El movimiento "Ciencia Cristiana" fundado oficialmente en 1879 por Mary Baker Eddy (1821-1910) hoy se encuentra en gran declive respecto al número de seguidores, financiación e influencia. Algunas de sus ideas centrales hallaron expresión en movimientos y filosofías posteriores que han sido más duraderos y populares como el "Nuevo Pensamiento" y la "Ley de Atracción", discutidos previamente en artículos como "Teosofía vs. Nuevo Pensamiento", "El origen del mal" y "La magia negra y su lavado de imagen".
A pesar de ello, la "Ciencia Cristiana" todavía existe y un artículo publicado en el periódico británico "The Guardian" (agosto de 2019) con el título "Dying The Christian Science Way: The Horror of my Father’s Last Days" nos llevó a poner en línea esta compilación de las principales aseveraciones según los principales fundadores del Movimiento Teosófico sobre la Ciencia Cristiana y sus ideas y prácticas.
El Movimiento Teosófico moderno fue fundado en 1875 principalmente por Helena Petrovna Blavatsky y por tanto era contemporáneo de la Ciencia Cristiana; sin embargo, existe una gran diferencia entre ambos sistemas y no son realmente compatibles ni están relacionados, excepto la idea de que todos los seres humanos son inherentemente UNO con la Esencia Divina Universal.
Numerosos historiadores han señalado que Mary Baker Eddy parecía ver a H.P. Blavatsky y la Teosofía como una "competencia" importante para su propio trabajo, y de hecho en su libro principal "Science and Health with Key to the Scriptures" escribió: "No existe analogía entre hipótesis vagas de agnosticismo, panteísmo, teosofía, espiritualismo o milenarismo y las verdades demostrables de la Ciencia Cristiana".
¿Es la Teosofía realmente sólo una "colección de hipótesis vagas"? Los estudiantes serios de la Sabiduría Perenne dirían que es todo lo contrario y ciertamente la fofedad de base pertenece a dicha "ciencia". Aunque no es "cristiana" en el sentido tradicional ortodoxo, Eddy parece haber desarrollado un grave malentendido sobre la Teosofía como consecuencia de su cosmovisión "religiosa":
“La Teosofía es una corrupción del judaísmo y esa decadencia tuvo una renovación en la filosofía neoplatónica, pero surgió de la filosofía oriental del brahmanismo y se combina con su magia y encantamientos. La Teosofía no está más aliada a la Ciencia Cristiana que el olor del árbol upas al dulce aliento de marea primaveral, o las brillantes ondulaciones del cielo boreal al calor y la luz solares" ("No and Yes").
El propósito de este artículo no es refutar ni persuadir a los científicos cristianos de estar "equivocados", aunque creemos que la mayoría de personas con mentalidad espiritual estaría de acuerdo en que una religión o pensamiento que giren casi por completo en torno al cuerpo físico y su salud deben tener fallas. El objetivo es simplemente aclarar lo que la Teosofía tiene que decir al respecto, y de este modo el lectorado debe tomar sus propias decisiones, realizar la investigación correspondiente y forjar una opinión racional [N.del T.: se han añadido énfasis en algunos segmentos clave].
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“A medida que avanza la preparación para el nuevo ciclo y los precursores de la nueva subraza hacen su aparición en el continente americano, los poderes psíquicos y ocultos latentes en el ser humano comienzan a germinar y crecer. De ahí la rápida expansión de movimientos como la Ciencia Cristiana, Curación Mental, Sanación Metafísica o Espiritual, etc. Todos esas tendencias no representan nada más que diferentes fases en el ejercicio de estos poderes aún no entendidos y por lo tanto con demasiada frecuencia mal utilizados en total desconocimiento. Comprendan de una vez por todas que no hay nada 'espiritual' o 'divino' en ninguna de estas manifestaciones, y las curas efectuadas por ellos se deben simplemente al ejercicio inconsciente del poder oculto en los planos inferiores de la naturaleza, por lo general de prana o corrientes de vida. Las teorías en conflicto de todas estas escuelas se basan en metafísica mal comprendida y aplicada, a menudo en falacias lógicas grotescamente absurdas, pero la característica común a la mayoría de ellas y que presenta el mayor peligro en el futuro cercano es que en casi todos los casos el tenor de las enseñanzas de estas escuelas es llevar a las personas a considerar que el proceso de curación se aplica a la mente del paciente. Aquí radica el riesgo pues cualquier proceso de este tipo -por mucho que se disfrace con astucia u oculte con falsedades- es simplemente psicologizar al enfermo. En otras palabras, existe magia negra cada vez que el sanador interfiere de modo consciente o inconsciente con la acción mental libre de la persona que trata. Estas llamadas ciencias de la 'curación' ya se están utilizando como medio de subsistencia, y pronto una persona aguda descubrirá que por el mismo proceso las mentes de otros pueden ser influenciadas en muchas direcciones, y una vez que se permite ingresar el motivo egoísta de obtener ganancias económicas personales, el susodicho 'sanador' puede ser llevado de modo inconsciente a usar su poder para adquirir riqueza o algún otro objeto de su deseo.
Éste es uno de los peligros del nuevo ciclo, agravado enormemente por la presión de la competencia y la lucha por sobrevivir. Por fortuna también están surgiendo nuevas tendencias que trabajan para cambiar la base de la vida cotidiana del egoísmo al altruismo entre las personas (...) Lo que dije el año pasado sigue siendo cierto hoy: que la Ética de la Teosofía es más importante que cualquier divulgación de leyes y hechos psíquicos, porque éstos últimos se relacionan totalmente con la parte material y evanescente del hombre septenario, mientras la Ética se sumerge y apodera del individuo real, el Ego reencarnado. Somos criaturas externas de sólo un día, pero por dentro somos eternos. Entonces, aprendan bien las doctrinas de Karma y Reencarnación, y enseñen, practiquen y promulguen ese sistema de vida y pensamiento que por sí sólo puede salvar a las próximas razas" ("Five Messages from H.P. Blavatsky to the American Theosophists", p. 25-26).
"Científico cristiano. Término recién acuñado para referirse a los practicantes de un arte de curación por voluntad. El nombre es inapropiado ya que budistas o judíos, hindúes o materialistas, pueden practicar esta nueva forma de yoga occidental con el mismo éxito si sólo pueden guiar y controlar su voluntad con suficiente firmeza. Los 'científicos mentales' son otra escuela rival que funciona mediante una negación universal de todas las enfermedades y males imaginables, y afirman silogísticamente que no existe ni puede existir alguna enfermedad ya que el Espíritu Universal no puede estar sujeto a las dolencias de la carne, que cada átomo es Espíritu y está en Espíritu, y ellos -sanadores y pacientes- están todos absortos en este Espíritu o Deidad. Esto no impide de ninguna manera que los 'científicos cristianos' y 'mentales' sucumban a las enfermedades y cuiden dolencias crónicas en sus propios cuerpos como los mortales comunes" (H.P.B.,"The Theosophical Glossary", p. 84-85).
La Teosofía también muestra que somos el Espíritu Único, Eterno y Puro en la parte más elevada de nuestro ser, y afirma que el Universo está impregnado de esta Esencia Divina, pero también acepta la existencia de dualidad y relatividad dentro del Universo manifestado y en todos sus siete planos. No existe un dualismo final, pero no vivimos en un mundo de Absolutidad completa, y estamos involucrados en un ciclo reencarnatorio en la Tierra cuya vida está repleta de variadas imperfecciones, incluyendo enfermedades y pobreza.
Lo anterior es inevitable en nuestro punto actual de evolución física, particularmente porque la ley de causa y efecto (acción y reacción) conocida como Karma implica que si ponemos en movimiento causas negativas tendremos que experimentar un efecto maléfico correspondiente en la vida material presente o una posterior, siendo ésta la forma en que el Universo mantiene su armonía y equilibrio.
El teósofo no busca cerrar los ojos a las imperfecciones y sufrimientos, ni negar su existencia ni huir desesperadamente de ellos con horror y asco; en cambio, desea aprender todo lo que pueda de ellos, descubrir sus causas reales, aliviarlos con medios comprobados en la mayor medida posible y ayudar a todas las almas humanas a evolucionar.
La Filosofía o Ciencia Esotérica que llamamos "Teosofía" es "idealismo objetivo" (véase "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 631, 615) en contraste con el "idealismo subjetivo" que encontramos en la "Ciencia Cristiana", el "Nuevo Pensamiento", "Un curso de Milagros" y sistemas mucho más antiguos como la forma Ajativada ("no-existencia objetiva") del hinduismo Advaita Vedanta.
El siguiente es un artículo de Helena Blavatsky titulado "Ciencia Cristiana" y fue publicado en la revista "Lucifer" para julio de 1888. Si no está familiarizado con la denotación esotérica real en el título de dicho semanario, invitamos a leer "Lucifer, el Portador de la Luz".
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Ciencia Cristiana (H.P. Blavatsky)
El objeto de este trabajo que se publica en forma de doce panfletos -cada uno con un promedio de veinte páginas [los "Statements of Christian Science" de Ursula N. Gestefeld que H.P.B. estaba revisando]- es preparar al lector para convertirse en un estudiante de la Ciencia Curativa por medio del Espíritu, ya que este título (aunque algo extenso) describe con mayor precisión la llamada "ciencia" que el apellido "cristiano". También decimos "preparar al lector" en modo deliberado porque los primeros diez de estos panfletos abordan principalmente la tesis de que siendo erróneas las creencias humanas con respecto a la existencia de materia, estamos sujetos a ciertas ilusiones con respecto a ello, siendo así la principal causa de estas enfermedades.
Esta es pura filosofía berkeleyana, si no platonismo; de hecho, los teósofos pueden afirmar que tiene un origen mucho más antiguo, ¿o acaso las primeras filosofías brahmánicas y budistas no enseñan que todas las apariencias externas, todos los fenómenos, son ilusiones o Maya? Como quiera que sea, si bien la aplicación del principio al tratamiento de la enfermedad no es realmente nueva, se nos presenta aquí en una forma reciente y con el objetivo de hacer popular su práctica.
Se trata de una filosofía reducida a su expresión más simple, el más elevado arte del médico hecho propiedad común y otro reclamo de un "secreto revelado" sobre el ser del individuo. Y si -como afirma el escritor- el tratamiento actual de la enfermedad es resultado de la creencia humana en la realidad de la materia, indudablemente es necesario comenzar por una cadena de razonamiento algo larga para convencerlo de su error, porque el individuo no puede comprender lo que es realmente mientras se pronuncie sobre sí mismo sólo de acuerdo con lo que ve.
"Hasta que no ponga en acción sus poderes superiores, discernimiento y percepción, comenzará a entender la verdad sobre sí mismo que se opone a su propia creencia; hasta que lo perciba y comprenda, nunca podrá revertir su decisión sobre sí, y hasta que lo invierta, jamás crecerá en la conciencia de lo que realmente es". Como expresa el autor, permanecerá en el estado de Adán sujeto a la ley de la materia, haciéndose "imágenes esculpidas", cayendo y adorándolas; y como "Adán es el modelo del hombre tal como lo vemos y conocemos hoy, Jesús es el paradigma de lo que debe convertirse -conscientemente y como es en realidad- a través de su propio trabajo de regeneración y redención (...) Dicha conciencia se convirtió en realización perfecta, lo que dio a Jesús el poder que manifestó sobre el pecado, la enfermedad o la muerte mediante el cual sanó a tullidos, enfermos o ciegos y echó demonios y resucitó a muertos".
Esta conciencia es el punto principal en esta etapa del trabajo, pues hasta que ello se realice no hay posibilidad de ejercer el poder del sanador, excepto quizá de manera débil o parcial; por lo tanto, no es hasta que lleguemos a la Sección 10 que se aborda realmente el tratamiento de la enfermedad. En este apartado se nos dice "lo que el hombre en su ignorancia llama salud es tanto una creencia como lo que él denomina enfermedad", y que "poner el medicamento en el estómago nunca cambió la concepción que una persona tiene de sí misma, sino transformó una concepción o creencia suya por otra como consecuencia de sus ideas en el poder de la medicina".
Se afirma que las condiciones de mala salud no son más que "imágenes mentales que el individuo crea para sí mismo y religiosamente". Por ende, debemos aprender a dominar todas esas condiciones a las que creemos que están sujetos nuestros cuerpos. La negación de lo falso y la afirmación de lo verdadero de modo constante en el pensamiento -si no en la palabra- es el primer proceso para lograr un cambio en el propio cuerpo humano y luego en el de los demás.
Si negamos la enfermedad, el sufrimiento y todo tipo de maldad como aspectos inexistentes y que no proceden de la Mente Infinita -tanto en lo que respecta a nosotros mismos como a todos quienes nos rodean, pues todos son partes de un Todo Universal (otro principio puramente vedanto-budista)-, por esta transformación de lo interno actuaremos gradualmente y provocaremos una alteración de lo externo, y así se vencerán todas las condiciones discordantes, ya sean llamadas pecado, sufrimiento o enfermedad. Y así como el hombre es el creador de todas las formas de error y sufrimiento, también es el transmisor de éstos mediante la "transferencia de pensamiento", y las enfermedades se comunican por este medio "en lugar de y a través de gérmenes físicos".
Por intermedio de la "Ciencia Cristiana", el sanador debe atacar la raíz de toda enfermedad, la creencia del individuo sobre sí mismo y los demás; debe tratar al paciente por sus faltas y el pecado, de los cuales sus padecimientos no son más que la expresión extrema, y siendo que una dolencia es la misma que otra para un sanador científico. Al tratar los niños, son principalmente los padres quienes tienen que ser tratados, sus creencias sobre los vástagos, su miedo y ansiedad.
La última sección concluye con algunas instrucciones sobre la actitud y conducta del sanador hacia su paciente, pero todo el tratamiento debe ser espiritual o más allá del plano del ser físico. Tal es un resumen imperfecto de la enseñanza contenida en los doce panfletos de la señora Gestefeld.
Un candidato a la "Ciencia Cristiana" tendría que estudiarlos en todos sus detalles, porque sólo al detenerse y meditar en los principios allí establecidos uno puede llegar al estado mental necesario para lograr resultados. La Ciencia del Ser se puede resumir en pocas palabras, pero no se puede impartir tan fácilmente pues es natural que se presenten muchas dificultades al estudiante que necesitan ser respondidas por separado, y algunas de ellas deben declararse desde el principio.
Para empezar, ¿mediante qué premisa se otorga a una Ciencia una calificación que no le pertenece? ¿Por qué comenzar con un nombre inapropiado? ¿Por qué llamarla "cristiana" en lugar de "sufí", "budista" o mejor que todo "ciencia del yoga", cuyo objetivo principal es lograr la unión con el Espíritu Universal? Al igual que muchos otros profesores de esta nueva escuela, el autor nos dice que fue a través de esta Ciencia que Jesús curó y que fue este sistema lo que él enseñó. Rechazamos la declaración porque no hay nada en el Nuevo Testamento que conduzca a tal idea o sospecha, y no hay otros documentos conocidos más autorizados por los cristianos que los Evangelios.
El Sermón del Monte, que es la encarnación misma de las enseñanzas de Cristo -o por así decirlo el cristianismo resumido-, es un código de reglas cotidianas preeminentemente prácticas y también impracticables de observancias, pero todo en el plano de la materia y de hecho la vida terrestre. Cuando nos instan a dar la mejilla izquierda hacia quien nos golpea en la derecha, no se nos ordena que neguemos la agresión, sino soportar la ofensa con mansedumbre, y para no resistir el mal hay que poner (ya sea metafóricamente o de otra manera) el otro carrillo, es decir, invitar al ofensor a repetir la acción.
Una vez más, cuando vuestro "Hijo", hermano o vecino os pide pan no está invitando a negar el hambre del que solicita, sino a darle comida; de lo contrario daríais una serpiente en lugar de pescado. Finalmente, los pecados, la maldad, las enfermedades, etc. no son negadas por Jesús ni tampoco sus opuestos como virtud, bondad y salud, sino afirmados en varias partes. De lo contrario, ¿dónde estaría la razón de ser para su supuesta venida con objeto de salvar al mundo del pecado original?
Sabemos que los "científicos cristianos" niegan todo dogma teológico, desde el Edén hacia abajo y tanto como nosotros. Sin embargo, afirman lo que Jesús siempre negó en la práctica y sostienen (¿por el bien y en vista de la mayoría cristiana en sus audiencias?) que no están en unión con el Espíritu Universal, lo cual representa la VERDAD.
De nuevo, ¿es seguro confiar este poder oculto (ya que seguramente lo es) a las manos de la multitud? ¿Acaso Jesús -a quien se nos dice expresamente que tomemos como modelo- no dijo “a ustedes (que son discípulos o iniciados) se les da a conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a los otros sólo en parábolas"? ¿No hay algún peligro de que alguien que adquiere este poder de controlar la voluntad, los pensamientos de otros y las condiciones que los rodean, caiga de este alto estado y use su influencia para malos propósitos, o en otras palabras que la magia blanca se convierta en negra? A esta posibilidad apunta el hecho mismo de que Gestefeld advierta al sanador que nunca dé un tratamiento con otro propósito, sino que la Verdad del Ser se manifieste y "nunca para beneficio personal"; también advierte -o podemos decir amenaza- que si esto se intenta el aspirante a sanador "descenderá de inmediato al plano de la mente mortal".
Tal vez esto implica que el poder se apartará de él, pero apenas se aclara al lector que esta consecuencia saludable se acumulará y en efecto ella señala: "No serás un científico cristiano, sino un hipnotizador". Pero para ciertas personas esto no sería una objeción. ¿Dónde está entonces la garantía o el sello distintivo del verdadero científico cristiano mediante el cual puede ser conocido por los incautos? Si esto y como en otros asuntos metafísicos sólo puede ser "discernido espiritualmente", el paciente debe ser igual al sanador y no tendrá necesidad de él.
Nuevamente, ¿es cierto que todas nuestras enfermedades son el resultado de creencias erróneas? El niño que no cree en algo no tiene conocimiento ni concepción verdaderos o falsos sobre el tema de la dolencia, y contrae la fiebre escarlatina por transferencia de gérmenes y no a través del pensamiento.
Como la gente de antaño podemos preguntar, ¿pecó el niño o sus padres? ¿Se ajustará al caso la respuesta del Gran Sanador, es decir, "ni este niño ni sus padres pecaron, sino para que la gloria de Dios se manifieste"? ¿Es esto entonces la "gloria de la nueva Ciencia Cristiana", el vino "nuevo" en odres demasiado viejos? ¿Y no hay entre los maestros renombrados de la nueva "ciencia" quienes están afectados por enfermedades y a menudo incurables por dolor y sufrimiento? ¿Explicará esto Gestefeld o alguien más cercano?
Luego, en el caso de epidemias generalizadas como el cólera, sabemos que en cierta medida son consecuencia del pecado del hombre, su descuido de las leyes higiénicas, la limpieza y el buen drenaje, y son prevenibles en la medida en que se obedecen estas leyes. Pero también hay condiciones climáticas, como en el último brote de cólera de 1884 cuando la epidemia parecía limitarse a ciertas áreas siguiendo alguna ley de corrientes atmosféricas u otras causas físicas no percibidas, pero susceptibles de ser descubiertas. ¿Pueden estos factores ser superados por la Ciencia Cristiana? ¿Cómo es que no ceden a las oraciones fervientes de toda una nación, pues cuando la plegaria se hace de modo serio y va acompañada de una vida virtuosa, seguramente al menos es un modo de Ciencia Cristiana o VOLUNTAD intensa?
¿Y no vemos acaso a los mejores y más santos -o quienes tampoco viven en ignorancia o desafío de la ley espiritual, moral, mental o higiénica- siendo víctimas de enfermedades y que sólo pueden preservar la vida en cuidado y precaución absolutos, extremos y casi anormales?
Pero la "Ciencia Cristiana" va más allá de eso. Durante una conferencia en Londres se afirmó claramente que cada enfermedad física surge desde y es efecto directo de una enfermedad mental o vicio; por ejemplo, "la enfermedad renal de Bright siempre se produce en personas mentirosas y que practican engaño". Preguntamos: ¿en este caso no sería afectada incurablemente por este terrible mal toda la fraternidad negra de Loyola, cada diplomático o abogado y como la mayoría de los comerciantes? ¿Se nos dirá a continuación que el cáncer de lengua o garganta es producido por aquellos que muerden y calumnian a sus semejantes? Sería un Karma bien merecido si así fuera, pero por desgracia darían una negación deslumbrante a tal afirmación algunos casos recientes de esta terrible enfermedad que se lleva a dos de los hombres mejores, más nobles y sinceros que viven.
Los científicos "cristianos" (o mentales) afirman también que el sanador puede trabajar en un paciente (incluso a quien nunca ha visto) tan fácilmente a miles de kilómetros como a muy corta distancia. Si esto fuera así y la práctica se volviera universal, difícilmente sería agradable saber que, en donde sea que uno se encuentre, las corrientes ocultas se dirigen hacia uno de los simpatizantes desconocidos a distancia, e independiente si las desea o no. Si por un lado es bastante agradable e incluso útil en esta época de calumnias que otras personas nieguen vuestras faltas o vicios y así evitar que usted mismo mienta, por otro lado obstaculizaría todas las posibilidades de enmendar la propia naturaleza a través del esfuerzo personal, y al mismo tiempo nos privaría de cada mérito individual en el asunto, por cuanto Karma difícilmente estaría satisfecho con un arreglo tan fácil.
Este mundo sería testigo de lugares extraños y decepciones terribles en "el próximo renacimiento" como diría un reencarnacionista. Ya sea desde la visión de teístas, cristianos o seguidores de la filosofía oriental, tal arreglo dejaría satisfechas a muy pocas mentes. La enfermedad, las características mentales y deficiencias son siempre efectos producidos por causas, o como diríamos el resultante natural del Karma o Ley infalible de retribución, y nos metemos en un revoltijo curioso cuando se intenta trabajar de acuerdo con ciertas líneas en esta hipótesis de la "Ciencia Cristiana". ¿Pueden darnos sus maestros declaraciones más definidas sobre el funcionamiento general de sus teorías?
En conclusión, si estas ideas fueran ciertas su práctica sólo sería nuestro viejo amigo magnetismo o hipnotismo con todos sus peligros innegables y sólo en una gigantesca escala universal; por lo tanto, en general es mil veces más peligroso para la familia humana que el primero, porque ningún magnetizador puede funcionar sobre una persona a la que nunca ha visto o ni entrado en contacto, y de todos modos esta es una bendición.
Y éste no es el caso de la Ciencia mental o "cristiana", pues se nos dice claramente que podemos trabajar en personas que nunca hemos conocido y están a miles de kilómetros de nosotros. En tal caso y como primer beneficio, nuestros centros civilizados harían bien en que sus clérigos y comunidades cristianas aprendieran la "Ciencia", lo cual ahorraría millones de libras esterlinas ahora raspadas de los huesos entre las multitudes hambrientas para perderse en las panzas insaciables de "fondos misioneros". En efecto, los evangelizadores se volverían inútiles y esto se convertiría en la bendición número dos; de ahora en adelante no tendrían más que reunirse en pequeños grupos y enviar corrientes de Voluntad más allá de las "aguas negras" para obtener todo lo que están buscando. Que nieguen entonces que los paganos no son cristianos y afirmen que están bautizados incluso sin contacto. Así, todo el mundo se salvaría y el capital privado también.
Ciertamente puede suceder que nuestros hermanos "paganos" que han tenido la ciencia ahora llamada "cristiana" a su alcance desde los días de Kapila y Patanjali se apropien de ella para revertir la corriente y dirigirla en una dirección opuesta. Pueden negar a su vez que sus perseguidores cristianos tengan una pizca de cristianismo en ellos, y afirmar que toda la cristiandad está carcomida hasta la columna vertebral con enfermedades que resultan de los siete pecados capitales; que millones se emborrachan hasta la muerte y otros millones (incluidos los gobiernos) los obligan a hacerlo construyendo dos albergues públicos para cada iglesia, un hecho que incluso un científico cristiano difícilmente podría evitar si lo negara hasta el próximo pralaya. Así, los paganos tendrían una ventaja sobre el científico cristiano respecto de sus negaciones y afirmaciones en la medida en que aquél sólo estaría diciendo la verdad, mientras que al desconocer la enfermedad y lo malo, su colega occidental simplemente se enfrenta a los hechos y alienta al místico desprevenido a ignorar su naturaleza pecaminosa en lugar de aniquilarla.
La crítica actual puede ser errónea y es posible que hayamos malinterpretado la "Ciencia" bajo análisis, en la cual vemos sin embargo a un conocido muy antiguo, a saber, Dhyana o "meditación abstracta", pero tanto mayor es la necesidad de una explicación definitiva porque estas son preguntas que con seguridad hubiéramos respondido precisamente en interés de esa vieja Ciencia renacida bajo una nueva máscara, y porque el deseo de todo verdadero seguidor de la Teosofía Oriental debe ser vislumbrar la doctrina del olvido de sí y el altruismo contra el comportamiento egoísta y la personalidad para entenderlos y practicarlos más ampliamente de lo que son ahora.
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Palabras de William Q. Judge
“Buda y Jesús -dos grandes maestros- realizaron curaciones y no por afirmación y negación, sino mediante el uso científico del poder. A los malvados a quienes curaron les decían 'no pequen más' y ambos enseñaron que la causa del dolor era un pensamiento maligno que conducía a un acto homólogo, pero ninguno dijo que eso no existía, lo que era evidente ante nuestros ojos, y reconociendo así la existencia del acto, el derecho y la razón. En algunos casos no pudieron curar, ¿y por qué? Porque las causas que trabajan en la víctima eran demasiado fuertes para ellos. El mero optimismo que dice 'todo está bien' surge de un sentimiento que la razón no puede soportar. Deberíamos hacer todo lo bueno que podamos, pero eso no significa que debamos cegar nuestras mentes a la relatividad que es necesaria para la cognición" ("Forum Answers", p. 38-39).
"Como ha dicho a menudo el sanador metafísico, es bastante cierto que la enfermedad proviene del pensamiento, pero el error es suponer que ella está presente en el pensamiento que tenía un determinado cuerpo. Los pensamientos son los de una vida anterior, y han pasado del plano mental al reino de las causas de la perturbación dinámica o tendencia que están más allá del poder imaginativo actual, pero que seguramente resultarán con el tiempo en una dificultad visible que aparece repentinamente, o como consecuencia de nuestra implicación en situaciones que nos traen los gérmenes de la enfermedad, porque el Karma actúa sobre nosotros no sólo en problemas heredados, sino también de acuerdo con las tendencias que hemos establecido en nosotros mismos durante una vida previa. Éstas últimas nos impulsan a ir a lugares o mezclarnos con personas similares, ya que el resultado inevitable será causar efectos en nuestra mente o cuerpo que de otro modo no se sentirían. Como en el caso de alguien que en alguna existencia anterior estableció una tendencia a asociarse con personas buenas y cultas, esto saldrá a la luz y conducirá a una línea de acción análoga con resultados muy diferentes al caso de alguien cuyas tendencias estaban en la dirección opuesta.
Estas causas de dolencia que se encontraban en el plano mental desde la última vida y se convirtieron en causas mecánicas en ésta, ahora están saliendo del sistema en el canal adecuado, y ese medio es físico y mecánico. Nos están dejando por el camino del cuerpo, se ven disminuidas y no deben detenerse y enviarse nuevamente al plano mental, sino ser tratados por los métodos ordinarios de higiene, medicina, cirugía o alimentación. La higiene y los alimentos proporcionan las condiciones adecuadas para el ajuste y no constituyen una nueva causa de problemas; la medicina ayuda a la naturaleza en sus actos mecánicos de purga y alteración, mientras que la cirugía reemplaza las dislocaciones, elimina tejidos muertos o coloca huesos rotos en posición para una unión adecuada. Nadie sería tan tonto para decir que el pensamiento eliminará del cerebro la presión de un hueso fracturado que enloquece al paciente, o que la imaginación arreglará un hombro dislocado" ("Forum Answers", p. 36-37).
“También debe conocerse la estructura anatómica interna. El cuerpo etéreo tiene sus propias corrientes -o nervios, a falta de una palabra mejor-, cambios y método de crecimiento y acción al igual que el cuerpo material. De hecho, es la cobertura real (...) Las corrientes internas emanan de sus propios centros y están constantemente en movimiento, viéndose afectadas por los pensamientos y el reflejo del cuerpo en sus cambios fisiológicos. Cada uno actúa sobre el otro sin cesar, y cada centro del cuerpo interno tiene su parte correspondiente en el físico, al que afecta y a través del cual actúa a su vez (...) Puesto que las semillas de la enfermedad se ubican sobre todo en la mente, comienzan a agotarse mediante influencia de las corrientes internas que transportan las vibraciones apropiadas hacia el plano físico. Si se dejan a su propia dinámica -aparte de los paliativos y las ayudas para su eliminación-, pasan al gran crisol de la naturaleza y uno se ve libre de ellos para siempre. Por lo tanto, se dice que el dolor es un amigo amable que alivia al hombre real de una carga de pecado.
Ahora bien, en el momento en que se inician las prácticas del curador mental, lo que sucede es que las corrientes internas ocultas se captan violentamente, y si la concentración persiste, las vibraciones descendentes se elevan y alteran para llevar la causa de vuelta a la mente, donde se planta de nuevo con la adición de los deseos puramente egoístas que llevaron a la práctica. Es imposible destruir la causa y se debe permitir que se transforme a sí misma. Y cuando se reemplaza en la mente [volviendo a ella] espera allí hasta que se presente una oportunidad en esta vida o el próximo renacimiento (...) El elevado tono de pensamiento que exigen algunas escuelas de sanadores tiene el efecto de hacer que la causa de los problemas se hunda más profundamente en su escondite (...) El mundo podría llevarse bien con la enfermedad que existe si sólo prestara atención a la ética elevada y al esfuerzo altruista. Tras unos pocos siglos de vida correcta, las naciones se habrían purgado a sí mismas y construido un edificio moral correcto bien fundado en las rocas de la verdadera filosofía, la caridad y el amor" ("Replanting Diseases for Future Use"; véase también "Misterios del Cuerpo Astral" para más información sobre el "cuerpo etéreo" aludido).
“Tanto filosofía como religión siempre han enseñado que el alma se purifica y fortalece por los padecimientos, y que a veces es bueno sufrir. Si pudiéramos conocer los actos y la operación del Karma, veríamos que al sufrir dolor en la enfermedad el mal Karma se resuelve (...) Quienes conocen y reconocen este hecho se curan de ese modo de la angustia mental que constituye una parte tan grande del mal en el sufrimiento corporal, y esto es para ellos una 'sanación mental' en un plano más elevado que el físico, porque entonces pueden soportar sus sufrimientos con calma y resignación" (carta a I.B. Rumford).
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Para concluir, debemos señalar que aunque la Teosofía no respalda de ninguna manera los métodos y prácticas específicos establecidos en la Ciencia Cristiana, sí admite que la imaginación y los temores de la víctima producen muchas dolencias y enfermedades físicas. Esto no significa que la enfermedad no exista de forma tangible, sino que fue creada involuntariamente por el poder de una imaginación mal dirigida y negativa. Al dominar ésta última y superar las raíces de los miedos, la salud puede mejorar significativamente e incluso la ciencia médica estándar de hoy reconoce este hecho.
Al final de su artículo "Hypnotism and Its Relations to Other Modes of Fascination" H.P. Blavatsky afirma: “La mitad, si no dos tercios de nuestras dolencias y enfermedades, son fruto de nuestros miedos e imaginación. Destruid los primeros, dad otra inclinación a lo segundo y la naturaleza hará el resto”.