2 de febrero de 2022

Ovnis: la dimensión psíquica (1 de 10)

David Pratt
Octubre 2002-octubre 2013


Contenido:

01. Introducción


01. Introducción

Por definición, un O.V.N.I. (objeto volador no identificado) es cualquier luz u objeto visto en la atmósfera y que no sea inmediatamente reconocible, lo cual no significa por necesidad una nave espacial extraterrestre. Ha habido avistamientos de ovnis en todo el mundo por cientos de miles durante los últimos 60 años, y generalmente se acepta que el 90 a 95% de todos los avistajes se puede atribuir a la identificación equivocada de fenómenos ordinarios. Del resto, algunos siguen sin explicarse debido a la insuficiencia de pruebas, aunque en muchos casos hay abundante evidencia de testigos confiables, pero ninguna explicación convencional. Como ha dicho Lord Hill-Norton, ex Jefe del Estado Mayor de Defensa británico, "la evidencia es ahora tan consistente y abrumadora que ninguna persona razonablemente inteligente puede negar que algo inexplicado está ocurriendo en nuestra atmósfera" (1) y critica lo que él llama "síndrome de escarnio hacia los 'hombrecitos verdes'" o la tendencia a descartar con el ridículo un fenómeno que merece una investigación cuidadosa.

Las encuestas señalan que aproximadamente un 7 a 10% de adultos ha visto lo que creía ser un ovni, pero sólo alrededor de 1 entre 10 testigos informan de su experiencia, en la mayoría de casos por miedo a la burla. Existen entre 5 y 10 mil informes de encuentros cercanos que incluyen observaciones sobre ocupantes de ovnis y a veces interacción con ellos (2). En particular, los reportes de esas interacciones son a menudo tan extraños y surrealistas que incluso muchos ufólogos prefieren ignorar sus implicaciones completas.

En su mayoría los científicos han fallado miserablemente para asumir el desafío presentado por el fenómeno ovni, aunque ha habido varias excepciones notables. Muchos académicos que mostraron un serio interés en dichos objetos han sufrido acoso, intimidación y burla, al tiempo que un número de profesionales prominentes ha dedicado su vida a desacreditar este tipo de acontecimientos. Uno de los críticos más antiguos y severos fue el astrónomo de Harvard Donald Menzel, quien tenía una "explicación científica simple" para todos los avistamientos y según él eran causados por inversiones de temperatura. Esta condición meteorológica se crea cuando las bolsas de aire frío quedan atrapadas en aire caliente, y así la diferencia de densidad provoca que las luces del suelo sean reflejadas o refractadas, pero el hecho de que la teoría simplemente era inútil en la mayoría de casos no amortiguó su entusiasmo. John Keel escribe:

"La luz reflejada por inversiones de aire explicaba los curiosos brillos en el cielo, pero ¿cómo daba cuenta Menzel de todas las persecuciones contra automóviles, secuestros, aterrizajes y manifestaciones extrañas? Se encargó de eso con la 'respuesta científica' de que todos los testigos eran mentirosos, tontos o borrachos" (3).

Los ovnis han sido investigados por todos los gobiernos importantes del mundo y aún se estudian a nivel oficial en algunos países. La historia de las pesquisas análogas llevadas a cabo por la Fuerza Aérea de EE.UU. (proyectos Sign, Grudge, Blue Book y Stork, el Panel Robertson y el Comité Condon) y los documentos dados a conocer desde mediados de los '70 muestran que los oficiales militares que tomaban en serio el fenómeno tendían a ser marginados, mientras que generalmente los ridiculizadores han tenido ventaja. Todas las investigaciones concluyeron que los ovnis no suponían ninguna amenaza para la seguridad nacional, pero la comitiva Robertson de 1953 sugirió que debían ser devaluados para que el público perdiera interés en el tema, y expresó su preocupación de que un enemigo podría usar ovnis como una forma de guerra psicológica. Sin embargo, la afirmación reiterada por militares de que no hay nada inusual para explicar es descaradamente contradicha por los datos reunidos en informes oficiales. El Informe Condon (1969) llegó a la conclusión de que el estudio científico de los ovnis no podía justificarse en la expectativa de que llevaría a un avance en el conocimiento de ciencia, pero por su propia admisión hasta un tercio de sus casos eran inexplicables, incluso luego de un profundo escrutinio. Además, algunas de sus "explicaciones" propuestas eran sumamente inadecuadas, como ilustra el siguiente caso.

El 30 de junio de 1954 la tripulación y algunos pasajeros en un vuelo desde Nueva York a Londres avizoraron un gran objeto en forma de cigarro que cambiaba constantemente de forma, rodeado por seis objetos globulares y negros más pequeños. Tras unos 15 minutos el "sexteto" entró en el cuerpo más grande que aceleró y terminó por desaparecer. Cuando el avión aterrizó en Goose Bay (Canadá) para abastecerse de combustible, la tripulación fue informada de que hubo varios avistamientos de ovnis en el área de Labrador. La explicación oficial según el Ministerio del Aire londinense fue que el fenómeno estaba asociado con un eclipse solar, ¡y que aún no se iniciaba cuando tuvo lugar el incidente! En 1969 un miembro del Comité Condon estudió este caso sugiriendo que había sido un espejismo y admitió que había problemas con el fundamento propuesto, concluyendo con la siguiente afirmación notable: "Por lo tanto, esta observación inusual debe ser asignada a la categoría de algún fenómeno ciertamente casi natural, tan raro que aparentemente nunca antes se ha informado ni desde entonces" (4).

Tras la publicación del Informe Condon, todos los archivos del proyecto fueron destruidos. El propio Edward Condon, profesor de física y astrofísica, agrupó los estudios ovni, el espiritismo y la investigación psíquica en el mismo costal como "pseudociencia" y espetó que cualquier editor o especialista hallado culpable de presentarla como verdad establecida debería ser "lacerado públicamente y prohibirle toda actividad de por vida" (5). A fines de la década '60 la Fuerza Aérea estaba cansada del gasto y la controversia pública asociada con el Proyecto Libro Azul, y el Informe Condon le dio lo que quería: una excusa para terminar su participación oficial en las investigaciones de ovnis. Mientras el Proyecto Libro Azul estaba en progreso, también se realizaba una exploración clasificada y extensa del fenómeno conocida como "Proyecto Stork" e incluso ajena para el personal de Libro Azul (6). 

Algunos investigadores creen que altos funcionarios castrenses y gubernamentales ya conocen "la verdad" sobre los ovnis. Entretanto, supuestamente hay militares que recuperaron artefactos estrellados, los han probado en vuelo, realizaron autopsias en alienígenas e incluso habrían alcanzado un acuerdo con seres extraplanetarios. También hay afirmaciones de que todos los avances tecnológicos importantes desde fines de los '40 se derivan de implementos extraterrenos capturados, pero existe una clara ausencia de pruebas duras y convincentes para apoyar tales declaratorias.

Se cree que ha habido más de una docena de accidentes ovni desde 1947. La más famosa de esas presuntas colisiones tuvo lugar cerca de Roswell, Nuevo México, en junio de aquel año. Hubo varios avistamientos ovni en las semanas anteriores, y cuando se encontraron restos inusuales de un objeto derribado en un rancho la base aérea local emitió inmediatamente un comunicado de prensa señalando que se había recuperado un platillo volador. Esta afirmación fue retractada rápidamente y se dijo que dichos remanentes correspondían a un globo meteorológico y su objetivo-radar.

Se escuchó un poco más sobre el incidente Roswell durante los siguientes 30 años cuando surgieron nuevas "evidencias". Hoy esa localidad ha adquirido proporciones míticas en el imaginario público, pero en una deconstrucción convincente sobre esta leyenda, Karl Pflock -quien sostiene que algunos ovnis son naves espaciales extraterrestres- demostró que era un lamentable cuento de afirmaciones cuestionables y conflictivas, testigos dudosos e investigadores con anteojeras; la evidencia que a primera vista parece sustancial se evapora invariablemente cuando es sometida a un examen exhaustivo. Hay documentos secretos del gobierno desclasificados desde 1975 junto con la historia de los programas de defensa en Estados Unidos que muestran más allá de toda duda razonable que en Roswell no se recobró ningún "disco estrellado" (7). 

Fig. 1.1. Restos hallados cerca de Roswell, junio de 1947. Incluye piezas de plástico y similares a goma, material de tipo laminar, puntales cortos de balsa y papel análogo al pergamino. Una semana y media antes había desaparecido de la zona un conjunto de globos con 200 mts. de altura y lanzado desde una base aérea de ejército cercana bajo un proyecto ultra-secreto llamado "Mogul", y de este modo sus globos, reflectores de radar, paracaídas y otros componentes consistían en los tipos de material recobrados en Roswell. El dispositivo era ciertamente más que un "mero globo meteorológico" pues las matrices, equipadas con micrófonos especiales, tenían la intención de detectar pruebas de bombas atómicas soviéticas y proporcionar una alerta temprana de ataques con cohetes.

Sin embargo, algunos afirman que sólo los despojos parecen de aluminio, hoja metálica, balsa o plástico comunes y en realidad son escombros de un platillo volador colisionado. Se afirma que los puntales y las láminas poseían fuerza sobrenatural, aunque las fotografías muestran claramente que consisten en fragmentos desmenuzados. Con el paso del tiempo el incidente Roswell ha adquirido vida propia, generando historias adicionales y contradictorias sobre un segundo e incluso tercer lugar del accidente, y la recuperación y examen de cuerpos extraterrestres.

Al parecer, algunos elementos en la comunidad de inteligencia -incluida la Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea (AFOSI/OSI)- están dispuestos a alimentar rumores sobre una gran conspiración para mantener al público en ignorancia y en ocasiones han elaborado largas elucubraciones para diseminar desinformación filtrando documentos falsos a ufólogos escogidos o seduciéndolos con revelaciones de "informantes clave" sobre el "encubrimiento" (8). Los relatos de naves espaciales y cadáveres no humanos han venido principalmente de "ex" personal de inteligencia militar, pero curiosamente ninguna de esas personas ha recibido amonestaciones por revelar "secretos de Estado". Una subcultura labiosa e influyente de la conspiración se ha desarrollado entre los entusiastas de ovnis y ha creado sus propias palabras mágicas: Roswell, Hangar 18, Área 51 y Majestic 12, pero la cantidad excesiva de tiempo dedicado a la connivencia alarmista no ha hecho nada para mejorar nuestro entendimiento del misterio ovni en su raíz.

Se rumorea que el "Hangar 18" en la base aérea de Wright-Patterson es utilizado para almacenar cuerpos alienígenas y discos estrellados. Uno de los hangares ciertamente contenía un "ovni", pero se trataba de un dispositivo hecho en la Tierra usado para entrenar a oficiales jóvenes de inteligencia (9). El "Área 51" en el plantel de Nellis (desierto de Nevada) es otro pretendido lugar donde se almacenan platillos accidentados y son sometidos a ingeniería reversa y vuelos de prueba. Su existencia fue denegada oficialmente hasta fines de la década de 1980, pero ahora se admite que algunos de los aviones estadounidenses más secretos fueron desarrollados y probados allí, incluyendo los prototipos espía U-2 y SR-71 Blackbird, el F-117 Nighthawk Stealth Fighter y el bombardero B-2 Spirit Stealth. No cabe duda de que artefactos como éstos han sido reportados como "ovnis" y que la Fuerza Aérea estaba satisfecha con esa portada.

Se piensa que Majestic (MJ-12) es un panel ultrasecreto de oficiales militares y científicos responsables de supervisar el estudio de naves siniestradas y cadáveres alienígenas. El mito se deriva de una serie de documentos "filtrados" que muchos investigadores de ovnis consideran como falsificaciones (10), pues hay algunas pruebas referentes a que AFOSI fue responsable de los documentos Majestic. Mark Pilkington escribe: "Si el propósito de los documentos MJ-12 era distraer, fragmentar y debilitar a la comunidad ufológica, tuvieron éxito superando incluso los sueños más descabellados de sus creadores y deberían considerarse una obra maestra de artes negras" (11). Frecuentemente las chapucerías de agencias gubernamentales son objeto de escarnio, las filtraciones análogas han devenido clichés y hay discordias bien conocidas entre varias colectividades, pero cuando se trata de ovnis muchos teóricos de conspiración creen que el gobierno, la comunidad militar y de inteligencia son prácticamente "omnipotentes y omniscientes", que "todo está perfectamente organizado y coordinado" y que los secretos pueden guardarse durante muchas décadas.

Varios investigadores consideran que los militares se hallan tan en la oscuridad acerca de lo que subyace al fenómeno ovni -y como cualquier otra persona-, pero simplemente no están dispuestos a admitirlo y se interesan más en ocultar su ignorancia e impotencia que sus conocimientos. Jacques Vallée dice:

"Los ovnis pueden no ser naves espaciales en absoluto. Y el gobierno simplemente puede ocultar el hecho de que, no obstante los miles de millones de dólares gastados en defensa aérea, no tiene más pistas sobre la naturaleza del fenómeno de lo que hizo en los años cuarenta cuando comenzó sus investigaciones" (12).

La ocultación de datos desconcertantes no es lo mismo que una conspiración global o incluso "cósmica" para ocultar la verdad última acerca de los ovnis, pues como se verá más adelante y a menos que los militares tengan una comprensión profunda sobre la dinámica oculta, es poco probable que tengan una idea más elaborada acerca del tema.

Mientras estaba en servicio activo en el ejército estadounidense durante los años '80, el coronel John B. Alexander estableció un grupo interagencial para explorar el tópico de los ovnis y sus participantes provenían del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, la CIA, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) y la industria aeroespacial. Se dedicaron varios años a compilar datos y concretar reuniones con altos funcionarios en la comunidad militar y de inteligencia. Alexander descubrió que todas esas secciones, incluidos sus integrantes de mayor rango, tendían a asumir que alguien más era responsable de investigar ovnis; finalmente llegó a la conclusión de que nadie tiene la obligación general y que el supuesto programa ultraclasificado se trata de un mito y en el cual el propio autor había creído (13).

Los Estados Unidos divulgan información ufológica clasificada principalmente en respuesta a las solicitudes sobre libertad de información (FOI) y se redactan algunos archivos para proteger las fuentes de revelación y la privacidad personal. En ese país los Archivos Nacionales, la NSA, el FBI y la CIA han publicado gran cantidad de datos (14). La Central de Inteligencia Americana ha hecho accesibles todos sus antiguos folios sobre el tema en su sitio electrónico y elimina todos los mensajes entrantes que mencionan a ovnis, ya que esto le permite decir que no posee ningún informe inédito (15).

Muchos otros países consideraron que la confidencialidad no merecía la carga administrativa de responder a solicitudes individuales y decidieron desclasificar la totalidad o buena parte de sus expedientes. Los resultados no generaron tanta conmoción; mientras que los archivos contenían algunos casos espectaculares, la gran mayoría eran bastante mundanos. Dado que la información publicada no respalda las creencias de los teóricos conspiracionistas, simplemente asumen que el "encubrimiento" continúa.

En 2008 el Ministerio de Defensa británico decidió poner a disposición del público todos los archivos clasificados de ovnis, liberándolos de forma escalonada y el lote final se puso a disposición en 2013. Dicha institución solía tener una oficina que investigaba oficialmente informes ufológicos, pero se cerró en 2009 alegando que no servía para propósitos de defensa, aunque se reportaron 643 avistamientos ese año (16). Asimismo, el ministerio ordenó que todos los nuevos documentos atañentes a fenómenos aéreos inusuales se destruyeran en un plazo de 30 días (17).

El Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) en Francia hizo accesibles todos sus archivos ovni en 2007, lo que provocó la caída del sitio internet debido al nivel de interés. Los galos cuentan con un sistema establecido para recopilar informes a cuenta de la policía nacional, y éstos son analizados en un equipo de científicos financiados por el gobierno conocido como SEPRA (anteriormente GEPAN). Sin embargo, este colectivo no busca publicidad por temor a que algunas personas encuentren inquietante el gran número de casos bien documentados e inexplicables. Otros países están desclasificando archivos relacionados con ovnis, incluyendo España, Australia, Rusia, Brasil y México. Los ufólogos australianos han tenido acceso abierto a expedientes de la Fuerza Aérea y se han dado a conocer muchos datos en la página electrónica de Archivos Nacionales (18). En Bélgica, la jefatura aeronáutica cooperó con grupos ufológicos civiles y la policía para proporcionar detalles de radar y otros antecedentes durante la ola masiva de avistamientos entre 1989-1991 (19). En 2010 el gobierno brasileño instruyó al ejército del aire para documentar todos los avistamientos ovni; sin embargo, éste último no persigue objetos no-identificados y ni siquiera analiza los informes. Chile también estudia activamente casos de este tipo mediante el Centro de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos (CEFAA) (20).

La asombrosa estrechez mental que afecta a muchos científicos cuando se enfrentan con el fenómeno ovni se ilustra por un comentario de Albert Einstein sobre los testigos: "Estas personas han visto algo; no sé lo que es y no tengo curiosidad en saberlo" (21), e incluso en 2008 el astrofísico Stephen Hawking expuso su ignorancia cuando dijo que no tomaba en serio a los ovnis porque sólo los observaban "chalados y estrafalarios" (22). El fracaso general de los organismos oficiales científicos, académicos y gubernamentales para organizar una investigación pública seria significa que la ufología ha atraído a muchos aficionados y la calidad de la investigación es muy desigual. Jacques Vallée comenta: "El campo ha sido invadido por personas que no necesitan emprender ninguna investigación real porque ya conocen todas las respuestas" (23). El análisis serio del fenómeno también se ve obstaculizado por los medios de comunicación que casi siempre abordan el tema de manera ridiculizante o sensacionalista.

Los investigadores ovni tienden a seleccionar sólo los datos que se ajustan a sus hipótesis preconcebidas, y por ello los desacreditadores que rechazan la idea sobre algo inusual prefieren discutir los casos en que los ovnis se convierten en engaños o errores de identificación y luego concluyen que no se requiere más indagatoria. Las explicaciones "naturales" incluyen estrellas y planetas (por ejemplo Sirio y Venus), meteoritos, cometas, satélites, cohetes, bengalas, relámpagos globulares, misiles guiados, globos meteorológicos, aviones convencionales, vehículos aéreos no tripulados, aves e ilusiones ópticas. Sin embargo, los intentos enrevesados de los incrédulos para explicar casos más desafiantes pueden ser muy entretenidos.

Varios ufólogos de la corriente principal creen que estos objetos sin identificar son artefactos de elementos básicos pilotados por visitantes espaciales de carne y hueso, y quienes estarían realizando un reconocimiento de la Tierra. Por lo tanto, se centran en avistamientos de naves espaciales con apariencia sólida y modernísimas que reportan pilotos bien calificados o personal militar, y luego concluyen que estamos tratando con tecnología extraterrestre avanzada. Los casos que no encajan en la "camisa de fuerza extraterrestre" y los detalles más extravagantes que sus partidarios sí reportan son distorsionados o suprimidos para evitar el desprestigio a los testigos y la hipótesis. Aunque a veces los ovnis son bastante físicos para ser rastreados por el radar, interactuar con su entorno y ser vistos por cientos de personas al mismo tiempo, la amplia gama de fenómenos paranormales involucrados en encuentros cercanos sugiere que nos enfrentamos con visitas del mundo psíquico en lugar de otros planetas.


Referencias

1. Timothy Good, Beyond Top Secret: The worldwide UFO security threat, London: Sidgwick & Jackson, 1996, p. xii.

2. John B. Alexander, UFOs: Myths, conspiracies, and realities, New York: Thomas Dunne Books, 2011, p. 62; Jacques Vallée, Confrontations: A scientist’s search for alien contact, London: Souvenir Press, 1990, p. 18.

3. John A. Keel, Disneyland of the Gods, Lilburn, GA: IllumiNet, 1995, p. 24-5.
4. Jenny Randles, The UFO Conspiracy: The first forty years, New York: Barnes & Noble, 1993, p. 46-7; Beyond Top Secret, p. 190-2.

5. Richard L. Thompson, Alien Identities: Ancient insights into modern UFO phenomena, Alachua, FL: Govardhan Hill Publishing, 2da ed., 1995, p. 21.

6. Jacques Vallée, Forbidden Science: Journals 1957-1969, New York: Marlowe & Company, 1996, p. 284, 311-2, 425-7, 439-41.

7. Karl T. Pflock, Roswell: Inconvenient facts and the will to believe, New York: Prometheus Books, 2001.

8. Jacques Vallée, Revelations: Alien contact and human deception, New York: Ballantine Books, 1991; Mark Pilkington, Mirage Men: A journey in disinformation, paranoia and UFOs, London: Constable, 2010.

9. Alexander, UFOs, p. 249.
10. Ibídem, cap. 7; archives.gov.
11. Mirage Men, p. 222.
12. Jacques Vallée, Dimensions: A casebook of alien contact, New York: Ballantine Books, 1989, p. 227.

13. Alexander, UFOs.
14. archives.gov; nsa.gov; foia.cia.gov.
15. Alexander, UFOs, p. 99.
16. nationalarchives.gov.uk; nickpope.net; nickpope.net; bbc.co.uk.
17. Alexander, UFOs, p. 195.
18. naa.gov.au.
19. Charles F. Emmons, At the Threshold: UFOs, science and the new age, Mill Spring, NC: Wild Flower Press, 1997, p. 25-6.

20. Alexander, UFOs, p. 178-9.
21. David M. Jacobs (editor), UFOs and Abductions: Challenging the borders of knowledge, Lawrence, KS: University Press of Kansas, 2000, p. 60, nota al pie.

22. Jacques Vallée y Chris Aubeck, Wonders in the Sky: Unexplained aerial objects from antiquity to modern times and their impact on human culture, history, and beliefs, New York: Jeremy P. Tarcher/Penguin, 2009, p. 9.

23. Revelations, p. 185.