14 de junio de 2024

Saint-Germain: vida, obra y misterio (2 de 4)

David Pratt, septiembre de 2012


Contenidos:

06. Italia y la campaña turca
07. Viajes por Alemania


06. Italia y la campaña turca

Cobenzl pensó que después de dejar Tournai, Saint-Germain se encaminó a Lieja y luego Karlsruhe para quedarse en el margraviato Baden-Durlach. En 1765, el adepto se encontraba nuevamente en Rusia y tenía una fábrica moscovita para confeccionar indiennes o calicós (telas de algodón estampadas) con sus propios tintes, y dio a Catalina la Grande algunos secretos de artesanía. Desde aquí pasó a Italia, y existen indicaciones de haber residido en Venecia, Milán, Génova, Pisa y Florencia. Von Gleichen se enteró de sus recorridos por los pueblos del Piamonte, y Madame de Genlis supo que en 1767 vivía en Siena con un nombre distinto (1).

Durante el conflicto ruso-turco de 1768-1774, el Imperio Otomano fue respaldado por Francia, mientras Gran Bretaña secundó a Rusia. La batalla de Chesma (Çesme) tuvo lugar del 5 al 7 de julio de 1770 frente al extremo occidental de Anatolia, concluyendo en una importante victoria rusa y el destrozo de la flotilla turca. Saint-Germain estuvo presente en la refriega bajo el nombre de "general Soltikow", probablemente en el buque insignia de su amigo y comandante Alexei Orlov.

Batalla de Cesme durante la noche (Ivan Aivazovsky, 1848, wikipaintings.org).

Ambos se conocieron en Venecia, donde Orlov esperaba la flota rusa. El mítico trotamundos recibió su título de general, extendido a nombre de Chevalier Welldone en Pisa, hacia el invierno de 1769-1770, cuando la escuadra rusa llegó a Livorno (Italia) camino a Turquía. Tras el combate de Chesma, Orlov retiró sus barcos a Livorno; en mayo de 1771 retornaron a las aguas turcas y se cree que Saint-Germain navegó con ellos (2).

Alexéi Orlov (en.wikipedia.org).

Los rusos planeaban una táctica de doble embolsamiento a gran escala, donde Orlov lideraría el ataque marítimo desde el sur y Rumiansov las fuerzas terrestres al norte. Con todo, la flota rusa pareció tardar más de lo planificado en Livorno a principios de 1770, aguardando una división oriunda de Gran Bretaña, y perdió la iniciativa. El objetivo era pasar a través de los Dardanelos hasta Constantinopla y el Mar Negro, pero no pudieron cruzar el estrecho pues los técnicos franceses lo habían hecho intransitable.

Fuller sugiere el motivo de la participación de Saint-Germain: "Si hubieran llegado al Mar Negro y desembarcando en aquellas partes de los dominios turcos en Europa, conocidas como Valaquia y Moldavia (partes de la actual Rumanía), entonces, tal vez unidos por tropas que avanzaban desde el sur de Rusia, podrían haber marchado directamente hacia Transilvania (...). [En esta zona] Saint-Germain pudo declarar su identidad como hijo de Francis Rákóczy, y aquí y entre los húngaros toda la población acudiría a él en masa, con su uniforme de general y saludando a los militares rusos como libertadores del yugo austríaco. Es posible que lo recibieran en sucesión paterna como príncipe de Transilvania, e incluso ser aclamado en Hungría" (3).

Más tarde, el conde declaró a Gemmingen-Guttenberg que la prueba de su identidad se hallaba en manos de "una persona de la cual dependía", refiriendo quizás a Catalina la Grande, pues ella necesitaba constataciones de la ascendencia para mostrarlas a los jefes de Estado alóctonos. Sin embargo, la obstaculización del avance ruso terminó con las expectativas del sibilino influenciador.

Tras retirarse de diversos cargos oficiales en 1769, el conde Maximillian von Lamberg (1729-1792) llevó una vida de indigencia y en 1775 publicó Mémorial d'un Mondain, compendio de sus travesías (4). En esa obra cuenta haber encontrado a Saint-Germain en Venecia, pero sus recuerdos parecen ficticios en gran medida. El conde von Schachmann dijo al arcano inventor que había leído bastante acerca de él gracias a Lamberg, pero aquél respondió: "Está loco, pues no tiene el honor de conocerme" (5). Varios escritores, incluidos Isabel Cooper-Oakley, Philip Malpas y Manly Palmer Hall, citan aquel texto sin mencionar el comentario por Saint-Germain, ni estando conscientes de ello.

De acuerdo con Lamberg y al momento de conocerlo, el escurridizo conde tenía el nombre de Marqués de Belmar, blanqueaba el lino refinándolo hasta conseguir el tenor de la seda italiana, y disponía de 100 trabajadoras. Ello es posible, pero Lamberg prosigue con asertos más fantásticos: el hidalgo en cuestión afirmaba tener 350 años; dictó a Saint-Germain un pasaje de Zaïre [Voltaire] que tomó con ambas manos, y cuando las páginas se traslaparon, ocurrió que eran absolutamente idénticas; empleó un bálsamo que le devolvía la juventud, y cierta mujer que se aplicaba en demasía llegó al estado embrionario; producía diamantes, domesticó abejas y encantó serpientes con música y canto; si tocaba el violín escondido tras una pantalla, el público solía creer que escuchaba cinco o seis instrumentos, y llevaba un libro de comentarios escritos a mano por personas muertas hace largo tiempo, incluido uno de Montaigne, compuesto en 1580 (6).

Von Lamberg asegura que en 1773 y estando en Venecia, recibió una supuesta carta de Saint-Germain desde Mantua, y ha sido ampliamente citada, si bien puede ser fraudulenta. Entre otros detalles, manifestó: "Debo el secreto de fundir piedras a mi segundo viaje por India en 1755, con el coronel Clive, bajo el mando del vicealmirante Watson" (7). Es factible que así transcurriera, pero en 1755 el noble se hallaba promocionando la máquina de limpieza portuaria. Saint-Germain sí realizó un viaje militar, pero con la flota rusa en 1760-1761, y en la misma correspondencia inverosímil, "dice" que su hijo (ficticio) lo acompañó en ese periplo al subcontinente indio.

La idea poco científica de que el eminente sujeto "fundía diamantes pequeños para crear otros más grandes" también se encuentra en las antojadizas memorias de Casanova (éste último y Lamberg se conocieron en 1761) (8). Tanto ese mineral como el grafito están compuestos de carbono. En el aire, dicha joya se convierte en el segundo a una temperatura de 700°C y enciende de 850 a 1000°C. Además, Saint-Germain decía no poder fabricar oro, diamantes u otras piedras, pero sí someterlos a mejoramiento (9).


Notas

1. Jean Overton Fuller, The Comte de Saint Germain: Last scion of the House of Rákóczy, London: East-West Publications, 1988, p. 189, 230.

2. Ibídem, p. 201, 205, 209.
3. Ibídem, p. 206.
4. C.A. Vulpius (ed.), Curiositäten der physisch-literarisch-artistisch-historischen Vor-und Mitwelt, Weimar: Landes-Industrie-Comptoirs, vol. 7, 1818, p. 3-11, zs.thulb.uni-jena.de.

5. Fuller, p. 240.
6. The Theosophical Path, marzo 1915, p. 194-7.
7. Fuller, p. 191.
8. El aventurero Giacomo Casanova tuvo los primeros tratos con Saint-Germain en casa de Madame d'Urfé en 1757, y también relató haberlo divisado más tarde en La Haya y Tournai, si bien las fechas arrojan serias dudas, sosteniendo que era "un hombre fabuloso (...) rey de impostores y charlatanes". En Tournai y para 1764 (¡un año después que Saint-Germain se fuera!), le habría visto transformar una moneda de plata en oro puro, poniéndola sobre carbón al rojo vivo y empleando una cerbatana (H.P. Blavatsky Collected Writings, Wheaton, IL: TPH, 1950-91, 3:127). Durante muchos años, Casanova hizo creer a D'Urfé que él mismo era un "adepto mágico" y podía hacer que ella reencarnara en el cuerpo de un bebé que él le engendraría, lo cual "era necesario para su evolución espiritual"... sin antes cobrar bastante dinero. Incluso la amenazó con que Saint-Germain se convertiría en gnomo para hacerle daño, y finalmente ella se percató del fraude. Dicho embustero parecía mostrar obsesiones con Saint-Germain, ya que en 1760 residió en Berna bajo su mismo nombre y estilo, profesando toda clase de "maravillas" (Fuller, p. 100, 124, 188, 191).

9. Ibídem, p. 276.


07. Viajes por Alemania

En 1774 Saint-Germain estaba en Ansbach (o Anspach), un pequeño principado de Franconia y ahora parte de Baviera, justo al suroeste de Nuremberg. Vivía con el apelativo de Conde Tsarogy, y Reinhard Gemmingen-Guttenberg (1), ministro de Karl Alexander, escribió: "Este sujeto, que en su época hizo tanto furor inmerecido, permaneció durante varios años en el territorio de Ansbach, sin que nadie tuviera la menor idea de que se trataba del misterioso aventurero sobre el que se difundían crónicas tan inusuales (...). Fue en 1774 cuando el difunto margrave (...) supo que en Schwabach, una ciudad del principado, se alojaba un foráneo muy retraído que se hacía pasar por oficial ruso, pero concretó muchas obras benéficas (...) parecía un hombre de entre 60 y 70 años, con mediana estatura, más delgado que fuerte, de pelo gris escondido bajo una peluca, y semejaba un italiano corriente. Su vestuario era de lo más simple, y su apariencia nada descollante".

El Markgraf ordenó que lo vigilaran de cerca. Más tarde, Saint-Germain pidió reunirse con él y le agradeció por dejarlo vivir en sus tierras sin ser molestado. Hablaba en francés, pero su acento "era más bien italiano". Felicitó al monarca por su gestión y dijo que iba a confiarle "ciertos secretos que contribuirían a la felicidad y el bienestar del principado", mostrando asimismo piedras muy hermosas. De esa manera, invitó al conde Tsarogy a quedarse con él en Triesdorf, su residencia de verano. Reinhard continúa:

"No tenía sirvientes, comía solo y lo más sencillamente posible, en su propia habitación, de la que rara vez salía. Sus necesidades se redujeron al mínimo. No tenía un círculo social, pero pasaba las tardes con el Markgraf, Mademoiselle Clairon y amigos. No se le podía persuadir de que viniera a comer a la mesa principesca (...). Su conversación siempre era interesante y demostró mucho conocimiento del mundo y las personas, pero a ratos se le escapaban conceptos misteriosos, y se interrumpía o cambiaba de tema cuando querían saber más de él. Le gustaba hablar de su infancia y su madre, a la que recordó con ternura. Para creerle, su educación debió corresponder a la de un príncipe (...)".

"Es difícil señalar qué hacía este hombre durante la jornada. No tenía ningún libro consigo, excepto una copia sucia de Pastor Fido. Rara vez permitía que alguien entrara en su habitación, pero cuando lo autorizaba, normalmente se le veía con la cabeza envuelta en un paño negro. Su ocupación favorita era preparar tintes de muchas categorías. Las ventanas de su aposento, que daban al jardín, lucían tan manchadas de pinturas que era imposible mirar por los cristales. Poco después de su llegada a Triesdorf, sugirió al Markgraf que permitiera su empleo para manufacturas. Entre ellas figuraba la producción de los más bellos cueros tipo marroquí, español y ruso con pieles de calidad inferior, hermosos hilos turcos, etcétera. El trabajo se efectuó en un laboratorio especialmente acondicionado, a puerta cerrada (...). El autor recuerda muy bien el gran frenesí de los experimentos, y con qué frecuencia y ganas el anfitrión y él reían al verse a sí mismos y sus confiables ayudantes transformados con colores y artículos de belleza" (2).

El conde Alexei Orlov, que regresaba de Italia, envió una misiva a Saint-Germain invitándolo a reunirse con él en Nuremberg; entonces, el particular huésped solicitó al Markgraf que lo acompañara y conociese al héroe de Chesma: "Orlov se aproximó con los brazos abiertos a Tsarogy, quien por primera vez traía puesto el uniforme de general ruso, y le abrazó pronunciando epítetos muy afectuosos (...). Recibió a Karl con extraordinaria cortesía, y le agradeció el cobijamiento brindado a su amigo (...). El coloquio fue muy atractivo, y versó en parte sobre la campaña [contra Turquía] en el archipiélago, pero se habló más acerca de descubrimientos útiles. Entre otros detalles, Alexei mostró al Markgraf un trozo de madera que no se incendiaba ni convertía en polvo, sino experimentó hinchazón como esponja, y luego desprendió ligeras cenizas (...). [Tsarogy] confió al dinasta que su nombre era asumido o anagramático, y en verdad era un Rákóczy, descendiente del príncipe homónimo de Transilvania, de tiempos del emperador Leopoldo, y el postremo en ese linaje" (3).

En Italia y durante 1775, Karl y su ministro averiguaron que el último Rákóczy había muerto y Tsarogy era el "notorio conde Saint-Germain", lo cual les hizo pensar que este individuo era mentiroso. Otra fuente "creíble" sostuvo que nació en San Germano, un pequeño pueblo de Saboya, y su padre Rotondo era recaudador de impuestos. De acuerdo con ello, a partir de entonces recorrió el mundo como aventurero y usando los alias Saint-Germain (París y Londres), Conte di Bellamare (Venecia), Chevalier Schoening (Pisa), Chevalier Welldone (Milán) o Soltikow (Génova), y debía tener unos 75 años (4).

En 1776 Gemmingen-Guttenberg comunicaría a Saint-Germain las quejas del príncipe por abusar de su gentileza. Tras llegar a Schwabach, encontró al aludido en cama, "confinado a pesar de sus cremas y su salud habitual por la edad, y un ataque de gota [artritis aguda] (...). Escuchó todas las acusaciones con absoluta tranquilidad, y dijo que en un momento u otro había utilizado los nombres referidos, incluso hasta Soltikow, declarando que en esos contextos se le conocía siempre como una persona de honor (...). No albergaba temores, ya que no había nada que pudiera desacreditarlo. Afirmó con vehemencia que no declaró nada falso sobre su nombre al príncipe, y le había revelado su verdadera prosapia (...) pensó que sería juzgado simplemente por su conducta, pues no solicitaba nada del regente, no lastimó a nadie y tampoco causó problemas" (5).

Gemmingen-Guttenberg cuestionó las destrezas químicas de Saint-Germain, citando varios casos en que el cuero e hilo resultaron de mala calidad, y agregó que el hierro dorado no tenía fulgor, pero esto se debería a que los trabajadores utilizaron métodos defectuosos, o bien a impurezas en los constitutivos, dadas las múltiples atestaciones por otros particulares acerca de productos exitosos y duraderos (6). Aun así, admitió que el supradicho conocía el arte de eliminar taras en diamantes y sostiene que le mostró un cuchillo portátil, cuyas mitades eran de plomo flexible y hierro duro, sin que éste último perdiera sus cualidades.

Respecto a los conocimientos médicos, Gemmingen-Guttenberg dice: "Su prescripción consistía principalmente en una dieta estricta y un té, al que llamó 'de Russie' o 'Acqua Benedetta'. El margrave obtuvo la receta (...) del cónsul inglés en Livorno. Lo había tomado la flota rusa en el archipiélago para proteger a los marinos de la insolación (...). Sería ingrato llamarlo engañador (...). Mientras permaneció con el príncipe, no pidió ni recibió nada, y tampoco se entregó a conductas impropias. Debido a su estilo de vida tan sencillo, sus necesidades eran casi nulas, y si tenía dinero, lo compartía con los pobres. No se sabe que haya contraído deudas" (7).

En octubre de 1776, Saint-Germain viajó a Leipzig (Sajonia) con el nombre de Welldone, pero su identidad pronto quedó expuesta. El conde von Alvensleben, embajador de Prusia en dicha región, avisó por escrito a Federico el Grande sobre la presencia del atípico noble, y que éste manifestó en público haber acogido muchas cartas del rey. Federico no negó el asunto, pero ordenó al diplomático que averiguara el motivo de la visita.

El regente desconocía que su sobrino, el príncipe Federico Augusto de Brunswick, presionó a Saint-Germain para verlo en Prusia. Como la mayoría de aristócratas alemanes, Augusto era masón, fue Maestro en la Logia berlinesa de los Tres Globos y Prior de la Estricta Observancia, la forma establecida de dicha colectividad (fundada en 1754 y que aseguró emanar desde una red mundial de "superiores desconocidos"). Envió al conde von Bosch, ministro de Hacienda en Sajonia, banquero y masón, a reunirse con Saint-Germain portando un mensaje, y el 15 de marzo de 1777 informó al príncipe que el seudónimo Welldone "ocultaba su nombre genuino como príncipe Rákóczy", de acuerdo con las señales provistas. Bosch también dijo estar convencido de que su interlocutor "no era adepto", se trataba "nada menos que de un teósofo" (es decir, un místico similar a Jacob Boehme) y "lejos de formarse una idea correcta sobre la Primera Causa". Asimismo, el cónsul dio por terminadas las relaciones luego que el viajante le pidiera dinero prestado. Jean Overton Fuller deduce que Saint-Germain mostró su identidad en vista que los Orlov no tenían poder en Rusia, y de esa forma la comarca prusiana "sería la fuerza que lo ayudaría a liberar Transilvania, cambiando el equilibrio de poder en Europa hacia la libertad de pensamiento" (8).

Federico Augusto de Brunswick (de.wikipedia.org).

El sobrino del rey conoció además la perspectiva de otro masón, Johann Rudolf von Bischoffwerder, quien critica a Bosch por ver todo "bajo una luz falsa" y no apreciar que Saint-Germain "a veces debe tomar a préstamo, pero nunca deja de pagar honorablemente", asegurando que la carta del mismo a Federico Augusto (no localizada) es lo que se esperaría de alguien que posee la clave del conocimiento espiritual. Entretanto, el 28 de marzo de 1777 un comerciante amigo de Bosch dijo al soberano por correspondencia: "Este señor Welldone no es masón, ni mago, ni teósofo" (9).

También el 28 de marzo, Alvensleben escribió al rey Federico que Saint-Germain deseaba plantear algunos proyectos al consejo municipal de Leipzig. No quería ningún estipendio por sus manufacturas, aclarando que si fueran de utilidad para el género humano, sería una recompensa suficiente. Bischoffwerder anunció a Federico Augusto el 5 de abril que, a pesar de las pruebas sobre el conocimiento del singular personaje, éste no era Prior clerical, un nivel en la Estricta Observancia sólo superado por el Gran Prior, el cargo que detentaba Augusto. El 12 de abril, Bosch reportó conversaciones con un gemólogo, quien aseveraba que "Welldone" no solía fabricar piedras artificiales, pero sí exhibió un método para pulir el topacio (10).

El 2 de mayo de 1777, el conde Ernst Heinrich Lehndorff, chambelán de la reina de Prusia, apuntó en su diario que pasó tres días visitando a Saint-Germain, "el hombre más conspicuo de Europa": "Sigue una dieta muy estricta, con mucha frugalidad; bebe sólo agua, nunca vino, y consume un plato liviano al día (...). Predica y ejerce abstinencia, virtudes y buenas obras. Nadie puede reprocharle la más mínima incorrección en ningún trato. No parece tan rico como era su estilo (...). Su rostro da una impresión de extraordinaria espiritualidad, y el discurso es enérgico y llamativo, pero no le gustan las contradicciones (...). La gente elabora mentiras sobre él y lo que oculta. Algunos piensan que es judío portugués, otros que tiene doscientos años e incluso le tachan de 'príncipe destronado', pues dicen que en realidad no sería el tercer hijo de Rákóczy. Habla como un gran físico, pero sobre todo es médico y promociona su querido polvo, que conviene beber como té. Permití que me sirviera una muestra; sabía a anís y actuaba de forma muy parecida. Habla constantemente sobre el equilibrio correcto entre cuerpo y alma, y dice que cuando se logra esto, la máquina de vida no puede estropearse" (11).

El 7 de mayo de 1777, Fröhlich escribía a Federico Augusto: "Saint-Germain aún está en Leipzig, pero se desvanece toda esperanza de que posea el menor conocimiento masónico" (12). A pesar del desconsuelo, el príncipe había mandado otra epístola al susodicho, rogándole que fuera a verlo, y aceptó la convocatoria. El 19 de mayo, el barón von Wurmb, masón y consiliario de Estado de la corte sajona, retrataba así al conde para Augusto: "Sabiendo que rechazó a ciertas personas que desearían verlo como hacedor de milagros, procedí en sentido opuesto y lo traté en calidad de hombre común y corriente, cuya sapiencia en química y física despertó mi curiosidad. Encontré en él a un tipo de entre 60 y 70 años, joven para su edad y mofándose con risas ante quienes le atribuyen una vejez extraordinaria, pero con la esperanza de vivir mucho tiempo más gracias a sus dietas y medicinas. Sin embargo, su apariencia no me llevó a pensar que gozaría de longevidad. No se puede negar que tiene bellas artes, y trabajaré con él respecto al teñido de ciertos artículos y la preparación de lana y tela, para ver si sería conveniente dedicarme a ello. Lo que no me gusta es que habla de decenas de millones, aunque está lejos de tenerlos, y ni siquiera da la impresión de saber fabricar oro.

Habiendo ganado su confianza, lo induje a hablar de masonería; sin mostrar mucho celo, y ni siquiera especial atención, confesó estar en 4º grado, aunque ya no podía recordar los signos. No parecía saber nada del sistema de Estricta Observancia, y por tanto no pude seguir con él. Sin embargo, mostró curiosidad espontánea por el asunto Schroepfer (13), y tras contarle lo que pude, me dijo algo que le sucedió en París, donde un grupo de 200 personas, encabezado por el imbécil duque de Bouillon y algunas mujeres partidarias del sistema del conde Gabalis, lo buscaron presumiendo que era el superior en jefe. De todo eso, concluyo que disimula, o bien no es de los nuestros. Creo que esto último es más probable, tanto más cuanto que en religión y filosofía es un materialista puro" (14).

Más adelante veremos que Wurmb no fue el único masón que describió al referido como "materialista". A la inversa, éste sí aceptó la espiritualidad del Cosmos mediante un soneto en Poèmes Philosophiques sur l'Homme hacia 1795, atribuido a "lefamous Comte de Saint-Germain", y los últimos versos expresan:

"Dios quiso que nada fuera, y nada se convertiría en algo;
dudé, buscando aquello sobre lo que se fundamenta el Universo,
nada conservó el equilibrio, y sirvió de soporte.

Entonces, con el peso de alabanzas y censuras,
ponderé lo eterno, y llamó a mi alma;
morí, adoré, y no supe más" (15).

Saint-Germain acompañó a Wurmb desde Leipzig a Dresde, la capital de Sajonia. El 25 de junio de 1777 y encontrándose en esta localidad, Alvensleben envió al rey Federico un largo mensaje donde señala que probablemente el alquimista rondaba los 70 años y viajó por Europa, la costa de África y Asia Menor: "Dice ser el príncipe Ragotzi, y para darme evidencias de su particular confianza, añade que tenía dos hermanos que se rebajaron hasta el punto de abrazar un infausto destino, y en cierto momento asumió el nombre y estilo de conde Saint-Germain, es decir, 'santo entre los hermanos'. Afirma que hace ocho años mantiene por su cuenta a un francés llamado Boissy en India y China, para que le envíe los insumos y datos que precisa. Se burla de los médicos y sus remedios, mas distribuye un polvo del que habla prodigios, y así este personaje huele como una botica ambulante" (16).

Alvensleben adjuntó una lista, elaborada por el insólito aristócrata, con 29 procesos de fabricación que incluían mejoramiento, blanqueado y teñido para diversos materiales, preparar pinturas de artistas, impedir enfermedades y fabricar cosméticos. La nómina estaba firmada como "L.P.T.C. de Welldone" (Le Prince de Tsarogy Comte de Welldone) y sostuvo que sus indagatorias le costaron millones, pero las ofrecía al rey de forma gratuita. Creía que los procesos podrían servir como base para el comercio y una alianza entre Sajonia y Rusia, y que ambos países deberían formar ligas con Prusia. Algunos rumoreaban que Saint-Germain quería convertirse en ministro de finanzas del gobierno, pero se rió y dijo a Alvensleben que, siendo un noble, no podía aceptar el servicio bajo otro dinasta (17).

El 30 de junio, el rey Federico autorizó a Alvensleben para comunicar a Saint-Germain que podía ir hasta Berlín. También discurrió con el príncipe Enrique, uno de sus hermanos, el cual respondía a mediados de julio que, a pesar de las muchas promesas del conde, guardaba secretos empíricos relativos al acondicionamiento de insumos.

El 19 de julio y encontrándose en Elsterwerda, Bieshoffwerder formuló a Augusto por escrito que "Welldone ciertamente no es uno de los nuestros" y se asombró por su hallazgo de valiosos métodos químicos, pese a llamarlo "profano" (no iniciado en masonería) y "ateo". Sin embargo, el 16 de septiembre cambió de parecer: "La prueba que realicé con los secretos transmitidos (...) demuestra que tienen un efecto sorprendente; todo se da aún sin la más mínima condición, más allá de mis votos de silencio, y hasta ahora no comprendo por qué soy el depositario" (18).

Saint-Germain partió de Sajonia a Berlín, capital de Prusia, y por lo visto se reunió con Federico y Augusto en el domicilio extracartular de Sans Souci. Dieudonné Thiebault asevera que la estadía fue superior a un año, viviendo en una de las mejores posadas; "(...) era muy retraído, con dos sirvientes y un coche de punto que esperaba fuera todo el día", y acogiendo o visitando personajes de alto nivel (19).

En el otoño de 1778, el notable dejó Prusia en camino de Altona, ciudad principal de Holstein. Pagó todo en efectivo, pero se desconocía el origen de su dinero. Se creyó que pasaba escribiendo buena parte del tiempo, y asimismo le llegaron correos de la emperatriz Catalina y la princesa Guillermina. Los únicos particulares que vio en ese lugar fueron la condesa Bentinck (viuda del conde homónimo, muerto el 17 de octubre de 1777), y el barón y ministro Mathias de la Housse (20).

De vuelta en Francia, Luis XV removió al duque de Choiseul en diciembre de 1770, parcialmente debido a sus objeciones contra la nueva "amiga" del monarca llamada Du Barry, oriunda de clase baja (Pompadour murió por tisis en abril de 1764). Uno de los últimos actos de Choiseul fue concretar las nupcias en mayo de 1770 entre el nieto de Luis y María Antonieta, hija menor de Francisco I (Sacro Imperio Romano Germánico) y su cónyuge María Teresa.

María Antonieta (en.wikipedia.org).

Existe una leyenda muy difundida de que Saint-Germain visitó a María Antonieta cuando era reina, para advertirle de la Revolución y sus tragedias. El libro Souvenirs sur Marie-Antoinette et sur la cour de Versailles (21), aparecido en 1836 y presuntamente elaborado por la condesa D' Adhémar, cercana de la gobernante, dice que ésta última recibió mensajes anónimos de un "misterioso consejero" por varios años, y narra un encuentro de ambos en 1775 donde este hombre avisó de un complot para suprimir la monarquía e instaurar "una república codiciosa, cuyo cetro será el hacha del verdugo" (22).

Hoy se sabe que dicha obra fue creada por Etienne-Léon Lamothe-Langon, quien escribió otras ficciones, junto con una novela romántica entre Saint-Germain y Madame Pompadour; sin embargo, la costumbre de visitar a María Antonieta puede basarse en algunos pormenores. Jean Overton Fuller sugiere que si tuvo lugar dicha cita, es más probable que ocurriera a fines de la década de 1770. También especula que, en vez de presagiar una catástrofe inminente, Saint-Germain habría dicho a Luis XVI que no otorgase respaldo a su cuñado el emperador José en el asalto de Baviera, llamando al orden en la propia casa y evitar así la pérdida de sus activos (24).


Notas

1. C.A. Vulpius (ed.), Curiositäten der physisch-literarisch-artistisch-historischen Vor-und Mitwelt, Weimar: Landes-Industrie-Comptoirs, vol. 8 , 1820, p. 279-94, "Ausschlüsse über den Wundermann, Marquis St. Germain, und sein Aufenthalt in Anspach; von einen Augenzeugen", Reinhard von Gemmingen-Guttenberg, zs.thulb.uni-jena.de. Fueron las inexactitudes en el relato de von Gleichen sobre la estadía del dignatario en Ansbach, lo que impulsó a Gemmingen para escribir su propia crónica, como testigo de primera mano.

2. Jean Overton Fuller, The Comte de Saint Germain: Last scion of the House of Rákóczy, London: East-West Publications, 1988, p. 197-9. Pastor Fido es un extenso poema italiano por Giovanni Batista Guarini (1585). Cabe mencionar que nuestra figura central no tenía ningún libro relevante para sus experimentos químicos.

3. Ibídem, p. 199-200.
4. Ibídem, p. 200.
5. Ibídem, p. 201.
6. Gemmingen asegura que fracasó un taller creado para este metal equivalente al oro; no obstante, el príncipe Carlos de Hesse-Cassel después abriría otro en Ludwigsburg, muy rentable conforme a otros testimonios. En 1996 hubo una exposición en los archivos de Schleswig-Holstein acerca del regente, e incluía ejemplos del mineral descrito como "no desagradable" ("Wer war 'Graf Saint-Germain': eine historisch-kritische Bestandsaufnahme", Jahrbuch der Heimatgemeinschaft Eckernförde e.V. , n° 5, 2004, p. 33).

7. Fuller, p. 202.
8. Ibídem, p. 218-21.
9. Ibídem, p. 221-2.
10. Ibídem, p. 222-4.
11. Ibídem, p. 225.
12. Ibídem, p. 226.
13. Se trató de una estafa cometida por el masón Johann Georg Schroepfer, quien alegaba ser taumaturgo o médium, y cuyo objetivo era unir la masonería con el jesuitismo. Invitó a sus camaradas a escuchar las comunicaciones de "espíritus difuntos", y se convenció a algunos masones (incluido Bosch) para adelantar dinero con miras a un "proyecto" que involucraría a gente de renombre. Schroepfer se suicidó tras ser descubierto.

14. Ibídem, p. 227.
15. Existen versiones ligeramente disímiles del texto francés, y también varias terminaciones alternativas (Fuller, p. 111-2; Isabel Cooper-Oakley, The Comte de St. Germain: The secret of kings, edición original 1912, reimpresión, Escondido, CA: The Book Tree, 1999, p. 128).

16. Fuller, p. 230.
17. Ibídem, p. 232-3.
18. Ibídem, p. 234-5.
19. Ibídem, p. 238.
20. Ibídem, p. 241.
21. Madame la Comtesse d'Adhémar (Etienne Léon Lamothe-Langon), Souvenirs sur Marie Antoinette, et sur la cour de Versailles, París: L. Mame, 1836, vol. 1 a 4.

22. Cooper-Oakley, capítulo 3.
23. Fuller agrega (p. 243): "Las llamadas 'reminiscencias' parecen brotar de los apuntes por Madame du Hausset, Casanova y las Chroniques de l'Oeil-de-Boeuf, otra obra inventada". Dichos souvenirs no siempre son consistentes. En una carta anónima recibida por María Antonieta a principios de 1789, se cree que Saint-Germain alertó: "¡Ay de todos quienes desprecian la masonería, perseguieron a Cagliostro y torturaron a los hermanos!" (The Theosophical Path, febrero 1914, p. 93), pero una nota posterior firmada y dirigida a la condesa d'Adhémar lo hace proferir: "Quería ver el trabajo que preparó el demonio Cagliostro; es infernal, y manteneos apartada" (ibídem, marzo 1914, p. 194).

24. Fuller, p. 242-4.