23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (10 de 19)


Aforismos 14, 15 y 16: "En la vida de mundos, razas, naciones e individuos, el Karma no puede actuar a menos que exista un instrumento apropiado"./"Y hasta que se encuentre dicho medio, ese Karma relacionado con él permanece sin agotar"./“Mientras un individuo experimenta Karma en el instrumento provisto, su karma sin terminar no se extingue mediante otros seres o medios, sino que es conservado para operaciones futuras, y el lapso en que no se distingue ninguna operación de ese Karma no causa ningún deterioro en su vigor o naturaleza".

Por lo común, las personas se identifican con el cuerpo [o ambiente] cuando hablan en primera persona. La cobertura física, el nombre, el género, las características propias o modos de urbanidad son rasgos generales por los que se nos conoce en la vida social. El Ser Humano Real -Ego reencarnante e imperecedero o Alma Peregrina- utiliza el cuerpo como instrumento. Los sentidos u órganos de percepción o acción y el intelecto corriente son vehículos desarrollados por el Ego para entrar en contacto con la naturaleza y experimentar la vida en todos los planos y niveles de conciencia, mediante ciclos reencarnatorios incitados y regidos por la Ley de Causalidad Ética. Dos poderes que impulsan este progreso humano hacia la perfección son: a) el que procede del Espíritu Supremo y por tanto inherente a la naturaleza esencial de las almas, lo cual hace que los Egos evolucionen y asuman los implementos necesarios para su experiencia; y b) la fuerza creativa y ciega del principio de Kama -pasiones y deseos- del yo inferior o personal ("La Doctrina Secreta", II, 109-10).

Este "yo personal" es el que piensa y actúa desde una base egoísta e ignorante sobre la verdadera naturaleza del Ser, induciendo causas y obligando al Ego a recibir los efectos. Cosechamos resultantes kármicas de nuestros actos en la vida encarnada/terrenal, los estados de conciencia posteriores a la muerte y en futuros nacimientos. Las fases post-mortem referentes a la existencia incorpórea del Ego corresponden al mundo de los efectos, y la vida mundanal de pensamientos y obras es el ámbito de las causales. La energía de ideación emitida durante la estancia física permite que el Ego entre en Devachán luego de completarse la muerte del cuerpo, y aquél es atraído de regreso a otra vida terrestre cuyas situaciones están definidas por su Karma previo. El cuerpo, la mente elevada, el intelecto, su naturaleza psíquica, las propensiones o cualidades morales, el carácter, la ascendencia, la nacionalidad y sus circunstancias vitales -en cada renacimiento y detalle- no son "factores azarosos" en ningún sentido, porque todos esos aspectos y la personalidad con que nacemos constituyen herramientas producidas por el karma pasado del Ego que ahora lo rodea e influencia, en el cual y por su intermedio experimenta los resultados buenos y malos de sus hechos precedentes, y piensa u obra en consecuencia generando más Karma que también dará frutos en el porvenir.

En cualquier encarnación mundana sólo agotamos una pequeña parte del vasto depósito kármico y reunido de innumerables vidas pasadas. En éstas, los instrumentos que adquiere el Ego son apropiados para su "adeudo" particular que opera en esa vida, y el resto de dicha provisión que queda sin extinguir se conserva hasta otra existencia cuando haya un nuevo medio conveniente para manifestarse. Patanjali describe el "karma almacenado" como "depósitos mentales" (Sanchita) y concebidos por nuestros pensamientos, actos y emociones en la vida presente u otras previas, cuyos efectos se perciben cuando surge el tipo correcto y necesario de estructura, constitución y entorno corporal o mental para ponerlos en funcionamiento. Por ejemplo, mientras alguien esté en un cuerpo masculino no sabrá qué es la maternidad, y tampoco puede experimentarse pobreza mientras no termine el karma que trae la fortuna. Podemos tener reservado una skandha de adicción a drogas y alcohol, pero se mantiene "suspendida" hasta finalizar otro tipo de Karma. En ocasiones el "fardo" del Ego es lo suficientemente fuerte para hacer que nazca en una familia determinada, pero luego opera un nuevo karma donde el niño es adoptado por padres ricos y por lo tanto es "arrojado" a un entorno diferente.

Del mismo modo, es factible que el karma meritorio a través de hechos caritativos no produzca secuelas ni en esta encarnación ni la próxima, e incluso no se concreten hasta un futuro lejano; así también, en una existencia alguien puede llegar a un punto donde comienza a funcionar Karma no agotado y una vez que todas las causas anteriores estén resueltas. William Judge menciona dos ejemplos sobre cambios repentinos de fortuna: el ingeniero francés Lesseps, quien alcanzó gloria y muchos logros durante años con la construcción del Canal de Suez y sufrió pérdida de reputación mientras trabajaba en el estrecho de Panamá; y la gran fama alcanzada por Napoleón I para luego caer de su sitial y morir en exilio y desgracia.

El vigor del karma almacenado no se volverá más fuerte ni débil con el paso del tiempo. Es importante notar que Sanchita se considera como la suma de todas nuestras deudas kármicas, a modo de combinación entre "crédito" y "débito". Sin embargo, en nuestra "cuenta bancaria" ambos ítemes -buen y mal Karma respectivamente- se mantienen por separado y nunca pueden anularse de forma automática; el Ego debe afrontar las consecuencias de cada categoría y mediante los instrumentos adecuados, por cuanto pareciera ser que las génesis kármicas buenas y malas se anulan entre sí sólo en el momento de la precipitación. Si vemos Sanchita como saetas en la aljaba de un arquero, es fácil entender que mientras no se disparen tampoco habrá contrarrestación mutua para ellas. Por lo tanto, cuando decimos que puede mitigarse el karma "acopiado" a través de plegarias, meditación o servicio altruista, podríamos considerarlos como medios para crear buen karma. La única forma de neutralizar el "débito" es implementar hechos benévolos y rectos; si incurrimos en mentiras, robos o cotilleos es menester crear causas opuestas por resolución de esos equívocos y aprender a no repetirlos. El verdadero arrepentimiento debe conducir a una transformación interior con miras a sembrar nuevas simientes que aminoren conclusiones indeseables por motivos precedentes. Lo que experimentamos es el resultado total de karma antiguo/malo y nuevo/bueno en un plano definido, ya sea físico, psíquico o intelectual.

En el Aforismo 16 se encuentra la explicación al "contrasentido" donde a veces los sujetos íntegros y justos sufren desventajas, y aquéllos de condición opuesta son "bendecidos" con lo que a "juicio" de otros son cosas o personas "codiciados": “Incluso un malhechor está contento mientras su delito no haya madurado, pero cuando la ruindad está en sazón, aquél encuentra su propio mal. Quizás un buen individuo se aflige mientras sus buenas acciones no maduran, pero cuando esas obras toman color, él recibe lo bueno que le corresponde" (Dhammapada, versos 119-120).

Sabemos que la muerte separa a quienes tenían una relación amorosa, pero la afinidad magnética producida en la vida anterior los unirá de nuevo, ya sea en la próxima estadía terrenal u otras subsiguientes, cuando su Karma individual genere las condiciones justas para renacer en un momento y lugar apropiados, renovando así el vínculo pretérito. De igual manera, las antipatías que podemos tener hacia otros en forma de desagrado, odio, falta de caridad, etc., continúan como fuerzas latentes inclusive tras el fallecimiento. Entonces, en alguna vida futura las partes se encontrarán cuando la vieja enemistad se imponga instantáneamente y perjudique a ambas. Si en el intervalo una de ellas ha cambiado de actitud y aprendió a ser caritativa y perdonadora, todavía esos sujetos perciben el antiguo conflicto y quien posea esa nueva perspectiva se esfuerza por superar el rencor con caridad y amor hacia el adversario, y así trata de mitigar los efectos nocivos del mal karma. En nuestra odisea mundana todo tipo de eventos, circunstancias, relaciones, fortunas fluctuantes, dolores, tristezas, etc., son cosechas de siembras anteriores por el individuo en cuestión.

La Ley funciona sobre naciones, razas y la vida personal; así, un pueblo está conformado por unidades con carácter y tendencias análogas. El agregado kármico individual se convierte en aquél del país, y el Karma colectivo de regiones y etnias deviene una influencia planetaria. Las relaciones hostiles que conducen a guerras se deben al karma común de los implicados, y al igual que las personas, cada patria y grupo racial nace, progresa y muere. Los Egos que constituyen esas multitudes regresan por la Ley kármica y cíclica con objeto de formar nuevos pueblos y civilizaciones sobre la base del conocimiento colectivo, el carácter y las experiencias asimilados del ayer. Las viejas rencillas y amistades entran en juego cuando se unen y están fuertemente influenciadas por aquellos factores, para bien o mal.

Cuando en la Tierra termina el escenario evolutivo para una humanidad, ésta muere y se desintegra, cuyos Egos obtienen un estado espiritual análogo a Devachán para absorber las vivencias y la sabiduría grupales que se hayan acopiado. Al final de este proceso -tan largo como fue la manifestación- se crea una nueva "Tierra" en el espacio -aunque tiene lugar en otro plano superior- por el poder constructivo e inteligente de Ideación Cósmica (Fohat) y de acuerdo con el plan de la Mente Universal: “Los construye a semejanza de las Ruedas (mundos) más antiguas, colocándolas en centros imperecederos” (DS, I, 144). Cuando un planeta llega a su fin destinado, siempre queda un remanente considerable de karma colectivo y sin calibrar de todos los entes conectados con dicho sistema; así, el almacén kármico sin agotar será la causa evolutiva para un nuevo astro similar al antiguo. Todos los seres involucrados en el esquema ya extinto -excepto aquellos Egos que alcanzaron perfección y entraron en Nirvana- volverán a ciclos reencarnatorios en la nueva "Tierra" para resolver los efectos kármicos generados previamente. La inmensidad de tiempo entre el final de un mundo y el resurgimiento de otro por la Ley no causa ninguna variación en el Karma retenido y sin marchitar, tanto individual como colectivo.

("The Theosophical Movement", marzo 2020).