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23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (12 de 19)


En el artículo previo explicamos la acepción teosófica de los términos "Ego" e "instrumento", utilizados en estos Aforismos. Las Enseñanzas consignan que se están realizando preparativos en la progresión cíclica de las razas con objeto de recuperar el verdadero conocimiento espiritual y la vida incorruptible, restableciendo para entonces un lazo armónico entre el carácter interior y las condiciones externas. El estándar general progresa o decae conforme actuamos y vivimos, y sin duda éste es también el verdadero motivo de la antigua insistencia para depurar las líneas familiares; al mismo tiempo, constituye el origen de la fusión entre muchas etnias para producir una nueva, como vemos en nuestro planeta ("Letters That Have Helped Me", p. 154).

Lo anterior apunta a la unión de personas pertenecientes a múltiples razas y países que está ocurriendo en [Norte-] América, y en el largo plazo producirá un grupo híbrido cuya función es otorgar el instrumento conveniente para Egos más evolucionados, que a su vez constituirán la Sexta Subraza. Sin embargo, este adelanto no será un "regalo" de la Naturaleza pues tiene que crearse mediante el esfuerzo consciente de llevar una vida superior entre las unidades responsables de nuestra Quinta Subraza actual, comprendida en la Quinta Raza-Raíz.

Consideraremos ahora las estrechas conexiones vitales-magnéticas y kármicas entre el Ego y su instrumento modelado a través de Karma en todo renacimiento, y el poder de Manas para producir cambios en dicho vehículo que sirvan a su propósito egregio. Una comprensión cabal de la Ley permite conocer aquéllo que nos encadena a los interminables ciclos de error y miseria de la existencia condicionada, las vías que permitan salir de esta esclavitud y darnos cuenta de que nuestro verdadero Ser trasciende al ámbito donde opera la Justicia Universal.

El Aforismo 17 implica que factores como el cuerpo adquirido al nacer, las circunstancias de nuestra vida, el carácter ético, la naturaleza emocional-mental, el desarrollo psíquico, las inclinaciones, nuestra ascendencia, etc., no significan hechos fortuitos, sino el resultado exacto y absolutamente justo de nuestros pensamientos y hechos en vidas anteriores. Inmediatamente después de la muerte física, el yo inferior/personal verifica en retrospectiva todos los eventos buenos o malos de la existencia recién terminada y en el más mínimo detalle; de igual forma, al concluir su estado post-mortem de bienaventuranza devachánica tiene una visión prospectiva de la siguiente estancia mundana que le aguarda junto con el Karma pasado que la rige, y asimismo contempla la equidad perfecta en el proceso.

Varias causales kármicas determinan que el Ego incorpóreo -al emerger de Devachán- renazca en una familia o consanguinidad establecidas. Puede que su naturaleza auto-procurada sea similar a la de los padres y ese grupo, cuyas índoles de mutua semejanza proporcionan el camino de menor resistencia al alma que encarna; que las circunstancias y características familiares brinden la oportunidad de conocer su evolución, o por afinidad de aquéllas con los Egos que constituyen el parentesco que fue generado por ellos de modo recíproco en vidas anteriores. Estos factores -ya sea por separado o todos a la vez- pueden funcionar en varios niveles; por ejemplo, es factible que el contexto de pobreza en una familia conceda al Ego la ocasión de desarrollar virtudes como paciencia, fortaleza, humildad, fuerza interior, etc., y así consolidar su carácter con miras a un mejor progreso. El Ego también puede sentirse atraído por una progenie específica para resolver efectos ilegítimos de relaciones inarmónicas con otras almas en vidas pretéritas, y ahora encarnadas en esa misma prole. Algunas personas nacen bajo circunstancias felices que pueden ser recompensa por méritos kármicos precedentes, o compensación homónima por mucho sufrimiento a manos de otros en el pasado. El nacimiento del alma en coyunturas cargadas de dificultades y limitaciones frustrantes sólo puede ser retribución meritoria por antecedentes de negligencia o acciones injustas que fueron dañinas para otros. El lapso entre la producción de causas y efectos, por muy largo que sea para nosotros, de ningún modo altera ni diluye la potencia en las resultantes kármicas que están impresas permanentemente en la naturaleza de los Egos involucrados, hasta que se resuelvan y compensen cuando ellos experimentan los frutos -placenteros o dolorosos- en la rígida labor de Karma.

Muchas enfermedades corpóreas y psicológicas son hereditarias, y algunas familias exhiben ciertos rasgos de carácter que se encuentran en su linaje. Según la ciencia ortodoxa, las propiedades congénitas son transmitidas por los genes que forman las moléculas de ADN en las células somáticas, aparte de aquéllos que evolucionan debido a influencias ambientales; pero es un grave error atribuir la fuente del carácter humano individual y sus propensiones únicamente a las células. Es como decir que el teclado y las cuerdas de un piano generan las melodías por sí solos. En la producción de éstas últimas las teclas representan un factor de hecho, pero no el único, pues jamás se podría ejecutar una canción sin que alguien las pulse. Lo mismo ocurre con los genes en la transmisión de rasgos hereditarios, los cuales han sido causados por un Ego vivo, pensante y consciente, a la vez que se relacionan con él. Sin embargo, debemos tener en cuenta que hay muchas más variaciones y diferencias que similitudes en los rasgos de carácter entre familiares, siendo las primeras herencia kármica que regresan a las personas por su Karma individual. Las semejanzas de atributos para esos miembros, así como las cualidades de cada uno, se remontan a lo que en sánscrito se denomina Samskara o "las impresiones dejadas en la mente por actos particulares o circunstancias externas, y susceptibles de desarrollarse en cualquier ocasión futura y favorable, incluso en el próximo nacimiento” ("The Theosophical Glossary"). Los genes son sólo la causa y el medio físico por donde esos depósitos o improntas mentales encuentran expresión en la vida terrena. La génesis moral es Samskara o el karma de los individuos que asigna la responsabilidad análoga y unipersonal por su condición, y esta misma regla se aplica a pueblos y razas. El Karma patrio representa aquél de los sujetos que tienen rasgos de idiosincrasia parecidos o contribuyen a crearlos.

Si se comprenden bien las enseñanzas sobre Karma y Reencarnación, esto produciría un sentido de responsabilidad moral en toda persona, no sólo por su condición particular de vida, sino además respecto al estatus de la familia y el país al que pertenecen. La educación correcta en estos temas llevaría a un esfuerzo individual para mejorar el carácter adquiriendo virtudes, deshacerse de vicios, resolver defectos hereditarios y elevar el carácter patrio a un nivel superior. Por lo tanto, la herencia es esclava de la Ley Kármica, por cuyo conocimiento puede ser alterada o incluso vencida.

Los instrumentos adquiridos por el karma en cualquier vida (cuerpo, naturaleza mental-emocional, intelecto, carácter moral, rasgos psíquicos, etc.) pueden sufrir cambios por el agotamiento de un conjunto de causas y cuando comienza a operar otra clase de Karma. Por ejemplo, un niño normal nacido de padres sanos contrae poliomielitis a los catorce años y deforma su cuerpo por el resto de esa encarnación, mientras sus características intelectuales y valóricas siguen intactas. Esto sucede porque conforme se debilita el curso de una etapa kármica que funcionó en el plano corporal y proporcionándole una cobertura saludable, la otra fase que implicaba fuertes impresiones mentales en la existencia precedente o las vidas creadas por ese Ego -tal vez infligiendo tortura física a algún semejante- comenzó a precipitarse a través del instrumento corpóreo y generó su deformidad, en medida y proporción exactas a la causa kármica. Las personas con actitud indiferente hacia cuestiones morales, o quienes incluso las desprecian, en un determinado periodo de vida se vuelven éticas y logran un comportamiento responsable. También se ven ejemplos de lo contrario cuando sujetos con buen historial en la sociedad sucumben a tentaciones y caen en desgracia.

Asimismo, el modus operandi en este aspecto de la Ley se aprecia en la trayectoria de países, o el ascenso y posterior caída de civilizaciones. Por ejemplo, la línea de Egos que compuso la antigua y avanzada cultura atlante ahora reencarna en Norteamérica y Europa. Los Profesores de Teosofía sostienen que la razón para su precario conocimiento actual [en espiritualidad] y el logro de dicha civilización se debe a que el Karma de acciones perjudiciales por esos Egos otrora atlantes actúa hoy por vía de otros mecanismos adquiridos por la raza apropiada para ellos, "que aprietan y encadenan al humano interior y divino. Nuevamente, éste es Karma-Némesis que por el momento nos castiga por medio de trabas irritantes que acorralan nuestro poder y frustra ambiciones" ("Ecos del Oriente", p. 25).

Una muestra práctica para la primera sección del Aforismo 19 -respecto a que los cambios pueden ocurrir en el instrumento por el poder de una promesa- se comprueba en la existencia de personas comunes capaces de superar hábitos indeseables al empeñar una palabra de honor. En la mayoría de casos, el Karma acumulado de otras encarnaciones necesita muchas oportunidades para agotarse y es congruente con el cuerpo adquirido; pero cuando un sujeto dirige su atención a un conocimiento superior sobre la Ciencia del Alma y aspira a alcanzar la Verdad, el vigor de esa actitud provoca transformaciones rápidas en el cuerpo o las condiciones, y el Karma acumulado tiende a precipitarse de modo más veloz, siendo ésta una ocasión para que el aspirante agote su "costal" previo. Cuanto mayores y más fuertes sean su aspiración y esfuerzo, más aumenta el flujo de esa "deuda", lo cual generalmente causa mucha tensión en la estructura de la mente y el cuerpo.

El volumen 2 de "La Doctrina Secreta" señala en la página 178: "Además, es incuestionable que en el caso de encarnaciones humanas la Ley de Karma -racial o individual- anula las tendencias subordinadas de la 'herencia', su sirviente”. Es bien sabido que nuestro cuerpo sufre cambios completos cada siete años, donde los átomos viejos dan lugar a otros nuevos, y haciendo uso de esta norma pueden superarse hábitos y proclividades hereditarios manteniendo una resolución firme e inquebrantable de pensar y actuar conforme a las leyes y los principios de Vida Superior, a lo largo de uno o más ciclos septenarios. De esta manera, nos re-creamos a la imagen de un ideal superior y accedemos a niveles más altos de consciencia.

("The Theosophical Movemement", mayo 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (11 de 19)


Aforismos 17, 18 y 19: "La idoneidad de un instrumento para el proceder de la Ley consiste en el vínculo exacto de Karma con el cuerpo, la mente y la naturaleza intelectual y psíquica adquirida para su uso por el Ego en cualquier vida"./"Toda herramienta utilizada por el Ego en cualquier encarnación es apropiada para el Karma que opera a través de ese recurso"./“Pueden ocurrir cambios en dicho vehículo durante una existencia para ajustarlo a una nueva clase de Karma y por dos maneras: (a) la intensidad del pensamiento y el poder de una promesa, y (b) mediante alteración natural debido al completo agotamiento de las causas antiguas”.

El término "Ego", como se alude aquí, no debe confundirse con el significado que le atribuye la psicología occidental moderna. En Teosofía, Ego significa el sentimiento de "yoidad" o principio de autoconciencia en el ser humano: “La filosofía esotérica enseña la existencia de dos Egos en el hombre: uno mortal y personal, y otro Superior, Divino e Impersonal, llamando al primero 'personalidad' y al segundo 'Individualidad'” ("The Theosophical Glossary").

La Entidad genuina e imperecedera en nosotros se llama Ego Superior o "Individualidad", o también Humano Real [y Manas Superior], a diferencia del cuerpo físico o forma externa mortal. Lo que denominamos "personalidad" o "instrumento" es la mente inferior en íntima asociación durante el pasar terreno con los principios de Prana, Cuerpo Astral -vehículo del anterior- y Kama, las pasiones y deseos. El compuesto burdo de esos cuatro integrantes con la mente inferior modela el "apero" o "equipo" que nuestro Ego asume en cada renacimiento como resultado de su Karma en el transcurso de vidas anteriores. Así como empleamos una herramienta con el objetivo específico al que está destinada, la personalidad con sus sentidos y aptitudes es el implemento del que se sirve el Ego para su propósito; y el yo personal/mundano -que tiene libertad de elección- debe aprender a vivir de tal forma que sea útil al cometido del Ser Humano Real.

Debemos recordar siempre que no somos cuerpo ni personalidad, los que por ignorancia habitual tomamos por nuestro "yo"; el auténtico es esa Individualidad Divina no nacida e inmortal. El Ego sólo puede actuar en la Tierra de modo indirecto a través de su contraparte efímera; así, el yo inferior dotado de libre albedrío y poder de discriminación debe optar por: a) seguir los dictados de su Parentalidad Divina y entrar en el sendero de evolución hacia lo deífico, en cuyo caso el dios interno se convierte en guía activo y gobernante del individuo; o b) vivir persiguiendo intereses y deseos materialistas mientras Manas permanece como testigo silencioso. En cualquiera de estos casos, la persona produce Karma que dará resultados en vidas futuras.

Es esta personalidad lo que crea el "costal kármico" y en toda vida es un producto de su propio pasado. Todo individuo piensa y actúa en cuatro planos distintos a lo largo de su estadía mundana: a) el cuerpo físico con sus órganos sensoriales y de acción; b) su índole emocional o Kama (deseos); c) el órgano del pensamiento en el estrato mental, que incluye memoria, intelecto, razón y juicio o discriminación; y d) y la naturaleza moral o plano ético (“debo hacer esto y no aquéllo”) que armoniza inteligencia y emociones. Las facultades y los sentidos psíquicos también pertenecen al yo personal, mientras que la percepción espiritual o intuición proviene del Ego Divino si una persona la ha desarrollado en sí misma. Este es el conjunto de medios que el Ego emplea durante toda existencia física para vincularse con la Naturaleza manifestada, obtener madurez y a través de ella alcanzar el autoconocimiento.

Los indicadores como calidad, capacidad, carácter, peculiaridades, fortalezas o defectos y el relativo desarrollo o carencia de aptitudes individuales en esos planos son el fruto exacto y justo del buen o mal uso que se les haya dado, sobre los cuales la persona ha puesto su fuerza de Vida Universal y por medio de emanaciones mentales, motivos y acciones. Este es el origen de las diferencias entre los parámetros ya mencionados, o idiosincrasias atañentes a toda persona.

Pueden apreciarse ejemplos prácticos de esto en la vida cotidiana y por todo el mundo. Hay quienes disponen de un cuerpo sano e intelecto fino, pero adolecen de ética; otros vienen al mundo con patologías o deformidades, pero poseen un intelecto asombroso; otros nacen con capacidades psíquicas o mediúmnicas sobresalientes, aunque les falta discernimiento valórico, y así sucesivamente, con tantas combinaciones de cualidades como personas hay en el planeta. También sabemos que los hijos de iguales padres exhiben rasgos únicos en cada uno, de acuerdo con sus pensamientos y hechos en encarnaciones precedentes.

Vimos con anterioridad que existen tres clases de Karma: a) lo que se experimenta ahora, b) el acervo actual que dará fruto más tarde -en la vida contemporánea u otra subsiguiente- y c) aquél de innumerables existencias pasadas. Para todo renacimiento del Ego en este mundo, el vehículo a adquirir -personalidad/configuración física, facultades intelectuales o psíquicas y la naturaleza moral con sus peculiaridades- está en completo acuerdo con una parte del Karma acopiado previamente que se externaliza en una determinada estadía terrenal, lo cual se afirma en los Aforismos Yoga de Patanjali: “De estos actos y en cada vida, resulta una manifestación sólo de aquellos depósitos mentales que pueden fructificar en el ambiente provisto” (Libro IV, versículo 8). Dichos "almacenes" se conocen colectivamente como vasanas o las tendencias que el Ego obtuvo en el pasado.

Los pensamientos unidos a deseos o emociones constituyen la base real de toda obra. Cada hecho deja un recuerdo indeleble en nuestra base mental, así como en los átomos de vida que edifican y mantienen nuestras energías y facultades corporales; por lo tanto, las vasanas también son esas impresiones de memoria. William Judge enseña que éstas permanecen como enlaces magnéticos sutiles pero poderosos que enmarañan el Sistema Solar, a través de los cuales se producen varios efectos ("El Océano de la Teosofía", p. 97). Cuando muere el organismo físico no se destruyen los depósitos mentales en el Ego, ni el carácter ni las tendencias impresas por aquél (skandhas) durante la vida material. Aunque los átomos del cuerpo están dispersos, las skandhas continúan como fuerza latente en la naturaleza elemental y se vinculan al Ego desencarnado en Devachán por medio de tenues fibras magnéticas e indisolubles. Cuando Manas retorna a la siguiente encarnación -tras gastar la fuerza del pensamiento superior producido y que lo hizo pasar por esa etapa post-mortem- las skandhas se encuentran con él y construyen su aparato corporal. De este modo, se reviste en cada existencia con el tejido de sus cualidades específicas y formadas por sus pensamientos y acciones previos por el poder reproductivo ciego de Kama o deseo.

Por lo tanto, hay una memoria celular y otra que concierne al alma. Judge relata que cuando tenía cuatro años le enviaron temprano a la escuela y tuvo dificultades para deletrear palabras. A los siete le sobrevino un cambio y superó ese problema con facilidad; además mostró conocimiento e interés por muchos temas, aunque jamás había leído libro alguno. El origen de esa extraordinaria transformación se debía a que un Ego altamente evolucionado tomó posesión de William a los siete años -tras salir aquél que moraba originalmente- por causa de su Karma y el de la familia. Las células físicas del niño, entre otras aptitudes, tenían la capacidad inactiva de leer palabras ya que las vidas atómicas que les conformaron fueron "impresas" con aquella destreza por los Egos que las utilizaron en encarnaciones pasadas; así, el nuevo "inquilino" de ese cuerpo pudo "encender" y manifestar el potencial en las células porque tenía una habilidad análoga para deletrear que había adquirido previamente y permaneció como su depósito mental. Se dice que cuando arriba esa idoneidad celular a un nuevo cuerpo, no puede manifestarse en éste último hasta que sea extraída por el Humano Interior o Ego residente que también pasó por un conjunto similar de vivencias anteriores.

En otras palabras, debe haber una interrelación entre el grupo físico de átomos y el Ego. Por ejemplo, si el "morador interno" conocía la lengua inglesa durante una vida anterior y la masa atómica de ese cuerpo también fue empleada por quienes hablaban bien el idioma, entonces es posible que ahora el individuo adopte conocimientos antiguos, pero en todo caso se trata de recordar lo que aprendimos alguna vez y siempre depende del instrumento físico ("Letters That Have Helped Me", 153-154).

En ocasiones aparecen genios que producen enriquecedoras influencias culturales cuando los Egos encuentran el instrumento apropiado en una familia, y los átomos de vida que conforman dicho linaje quedan fuertemente impresionados con su talento particular; sin embargo, éste pronto se desvanece si otras almas de llegada muestran deficiencia en esa capacidad. J.S. Bach vino al mundo en una estirpe de músicos, pues su Manas halló el vehículo conveniente para la expresión de ese genio y también por las afinidades anteriores con miembros familiares. Posteriormente otras almas con talento ingresaron a ese grupo por razones kármicas análogas, pero con el tiempo dicha habilidad aminoró en la descendencia, pues debido al Karma familiar comenzaron a nacer almas con poca o ninguna inclinación en esa línea, y por lo tanto no tenían aptitud de extraer el potencial en los átomos corporales. Judge sostiene: “Esta es una gran lección kármica y de Hermandad Universal si se mira del modo correcto. El Karma de esa parentela fue atraer a Egos de capacidad indiferente, y aquéllos que usaban los átomos familiares les daban otras y nuevas impresiones o tendencias, hasta que por fin una serie de Egos se sintió atraída por esos congéneres desprovistos de talento. Lo mismo puede pasar con respecto a la virtud, y todavía hoy sucede así" (ibídem, p. 154).

En consecuencia, la lección en el funcionamiento de la Ley es que recae una enorme responsabilidad moral sobre individuos, familias y países. Esto era bien conocido en la India antigua cuando prevalecía el verdadero conocimiento, y las virtudes y distinciones familiares se perpetuaban durante generaciones por mecanismo de herencia (efecto del Karma y subordinada a éste), con el fin de crear entornos adecuados y que los Egos tuviesen cualidades o atributos similares para ser atraídos a aquéllos y se encarnaran, otorgando así beneficios al mundo. Pero en esta Edad Oscura los linajes puros han desaparecido, pues hoy reina el materialismo a la vez que se pierde la sabiduría, la vida virtuosa y los altos ideales civilizatorios. Por lo tanto, generalmente existe un desajuste entre la potencialidad del Ego y el ambiente apto para su expresión en la vida terrestre, y así con frecuencia vemos incoherencias como el nacimiento de genios en familias desprovistas de él o la disparidad entre carácter y condiciones.

La mente no es producida por el cerebro; de hecho, la hondura y variedad en las circunvoluciones de éste son causadas por la presencia de aquélla. El Ego, aunque omnisciente, no podrá utilizar dicho órgano en toda su capacidad a menos que tenga múltiples experiencias de vida. Por ejemplo, los salvajes tienen buena amplitud encefálica, pero el Ego no está maduro con tal de usarla a su máximo nivel. Es como pedir a dos personas que usen computadoras: quien tenga un mero conocimiento práctico sólo empleará el artefacto para escribir o calcular, mientras otra con expertiz y conocimiento informático le sacará más provecho. Los humanos son sabios no en proporción a sus vivencias, sino a su capacidad para absorberlas. Así, necesitamos un incremento en la aptitud del Ego para utilizar sus recursos por asimilación de ese entrenamiento, y además lograr pureza y solidez en los medios.

("The Theosophical Movement", abril 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (10 de 19)


Aforismos 14, 15 y 16: "En la vida de mundos, razas, naciones e individuos, el Karma no puede actuar a menos que exista un instrumento apropiado"./"Y hasta que se encuentre dicho medio, ese Karma relacionado con él permanece sin agotar"./“Mientras un individuo experimenta Karma en el instrumento provisto, su karma sin terminar no se extingue mediante otros seres o medios, sino que es conservado para operaciones futuras, y el lapso en que no se distingue ninguna operación de ese Karma no causa ningún deterioro en su vigor o naturaleza".

Por lo común, las personas se identifican con el cuerpo [o ambiente] cuando hablan en primera persona. La cobertura física, el nombre, el género, las características propias o modos de urbanidad son rasgos generales por los que se nos conoce en la vida social. El Ser Humano Real -Ego reencarnante e imperecedero o Alma Peregrina- utiliza el cuerpo como instrumento. Los sentidos u órganos de percepción o acción y el intelecto corriente son vehículos desarrollados por el Ego para entrar en contacto con la naturaleza y experimentar la vida en todos los planos y niveles de conciencia, mediante ciclos reencarnatorios incitados y regidos por la Ley de Causalidad Ética. Dos poderes que impulsan este progreso humano hacia la perfección son: a) el que procede del Espíritu Supremo y por tanto inherente a la naturaleza esencial de las almas, lo cual hace que los Egos evolucionen y asuman los implementos necesarios para su experiencia; y b) la fuerza creativa y ciega del principio de Kama -pasiones y deseos- del yo inferior o personal ("La Doctrina Secreta", II, 109-10).

Este "yo personal" es el que piensa y actúa desde una base egoísta e ignorante sobre la verdadera naturaleza del Ser, induciendo causas y obligando al Ego a recibir los efectos. Cosechamos resultantes kármicas de nuestros actos en la vida encarnada/terrenal, los estados de conciencia posteriores a la muerte y en futuros nacimientos. Las fases post-mortem referentes a la existencia incorpórea del Ego corresponden al mundo de los efectos, y la vida mundanal de pensamientos y obras es el ámbito de las causales. La energía de ideación emitida durante la estancia física permite que el Ego entre en Devachán luego de completarse la muerte del cuerpo, y aquél es atraído de regreso a otra vida terrestre cuyas situaciones están definidas por su Karma previo. El cuerpo, la mente elevada, el intelecto, su naturaleza psíquica, las propensiones o cualidades morales, el carácter, la ascendencia, la nacionalidad y sus circunstancias vitales -en cada renacimiento y detalle- no son "factores azarosos" en ningún sentido, porque todos esos aspectos y la personalidad con que nacemos constituyen herramientas producidas por el karma pasado del Ego que ahora lo rodea e influencia, en el cual y por su intermedio experimenta los resultados buenos y malos de sus hechos precedentes, y piensa u obra en consecuencia generando más Karma que también dará frutos en el porvenir.

En cualquier encarnación mundana sólo agotamos una pequeña parte del vasto depósito kármico y reunido de innumerables vidas pasadas. En éstas, los instrumentos que adquiere el Ego son apropiados para su "adeudo" particular que opera en esa vida, y el resto de dicha provisión que queda sin extinguir se conserva hasta otra existencia cuando haya un nuevo medio conveniente para manifestarse. Patanjali describe el "karma almacenado" como "depósitos mentales" (Sanchita) y concebidos por nuestros pensamientos, actos y emociones en la vida presente u otras previas, cuyos efectos se perciben cuando surge el tipo correcto y necesario de estructura, constitución y entorno corporal o mental para ponerlos en funcionamiento. Por ejemplo, mientras alguien esté en un cuerpo masculino no sabrá qué es la maternidad, y tampoco puede experimentarse pobreza mientras no termine el karma que trae la fortuna. Podemos tener reservado una skandha de adicción a drogas y alcohol, pero se mantiene "suspendida" hasta finalizar otro tipo de Karma. En ocasiones el "fardo" del Ego es lo suficientemente fuerte para hacer que nazca en una familia determinada, pero luego opera un nuevo karma donde el niño es adoptado por padres ricos y por lo tanto es "arrojado" a un entorno diferente.

Del mismo modo, es factible que el karma meritorio a través de hechos caritativos no produzca secuelas ni en esta encarnación ni la próxima, e incluso no se concreten hasta un futuro lejano; así también, en una existencia alguien puede llegar a un punto donde comienza a funcionar Karma no agotado y una vez que todas las causas anteriores estén resueltas. William Judge menciona dos ejemplos sobre cambios repentinos de fortuna: el ingeniero francés Lesseps, quien alcanzó gloria y muchos logros durante años con la construcción del Canal de Suez y sufrió pérdida de reputación mientras trabajaba en el estrecho de Panamá; y la gran fama alcanzada por Napoleón I para luego caer de su sitial y morir en exilio y desgracia.

El vigor del karma almacenado no se volverá más fuerte ni débil con el paso del tiempo. Es importante notar que Sanchita se considera como la suma de todas nuestras deudas kármicas, a modo de combinación entre "crédito" y "débito". Sin embargo, en nuestra "cuenta bancaria" ambos ítemes -buen y mal Karma respectivamente- se mantienen por separado y nunca pueden anularse de forma automática; el Ego debe afrontar las consecuencias de cada categoría y mediante los instrumentos adecuados, por cuanto pareciera ser que las génesis kármicas buenas y malas se anulan entre sí sólo en el momento de la precipitación. Si vemos Sanchita como saetas en la aljaba de un arquero, es fácil entender que mientras no se disparen tampoco habrá contrarrestación mutua para ellas. Por lo tanto, cuando decimos que puede mitigarse el karma "acopiado" a través de plegarias, meditación o servicio altruista, podríamos considerarlos como medios para crear buen karma. La única forma de neutralizar el "débito" es implementar hechos benévolos y rectos; si incurrimos en mentiras, robos o cotilleos es menester crear causas opuestas por resolución de esos equívocos y aprender a no repetirlos. El verdadero arrepentimiento debe conducir a una transformación interior con miras a sembrar nuevas simientes que aminoren conclusiones indeseables por motivos precedentes. Lo que experimentamos es el resultado total de karma antiguo/malo y nuevo/bueno en un plano definido, ya sea físico, psíquico o intelectual.

En el Aforismo 16 se encuentra la explicación al "contrasentido" donde a veces los sujetos íntegros y justos sufren desventajas, y aquéllos de condición opuesta son "bendecidos" con lo que a "juicio" de otros son cosas o personas "codiciados": “Incluso un malhechor está contento mientras su delito no haya madurado, pero cuando la ruindad está en sazón, aquél encuentra su propio mal. Quizás un buen individuo se aflige mientras sus buenas acciones no maduran, pero cuando esas obras toman color, él recibe lo bueno que le corresponde" (Dhammapada, versos 119-120).

Sabemos que la muerte separa a quienes tenían una relación amorosa, pero la afinidad magnética producida en la vida anterior los unirá de nuevo, ya sea en la próxima estadía terrenal u otras subsiguientes, cuando su Karma individual genere las condiciones justas para renacer en un momento y lugar apropiados, renovando así el vínculo pretérito. De igual manera, las antipatías que podemos tener hacia otros en forma de desagrado, odio, falta de caridad, etc., continúan como fuerzas latentes inclusive tras el fallecimiento. Entonces, en alguna vida futura las partes se encontrarán cuando la vieja enemistad se imponga instantáneamente y perjudique a ambas. Si en el intervalo una de ellas ha cambiado de actitud y aprendió a ser caritativa y perdonadora, todavía esos sujetos perciben el antiguo conflicto y quien posea esa nueva perspectiva se esfuerza por superar el rencor con caridad y amor hacia el adversario, y así trata de mitigar los efectos nocivos del mal karma. En nuestra odisea mundana todo tipo de eventos, circunstancias, relaciones, fortunas fluctuantes, dolores, tristezas, etc., son cosechas de siembras anteriores por el individuo en cuestión.

La Ley funciona sobre naciones, razas y la vida personal; así, un pueblo está conformado por unidades con carácter y tendencias análogas. El agregado kármico individual se convierte en aquél del país, y el Karma colectivo de regiones y etnias deviene una influencia planetaria. Las relaciones hostiles que conducen a guerras se deben al karma común de los implicados, y al igual que las personas, cada patria y grupo racial nace, progresa y muere. Los Egos que constituyen esas multitudes regresan por la Ley kármica y cíclica con objeto de formar nuevos pueblos y civilizaciones sobre la base del conocimiento colectivo, el carácter y las experiencias asimilados del ayer. Las viejas rencillas y amistades entran en juego cuando se unen y están fuertemente influenciadas por aquellos factores, para bien o mal.

Cuando en la Tierra termina el escenario evolutivo para una humanidad, ésta muere y se desintegra, cuyos Egos obtienen un estado espiritual análogo a Devachán para absorber las vivencias y la sabiduría grupales que se hayan acopiado. Al final de este proceso -tan largo como fue la manifestación- se crea una nueva "Tierra" en el espacio -aunque tiene lugar en otro plano superior- por el poder constructivo e inteligente de Ideación Cósmica (Fohat) y de acuerdo con el plan de la Mente Universal: “Los construye a semejanza de las Ruedas (mundos) más antiguas, colocándolas en centros imperecederos” (DS, I, 144). Cuando un planeta llega a su fin destinado, siempre queda un remanente considerable de karma colectivo y sin calibrar de todos los entes conectados con dicho sistema; así, el almacén kármico sin agotar será la causa evolutiva para un nuevo astro similar al antiguo. Todos los seres involucrados en el esquema ya extinto -excepto aquellos Egos que alcanzaron perfección y entraron en Nirvana- volverán a ciclos reencarnatorios en la nueva "Tierra" para resolver los efectos kármicos generados previamente. La inmensidad de tiempo entre el final de un mundo y el resurgimiento de otro por la Ley no causa ninguna variación en el Karma retenido y sin marchitar, tanto individual como colectivo.

("The Theosophical Movement", marzo 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (9 de 19)


Continuamos analizando las implicaciones del Aforismo 13. Judge escribió: “El resultado de las afinidades sobre nuestros actos y pensamientos es enorme y amplio; salva y castiga con prontitud, porque podemos encontrarnos en la vida a una persona que tiene un efecto notable para bien o mal, debido a las similitudes engendradas en existencias anteriores" ("Letters That Have Helped Me", p. 4), y añade: “Entonces, si nos apartamos con horror de lo malo (aunque podríamos sentirnos caritativos y tristes), en la vida futura se experimentará ese miedo y lo desarrollaremos por respuesta en una encarnación y lugar físicos donde debemos pasar por lo mismo que ahora es evitado”, y se nos obligará a "tragar la píldora amarga". Si la adhesión a algo une al Alma con eso, también sucederá con antipatías o rechazos porque ellos representan apego por su opuesto. A menudo vemos personas que llevan una vida bastante buena, pero transitan por malos caminos cuando están bajo la influencia de alguien que ejerce tal resultado. Esto no es accidente, sino el producto de afinidades kármicas pasadas y mutuas creadas por los participantes. Es igualmente cierto que hay grandes cambios para mejor en la vida de un individuo luego de entrar en contacto con otro que tuvo predisposiciones benévolas sobre aquél, y de nuevo, esto se debe a similitudes pretéritas y más nobles generadas entre ambos. Así, en nuestra vida tenemos transformaciones por los propios pensamientos y actos, como también aquéllos foráneos.

La vida es un constante aprendizaje. Probablemente la principal lección es que, situándonos como estamos en una existencia de dualidad o pares de opuestos, debemos practicar ecuanimidad mental en alegría y tristeza, calor y frío, circunstancias/noticias agradables o desagradables, y también con amigos/simpatizantes o enemigos/detractores. El lector recordará el pasaje ya aludido de "La Voz del Silencio" [parte 7]: "Enseña a evitar todas las causas; dejarás que la onda del efecto siga su curso, como la gran marejada". Mientras experimentamos los incesantes vaivenes de sensaciones antagónicas en la vida, es necesario permanecer tranquilos e imperturbables, es decir, ejerciendo desapego con sabiduría y discernimiento, sin apegarse a lo bueno o placentero ni retroceder en disgusto o desagrado por lo malo y repulsivo, al tiempo que se observan y vivencian los contrarios como parte del Gran Todo y en el cual somos parte inalienable; de esta forma, cesamos de crear causas kármicas que nos habrían llevado a "esclavitud" en una vida futura. Mitigamos el Karma pasado al aceptarlo con una mente desapegada y discerniente, evitando generar nuevas instancias.

Desde hace siglos se conocen muchos casos en India donde, en presencia de un Alma elevada, alguien experimenta una rápida precipitación de su karma anterior, y Judge narra incidentes análogos en su artículo "Men Karmic Agents". Estos "mensajeros" son concentradores de fuerzas que llevan efectos buenos o malos en forma repentina a otros particulares, que de otra manera habrían operado lentamente o se "esparcirían" durante muchos días o años mediante una serie de pequeños eventos, en vez de manifestarse como un sólo acontecimiento benévolo o perjudicial.

Según Judge, existen dos clases de agentes kármicos:

a) Aquéllos que nacen con un poder de infligir maleficios como resultado de karma pasado. El así llamado "mal de ojo" es la facultad destructiva de los pensamientos. Nuestras emisiones mentales se fusionan con una unidad de energía o "elemental", que a su vez constituye una potencia incolora sin atributos, pero cuando se vincula con nuestro pensamiento adquiere cualidad o "color". Por ejemplo, la electricidad es incolora, pero si pasa a través de una barra ésta se carga y cualquiera que la toque sufrirá un shock. De igual manera, dichos elementales pueden llevar malos pensamientos a otra persona y le causan daño. Sólo cuando el individuo es puro a nivel de cuerpo, mente y habla, esas emisiones malévolas son impotentes; verbigracia, cuando mucha gente fija sus ideas de envidia en otro que se adinera de improviso, éste se ve afectado negativamente y puede perder riqueza [Nota: siguiendo este principio, sugerimos a los lectores investigar las aberrantes prácticas de magia negra entre muchos empresarios, artistas, políticos, "referentes de éxito" y narcotraficantes para perjudicar a su competidores]. Así también la mirada codiciosa sobre cualquier objeto o persona puede resultar en lesiones a éstos últimos. Los elementales precipitan la visión proterva y los males de ojo, pues la envidia es una emoción poderosa y peor que los celos, porque el sentimiento involucrado es "si yo no puedo tenerlo, entonces nadie debería". En consecuencia, la persona con "mal de ojo" se convierte en agente concentrador para una rápida manifestación del karma pasado y negativo sobre quien se convierte en su víctima.

b) Adeptos y yoguis que por su entrenamiento previo han adquirido capacidad de concentrar fuerzas kármicas. Las tradiciones hindúes hablan a menudo de personas que inesperadamente se encontraron con un yogui en el bosque y les hablan de amigos o parientes que estaban muy enfermos, y al regresar a casa los ven completamente sanos, cuya recuperación se produjo en el mismo instante que dialogaban con el santo. William Judge también narra incidentes con beatos que provocan el efecto contrario de acentuar problemas en el testigo, lo cual está bien expresado en los "Aforismos Yoga" de Patanjali: “Cuando la veracidad es completa, el Yogi se convierte en el foco del Karma resultante para todas las obras, buenas o malas” (versículo 36, Libro II). En ambos casos, un enorme Karma nocivo se disipa de una vez por todas, y el siguiente a experimentar por el individuo será mediante un equilibrio entre varios tipos de afinidades restantes y no agotadas del depósito de Karma retenido. Judge sostiene que adrede y con frecuencia las Almas liberadas toman cuerpos entre la gente común y en circunstancias pobres y desafiantes para ayudar a otros. Con su conocimiento superior, sabiduría y poder de Voluntad, mitigan gran parte del Karma familiar al experimentarlo y dan un mejor impulso a la naturaleza de los parientes y la línea hereditaria.

Los Mahatmas y Nirmanakayasno interfieren con la Ley, no actúan así y tampoco deben hacerlo, es decir, por muy merecedor de ayuda que pueda ser un individuo, no la extenderán del modo deseado si su karma no lo permite" y "pueblan sus corrientes en el espacio" con entidades poderosas sólo para el bien. Pueden contribuir a mejorar la calidad del karma colectivo humano, porque debido a Su conocimiento de cuándo, dónde y cómo obrar permiten a la especie evitar desastres, siempre y cuando sea probable que resulte en un mejor progreso para todos. Al tener experticia y control sobre las fuerzas naturales invisibles, Ellos pueden emplearlas para obstruir el rumbo equivocado de una o varias personas, o ayudar en su avance hacia la dirección correcta. Los “Hermanos Replandecientes” o "Nirmanakayas del Bien" forman por así decirlo un "muro protector" en torno a la humanidad para alejarla de males aún peores. Estos Seres maravillosos han influido en el destino de naciones a través de sus agentes humanos -y aún siguen haciéndolo- en cuanto creadores de paz y guerra como Bismarck, Washington, Lincoln y Grant.

Por ejemplo, la imprudente marcha de Napoleón hacia Moscú y su repentina y desastrosa retirada fue un punto de inflexión en la historia de Francia, pues el periodo posterior a ello marcó en el estratega francés su caída, exilio y muerte. La historia cuenta que justo cuando dudaba en ir contra los rusos se sintió animado por una "carta" que le entregó cierto "hombrecillo rojo". Este plan fue diseñado por los Nirmanakayas, quienes lo desviaron de un sendero que habría sumido al mundo en las profundidades del dolor, y así Judge asevera: "Ningún historiador actual es competente para decir lo que pudo haber concretado si hubiera permanecido en Francia". Por otro lado, el motín de 1857 en India fue un contexto crucial para la facción independentista y cuyo éxito pudo significar el fin del dominio británico, pero durante la gran revuelta que amenazaba a dicho imperio, los Nirmanakayas -que trabajan por el mejor y más alto bien humano- se aseguraron que el plan fracasara “de modo que Inglaterra al fin siguió siendo dueña, aunque muchos patriotas nativos anhelaban otro desenlace". Asimismo, Ellos sabían que si los ingleses eran expulsados otra nación occidental gobernaría India aprovechando sus conflictos internos, y tampoco hubiesen dudado en destruir los frágiles libros y registros en hoja de palma. Un Maestro de Sabiduría escribió: “Los ciclos deben seguir sus rondas; las fases de luz y oscuridad, tanto mental como moral, se suceden como el día y la noche. Las yugas mayores y menores deben realizarse de acuerdo con el orden de cosas establecido. Y nosotros, llevados por la poderosa marejada, sólo podemos modificar y dirigir algunas de sus corrientes más pequeñas".

Además, se sabe que con frecuencia los Grandes Seres piden que el "fardo" de toda la humanidad caiga sobre ellos, y es factible que absorban parte del Karma colectivo porque se identifican completamente con nuestra especie. Al respecto, Bahman P. Wadia declaró: “Helena Blavatsky consintió en tomar sobre sí el Karma ajeno cuando se le pidió (...) Todos aprendemos a convertirnos en Seres Universales, mientras albergamos la aspiración de servir sin distinciones a la Humanidad (...) Cada chela acreditado obtiene su parte cuando aprende a atribuirse el karma de otros; por así decirlo, los estudiantes teosóficos dan un salto ventajoso del karma personal al universal asimilando su carga de familia, comunidad, nación y raza".

La importancia vital sobre difundir y explicar los rasgos de la Ley Kármica -como en esta serie de aforismos- se aprecia en el hecho de que sólo en ella se encuentra una base racional y científica para pensamientos y acciones correctos, con miras a construir nuestro carácter, tomar el control del propio destino y guiarlo hacia un fin superior hacia la emancipación no tanto de uno mismo, sino respecto al Karma distributivo a nivel de pueblos y la humanidad.

("The Theosophical Movement", febrero 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (8 de 19)



Aforismo 13: “Los efectos pueden contrarrestarse o mitigarse por los pensamientos y actos de uno mismo u otro, y esas consecuencias representan la interacción conjunta de todas las causas involucradas en producir dichos resultados”.

Una lectura cuidadosa de lo anterior revela ciertos aspectos importantes y sutiles sobre el trabajo de la Ley: a) Karma no es un "fatalismo ciego" al que "debemos someternos pasivamente"; b) los destinos que comandan la vida personal y aquélla de un pueblo son generados por los propios individuos, y no constituye el mandato arbitrario de un "Dios extra-cósmico"; c) está en poder de la persona no sólo mitigar en mayor o menor medida las resultantes indeseables de sus acciones pasadas, sino incluso anularlas instituyendo un acto contrario y apropiado, mediante pensamientos y obras presentes con inteligencia y comprensión de la Ley o a través de hechos y reflexiones ajenos; y d) no se trata de que "toda causa antropogénica resulta en secuelas con el mismo detalle secuencial como fueron producidos por primera vez en la vida anterior", sino que los eventos -a su vez como productos- siguen el equilibrio de varios tipos de orígenes kármicos, gatillados por el Ego en muchas existencias anteriores que pueden fructificar a través del cuerpo adquirido.

Cada evento y hasta el más mínimo -como una idea pasajera, la impresión ejercida en nuestra mente por otro, lo que experimentamos al escuchar o leer las palabras pronunciadas por alguien, etc.- está influenciado por efectos de nuestro karma anterior debido a pensamientos, emociones y hechos en relación con y afectando a otros, ya sea en la actualidad o una época pasada. Si reconocemos la verdad de este predicado, entonces tenemos un grado sustancial de libertad respecto a cómo reaccionamos a los eventos. Podemos olvidarlos como si no tuvieran ningún valor ni consecuencia, dejarnos influenciar indiscriminadamente por ellos y actuar de conformidad, o examinar el valor de las impresiones recibidas y decidir el curso de acción que parece más apropiado, tomando en cuenta que las ideas y obras de hoy tienen consecuencias que debemos enfrentar. Conforme elegimos y actuamos, se crea nuevo Karma en el presente que se materializará hacia el futuro, ya sea en ésta u otra encarnación subsiguiente. No existe tal cosa como "casualidad" o "accidente" en nuestras vidas, sino sólo experiencias que nos llegan como resultantes generadas anteriormente en una serie concatenada.

La única forma en que alguien puede anular un mal karma es poniendo en marcha otro correcto o bueno. Si uno se equivoca al mentir, robar o murmurar, debe establecer buenas causas para resolver dichos errores y abstenerse de repetirlos. El verdadero arrepentimiento conduce a una transformación interior, y de esa forma se plantan nuevas simientes que puedan contrarrestar o mitigar efectos perjudiciales por génesis previas. Lo que experimentamos es la suma total del karma viejo y malo, y otro nuevo y constructivo.

Existe una fórmula llamada "paralelógramo de fuerzas", donde la causa buena y mala pueden contrapesar sus efectos mutuos parcial o completamente, y al final recibimos su síntesis. También está la "doctrina de anulación kármica", pues según una célebre norma científica dos fuerzas iguales y opuestas conducen al equilibrio. William Judge consigna: “Así, una persona puede tener en su 'cuenta kármica' una causa muy desagradable, y al mismo tiempo otra de carácter contrario. Si ambas se juntan y expresan al mismo tiempo, pueden neutralizarse entre sí de modo que ninguna sea palpable y el balance deviene el equivalente de ambas".

¿Qué determina que una causa placentera se precipite al mismo tiempo que otra aciaga? El concepto de "resistencia kármica" se refiere al fruto del buen karma previo y altruista que ha madurado. El "sazonamiento" de éste se halla sujeto a la reserva de pensamientos magnánimos en el hoy; por lo tanto, una persona espiritualmente avanzada puede poseerlos en inmensa cantidad. Sin embargo, si durante alguna crisis no hay número suficiente de ellos en el presente para madurar buen karma previo, entonces es posible que ese individuo se quede sin una resistencia oportuna: “Son pocos los que ya acumularon suficiente cantidad de karma filantrópico, y menos aún aquéllos que tienen el grado requerido de naturaleza caritativa y espiritual durante el período de prueba [para el discípulo teosófico]" (ULT Pamphlet n° 34, p. 13).

Otra forma de entender la mitigación kármica es reflexionar en este postulado: "Cuando se aprenden las lecciones de vida, la necesidad termina". Incluso si la reserva de karma perjudicial no se anula por completo y hemos evolucionado espiritual y moralmente, al momento de precipitarse aquél podemos dar una respuesta correcta frente las circunstancias o los individuos que salen al paso como resultante de ese Karma.

Entre las muchas enfermedades que padecemos, algunas tienen naturaleza hipocondríaca y se originan por una imaginación enfermiza, la cual es un patrón asumido por pensamientos oscuros y habituales. Ninguna medicina ayuda a paliar trastornos de esta clase, pero una vez que el paciente reconoce la causa en su actitud y modo de pensar, si aparta su mente del cuerpo y yo personal/efímero, desviando su atención y cogitaciones con un esfuerzo deliberado hacia objetivos e intereses impersonales y se dedica a actividades benévolas, entonces se amortigua la génesis del problema para restaurar la salud, pues el cuerpo tiene la capacidad innata de autocurarse si se aborda dicha influencia mental.

La depresión es una patología mental común en nuestro tiempo, la cual nuevamente constituye un efecto de hábitos antiguos al vivir en el lado oscuro de la vida y con disposición pesimista. Quienes padecen este problema lo empeoran con el uso de medicamentos antidepresivos; sin embargo, la verdadera solución es transmutar el pesimismo hacia una conducta optimista [basada principalmente en la práctica de valores espirituales/éticos y no en ilusiones materialistas y decadentes] y cultivar el hábito de apreciar cosas y momentos [desde la postura ya aludida] con un esfuerzo deliberado cada vez que se repite el ataque periódico de depresión. Si la estrategia es persistente, la tristeza se debilita paso a paso por el poder contrarrestante del estado mental opuesto que se crea, y finalmente el problema se mitiga.

La aplicación más importante del Aforismo 13 está en la vida moral, y tiene relación directa con nuestro carácter, la verdadera felicidad y el progreso espiritual. Jesús consignó claramente: “Han oído que se dijo: 'Amarás a tu prójimo y aborrecerás al enemigo'; pero yo les digo: 'Amen a vuestros adversarios, bendigan a quienes les maldicen, hagan bien a los que les odian y oren por ésos que les desprecian y persiguen" (Mateo, V, 43-44) [1]. En general no se reconoce el valor práctico de este profundo mandato ético, y por lo común la gente incuba resentimientos hacia agentes de daño. Pero quien conoce la Ley está consciente de que el perjuicio proveniente de otro se debe a la mala cosecha por aquél en un momento o una existencia previos, y su adversario es el medio a través del cual le fue impuesta la justicia retributiva y el receptor de hoy no podría haber sido sancionado de otra manera. Por lo tanto, con un conocimiento superior éste último no abrigará sentimientos o ideas de mala voluntad o venganza, sino fomentará en sí actitudes clementes hacia el contrincante y le hará algo bueno a cambio; incluso ofrecerá gratitud por brindarle la chance de poner en práctica las virtudes del perdón y la caridad, porque ése es el camino de la evolución superior humana.

([1] Comentario del administrador: Agreguemos también que el idealismo excesivo y sin fundamento práctico es un mal consejero. Hay muchos ejemplos reales y comunes que los lectores ya podrán ofrecer como cuestionamiento válido: la muerte violenta de un antisocial por alguien que recurre a legítima defensa acreditada (según las normas pertinentes), el combate armado contra el terrorismo para salvar otras vidas o casos similares. Pero recordemos lo visto hace unos instantes:

"(...) está en poder de la persona no sólo mitigar en mayor o menor medida las resultantes indeseables de sus acciones pasadas, sino incluso anularlas instituyendo un acto contrario y apropiado, mediante pensamientos y obras presentes con inteligencia y comprensión de la Ley o a través de hechos y reflexiones ajenos".

Con esto, pensaríamos en la posibilidad de concebir armas de defensa no letales (p. ej., utilizando formas de electromagnetismo). ¿Y qué han propuesto los "marionetistas sagrados" en la institucionalidad científico-política y militar? ¿Piensa usted que invertirán dinero para hacer que esa tecnología sea masificada a la brevedad posible con tal de mejorar el estado de cosas, o seguirán bebiendo de sus retretes ideológicos y bancarios? Y sin mencionar el despilfarro bursátil y aún vigente en proyectos para "colonizar planetas" u otras "soluciones" planteadas por "genios" a nuestra crisis como especie; ¡sólo imagine las vergüencitas que dejaríamos allá afuera! Lo dejo ahí, no más).

Si un individuo piensa y siente sin odio ni revancha respecto del prójimo en todo contexto, esas influencias nunca le llegarán pues como señala el Dhammapada: "No hay mal para el que no lo practica". Quien actúa sobre ese canon ético, practicando buena voluntad hacia todos y especialmente a quienes se hallan maldispuestos hacia él, purifica toda su naturaleza de esta mancha moral y mitiga una serie de Karma retributivo -que por el contrario lo atormentaría- atrayendo influencias benéficas de todas partes. No obstante, tales actos de caridad al resquemor ajeno pueden o no menguar la acción del adversario y depende de la naturaleza y sensibilidad en éste último, pero nos beneficiaremos de nuestra iniciativa generosa. A menudo este obrar tiene un hado favorable sobre los antagonistas, si su propia índole responde a influjos superiores. En tal caso la relación antipática entre las partes se reduce en intensidad y remitiría por completo si se persistiera en el buen camino, convirtiendo así a estas personas en amigas.

El pensamiento es el verdadero plano de acción y un prolífico generador de circunstancias kármicas. La mera actividad corporal tiene poco predominio; por ejemplo, alguien puede sentir mala voluntad inmanifestada hacia otro o inclusive ser "cortés" al mismo tiempo, pero el gesto físico no cuenta. Las ideas, emociones y motivos anidados en el corazón son "padres kármicos fértiles" que unen al Alma. El conjunto de pensamientos atañentes a toda la vida de un individuo - el "misterioso poder de meditación"- y añadido a aquéllos de muchas encarnaciones en un inmenso pasado, constituyen una vasta reserva kármica a elaborarse en muchos ciclos de renacimientos cansinos. Afinidades, antipatías, amores/odios, apegos/aversiones, actitudes u obras de omisión y comisión engendrados con respecto a nuestros semejantes, permanecen todos como "Karma retrasado" y "afinidades sin agotar" en palabras de los Profesores teosóficos. Esos factores laboran en grados y etapas cuando el Ego renace con otros a quienes afectó en el pasado, y es influido por el poder de dichas tendencias que inciden en su vida de diversas maneras: ésta es la causa kármica invisible y subyacente a las vicisitudes de fortuna.

("The Theosophical Movement", enero 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (7 de 19)


Aforismo 12: "Debe permitirse que las causas kármicas ya puestas en movimiento continúen hasta su agotamiento, pero esto no significa que un individuo niegue ayuda a sus semejantes y a todos los seres sensibles".

Es necesario comprender el mecanismo de Justicia Absoluta en la Ley de Karma, aquélla de nuestro propio Ser, con miras a basar nuestros pensamientos y acciones de acuerdo con el orden armonioso y progresivo de la Naturaleza. En la visión mundana, el nacimiento de bebés representa un hecho normal entre otros miles que ocurren a diario, y no se discierne ningún trasfondo en eso, excepto el puramente personal para la familia aludida. Según el quehacer científico moderno es sólo un fenómeno biológico y nada más, pero el ojo perspicaz del filósofo sabe que cada uno de esos arribos al mundo no es mera casualidad ni una nueva alma creada por "Dios" -como creen algunos religiosos-, sino la enésima aparición de un Alma eterna en una nueva cobertura durante la serie de sus innumerables encarnaciones, y que cada niño lleva en sí una vasta reserva de Karma pasado, producido anteriormente por el Ego. En cada uno de estos renacimientos, el cuerpo material adquirido, los padres que lo conciben, la raza o pueblo donde aparece como unidad, su carácter, las tendencias particulares que comparte en común -buenas/malas o familiares/nacionales-, todo ello está en relación exacta con una o más fases de su amplio bagaje kármico. De ese modo, el cuerpo que asume el Ego en cada existencia y el entorno de su vida son resultado de su Karma pretérito y sirven como el instrumento o canal por donde pueden llegar a fructificar tales porciones de dicho "equipaje pendiente" y no agotado, que son sentidos por el Ego como experiencias "beneficiosas" o "perjudiciales".

Vimos anteriormente que Karma es de tres tipos: Sanchita, Agami y Prarabdha. En la literatura védica se cuenta la analogía del arquero que dispara una flecha y no puede hacer que vuelva, por lo cual ahora está a punto de lanzar otra. El manojo de proyectiles en el carcaj a su espalda es (1) Sanchita (karma acumulado); la saeta recién eyectada simboliza (2) Prarabdha y aquélla que prepara corresponde a (3) Agami (karma que se está gestando al presente). De ellos, el arquero tiene control sobre (1) y (3), pero seguramente debe desarrollar (2) o, en otras palabras, experimentar el pasado que comienza a surtir efecto en la actualidad. Cada Ego nace trayendo consigo una porción de Karma almacenado; por lo tanto, Prarabdha es esa parte o aspecto kármico con el que uno surge a la existencia y su área de acción está lista para precipitarse. Opera en la vida y el cuerpo presentes, provocando todo un conjunto de episodios y cambios. Además, lo que llamamos "destino" es simplemente Karma madurado y cuya manifestación no puede ser evitada ni pospuesta. Por ejemplo, no podemos cambiar la familia, nación o raza en que nacimos.

Así, las contingencias y eventos de nuestra vida -además del carácter, las cualidades y tendencias de la naturaleza personal- son muestras tangibles del entorno subjetivo en el Alma humana, formado a partir de los efectos morales de pensamientos y acciones previos. Entonces, es evidente que constituye una locura reñir con las circunstancias externas de nuestra vida cuando las encontramos desagradables, dolorosas u obstructivas. A menudo escuchamos decir que la vida de alguien que lucha en incidentes adversos sería mejor si fuese colocado en un lugar diferente, pero tal reflexión es insensata porque ese marco jamás podría ser distinto mientras no se agote el flujo de la causa kármica creada por uno mismo -y que provocó las condiciones aparentemente desfavorables como efectos- sin el impedimento de congojas, quejas o intentos por escapar de ellos a través de medios convenientes. El mismo conato de rehuir lo que se percibe como "circunstancias adversas" sería en sí mismo la causa de un problema aún mayor para el individuo.

Un excelente ejemplo de esto se ve en nuestra actitud en el tratamiento de enfermedades. La postura y el enfoque correctos hacia una dolencia que nos aflige es permitirle salir del organismo sabiendo que funciona a partir de Karma pasado, y por lo tanto purifica nuestro Ser interior de la corrupción. Una faceta prudente para combatir patologías es adoptar reglas higiénicas estándar y recurrir a medicamentos prescritos por profesionales. Los malestares físicos deben abordarse por medios homólogos y no con prácticas de la llamada "curación mental", porque crea perturbaciones en las corrientes vitales de nuestra parte sutil y debilitan el vínculo mente-cuerpo, obstruyendo la manifestación de esa enfermedad en el plano tangible. Aquélla simplemente es empujada hacia capas mentales más profundas haciendo creer al paciente que está sanado, pero en realidad no es así. La enfermedad que ha sido rechazada permanece en el plano mental y saldrá del sistema físico con más poder dañino que antes y en cualquier momento, ya sea en la misma vida o otra futura.

El "Brihadaranyaka Upanishad" (5-11-1) enseña que el padecimiento de alguien enfermo es su tapas más elevado, y quien conoce esta verdad accede a los mundos más sublimes. Sri Shankaracharya comenta: “Un hombre debería pensar que el sufrimiento, la fiebre y otras formas de achaque representan el tapas de mayor rango o continencia ascética, pues la afección es común a ambos: los tapas y éste en particular, o respecto a la modestia eremítica y esa enfermedad, porque su dolor borrará los efectos de acciones en el sabio que toma esa carga como tapas, mirándola sin reproche ni queja. Con el dolor así transformado en tapas que es su meditación, quien sepa esto y con todos sus males destruidos gana los mundos más gloriosos”.

Cuando el karma ha madurado y comienza a precipitarse, todo lo que podemos hacer es experimentarlo con la actitud correcta. El libro "La Voz del Silencio" dice: “Enseña a evitar todas las causas; dejarás que la onda del efecto siga su curso, como la gran marejada". Dado que la Ley es justa y misericordiosa no puede haber un "día erróneo"; entonces y en lugar de quejas, debe existir una correcta aceptación, e incluso podríamos ir un paso más allá al pensar "esto no es sólo lo que yo merecía, sino lo que de hecho deseaba, y todo regresa a mí". Ésta es una actitud de entrega suprema y fe inquebrantable en dicha Ley, la postura interna a cultivar por todo verdadero aspirante espiritual. Con esto en mente no se recurrirá a plegarias o ceremonias propiciatorias para desviar el curso kármico y esquivar las consecuencias.

Sin embargo, "aceptación" no significa quedarse pasivo o impotente. Si somos capaces de cambiar la contingencia, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance pues no se espera que sigamos pobres, discapacitados, ignorantes, débiles, oprimidos o cualquiera que sea nuestro contexto. Podemos utilizar el problema como materia prima y extraer lecciones necesarias como fortaleza, simpatía, desapego, paciencia, etc. Uno de los "Aforismos sobre Karma" sostiene que en una vida determinada podemos actuar para reprimir malas tendencias y eliminar defectos. Cuando se despliegan esfuerzos intensos, el influjo de la tendencia kármica se acorta. La Ley nos ha colocado donde estamos, pero no nos mantiene allí; podemos hacer más que simplemente asimilar la moraleja, sino además responder a esos obstáculos de manera que inspire a otros.

El sabio entiende el significado de los eventos en la vida como obra del Karma, y cuando se encuentra con adversidades nunca protesta ni recurre a conveniencias para escapar de ellas, sino acepta dichas circunstancias como lo que él mismo deseó y obtuvo como justos merecimientos. La misma actitud de asumir esa responsabilidad permitirá al afectado entender los aprendizajes contenidos en la dolorosa experiencia, y una vez se cumple ese requisito termina la necesidad de sufrir y la persona crece en sabiduría y progresa hacia una vida superior. De este modo, la enseñanza debe permitir que las causantes kármicas ya puestas en movimiento continúen hasta agotarse. Son insensatos quienes recurren a oraciones y ritos religiosos en un intento por soslayar el decreto kármico, sin saber que el empeño de eludir los justos decretos retributivos tiene como resultado pagar una sanción todavía mayor, en la misma encarnación u otra futura, por desafiar la Justicia absoluta e infalible. William Judge escribe: “Es buena y justa una estadía para toda persona en un cuerpo nacido de todos los dolores, privaciones y miserias de la pobreza moderna. Como la condición civilizatoria presente surgió del pasado -y en el cual fuimos sus 'trabajadores'- con todos los horrores de pobreza, crimen, enfermedad y relaciones incorrectas en casi todas partes, es justo que debiésemos experimentar todo eso en algún momento de nuestro viaje" ("Vernal Blooms", p. 11).

Un aspecto relevante que exige la Ley Kármica es nuestra responsabilidad ante el sufrimiento de los semejantes. Muchos poseen una visión mezquina del Karma debido a su conocimiento parcial y egocentrismo, pero si uno se abstiene de ayudar a quien lo necesite, diciendo "sufre por su culpa" y "no debo interferir con ello", comete un acto de omisión por el cual tendrá que pagar. Si el karma de alguien es una situación desesperada, también constituye el nuestro pues esa persona puede atestiguar todo lo que hagamos para aliviar el dolor tanto como sea permitido: “La inacción en un acto de misericordia se convierte en pecado mortal”, como sostiene "La Voz del Silencio". La equidad retributiva sigue a quien transgrede el principio de Hermandad Universal, y deberá aprender que uno no puede separarse de ningún ente, bueno o malo. La obra "Luz en el Sendero" consigna otra metáfora: la prenda sucia que rehusamos tocar hoy pudo vestirnos ayer y probablemente lo haga mañana, y si la rechazamos con horror cuando es arrojada sobre nosotros, se adherirá con más fuerza hasta entender que en realidad no existe separación, y que cada uno de nosotros está indisolublemente ligado a todos los seres, cualquiera sea su condición:

"Si durante su próxima encarnación una persona que ignora la miseria de hombres y mujeres viene al mundo en un barrio marginal citadino, se grabaría en su alma la penuria de tal circunstancia, lo cual conduciría más tarde a tener compasión y cuidar de otros; pues a menos que experimentemos los efectos de un estado de vida, no podríamos comprenderlo o apreciarlo por una mera descripción" ("Vernal Blooms", p. 11).

Ninguno de nosotros actúa de forma aislada. Todos estamos unidos en planos internos e invisibles, y sin cesar nos afectamos mutuamente a través de ideas, emociones y hechos. Ignorar el sufrimiento ajeno pensando "es su karma" refleja un gran malentendido sobre la Doctrina. Si alguien se encuentra con un accidente y somos los únicos presentes en escena, entonces es nuestro deber colaborar con los afectados, al igual que cuando un semejante se nos acerca pidiendo dinero, buscando consuelo o requiere solucionar un problema jurídico o moral. Mucha gente en India creyó que la pobreza entre los "intocables" se debía a "su propia culpa" y durante mucho tiempo nadie tuvo iniciativas para defenderlos, lo cual terminó siendo una mancha en la religión hindú.

Es difícil decir qué parte del karma en otros es estrictamente su propia creación. Judge sugiere: "La unidad humana indisoluble exige que consideremos los problemas de cada persona como debidos en parte a nosotros mismos, porque siempre hemos sido unidades en la especie y ayudamos a crear condiciones que causan sufrimiento" ("Forum Answers", p. 55). Aparte del karma individual, también existe aquél de categoría colectiva y distributiva, pues la humanidad gesta su propia condición tal y como la encontramos hoy. Recordemos que no es fácil desconectarse de la familia, comunidad o el país porque no habríamos nacido en ellos si no fuera por nuestra responsabilidad en concebirlos del modo que los vemos ahora. Por lo tanto, la Sabiduría en acción es cumplir con el deber hacia el prójimo, sin desear nada ni rehuir todo lo que Karma tiene reservado para cada alma, por más desagradable que sea a ojos de nuestra parte personal y efímera.

("The Theosophical Movement", diciembre 2019).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (6 de 19)


Aforismos 9, 10 y 11: "El Karma de esta Tierra es la combinación de actos y pensamientos de todos los seres y de todo nivel, que estaban involucrados en el Manvantara anterior o corriente evolutiva desde donde fluye la nuestra"./"Y como esas entidades incluyen a los Señores del Poder y Humanos Santos, así como a débiles y malvados, el período de duración para la Tierra es mayor que el de cualquier individuo o raza sobre ella"./"Debido a que el Karma de esta Tierra y sus razas comenzaron en un tiempo extremadamente antiguo para ser alcanzado por mentes humanas, una investigación sobre su origen es inútil e infructuosa".

En muchas personas prevalece una visión estrecha de la Ley kármica, en el sentido de que su funcionamiento se limita al humano sólo como individuo, y también en un sentido fatalista. Si constituye un precepto moral y universalmente operativo, entonces debemos ser capaces de rastrear su labor en la totalidad del Ser Universal y Aquél de nuestra especie, en todos los planos y estados atañentes a la gradación septenaria del Cosmos, desde el espíritu hasta la materia. Esto se afirma claramente en el "Bhagavad-Gita" (VIII-16): "Todos los mundos hasta el de Brahma están supeditados a renacer una y otra vez", y se debe a que el Universo no es una "concurrencia fortuita" de átomos y "fuerzas ciegas carentes de diseño o propósito", sino una conciencia encarnada que incluye seres vivos e inteligentes y en evolución, pertenecientes a todo nivel de desarrollo, desde un átomo de polvo mineral hasta los reinos inferiores de la naturaleza -respecto al ser humano- y de allí al Dhyani Buda celestial y perfecto en la escala incesante de progreso, hacia el gran objetivo de la perfección divina universal. Esta odisea de los seres está gobernada por el Karma, la Ley de todas las leyes.

La evolución de individuos, naciones, razas y mundos procede sistemáticamente en ciclos gobernados por la mencionada Ley y mediante la aparición y caída de civilizaciones, el nacimiento y muerte de particulares y países, alternancia de actividad y descanso o al crear, destruir y recrear sistemas planetarios. Los ciclos y el Karma son inseparables, pero aquél de los seres es la causante que produce los ciclos del tiempo. La Ley opera en toda entidad, ya sea elevada o pedánea, sobre los planos espiritual, psíquico y material.

El tercer capítulo del "Bhagavad-Gita" enseña que nadie alguna vez descansa ni un momento en inactividad, y todos los seres obran de acuerdo a su naturaleza adquirida por su propio Karma, determinado por la calidad de sus emanaciones mentales y hechos. Esto se aprecia al notar que no existen dos personas que respondan a la misma situación de igual manera. El pensamiento subyace a cada obra; es más, el primero de ellos en sí ES actividad, que crea una impresión en la naturaleza del pensador. La ley cíclica sobre el retorno de dichas improntas le devuelve la "marca" que lo impulsa a repetir el acto, lo que a su vez se convierte en un hábito que forma el personaje y configura su destino.

[N.del T.: Conviene recordar aquí un excelente adagio indio:

Siembras un pensamiento y cosechas una acción.
Siembras una acción y tienes una reacción.
Cultivas una reacción y cosechas un hábito.
Estimulas un hábito y obtienes una característica.
Siembras una característica, y cosechas un DESTINO"].

Así, mediante nuestras obras elaboramos ciclos, haciendo o deshaciendo el carácter, avance o retroceso. La Ley universalmente operativa se aplica igualmente a nuestras familias, la nación o raza constituida por tales grupos y la humanidad formada por pueblos y etnias que componen el mundo en general. Nuestra Tierra con sus siete principios -análogos a aquéllos del ser humano y el Cosmos- conforma una corriente evolutiva para seres de todo nivel, incluido el humano, y relacionados específicamente con ella; de manera similar, otros globos en el espacio son escenario de crecimiento para entes y otras "humanidades" afines con dichas esferas. El Karma colectivo de todos los seres involucrados en esta corriente de progresión es el Karma de la Tierra; por lo tanto, ella no es un mero bulto de materia burda, sino una entidad viviente o agregado de seres en cualquier fase de desarrollo, y todos ellos se encaminan a etapas más elevadas por ciclos más pequeños o grandes, producidos por su acción colectiva. Esto es lo que Platón quiso decir cuando llamaba "animal" a nuestro planeta.

Los pensamientos y las acciones de un individuo y los resultados morales, mentales, espirituales y físicos que engendran esos actos -que él mismo se ve obligado a experimentar como placer y dolor merecidos con justicia- no se limitan únicamente al autor, sino que inciden para bien o mal en la familia, raza, nación y la Tierra misma en su conjunto, debido a la Unidad Esencial de todos los seres y la norma de causalidad universal. De este modo, el Karma singular ejerce un efecto distributivo que afecta a todos, y la sumatoria de ese Karma se convierte en aquél del planeta. Cada humano comparte el Karma nacional al que corresponde, así como el de la especie. En esta profunda aserción comprendemos la gran responsabilidad de toda persona, en el sentido de que con su actuar puede posponer o facilitar el progreso superior de todos.

Así, las unidades familiares humanas -que constituyen naciones y razas- generan Karma nacional a través de pensamientos y hechos, y el conjunto del Karma internacional inflige consecuencias a escala planetaria, estableciendo ciclos de ascenso o declive civilizatorios, evolucionando gradualmente hacia niveles superiores mediante la asimilación de experiencias provocadas por la justicia kármica retributiva.

Como la Tierra incluye entidades inferiores a nosotros -en los diversos reinos naturales-, los propios humanos y otros seres altamente progresados, ella siempre tendrá en su corriente una jerarquía de "Señores del Poder", "beatos", "Adeptos de la Buena Ley" e individuos benéficos y nobles, así como personas débiles y malvadas, y también varios seres visibles e invisibles no evolucionados respecto al hombre. Éstos últimos avanzan con ayuda humana, el Manasa o Pensador que está a la cabeza de los ámbitos inferiores. Los individuos adelantados en las etapas de desarrollo suprahumano son Adeptos, Jivanmuktas y una vasta jerarquía de Dhyan-Chohans ["Señores de la Luz"] quienes, habiéndose convertido en colaboradores de la Naturaleza, participan de forma oculta en el gobierno y evolución de mundos y descienden a la Tierra como Grandes Maestros, Guías y Avatares de acuerdo con la ley cíclica para inducir reformas y enseñar la nota clave del verdadero conocimiento, impulsando así la evolución superior de la humanidad.

Así como atravesamos el ciclo de llegada al mundo, crecimiento, decadencia y óbito, seguido por un descanso recuperatorio post-mortem y la asimilación de experiencias esenciales en el reino espiritual de Devachán -con el ulterior renacimiento en otra vida terrena-, así también sucede con todo, incluyendo cada criatura y pensamiento, país, civilización, la Tierra, el Sistema Solar y más allá; todo ciclo más pequeño ejecuta su trayecto espiral al interior de una etapa más grande. Y en la misma forma que acontece con nuestro planeta, igualmente la vida, el carácter, el progreso y la etapa de desarrollo en cada persona durante todas sus existencias terrenas es el resultado preciso y equitativo de sus cogitaciones y hechos vitales pretéritos.

El lapso de vida para la Cadena Terrestre (esto es, el planeta con otros seis globos compañeros de materia más fina y sutil, todos en coadunación entre sí) se denomina Manvantara, que significa el intervalo (antara) entre dos Manus (prototipo espiritual de la humanidad a ser evolucionado). La Tierra con todos sus seres progresan en siete grandes rondas o Manvantaras, y por ende todo ese ciclo tiene lugar entre catorce Manus, al final de los cuales la especie adquiere perfección. Nuestro orbe es reencarnación de una serie anterior, la Lunar, con sus humanidades y seres que ya se extinguieron. Al concluir esas siete rondas, toda la prole de entidades muertas en una esfera y liberadas de cuerpos burdos y sutiles, ingresan en un período de reposo con objeto de asimilar las vivencias colectivas de todos los seres de cualquier nivel evolutivo, de modo análogo al Devachán del alma humana.

Entonces, el Karma del astro donde moramos es resultante del Karma colectivo de todas las entidades englobadas en la "Tierra" anterior que terminó en disolución o Pralaya. Por esto, el renacimiento de mundos es necesario pues permanece sin agotar cierta cantidad kármica del planeta muerto, lo que se resolverá en su próxima encarnación dispuesta por la Ley. Algunos seres perfeccionados ingresan a la bienaventuranza del Nirvana -que dura hasta la "Edad de Brahma"-, los cuales permanecen en felicidad inefable y separados de todas las preocupaciones con entes de menor avance; otros renuncian a ese gozo y "quedan atrás" -aunque emancipados cuando surge la nueva cadena terrestre con sus habitantes- y se les conoce como Nirmanakayas, quienes colaboran en el desarrollo y la perfección de los semejantes que luchan por zafarse de las ilusiones materiales.

Los mundos están construidos "a semejanza de ruedas más antiguas", es decir, las que existían en el Manvantara anterior y entraron en Pralaya, porque la Ley es ÚNICA para la génesis, el crecimiento y la descomposición de todo en el Kosmos, desde el Sol hasta la luciérnaga en el césped. Es un trabajo eterno de perfección con cada nueva nascencia, pero la Materia Sustancial y las Fuerzas son todas una y la misma (véase "La Doctrina Secreta", vol 1, p. 144-145).

Muchos investigadores reflexivos se preguntan cuándo se originó y terminará la evolución terrestre mediante sus ciclos de renacimiento, encaminados hacia una mejora gradual cada vez que eclosionan. La Teosofía enseña que este avance por fases reencarnatorias no tiene comienzo ni final, porque el Universo infinito no alberga un término para ello. En el espacio inconmensurable hay posibilidades y perfección eternas: “La Doctrina Secreta enseña el desarrollo progresivo de todo, tanto en mundos como átomos; y este magnífico curso no tiene principio ni fin imaginables. Nuestro 'Universo' es sólo uno entre un número infinito de otros, todos ellos 'Hijos de la Necesidad' y constituyen eslabones en la gran Cadena Cósmica de Universos, cada uno en relación de efecto por lo que respecta a su predecesor, y siendo causas respecto al siguiente" (DS, I, 43).

("The Theosophical Movement", noviembre 2019). 

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (5 de 19)


Aforismos 7 y 8: "En su naturaleza esencial, Karma es desconocido e incognoscible para todas las otras personas"./“Sin embargo, su actuar puede conocerse por cálculo de causa a efecto, y dicha estimación es posible porque el resultado está contenido en su origen y no es consecutivo a éste último".

Para las masas sin conocimiento sobre la última división del tiempo, o el vínculo de éste con Karma -cuyo significado se vio al abordar el Aforismo 6-, la Ley se entiende sólo como la generación de cierto efecto por una causa o grupo de causantes, y como explicamos anteriormente, el carácter fundamental del fenómeno escapa a una persona normal.

Karma implica el poder de actuar; es también toda obra y su resultante, conocible a través de observación y experiencia, siendo éste el único aspecto de la Ley con que está familiarizada la mayoría de nosotros. Estas acciones y reacciones se supeditan al tiempo, comprendiendo así las ideas de "pasado", "presente" y "futuro". Un individuo que puede descansar en la Conciencia Absoluta o su naturaleza divina, adquiere una visión ilimitada y contempla esas tres divisiones como un continuo. Lo que llamamos "porvenir" surge del momento pretérito y el actual, y es constante con ellos. Entre pasado y futuro existe cambio y causalidad permanentes, y ese flujo es intrínseco al Ego [Manas] que produce la causa y percibe su resultado. Asimismo, sin esa totalidad de motivos no podríamos anticipar el futuro.

Correspondiente a las mencionadas divisiones cronológicas, la acción o Karma también se distingue en tres clases: a) Sanchita Karma, o lo que se almacena del pasado y no está funcionando ahora al no existir entorno o condición adecuados para ponerlo en marcha; b) Agami, o el Karma que creamos en la vida presente y será recibido durante vidas futuras; está generado por nuestros pensamientos, emociones, palabras y hechos cotidianos, y c) Prarabdha o aspecto kármico con el que uno nace, y cuyo campo está listo para ser precipitado; opera en la vida y el cuerpo presentes provocando todas las circunstancias y cambios. Así, el "destino" es Karma que ha madurado, de modo que su expresión no puede ser evitada ni pospuesta. Esos tres tipos de actos son producidos por el Ego -e intrínsecos a éste-, y en virtud de ello están interrelacionados para una cadena de causa y efecto.

La relación entre origen y desenlace no siempre es evidente, porque hay Karma rápido y lento. Como ejemplo del primer caso, a veces una planta brota durante la noche a partir de su semilla, y luego sabemos cuál fue el factor primigenio y su efecto; para la segunda circunstancia, esa causal espera varios años para florecer, pero así lo hace de todos modos porque Karma nunca se detiene. El libro "La Luz de Asia" consigna: “No conoce ira ni perdón; con absoluta fidelidad, sus medidas son exactas y se impone su equilibrio infalible; los tiempos representan la nada misma, porque juzgará mañana o luego de muchos días".

Si comemos alimentos rancios sufriremos indigestión, lo cual puede suceder durante la misma jornada o la siguiente. Una persona que se fuma de modo compulsivo o ingiere tabaco procesado puede experimentar cáncer bucal o pulmonar en la vejez. Análogamente, algunas acciones no dan fruto en esta vida, sino sólo después de muchas encarnaciones. Es posible que yoguis y seres avanzados -o incluso astrólogos genuinos e intuitivos- puedan predecir un evento definido, pues el observador capaz de fijar la atención en su Ego Divino se desprende de la vista panorámica de la naturaleza y deviene consciente del karma pretérito y venidero, porque el efecto está implicado en la causa. Un yogui conoce la última división del tiempo y el intrincado funcionamiento de Karma, y no considera a aquél bajo la triple parcelación convencional, sino como un continuo o eterno presente: "Quien sepa cuál es la última división del tiempo en este Universo, conocerá el Karma".

Por ejemplo, un buen médico puede determinar la fecha de parto aproximada para una paciente, toda vez que conozca el momento de la concepción. Un niño en una clase de matemáticas es capaz de completar un semicírculo cuando especifica cuál es el centro y radio de la figura. El engendramiento del futuro hijo en el útero se inicia con un momento que, sumado a otros instantes, marca las etapas de su desarrollo en el vientre materno hasta culminar su periodo de nueve meses. Tras la llegada al mundo de esa criatura, comienza la serie de etapas posteriores en meses y años que marcan los grados de crecimiento infantil, su madurez hasta la edad adulta, la vejez y terminan con el deceso, todos ellos frutos de su Karma pasado en cuanto cambios cíclicos y vicisitudes experimentadas por el alma. Si se define la posición relativa de los planetas y la constelación zodiacal con respecto al nacimiento, un astrólogo podrá anticipar con mayor o menor precisión el efecto de las influencias celestiales en la vida futura del individuo, sus tendencias y carácter, que también son productos de su karma pasado. Lo mismo vale para un país, una civilización, la Tierra, el Sistema Solar y así sucesivamente.

Cuando las causas son claras, sin posibilidad de cambiarlas mediante ejercicio del libre albedrío y el efecto está incluido en su origen, un ser avanzado puede vaticinar con precisión un acontecimiento venidero con ayuda de la Luz Astral, el registro invisible de la naturaleza. William Judge escribe en "El Océano de la Teosofía" (p. 150): “En la Luz Astral desfilan imágenes de todas las cosas que le sucedieron a cualquier persona, y también de aquellos eventos por ocurrir, cuyas causas están suficientemente bien establecidas y marcadas. Si éstas aún permanecen indefinidas, también lo serán las imágenes para el futuro”.

Debemos notar especialmente el hecho de que sólo aquellos resultados cuya génesis está "suficientemente bien establecida y marcada" pueden anunciarse con certeza y en el momento puntual. Estas simientes son susceptibles de clasificarse como "prarabdha karma", para cuya operación o precipitación están listos su medioambiente y época. A la vez, representa una causa kármica tan fuerte y abrumadora que su acción no puede ser contrarrestada por otro karma. También leemos en el Aforismo 23 del libro por Patanjali que un yogui, al realizar la concentración con respecto a dos tipos de obras -las realizadas anticipando consecuencias y aquellas sin predecir- tiene conocimiento sobre el tiempo de su muerte. Judge explica que un asceta tiene la facultad de calcular correctamente la duración exacta de su vida al computar el efecto en su cuerpo de las acciones presentes y sus encarnaciones anteriores, y realizando además una contemplación de todos esos eventos.

La relación entre Karma y Tiempo se expresa mejor con el término "ciclos". Dichos periodos no son diferentes a la Ley, y sólo son la forma de marcar el tiempo de causa-efecto, acción y reacción. Se nos da el ejemplo de un reloj para comprender este concepto. El karma es como el resorte principal del aparato que hace funcionar todos los engranajes, y los ciclos se simbolizan por las manecillas móviles que señalan horas, minutos o segundos en la periferia del reloj. Los ciclos señalan el momento de recibir el efecto del karma maduro; por lo tanto, el karma rápido puede considerarse como un pequeño ciclo o una espiral de causa-efecto, y el de tipo lento implica una fase prolongada o más grande de origen y consecuencia.

Aquéllos que comprenden el Karma entienden los límites del tiempo y viceversa, pero los mortales que no asimilan el funcionamiento de las causantes tampoco acceden a dicho conocimiento. Sin embargo y como aconseja Robert Crosbie, no es necesario que lo tengamos, pues afortunadamente un velo semeja dividir nuestro presente del pasado, e impide que miremos hacia atrás para rastrear el efecto hasta su (s) causa (s). Si pudiéramos conocer a las personas que nos hicieron daño de alguna manera o fueron responsables de algo al obligarnos a actuar de esta o aquella forma -incluso de modo indirecto-, estaríamos ocupados arreglando cuentas con ellas; también habría casos donde, aún si se supiera el motivo, encontraríamos que la reacción o las consecuencias kármicas fueron demasiado graves para un origen insignificante. Por lo tanto, hasta que no hayamos alcanzado una determinada etapa de desarrollo espiritual, la Ley misericordiosa nos oculta el pasado.

Es útil preguntarse qué hacemos aún si identificáramos la causa. ¿Comenzamos siempre y de inmediato a tomar medidas correctivas? Casi nunca, pues preferimos lidiar con el efecto manteniendo intacto su origen. Si comer en exceso causa dolor de estómago, en lugar de practicar moderación al comer, ¡tomaríamos una pastilla medicinal! En cuanto a saber de antemano el momento preciso en que recibiremos una consecuencia, Crosbie aclara: “Si ahora supiéramos con certeza cuándo vendrá el rebote de una acción, probablemente invertiríamos todo nuestro tiempo a pensar qué podemos hacer para esquivarlo, mejorarlo o enmendar las condiciones adecuadas para percibir dicho resultado. Hay que afrontar cualquier cosa y todo exactamente como viene (...) Cuidar cada momento y hora como surjan, sin temer ni dudar de nada, con plena confianza en la Ley de nuestra propia naturaleza" y tratar de solucionar ese karma ("Answers to Questions on The Ocean of Theosophy", p. 156).

Por lo tanto, sólamente se enseña "el discernimiento infalible de Phala o los frutos de causas producidas" a un individuo que está listo para ser aceptado como chela (discípulo). En este caso puede investigar el efecto hasta su génesis y saber qué produjo una condición actual. La literatura religiosa hindú cuenta que el rey Dilip, antepasado de Rama, no tenía hijos y cuando preguntó la razón de ello al sabio Vasishtha, éste sólo cerró los ojos y vio el pasado, presente y futuro, decretando que la situación del regente provenía por haber insultado a la vaca Kamadhenu en una vida anterior. Para paliar los efectos nocivos de la maldición, aconsejó al rey que adorara a la vaca divina Nandini, hija de Kamadhenu, y así ganarse su buena voluntad. En una etapa aún más elevada, los sabios y rishis tienen la facultad no sólo de vincular un efecto con su causa, sino también predecir el desenlace del obrar presente pues el primero va implícito en el segundo. Por ello se afirma que estos Grandes Seres tienen el conocimiento de la última división del tiempo o sus ciclos.

("The Theosophical Movement", octubre 2019).