23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (12 de 19)


En el artículo previo explicamos la acepción teosófica de los términos "Ego" e "instrumento", utilizados en estos Aforismos. Las Enseñanzas consignan que se están realizando preparativos en la progresión cíclica de las razas con objeto de recuperar el verdadero conocimiento espiritual y la vida incorruptible, restableciendo para entonces un lazo armónico entre el carácter interior y las condiciones externas. El estándar general progresa o decae conforme actuamos y vivimos, y sin duda éste es también el verdadero motivo de la antigua insistencia para depurar las líneas familiares; al mismo tiempo, constituye el origen de la fusión entre muchas etnias para producir una nueva, como vemos en nuestro planeta ("Letters That Have Helped Me", p. 154).

Lo anterior apunta a la unión de personas pertenecientes a múltiples razas y países que está ocurriendo en [Norte-] América, y en el largo plazo producirá un grupo híbrido cuya función es otorgar el instrumento conveniente para Egos más evolucionados, que a su vez constituirán la Sexta Subraza. Sin embargo, este adelanto no será un "regalo" de la Naturaleza pues tiene que crearse mediante el esfuerzo consciente de llevar una vida superior entre las unidades responsables de nuestra Quinta Subraza actual, comprendida en la Quinta Raza-Raíz.

Consideraremos ahora las estrechas conexiones vitales-magnéticas y kármicas entre el Ego y su instrumento modelado a través de Karma en todo renacimiento, y el poder de Manas para producir cambios en dicho vehículo que sirvan a su propósito egregio. Una comprensión cabal de la Ley permite conocer aquéllo que nos encadena a los interminables ciclos de error y miseria de la existencia condicionada, las vías que permitan salir de esta esclavitud y darnos cuenta de que nuestro verdadero Ser trasciende al ámbito donde opera la Justicia Universal.

El Aforismo 17 implica que factores como el cuerpo adquirido al nacer, las circunstancias de nuestra vida, el carácter ético, la naturaleza emocional-mental, el desarrollo psíquico, las inclinaciones, nuestra ascendencia, etc., no significan hechos fortuitos, sino el resultado exacto y absolutamente justo de nuestros pensamientos y hechos en vidas anteriores. Inmediatamente después de la muerte física, el yo inferior/personal verifica en retrospectiva todos los eventos buenos o malos de la existencia recién terminada y en el más mínimo detalle; de igual forma, al concluir su estado post-mortem de bienaventuranza devachánica tiene una visión prospectiva de la siguiente estancia mundana que le aguarda junto con el Karma pasado que la rige, y asimismo contempla la equidad perfecta en el proceso.

Varias causales kármicas determinan que el Ego incorpóreo -al emerger de Devachán- renazca en una familia o consanguinidad establecidas. Puede que su naturaleza auto-procurada sea similar a la de los padres y ese grupo, cuyas índoles de mutua semejanza proporcionan el camino de menor resistencia al alma que encarna; que las circunstancias y características familiares brinden la oportunidad de conocer su evolución, o por afinidad de aquéllas con los Egos que constituyen el parentesco que fue generado por ellos de modo recíproco en vidas anteriores. Estos factores -ya sea por separado o todos a la vez- pueden funcionar en varios niveles; por ejemplo, es factible que el contexto de pobreza en una familia conceda al Ego la ocasión de desarrollar virtudes como paciencia, fortaleza, humildad, fuerza interior, etc., y así consolidar su carácter con miras a un mejor progreso. El Ego también puede sentirse atraído por una progenie específica para resolver efectos ilegítimos de relaciones inarmónicas con otras almas en vidas pretéritas, y ahora encarnadas en esa misma prole. Algunas personas nacen bajo circunstancias felices que pueden ser recompensa por méritos kármicos precedentes, o compensación homónima por mucho sufrimiento a manos de otros en el pasado. El nacimiento del alma en coyunturas cargadas de dificultades y limitaciones frustrantes sólo puede ser retribución meritoria por antecedentes de negligencia o acciones injustas que fueron dañinas para otros. El lapso entre la producción de causas y efectos, por muy largo que sea para nosotros, de ningún modo altera ni diluye la potencia en las resultantes kármicas que están impresas permanentemente en la naturaleza de los Egos involucrados, hasta que se resuelvan y compensen cuando ellos experimentan los frutos -placenteros o dolorosos- en la rígida labor de Karma.

Muchas enfermedades corpóreas y psicológicas son hereditarias, y algunas familias exhiben ciertos rasgos de carácter que se encuentran en su linaje. Según la ciencia ortodoxa, las propiedades congénitas son transmitidas por los genes que forman las moléculas de ADN en las células somáticas, aparte de aquéllos que evolucionan debido a influencias ambientales; pero es un grave error atribuir la fuente del carácter humano individual y sus propensiones únicamente a las células. Es como decir que el teclado y las cuerdas de un piano generan las melodías por sí solos. En la producción de éstas últimas las teclas representan un factor de hecho, pero no el único, pues jamás se podría ejecutar una canción sin que alguien las pulse. Lo mismo ocurre con los genes en la transmisión de rasgos hereditarios, los cuales han sido causados por un Ego vivo, pensante y consciente, a la vez que se relacionan con él. Sin embargo, debemos tener en cuenta que hay muchas más variaciones y diferencias que similitudes en los rasgos de carácter entre familiares, siendo las primeras herencia kármica que regresan a las personas por su Karma individual. Las semejanzas de atributos para esos miembros, así como las cualidades de cada uno, se remontan a lo que en sánscrito se denomina Samskara o "las impresiones dejadas en la mente por actos particulares o circunstancias externas, y susceptibles de desarrollarse en cualquier ocasión futura y favorable, incluso en el próximo nacimiento” ("The Theosophical Glossary"). Los genes son sólo la causa y el medio físico por donde esos depósitos o improntas mentales encuentran expresión en la vida terrena. La génesis moral es Samskara o el karma de los individuos que asigna la responsabilidad análoga y unipersonal por su condición, y esta misma regla se aplica a pueblos y razas. El Karma patrio representa aquél de los sujetos que tienen rasgos de idiosincrasia parecidos o contribuyen a crearlos.

Si se comprenden bien las enseñanzas sobre Karma y Reencarnación, esto produciría un sentido de responsabilidad moral en toda persona, no sólo por su condición particular de vida, sino además respecto al estatus de la familia y el país al que pertenecen. La educación correcta en estos temas llevaría a un esfuerzo individual para mejorar el carácter adquiriendo virtudes, deshacerse de vicios, resolver defectos hereditarios y elevar el carácter patrio a un nivel superior. Por lo tanto, la herencia es esclava de la Ley Kármica, por cuyo conocimiento puede ser alterada o incluso vencida.

Los instrumentos adquiridos por el karma en cualquier vida (cuerpo, naturaleza mental-emocional, intelecto, carácter moral, rasgos psíquicos, etc.) pueden sufrir cambios por el agotamiento de un conjunto de causas y cuando comienza a operar otra clase de Karma. Por ejemplo, un niño normal nacido de padres sanos contrae poliomielitis a los catorce años y deforma su cuerpo por el resto de esa encarnación, mientras sus características intelectuales y valóricas siguen intactas. Esto sucede porque conforme se debilita el curso de una etapa kármica que funcionó en el plano corporal y proporcionándole una cobertura saludable, la otra fase que implicaba fuertes impresiones mentales en la existencia precedente o las vidas creadas por ese Ego -tal vez infligiendo tortura física a algún semejante- comenzó a precipitarse a través del instrumento corpóreo y generó su deformidad, en medida y proporción exactas a la causa kármica. Las personas con actitud indiferente hacia cuestiones morales, o quienes incluso las desprecian, en un determinado periodo de vida se vuelven éticas y logran un comportamiento responsable. También se ven ejemplos de lo contrario cuando sujetos con buen historial en la sociedad sucumben a tentaciones y caen en desgracia.

Asimismo, el modus operandi en este aspecto de la Ley se aprecia en la trayectoria de países, o el ascenso y posterior caída de civilizaciones. Por ejemplo, la línea de Egos que compuso la antigua y avanzada cultura atlante ahora reencarna en Norteamérica y Europa. Los Profesores de Teosofía sostienen que la razón para su precario conocimiento actual [en espiritualidad] y el logro de dicha civilización se debe a que el Karma de acciones perjudiciales por esos Egos otrora atlantes actúa hoy por vía de otros mecanismos adquiridos por la raza apropiada para ellos, "que aprietan y encadenan al humano interior y divino. Nuevamente, éste es Karma-Némesis que por el momento nos castiga por medio de trabas irritantes que acorralan nuestro poder y frustra ambiciones" ("Ecos del Oriente", p. 25).

Una muestra práctica para la primera sección del Aforismo 19 -respecto a que los cambios pueden ocurrir en el instrumento por el poder de una promesa- se comprueba en la existencia de personas comunes capaces de superar hábitos indeseables al empeñar una palabra de honor. En la mayoría de casos, el Karma acumulado de otras encarnaciones necesita muchas oportunidades para agotarse y es congruente con el cuerpo adquirido; pero cuando un sujeto dirige su atención a un conocimiento superior sobre la Ciencia del Alma y aspira a alcanzar la Verdad, el vigor de esa actitud provoca transformaciones rápidas en el cuerpo o las condiciones, y el Karma acumulado tiende a precipitarse de modo más veloz, siendo ésta una ocasión para que el aspirante agote su "costal" previo. Cuanto mayores y más fuertes sean su aspiración y esfuerzo, más aumenta el flujo de esa "deuda", lo cual generalmente causa mucha tensión en la estructura de la mente y el cuerpo.

El volumen 2 de "La Doctrina Secreta" señala en la página 178: "Además, es incuestionable que en el caso de encarnaciones humanas la Ley de Karma -racial o individual- anula las tendencias subordinadas de la 'herencia', su sirviente”. Es bien sabido que nuestro cuerpo sufre cambios completos cada siete años, donde los átomos viejos dan lugar a otros nuevos, y haciendo uso de esta norma pueden superarse hábitos y proclividades hereditarios manteniendo una resolución firme e inquebrantable de pensar y actuar conforme a las leyes y los principios de Vida Superior, a lo largo de uno o más ciclos septenarios. De esta manera, nos re-creamos a la imagen de un ideal superior y accedemos a niveles más altos de consciencia.

("The Theosophical Movemement", mayo 2020).