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9 de abril de 2025

Panchamahabhutas, los Cinco Grandes Elementos


(The Theosophical Movement, marzo 2011).

Se estima que el decimotercer capítulo del Bhagavad Gita contiene todo el ocultismo, y se llama "Fervor mediante discriminación cuerpo-alma" o Kshetra y Kshetragna, es decir, el "ámbito" y su "conocedor". Si deseamos comprender el Infinito, hay que obtener una idea clara de lo efímero y mortal. Kshetra designa al cuerpo perecible, y Krishna manifiesta en el séptimo episodio: “Tierra, agua, fuego, aire y akasa, Manas, Buddhi y Ahankara son la división óctuple e inferior de mi naturaleza. Mi tesitura sublime es diferente: corresponde al conocedor y por ella se sustenta el Universo”. Lo fenoménico y transitorio es abstraído a lo Superior cuando finaliza un kalpa o periodo, siendo además relativo e idéntico en esencia a la Divinidad. En lo "pedáneo" están todos los ámbitos visibles/físicos e invisibles/sutiles. La mayoría de escuelas filosóficas indias acepta que el mundo se compone de cinco elementos o pahchamahabhutas: éter (akasa), aire (vayu), fuego (agni), agua (apas) y tierra (prithvi), pero los carvakas o materialistas rechazan el primero, ya que su existencia no puede percibirse y sólo es "inferida" al ver que nuestro globo comporta cuatro elementos detectables.

El ramo Sankhya enseña que Prakriti es causa última del mundo de los objetos y dicha categoría quíntuple, abarcando nuestra mente, sentidos e intelecto, constituyéndose por las gunas Sattva, Rajas y Tamas (aprehendiéndolas a fuer de módulos y no "atributos") entrelazadas cuales hilos de una soga que une el alma al mundo. La evolución de éste último se debe al contacto entre Purusha (Ser) y Prakriti, pero no bajo la óptica de "objetos finitos". El segundo recibe influencias de su homólogo, al igual que el predominio del pensamiento en nuestro cuerpo, y las gunas se encuentran estables en Prakriti. Su vínculo con Purusha hace que la contraparte experimente cambios, de manera que cada una intenta predominar sobre las otras (An Introduction to Indian Philosophy).

Mulaprakriti (Principio-Raíz universal) es idéntico a Parabrahman en cuanto esencia cósmica indiferenciada; sin embargo, al transformarse en avyakta (evolucionador activo) adquiere el carácter de gunavat (dotado de cualidades) y Prakriti. La primera resultante del proceso es Mahat, que reditúa el ahankara o autoconciencia, y ésta a los Tanmatras (partículas elementales sutiles) de donde aparecieron los mahabhutas (corpúsculos crasos). A ellos pertenecen la naturaleza del deseo (Kamarupa), el cuerpo astral (Linga Sarira), la energía vital (Prana) y el organismo físico (Sthula Sarira) (Helena Blavatsky, "The Septenary Principle in Esotericism").

Ahankara consta de tres tipos, dependiendo de qué guna prevalezca. Del sáttvico emergen cinco órganos perceptivos (jnanendriyas), cinco de acción (karmendriyas) y la mente, a la vez que el tamásico genera tanmatras o esencias sutiles de los cinco elementos, asociados al sonido, tacto, color, gusto y olfato. Ellos eclosionan por panchikaran o quintuplicación, en que los ingredientes básicos del Universo se combinan para forjar seres materiales que le ahorman. Así, la esencia acústica (sabdatanmatra) engendra akasa (éter) con cualidades sonoras; de aquélla táctil (sparshatanmatra) disponemos del aire provisto de sonido y tacto; el soporte del color (rupatanmatra) da pie al fuego/lumbre que tiene las características anteriores; la raíz sutil del gusto (rasatanmatra) ocasiona el agua, reuniendo las índoles previas; y el quid oflatorio (gandhatanmatra) crea la tierra que sintetiza todo el conjunto. El Universo evolucionado abarca veinticuatro principios, de los cuales prakriti es el primero y los cinco elementos brutos son últimos, mientras Mahat, Ahankara, la mente, los cinco órganos activos, la percepción y los tanmatras poseen rasgo intermedio (An Introduction to Indian Philosophy).

La Doctrina Oculta reconoce Siete Elementos Cósmicos: cuatro tangibles, el quinto (éter) semimaterial y dos superiores ajenos a nuestra capacidad perceptiva, aunque los veremos durante la Sexta y Séptima razas de la Cuarta Ronda, haciéndose tan familiares como el aire actual. Blavatsky dice que los elementos universales son noúmenos de sus símiles terrestres, y no se circunscriben sólo al Sistema Solar; dicho de otra manera, los constitutivos térreo, acuoso, aéreo, ígneo y etérico que conocemos representan su "versión" específica en el planeta, pero a nivel cósmico exhiben muchas diferencias. Por ejemplo, el concepto "agua" suele utilizarse para describir materia en estado precósmico. Entretanto, la Tabla Periódica incluiría subelementos y atañen a modificaciones condicionales del Elemento Único.

El éter que admitían los científicos no es el Akasa hindú, sino la parte más burda de éste -mezclada con el estrato cimero de la Luz Astral-, y ambos derivan de un sólo Elemento. B.W. Richardson decía que el Universo engloba materia mensurable y visible, y otra antíloga e inactiva ("calórico") que fluye del Sol y repleta a todo el sistema planetario, la cual Blavatsky llama "residuo físico" del éter o "fluido astral" cabalista, pues designa un principio de dicha sustancia, así como ella configura el Akasa; no tiene peso, forma ni color, y sus partículas se repelen entre sí. Richardson afirma que "une a todas las cosas por atracción [de materia imponderable] hacia la tangible, y separa los objetos a través de energía autorrepulsiva", concepto muy próximo al de cohesión en Ocultismo. Permea todo en diversas escalas, incluso el cuerpo humano, y la aptitud de recibir éter cambia según el tipo de materia física, determinando sus múltiples estados, espesores, durezas, etc. Al agregar suficiente "calórico" a un sólido, se debilita su semejanza por partículas firmes y pasa a ser líquido o gas. Si lo extraemos de la masa volátil, habrá más ligadura entre sustancias concretas y etéricas, llevándole al nivel líquido y sólido (Doctrina Secreta, vol. 1, p. 524-527).

"Hay siete Dhatus (...) principales al interior del cuerpo, y también fuerzas séptuples en el hombre y la Naturaleza" (DS, vol. 1, p. 290). "Como se supone que nuestro organismo incluye '84.000 dhatus' (células con funciones particulares), se cuenta que Asoka mandó erigir 84.000 dhatu-gopas (Dagopas) en honor a cada célula somática de Buda, hoy tenidas por dharma-dhatu o reliquias sacras" (Glosario Teosófico). El Ayurveda es un sistema médico basado en los criterios de doshas, dhatus (tejidos o "lo que entra en la formación orgánica") y malas (desechos). Según este saber, la anatomía humana comprende siete sustancias, labradas por los Cinco Elementos: rasa= savia vital/linfa/quilo (agua), rakta= sangre/hemoglobina (fuego), mansa= músculos (tierra), med= lípidos (ítem), ashti= huesos, majja= médula ósea/nervios, y shukra= sistema reproductivo/semen/óvulos. Estos mahabhutas exhiben diferentes proporciones en individuos, y aparecen enfermedades cuando se altera el balance (Ayurveda, the Ultimate Medicine, p. 67-68).

En el Chhandogya Upanishad, Uddalaka instruye a un discípulo que la comida tiene formas densa (excremento), media (asimilado como carne) y sutil (esencia que va a la mente). De igual modo, Prana se crea en la parte fina del agua, y el habla desde los soportes ígneos de comestibles. Para demostrar el asunto, Uddalaka prohibió merendar al neófito por quince días y sólo pudo tomar agua. A su regreso, el sabio le pidió declamar los Vedas, pero no recordaba el contenido; entonces, dejó de ayunar y su memoria funcionó. El protagonista agrega que sentimos hambre cuando un alimento se disuelve por agua y su quid ingresa al sistema, mientras la sed ocurre si aquél escasea mediante obra del fuego; así, el Ser Real produce calor, éste al líquido y a su turno es base de la ingesta.

Los hindúes acostumbran quemar muertos en ghats. El cadáver se consume en aproximadamente una hora y deja cenizas que el brahmán esparce a los cuatro vientos sobre el río sagrado, confiándolas a la tierra que sostuvo al inánime en su desarrollo, al fuego limpiador del espíritu durante su viaje post-mortem, al aire vital, y el agua que lo lavó y acoge sus restos (H.P.B., From the Caves and Jungles of Hindostan, p. 136).