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9 de mayo de 2025

Sobre las plantas sagradas


The Theosophical Movement, parte 1, julio 2016

El culto a la naturaleza implica respetar plantas y árboles, venerados desde la más remota antigüedad y que se relacionaban con dioses y fuerzas místicas. También cada nación o pueblo tenía su árbol protector de rasgos peculiares y virtudes ocultas. En su libro The Golden Bough, James Frazer señala que al principio se rindió tributo a dichas especies como seres conscientes y vivos anidadores de "espíritus", pero luego pasaron a ser "masas abióticas" imbuidas por un "ser supremo", convirtiéndose en meros receptáculos tangibles. Helena Blavatsky parece compartir la primera tesis al manifestar que en Ocultismo toda planta percibe y tiene conciencia propia, albergando un ser elemental (devata) que adquiere esa "vestidura externa" en el plano físico, desde los especímenes gigantescos hasta helechos o briznas de pasto (Transactions, p. 97).

La obra Sacred Plants in India por Nanditha Krishna y M. Amrithalingam menciona que los árboles sacros suelen vincularse a divinidades hindúes, tirthankaras jainistas y al Buda, quien alcanzó la iluminación bajo el verdor de un pipal. Los segundos recibieron Kaivalya Jnana o sabiduría exclusiva con el amparo de aquéllos; verbigracia, Adinath (primer tirthankara) disponía del baniano, mientras el sala corresponde a Mahavira (vigésimo cuarto). El hincapié en estas religiones se hacía en ídolos o imágenes dentro de grutas rocosas excavadas o en bases arbóreas, dando lugar a los tipos Chaitya Vriksha y Sthala Vriksha, coligado con ciudades o sitios ilustres. Los autores agregan una tabla de veintisiete árboles sugestivos de Nakshatras, otros doce por los signos zodiacales y nueve concernientes a planetas. Por ejemplo, Júpiter o Guru (pipala) representa "sabiduría" y la noción de "maestro", en particular alguien de gran trascendencia.

La palabra sánscrita Vanaspati alude a todo el reino vegetal y literalmente significa "señor del bosque". El Rig y Atharva Vedas cuentan que en épocas remotas los árboles y plantas medicinales eran sagrados, como ashwattha, pipal, nyagrodha, shami, soma, nenúfares y lotos azules, añadiendo la durva (pasto Bermuda), kusha y trina (hierba limón).

M. Agrawal dice que Chraka y Dhanvantari, fundadores del Ayurveda, catalogan las plantas en tres grupos: a) Divya o divinas (actúan a modo de Sanjeevani devolviendo vida a los muertos, propician viajes astrales e invisibilidad, crean formas ad libitum y sirven contra padecimientos físicos, mentales y corpóreos); b) Siddha/mágicas (cumplen deseos y protegen de fantasmas, ladrones, catástrofes o mordeduras de animales venenosos); y c) Aushadh/medicinales (curan patologías psicosomáticas). Las dos primeras clases son muy difíciles de hallar, en comparación con las últimas que muestran enorme surtido y habitan en casi todos los países. Para encontrar o utilizar especímenes Siddha es necesario conocer sobre devas, constelaciones, ciclos cronológicos y mantras. La rudraksha de una cara (ekmukhi) es vista a fuer de divina, el tipo varuni reprime síntomas diuréticos y la shikhabandh impide el avance del fuego. En Isis Develada (vol. 1, p. 527) Blavatsky escribe: "Remontándonos al conocimiento del trueno y relámpago que poseían los sacerdotes etruscos, vemos que Tarchon, fundador de la doctrina teúrgica entre ellos y deseando proteger su casa de rayos, la cubrió con tapias de brionia blanca, una planta trepadora que tiene la virtud de alejar ese fenómeno". La raza enigmática de los Yanadis, que vive principalmente en el distrito de Nellore (Madrás), cultiva alrededor de sus hogares ciertas hierbas que amedrentan reptiles perjudiciales (The Theosophist, enero 1883).

Según la décima propuesta básica de Filosofía Oriental, las plantas exhiben propiedades arcanas como los minerales, y los secretos herbarios de sueños y encantos se perdieron para la ciencia europea, que únicamente les conoce en forma de opio y hachís; sin embargo, las secuelas de éstos últimos en el organismo indican trastornos mentales temporáneos (Isis, vol. 2, p. 589). Aún hoy, la gran mayoría de expertos y naturalistas rechaza las facultades y naturaleza íntima de esos reinos bióticos.

En febrero de 1884, The Theosophist declaró acerca de la verbena: "La clase silvestre estimula y amplía dotes clarividentes, mientras sigue siendo un completo misterio la acción del espécimen cultivado. Toda mujer ocultista que pueda aislarse debiera emplear una corona homóloga en la cabeza al escribir o realizar cualquier trabajo mental; se encontrará a salvo de toda influencia negativa y sus facultades alcanzarán el máximo nivel". Otra planta mágica relacionada es el diktamnon o dictamnus, un arbusto perenne cuyo contacto produce y cura el sonambulismo, además de generar éxtasis y talentos premonitorios al mezclarse con aquel febrífugo. Mantiene vínculos con la Luna y la diosa Diana/Diktynna, alberga propiedades sedativas e incide sobre el sistema nervioso, al igual que nuestro satélite natural en las células afines que desempeñan roles clave en procesos hipnóticos. Durante el parto, al interior del santuario lunar y bajo rayos selenitas, las mujeres cretenses se cubrían con dicho vegetal y tomaban zumo de radículas a efectos de paliar dolores agudos e irritabilidad (Isis, vol. 1, p. 264).

Hasta bien entrado el siglo XIX, ningún país presumía de cobijar más plantas medicinales que el sur de India, la Cochinchina, Birmania, Siam y Ceilán. Aunque varios y "humildes" médicos actuales llaman "charlatanes" a sus colegas nativos, los ingleses aprendieron a fabricar antipiréticos espléndidos gracias a la tradición hindú. Había sordos y tumefactos por abuso de quinina y expiraban de fiebre bajo el tratamiento de galenos "ilustres", pero se sanaron a través de margosa y hierba chiretta que ahora ocupan lugares honorables entre los fármacos europeos. Los yoguis y lamas conocen secretos análogos que ayudan a cicatrizar heridas difíciles y remediar fracturas en sólo horas; incluso la propia Blavatsky padeció cauma grave cerca de Rangún y lo superó pronto al ingerir savia de kukushan (Isis, vol. 2, p. 621-22).


Parte 2, agosto 2016

Antes hablamos de las Divya Vanaspati o plantas divinas. La saga del Ramayana cuenta que Lakshmana, hermano de Rama, fue herido de muerte en batalla y quedó inconsciente. Lo único que podía salvarle era la hierba Sanjeevani ("dadora de vida") que eclosionaba en el monte himalayo Dronagiri. Hanuman voló hasta ese punto, pero sin encontrar la planta, por lo que decidió "levantar" el sitio y lo llevó a Lanka donde los médicos localizaron la especie. A los pocos minutos de olfatear sus limbos, Lakshmana recuperó el vigor para continuar la pugna. Si bien algunas referencias en literatura científica vinculan a Selaginella bryopteris con Sanjeevani, eso no está confirmado por búsquedas en textos antiguos.

La rudraksha de una cara (ekmukhi) o Elaeocarpus ganitrus Roxb se encuentra a modo de árboles grandes, perennes y con hojas anchas, y sus semillas son útiles para confeccionar collares o rosarios. Los granos están recubiertos por cáscaras azules cuando maduran, valéndoles el símil de "cuentas de arándano". El fruto también es azul, pero se torna negro al secar, y sus atributos maravillosos lo hacen muy habitual en cultos sacros. El árbol homónimo crece de preferencia en las estribaciones del Himalaya, Indonesia, Nepal y las montañas Nilgiri. La palabra rudraksha quiere decir "ojos de Shiva", pues según la leyenda, en una instancia el dios abrió los párpados tras meditar durante muchos años, y sus lágrimas de felicidad se convirtieron en dicha especie. En el texto From the Caves and Jungles of Hindostan, Blavatsky manifiesta que simboliza dones clarividentes y sólo aprovechan sus rasgos aquéllos místicos puros o discípulos responsables con el "tercer ojo" a pleno rendimiento.

Se cree que la rudraksha funciona a guisa de talismán, protegiendo contra espíritus diablescos, achaques y males de ojo. Existen gruesos volúmenes taxonómicos en sánscrito y tamil, e instruyen cómo distinguir las semillas buenas. Los aspectos ocultos dependen de la edad arbórea, los tipos edafológicos, bosques próximos e inclusive las cualidades personales de quienes recolectan simientes, pues acarrean desgracias a individuos malos. Sólo dan frutos pocos árboles rudraksha, de los cuales el 90% cae al suelo antes de madurar o se pudre, y por ello no contiene magia. Las semillas en ciernes son rojas, marrones, grises o gualdas y no entrañan valor, excepto las negras. Se dice que los prototipos útiles dejan "polvo de oro" cuando son triturados en morteros, y durante el decenio 1880 los príncipes y reyes de India pagaban entre 1000 y 5000 rupias por cada grano de ese tipo.

Las semillas homónimas pueden tener una faceta (mukha) o varias, que exhiben líneas profundas desde la base hasta el agujero superior. La clase ekmukhi se encuentra en pocos árboles nepalíes, y tras varios años uno o dos en un ejemplar, cuyos granos costaban 10.000 rupias; según Blavatsky, incluso el maharajá del país canceló alrededor de un millón por media docena de rudraksha negro auténtico. Se dice que una cuentecilla excepcional nunca flotará en agua y permanece intacta si hierve más de seis horas, mientras que la falsa se desintegra. Hay un énfasis hiperbólico en estos rasgos si consideramos que doce tipos rudraksha provenían del ojo solar de Shiva (carmesíes), dieciséis del lunar (blancos) y diez del ígneo (oscuros).

Cada simiente rudraksha tendría efectos distintos de acuerdo con el número de caras, incluyendo poderes electromagnéticos y propiedades curativas, y se recomienda no utilizarlas en crematorios ni periodos de actividad sexual o catamenia. El astrólogo y gemoterapeuta Ajai Bhambi afirma: "Los múltiples aspectos simbolizan dioses (...). El grano de una cara representa a Shiva, ayuda a enfocar el pensamiento y trae paz o bonanza. Si expone dos, lleva bendiciones de Ardhnarishwara, Shiva y Parvati, y el de tres connota 'fuego' nomalizando presión arterial y estrés, aparte de propiciar riqueza" (Sunday Times of India ["The Speaking Tree"], 27-06-2010).

Un hatha-yogui suele atribuir a los dioses las obras miríficas realizadas con rudraksha, en lugar de comprender que es su propia voluntad la que actúa. Sin embargo, hay ascetas que portan una danda (palo de bambú) o vara de aquélla pues conforma un depósito del poder de creación y destrucción, poniéndolo a su servicio en instancias concretas. Ese instrumento cobija propiedades magnéticas, pero su eficacia es mayor cuando se convierte en vehículo del "poder" de quien lo utiliza y si sabe cómo hacerlo. Dicha potencia creó al ser humano, en cuanto miniatura de Parabrahman, y también la lleva en su interior. Un individuo que renuncia al egoísmo, se dedica por completo a la humanidad y es digno de colaborar con la Naturaleza, puede traspasar su excedente a otros vahanas (medios) como la rudraksha, el salagram, etc. (From the Caves and Jungles of Hindostan).

El soma es la planta más importante del Rig Veda, cuyo noveno capítulo lleva el nombre "Soma Mandala" con himnos a esta especie, y el Atharva enumera sus atributos divinos en cuanto "rey de hierbas medicinales". La palabra soma viene del sánscrito sav o "prensar", es decir, sau-ma es la bebida que se extrae presionando sus tallos (...). Los iraníes le denominaron haoma y entre los zoroastristas portaba nexos con el ángel Hom-yazad. Según el Mahabharata, crecía en la montaña Mujavant del Himalaya, aunque se especula mucho sobre el tipo original. Varios estudios describen su índole psicoactiva, y algunos expertos lo relacionan con Amanita muscaria (hongo psicotrópico), oriunda de cordilleras y utilizada por chamanes siberianos. Otros creen que corresponde a la efedra o incluso marihuana, sugiriendo que "no era más misteriosa" que el bhang o cáñamo. La identidad del soma quizás se perdió en rituales védicos ímprobos; así, el vegetal no siguió disponible y fue sustituido por somalata o enredaderas locales.

"El soma conocido en Europa no es original, sino un suplente, pues sólo pueden tomarlo sacerdotes iniciados e incluso reyes y rajás al ofrecer sacrificios. En el Aitareya Brahmana, Haug confiesa que no era soma la bebida que le pareció tan desagradable, sino jugo radicular de Nyagradha, un arbusto en las colinas de Puna. Se nos informa que muchos sacerdotes sacrificiales del Decán perdieron el arcano del verdadero soma, sin resquicios de encontrarlo en libros ni transmisión oral. Son muy pocos los seguidores fieles del vedismo primigenio; éstos son supuestos descendientes de Rishis, los Agnihotris castizos y conocedores de grandes Misterios" (Isis, p. xl) [ver otros detalles aquí].


Parte 3, septiembre 2016

Los Puranas cuentan que una vez se enfrentaron Shiva y el demonio Jallandhara, ambos con iguales bríos. Sus esposas eran Parvati y Vrinda, respectivamente, y estaban protegidos por la castidad de aquéllas; entonces, el triunfo pertenecería a quien consiguiera desvirgar la pareja del adversario. Los dioses no se atrevieron a hacerlo con el diantre, y éste resolvió acercarse a Parvati disfrazado de Shiva, pero ella terminó reconociéndolo e indicó a Vishnu que engañara a Vrinda con el ropaje de su marido infernal, y así perdió su castidad. Sin embargo, después maldijo a Vishnu para que se convirtiera en piedra Salagram, hierba kusha, planta tulsi y árbol pipala. En otra versión, Vrinda se inmoló en la hoguera del esposo y Vishnu hizo que encarnara bajo forma de tulsi, con lo cual llegó al estatus de diosa manteniendo el aspecto terreno del vegetal.

Entretanto, el Ramayana dice que al concluir la batalla entre Rama y Ravana, Sita se sometió a la "prueba del fuego" para demostrar su pudicia, pero Rama se negó a aceptarle. Humillada, y como hija de la Tierra, imploró a ésta que la recibiera de vuelta, desapareciendo luego al interior del mundo. Su hijo Kusha sólo atrapó el cabello que permanecía en la superficie, y de aquí viene su apelativo. Esta hierba (Poa cynosuroides) constituye una "personificación de Vishnu", se aprovecha en toda ceremonia religiosa, tiene propiedades ocultas/depuratorias y trae riquezas. Crece en aguas salobres próximas a estuarios y exhibe hojas largas repartidas en pares con bordes filosos; por ello, kusa también denota "agudeza" y es raíz del vocablo kusala ("experticia", "discernir").

El vegetal se considera además buen transmisor de vibraciones fonéticas, pues los sacerdotes emplean un manojo herbal con sus puntas hacia jarros con agua para hacer que se limpie por mantras, y rocían el lugar donde efectuarán la ceremonia. Durante un eclipse solar protege los alimentos de rayos ultravioleta, y debido a sus virtudes especiales sólo se manipula el día siguiente a Luna llena, recitando fórmulas concretas (Bhavan's Journal, 15-11-2008).

El sexto capítulo del Bhagavad Gita aconseja fabricar un asiento de kusha a objetos meditativos. Ciertos escritores agregan que debe colocarse en el piso, cubierto de piel y tela, quizá a efectos de conservar el magnetismo benéfico en la actividad reflexiva. Igualmente, la planta posee múltiples usos medicinales: verbigracia, en Yunnan combate mordeduras de ofidios, y Sushruta la recomienda contra problemas urinarios.

Entre los hindúes, el tulsi ("incomparable" en lengua autóctona) o variedad de albahaca es encarnación de Lakshmi. Se cree que santifica y guía al cielo a quienes la cultivan y veneran, añadiendo funciones asépticas en ritos o ahuyentadoras de males, por cuanto no es raro que muchos indios mantengan arbustos análogos frente a sus casas. Los devotos de Visnú utilizan rosarios (japamalas) hechos con tallos o raíces, y se ofrecen pétalos mezclados con agua a los moribundos para que sus almas lleguen al empíreo. Sana picaduras de insectos, gota, dolores musculares, reumatismos, bronquitis, tos, sinusitis, flatulencias, náuseas, catarros, fiebres y otros achaques contagiosos. También mostraría eficacia respecto de ansiedades, depresión, fatiga, insomnio y estrés. El tulsi es muy habitual en medicina ayurvédica y le conocen como un "elixir" que promueve la macrobiosis.

Otro árbol de gran trascendencia es el roble, adscrito a dioses primaciales (Zeus, Júpiter, Thor, etc.). Los druidas lo respetaban junto con el muérdago, y nunca hubo ceremonias sagradas sin hojas de encina. Las leyendas nórdicas relatan que Baldur era hijo de Odín, ícono de bondad y "sin pecado" muerto a solicitud de Loki. Frigg, la madre divina, suplicó por aquél a toda criatura activa e inerte, pero olvidó mencionarlo a la débil rama de muérdago; así, su antílogo fabrica un dardo con dicha planta y encarga el asesinato al ciego Hodur.

James Frazer escribe que el muérdago tuvo enorme influjo entre los celtas, quienes estimaron todo lo proveniente del roble. El vegetal no es fácil de descubrir, mas una vez distinguido lo recogían de modo solemne el sexto día de medialuna o tiempo en que la fase tiene mayor pujanza oculta. Un sacerdote de ropaje blanco subía al árbol, y con una hoz de oro cortaba muestras que eran depositadas en paños color albero. Se habla de su aptitud contra toda clase de venenos, epilepsia, esterilidad femenina, úlceras, etc., haciéndolo muy famoso en varias culturas mundiales. Baldur no podía morir por ningún factor en el cielo ni la tierra, excepto el muérdago ("corazón"), y si éste permanecía en su roble era inmortal e invulnerable (...). La encina es caducifolia y sobrevive en invierno gracias a la angiosperma, por cuanto si se eliminaban fagáceas, era necesario romper el muérdago (...).

En el decenio 1920 hubo quienes observaron el ciclo vital de la especie y su similitud con el desarrollo del cáncer, al devorar protuberancias en el árbol receptor. A diferencia de otras plantas, no sigue el ritmo biológico normal y muestra crecimiento indefinido en hojas, flores y bayas, o bien regula esa tónica bajo etapas concretas.

El libro Flowers: Their Spiritual Significance es obra de la Sociedad Sri Aurobindo, e inculca que muy rara vez los nombres populares o botánicos de flores corresponden a su simbolismo genuino. Hay más de 800 tipos descritos y las denominaciones hechas por la "Madre" engarzan al concepto común de ellos o el uso que se les otorga en ceremonias místicas. El loto o "flor de los dioses" señala un "Avatar" y "Conciencia Divina", pues se cree que brotaron categorías azules (nila udumbara) justo antes del nacimiento de Buda y Tsong-kha-pa. Este espécimen muestra gran tamaño y se considera presagio mirífico al eclosionar una vez cada 3000 años, cuales arribos esporádicos de Arhans y Sabios. Además, identifican al tulsi con "devoción", Shiva semeja a las daturas o tapasya, y el girasol es "conciencia dirigida hacia lo divino" (el Astro Rey). Toda flor comporta "vibras" particulares (...) y en una historia la Madre ofreció ramos a un sadak (aspirante) para estimular las características egregias que inspiran, siempre de acuerdo al nivel receptivo como aducen y practican los fieles del ashram.

Gerald Durrell asevera en My Family and Other Animals que las flores se comunican a guisa de los humanos, mas sólo podemos oírlas si hay afinidad con ellas. Puede resultar lesivo mezclarlas sin criterio, citando el caso de rosas marchitas junto con ásteres, lo que comprueba simpatías/rechazos esotéricos entre plantas, animales y personas (Isis, vol. 1, p. 210). Una medicina excelente para la fatiga es el crisantemo, ya que sostener un conjunto puede revitalizar bríos, e incluso meditar o concentrarse en una flor homónima alivia el cansancio prolongado por estrés.

El loto ocupa un sitio notable en aspectos religiosos, artísticos y literarios de grupos hindúes, budistas y jainistas. Los Vedas le nombran "flor divina" de pureza e inmortalidad, cuyas hojas se mantienen limpias y recuerdan a los individuos espirituales que deben cumplir obligaciones diarias, pero sin entregarse a lo terrenal. En Egipto e India representaba al Universo y el ser humano (Doctrina Secreta, vol. 1, p. 58), visto que sus raíces se encuentran en el lodo (vida material) y su tallo sobresale del agua (ámbito astral/psíquico), abriendo los pétalos al exterior (Ser Eterno). Cabe subrayar que los prototipos de todo ser existen de forma incorpórea antes que nazcan en la Tierra, a fuer de las semillas vegetales o arbóreas.


Parte 4 y última, octubre 2016

Los verdaderos filósofos interpretan correctamente el símbolo de cualquier árbol y sus lakshanas o marcas, considerando que muchas veces transmiten imágenes profundas: "(...) el peepul o Ashvattha de India, hogar de los Pitris inferiores (elementales), se convirtió en el Bo o Ficus religiosa para todos los budistas, desde que Gautama alcanzó conocimiento supremo y el Nirvana bajo su fronda (...). El baniano connota la materia y el espíritu que desciende al planeta, echa raíces y asciende otra vez al empíreo" (Glosario Teosófico).

Todos los reinos bióticos no son más que reflejos de sus moldes invisibles; así, una forma tiene significado esotérico y otro externo/profano, constituyendo ideas superiores encarnadas. Bahman Wadia declaró: "Sólo pueden comprenderse el trasfondo y propósito [de la Naturaleza] si percibimos la abstracción deífica que le anima, y de lo cual es representante en nuestro mundo".

Entre los hindúes, Ashwattha es el "árbol de vida" con su follaje "de cabeza", mostrando que en Kali Yuga el mundo sigue "patas arriba" en términos éticos. Su verdor indica el Universo físico, y las hojas se adscriben a los Vedas o carácter sublime de aquél, en tanto que sus raíces designan el Logos, la Primera Causa o Ser Supremo, pero es astricto zafarnos de ellas para lograr el vínculo todavía mayor con Krishna/Brahman. Todo quien corte (trascienda) este árbol con el "hacha del desapego y conocimento secreto" no tendrá que reencarnar en tiempos aciagos. También describe a Parabrahman, el Primer Logos, Mahat (Alma Universal) y el egoísmo humano a través de su semilla, radícula, tronco y ramas, respectivamente (DS, vol. 1, p. 406, 536). El leño se equipara con caduceos o bastones de sierpes entrelazadas, análogas a "vida" y "muerte" en el plano físico que producen ensueños mayávicos.

El capítulo 15 del Gita reseña al ashwattha como ejemplo evolutivo de universales a particulares. Su desarrollo "inverso" alude al principio de todo en planos espirituales, gatillando efectos tangibles. La evanescencia de flores o frutos rememoran placeres huidizos y personales; las hojas (Vedas) cambian en el contexto de la Eternidad, mientras el árbol completo engloba sabiduría sobre cosas manifestadas. Procediendo desde el esquema terrenal, primero examinamos los limbos cercanos y luego sus "folios" en busca de "alimento" o aprendizaje supletorios. No obstante, quedarse en dicha etapa no produce libertad ni excelsitud mística, porque un Mahatma íntegro prescinde de doctrinas ordinarias [letra muerta] o "comida usual" (Theosophy, julio 1951).

El libro señala otras raíces "que llegan hasta abajo", o los sectores de la humanidad. Si crecen desde las ramas, impiden al árbol moverse con "brisas" favorables para evolucionar, e ilustran apetitos groseros (tamásicos) que luego de nuestra muerte producen el kamarupa, soltado a su vez por Manas en Devachán. La rigidez materialista pone en peligro a todo el árbol, y en caso de infortunios el tronco no tiene blandeza suficiente o termina quebrándose.

En una de sus encarnaciones, Vishnu se muestra a los pies de un baniano desde donde enseñó filosofía y ciencia. Al amparo de esa criatura, los gurús transmiten arcanos de vida eterna a los discípulos (DS, vol. 2, p. 215). La versión "humana y siempre viva" refiere a un Ser Maravilloso del que derivan todos los hierofantes, rishis y sabios. "Es bajo la mano directa y silenciosa de este Maha-Gurú que todos los instructores y Maestros 'menos divinos' se convirtieron en guías de nuestra especie primitiva, desde el albor de la conciencia humana" (ibídem, vol. 1, p. 208). El emblema del "árbol" atribuido a los Iniciados era casi universal, y quienes adhieren a la magia blanca o negra son de conformidad "santos" y "marchitos" (ibídem, vol. 2, p. 496).

La revista The Theosophist (marzo de 1883) cuenta la peripecia de dos misioneros cristianos por Lhasa, y encontraron el "Árbol de las Mil Imágenes" en una lamasería de Kumbum. Cuando Tsong-Kha-Pa se dedicó a la vida religiosa, según costumbre su madre le cortó el cabello y lo arrojó, del cual aparecería un árbol con caracteres tibetanos y frases notorios en hojas, ramas y corteza. La parte interior de ella presentaba diseños heterogéneos, y se piensa que todas las figuras eclipsan a las mejores industrias tipográficas del mundo. Blavatsky menciona que hubo y existen gasterópodos del Mar Rojo con "alfabetos hebreos" sobre sus conchas, langostinos portadores de "morfemas ingleses", animales que imitan el crecimiento vegetal, orugas parecidas a cortezas de árboles o musgos, y tigres con rayas afines al pasto selvático. "Todos estos casos refrendan hechos genuinos en cuanto a la historia del árbol Kumbum (...) para la naturaleza es posible, y sin obra de 'milagros', producir desarrollo vegetal en forma de letras claras". La escritora añade que las inscripciones en dichas hojas y fibras estaban en Senzar, un idioma críptico entre los Adeptos.

Respecto a la mandrágora, "semeja un individuo rudimentario con cabeza, brazos y piernas por raíces. No es del todo 'absurda' la creencia de que cuando se desgaja 'grita con voz humana': el sonido se debe a la sustancia resinosa del cepejón, muy difícil de extraer, y tiene más de una propiedad oculta para los botanistas (...) en la Tierra parece indicar el sitio donde se encuentran los reinos vegetal y animal, a guisa de pólipos y zoófitos, y el límite entre ambos es sumamente incierto” (Isis, vol. 1, p. 465-67).

Durante el Medioevo, algunos misioneros persuadían a los lituanos para cortar árboles, y varias mujeres protestaron que eran "fuentes divinas" de lluvia y luz solar; asimismo, la etnia mundari de Assam respeta a los "dioses del bosque" pues exhiben su ira reteniendo precipitaciones si son ofendidos. Los vishnoi, una secta vaishnavita en las fronteras del desierto de Thar, aseguran que "si un árbol se salva a costa de la propia cabeza, debe considerarse una buena acción". En 1604 fallecieron dos mujeres en Jodhpur y alrededor de 360 personas hacia 1730, intentando proteger santuarios forestales ("The Speaking Tree", Sunday Times of India, 20-05-2012).