4 de febrero de 2022

La palabra "ego" no es negativa

"Los misterios del EGO consciente o alma humana son enormes"
 (H.P. Blavatsky, "La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 88). 


Una buena parte de las enseñanzas espirituales y populares de hoy ha vilipendiado la palabra "ego" hasta el punto que a muchas personas les resulta extraño y desconcertante ver que este concepto se usa con frecuencia en la literatura teosófica y sin ninguna connotación o crítica negativa.

¿Es "ego" realmente una palabra “mala”? ¿Es verdaderamente obligatorio "deshacernos de nuestro ego", "superarlo" o incluso "destruirlo" como tantos pontifican?

Existen dos aspectos importantes que es necesario comprender respecto a este tema:

(1) La palabra "ego" significa literalmente "yo". No es posible llevar una vida consciente e inteligente en la Tierra sin ningún sentido interno del "yo", independiente de si una persona afirma haberlo "abandonado" o no. Cada uno de nosotros es un "yo" y no hay forma de escapar de este hecho. Nosotros no tenemos un ego, sino que somos un ego. 

(2) Como explica H.P. Blavatsky en “The Theosophical Glossary” (p. 111): “La filosofía esotérica enseña la existencia de dos Egos en el hombre, el mortal o personal, y el Superior, Divino e Impersonal, llamando al primero 'personalidad' y al segundo 'Individualidad' (…). La egoidad significa 'individualidad', nunca 'personalidad', y es lo opuesto al egoísmo, la característica por excelencia del último". 

Con frecuencia, en terminología teosófica el alma o parte reencarnante en nosotros es descrito como Ego, generalmente con una E mayúscula. Se llama "individualidad permanente", el verdadero "Yo" de nuestro ser, y es esa Mente-Entidad individual o Pensador invisible lo que pasa de una vida a otra. Éste es el verdadero pensador, creador, actor y experimentador, y también el que genera y vive el karma.

Esto lo hace a través de su "personalidad presente" que consiste en la mente personal (conciencia cerebral cotidiana) y los vehículos, instrumentos o aspectos inferiores con que debe trabajar este yo personal, es decir, el deseo/naturaleza pasional, la energía vital, el cuerpo astral sutil y la capa externa del cuerpo físico con el que todos estamos tan familiarizados, quizás demasiado.

La individualidad permanente o Ego Reencarnado se llama Manas Superior y la personalidad actual es denominada Manas inferior, que es nueva y diferente en cada encarnación sucesiva y representa nuestra propia progenie kármica, el producto de nuestros pensamientos, palabras y acciones anteriores. "Manas" es la palabra sánscrita para "mente" y según la Teosofía es un principio que adquiere una naturaleza doble cuando encarna.

Ésta última se manifiesta como ego superior y ego inferior. En la filosofía griega antigua se llamaban Nous y Psyche, los elementos noéticos y psíquicos de nuestro ser. Uno de los artículos más profundos y esotéricos de H.P.B. se titula "Psychic and Noetic Action" y trata este asunto de manera muy reveladora.

“Creyendo como hacemos en una serie de nacimientos para el mismo Ego o reencarnación, esta diferencia es el eje fundamental de toda la idea. Usted ve que el 'señor Smith' realmente significa una larga serie de experiencias diarias unidas por el hilo del recuerdo, y forman lo que el sr. Smith llama 'él mismo'. Pero ninguna de estas 'experiencias' es realmente el 'Yo' o el Ego, ni dan al señor Smith el sentimiento de que es él mismo, ya que se olvida de la mayor parte de sus experiencias diarias y producen el sentimiento de Egoidad en él sólo mientras duren. Por tanto, los teósofos distinguimos entre este paquete de 'experiencias' que llamamos la falsa personalidad (por ser tan finita y evanescente) y ese elemento en el hombre al que se debe el sentimiento de 'Yo soy yo'. Es este 'Yo soy yo' que llamamos individualidad verdadera, y decimos que este 'Ego' o individualidad interpreta como un actor muchas partes en el escenario de la vida. Llamemos a cada nueva vida en la Tierra del mismo Ego una noche en el escenario de un teatro. En una presentación, el Ego o actor aparece como 'Macbeth', la siguiente como 'Shylock', la tercera interpretando a 'Romeo', la cuarta como 'Hamlet' o 'Rey Lear' y así sucesivamente hasta que haya recorrido todo el ciclo de encarnaciones. El Ego comienza su peregrinación de vida como un duende, un 'Ariel' o un 'Puck'; también asume el rol de comparsa, soldado, sirviente o forma parte del coro; se eleva entonces a 'partes declamadas' y actúa en roles principales intercalados con partes insignificantes hasta que finalmente se retira del escenario como 'Próspero', el mago" (H.P. Blavatsky, "La Clave de la Teosofía", p. 33-34). 

Como vemos, existe un "elemento en el hombre al que se debe el sentimiento de 'Yo soy yo'", y este aspecto es el componente manásico, el Principio de la Mente dentro del ser humano. Es nuestra alma o individualidad espiritual permanente.

En la entrada para “Individualidad” en las páginas 154-155 de su "Theosophical Glossary", Blavatsky define este término como "uno de los nombres dados en Teosofía y Ocultismo al EGO Superior Humano. Hacemos una distinción entre el Ego inmortal y divino, y el Ego humano mortal que perece. El último o 'personalidad' (ego personal) sobrevive al cadáver sólo por un tiempo en el Kama Loka, mientras que la individualidad prevalece para siempre".

Así queda de manifiesto que el Ego Superior se caracteriza por la Egoidad, en tanto que el inferior se describe por el egoísmo

El sentido del yo es imposible de borrar completamente, pues “la individualidad prevalece para siempre". ¿Y por qué? ¿Cómo puede ser esto? ¿Qué es exactamente esta individualidad o ego, este "yo" interno y superior? El esoterismo oriental arcaico, presentado al mundo en los tiempos modernos bajo el nombre de Teosofía, afirma que es una entidad pura y divina, un "exiliado celestial", un dios o rayo individualizado de la Mente Universal, Manasaputra o "Hijo de la Mente”.

"En su verdadera esencia es PENSAMIENTO (…) individualizado (...) llamado en su pluralidad Manasa putra, 'los Hijos de la mente (Universal)' (…)”. “Manas es un 'principio', y sin embargo es una 'Entidad' e individualidad o Ego. Es un 'Dios' y no obstante está condenado a un ciclo interminable de encarnaciones, por cada una de las cuales se hace responsable y tiene que sufrir (…) el Principio reencarnante o lo que llamamos hombre divino es indestructible a lo largo del ciclo vital; indestructible como Entidad pensante e incluso como forma etérea” (H.P.B., "La Clave de la Teosofía", p. 184, 183, 177). 

Es posible que esto no sea muy agradable para los cuasi-nihilistas entre los buscadores espirituales de hoy que buscan demonizar no sólo la noción de individualidad, sino también el hecho y acto de pensar y el pensamiento. Nos instan: "Destruye tus pensamientos, vé más allá de la mente... abandona el pensamiento... vive en el estado de la no-mente y el no-pensamiento", aparentemente sin darse cuenta de que somos mentes y cogitadores en evolución, porque "mente es un término perfectamente sinónimo con Alma" (H.P.B., "Transactions of the Blavatsky Lodge", p. 29).

Sin embargo, es cierto que debemos destruir los pensamientos y las tendencias habituales, inclinaciones y el egoísmo de nuestra mente inferior. Todos ellos se relacionan con la personalidad más que con la individualidad (mente superior). La Teosofía llama “personalidad individual” a nuestro ego inferior e "individualidad impersonal" al Ego superior, siendo así conceptos que es necesario tomar en cuenta con mucha reflexión. "La conciencia universal del Ego real trasciende un millón de veces a la autoconciencia del Ego personal o falso" ("Transactions", p. 74).

Este Ego Superior existe en su propio plano, el denominado mental superior donde es omnisciente y trasciende en gran medida este ámbito material y el cerebro físico. A través de la práctica espiritual en la autodisciplina, la depuración personal y el desarrollo de la facultad de concentración tanto en la actividad meditativa como en los quehaceres cotidianos, podemos hacer que el cerebro y la mente personal sean más receptivos y abiertos para la influencia e inspiración siempre presentes de nuestro Ego, que en algunos lugares de las enseñanzas se conoce como nuestro "Ego parental" y "alter ego superior".

“Si las personalidades (Manas inferior o mente física) fueran inspiradas e iluminadas únicamente por sus superiores alter egos, habría poco pecado en este mundo. Pero no es así, y al enredarse en las mallas de la Luz Astral se separan cada vez más de sus Egos parentales” (H.P. Blavatsky, “Transactions of the Blavatsky Lodge” p. 66). 

Afortunadamente hay momentos breves, aunque muy infrecuentes, en que la Luz Egoica superior puede brillar como se evidencia en esos casos raros de intuición precisa, premoniciones y cuando habla “la voz de la conciencia”.

El Antahkarana o Antaskarana es un término que "los ocultistas explican (...) como el camino o puente entre Manas Superior e Inferior, el Ego divino y el Alma personal del hombre. Sirve como medio de comunicación entre ambos y transmite desde el Ego Inferior al Superior todas aquellas impresiones y pensamientos personales humanos que, por su naturaleza, pueden ser asimilados y almacenados por la Entidad imperecedera y por tanto hacerse inmortales con ella, siendo éstos los únicos elementos de la Personalidad evanescente que sobreviven a la muerte y al tiempo” (“The Theosophical Glossary”, p. 23). 

Muchos estudiantes de Teosofía entienden el fenómeno del "Ser de Luz" -que ocupa un lugar tan prominente en tantas Experiencias Cercanas a la Muerte (E.C.M.)- como relacionado directamente con la presencia de nuestro Ego Superior. Lo que sigue es un extracto de la publicación titulada "Un esquema explicativo del siglo XIX para la interpretación de la experiencia cercana a la muerte: el modelo transpersonal del fallecimiento como se presenta en la Teosofía de Madame Blavatsky" (1989) por el doctor Jean-Louis Siémons, asociado por largo tiempo a la Logia Unida de Teósofos en París:


“'El ingreso en la luz' o el 'encuentro con seres luminosos': una interpretación de imágenes por parte del yo personal de su reunión con la fuente de autoconciencia profundamente arraigada

“No es de extrañar que las personas que vivencian E.C.M. se sientan incapaces de describirlas en términos del lenguaje cotidiano. Como los prisioneros en la famosa cueva imaginada por Platón en su República (Libro VII), se habían acostumbrado desde el nacimiento al espectáculo casual de las sombras en movimiento del mundo (maya para los hindúes), encadenados en sus puntos de vista dualistas (yo y los demás, etc.) y su percepción lineal del tiempo que fluye entre el pasado y el futuro. Entonces, de improviso, los prisioneros fueron liberados y salieron de la cueva hacia un lugar iluminado por la luz del Sol, más allá de todas las limitaciones familiares. En su ignorancia de que en este punto habían regresado a su Ser Parental, su maquinaria psíquica interpretaba a este último como diferente de ellos mismos: una luz acogedora o 'ser de luz' o entidad personal. En palabras de Raymond Moody:

'Tiene una personalidad muy definida. El amor y la calidez que este ser proyecta a la persona moribunda están completamente fuera de todo concepto y se siente rodeada e imbuida por él de modo total, en plena confianza y aceptación en presencia de dicha entidad. Siente una atracción magnética irresistible hacia esta luz, y es atraída inevitablemente hacia ella [R. Moody, "Vida después de la vida", p. 59].

En sus esfuerzos de descripción, muy a menudo los experimentadores usan diferentes etiquetas para identificar esta 'presencia': Dios, Cristo, Ángel, Guía o cuántos nombres más. Obviamente, en su completa ignorancia sobre la psicología profunda (espiritual) difícilmente podrían encontrar mejores términos para interpretar este encuentro inesperado con su propio Ego individual en un modo inteligible y que parece 'saber todo acerca de ellos', les demuestra 'un amor y aceptación totales' y entabla una especie de intercambio íntimo o 'personal' con ellos. Y por muy buenas razones -a la luz de la Teosofía -, si recordamos que este Ego no es un extraño para su personalidad terrestre, sino que permanece muy 'interesado' en su destino: desde el nacimiento hasta la muerte, la individualidad transpersonal medita a su representante terrenal (o emanación) registrando el comportamiento de este último e inspirándolo con su propio conocimiento y energía, a través del lenguaje tácito de la intuición, los sueños, etc.”

“Todo es impermanente en el individuo, excepto la pura esencia brillante de Alaya. El hombre es su rayo de cristal; un haz de luz inmaculado en su interior, una forma de material arcilloso sobre la superficie inferior. Ese rayo es tu guía de vida y tu verdadero Ser, el Observador y el Pensador silencioso, la víctima de tu Ser inferior" (“La Voz del Silencio”, p. 63, traducido por H.P. Blavatsky del “Libro de los Preceptos Dorados”). 

Cada uno de nosotros tiene su propio Ego Superior, pues se dice que hay tantos "dioses" en el "Cielo" como seres humanos en la Tierra, así como aquéllos que pasan por su interludio devachánico entre encarnaciones.

Cada hombre, mujer o niño es la encarnación física de su propio Ego; la personalidad presente y pasajera de la individualidad permanente, el "yo" interno verdadero. Mientras que el “yo” inferior muy a menudo es egoísta en su naturaleza e impulsado por el deseo, el “yo” superior es de la misma naturaleza y esencia de la impersonalidad, la universalidad, el altruismo, la sabiduría, el amor y la compasión. Aquél que tenga éxito conquistando a su personalidad externa hasta tal punto que la individualidad interna brille de modo continuo en toda su luz y gloria a través de la vasija del ser externo, verdaderamente es alguien que puede considerarse como una encarnación divina. Y ésta es la tarea, misión y destino de todos nosotros.

Una vez se le preguntó a H.P.B: "Pero el Manas superior e inferior son uno, ¿no es así?”, a lo que respondió: “Lo son, y sin embargo no es así, y ése es el gran misterio. El Manas Superior o EGO es esencialmente divino y por lo tanto puro; ninguna mancha puede contaminarlo y ningún castigo puede alcanzarlo per se, tanto más cuanto es inocente y no participa en las transacciones deliberadas de su Ego Inferior. Sin embargo, por el mismo hecho de ser dual y que durante la vida el Superior es distinto del Inferior, 'el Padre y el Hijo' son uno, y debido a que al reunirse con el Ego parental el Alma Inferior se aferra a él y le imprime todas sus acciones malas y buenas, ambos tienen que sufrir y el Ego Superior -aunque inocente y sin mácula- debe soportar el castigo de los delitos cometidos por el yo inferior junto con él en su futura encarnación. Toda la doctrina de la expiación se basa en este antiguo principio esotérico, porque el Ego Superior es el antetipo de lo que en esta Tierra es el tipo, es decir, la personalidad. Para aquéllos que lo entienden, es nuevamente la vieja historia védica de Visvakarman, prácticamente demostrada. Visvakarman, el Dios-Padre que todo lo ve y está más allá de la comprensión de los mortales, termina como hijo de Bhuvana (el Espíritu santo) por sacrificarse a sí mismo para salvar los mundos. El nombre místico del 'Ego Superior' en la filosofía india es Kshetrajna o 'Espíritu encarnado', quien conoce o da forma a kshetra, 'el cuerpo'. Etimologicen el nombre y encontrarán el término aja, 'primogénito' y también el 'cordero'. Todo esto es muy sugestivo y podrían escribirse varios volúmenes sobre el desarrollo pregenético y posgenético del tipo y antetipo de Cristo-Kshetrajna, el 'Dios-Hombre', el primogénito simbolizado como 'cordero'. La Doctrina Secreta muestra que los Manasa-Putras o EGOS encarnados han asumido voluntaria y conscientemente la carga de todos los pecados de sus personalidades futuras. A partir de ello es fácil ver que los verdaderos sufrientes no son el señor A., ni el señor B. ni ninguna de las personalidades que periódicamente revisten al EGO que se sacrifica a sí mismo, sino verdaderamente los Cristos inocentes en nosotros. Por tanto, los hindúes místicos dicen que el Ser Eterno o Ego (el uno en la tríada y los tres en uno) es el 'conductor de la carroza'; las personalidades son los pasajeros temporales y evanescentes, mientras que los caballos son las pasiones animales del hombre. Entonces, es cierto decir que cuando permanecemos sordos a la Voz de nuestra Conciencia crucificamos al Christos dentro de nosotros" ("Transactions of the Blavatsky Lodge", p. 67-69).

De hecho, es un "gran misterio" como afirmó la Profesora de Teosofía. Se hace aún más intrigante cuando consideramos que estos Egos -es decir, nosotros mismos- comenzaron su peregrinaje cíclico de encarnaciones en este planeta hacia el último periodo de la Tercera Raza Raíz, conocida como Época Lemuriana, posiblemente hace 18 millones de años.

Su encarnación masiva en un "hombre animal" inconsciente fue lo que constituyó el nacimiento de la verdadera humanidad. La palabra inglesa “man” (hombre) deriva del sánscrito "Manas" que significa "Mente". Esto se describe y explica en la obra maestra de H.P.B. "La Doctrina Secreta", particularmente en el segundo volumen titulado "Antropogénesis” que trata sobre los orígenes, el nacimiento y la evolución humana.

Nuestro Ego es la autoconciencia individual o individualidad autoconscientePor lo tanto, sería aconsejable que los teósofos mantuvieran la integridad de este concepto, al igual que Blavatsky y su colega el Profesor William Q. Judge y sus propios Inspiradores, los Mahatmas o Maestros de Sabiduría.

La palabra "Ego" no calificada y por sí misma, ya sea escrita con una "e" mayúscula o minúscula, sólo se usa en sentido positivo en la literatura teosófica. En todas las miles de sus páginas escritas, H.P.B. jamás habla del “ego" de la misma manera que la espiritualidad popular actual. Si queremos representar con precisión y explicar sus enseñanzas a otros, debemos seguir su ejemplo y el de los Maestros en lugar de la multitud. Cuando ella habla del ego inferior, lo llama siempre y sin excepción como ego personal o falso. La mayoría de las veces simplemente lo denomina "personalidad" y reserva el término "Ego" para la individualidad reencarnante que perdura. Y como estudiantes sinceros de Teosofía, debiéramos hacer lo mismo.

Entonces, cualquier malentendido no será de nuestra parte, sino que recaerá sobre aquéllos que han abusado de manera antifilosófica y difamando sin pensarlo un concepto metafísico noble y elevado.

Para cerrar este artículo es necesario mencionar una cosa más. En Teosofía los términos “Ego Superior” y “Ser Superior” no son sinónimos, y a lo largo del presente escrito hemos hablado sólo del primero. Pero alguien podría decir: "¡'Ego' y 'Yo' son sinónimos!" Cierto, pero no siempre son sinónimos exactos en las enseñanzas teosóficas.

Nuestro SER Superior no es Manas ni Buddhi, sino Atma, que a veces se denomina también como Atman, que en sánscrito significa literalmente "Yo", pero no es un Ego. Es el Ser en el sentido del Único Ser Universal de todo, el Espíritu puro y eterno, la Esencia divina impersonal e infinita, la Energía Suprema omnipresente y omniabarcante y no cualquier tipo de Ego, individualidad o aspecto personal. Atman no es una Entidad, sino la "No-Entidad absoluta", el Principio Divino infinito, la DEIDAD MISMA Y ÚLTIMA.

Cada uno de nosotros tiene su propio Ego Superior, pero el Ser Superior es UNO y el mismo para todos. Existen muchas almas, pero sólo hay un espíritu. Krishna dice a Arjuna en el Bhagavad Gita que al igual que el Sol brilla sobre cada criatura en esta Tierra, así el mismo Espíritu ilumina a cada alma. El Espíritu, Atman o Ser Superior no es conciencia individualizada, sino Conciencia Pura en SÍ MISMA.

Se nos dice una y otra vez en las Enseñanzas de la Sabiduría Eterna que no trabajemos ni vivamos por nuestro propio yo, ya sea personal o individual, sino como y para el "Ser de todas las criaturas".