Una lectura cuidadosa de lo anterior revela ciertos aspectos importantes y sutiles sobre el trabajo de la Ley: a) Karma no es un "fatalismo ciego" al que "debemos someternos pasivamente"; b) los destinos que comandan la vida personal y aquélla de un pueblo son generados por los propios individuos, y no constituye el mandato arbitrario de un "Dios extra-cósmico"; c) está en poder de la persona no sólo mitigar en mayor o menor medida las resultantes indeseables de sus acciones pasadas, sino incluso anularlas instituyendo un acto contrario y apropiado, mediante pensamientos y obras presentes con inteligencia y comprensión de la Ley o a través de hechos y reflexiones ajenos; y d) no se trata de que "toda causa antropogénica resulta en secuelas con el mismo detalle secuencial como fueron producidos por primera vez en la vida anterior", sino que los eventos -a su vez como productos- siguen el equilibrio de varios tipos de orígenes kármicos, gatillados por el Ego en muchas existencias anteriores que pueden fructificar a través del cuerpo adquirido.
Cada evento y hasta el más mínimo -como una idea pasajera, la impresión ejercida en nuestra mente por otro, lo que experimentamos al escuchar o leer las palabras pronunciadas por alguien, etc.- está influenciado por efectos de nuestro karma anterior debido a pensamientos, emociones y hechos en relación con y afectando a otros, ya sea en la actualidad o una época pasada. Si reconocemos la verdad de este predicado, entonces tenemos un grado sustancial de libertad respecto a cómo reaccionamos a los eventos. Podemos olvidarlos como si no tuvieran ningún valor ni consecuencia, dejarnos influenciar indiscriminadamente por ellos y actuar de conformidad, o examinar el valor de las impresiones recibidas y decidir el curso de acción que parece más apropiado, tomando en cuenta que las ideas y obras de hoy tienen consecuencias que debemos enfrentar. Conforme elegimos y actuamos, se crea nuevo Karma en el presente que se materializará hacia el futuro, ya sea en ésta u otra encarnación subsiguiente. No existe tal cosa como "casualidad" o "accidente" en nuestras vidas, sino sólo experiencias que nos llegan como resultantes generadas anteriormente en una serie concatenada.
La única forma en que alguien puede anular un mal karma es poniendo en marcha otro correcto o bueno. Si uno se equivoca al mentir, robar o murmurar, debe establecer buenas causas para resolver dichos errores y abstenerse de repetirlos. El verdadero arrepentimiento conduce a una transformación interior, y de esa forma se plantan nuevas simientes que puedan contrarrestar o mitigar efectos perjudiciales por génesis previas. Lo que experimentamos es la suma total del karma viejo y malo, y otro nuevo y constructivo.
Existe una fórmula llamada "paralelógramo de fuerzas", donde la causa buena y mala pueden contrapesar sus efectos mutuos parcial o completamente, y al final recibimos su síntesis. También está la "doctrina de anulación kármica", pues según una célebre norma científica dos fuerzas iguales y opuestas conducen al equilibrio. William Judge consigna: “Así, una persona puede tener en su 'cuenta kármica' una causa muy desagradable, y al mismo tiempo otra de carácter contrario. Si ambas se juntan y expresan al mismo tiempo, pueden neutralizarse entre sí de modo que ninguna sea palpable y el balance deviene el equivalente de ambas".
¿Qué determina que una causa placentera se precipite al mismo tiempo que otra aciaga? El concepto de "resistencia kármica" se refiere al fruto del buen karma previo y altruista que ha madurado. El "sazonamiento" de éste se halla sujeto a la reserva de pensamientos magnánimos en el hoy; por lo tanto, una persona espiritualmente avanzada puede poseerlos en inmensa cantidad. Sin embargo, si durante alguna crisis no hay número suficiente de ellos en el presente para madurar buen karma previo, entonces es posible que ese individuo se quede sin una resistencia oportuna: “Son pocos los que ya acumularon suficiente cantidad de karma filantrópico, y menos aún aquéllos que tienen el grado requerido de naturaleza caritativa y espiritual durante el período de prueba [para el discípulo teosófico]" (ULT Pamphlet n° 34, p. 13).
Otra forma de entender la mitigación kármica es reflexionar en este postulado: "Cuando se aprenden las lecciones de vida, la necesidad termina". Incluso si la reserva de karma perjudicial no se anula por completo y hemos evolucionado espiritual y moralmente, al momento de precipitarse aquél podemos dar una respuesta correcta frente las circunstancias o los individuos que salen al paso como resultante de ese Karma.
Entre las muchas enfermedades que padecemos, algunas tienen naturaleza hipocondríaca y se originan por una imaginación enfermiza, la cual es un patrón asumido por pensamientos oscuros y habituales. Ninguna medicina ayuda a paliar trastornos de esta clase, pero una vez que el paciente reconoce la causa en su actitud y modo de pensar, si aparta su mente del cuerpo y yo personal/efímero, desviando su atención y cogitaciones con un esfuerzo deliberado hacia objetivos e intereses impersonales y se dedica a actividades benévolas, entonces se amortigua la génesis del problema para restaurar la salud, pues el cuerpo tiene la capacidad innata de autocurarse si se aborda dicha influencia mental.
La depresión es una patología mental común en nuestro tiempo, la cual nuevamente constituye un efecto de hábitos antiguos al vivir en el lado oscuro de la vida y con disposición pesimista. Quienes padecen este problema lo empeoran con el uso de medicamentos antidepresivos; sin embargo, la verdadera solución es transmutar el pesimismo hacia una conducta optimista [basada principalmente en la práctica de valores espirituales/éticos y no en ilusiones materialistas y decadentes] y cultivar el hábito de apreciar cosas y momentos [desde la postura ya aludida] con un esfuerzo deliberado cada vez que se repite el ataque periódico de depresión. Si la estrategia es persistente, la tristeza se debilita paso a paso por el poder contrarrestante del estado mental opuesto que se crea, y finalmente el problema se mitiga.
La aplicación más importante del Aforismo 13 está en la vida moral, y tiene relación directa con nuestro carácter, la verdadera felicidad y el progreso espiritual. Jesús consignó claramente: “Han oído que se dijo: 'Amarás a tu prójimo y aborrecerás al enemigo'; pero yo les digo: 'Amen a vuestros adversarios, bendigan a quienes les maldicen, hagan bien a los que les odian y oren por ésos que les desprecian y persiguen" (Mateo, V, 43-44) [1]. En general no se reconoce el valor práctico de este profundo mandato ético, y por lo común la gente incuba resentimientos hacia agentes de daño. Pero quien conoce la Ley está consciente de que el perjuicio proveniente de otro se debe a la mala cosecha por aquél en un momento o una existencia previos, y su adversario es el medio a través del cual le fue impuesta la justicia retributiva y el receptor de hoy no podría haber sido sancionado de otra manera. Por lo tanto, con un conocimiento superior éste último no abrigará sentimientos o ideas de mala voluntad o venganza, sino fomentará en sí actitudes clementes hacia el contrincante y le hará algo bueno a cambio; incluso ofrecerá gratitud por brindarle la chance de poner en práctica las virtudes del perdón y la caridad, porque ése es el camino de la evolución superior humana.
([1] Comentario del administrador: Agreguemos también que el idealismo excesivo y sin fundamento práctico es un mal consejero. Hay muchos ejemplos reales y comunes que los lectores ya podrán ofrecer como cuestionamiento válido: la muerte violenta de un antisocial por alguien que recurre a legítima defensa acreditada (según las normas pertinentes), el combate armado contra el terrorismo para salvar otras vidas o casos similares. Pero recordemos lo visto hace unos instantes:
"(...) está en poder de la persona no sólo mitigar en mayor o menor medida las resultantes indeseables de sus acciones pasadas, sino incluso anularlas instituyendo un acto contrario y apropiado, mediante pensamientos y obras presentes con inteligencia y comprensión de la Ley o a través de hechos y reflexiones ajenos".
Con esto, pensaríamos en la posibilidad de concebir armas de defensa no letales (p. ej., utilizando formas de electromagnetismo). ¿Y qué han propuesto los "marionetistas sagrados" en la institucionalidad científico-política y militar? ¿Piensa usted que invertirán dinero para hacer que esa tecnología sea masificada a la brevedad posible con tal de mejorar el estado de cosas, o seguirán bebiendo de sus retretes ideológicos y bancarios? Y sin mencionar el despilfarro bursátil y aún vigente en proyectos para "colonizar planetas" u otras "soluciones" planteadas por "genios" a nuestra crisis como especie; ¡sólo imagine las vergüencitas que dejaríamos allá afuera! Lo dejo ahí, no más).
Si un individuo piensa y siente sin odio ni revancha respecto del prójimo en todo contexto, esas influencias nunca le llegarán pues como señala el Dhammapada: "No hay mal para el que no lo practica". Quien actúa sobre ese canon ético, practicando buena voluntad hacia todos y especialmente a quienes se hallan maldispuestos hacia él, purifica toda su naturaleza de esta mancha moral y mitiga una serie de Karma retributivo -que por el contrario lo atormentaría- atrayendo influencias benéficas de todas partes. No obstante, tales actos de caridad al resquemor ajeno pueden o no menguar la acción del adversario y depende de la naturaleza y sensibilidad en éste último, pero nos beneficiaremos de nuestra iniciativa generosa. A menudo este obrar tiene un hado favorable sobre los antagonistas, si su propia índole responde a influjos superiores. En tal caso la relación antipática entre las partes se reduce en intensidad y remitiría por completo si se persistiera en el buen camino, convirtiendo así a estas personas en amigas.
El pensamiento es el verdadero plano de acción y un prolífico generador de circunstancias kármicas. La mera actividad corporal tiene poco predominio; por ejemplo, alguien puede sentir mala voluntad inmanifestada hacia otro o inclusive ser "cortés" al mismo tiempo, pero el gesto físico no cuenta. Las ideas, emociones y motivos anidados en el corazón son "padres kármicos fértiles" que unen al Alma. El conjunto de pensamientos atañentes a toda la vida de un individuo - el "misterioso poder de meditación"- y añadido a aquéllos de muchas encarnaciones en un inmenso pasado, constituyen una vasta reserva kármica a elaborarse en muchos ciclos de renacimientos cansinos. Afinidades, antipatías, amores/odios, apegos/aversiones, actitudes u obras de omisión y comisión engendrados con respecto a nuestros semejantes, permanecen todos como "Karma retrasado" y "afinidades sin agotar" en palabras de los Profesores teosóficos. Esos factores laboran en grados y etapas cuando el Ego renace con otros a quienes afectó en el pasado, y es influido por el poder de dichas tendencias que inciden en su vida de diversas maneras: ésta es la causa kármica invisible y subyacente a las vicisitudes de fortuna.
("The Theosophical Movement", enero 2020).