29 de enero de 2022

¿Era Blavatsky "fumadora de hachís"?: las patrañas de Albert Rawson (1 de 2)

Imagen cortesía de Mutual Art

Los viajes de H.P.B. y la cronología de Albert Rawson: su narración insatisfactoria sobre las andanzas de Blavatsky a comienzos del decenio de 1850

Por John Patrick Deveney
Theosophical History, octubre 2004, vol. 10, n° 4

Una de nuestras únicas fuentes sobre los acontecimientos de la vida de H.P. Blavatsky, y previo a su aparición en Nueva York en la década 1870 -excluyendo, por supuesto, sus propios relatos contradictorios- es Albert Leighton Rawson (15 de octubre de 1829-15 de noviembre de 1902), un hombre cuyas historias referentes a las aventuras orientales de Blavatsky sirvieron no sólo para establecer la bona fide de aquélla frente a las afirmaciones de que fue aventurera, sino también para apuntalar las ínfulas de Albert (y mediante reflexión de las suyas) de “iniciación” y “familiaridad íntima” con Oriente. Helena devolvió el favor dando fe de Rawson como iniciado de la "Hermandad del Líbano". Fue un vínculo de admiración mutua que reforzó el prestigio de ambos y, al menos en el caso de Rawson, contribuyó a cubrir una vergonzosa trayectoria en su currículum.

En 1878 Rawson escribió al Spiritualist de Londres para contradecir una carta de Frederica Showers que cuestionaba si H.P.B. estuvo alguna vez en Oriente:

“En mis visitas al Levante, su nombre [de Blavatsky] se ha encontrado con frecuencia en Trípoli, Beirut, Deir el Kamer, Damasco, Jerusalén y El Cairo. También era bien conocida por un comerciante de Jiddah, quien tenía un anillo con sus iniciales y el cual, según él, fue regalo de ella. El sirviente de aquél, antes conductor de camellos, dice que fue dragomán y camelji para Madame Blavatsky desde Jiddah hasta La Meca. Pregunté al sharif de ésta última, pero no supe nada de ella pues pudo haber estado de incógnito mientras estuve allí por razones prudenciales (1). Hice mi visita como estudiante de teología musulmana y secretario de Kamil Pasha (2), en cuya compañía viajé”.

“No tengo ninguna duda de que Madame Blavatsky conoció muchos ritos, ceremonias e instrucciones practicados -si no todos ellos- entre los drusos del Monte Líbano en Siria, porque me habla de cosas que son conocidas sólo por los pocos selectos que han sido iniciados” (3).

Obsérvese lo bien que está organizada esta defensa. Es una obra cumbre y clásica de desorientación grandilocuente. Sin decir una palabra de que había conocido alguna vez a H.P.B. en el Cercano Oriente, y sin mencionar una sóla fecha que pueda ser verificada, Rawson logra enumerar una plétora de misteriosos lugares orientales (¡incluida La Meca!) donde habían estado sus huellas indiscutibles, y marcando o probando de ese modo la afirmación del autor de haber estado también en dicha zona. Al mismo tiempo y con una deliciosa frase, Albert da fe del conocimiento por Helena de “muchos, si no todos” los misterios drusos, estableciendo así su iniciación de forma condescendiente y demostrando que la de Rawson era superior. Ese testimonio debió haber irritado a Blavatsky (4).

La aserción más fascinante de Rawson sobre las primeras hazañas de H.P.B. es su "Madame Blavatsky: A Theosophical Occult Apology" (1892) (5), donde tiene a la protagonista en El Cairo durante su juventud, contando a la condesa Kazenoff sus investigaciones con ayuda de un "artista estadounidense" y en cuyo transcurso los dos jóvenes aventureros, ambos disfrazados de musulmanes, buscaron y consultaron a Shayk Yusuf ben Makerzi, un encantador de serpientes, y Paulos Metamon, el mago copto. Rawson continúa:

“Fracasó un intento de formar una sociedad para investigación oculta en El Cairo, y Metamon aconsejó retrasarlo.

Madame visitó París en su camino a Nueva York, y comparó notas con Thévenot, Gran Secretario del Gran Oriente en Francia, y asombró a ese francmasón muy erudito y de gran avance por su conocimiento sobre los secretos de los grados en una rama hasta el 33°, y en otra hasta el 95° (6). En 1853 llegó a Nueva York y conoció a algunos individuos, de los cuales casi todos siguieron siendo sus amigos hasta el final”.

“Helena había probado hachís en El Cairo con éxito, y nuevamente lo disfrutó en esta ciudad bajo mi cuidado y del doctor Edward Sutton Smith (7), quien había tenido una gran experiencia con la droga entre sus pacientes en el Monte Líbano de Siria” (8).

Estos son pasajes fascinantes, pero lejos de ser sencillos. La insinuación es lo suficientemente clara para que el "artista estadounidense" anónimo sea entendido como el mismo Rawson, aunque el aserto nunca se hace explícitamente y la conclusión no esté exenta de problemas, sobre todo el fracaso de Albert en su anterior carta al Spiritualist para auto-incluirse en la lista de quienes conocieron personalmente a H.P.B. en Oriente. Sin embargo, si no es el artista y viajero previsto, no hay fundamentos o fuentes ostensibles para los eventos que, en apariencia, relata a partir de su conocimiento de primera mano, y se torna necesario postular un segundo "artista estadounidense" idéntico, transgrediendo el principio de Occam (9). Rawson era artista y uno bueno, con un nombre reconocible desde fines del decenio de 1860 en adelante como ilustrador de tierras y temas bíblicos, una experiencia que es aún más sorprendente porque era librepensador absoluto y despreciaba el cristianismo (10). De este modo y limitándonos a las propias declaraciones de Albert, sólo hay una forma de analizar sus declaraciones cronológicamente:

-Peregrinaje de H.P.B. a La Meca.
-La peregrinación de Rawson a la misma ciudad, disfrazado como estudiante de medicina.

-Las investigaciones de Blavatsky y Rawson sobre los magos del Cairo.
-Encuentro de Helena con Thévenot en París (posiblemente acompañada de Rawson).

-El viaje de Madame a Nueva York en 1853, donde arriba con Rawson o bien permanece a su cuidado luego de llegar, y con el doctor Smith experimentan el hachís.

Este escenario de los dos viajeros en el Cercano Oriente alrededor de 1851-1852 (o en todo caso, anterior a 1853) encaja muy bien con otro testimonio por Rawson que describe su "relación personal con ella que se extendió por más de cuarenta años" (11). Si tomamos esto literalmente y lo combinamos con el hecho de que Blavatsky murió en 1891, la afirmación de Rawson debe ser que la conoció en torno a 1851, presumiblemente en algún lugar del Cercano Oriente. De nuevo, la cronología se relaciona con el trabajo biográfico estándar del siglo XIX sobre este individuo que afirma (y basado obviamente en material que él mismo suministró): “Luego de estudiar derecho, teología y arte, [Rawson] hizo cuatro visitas a Oriente, y en 1851-1852 realizó una peregrinación desde El Cairo a La Meca con la caravana anual, disfrazado como estudiante musulmán de medicina” (12).

Entonces, basándonos sólo en Rawson (o fuentes que se derivan de su propio relato), tenemos a ambos viajeros en Oriente hacia 1851-1852, efectuando por separado el peregrinaje a La Meca con más o menos un año de diferencia, y después pesquisando juntos a los magos egipcios; luego H.P.B. (y tal vez Rawson) pasaron por París conociendo al Gran Secretario Thévenot y terminaron en Nueva York durante 1853 (13).

¿Existe alguna verdad en esto? Dado que en los últimos cien años ha resultado imposible fundamentar las propias historias de H.P.B. sobre sus viajes, tal vez podamos abordar el problema desde otra dirección y llegar a certezas mediante un examen de la biografía de Rawson. Este no es un esfuerzo sencillo, pero puede servir para arrojar cierta luz sobre el problema.

Para empezar, la cronología expuesta anteriormente con Helena y Albert viajando por el Cercano Oriente en 1851-1852, es pura ficción y se demuestra fácilmente porque desde el 15 de septiembre de 1851 hasta el 22 de junio de 1852 Rawson estuvo preso en Nueva Jersey por robo (14). En los primeros meses de 1851 y antes de su arresto, tampoco estaba disponible desde que se "casó" con Sarah J. Lord en algún lugar de Nueva Inglaterra durante mayo de ese año, y vivía pacíficamente en Massachussetts en 1850 como relata su amigo y colega artista William H. Titcomb (15).

Se entiende fácilmente que Rawson haya querido cubrir un período sospechosamente vacío en su currículum (cuando de hecho estaba en la cárcel) cambiando los eventos posteriores a los meses perdidos, y esta debe ser la explicación del aserto de que "en 1851-1852 peregrinó desde El Cairo a La Meca"; pero este escamoteo, si bien puede ponernos en alerta para detectar otras mistificaciones del autor, no significa necesariamente que toda la historia sea falsa. Es muy comprensible que un joven en una situación como la suya busque el anonimato en el extranjero mientras el escándalo de su encarcelamiento se oscurecía, y tal vez sí tuvieron lugar los hechos supuestamente en 1851-1852, pero solo después que él saliera de prisión en junio de 1852. ¿Es eso factible, según lo que sabemos de su vida?

Podemos aprender bastante sobre el paradero de Rawson en ese período a partir de declaraciones juradas y pruebas que presentó su esposa Mary en su acción judicial de 1864 para obtener el divorcio, sobre la base -entre otros aspectos- de que estuvo casado previamente con Sarah Lord en Massachusetts y nunca se separaron.

-La denuncia referida sostiene que Mary “está informada y cree (es decir, no tenía conocimiento personal) que el carácter del imputado [Rawson], luego de su salida de la cárcel estatal y como se mencionó anteriormente, fue muy malo desde el punto de vista ético, que durante los años 1853-1858 residió en la ciudad de Boston y sus cercanías” (16), una acusación que indica que Rawson nunca contó a Mary ningún viaje al extranjero durante el tiempo que estuvo casado con Sarah.

-Por su parte, William Titcomb juró haber conocido “por primera vez a Albert L. Rawson alrededor de 1850. Él era entonces un soltero que se embarcaba con un tal señor Beebee en Cambridge. En el otoño de 1850 fue a Chelsea y se casó en la primavera de 1851 con Sarah J. Rawson. Poco después de eso viajó al oeste [estadounidense] y regresó a Cambridge hacia 1853”.

-El hermano de Sarah, James H. Lord, afirma que ella y su cuñado “comenzaron a vivir juntos en torno a mayo de 1851, en la casa de mi padre en South Reading, Massachusetts (…) De esta forma, residieron en la familia de mi padre por unos tres meses, y se fueron a Nueva York. Regresaron de allí y comenzaron a trabajar en Medford, donde permanecieron dos o tres años. La última vez que vi a Albert L. Rawson en Medford fue alrededor de 1857” (como dejan claro los dos documentos siguientes, esta declaración ambigua significa que durante los dos o tres años anteriores a 1857 la pareja vivía en Medford; antes de eso, el declarante creyó que estuvieron en Nueva York).

-En junio de 1856 Rawson viajaba por Vermont dando conferencias y tratando de vender sus pinturas, y escribía a su esposa Sarah que estaba en el hogar, probablemente en Medford, Massachusetts (17). Él le dice en tono conmovedor que “bese a Bub [su hijo pequeño Arthur] de parte de su papá”, lo cual indica que, a más tardar, Arthur había nacido en mayo o junio de 1856 y Rawson estuvo en casa para ayudar a concebirlo en algún momento de septiembre u octubre de 1855 o antes.

-En abril de 1857 nuestro protagonista se hallaba en Nueva York, en un largo viaje de ciudad en ciudad en la costa oriental para vender sus obras de arte, y nuevamente escribió a Sarah en Medford (18).

-Desde el verano de 1859 hasta la primavera de 1864, en el norte del estado neoyorquino Rawson cortejó a Mary, su segunda esposa; se casó con ella en junio de 1860 y luego vivieron juntos en Siracusa donde tuvo dos niñas, una nacida en junio de 1861 (indicando su presencia allí en septiembre-octubre de 1860) y otra en abril de 1864 (lo que señala su estadía en dicha zona durante junio-julio de 1863).

A estas exiguas declaraciones del expediente de divorcio podemos agregar algunos detalles adicionales:

-En agosto de 1855 Rawson probablemente estaba en el Tufts College de Massachusetts, donde realizó un dibujo conmemorativo para celebrar la ceremonia de dedicación de la escuela el día 22 (19).

-En 1858 exhibió su trabajo por primera vez en la Academia Nacional de Diseño, en su entonces nuevo edificio de 10th Street, Nueva York (20).

-Por un tiempo prolongado y en los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil, Rawson vivía en Nueva York donde frecuentaba Pfaff's Cellar, un salón-sótano, en compañía de otros habitantes de la primera bohemia estadounidense como Walt Whitman, George Arnold, Josh Billings, Mark Twain, Petroleum V. Nasby, Artemis Ward, Henry Clapp, el conde Adam de Gurowski, Albert Brisbane, Stephen Pearl Andrews, el cónsul turco Oscanyan Bey, la brillante Ada Clare y su amiga Anna Ballard (21).

En todo esto no existe mención de un viaje al Cercano Oriente ni travesías extensas, aunque las fuentes biográficas estándar sobre Rawson relatan que éste “también exploró los montículos indios del valle del Mississippi y visitó América Central en 1854-1855” (22), un evento que puede coincidir de algún modo con la propia afirmación de Blavatsky a Sinnett de haber visitado las mismas áreas en un período ligeramente anterior (23).

Un examen acucioso de las fechas pone de manifiesto que hay dos períodos durante la década de 1850 en que se pensaba que Rawson había ido "al oeste" o "Nueva York" -a escondidas de sus suegros y amigos- o donde se desconozca su paradero o no se indique. La primera de dichas etapas fue de 1852 a 1853, en cuya primera parte Rawson todavía estaba en prisión, un hecho que sin duda habría tratado de ocultar a sus amistades; y el segundo periodo comprende desde mediados de 1857 hasta 1858.

Antes de considerar si Rawson visitó el Cercano Oriente durante una de esas fases o ambas, es importante comprender que un viaje "normal" desde Nueva York a aquella región -desadornada con largas travesías paralelas- habría tomado de seis meses a un año o más en el período anterior a que se hicieran comunes los viajes a vapor en la década de 1860, y un mínimo de seis meses a partir de entonces (24). A esto deben agregarse aproximadamente cuatro meses para la peregrinación a La Meca (25), suponiendo que haya ocurrido, y uno o dos meses adicionales para la iniciación de Rawson por parte de los drusos, si es que dijo la verdad sobre ello y en caso que el evento tuviera lugar en esa fecha y no más tarde (26).

En este ajetreado período del decenio 1850 como recluso, padre de familia, bohemio y artista viajero, al menos existen algunos indicios de que Rawson encontró los seis meses o el año necesarios para trasladarse al menos una vez a Europa y el Cercano Oriente, y quizá en dos ocasiones. En el Twelfth Annual Proceedings de la Antigua Orden Arábiga de los Nobles del Santuario Místico (1886), Rawson tradujo y publicó una carta de un tal Zoolfikar Fauzee del Cairo, y el escritor señala:

“Me pregunto si reconoceréis el nombre de vuestro presente corresponsal. Tuvo el honor de sentarse a vuestro lado en la escuela de Fickee Hoseyn ibn El-Homam, en el Centro (Madrasay) El-Azhar (El Cairo) hace treinta y tres años, y cantar el Fathah a coro con toda la clase” (27).

La carta está fechada en abril de 1886. Si es exacta (y la precisión de 33 años indica que el autor está tratando de ser preciso), colocaría a Rawson al menos en El Cairo en la primavera de 1853; a su vez, esa visita puede estar respaldada por la afirmación de Albert -en uno de los diccionarios biográficos estándar- de haber publicado en 1854 un libro, por lo demás desconocido e imposible de encontrar, titulado Vocabularies and Dictionaries of Arabic, Persian and Turkish, posiblemente producto de este viaje (28).

Si hay algo de cierto en la historia de que Rawson estuvo en La Meca, la peregrinación debe haber tenido lugar en esta travesía. La culminación del Hajj (visita al Monte Arafat) se celebra el día 9 de Dhul-Hijah, duodécimo mes del año musulmán, fecha que en 1853 ocurrió el 13 de septiembre, y que constituye una circunstancia bien conocida porque el capitán Richard Francis Burton también hizo el periplo en 1853 disfrazado como médico pathan de India. Así, este relato y en el punto de vista más cínico inspiró la afirmación de Rawson (29). Dado que el calendario musulmán es lunar y hace que el Hajj caiga once días antes cada año, y dado que H.P.B. aparentemente había permanecido en La Meca antes que él, en este escenario Helena habría estado en dicha locación a principios de septiembre de 1852, fines de agosto de 1851 o en momentos correspondientes en años aún anteriores.

Así, con un ajuste de fechas para compensar su tiempo como huésped del estado de Nueva Jersey, la historia que contó Rawson sobre las aventuras de H.P.B. en Cairo, el artista estadounidense y su posterior paso por París camino a Nueva York parece encajar en el primero de los períodos vacíos (1852-1853) en la cronología de Rawson.

¿Y qué pasa con Thévenot? Esta luminaria, según cuenta Rawson y como se recordará, era “Gran Secretario del Gran Oriente” y a quien Blavatsky supuestamente asombró en París con su conocimiento de la elevada tradición masónica. Sin embargo y desafortunadamente para Rawson, Thévenot sólo asumió dicho cargo en 1860.

La posición de Gran Secretario en la mayoría de las jurisdicciones masónicas de habla inglesa es preferente y elevada. En el Gran Oriente francés del decenio 1850, la aproximación más cercana desde el punto de vista del rango masónico era el chef du secrétariat, una persona de considerable poder ya que su cargo por lo general era permanente, mientras que los oficiales más exaltados del Gran Oriente iban y venían con más frecuencia según los caprichos de la política masónica. En 1851 un advenedizo llamado A.M. Hubert logró convertirse en chef du secrétariat, reemplazando a un tal Pillot que había ocupado esa posición durante 20 años (30). Hubert duró hasta principios de 1853, cuando a su vez fue destituido y reemplazado como chef por un hombre llamado Claude, que ocupó el puesto al menos hasta 1855 (31). Tras la partida de Claude, dicha plaza parece haber estado vacante, y sólo en esa situación durante 1858 aparece el nombre de Thévenot, no como chef du secrétariat sino más bien premier commis, es decir, “primer comisionado” (agente principal u oficinista) del secretariado. Thévenot finalmente devino chef hacia 1860 y continuó así al menos hasta 1877 (32).

Thévenot, por lo tanto, no estaba en una posición oficial en 1853 para sorprenderse con H.P.B. mientras pasaba por París en su trayecto a Nueva York, y la cronología simple de Rawson -si queremos rescatar alguna parte de su historia- debe ser “ajustada” no sólo para tener en cuenta su tiempo en la cárcel, sino además para hacer algo con Thévenot.

Hay una pieza final de la cronología del período que puede sernos útil en este aspecto. Rawson dice lo siguiente en su obituario sobre Benjamin Perley Poore (33), un amigo y miembro simpatizante de la Antigua Orden Arábiga de los Nobles del Santuario Místico:

“[En] 1858, en París y acompañado por este escritor, él [Poore] fue nombrado miembro de los cuatro cuerpos del Rito Escocés, a través de los servicios amistosos del Gran Secretario Thévenot. Su ascenso al 33° se ganó con nobleza y fue recibido con gracia” (34).

Poore era muy conocido como periodista y conocedor de Washington, y dado que presumiblemente muchas personas habrían estado familiarizadas con su vida y dispuestas a enmendar errores, la afirmación por Rawson de estar en París en 1858 suena a verdad, a pesar de que Thévenot era sólo comisario del secretariado en ese momento (35).

Si, como parece probable, Rawson estuvo en París durante 1858 según menciona, y en un momento que Thévenot al menos se hallaba relacionado con el secrétariat du Grand Orient, debemos considerar las consecuencias para la biografía de H.P.B. ¿Podemos recuperar algo de su asombrado Thévenot en 1853 (que se ha demostrado imposible), adelantando ese evento a 1858 (cuando Rawson estaba allí tratando con el mismo dignatario), o quizás deberíamos transponer toda la secuencia de los acontecimientos de 1853 (La Meca, El Cairo, magos, París, Nueva York) hacia ese último año? En otras palabras, ¿ocurrió realmente en 1858 el viaje en que Helena “visitó París de camino a Nueva York y comparó notas con Thévenot, Gran Secretario del Gran Oriente de Francia”?

Sabemos por otras fuentes que la propia H.P.B. permaneció en París en 1858, porque ese es el período cuando se familiarizó con el médium D.D. Home, aunque nunca lo conoció (36), y es tentador manipular las fechas de Rawson (que como hemos visto son flexibles en cualquier caso) para combinar ambas visitas a Thévenot y ubicarlas en 1858. Dada la oscuridad de éste último que trabajaba -como imagino- en un despacho interno del Gran Oriente, y más bien a modo de subalterno mal pagado como una de las novelas más oscuras de Dickens, siempre me ha parecido improbable que alguien lo eligiera para una visita, y mucho menos que dos personas que se conocían bien y viajaron juntas le hubieran buscado separadamente y en distintas ocasiones con cinco años de diferencia.

Para seguir la primera rama de esta hipótesis -que Rawson, por alguna razón, cambió a 1853 toda la serie de eventos (La Meca, El Cairo, magos, París, Thévenot, Nueva York) que realmente ocurrieron cinco años después- debemos examinar un poco más de cerca la propia cronología de Albert para ver si de hecho visitó el Cercano Oriente en el período 1857-1858 cuando pareció arribar a París. Como hemos visto, la cronología general de los eventos de su vida parece permitir ese traslado entre 1857-1858, pero la pregunta sigue siendo si de hecho lo llevó a cabo.

Para responder a esto, es necesario averiguar cuántas veces Rawson visitó esa región efectivamente; sin embargo y como ocurre con todas las cuestiones examinadas aquí, ese problema no es sencillo. Los bocetos biográficos estándar de Rawson, publicados a partir de finales del decenio 1870 en adelante, establecen que aquél realizó cuatro periplos a Oriente (37). En 1877 los escritos de Blavatsky comprobaron este guarismo y su viaje a La Meca, y agrega que Rawson pasó "muchos años" en el Este: una afirmación que se hace con frecuencia, pero difícil de justificar dada la cronología ya descrita:

“Fuera de Oriente nos encontramos con un iniciado (y sólo uno) que, por algunas razones que él mismo conoce, no oculta su iniciación en la Hermandad del Líbano. Es A.L. Rawson, viajero erudito, artista y profesor de Nueva York. Este señor ha pasado muchos años en Oriente, visitado Palestina cuatro veces y viajó a La Meca” (38). El propio Rawson afirmó en 1879 (39): “He estado bastante bien en este país, visto las mejores partes de Europa y hecho cuatro viajes a Egipto y Palestina” (40).

Si estos cuatro viajes son reales y existen problemas con la afirmación (41), entonces ¿cuándo ocurrieron? Sabemos o podemos deducir con bastante certeza que, además de los posibles periplos en 1852-1853 y 1857-1858 que analizamos aquí, Rawson también permaneció en el Cercano Oriente en el verano de 1874 (42) y parece haber llegado otra vez a esa zona en algún período durante el decenio 1860 (43), probablemente 1866-1868 (44). De este modo, si Albert realizó cuatro viajes a Oriente en la etapa relevante -como dicen él y Blavatsky-, las expediciones deben ser 1852-1853, 1857-1858, 1866-1868 y 1874: una cronología que, al menos por cuestión de lógica, permitiría que la cadena de acontecimientos La Meca-El Cairo-magos-París-Thévenot-Nueva York ocurriera durante el segundo recorrido de 1857-1858. Sin embargo, si bien esta solución resolvería al menos el problema de Thévenot de alguna manera -pues al menos tenía alguna conexión con el secretariado en 1858-, creo que genera otras dificultades insuperables. La más significativa es el hecho, bien establecido por la familia de Blavatsky, de que en 1858 ella no fue de París a Nueva York para experimentar el hachís con Rawson y el doctor Smith, sino que regresó a Rusia para asombrar a su parentela con los trucos del espiritismo y las mesas giratorias [que más tarde ella desmontaría en EE.UU.].

¿Y si trasladamos sólo el viaje a París y el encuentro con Thévenot a 1858? Una vez más, desde un punto de vista puramente lógico y dada la serie de eventos aquí esbozada, sería posible mezclarlos y tomar el trozo de la historia de Rawson en 1852-1853 que ha demostrado ser imposible de digerir (visita de H.P.B. a Thévenot) y moverla a 1857-1858, donde podría encontrar más fácilmente un sitio y dejando intactas en 1853 las aventuras del Cairo y el traslado a Nueva York (45). Este ejercicio tiene la belleza de explicar la absoluta improbabilidad de que dos viajeros que se habían conocido largamente y con algo de intimidad en El Cairo y Nueva York (y tal vez el suroeste de Estados Unidos, México y América Central) debían estar en París el mismo año sin saberlo entre ellos, mientras uno busca al oscuro francmasón que el otro (según Rawson) visitó cinco años antes. Todo esto es seductor, pero no constituye historia.

Los miembros de jurado estadounidenses son instruidos en sus deliberaciones con la vieja máxima legal falsus in uno, falsus in omnibus (“un mentiroso en un asunto miente en todo”), y se les permite -pero no exige- no creer en nada dicho por una persona que haya dado falso testimonio, incluso si no se contradice. El precepto es una guía segura aunque estéril para tratar con las ficciones biográficas respecto a H.P.B. y los cuentos de Rawson, pero si se aplicara estrictamente a las cuestiones discutidas aquí, nos llevaría a descartar por completo los relatos del segundo. Fue falso en sus fechas (para cubrir su tiempo en prisión); casi con certeza mintió acerca de las peregrinaciones a La Meca; también engañó por razones que no están claras en su historia de Blavatsky y Thévenot (46) y ciertamente estaríamos justificados en rechazar todo su relato, perdiendo de una sóla vez todo lo que durante años creíamos saber sobre el joven artista norteamericano, Paulos Metamon, el encantador de serpientes y el hachís en Nueva York durante los años 1850.

No obstante, este repudio total parece extremo e injustificado, a pesar del hecho de que cualquier metodología histórica que desapruebe sólo las afirmaciones probadas como mentiras -manteniendo el resto- descansa sobre un terreno inestable, pues todo descubrimiento nuevo e imprevisto puede falsificar otra afirmación en el testimonio del mentiroso. Pese a ello, aquí no tenemos el consuelo de tratar con un individuo honorable, cuyos errores son lapsus de memoria o percepción. Dada la pobreza de nuestras fuentes, debemos tomar testigos de la vida de H.P.B. tal como las encontramos con sus imperfecciones o abandonar todo el esfuerzo. Rawson no es un testigo perfecto ni mucho menos; sí fue un sinvergüenza, pero al parecer uno con conocimiento directo de los eventos que relata y la oportunidad de haberlos presenciado -si ajustamos su cronología al período 1852-1853 e ignoramos a Thévenot-, e incluso el obstáculo del encuentro de Helena con Thévenot en 1853 posiblemente pueda evitarse si asumimos (¡otra suposición más!) que Rawson usó el título de “Gran Secretario” para aquél pues dicho honorable se convirtió más tarde en chef du secrétariat.

Por lo tanto, después de todo quizá permanezca algo de la historia según Rawson, aunque las suposiciones y ajustes que nos vemos obligados a hacer para dar cuenta de las afirmaciones falsas deben dejarnos con dudas sobre todo el relato, y con una sospecha perdurable y convincente de que perdemos algo de crucial importancia en la relación entre Rawson y H.P.B. y la biografía general de ésta última. Muy claramente, aquí está sucediendo algo -y de gran importancia para los historiadores- que ni Blavatsky ni Rawson querían que se revelara: Quod tanto impendio absconditur, etiam solummodo demonstrare destruere est ("incluso es destructivo mencionar lo que está oculto con tanto cuidado"; Tertuliano; epígrafe de Le Compte de Gabalis, 1671).

Por lo menos, esta excursión a través de las minucias biográficas de Rawson en la década de 1850 debería servir como advertencia contra la aceptación de afirmaciones estándar sobre la vida de H.P.B. y un estímulo para investigaciones más detalladas.

Quiero agradecer al personal de la biblioteca y museo masónicos Chancellor Robert R. Livingston en Nueva York, del cual tengo el honor de ser fideicomisario, y especialmente a su director Tom Savini y la bibliotecaria Georgia Hershfeld, cuya colaboración ha sido invaluable en la preparación de este trabajo.