Aforismos 20 y 23: “Puesto que cuerpo, mente y alma tienen cada uno un poder de acción independiente, cualquiera de ellos puede agotar algunas causas kármicas -e independientemente de otras- más alejadas o cercanas al momento de su inicio que aquéllas que funcionan a través de otros canales"./“El karma utiliza tres campos de operaciones en cada ser: (a) el cuerpo y las circunstancias; (b) mente e intelecto; (c) los planos psíquico y astral".
Es comprensible que alma, mente y cuerpo tengan por separado una capacidad de acción, y puede demostrarse con hechos de la vida diaria. Está claro que las funciones fisiológicas ordenadas y complejas se desarrollan independiente de las intelectuales, aunque existen preferencias, hábitos y acciones somáticos inducidos por el Ego encarnado o Alma, el Pensador y Perceptor. Algunas costumbres generadas por sus pensamientos y ansias se vuelven instintivas, sin que las reconozca nuestra conciencia mental. Por ejemplo, cuando niños hicimos esfuerzos deliberados con tal de aprender a caminar, hasta que las vidas que componen nuestras piernas adquirieron ese patrón sin "vigilancia mental" permanente. La fisiología sostiene que un bebé se empeña del mismo modo para ajustar en su retina las imágenes invertidas de objetos exteriores, y conforme el niño crece la vida del ojo aprende a hacerlo sin más ayuda. Los párpados y las pestañas protegen automáticamente al globo ocular del polvo, y por su parte el sistema inmunitario humano -aparte de otras funciones- se mantiene sin intervención consciente. Además, a través de la acción repetitiva y prolongada de una tarea, los miembros corporales implicados asimilan una dinámica habitual e independiente del pensamiento. La antropogénesis evolutiva en Teosofía enseña que hace varios millones de años -cuando el cuerpo etéreo humano se hizo gradualmente más palpable- el Ego estableció las funcionalidades y procesos fisiológicos por medio de conatos voluntarios hasta que se volvieron reflejos como ahora.
Aunque la mente no es producto del cerebro, sí depende de la condición e integridad que muestren dicho órgano y el sistema nervioso; así, éstos últimos son instrumentos de aquélla para su trabajo en el plano físico. La mente tiene sus propias facultades y características, tales como organizar impresiones sensoriales en un patrón consistente para formar ideas de los objetos percibidos, su actividad intelectual que interpreta sensaciones y discierne significados -además de evaluar su utilidad-, generar expectativas futuras, rememorar sensaciones y experiencias pasadas, conectar múltiples nociones por el misterioso camino de la memoria y generando así el concepto de individualidad, etcétera. Así, la unión de mente e intelecto constituye un principio distinto con destrezas y funciones inherentes y separadas del cuerpo.
Podemos agregar y como enseña "La Doctrina Secreta", que cuando la mente se libera de sus vínculos con nuestra cobertura material, exhibe poderes psíquicos superiores como clarividencia, psicometría, etc. (I, 292). Esas aptitudes pertenecen a la psique o Alma Astral, el reflejo momentáneo en el cuerpo e instrumento del Ego Divino.
El Alma o Ego es el Hombre Interior pensante y autónomo respecto al cuerpo, la mente y las naturalezas psíquicas que son sus herramientas. Manas las adquiere toda vez que se reencarna -en virtud de su Karma pasado- con el fin de experimentar y comprender la Naturaleza, y así acceder al autoconocimiento. Como enseñan los Aforismos Yoga de Patanjali, el Alma es un Perceptor cuya visión es pura y simple, sin recurrir a modificaciones, y mira directamente las ideas. Entonces, el destino de Aquélla es poner orden en el caos de la materia animal, turbulenta e inferior de nuestros medios físicos, obteniendo control sobre su acción instintiva y al dirigir mente y cuerpo mediante la Voluntad para servir al gran propósito del Ego Superior: lograr el completo conocimiento de sí mismo.
La reserva kármica previa y no terminada del Ego se registra indeleblemente sobre la base del principio mental, pues se trata de causas sembradas por acciones de aquél en vidas anteriores. Dicha "raigambre" sin agotar y almacenada en la mente contiene efectos potenciales que se manifestarán cuando haya condiciones propicias: recordemos que los resultados se hallan incluidos en su génesis y no son consecutivos a ella, tal como el árbol ya existe en la semilla. Cuando surgen los contextos apropiados y el Ego se aprovisiona de cuerpo, mente, intelecto y naturaleza psíquica definidos -por la justa Ley kármica-, las semillas mentales de acciones pasadas fructifican y se externalizan en tiempo y espacio, creando toda la narrativa de vida y fortuna del individuo, sus aflicciones, su bienestar, carácter y tendencias.
Esta "eclosión" de depósitos mentales puede ocurrir de manera uniforme a lo largo de nuestra existencia en los planos de la mente, el cuerpo y el alma, o cada uno de esos tres puede extenuar las afinidades kármicas pendientes y relacionadas con sus respectivos ámbitos, en múltiples grados e intensidades. Hay muchas demostraciones cotidianas para explicar este principio.
Una ilustración del primer tipo se ve como un flujo constante y parejo de Karma anterior con muy pocas variaciones en el cuerpo y las circunstancias, la mente/intelecto y el carácter psíquico y emocional. También pueden encontrarse muchas clases de cambios que ocurren por separado en los tres aspectos de la "estadía terrena". Por ejemplo, una persona con buena salud física durante gran parte de su existencia repentinamente es víctima de una enfermedad crónica que le acompaña por el resto de sus días, aunque sin afectar la naturaleza mental y del alma. Esto se debe a que dicha parte del karma concluyó tan pronto como se agotó el flujo de causas kármicas que le otorgaron esa condición física, y el tipo opuesto -conservado potencialmente en su aspecto mental- comenzó a fluir mediante el cuerpo para producir la patología. Asimismo, tampoco son infrecuentes los casos donde se origina lo contrario.
Por otra parte, tenemos ejemplos de mentes brillantes nacidas con graves discapacidades nerviosas o similares, por cuyo medio el individuo "consume" una fase de mal karma perteneciente a la vida física, al tiempo que posee un intelecto sano como producto de causas justas. El origen de esta discapacidad corporal pudo crearse en la encarnación inmediatamente anterior u otras más antiguas, y según este caso las circunstancias convenientes y requeridas para la dolencia ocurrieron muchas vidas después que la causa fuera "sembrada" con antelación por el Ego, esperando que surgiera el instrumento corporal correcto a fin de expresarla. Como ejemplo de un buen Karma corpóreo y otro malo de tipo intelectual y psíquico, consideremos a una persona venida al mundo con cuerpo bien formado y circunstancias favorables, pero de carácter taciturno, malhumorado, irritable, vengativo y morboso. William Judge menciona la perversa familia italiana de los Borgia durante el Renacimiento, cuyos miembros gozaban de atractivo físico y sin embargo escondían tendencias diabólicas. Fueron responsables por muchos crímenes, especialmente bajo el reinado de Alejandro VI, incluidos varios envenenamientos con arsénico. Por otro lado, pueden haber sujetos deformes o "feos" con disposición feliz, excelente razonamiento, juicio sano y grandes cualidades morales.
En el funcionamiento del Karma se encuentra la explicación para diversos grados de desarrollo en la parte física, mental/reflexiva, psíquica y moral en todo sujeto, y también la dinámica independiente de dichos constitutivos. Se llama "excepcionales" a quienes exhiben destreza en una o más aptitudes como habilidad intelectual, poder de memoria y talento en elocuencia, pero pueden adolecer de concepciones filosóficas y sentido moral; lo mismo sucede con artistas renombrados y tendientes a caer en vicios que afectan su salud, etc. Hay individuos con gran clarividencia y capacidad de leer mentes ajenas, ejercitándolas para fines egoístas por mal o nulo desarrollo de facultades morales, raciocinio o percepción espiritual. Vemos así que los rasgos de comportamiento excéntrico son comunes entre muchos mal llamados "genios" según el "criterio popular". Éstos se han dedicado a trabajar una u otra área de interés, descuidando su personalidad como un todo para servir con eficiencia al Ego Divino, el único Genio verdadero.
Los Aforismos de esta serie esclarecen cómo en una vida particular las simientes kármicas se manifiestan a modo de efectos autónomos en los planos físico, mental y del alma, mostrando la necesidad de cultivar armoniosamente cada una mediante conocimiento y esfuerzo correctos. Una comprensión sólida de estos principios y su puesta en práctica forman la base de una verdadera pedagogía que tenga por objetivo el trabajo balanceado e igualitario de dones físicos, mentales/psíquicos, éticos y espirituales, de modo que toda la naturaleza humana se haga permeable a la Luz del Ego Divino e ilumine al mundo.
Encontramos una observación muy importante por Judge con respecto al despliegue del Karma pasado en varios planos. Su artículo homónimo señala que la "deuda" de tipo corporal se manifestará en tendencias análogas que traigan gozo y sufrimiento, y lo mismo se aplica a propensiones intelectuales y éticas. Como no existen unidades monetarias que puedan agregarse a otras, así también para contrarrestar mal karma con otro bueno es fundamental que ambos sean congruentes. Por lo tanto, es factible que los frutos de obras realizadas principalmente en la capa mental no puedan anularse ni ser aminoradas por actos físicos; sin embargo, un individuo tiene la chance de afectar su propio Karma: "Si se consume una mayor cantidad de energía en un plano que otro, esto hará que el Karma pasado se desarrolle en ese nivel". También cabe consignar que dicho "débito" se nos revelará sólo en armonía con el plano del deseo [Kama]; por ejemplo, si estimulamos anhelos por dinero, fama, renombre u otros centrados a nivel inferior, creamos un "punto de atracción" en esa parte, y por ello quienes viven plenamente en la sensorialidad extraerán de los ámbitos superiores las energías necesarias para satisfacer sus aspiraciones mundanas, haciendo que el karma pasado se despliegue en esa línea [1]. Por otra parte, alguien con ansias más puras y elevadas fija el mencionado centro en su rango correspondiente y encausando hacia él las energías burdas para aumentar su espiritualidad. Así, cuando hacemos una demanda de gratificación sensual en el plano inferior, su cumplimiento se produce a expensas de un desarrollo superior.
([1] Nota: recuérdese el famoso comentario del autor y conferencista masónico Manly Palmer Hall: "Es ignorante todo aquél que piense que no hay nada más allá de la materia, pero quien pone lo material por encima de todo es ignorante de su propia ignorancia").
Esa energía que debió destinarse al fortalecimiento de nuestra moral y cumplir aspiraciones superiores se ve arrastrada hacia nuestro polo contrario. Judge añade: “Gradualmente, los planos superiores agotan su vitalidad y el karma bueno-malo de una entidad será absorbido en el plano físico”. Además, cuando luchamos constantemente para centrar mente y corazón a fin de aprehender un ideal sublime, nuestro Karma pretérito comenzará a crecer en el estrato superior y nos ayudará en la búsqueda mística. Si generamos buen karma al dar grandes cantidades de dinero en vidas pasadas y al presente queremos muchas ganancias, podemos encontrar peculio, comodidad y lujo con holgura [2]; pero si nuestro corazón está empeñado en lograr conocimiento místico, entonces el mismo buen antecedente kármico-material germinará en planos elevados y podríamos recibir ayuda para encontrar el tipo correcto de libros, lugares tranquilos para estudio y meditación, etc. Vemos así que la asistencia se produce en un millón de formas diferentes.
([2] Nótese el hábil engaño que comporta el "mantra" fisicalista y comercial de "alcanzar un equilibrio entre espíritu y materia", si ponemos verdadera atención a lo que dijo Helena Blavatsky sobre la imposibilidad de servir a dos amos ("La Clave de la Teosofía"). De este modo, el hecho es que debemos elegir entre poner la espiritualidad por sobre lo terrenal o viceversa, antes que las circunstancias nos fuercen dolorosamente a ello por nuestras tendencias).
La Ley se pone de manifiesto en armonía con los deseos, y es nuestra actitud mental lo que une el Alma a los cordones kármicos. Cuando hacemos una promesa o resolución firme, podemos crear "núcleos magnéticos" y superiores más marcados con miras a purificar nuestra naturaleza inferior/mortal y volvernos espiritualmente sabios. Tal comportamiento saca a la superficie todas las cualidades latentes del individuo, lo que conduce a un desarrollo integral y establecer una línea meditativa permanente y más excelsa.
("The Theosophical Movement", junio 2020).