12 de marzo de 2022

Jehovah, el dios-DEMONIO

Esta es una de las imágenes de Jesús más antiguas que se conocen y data de hace unos 1.500 años. Los cristianos occidentales harían bien en recordar que Jesús no era de este lado del mundo, sino de Medio Oriente, y que las naciones de Occidente jamás han producido ninguna religión mundial.

La Biblia deja bastante claro que la entidad conocida como Jehová/Yahvé eligió a Israel como SU pueblo, y como este personaje no es más que la "Deidad Nacional" israelita, no tiene nada que ver con otras naciones o razas, y parece extraño que los no pertenecientes a ese país estén relacionados con él. Lo anterior también se aplica a los cristianos, ya que Jesús se rebeló contra las reglas y los mandamientos de Jehová más que nadie y los Evangelios ofrecen varios ejemplos de tales casos.

Dicho sea de paso, Jehová corresponde a SATURNO y a veces se lo menciona en las enseñanzas antiguas como “hijo de Saturno”; por tanto, la nación judía nació bajo el auspicio de ese planeta. 

Sin embargo, también es el caso que Jesús creyó y enseñó que él mismo debía ser un Salvador sólo para los israelitas y no respecto a las demás razas y otros pueblos del mundo. En Mateo 15:24 dice: "Me han enviado sólamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel"

También hay numerosas instancias relacionadas en los Evangelios donde los gentiles (no judíos) se acercaban a Jesús para que lo sanaran y éste les informaba: “No fui enviado a los gentiles sino a los hijos de Israel. ¿Es correcto tomar el pan de los niños y dárselo a los perros?” Los Evangelios relatan que a menudo Jesús consentía en curar a tales personas, pero sólo debido a su implacable negativa a dejarlo en paz hasta que recibieran la bendición que buscaban.

Sin embargo, es bastante obvio que el "Padre celestial amoroso" del que habló Jesús no era el mismo Ser que el "Dios celoso, vengativo e iracundo" (Jehová) del Antiguo Testamento. Las palabras del Mesías en Juan cap. 8, particularmente las disputas con fariseos, parecen presentar la distinción de una secta judaica natural y devotamente dedicada a Jehová.

"v. 38. Digo lo que he visto con mi Padre, y vosotros hacéis lo que habéis visto con vuestro padre".

"v. 40. Pero ahora queréis matarme, a mí que os he dicho la verdad y que he oído de Dios; Abraham no hizo esto" [una declaración muy ambigua que puede significar que "Abraham no intentó matarme" o "Abraham no escuchó de Dios y no les dijo la Verdad"]. 

v. 41. 'Hacéis las obras de vuestro padre'. Entonces le dijeron: 'No nacemos de la fornicación; tenemos un sólo Padre, incluso Dios'. 

v. 42. "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais".

"v. 44. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y haréis sus obras codiciosas. Él fue asesino desde el principio [véanse las muchas muertes vengativas, caprichosas e inexplicables atribuidas a Jehová desde las primeras páginas del Antiguo Testamento], y no está en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando dice una mentira, habla por sí mismo: porque es mentiroso y padre de ella”. 

En "La Doctrina Secreta" H.P. Blavatsky sostiene: "Jesús el Iniciado (o Jehoshua), el tipo de quien se copió el Jesús 'histórico', no era de pura sangre judía y por lo tanto no reconoció a Jehová ni adoraba a ningún dios planetario que no fuera su propio 'Padre', a quien conocía y con el cual se comunicaba como hace todo alto iniciado, 'de Espíritu a espíritu y de alma a alma'”.

Aunque muchos creyentes devotos y bienintencionados intentarán negarlo en vano desde su ignorancia, el caso es que la gran mayoría de los primeros cristianos no creía en absoluto que Jesús hubiera sido representante de Jehová. ¿Cómo puede esa entidad haber inspirado las bellas y edificantes enseñanzas del Sermón de Jesús en el Monte, y que al mismo tiempo gritaba amenazante: “Ahora vayan y ataquen a los amalecitas y destruyan totalmente todo lo que les pertenece. No les tengan piedad, ¡maten a hombres y mujeres, niños y bebés, vacas y ovejas, camellos y burros!” (1 Samuel 15:3)? 

Los cristianos gnósticos ofitas sostenían que Jehová era "un ser inferior" y rechazaron por completo el Antiguo Testamento, dando como razón que era el producto de esta entidad al estar íntimamente relacionado con ella. El obispo Marción de Sínope (85-160 d. de C.) insistió en que el dios judío era "totalmente distinto a la Deidad que envió a Jesús para revelar la verdad divina y predicar las buenas nuevas, para traer reconciliación y salvación a todos". Marción enseñó que la misión de Jesús era eliminar el culto a Jehová, de quien dijo "era opuesto al Dios y al Padre de Jesucristo, como la materia es al espíritu, la impureza a la pureza" (ver "Isis Develada" por Helena Blavatsky, vol. 2). 

Por su parte, Basílides (117-138 d. de C.) mantuvo casi los mismos puntos de vista y se sabía que fue discípulo de Mateo y Glaucias o Glaucus, que a su vez había sido adepto del apóstol Pedro.

Y en efecto, no todos los judíos en tiempos del Antiguo Testamento eran partidarios de Jehová, pues existían dos escuelas de pensamiento opuestas entre ellos: elohistas y jehovistas. A menudo estaban en conflicto unos con otros y usualmente el antagonismo era iniciado por los creyentes del segundo grupo, lo cual no es sorprendente considerando la reputación de Jehová como “dios de la guerra”.

Más tarde aquellas porciones de las Escrituras que pertenecían a estas tendencias se mezclaron de manera completa y deliberada por ciertos padres de la Iglesia cristiana primitiva para concretar sus propósitos. En el libro “War in Heaven", Godolphin Mitford escribió: "Los cristianos -mucho más ciegos que el gran Místico y Libertador cuyo nombre han asumido, cuyas doctrinas han malentendido y tergiversado y cuya memoria ennegrecieron por sus actos- tomaron al Jehová judío tal como era, y por supuesto se esforzaron en vano por reconciliar el Evangelio de la Luz y la Libertad con la Deidad de Oscuridad y Sumisión".

Por supuesto, por la "deidad de oscuridad y sumisión" se refiere a Yavé.

Podemos citar también las palabras del Maestro K.H.: “En la propia Biblia, su Revelación destruye todas las percepciones morales que acumulan sobre él, a menos que llamen a esas cualidades 'perfecciones' que la razón y el sentido común de todos los demás hombres consideran imperfecciones, vicios odiosos y maldad brutal. Es más, todo aquél que lea nuestras escrituras budistas para las masas supersticiosas no podrá encontrar en aquélla sino un DEMONIO tan vengativo, injusto, cruel y estúpido como el tirano celestial al que los cristianos prodigan con derroche su culto servil, y sobre el que vuestros teólogos amontonan dichas 'perfecciones' que se contradicen en cada página de su Biblia. Verdaderamente vuestra teología ha creado vuestro Dios, pero para destruirlo poco a poco. Vuestra iglesia es el fabuloso Saturno que engendra hijos y los devora".

“¿En qué particular el Dios de Israel celoso, furioso y vengativo se parece al Dios desconocido de la misericordia predicado por Jesús, Su Padre que 'está en el cielo' y el de toda la humanidad? Sólo este Padre es el Dios del espíritu y la pureza, y es un error compararlo con la deidad sinaítica subordinada y caprichosa. ¿Alguna vez pronunció Jesús el nombre de Jehová? (...) ¡Nunca! Desde aquel día memorable en que predicó su Sermón en el Monte se abrió un vacío inconmensurable entre su Dios y esa otra entidad que fulminaba sus mandatos de esa otra montaña, el Sinaí. El lenguaje de Jesús es inequívoco e implica no sólamente la rebelión, sino también el desafío del 'Señor Dios' mosaico. El Mesías nos dice: 'Oísteis que se ha dicho: ojo por ojo y diente por diente: pero yo os digo que no resistáis al mal, sino que cualquiera que os golpee en la mejilla derecha, ofrecedle también la otra. Oísteis que se dijo [por el mismo "Señor Dios" en el Sinaí] 'amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo', pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a quienes os maldigan, haced bien a quienes os odian y orad por los que os usan maliciosamente y os persiguen" (Mateo V).

Si el 'Dios Señor' mosaico era el único Dios viviente y Jesús su único Hijo, ¿cómo se explica el lenguaje rebelde de este último? Sin dudarlo ni hacer excepciones, él barre con la lex talionis judía y lo sustituye por la ley de caridad y abnegación. Si el Antiguo Testamento es una revelación divina, ¿cómo puede considerarse el Nuevo Testamento? ¿Estamos obligados a creer y adorar a una Deidad que se contradice a sí misma cada pocos cientos de años? ¿Estaba Moisés inspirado, o Jesús no fue el hijo de Dios? (…) Marción preguntaba: '¿Cómo puede un dios romper sus propios mandamientos? ¿Cómo podría prohibir constantemente la idolatría y adoración de imágenes, y aún así hacer que Moisés erigiera una serpiente de bronce? ¿Cómo ordenaba 'no robarás', y luego conminaba a los israelitas que despojaran a los egipcios de su oro y plata?" (capítulo 3 de "Isis Develada", vol. 2).

Quienes hayan leído el Antiguo Testamento sin duda recordarán que, en el incidente mencionado anteriormente, Jehová ordenó a su pueblo elegido (los israelitas) que primero mataran a los egipcios y luego sustrajeran todo el oro, plata y joyas preciosas de sus cadáveres. ¿Qué tipo de “dios” es éste? En la actualidad se dice frecuentemente que todos los dioses de las diferentes religiones en el mundo son uno y el mismo. Mientras la Teosofía sostiene que todas las religiones son iguales en su esencia esotérica, discrepa con la noción de que Jehová -la deidad judía y tribal asesina que declaró con estruendo ser "adversario de todos los demás dioses"- pueda interpretarse de alguna manera como representación de una entidad perfecta de Amor Divino.


En otra parte de "La Doctrina Secreta", Madame Blavatsky señala que el título de "Satanás" pertenece por derecho a JEHOVAH. Al menos para cualquier persona sincera y decente, y aquéllos cuyas mentes y facultades de razonamiento no han sido contaminadas por el veneno casi mortal del cristianismo fundamentalista, es muy claro que en el mejor de los casos Jehová es un demonio, si no el mismo diablo, y debería considerarse si esa entidad existe realmente.

Jehová no es más que un dios tribal y privado que luchaba contra los dioses de otras naciones y que constantemente se jactaba de ser "superior" a ellos; un dios no sólo de guerra, asesinato, violencia y saqueo, sino también de inconcebible arrogancia, fanfarronería y orgullo, todo lo cual no representa ninguna cualidad divina. Las escrituras del Antiguo Testamento muestran cómo incluso requería sacrificios de sangre constantes para apaciguarlo. La exigencia de prácticas sangrientas es un criterio invariable en cuanto a la verdadera naturaleza y el estado de una entidad espiritual, ya que ningún ser digno del más mínimo respeto o adoración puede realizar demandas tan atroces. Aparentemente y olvidando el mandamiento inequívoco de "¡no matarás!" -cuya proclama ordenó a Moisés ante los hijos de Israel-, Jehová estaba más que satisfecho de que se aniquilara una gran cantidad de animales e incluso humanos como sacrificio de sangre para venerarlo.

Como una vez escribió un teósofo: "Muchos de los problemas de la Iglesia podrían haberse evitado si los cristianos abandonaran estos conceptos primitivos judíos y tomaran las enseñanzas de su Fundador con referencia a Dios, quien habló de Él como 'Padre en el Cielo'".