente" en el cielo nocturno, lo que les hizo comprender que era la región del núcleo galáctico. Un método para aumentar el efecto de tales narcóticos era administrarlos insertando una jarra de enema en el recto, pero huelga decir que las formas más elevadas de clarividencia no requieren el uso de sustancias psicodélicas, ya sea administradas por vía oral o anal. Los chamanes mayas pueden haber incluido adeptos e iniciados genuinos, pero es poco probable que ellos fuesen los sacerdotes que realizaban sacrificios humanos con el objetivo irracional de apaciguar a "dioses".

Jarra de enema según un pictograma maya (Jenkins, 194).

El Joven Dios del Maíz (idéntico a 1 Hunahpu), escultura de piedra caliza que una vez adornó la fachada de un templo en Copán, Honduras. Sobre el sereno semblante de la figura hay una corona puntiaguda de hojas de maíz que se asemeja a la protuberancia o ushnisha vista en las estatuas de Budas y Bodhisattvas en Oriente; representa el poder radiante del chakra corona y el tercer ojo (glándula pineal), signos de un individuo espiritualmente despierto. Las manos de la figura son palmas extendidas hacia fuera, una levantada y otra descendente, en un gesto clásico de enseñanza (o mudra) y distintivo de Bodhisattvas y Budas (Girard, 1979, xii).

Los mayas tenían un glifo de lugar que significa "hoyo oscuro", el cual desempeñó un rol decisivo en eventos creacionales y ritos de ascensión regia, y Jenkins vincula esto automáticamente con el concepto científico moderno de "agujero negro". Los principales astrónomos creen que la estructura central no luminosa en el centro galáctico (es decir, dentro de Sagitario A*) es un agujero negro superdenso con aproximadamente 4 millones de masas solares, y asimismo el autor sostiene que los mayas estaban al tanto de su existencia.

Es un craso error tratar de imponer el concepto irracional de "agujero negro" en los mayas. Se supone que esta circunstancia astronómica es resultado de una estrella masiva o un gran volumen de gas interestelar que sufre colapso gravitacional e implosión. Teóricamente, la gravedad dentro de un hoyo negro aumenta a una fuerza infinita, aplastando todo lo que atrae hacia una "singularidad" infinitesimal de "curvatura espacio-tiempo" infinita y densidad ilimitada; inclusive, dentro de un agujero negro el espacio y el tiempo pueden metamorfosearse entre sí. Las pruebas indirectas y citadas en apoyo de este suceso simplemente apuntan a la existencia de grandes concentraciones de materia no luminosa que experimenta explosiones energéticas, pero tales fenómenos no se explican de ninguna manera al invocar la gravedad infinita, el espacio-tiempo curvo y las singularidades infinitesimales porque estos conceptos son producto de imaginación matemática (ver "Debate sobre Big-Bang y agujeros negros"). En parte, los mayas vieron el bulto central en Sagitario como un centro creativo, mientras que un agujero negro es puramente destructivo. Los núcleos galácticos vierten materia y energía, pero los creyentes en "boquerones oscuros" afirman que éstos se originan a partir de un "disco de acreción" de gas y polvo atraído por agujeros negros, y no desde el interior de ellos. Por esto, tiene mucho más sentido el concepto de un Sol Central (oscuro) que involucra estados de energía-sustancia desconocidos para la ciencia materialista.