23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (14 de 19)


Aforismo 21: “Karma es Misericordia y Justicia, los polos opuestos de un todo único, y la primera sin su complemento no es posible en las operaciones kármicas. Lo que el ser humano conoce por ambas ideas es defectuoso, errático e impuro”.

Uno de los conceptos erróneos que prevalece respecto a la Doctrina del Karma alude a su "desmesurada severidad y exigencia" como justicia retributiva, sin espacio para moderarla con piedad; así, el supuesto subyacente es que justicia kármica y misericordia son "mutuamente incompatibles" en el orden natural. Los creyentes en Dios dicen encontrar consuelo en una divinidad que perdona nuestras faltas y concede peticiones cuando se le reza con sincero arrepentimiento o devoción, pero ambas visiones son contrarias a la verdad y los hechos.

El genuino acto de perdonar implica misericordia y también una oportunidad para enmendarse y crecer. Pero ¿qué es el "verdadero perdón"? C.S. Lewis sugiere en su ensayo "On Forgiveness" que "existe una enorme diferencia entre perdonar y excusar (...) El perdón dice: 'Sí, has hecho esto, pero acepto tu disculpa, nunca lo tomaré en tu contra y todo entre nosotros será tal como antes'. Pero la excusa señala: 'Veo que no pudiste evitarlo o no lo dijiste en serio, y realmente no eras culpable'. Si uno no causó el agravio, no hay nada que disculpar, y en ese sentido ambas actitudes son casi opuestas (...) Lo que nos lleva a este error es el hecho de que generalmente hay cierta cantidad de excusas o algunas 'circunstancias atenuantes'".

Nuestro concepto de "ley misericordiosa" es aquélla que excusa nuestras malas acciones y nos permite escapar de las consecuencias subsiguientes. No obstante, el aspecto de "misericordia" en el Karma es que, al contrario de las normas humanas, brinda innumerables oportunidades para mejorar. Podemos escondernos en una cueva o el fondo del mar, pero no es posible esquivar la Justicia Cósmica.

Sin embargo, a menudo hay problemáticas que escapan a nuestro control, aunque Karma tiene en cuenta todas las "circunstancias atenuantes". Como ya sabemos, dicha Ley implica acción y reacción, pero ésta última no es mecánica pues considera las motivaciones, el estado interior de la persona y el peso de su Karma pasado. Por ejemplo, cuando una madre es severa con su hijo al desear convertirlo en una persona recta y honorable, la Ley pondera su "buen motivo" [1] mientras impone las resultantes por su adustez. De manera similar, hay una diferencia en el mérito kármico de alguien que realiza "obras caritativas" con objeto de adquirir renombre, y otra persona sin ese motivo oculto. La condición interna del individuo también es un factor decisivo, verbigracia, al sopesar los resultados kármicos producidos al perder autocontrol por cansancio o frustración, y otro sujeto que no tenía tales impedimentos; sin embargo, el estado interior es la suma de todas las experiencias y coyunturas de una vida particular, así como las de encarnaciones anteriores. A menudo una persona tacaña y cruel tiene el trasfondo de una infancia difícil o exposición a pobreza extrema. Además, nuestra constitución mental, moral y psíquica se halla bajo el karma de vidas anteriores; por ejemplo, alguien nacido con fuertes tendencias a chismear, la sensualidad o la codicia tendrá que luchar más duro para frenar esos defectos que otro individuo no cargado con el "fardo" de su "débito" previo.

([1] Véase además este artículo complementario y el párrafo siguiente).

La Ley de Karma también dirime según nuestro conocimiento o ignorancia, y la responsabilidad ante aquélla es proporcional a nuestro trasfondo ético, es decir, cuanto mayor sea el criterio del bien y el mal, menor será la “misericordia”. Por ejemplo, el rigor de la reacción hacia un monje budista que roba pan cuando tiene hambre sería mayor respecto a un individuo corriente, porque el primero se disciplina para controlar los apetitos inferiores. Este podría ser el lineamiento subyacente a las historias sobre grandes efectos kármicos por "pecados insignificantes"; se cuenta que Bhishma debió acostarse sobre una cama de flechas en la guerra del Mahabharata como consecuencia de haber matado a un camaleón sólo por "deporte" cuando era niño.

Otro significado de misericordia es compasión, la cual no se trata sólo de "lástima", pues comprende un amor omniabarcante por todo lo que vive. Su objetivo es el bien universal; no se puede hacer feliz a "Y" a expensas de "X". La compasión es el aspecto de la Ley que desea el mejoramiento de todo ser, incluso si conlleva tribulaciones, y el objetivo último de esta normativa es que todas las criaturas adquieran perfección. El dolor en las fases de desarrollo debe considerarse según la perspectiva correcta; de esta manera, "felicidad" o "desgracia" no debieran ser nuestro criterio para juzgar el Karma. La infelicidad individual puede ser una disciplina adoptada por el Ego para eliminar defectos y adquirir fortaleza y simpatía.

La misericordia kármica es evidente en nuestra vida cotidiana, pues muy a menudo vemos personas que parecen cometer malas acciones y continúan disfrutando de lo que se considera una "buena vida". Ello se debe a que la Ley brinda oportunidades generosamente a esos individuos y durante mucho tiempo para enmendar sus caminos, lo cual se ilustra en el episodio de Shishupala en el Mahabharata, a quien se le perdonó por cien faltas antes de ser decapitado por Krishna (Karma) y tras haberle concedido múltiples chances para reconocer sus errores y expiarlos. William Judge escribe:Protegerse del dolor necesario tampoco es verdadera misericordia, sino lo contrario, porque a veces es sólo a través del dolor que el alma asimila el conocimiento exacto y la fuerza que necesita” (The Vahan, enero de 1892).

La Deidad es Ley y viceversa; representa la Justicia misma cuyo núcleo es Misericordia, y que al impregnar el Universo constituye la cualidad esencial del corazón y espíritu en cada ser. Por eso Platón enseñaba que la Justicia subsiste en cada alma y es el mejor valor de quien la posee. Así, Justicia y Misericordia son inseparables, siendo ambas el aspecto dual de la Realidad Única. En otras palabras, una clemencia genuina comporta la equidad más estricta y son siempre recíprocas.

Sin embargo, tal Justicia perfecta de la Naturaleza no se logra mediante leyes humanas debido a nuestro carácter defectivo y limitado. Por ejemplo, cuando un delincuente es sancionado con arreglo a las normas estatales no hay lugar para su rectitud y reforma, y tampoco se prevé una compensación plena y justa respecto al daño sufrido por la (s) víctima (s). El rasgo de "piedad" humana es benévolo con quien la ejerce y hacia el ofensor, o bien el Estado puede remitir la pena otorgada; en cualquier caso, los efectos nocivos por alterar la armonía mediante un delito no se anulan ni eliminan por ello; Karma actúa sin desviarse, de modo infalible e incesante, restaurando el equilibrio perdido. La reposición de este balance es la equidad más severa en que los individuos perciben buenas resultantes (felicidad) por sus actos altruistas, y los malos tienen su "pagamiento" (dolor y tristeza) a causa de obras perjudiciales. Nadie ni nada puede evitar que una marea de prosperidad fluya hacia alguien por su buen comportamiento, ni desviar la justicia retributiva de Karma para infligir dolor a quienes corresponda, exactamente en proporción al daño producido e indemnizando a los agraviados con la misma imparcialidad precisa.

En nuestra etapa actual no podemos rastrear el efecto hasta su origen, y se nos aconseja que aceptemos los males del nacimiento. Algunas consecuencias kármicas son irreversibles, como por ejemplo llegar al mundo en una familia determinada. Además, una persona de constitución frágil desde la cuna puede adoptar medidas con vistas a mejorar su estado físico. El futuro está determinado por cómo reaccionamos ante la situación que se presenta; entonces, ¿preferimos rebelarnos en ira o intentamos sacar lo mejor de esa problemática? Los esfuerzos de un niño discapacitado y otro normal no pueden compararse, y de manera análoga nuestro mejor tesón puede no ser mucho según los "estándares mundanos", pero Karma recompensará al proporcionar un mejor "aparato" o entorno en encarnaciones posteriores.

Comúnmente vemos a personas que se encuentran con alguna calamidad o desgracia, y sienten que "no lo merecían" espetando que la vida o "Dios" fueron "crueles" con ellas. Es natural que lo piensen así, porque el individuo promedio no puede conocer las causas producidas en existencias pasadas, cuyo fruto aciago ahora cosecha como un gran dolor. En el mismo instante que pensamos sobre la "injusticia" de un hecho -aunque en realidad nada bueno o malo es inequitativo en nuestro viaje terrenal- entra en funcionamiento la Ley de Compensación, que después de la muerte física hace que el Alma incorpórea ingrese a un estado de conciencia post-mortem llamado Devachán, donde experimentará bienaventuranza intensa y permanente. Cada lágrima derramada en vida bajo la dolorosa justicia retributiva es resarcida con supremos gozo y descanso en dicha circunstancia. Cuando el Ego retorna a una nueva encarnación terrestre y concluye su reposo, el implacable Karma retributivo se encuentra con él en un nuevo cuerpo confiriendo así otra oportunidad al Ego para aprender de amargos resultados por transgresiones pasadas, incluso cuando trae acontecimientos y perspectivas felices en función de las buenas obras cometidas. El estado espiritual y subjetivo de Devachán puede perdurar por siglos -de acuerdo con nuestro sistema cronológico-, y en ese nivel el Ego evoluciona a una etapa superior absorbiendo la esencia más elevada y noble de sus características, pensamientos, experiencias y anhelos de su reciente vida mundana; por todo ello, el proceso es infaliblemente justo y al mismo tiempo simboliza la disposición más misericordiosa del Karma.

Si bien no recordamos nuestras antiguas acciones imprudentes que traen sufrimiento en la actualidad, toda persona ve la justicia perfecta e implícita en su dolor terreno al momento de la muerte, cuando el sujeto se halla a la luz de su Ser Superior y revisa con el más mínimo detalle cada evento de la vida que abandona, incluso los pensamientos o las emociones más sutiles. De la misma manera y justo antes de renacer en un nuevo cuerpo, la memoria del Ego o Manas atisba la equidad infalible de todo lo que le espera en su siguiente odisea.

La interdependencia es otro aspecto misericordioso de Karma, esto es, que no progresamos en forma aislada y en cambio se obtienen beneficios al ser parte del Todo. En el plano material la vida es más fácil gracias al uso de aparatos eléctricos, tecnologías de transporte o comunicación, etc., aunque muchos de nosotros no los inventamos. Lo mismo ocurre a nivel de intelecto y espíritu: “El individuo en quien aparece la iluminación final se denomina 'genio', 'inventor' o 'inspirado', pero él es sólo la corona de una gran obra mental creada por hombres desconocidos a su alrededor, y que se aleja de él por extensas prospectivas de distancia" ("Through the Gates of Gold", p. 12). Este principio sugiere que un escritor o poeta talentoso se inspira en el trabajo de otros autores que le precedieron cuando está listo un lenguaje bien desarrollado para utilizarse. De manera similar, Buda alcanzó la iluminación gracias a textos como los Vedas y Upanishads, y las enseñanzas de Grandes Seres en épocas anteriores.

Más específicamente, otro individuo puede ayudarnos a superar el karma desfavorable. Recuérdese el Aforismo 13: “Los efectos pueden contrarrestarse o mitigarse por los pensamientos y actos de uno mismo u otro, y esas consecuencias representan la interacción conjunta de todas las causas involucradas en producir dichos resultados". William Judge menciona en "Notes on the Bhagavad-Gita" que nacemos en compañía de aquéllos con quienes establecimos a priori una fuerte afinidad kármica. Supongamos que en alguna vida pasada un sujeto creó intimidad amistosa son otro; luego la muerte los separa, y en encarnaciones siguientes uno de ellos persigue conductas hedonistas mientras su compañero se interesa por la sabiduría espiritual. Tras muchas odiseas terrenales se reencuentran y la antigua relación se impone; para entonces, el segundo individuo tiene un extraño poder para tocar la vida interior de su amigo y le despierta a los secretos de su propia alma. Este es un caso de afinidad no agotada, y con esa ayuda el Karma obra su salvación: "Esta Ley es tanto un ángel de misericordia como un mensajero de justicia, porque (...) también es una forma con que a menudo la Naturaleza rescata a los humanos de la condenación" ("Notes on the Bhagavad-Gita", p. 67-68). También hay seres espirituales llamados Nirmanakayas que permanecen en la atmósfera invisible de la Tierra; ellos “pueblan sus corrientes en el espacio con entidades poderosas sólo para el bien” y alivian hasta cierto punto la miseria de nuestra especie.

A la luz de una vida superior, comenzamos a entender que nuestros supuestos "enemigos" o personas "lesivas" en realidad constituyen benefactores, porque mediante conocimiento y actitud correctos hacia ellos la animadversión puede desaparecer transformando el odio en amor [2]. Por lo tanto, no sólo evolucionamos en la vida mística, sino que también aliviamos parcialmente el pesado Karma mundial y ayudamos a otros en su crecimiento superior. No podemos tener enemigos porque la mano que nos golpea es sólo nuestra, siendo dichos "antagonistas" agentes de Karma retributivo que engendramos por nuestra propia acción. Si por ignorancia tomásemos represalias y lastimamos a quien nos causó daño, de ese modo se despierta la implacable justicia en acción para castigarnos tarde o temprano y compensar a nuestro oponente en una vida futura. Esto explica por qué vemos personas sin carácter y a veces con claras tendencias malévolas que parecen estar libres de sufrimiento y colmadas de prosperidad, siendo así una compensación kármica que disfrutan por haber sido maltratadas, o pueden estar percibiendo "reembolsos" debido a obras meritorias en encarnaciones previas. Por lo tanto, en la medida de lo posible las leyes humanas deben ser limitantes, reformadoras y pedagógicas, pero no retributivas, considerando la implacable Ley de Justicia Universal. La caridad hacia las faltas ajenas y el perdón de ofensas mutuas son imperativos éticos que debemos observar meticulosamente con una comprensión elevada sobre la Ley inmutable de nuestro ser. Sólo entonces tendremos un rápido progreso individual y colectivo hacia la iluminación y libertad del Alma.

([2] Comentario del administrador: Esta es una generalización arriesgada que precisa algunos recordatorios. Primero, una vida 100% espiritual en varias ciudades es imposible por el venenoso entorno psíquico que les permea, y de esa forma muchos de sus habitantes siguen creando conflictos de todo tipo en aras de la programación psicótico-materialista; segundo, la "política" moderna alienta constantemente una polarización donde se desecha todo intento racional por producir mejoras abnegadas en la sociedad, y en su lugar se privilegian intereses particulares; tercero, a menudo la "tolerancia" es sólo cobardía moral disfrazada, y muchos individuos autoproclamados "espirituales" -o "reformadores"- la adoptan para mantener sus negocios y aprovecharse del dolor ajeno. Entonces, el párrafo en cuestión pareciera invitar más bien a un aprendizaje ético y multilateral entre las personas para desarrollar humildad verdadera mediante el contraste bien/mal en el ámbito físico. No debemos perder de vista que, como se explicó antes, el Karma exige que nuestras obras tengan conocimiento y motivación correctos al repeler el mal).

("The Theosophical Movement", julio 2020).