20 de febrero de 2022

Demoliendo mitos del cristianismo

El dominio de la cristiandad sobre el mundo occidental se obtuvo en gran medida a través de fuerza, miedo y fraude.


Fue una tragedia para Occidente que fuera cristianizado y, como señala William Quan Judge en la página 124 de "El Océano de la Teosofía": "A la llegada de la era cristiana cayó una gran nube de oscuridad sobre las mentes de los hombres occidentales".

Judge se refiere a esto como "la noche mental de Europa" y este fenómeno no se disipó hasta el siglo XX cuando más allá de toda discusión se expusieron y probaron los hechos verdaderos acerca de la naturaleza absolutamente indigna de confianza, errónea y engañosa de las Escrituras, la teología y el trasfondo de la religión cristiana.

Aunque a muchos creyentes les gusta dar a entender que el comienzo de la era cristiana fue un "período de luz" para la humanidad, los hechos demuestran lo contrario, pues consistió en la aplicación de ignorancia y a menudo masacre y asesinato de todos los que se atrevían a interponerse en el camino del progreso y la supremacía de la Iglesia. Lejos de representar un buen periodo para la humanidad, fueron siglos de oscuridad particularmente para aquellas naciones del mundo que tuvieron la desgracia de convertirse a esa religión.

Ahora consideremos lo siguiente ...

Para los cristianos, describir a su Dios como “infinito” es una contradicción en términos. Dicen que "Él" es un "Dios personal"; sin embargo, una divinidad con esa característica debe ser necesariamente finita, porque si algo es "infinito" no puede tener nada finito en sí mismo. A menos que los cristianos crean que tienen derecho a inventar significados e implicaciones totalmente diferentes a las palabras que todos empleamos, deben admitir que el "Infinito" debe ser totalmente incondicionado, no finito, indiferenciado, omnipresente, absoluto, inmutable, indefinible, indescriptible e impersonal.

Y dicen ellos: “Pero sí creemos y enseñamos que Dios es omnipresente". La palabra "omnipresente" significa "presente en todas partes". Si hay algo cuya presencia se encuentra en todos lados, entonces no puede existir nada aparte de AQUÉLLO. Si esto es así, entonces Dios es todo y está en todo, que es exactamente lo que enseña el hinduismo, igual que la Teosofía, aunque ésta última tiende a abstenerse de usar el término "Dios" debido a la probabilidad de confundir a la gente.

Pero si Dios no es todo y no está en todo, entonces tampoco es omnipresente. Y si "Dios" no es omnipresente, "Él" está severamente limitado y por tanto no es digno de ser llamado "Dios" en absoluto y mucho menos sindicarse como “divino”. La teología cristiana sostiene que, a menos que una persona siga su fórmula prescrita para la salvación, se separa de Dios y se dirige a una eternidad en el infierno. El sólo hecho de que los cristianos perciban una dualidad generalizadas en la humanidad entre los "hijos de Dios" (cristianos) y los "hijos del diablo" (no creyentes) muestra que su teoría de omnipresencia divina en todos es falsa. El suyo es un Dios dualista y separador que es la antítesis de lo "Infinito".

Sin embargo, en los Evangelios se presenta a Jesús diciendo a una gran multitud de personas de todos los ámbitos y condiciones: "El Reino de Dios está dentro de ustedes", “ustedes son dioses y todos son hijos del Altísimo”. Ninguno de esos individuos pudo haber sido cristiano, ya que el cristianismo no se originó posterior a la muerte de Jesús. Ninguno de ellos había sido "redimido por la sangre de Cristo", y sin embargo el Maestro les dice que todos son divinos e hijos de Dios, siendo ésta una de las innumerables contradicciones y discrepancias que los cristianos tratan de evitar.

“Cada estudiante de la Biblia debe estar consciente de que los capítulos primero y segundo del Génesis no pudieron haber provenido de la misma pluma. Evidentemente son alegorías y parábolas, ya que las dos narraciones de la creación y poblamiento de nuestra Tierra se contradicen diametralmente en casi todos los detalles de orden, tiempo, lugar y métodos empleados en la llamada 'creación'. Al aceptar las narraciones literalmente y en conjunto disminuimos la dignidad de la Deidad desconocida, la arrastramos al nivel de humanidad y le dotamos de la personalidad peculiar del hombre que necesita el 'frío del día' para refrescarlo; que descansa de sus labores y es capaz de enojarse, vengarse e incluso tomar precauciones contra el ser humano 'para que no extienda su mano y tome también del árbol de la vida' (por cierto, una admisión tácita por parte de la Deidad de que ese hombre podría hacerlo, si no se evita por pura fuerza)".

"¡Quién, sino los autores del Pentateuco, podrían haber inventado un Dios Supremo o 'ángel' tan completamente humano para requerir una marca de sangre en la jamba de la puerta para evitar que mate a una persona por otra! Para el materialismo burdo, esto supera a cualquier concepción teísta que hayamos notado en la literatura pagana".

“La teología de la cristiandad ha sido manoseada hasta destejerla por las mentes más serias del día. En general se la considera como subversiva, más que promotora de espiritualidad y buena moral. En lugar de exponer las reglas de la ley y justicia divinas, se enseña sólo a sí misma. ¡En vez de tener una Deidad eterna, predica al maligno y lo hace indistinguible de Dios mismo! 'No nos dejes caer en tentación', es el deseo de los cristianos. ¿Quién, entonces, es el tentador? ¿Satán? No, la oración no está dirigida a él. Es a ese genio tutelar que endureció el corazón de Faraón, puso un espíritu maligno en Saúl, envió mensajeros mentirosos a los profetas y tentó a David a pecar; es el Dios bíblico de Israel!” (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 1, p. 575; vol. 2, p. 454, 639). 


Los primeros cristianos y las posteriores distorsiones teológicas

Como han demostrado Madame Blavatsky y otros, los primeros cristianos fueron sin duda los ebionitas y éstos eran gnósticos que siguieron las enseñanzas basadas en los esenios de la antigua secta nazarena, a la que Jesús había pertenecido durante su vida, y dicha secta existía mucho antes de que naciera el Mesías. Los textos más antiguos muestran que en realidad el rabí no era conocido como “Jesús de Nazaret" sino como "Nazareno", refiriéndose a su pertenencia a ese grupo al que más tarde se unió el apóstol Pablo, y de ahí que se le llame "cabecilla de la secta de los nazarenos” en el libro de Hechos.

Todos los familiares de Jesús se unieron a los ebionitas después de su muerte y es un hecho comprobado que ni éstos ni ningún otro grupo cristiano durante los primeros siglos de su religión creían que Jesús era divino o un "Dios encarnado".

Los ebionitas tenían sólo un texto de las Escrituras, a saber, el Evangelio de Mateo (la versión original escrita en hebreo) que se sabe era completamente distinta al libro homónimo del Nuevo Testamento cristiano actual. El Evangelio de Mateo de hoy es en gran medida y en su forma griega inicial el producto de San Jerónimo en el siglo IV d. C., pero también se modificó en numerosas ocasiones desde entonces, al igual que todo el Nuevo Testamento.

Los ebionitas, que incluían a amigos y familiares de Jesús, rechazaron todos los demás Evangelios y escrituras por ser falsos, excepto el libro de Mateo original (un escrito altamente esotérico que sólo podía comprender un número relativamente pequeño de personas, ya que debían ser iniciadas en su entendimiento) y sostenían que Jesús no era un Salvador, ni un Redentor, ni el "Hijo único de Dios", sino simplemente "un hombre bueno y justo" que según creían entregó un mensaje importante.

“Los volúmenes actuales se han escrito con un pequeño propósito si no han demostrado: 1) que Jesús, el Cristo-Dios, es un mito inventado dos siglos después de que muriera el verdadero Jesús hebreo; 2) que por lo tanto nunca tuvo autoridad para otorgar poder plenario a Pedro ni a nadie más; 3) que incluso si hubiera dado esa facultad, la palabra petra (roca) se refería a las verdades reveladas del Petroma, no a aquél que lo negó tres veces, y que además la sucesión apostólica es un fraude burdo y palpable; 4) que el Evangelio según Mateo es una fabricación basada en un manuscrito completamente diferente. En consecuencia, todo esto es una imposición a sacerdotes y penitentes por igual".

“¿Es el lenguaje del Antiguo Testamento más puro o moral que los libros de los brahmanes? ¿O es alguna fábula pagana más blasfema y ridícula que la entrevista de Jehová con Moisés (Éxodo xxxiii, 23)? ¿Alguno de los dioses paganos parece más diabólico que el mismo Jehová en una veintena de pasajes? Si por una parte los sentimientos de un cristiano piadoso se conmocionan por los absurdos del Padre Kronos que se come a sus hijos y mutila a Urano; o de Júpiter que arroja a Vulcano del cielo y se rompe la pierna, por otro lado no puede sentirse ofendido si un no-cristiano se ríe de la idea de Jacob boxeando con el Creador, quien 'cuando vio aquéllo no prevaleció contra él', dislocando el muslo de Jacob y el patriarca todavía se aferraba a Dios y no le permitía que siguiera Su camino, a pesar de Sus súplicas.

¿Por qué la historia de Deucalión y Pirra -que arrojan piedras tras ellos y creando así la raza humana- se considera más ridícula que aquélla sobre la esposa de Lot que se convierte en una estatua de sal, o del Todopoderoso que crea hombres de arcilla y luego insufla aliento de vida en ellos? Apenas puede percibirse la elección entre este último modo creacional y el del dios egipcio con cuernos de carnero que fabrica al hombre en una rueda de alfarero. La historia de Minerva, diosa de sabiduría que llegó a la existencia luego de un cierto período gestacional en el cerebro de su padre, es al menos sugestiva y poética, como una alegoría. Ningún griego antiguo fue quemado por no aceptarlo literalmente y, en todo caso, las fábulas 'paganas' en general son mucho menos absurdas y blasfemas que las impuestas a los cristianos".

"Siendo que los Evangelios constituyen 'revelación divina', sin duda los cristianos considerarán su testimonio como concluyente. ¿Afirman que Jesús se ofreció como sacrificio voluntario? Todo lo opuesto: no hay una sóla palabra para sostener la idea. Aclaran que Él preferiría haber vivido para continuar lo que consideraba su misión y que murió porque no podía evitarlo y sólo cuando fue traicionado. Antes, cuando se le amenazaba con violencia, se hacía invisible al emplear poder mesmérico sobre los transeúntes -reivindicados por todos los Adeptos orientales- y escapó. Cuando finalmente vio que había llegado su momento, sucumbió a lo inevitable. Pero véalo en el jardín, en el Monte de los Olivos, retorciéndose de dolor hasta que 'su sudor era, por así decirlo, grandes gotas de sangre', orando con ferviente súplica para que le quitaran la copa y agotado por su lucha hasta tal punto que un ángel del cielo tuvo que venir y fortalecerlo, y diga usted si esta imagen no es la de un rehén y mártir autoinmolado. Para coronar todo y no dejar ninguna duda en nuestras mentes, tenemos sus propias palabras desesperadas: '¡Hágase TU VOLUNTAD, Y NO LA MÍA!'” (Lucas xxii 42, 43)” (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 2, p. 544, 429-430, 545). 

Otra consideración interesante, esta vez con respecto al arte cristiano primitivo, es que todas las primeras imágenes de Jesús- que no aparecieron hasta al menos 200 años posteriores a su muerte, ya que los cristianos originales estaban en contra de la idea de retratarlo- lo mostraban afeitado y sosteniendo o usando una varita mágica para realizar sus milagros. Las imágenes posteriores del Jesús barbado se basaron en obras artísticas griegas de Zeus, como un intento de la Iglesia cristiana por atraer a las masas paganas hacia la nueva religión.

Después que los obispos y teólogos confabuladores habían adoptado liberalmente innumerables aspectos, símbolos y alegorías de otras religiones, procedieron a condenar a todas las demás como "demoníacas" y "malvadas", persiguiéndolas con rigor y negando que hubiera similitud alguna entre ellas. 

“Jesús no enseñó nada al mundo que no haya sido mostrado tan seriamente por otros maestros. Comienza su sermón [en el Monte] con ciertos preceptos puramente budistas que encontraron aceptación entre los esenios y fueron practicados generalmente por los orphikoi y los neoplatónicos. Estaban los filohelenos que, como Apolonio, habían dedicado sus vidas a la pureza moral y física y practicaban el ascetismo. Intenta imbuir los corazones de su audiencia con un desprecio por la riqueza mundana, la despreocupación de un faquir por el futuro, amor por la humanidad, pobreza y castidad. Él bendice a los pobres en espíritu, a los mansos, los hambrientos y sedientos de justicia, a los misericordiosos y los pacificadores, y como Buda deja una mínima oportunidad para que las castas orgullosas entren en el reino de los cielos. Cada palabra de su sermón es un eco de los principios esenciales del budismo monástico".

“Cuando encontramos que: 1) todos sus dichos [de Jesús] tienen un espíritu pitagórico, si no constituyen repeticiones literales; 2) su código de ética es puramente budista; 3) su modo de acción y andar en la vida es esenio, y 4) su modo místico de expresión, parábolas y maneras son las de un iniciado, ya sea griego, caldeo o magiano (para los 'Perfectos' que hablaron de la sabiduría oculta, era de la misma escuela de aprendizaje arcaico en todo el mundo), es difícil escapar de la conclusión lógica de que pertenecía a ese mismo cuerpo de iniciados. Es un pobre cumplido hecho al Supremo cuando se le imponen cuatro evangelios en los cuales, por contradictorios que sean, no hay un sólo relato, oración o expresión peculiar cuyo paralelo no se encuentre en alguna doctrina o filosofía más antigua. Seguramente, si se tratara de ahorrarle a las generaciones futuras su perplejidad actual, el Todopoderoso podría haberlo derribado a Él, Su primera y única encarnación en la Tierra, algo original que trazaría una línea distinta de demarcación entre Él mismo y la veintena de dioses paganos encarnados que habían nacido de vírgenes, fueron salvadores y asesinados o se sacrificaron por la humanidad" (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 2, p. 552-553, 337). 

Se puede preguntar de qué manera la Teosofía ve a Jesús. En primer lugar, sostiene que el Jesús del cristianismo popular nunca existió.

Por un lado, si éste no fuera el caso, entonces ¿por qué es que de todos los escritores, filósofos, historiadores y comentaristas que vivían durante la época en que Jesús supuestamente realizaba todos esos milagros ante multitudes entusiastas y en aumento por toda Palestina, ninguno de ellos lo mencionó en absoluto y al parecer tampoco lo conocieron ni oyeron hablar sobre él?

Como escribió H.P.B.: “Lo poco que Jesús había impresionado de su personalidad en su propio siglo, está calculado para asombrar al investigador. Renan muestra que Filón de Alejandría (muerto hacia el año 50 y nacido muchos años antes que Jesús) nunca había oído hablar de él, siendo que vivió todo el tiempo en Palestina mientras las 'buenas nuevas' se predicaban en todo el país según los Evangelios. Josefo, el historiador que nació tres o cuatro años tras la muerte de Jesús, menciona su ejecución en un breve pasaje, e incluso esas pocas palabras fueron alteradas 'por una mano cristiana', dice el autor de The Life of Jesus (…) Durante casi cuatro siglos los grandes historiadores casi contemporáneos de Jesús no habían prestado la menor atención ni a su vida ni a su muerte y los cristianos se preguntaban el por qué de una omisión tan inexplicable de lo que la Iglesia consideraba los eventos más grandes en la historia del mundo. Y Eusebio salvó la batalla del día” (“Isis Develada”, vol. 2, p. 335, 328). 

Esta última oración se refiere a la aparente referencia y glorificación de Jesús por el historiador Josefo, lo cual todavía es mencionado por algunos cristianos actuales como prueba de la "realidad" y "legitimidad" del Mesías predicado por su Iglesia y teología. Pero el hecho es que este elogio del supuesto "Salvador" no estaba en las obras originales de Josefo y sólo comenzó a aparecer en las ediciones que siguieron a su deceso. De hecho, fue Eusebio -uno de los Padres de la Iglesia- quien hizo que el pasaje en cuestión fuera intercalado fraudulentamente en el texto para dar crédito a las afirmaciones del cristianismo y ayudar a su causa.

"No estará de más recordar al lector que es el mismo Eusebio quien se encarga de la adición del famoso párrafo referente a Jesús que fue hallado 'tan milagrosamente' mientras vivía en los escritos de Josefo, donde la referida oración hasta ese momento permaneció perfectamente desconocida" (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 2, p. 327-328).

En su largo diálogo con el abate Roca, un canónigo francés de la Iglesia Católica Romana, Blavatsky escribió lo siguiente:

"Jesucristo, el Dios-Hombre de los cristianos y copiado de los avatares en todos los países, tanto del Krishna hindú como del Horus egipcio, nunca fue un personaje histórico. Es una personificación deificada del tipo glorificado sobre los grandes Hierofantes de los Templos y su historia, tal como se cuenta en el Nuevo Testamento; una alegoría que seguramente contiene profundas verdades esotéricas, pero sigue siendo una alegoría. Se interpreta con la ayuda de las siete claves, de manera similar al Pentateuco (…) La leyenda de la que hablo está fundada, como he demostrado una y otra vez en mis escritos y notas, sobre la existencia de un personaje llamado Jehoshua (del cual se fabricó a Jesús) nacido en Lud o Lydda unos 120 años antes de la era moderna. Y si se niega este hecho al que casi no puedo objetar, uno debe resignarse a considerar al héroe del drama del Calvario como un mito puro y simple. De hecho y a pesar de todas las investigaciones desesperadas durante largos siglos, si dejamos de lado el testimonio de los 'evangelistas' -es decir, hombres desconocidos cuya identidad nunca se ha establecido- y el de los Padres de la Iglesia -fanáticos interesados-, ni la historia, ni la tradición profana, ni documentos oficiales, ni los contemporáneos del drama soi-disant son capaces de proporcionar una sóla prueba seria respecto a la existencia histórica y real no sólo del Hombre-Dios, sino también del llamado Jesús de Nazaret, desde el año 1 hasta el 33. Todo es oscuridad y silencio. Filón de Alejandría -nacido antes de la Era Cristiana y muerto bastante después del año en que, según Renan, la alucinación de la histérica María de Magdala había dado un Dios al mundo- hizo varios viajes a Jerusalén durante ese intervalo de cuarenta y tantos años, y fue allí para escribir la historia sobre las sectas religiosas de su época en Palestina. Ningún escritor es más correcto en sus descripciones ni más cuidadoso en no omitir nada; no se le escapó ninguna comunidad ni fraternidad, incluso la más insignificante. ¿Por qué entonces no habla de los nazarenos? ¿Por qué no hace la menor alusión a los apóstoles, al divino Galileo o a la crucifixión? La respuesta es fácil: porque la biografía de Jesús fue inventada después del primer siglo, y nadie en Jerusalén estaba mejor informado sobre el tema que el propio Filón. No tenemos más que leer la disputa de Ireneo con los gnósticos en el siglo II para estar seguros de ello. Cuando Tolomeo (180 d.C.) observó que Jesús predicó un año según la leyenda y que era demasiado joven para haber enseñado algo de importancia, Ireneo tuvo un ataque de indignación y ¡testificó que Jesús predicó más de diez o incluso veinte años, diciendo que la tradición por sí sóla hablaba de diez años! (Contra Haereses, lib. II, cap. 22, párrafos 4-5), y en otra parte Ireneo hace morir a Jesús a la edad de ¡cincuenta años o más! Ahora bien, si ya en el año 180 un Padre de la Iglesia recurrió a la tradición, si nadie estaba seguro de nada y no se atribuyó gran importancia a los Evangelios -y para cuya Logia había más de sesenta- ¿qué lugar tiene la historia en todo esto? Confusión, mentiras, engaño y falsificación: tal es el libro de contabilidad de los primeros siglos. Eusebio de Cesarea, rey de falsificadores, insertó las famosas 16 líneas que se refieren al galileo en un manuscrito de Josefo para vengarse de los gnósticos que negaron que alguna vez haya existido un personaje real llamado Jesús. Más aún: atribuyó a Josefo -un fanático que murió como vivió, un judío obstinado- el pensamiento de que tal vez no fuera correcto llamarlo (Iasous) un hombre, porque era Ungido del Señor, es decir, ¡el Mesías!” (“Theosophy: Some Rare Perspectives”, p. 83-85).

Ireneo, mencionado anteriormente, fue uno de los principales culpables del gigantesco fraude que hoy se conoce como Iglesia Cristiana y la teología de la religión homónima o, como dice H.P.B., "ese estupendo compuesto de dogmas ininteligibles impuesto por Ireneo, Tertuliano y otros que ahora se denomina cristianismo (…) En el Jesús moderno de la Iglesia cristiana encontramos el ideal del imaginativo Ireneo -no el adepto de los esenios o el oscuro reformador de Galilea (…) Ireneo (…) se propuso inventar una nueva religión extraída de las profundidades de su imaginación (…) No es más que el deseo empedernido de este último por conectar a Jesús con el Dios Altísmo de todas las maneras posibles, incluso en el Haeresies, que lo llevó a tantas falsificaciones (…) Los errores del Antiguo Testamento no son nada comparados con aquéllos en los Evangelios. Nada muestra mejor que estas contradicciones evidentes el sistema de fraude piadoso sobre el que descansa la superestructura del Mesías (…) El Nuevo Testamento es conocido por sus malas traducciones y falsificaciones transparentes de textos (…) Dividido y acorralado a cada paso por sus adversarios gnósticos no menos agudos y eruditos, él [Ireneo] se escuda audazmente tras la fe ciega y en respuesta a su lógica despiadada cae en la tradición inventada por sí mismo. Reber comenta ingeniosamente: 'Mientras leemos sus malas aplicaciones de palabras y oraciones, podríamos concluir que era un lunático si no supiéramos que fue algo más" ("Isis Develada", vol. 2, p. 123, 33- 34, 24, 177, 133, 326).

Pero volvamos a la pregunta de lo que la Teosofía tiene que decir acerca de Jesús. Como Blavatsky señalaba anteriormente, el mito o la leyenda cristiana acerca de Jesús se basa "en la existencia de un personaje llamado Jehoshua (del cual se fabricó Jesús) nacido en Lud o Lydda unos 120 años antes de la era moderna". Éste era Yeshua ben Pandira, mencionado en el Sepher Toldoth Jeshu, escritura del judaísmo.

“Todos los comentaristas han estado de acuerdo en que en la historia no se menciona una masacre literal de niños pequeños y que además una ocurrencia como ésa hubiera creado una página tan sangrienta en los anales romanos que cada autor de ese tiempo habría conservado el registro. Herodes mismo estaba sujeto a la ley romana e indudablemente habría pagado la pena de un crimen tan monstruoso con su propia vida, pero si por un lado no tenemos el menor rastro de esta fábula en la historia, por el otro encontramos en las quejas oficiales de la Sinagoga abundantes pruebas de la persecución contra los iniciados, y el Talmud también lo corrobora".

"La versión judía sobre el nacimiento de Jesús está registrada en el 'Sepher-Toldos Jeshu' con las siguientes palabras:

María se convirtió en madre de un hijo llamado Jehosuah, y cuando alcanzó cierta edad lo encomendó al cuidado del rabino Elhanan y el niño progresó en el conocimiento porque estaba bien dotado de espíritu y comprensión.

Rabí Jehosuah, hijo de Perachiah, continuó la educación de Jehosuah (Jesús) después de Elhanan y lo inició en el conocimiento secreto; pero el rey Janneo, habiendo dado órdenes de matar a todos los iniciados, Jehosuah Ben Perachiah huyó a Alejandría (Egipto) llevando al niño con él.

Dice la historia que, mientras se encontraban en Alejandría, fueron recibidos en casa de una dama rica y erudita (Egipto personificado). El joven Jesús la encontró hermosa, a pesar de un defecto en sus ojos, y así lo declaró a su maestro. Al escuchar esto, este último se enojó tanto que su alumno pensó que encontraría algo bueno en la esclavitud, pues 'lo maldijo y expulsó al joven de su presencia'. Luego sigue una serie de aventuras contadas en lenguaje alegórico que muestran que Jesús complementó su iniciación en la Kabala judía con una adquisición de la sabiduría secreta egipcia. Cuando cesó la persecución, ambos regresaron a Judea" (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 2, p. 200-201).

En el segundo de sus tres artículos titulados "The Esoteric Character of the Gospels", Helena Blavatsky señala: "Aquí se hace referencia a la tradición rabínica en la Gemara babilónica, llamada Sepher Toldos Jeshu, acerca de que Jesús era hijo de Pandira y había vivido un siglo antes de la era cristiana, es decir, durante el reinado del judío Alejandro Janneo y su esposa Salomé, que gobernó desde el 106 al 79 a. de C. Acusado por los judíos de haber aprendido el arte mágico en Egipto y robar el Nombre Incomuntable del Lugar Santísimo, Jehoshua (Jesús) fue condenado a muerte por el Sanedrín en Lud, siendo apedreado y luego crucificado en un árbol en la víspera de Pascua”.

Blavatsky no dice que las afirmaciones de esta tradición son totalmente precisas en todos los aspectos, pero cuando se le informa que ciertos eruditos consideran erróneo decir que Jesús -o el Maestro espiritual en quien éste se basa- vivió "un siglo antes" de lo que comúnmente se cree, ella responde: “Yo digo que los eruditos mienten o hablan sin sentido. Nuestros Maestros sostienen esa afirmación. Si la historia de Jehoshua o Jesús Ben-Pandira es falsa, entonces el Talmud en su conjunto y todo el canon judío es falso. Fue discípulo de Jehoshua Ben Perahiah, el quinto presidente del Sanedrín después de Ezra quien reescribió la Biblia. 

Comprometido en la revuelta de los fariseos contra Janneo en el 105 a. C., él (Jehoshua Ben Parahiah) huyó a Egipto llevando al joven Jesús con él, y este relato es mucho más verdadero que el del Nuevo Testamento y no tiene registro en la historia” (“Theosophy: Some Rare Perspectives”, p. 47).

Según la Teosofía, un maestro espiritual  existió en esa parte del mundo en algún momento de dicha época y algunas de sus enseñanzas y actividades muestran ciertas similitudes a las que describen más adelante en los Evangelios cristianos (que recordemos se comprobó categóricamente fueron compuestos en una forma muy distinta a su contenido actual hasta al menos el 300 d. de C. ni tampoco por los cuatro apóstoles) y que el Jesús de la Iglesia cristiana es en gran parte sólo una copia ficticia y distorsionada de este individuo real, que de hecho pudo haberse llamado Jehoshua o Yeshua.

Es este Maestro de quien H.P.B. escribió: "Jesús el iniciado (o Jehoshua) -el tipo de quien se copió el Jesús 'histórico'- no era de pura sangre judía" ("La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 577-578) y:  "El personaje (Jesús) así llamado -cuandoquiera que haya vivido- fue un gran iniciado y un 'Hijo de Dios'” ("The Esoteric Character of the Gospels", parte II).

¿Cuál fue la verdadera misión de Jesús?

Sin embargo y como se muestra, las enseñanzas de Teosofía enfatizan el hecho de que “Jesús no enseñó nada al mundo que otros Maestros no hayan dicho tan seriamente” y sostienen que en realidad su vida, misión y trabajo tuvieron muy poca importancia o consecuencia para el mundo en general. Y si esa declaración involuntariamente causa ofensa a algunos, sólo tenemos que recurrir a las supuestas palabras del mismo Jesús en los Evangelios para ver que él creyó y enseñó que debía ser un Salvador sólo para los israelitas y no para los pueblos del mundo.

"Me han enviado sólamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel", se registra en Mateo 15:24. También hay numerosos casos relacionados en los Evangelios en que los gentiles (no judíos) se acercaban a Jesús para que lo sanaran y éste les informó que “no fui enviado a los gentiles, sino a los hijos de Israel; ¿es correcto tomar el pan de los niños y dárselo a los perros?” Los Evangelios sostienen que a menudo consentía en curar a esas personas, pero sólo por su insistencia y negativa a dejarlo en paz hasta que hubieran recibido la bendición que buscaban.

"Ahora bien, como no creo en la revelación sobre los contenidos de ambos Testamentos, y como para mí las 'Escrituras' mosaicas y apostólicas no son más santas que una novela de Zola, y que en mi opinión los Vedas y Tripitakas tienen mucho más valor, no veo cómo podría ser acusada de 'blasfemia' contra el Espíritu Santo (…) Raca [tontos] son aquéllos que aceptan las divagaciones de los 'Padres de la Iglesia' en los 'Concilios' como la inspiración directa de ese Espíritu Santo. La historia nos muestra a esos Padres famosos matándose en sus asambleas, luchando entre sí como delincuentes callejeros, confabulando y cubriendo con oprobio el nombre de la humanidad. Los paganos se sonrojarían al ver esto. Todos los nuevos conversos que se habían dejado atrapar y conservaron su dignidad y sentido común regresaron a sus antiguos dioses como el emperador Juliano (…) Conozco mi historia demasiado bien y mucho mejor de lo que usted sabe de su Zohar, señor abate".

Las iglesias que se dicen llamar 'cristianas' no son más que sepulcros blanqueados llenos de huesos muertos del paganismo esotérico y la putrefacción moral. Así que prefiero con creces seguir siendo la más humilde de los budistas esotéricos que el más grande de los cristianos ortodoxos y exotéricos. Tengo el más profundo respeto por la idea trascendental del Christos (o Cristo) universal que vive en el alma del bosquimano y el salvaje zulú, así como en el del abate Roca, pero tengo la mayor aversión por la cristolatría de las iglesias. Odio esos dogmas y doctrinas que han degradado al Christos ideal al convertirlo en un absurdo y grotesco fetiche antropomórfico, un ídolo celoso y cruel que condena por la eternidad a aquéllos que se niegan a inclinarse ante él. El menor de los doctores gnósticos que afirmaron que Jesús crucificado no era más que ilusión y su historia una alegoría, estaban mucho más cerca de la verdad que un 'san' Agustín o incluso un 'Ángel de las Escuelas'. Un pagano que lleva una vida simple y patriarcal amando a su prójimo y cumpliendo con su deber está mil veces más cerca de la angusta porta et arcta via de lo que alguna vez estuvo un 'san' Cirilo, el feroz asesino de Hipatia, o un 'san' Constantino, probablemente beatificado por matar a su hijo con sus propias manos, hervido a monjes en brea y destripado a su esposa, haciéndose tan tristemente famoso como Nerón" (H.P. Blavatsky al abate Roca, “Theosophy: Some Rare Perspectives”, p. 118, 87-88).

La religión cristiana, incluyendo su Dios, su Salvador, su Biblia y doctrinas, se basan principalmente en siglos de mentiras, traiciones, ignorancia y corrupción. Helena Blavatsky, fundadora del Movimiento Teosófico, no tuvo reparos en describir al cristianismo como la más arrogante, ignorante e imprudente de todas las religiones del mundo. También es la que se encuentra en el terreno más inestable y peligroso cuando se trata de la investigación de hechos, historia y teología, ya que en el siglo XXI la fe ciega fanática y la ignorancia voluntaria no pueden prevalecer ni prevalecerán contra la evidencia dura

También podría describirse como una de las religiones más antifilosóficas, anticientíficas, ilógicas e hipócritas, por no mencionar la que ha provocado e instigado la mayor violencia, destrucción y derramamiento de sangre en el mundo. Es "un crecimiento parasitario" y "un suicidio" que cualquier país lo adopte como religión oficial ("Five Messages from H.P. Blavatsky to the American Theosophists", p. 11).

En las páginas 53-54 del segundo volumen de "Isis Develada", leemos: "Nunca ha habido una religión en los anales del mundo con un registro tan sangriento como el cristianismo. ¡Todas las demás, incluidas las tradicionales luchas feroces del 'pueblo elegido' con sus parientes, las tribus idólatras de Israel, palidecen ante el fanatismo asesino de los supuestos seguidores de Cristo! Incluso la rápida propagación del mahometanismo ante la espada conquistadora del profeta islámico es una consecuencia directa de sangrientos disturbios y luchas entre los cristianos. Fue la guerra intestina entre nestorianos y cirilianos lo que engendró el islamismo, y en el convento de Bozrah se sembró primero la semilla prolífica por Bahira, el monje nestoriano. El árbol de La Meca, que fue regado libremente por ríos de sangre, ha crecido hasta que lo encontramos en el siglo presente opacando a casi doscientos millones de personas".

Quien hace su parte con sabiduría y decencia para ayudar a derribar por completo el edificio cristiano -en gran parte ya derrumbado- está haciendo un gran servicio a la humanidad ya que esta religión no es la cura para el ateísmo, sino la causa del mismo, al menos para millones de occidentales.

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“Las virtudes cristianas inculcadas por Jesús en el sermón del monte no están ejemplificadas en ninguna parte del mundo cristiano. Los ascetas budistas y los faquires indios parecen ser los únicos que las inculcan y practican. Mientras tanto, los vicios que los calumniadores grotescos han atribuido al paganismo están presentes en todas partes entre los padres cristianos y sus iglesias".

La luz del cristianismo sólo ha servido para mostrar cuánta más hipocresía y vicio han suscitado en el mundo sus enseñanzas desde su advenimiento, y cuán inmensamente superiores eran los antiguos sobre nosotros en todos los puntos de honor. Al enseñar la impotencia del hombre, su total dependencia de la Providencia y la doctrina de la expiación, el clero ha aplastado en sus fieles seguidores todo átomo de autosuficiencia y autoestima. Tan cierto es esto, que se está convirtiendo en un axioma que los individuos más honorables se encuentran entre los ateos y los llamados 'infieles'.

Que no se imagine que traemos este reproche a cualquier persona que reverencie a Jesús como Dios. Cualquiera que sea la fe, si el adorador es sincero, debe ser respetado en su presencia, y si no aceptamos a Jesús como Dios, lo veneramos como hombre. Tal sentimiento lo honra más que si le atribuyéramos los poderes y la personalidad del Supremo, y al mismo tiempo le diéramos el crédito de haber jugado una comedia inútil en la humanidad, ya que después de todo su misión no es más que un completo fracaso". 

“Dejemos que ellos [los sacerdotes y líderes cristianos] sigan adelante, pues ya les hemos dedicado demasiado espacio y a su teología de conglomerados. Hemos pesado a ambos en la balanza de la historia, la lógica y la verdad, y los hemos encontrado deficientes. Su sistema engendra ateísmo, nihilismo, desesperación y crimen, y sus sacerdotes y predicadores son incapaces de probar por obras su recepción del poder divino. Sería un día feliz para la humanidad si tanto la Iglesia como el sacerdote pudieran desaparecer de la vista del mundo tan fácilmente como ahora lo hacen sus nombres ante nuestros lectores" (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 2, p. 526, 374, 530, 585-586).