David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016
04. Viabilidad de hipótesis (parte 1)
-Sismología
-Geomagnetismo
04. Viabilidad de hipótesis (parte 1)
En una obra moderna leemos: "Los geólogos podrían estar equivocados sobre el interior de la Tierra, pero el modelo actual de un manto con roca maciza y un núcleo metálico líquido -de centro interno sólido- es ampliamente acogido porque es coherente con todo el conocimiento disponible; por ende, nuestro planeta no es hueco" (1). Se pregonan tres motivos contra la Tierra hueca:
a) no tendría zonas de sombra para ondas sísmicas,
b) no tendría densidad media de 5,5 g/cm3, y
c) no presentaría un campo magnético.
Dichos puntos llevan a la aserción conveniente de que las teorías actuales sobre sismicidad, gravedad y geomagnetismo son "correctas", pero como se muestra en la Parte A, hay buenas razones para ponerlo en duda, ya que el modelo de Tierra sólida se basa en supuestos de supuestos con relación a cada parámetro.
En cuanto a la segunda impugnación, ya se demostró que las verdaderas masa y densidad planetarias son desconocidas, y a renglón seguido abordaremos las otras dos.
Sismología
Se cree que el límite principal dentro de la Tierra está ubicado entre el manto y el núcleo exterior, que la gran mayoría de ondas sísmicas se desplaza a través del primero, y muchas van y vuelven entre el segundo y la superficie; muy pocas de ellas penetrarían en el núcleo externo, y aún menos pasarían por el centro interno. Se dice que la profundidad del lindero entre núcleo y manto tiene 2900 kilómetros, pero es probable que sea incorrecto si los científicos están equivocados acerca de la distribución de densidad en el seno planetario. Como se muestra en la Parte A, los sismólogos han estado cometiendo desaciertos permanentes en sus interpretaciones sobre datos sísmicos incluso en los pocos kilómetros exteriores de la corteza terrestre.
Vimos que existen dos tipos principales de ondas sísmicas que cruzan el cuerpo de la Tierra, llamadas P y S: las primeras traspasan sólidos, líquidos y gases, y las S sólo viajan a través de entornos sólidos. Como prácticamente no hay ondas S directas que aparezcan más allá de 103° desde el epicentro de un terremoto, los científicos concluyen que éstas no penetran en el núcleo. Por otra parte, las vibraciones P están ausentes casi por completo entre unos 103° y 142° desde ese foco, de lo cual se infiere que sí se internan en el núcleo externo, pero se refractan bruscamente al entrar y salir, creando así la "región de sombra". De esta manera, los especialistas deducen que el núcleo externo es líquido, y en principio también podría ser gaseoso, pero esto es considerado imposible.
Se podría argumentar que los así llamados corteza y manto corresponden a la envoltura sólida-exterior de una Tierra hueca, mientras que el núcleo externo es la cavidad "vacía", y su corazón interno un "sol central". Los científicos sostienen que las ondas P (y no S) pasan por el núcleo externo líquido, pero ¿es eso plausible si el núcleo externo fuera realmente un "espacio en blanco"? Claramente los partidarios de una Tierra hueca no dicen que su interior constituya un "vacío absoluto". La superficie externa está cubierta por una atmósfera gaseosa, cuyos niveles extrínsecos son un gas ionizado (plasma) que disminuye en grosor hasta fundirse en el medio interplanetario (plasma aún más atenuado) y se despliega hasta al Sol (que según se piensa es una "bola plasmática"); así, el espacio entre la superficie interna de la Tierra y un sol análogo puede contener grados similares de materia.
Con todo, ¿podría un modelo semejante reproducir los tiempos de viaje para ondas P, que según la ortodoxia traspasan el "núcleo externo" denso? Se dice que en este último sector la rapidez de dichas oscilaciones cae de unos 13,6 a 8,1 km/s, lo que simplemente es una inferencia basada en suposiciones actuales; y aunque se conocen los tiempos generales de desplazamiento para ondas sísmicas con un alto grado de precisión, es imposible determinar la ruta exacta y diferentes velocidades para esas ondulaciones dentro del planeta. Sin embargo, si en el modelo de Tierra hueca colocamos una atmósfera delgada sobre la superficie interna, entonces las velocidades de ondas telúricas en ella pueden ser sólo una fracción del valor "científico"; recordemos que en la atmósfera exterior la rapidez del sonido llega sólamente a 331 metros por segundo. En consecuencia, este modelo funcionaría sólo si asumimos que la cavidad interior contiene un medio etérico que permite que las ondas sísmicas se propaguen a velocidades mucho mayores. Si bien la existencia de un medio omnipresente y sutil de materia etérica es una necesidad razonable, no sabemos si daría lugar a los efectos ya descritos*.
*Resulta insatisfactorio sustituir un "espacio vacío" y ecuaciones de campo por un medio omnipresente, pues las descripciones matemáticas abstractas no explican nada (véase "Espacio, tiempo y relatividad"). La luz se disemina por el éter en lugar de un vacío absoluto, y se sabe que algunas ondas electromagnéticas en la atmósfera pueden producir vibraciones de sonido cuando alcanzan la Tierra, pero la rapidez lumínica es unas 33.000 veces mayor que las aceleraciones sísmicas conjeturadas en el "núcleo externo".
Como reseñamos en la Parte A, se plantea que las ondas sísmicas van más rápido al aumentar la profundidad interna de la Tierra, hasta que alcanzan el núcleo exterior; sin embargo, la velocidad sísmica disminuye en materiales de densidad creciente, suponiendo que sus propiedades elásticas siguen siendo las mismas. Por consiguiente, el modelo de Tierra maciza argumenta que dicha elasticidad cambia más rápido que la compactación con el fondo, pero también podría objetarse que, más allá de cierta hondura, la densidad comienza a bajar. Si la Tierra fuese hueca y estuviera habitada la parte interior de su recubrimiento sólido, la fuerza gravitacional sobre ambas superficies tendría que dirigirse "hacia abajo", es decir, hacia dentro de esa cobertura, significando que debiera existir una zona de gravedad cero en algún lugar ínsito de la "cáscara", y donde ambas injerencias se anulan. El libro Etidorhpa sitúa esa "capa de energía" o "esfera de descanso" a una profundidad de 7/8 de la distancia desde el exterior a la superficie interna; más allá de este nivel, la densidad aumentaría de nuevo a medida que nos acercamos a la superficie interna.
Arriba: el aumento gradual de aceleración con la profundidad hace que las ondas sísmicas refracten a lo largo de trayectorias que se curvan hacia la superficie. Medio: al entrar en una zona de baja velocidad (LVZ), la mengua de rapidez hace que las ondas sísmicas sean curvadas hacia abajo, creando una zona de sombra en la superficie. Debajo: una zona de baja velocidad puede atrapar oscilaciones, creando una "onda guía" (2).
De acuerdo con este prototipo, las ondas sísmicas irían más rápido al aumentar la profundidad por reducción de solidez -en lugar de incrementarse ésta última- referente al cinturón de gravedad cero. Para explicar la zona de sombra de ondas S, dicha "franja" tendría que reflejarlas casi en su totalidad y también podría hacerlo con la mayor parte de sus opuestas. Las vibraciones P circularían por la materia más densa, y en vez de seguir una trayectoria en forma de U, sus caminos irían hacha abajo; como resultado, las ondas P podrían canalizarse a cierta distancia alrededor de la Tierra antes de emerger y llegar a la superficie, creando de esta manera las zonas de sombra para las mismas ondulaciones. Según este patrón, y en lugar de que las ondas P vayan más lento a través del "núcleo externo" que en el manto, la mayoría no puede trasladarse por la cavidad, sino que dan un rodeo en torno a ella, de modo que su aceleración más reducida es sólo aparente. Sin embargo, si prácticamente no existen ondas P difundidas mediante dicha oquedad, sería necesaria una explicación alternativa al "sol central" para dar cuenta de los datos sísmicos interpretados en términos de un núcleo interno.
En el modelo de Tierra hueca por Jan Lamprecht, la capa exterior sólida tiene unos 4500 kms. de espesor, mientras que el resto del núcleo se reemplaza por una cavidad, y su autor afirma que este patrón es de todo punto coherente con los datos sísmicos (3). Se cree erróneamente que la rapidez de ondas sísmicas en sólidos se incrementa con el alza en densidad (suponiendo que las propiedades elásticas se mantengan constantes), mientras que el caso es justo lo contrario. Lamprecht sostiene que a una hondura cercana a los 3000 kms. la densidad mantélica alcanza un máximo y luego disminuye, lo que hace que las ondas frenen y por lo tanto sean refractadas alrededor del bache, justificando así la zona de sombra P (marcada en verde). Jan no menciona la zona de sombra S mucho más grande, pero tendría que estar relacionada con el cinturón de gravedad máxima que él concibe.
Por sí solos, los datos sísmicos no determinan si la Tierra es sólida o hueca, porque no pueden ser interpretados sin elaborar ciertas suposiciones fundamentales. Como se indica en la Parte A, las hipótesis convencionales sobre aceleración de gravedad, densidad y presión dentro de la Tierra están sujetas a debate, y por ello es posible que las ondas sísmicas sigan caminos diferentes y posean velocidades distintas a las señaladas en ciencia, y que el modelo estándar planetario esté muy lejano de la realidad.
Geomagnetismo
Una Tierra hueca requiere un nuevo concepto de geomagnetismo, pues descartaría el presente modelo de dínamo, y que plantea graves dudas como se muestra en la Parte A. Se ha propuesto una serie de mecanismos alternativos, pero ninguno ha concitado un apoyo amplio (4). El magnetismo es producido por partículas cargadas en movimiento, y una teoría opcional es que el campo homónimo terrestre se crea por cargas en su atmósfera y corteza, que se trasladan con la Tierra a medida que ésta gira. La principal objeción es que los planetas deberían exhibir enormes ámbitos eléctricos en sus atmósferas y no hay evidencia de ello, pero tampoco hay pruebas que lo descarten, y la carga eléctrica planetaria en segundo plano no es mensurable directamente desde la Tierra (5).
Un planeta giratorio puede compararse con un solenoide eléctrico (6), que consiste en una bobina de alambre, y cuando alguna corriente pasa a través de él se genera una fuerza magnética en ángulos rectos a la dirección del hilo metálico. Como los planetas llevan cargas atmosféricas y corticales con ellos, esto induce flujos eléctricos en el sentido de giro, o de este a oeste, mientras que el campo magnético es creado en ángulo de 90° respecto a ellos, es decir, de norte a sur.
El modelo facultativo más detallado del campo geomagnético ha sido propuesto por Harold Aspden, quien sostiene que es causado principalmente por giro etérico (7); más específicamente, surge mediante desplazamiento de carga por una esfera etérica giratoria, situada dentro de la Tierra, y que se extiende alrededor de 100 kms. encima de la superficie, combinado con un movimiento de equilibrio de carga en la materia que constituye el planeta físico. Aspden sostiene que con una carga de núcleo distribuida de una polaridad y otra superficial de carácter opuesto, la rotación terrestre produciría un campo magnético que coincide con el observado. La razón por la que los polos magnéticos se alejan de los geográficos se debe a que la "bola" eterizada da vueltas en torno a un eje inclinado con respecto al de rotación planetaria; aquél se alinea con los polos geomagnéticos y describe un círculo alrededor de los extremos norte y sur celestes en el transcurso de cada día. Entretanto, los polos magnéticos se mueven alrededor de sus contrapartes terrestres, pues el eje de dicho "globo inmaterial" precesa alrededor del centro rotativo planetario.
A la luz de esta teoría, un sol central etérico y giratorio podría desempeñar un papel clave en la generación del campo magnético primario. Otros factores que contribuyen a la naturaleza irregular y variable del campo geomagnético incluyen flujos eléctricos en la ionosfera y magnetosfera, rocas magnetizadas de la corteza terrestre, corrientes telúricas, caudales subterráneos de salmueras u otros de tipo conductivo, y efectos por corrientes océanicas (8). La concentración de cargas atmosféricas oscila de acuerdo con un ciclo de 24 horas, al igual que el campo magnético sometido a inestabilidad periódica. Éste último se amplifica durante las erupciones solares y actividad de manchas homónimas, cuando la Tierra recibe más partículas cargadas.
Las rocas no pueden conservar magnetismo cuando la temperatura está por sobre el punto de Curie (alrededor de 500° C para los materiales más magnéticos), y en el modelo planetario ortodoxo esto restringe las rocas magnéticas a los 40 kms. superiores del interior terrestre. Por otro lado, en el prototipo de Tierra hueca sólo algunas partes de la capa externa probablemente estarían por encima del guarismo Curie, y los depósitos metálicos harían una contribución mucho mayor al magnetismo permanente de la Tierra y sus irregularidades locales.
Los estudios paleomagnéticos señalan que algunas rocas antiguas han sido magnetizadas en una dirección contraria a la del campo magnético actual. Hoy el consenso científico es que el flujo geomagnético terrestre tuvo polaridad invertida para cuando se formaron esas rocas, pero en algunos casos las muestras con magnetismo inverso pueden haber sufrido auto-reversión en una etapa posterior, o reflejar anomalías magnéticas zonales. Incluso en la actualidad existen puntos aislados de polaridad opuesta en los hemisferios norte y sur.
Si realmente ocurrieron inversiones magnéticas globales, se habrían generado por el signo de la carga eléctrica terrestre o su atmósfera, o la dirección de corrientes homónimas en corteza o atmósfera, volteándose por obra de algún mecanismo. Aspden sugiere que ese fenómeno podría deberse al Sistema Solar que entra periódicamente en dominios espaciales donde se trastocan las polaridades eléctricas. Además, una célula electroquímica puede auto-invertirse, y la Tierra puede contener varias de ellas que tendrían enorme tamaño (9). Una de las fuentes externas del campo magnético planetario es la corriente anular en la franja de radiación Van Allen. Paul LaViolette opina que la actividad solar muy intensa puede fortalecer dicha banda, hasta el grado de invertir la polaridad en la extensión magnética global (10). Por otra parte, se sabe que las manchas solares experimentan inversiones de polaridad en un ciclo aproximado de 22 años, y algo similar podría ocurrir con un sol interior, contribuyendo a anomalías relacionadas en la superficie terrestre.
Teniendo en cuenta los problemas que enfrenta la teoría de dínamo y la existencia de otras formas para generar un campo magnético planetario, el geomagnetismo no descarta la posibilidad de una Tierra hueca.
Referencias
1. D. McGeary y C.C. Plummer, Physical Geology: Earth revealed, 3era ed., Boston, MA: WCB, McGraw-Hill, 1998, p. 34, 45.
2. Peter M. Shearer, Introduction to Seismology, Cambridge: Cambridge University Press, 2da ed., 2009, p. 68, 76-7, ruangbacafmipa.staff.ub.ac.id.
3. Jan Lamprecht, "Hollow planet seismology vs solid earth seismology", bibliotecapleyades.net; Jan Lamprecht, Hollow Planets: A feasibility study of possible hollow worlds, Austin, TX: World Wide Publishing, 1998, p. 96-109 (hollowplanets.com).
4. Andrew Dominic Fortes, "The origin of planetary magnetic fields", 1997, ucl.ac.uk.
5. Frederic Jueneman, Raptures of the Deep, Des Plaines, IL: Research & Development Magazine, 1995, p. 121, 124.
6. Joseph H. Cater, The Ultimate Reality, Pomeroy, WA: Health Research, 1998, p. 163-6.
7. Harold Aspden, The Physics of Creation, 2003, haroldaspden.com, capítulo 8, p. 150-63.
8. W.R. Corliss (comp.), Science Frontiers: Some anomalies and curiosities of nature, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1994, p. 235-7; William R. Corliss (comp.), Inner Earth: A search for anomalies, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1991, p. 147-51.
9. Science Frontiers, p. 235.
10. Paul LaViolette, Earth under Fire, Schenectady, NY: Starlane Publications, p. 188.