Esas condenas se originan principalmente en el ámbito del cristianismo y en aquéllos de sus seguidores que creen en un Dios/demonio antropomórficos y personales, siendo éste último el supuesto enemigo de esa "divinidad".
Considerando el hecho de que Lucifer y Satanás han llegado a verse como sinónimos para la misma entidad, no es tan difícil apreciar por qué los cristianos llegaron a tal conclusión, ya que la revista teosófica que comenzó en Inglaterra y por H.P.B. a finales de la década de 1880 se tituló "Lucifer" y en su obra maestra "La Doctrina Secreta" habla de aquél en términos positivos.
No obstante, hay varios puntos importantes que debemos dilucidar:
01. El cristianismo no tiene el monopolio del término "Lucifer" ni tampoco en su definición. El significado y concepto de dicha palabra son simplemente los últimos en una larga línea de interpretaciones de este vocablo pre-cristiano.
02. La palabra "Lucifer" aparece sólo una vez en toda la Biblia, específicamente en Isaías 14:12, que dice: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! ¡Cortado fuiste por tierra, tú que debilitaste a las naciones!” Quienes lean este versículo en su contexto real verán claramente que la sentencia se aplica en específico a un cierto rey babilónico que era enemigo en la guerra de los israelitas. El texto hebreo original usa la palabra הֵילֵל que literalmente significa "estrella brillante" o "el fulgurante", un término aplicado sarcásticamente por los israelitas a este oponente particular. Los traductores de la versión Rey Jacobo de la Biblia, uno de los cuales fue el doctor Robert Fludd, el conocido iniciador rosacruz -un hecho que sin duda horrorizará a muchos cristianos- optaron por transcribir este vocablo con la palabra latina "Lucifer”.
03. "Lucifer" significa literalmente “portador de la Luz”, “lucero del alba”, “resplandenciente” o “estrella de la mañana” y no tiene otro significado. Histórica y astronómicamente el término "lucero matutino" siempre se ha aplicado al planeta Venus.
04. Dado que la única vez que aparece la palabra "Lucifer" en la Biblia es en dicho versículo de Isaías, no hay absolutamente nada en este libro que vincule a Lucifer con Satanás o el diablo. Fue el papa Gregorio Magno (540-604 d. de C.) quien aplicó primero ese pasaje de las Escrituras al “enemigo de Dios” y equiparando así a ambos, pero incluso para entonces esta idea no se extendió en gran medida hasta la popularización mucho más reciente del "Paraíso Perdido" por John Milton, donde Lucifer se usa como otro nombre para Satanás o el adversario maligno de la divinidad. Además, personalidades del mundo cristiano como Martín Lutero y Juan Calvino consideraron "un grave error" aplicar Isaías 14:12 al diablo, "porque el contexto muestra claramente que estas declaraciones deben entenderse con referencia al rey de los babilonios”.
05. Por lo tanto, los cristianos que afirman que "Lucifer es el demonio" en realidad no tienen base ni autoridad bíblica para tal creencia. Aunque pueden sostener que son "creyentes en la Biblia" cuya fe se basa únicamente en "la Palabra de Dios", en este y muchos otros aspectos son seguidores de la tradición religiosa cristiana y no de la Biblia. ¿O es que acaso han conferido silenciosamente infalibilidad divina al Papa y a Milton sin decir nada al resto del mundo?
06. Helena Blavatsky nunca fue cristiana en ningún momento de su vida, no dio crédito a la teología de dicha religión y tampoco creyó en ningún tipo de Dios personal o antropomórfico, menos aún en un demonio de iguales características. Ella creyó y enseñó que sólo existe UNA Vida Divina e Infinita que es todo y está en todo, y no tiene adversario ni enemigo ya que no hay nada más que Aquéllo, el Principio ilimitado, impersonal y omnipresente de Existencia Absoluta. Blavatsky estaba contra la noción de adorar o rezar a “alguien” o “algo” y sostuvo que el mal es realmente imperfección, que es el subproducto automático e inevitable de la existencia material.
Ahora echemos un vistazo a algunas declaraciones que H.P.B. hizo acerca de Lucifer en "La Doctrina Secreta":
*“La filosofía esotérica no admite ni el bien ni el mal per se, o como si existieran independientemente en la naturaleza. En lo que respecta al Kosmos, la causa de ambos se encuentra en la necesidad de contrarios o contrastes, y con respecto al hombre, en su naturaleza humana, su ignorancia y sus pasiones. No existe un diablo o los completamente depravados pues no hay Ángeles absolutamente perfectos, aunque puede haber espíritus de Luz y Oscuridad; así, LUCIFER, el espíritu de la Ilustración Intelectual y la Libertad de Pensamiento, es metafóricamente el faro guía que ayuda al ser humano a encontrar su camino a través de las rocas y los médanos de la Vida, ya que Lucifer es el LOGOS en su nivel más elevado y el 'Adversario' en su aspecto más bajo, y ambos se reflejan en nuestro Ego [Manas/Mente Superior]”(vol. 2, p. 162).
*"En la antigüedad y la realidad, Lucifer o Luciferus es el nombre de la Entidad angélica que preside la luz de verdad, como la luz del día. En el gran evangelio valentiniano del Pistis Sophia se enseña que de los tres Poderes que emanan de los Santos Nombres de los Tres Tριδυνάμεις, el de Sophia (Espíritu Santo según estos gnósticos, el más culto de todos) reside en el planeta Venus o Lucifer" (vol. 2, p. 512).
*“Incluso desde el punto de vista de la letra muerta, es natural ver a Satanás o la Serpiente del Génesis como el verdadero creador y benefactor, el Padre de la humanidad espiritual, porque es él quien fue 'Heraldo de la Luz', el brillante y radiante Lucifer quien abrió los ojos del autómata creado por Jehová, según se sostiene -y que fue el primero en susurrar 'en el día que comas, serás como Elohim, conociendo el bien y el mal'- y sólo puede ser considerado a la luz de un Salvador. Un 'adversario' a Jehová, el 'que se hizo pasar por espíritu', aún permanece en la verdad esotérica como el 'Mensajero' amoroso (el ángel), los serafines y querubines a los que conocía bien y amaba aún más, y quienes nos confieren espiritualidad en lugar de inmortalidad física, pues esta última es una especie de perpetuidad estática que habría transformado al hombre en un eterno 'judío errante'" (vol. 2, p. 243).
*”La Caída fue resultado del conocimiento del hombre, porque sus 'ojos se abrieron'. De hecho, el 'Ángel Caído' le enseñó Sabiduría y conocimiento oculto, pues esa entidad se había convertido desde aquel día en su Manas, Mente y Conciencia de sí mismo. En cada uno de nosotros, ese hilo dorado de vida continua -interrumpido periódicamente en ciclos activos y pasivos de existencia sensual en la Tierra, y supersensible en Devachan- está desde el principio de nuestra aparición en esta Tierra. Es el Sutratma, el hilo luminoso de la mónada inmortal e impersonal, en el que nuestras vidas terrenales o Egos evanescentes están colgadas como muchos abalorios, de acuerdo con la bella expresión de la filosofía vedántica.
Y ahora está probado que Satanás o el Dragón Rojo de Fuego, el 'Señor del Fósforo' (el 'azufre' fue una mejora teológica), y Lucifer o 'Portador de Luz' están en nosotros: es nuestra Mente, nuestra tentadora y Redentora, el inteligente liberador y Salvador del animalismo puro. Sin este principio -la emanación de la esencia misma de Mahat o principio divino puro (Inteligencia) que irradia directamente desde la Mente Divina- seguramente no seríamos mejores que los animales” (vol. 2, p. 513).
De esta forma, vemos que en las enseñanzas teosóficas (que a veces son deliberadamente alegóricas y esotéricas) el Portador de Luz o del Amanecer (Lucifer en latín) es nuestro Principio Mental, nuestra autoconciencia individual y chispa de inteligencia que se despertó en la humanidad durante el período intermedio de la Tercera Raza-Raíz, también conocida como Época Lemuriana. Nuestra mente puede ser tanto nuestro “adversario” (significado literal de la palabra "satanás") como el “portador de luz” (Lucifer) o la Verdad espiritual, cuyo conocimiento produce liberación de la ignorancia en términos místicos.
Muchas enseñanzas gnósticas/cristianas de hace dos milenios tenían esencialmente el mismo punto de vista al afirmar que el ser llamado “Jehová” deseaba mantener al hombre como una entidad ignorante, desinformada y no evolutiva, pero que el verdadero "Dios" (que sostenían no era Jehová) envió a Lucifer, un ángel de fuego y luz magníficos para mostrarle al hombre la luz y ayudarlo a despertar al verdadero conocimiento, incluida la sapiencia de su propia identidad espiritual, inmortal y divina. Para los cristianos, esto se ilustra -aunque de manera distorsionada- en la serpiente que visita a Adán y Eva en el Jardín del Edén en el libro del Génesis bíblico. Las serpientes siempre han simbolizado la sabiduría, como lo mostró el mismo Jesús en Mateo 10:16 al decir: "Sed sabios como serpientes e inofensivos como palomas".
La Teosofía interpreta todas estas enseñanzas gnósticas y metafóricas como referencias a "la iluminación de Manas" (“Manas” es la palabra sánscrita para mente) que mencionamos con anterioridad. Cuando tenemos en cuenta que "La Doctrina Secreta" enseña que la raza-raíz lemuriana nació bajo la influencia de Venus y recibió su "luz y vida" de ese Espíritu Planetario, todo se vuelve más claro ya que Lucifer ha sido sinónimo aceptado de Venus -la estrella brillante de la mañana- varios milenios anteriores a la teología cristiana y antes que Lucifer por primera vez fuera equiparado ridículamente con el diablo.
En "La Doctrina Secreta" leemos que "el planeta Venus o Lucifer (también Sukra y Usanas) es el Portador de Luz para nuestra Tierra, tanto en su sentido físico como místico". Se dice que Venus es el "prototipo espiritual" de nuestro orbe y “el Espíritu Guardián de la Tierra y los hombres”. Es "el más oculto, poderoso y misterioso de todos los planetas; aquél cuya influencia y relación con la Tierra es más prominente” y así cada cambio que tiene lugar en Venus "se percibe en nuestro planeta y es reflejado por él".
Ya que tomaría mucho tiempo y sería inconveniente explicar todo esto al lector no familiarizado con la Teosofía, podemos resumir diciendo que lo declarado por Blavatsky sobre Lucifer es completamente esotérico, simbólico y filosófico. Esos cuatro extractos citados son virtualmente las únicas explicaciones específicas que hizo sobre Lucifer, aunque a los fanáticos cristianos y los teóricos de la conspiración -a estas alturas ya medio desquiciados- les gusta dar la impresión de que pasó casi todo el tiempo hablando de Lucifer, lo cual simplemente es mentira.
En cuanto al motivo de llamar "Lucifer" a su revista, Blavatsky escribió en su primer artículo titulado "What's in a Name?" que "el primer y más importante objetivo de la revista, si no el único, se expresa en la línea de la 1ª Epístola a los Corintios, en su página de título. Es traer luz a 'las cosas ocultas de la oscuridad' (iv. 5); mostrar en su verdadero aspecto y significado original las cosas y los nombres, así como hechos y costumbres humanos; y finalmente luchar contra los prejuicios, la hipocresía y las farsas en todas las naciones y en todas las clases de la sociedad, como en todos los ámbitos de la vida. La tarea es laboriosa, pero no es impracticable ni inútil, ni siquiera como un experimento. Por lo tanto, para un intento de tal naturaleza nunca se pudo encontrar un título mejor que el elegido (…) No existe un símbolo más adecuado para el trabajo propuesto, que es lanzar un rayo de verdad sobre todo lo que está oculto por la oscuridad del prejuicio, por los conceptos erróneos sociales o religiosos, y especialmente por esa rutina idiota en la vida donde, una vez que determinada acción, cosa o un nombre han sido marcados por invenciones calumniosas e injustas por las así llamadas 'personas respetables', éstas se alejan temblando y negándose incluso a verla desde cualquier otro aspecto que el sancionado por la opinión pública. Entonces, tal esfuerzo para forzar a los débiles a mirar la verdad directamente a la cara es ayudado de manera más eficaz por un título que pertenece a la categoría de los nombres de marca".
Pero como más tarde ella comentaría, la creencia ignorante y errónea de que Lucifer=Satanás "ha echado raíces en el suelo de la fe ciega" para permitir que muchas personas revelen con valentía, audacia y sin vergüenza los verdaderos orígenes y la naturaleza genuina de lo que en realidad es el denominado Lucifer. Aquellos que intentan hacerlo siempre están obligados a ser etiquetados en el acto como "satanistas" y "adoradores del diablo" por una cierta clase de cristianos cuyas características distintivas invariablemente tienden a ser ignorancia voluntaria y pereza mental. En efecto, se ha convertido en un "nombre de marca" que aún evoca automáticamente la imagen de un "demonio antropomorfo" incluso en las mentes de los ateos más endurecidos.
Sin embargo, ¿quién puede negar que incluso a Jesús se lo retrata proclamando audazmente su identidad con Venus o el Portador de la Luz en Apocalipsis 22:16, donde dice: "Yo, Jesús, soy la fulgurante estrella matutina"? Si los traductores hubieran elegido traspasar este versículo usando el latín y tal como lo hicieron con Isaías 14:12, entonces se leería como: "Yo, Jesús, soy Lucifer".
Los teósofos no temen a la opinión pública ni a los prejuicios equivocados, ni a las afirmaciones y amenazas del cristianismo que son las más arrogantes, necias y descaradas de todas las religiones del mundo. "No existe religión más elevada que la Verdad", y como siempre la Verdad prevalecerá.