13 de agosto de 2023

La asquerosa "compa$ión" neoerista: "sí, pero no; no, pero sí"


"A menudo, la mojigatería es sólo modestia exagerada: su hábito es multiplicar el número de centinelas a medida que su fortaleza se ve en menos peligro"
(George Dennison).

El crecimiento espiritual, cuando es abordado seriamente, está lejos de ser un recorrido "fascinante" en palabras de muchos autores algodonescos y buenistas. Por ejemplo, la psicología junguiana ya advertía sobre la necesidad de abandonar el "imaginario de luz" para enfrentar nuestras creencias obsoletas, perspectivas erróneas o cargas emocionales sin fundamento realista, y de allí pasar idealmente a la manutención del "jardín interno" con sus brotes graduales de experiencia útil, apaciguamiento productivo y, sobre todo, integridad ética. Sin embargo y como sucede con todo trabajo a nivel personal, ese paisaje idílico puede llegar a ser invadido por malezas, plagas y otras formas corruptoras que plantean graves amenazas a este progreso.

En años recientes, ha emergido una lechigada de mal denominados "referentes" o "pensadores espirituales", cuyos sutiles manoseos se centran en prejuiciar como "egoísta" toda iniciativa de exponer el lado oscuro de la existencia con objetivos pedagógicos y despertar psicológico firme. Aún cuando dichos personajoides acostumbran ensalzar el "rol crucial" o "positivo" de sus egos infames para "ayudarles a cumplir un propósito de vida", compartiendo "dones o talentos únicos" y "trabajando mucho en su karma individual", sus dilogías humorísticas los dejan en evidencia al identificarse en exceso con emociones o ideas baratas, sin ser capaces de evaluar honestamente su nivel buscado y encontrado de separatividad respecto al medioambiente; incluso, culpabilizan a los críticos racionales de "sufrimiento/insatisfacción no asumidos" al momento de recibir opugnaciones veraces.

Sin ir más lejos, la incipiente moda en "economística" moderna ha sido bautizada como "evitar las trampas del ego", revolviendo múltiples ideas contendientes y prescindibles. Quienes así yerran están llevados por manías comerciales de "jamás quedar mal con alguien", e intentan cubrir sus vergüenzas asegurando "comprender" que defectos como la vanidad, el orgullo mal entendido o el narcisismo son obstáculos para el despliegue de facultades espirituales. Desde su sitial neoerista de "borronismo limítrofe", creen revestirse de mucha "tolerancia" probando "sabores" nuevos aquí y allá, tanto mejor cuanto más fuerte sea el clímax de patetismo que consigan, y a partir de esa esclavitud sensorial atacan la prioridad que algunos promovemos de dar más importancia temporal al intelecto.

Es obvio y hasta innecesario señalar que el conocimiento teórico en asuntos religiosos por sí sólo no ayuda a prevenirnos de caer en comportamientos friccionales, por cuanto es menester aplicar también un grado de práctica. No obstante, el principal escollo que ignoran estos nuevos "filocoprófagos" es la utopía persistente de hacer encajar cubos de "recetas" en hoyos redondos de problemas éticos que se repiten y agravan generación tras generación. Por esto, el "ego" que tanto reprenden en sus obras desechables les viene como anillo al dedo, pues se notan muy arrellanados en sus falsos juicios o dogmas antojadizos, aparte de creerse superiores moralmente por dispensar sermones quietista$ y aburridos a granel.

En síntesis, lo que menos exhiben esos urdidores es el interés robusto en una "verdadera evolución" con "humildad" fabulista, "autenticidad" camaleónica y "compasión" calculada hacia sí mismos y otros, dejando sus sombras e imperfecciones intocables u ocultas para resguardo de maquinaciones roñosas. Como se aborda en otras partes del blog, es sencillamente de inocentones pretender que en el mundo actual hay o exista "equilibrio" suficiente entre ideales y hechos para ejercer conmiseración o actos fraternales con la asiduidad que muchos quisiéramos. Así, y frente a las consabidas críticas que destronan cada vez más la alcahuetería del "happierismo churrigueresco", ahora el motivo es tratar de hacernos "tragar la azufaifa" de que "los enemigos están sólo en nuestra mente" y otros axiomas rufianes derivados.

Además, los criminales de conciencia en la New Age gustan muchísimo de repetir que "la espiritualidad es una vivencia completamente personal", "no puede comprenderse con ideas limitadas" y "está ajena a creencias estáticas", dejando claras sus alusiones gallináceas a las advertencias en Teosofía Original de no experimentar con energías o potencialidades esotéricas, sin antes pasar por el valle de lágrimas que exige el merecimiento pleno de su posesión. ¡Probablemente también estén a favor de poner un primate a cargo de una central nuclear! Por ello, esos carroñeros pecuniarios exigen a sus clientelas "liberarse de las ataduras de la mente" y "abrirse a experiencias" que van más allá de lo intelectual, nuevamente, con el objetivo inequívoco de reducir cuestionamientos que puedan exponerlos a condenas mediáticas.

Entre esta fauna novel de "instructores" y "vindicadores de ultrasubjetividad" hay algunos que elaboran discursos chaqueteros con nociones repetitivas y "ajustadas a los tiempos" como: a) enfatizar la importancia de "no relegar las sombras internas y la falta de autoaceptación"; b) no "transferir responsabilidades" que "atenten contra una toma prudente de decisiones"; c) no "enfocarse en teorías o dogmas" (en su afán de evitar ser blanco de dudas), y d) no incurrir en "ilusiones de superioridad", u otros detalles vinculados.

Si bien en los medios podemos apreciar un cierto avance general contra la pestilencia en franca retirada de los optimistichungos, las "sugerencias" de dicha lista no pasan de ser muestras desesperadas por captar más atención en el mercado. Seguidamente, veremos contrarrespuestas a algunos ataques indirectos contras las labores denunciadoras en Teosofía y sus admoniciones relativas a peligros en la práctica ocultista.


01. ¿"Superioridad moral" o majestuosa sinvergüencería?

De acuerdo con los perritos falderos del neoerismo, la "superioridad espiritual" se manifiesta cuando alguien se considera "más consciente" o "por encima" de otros que no se hallan en el mismo sendero religioso, o tratándoles con desprecio por "no compartir iguales perspectivas". En realidad, lo que quieren decir es "somos mejores que los demás porque tenemos mayor habilidad para engañar y satisfacer nuestra codicia con el misticismo, y todo aquél que represente oposiciones debe ser apartado"; de aquí su rechazo a ser vistos como "dormido$", "ciegos morale$" u "oveja$" de la sociedad, pues buscan a toda costa fomentar su hipocresía diabólica o bi-tendenciosa. De esta forma, debemos recordar siempre que no todos los humanos recorren el camino espiritual y tampoco evidencian el mismo grado de consciencia, ni "hacen lo mejor que pueden con sus conocimientos", si es que tienen fundamento sólido. El cultivo de comprensión y paciencia jamás se reserva para malhechores y crapulosos vitalicios sin interés en crecer ni despertar, o justifican permanentemente su prostitución psíquica con vulgaridades "respetables" y antifilosóficas como la Nueva Era u otros "credo-nientes" organizativos. En un contexto así, se pierde todo esfuerzo de crecimiento basado en la humildad y el respeto mutuo. Sería bueno que, si los truhanes anti-Teosofía dicen expresar tanta "tolerancia" con las tradiciones religiosas, nos disertaran acerca del significado oculto del "Juicio Final" como se presenta en varias obras canónicas, y si eso no constituye una diferenciación rotunda entre "responsables" e "irresponsables" en evolución espiritual.


02. ¿"Forzando a otros para que despierten"?

Este fraude conceptual bien puede aplicarse a fenómenos como la consparanoia, el aborrecimiento partidista o las visibles manipulaciones en el ámbito científico, todas ellas destinadas a generar un pretendido "abrir de ojos" según el tipo de destinatarios, pero procurando que las masa$ emerjan de un hoyo para caer en otro. Las observaciones críticas y duras contra estas plagas son más necesarias que nunca, independiente de la situación de los cómplices y el método con que respaldan esas formas de criminalidad. Al repetir como loros aquello de "cada individuo tiene su proceso y tiempo para darse cuenta"; "cada uno presenta niveles distintos de crecimiento"; que "cada quien se preocupe de sí mismo", etc., esos neoeristas sólo hacen el papel de tontos útiles al exagerar la bondad, o peor aún, el "amor incondicional", cuales habitantes del País de las Maravillas que no conocen de desarmonías ni actitudes mojigatas.

Téngase en cuenta, además, que si alguien evita siempre leer o escuchar filípicas o comentarios adversos sobre males humanos, seguramente a futuro deberá padecer las consecuencias de su inmadurez, por lo cual no es suficiente con creer a rajatabla que "el simple acto de vivir nuestros valores servirá de inspiración a otros para que despierten" (el adjetivo en cursivas de por sí es muy engañoso, pues la ética sí se relaciona con la psicología científica -ajena a dulzonerías- y concierne a toda nuestra especie). Lo real y normal en la vida es que todos tenemos y tendremos amigos o enemigos, y de esta suerte debiéramos cuestionarnos qué tipo de allegados u oponentes nos rodean, y por qué los ganamos como tales: si estábamos guiados por un mero oportuni$mo de mojiganga sociopática, o realmente peleamos por defender principios UNIVERSALES. Pareciera ser que a muchos forofos del "esoteri$mo a la carta" les da igual recibir un manotazo en el rostro como advertencia, o una buena patada de burro que les fracture la cadera por molestar al animal. ¡Vaya adicción masoquista y dechado de "salud mental"!

Igualmente, se sugiere adoptar precauciones psicológicas en la mencionada trifulca materialiboba entre el "pensamiento positivo" y sus detracciones, que respectivamente atañen a maniobras comunicacionales desde antros de individuali$mo y colectivi$mo, para hoy colmados de vicios y cretinismo fanatista. Al considerar esto, no se entiende por qué estos flamantes "espirituales" señalan que "la libertad y justicia no se logran con sólo cambiar el marco externo" (de nuevo, idolatrando conceptos vinagres de izquierda/derecha con cierto grado de insistencia), demostrando sin ninguna duda el "compromiso inquebrantable" de "no identificarse con las artimañas o trampas del ego". Si ellos propician tan escandalosamente "ser uno mismo el cambio que queremos ver en el mundo", sumando el hecho ineludible de que no toda la humanidad vive de manera balanceada, entonces ¿por qué minimizar el dolor valioso de una crítica que sólo duele a los mangoneadores inmundos y sus serviles adherentes? Porque éstos se nutren vampirizando ira, caos y división para mantenerse en pie y prosperar, eternizando la dinámica que mantiene atrapada a mucha gente en un ciclo de conflictos redomados.


03. ¿"Autovictimización" en críticas antimaterialistas?

El apartado previo nos lleva a ponderar los reclamos casquivanos de "victimización" referente al proceso de "alborada" espiritual. La nauseabunda ideologización en ese tópico representa un sector de holgura personal diseñado para reducir nuestra sensibilidad a muchos enrevesamientos terrenales e innecesarios. Si los neoestúpidos de esa calaña promueven obsesivamente la "autorresponsabilidad" o el "deber colectivo", más les valdría que salieran de su calabozo psíquico y empiecen a escudriñar bajo la superficie, si en realidad están dispuestos a dejar de etiquetarse como "víctimas" o "victimarios". Según esto, es perspicuo que la fase de "amanecer" místico experimentado los dejó muy "vulnerables" en alguna etapa del recorrido, pero prefirieron arrimarse a la ansiedad y paranoia a sueldo, lo cual es más notorio en RR.SS. donde apreciamos la "fiesta lastimera" entre los novicios del camino espiritual. En consecuencia, todo el tiempo una gran mayoría de newagers o gentuza de otras sectas son el ejemplo patente de que el sufrimiento que asestan sí puede ser intencional y estar dirigido a otras personas, o amoldado a determinadas situaciones, por lo que debieran eliminar cuanto antes esos pensamientos y perspectivas, asumiendo la madurez que implica transformar dolorosamente sus creencias o enfoques, recuperando el poder sobre sus vidas y evitar el "masoquismo admirable" de sentirse "impotentes" o "presas del otro bando". Claramente, estos modelitos tienen mucha consciencia de su crecimiento personal, y grandes dosis de autocompasión con tal de crear más "serenidad" imparcial en sus relaciones.


04. ¿"Dogmatización" del ocultismo serio?

Aquí tenemos otro conato idioterista de mezcla entre certezas y falsedades. Para sus compinches, ya no bastan las denuncias por abusos de poder en grupos religiosos, los casos clínicos de demencia por experimentar atolondradamente con procedimientos mágicos o "comunicaciones" nigrománticas, las alteraciones de personalidad o somáticas por causa de jugar con la Kundalini o el "tercer ojo", o incluso los alicientes suicidas inspirados por "hermanos del Cosmos" en la década '90 o a comienzos de los 2000. El éxtasis por el "trascendentalismo" puede ser tan poderoso que no pocos arrogantignorantes quieren prolongarlo, se resisten a volver a la realidad cotidiana y se adhieren a historias y creencias de hechura propia para "comprender" o "controlar" la experiencia.

Helena Blavatsky escribió que "la verdad a medias es hermana de la mentira". ¿Es "casual" entonces que la "espiritualidad" moderna e idiotizada por politicastros facilite el libertinaje de conceptos en áreas que realmente merecen profunda reflexión y disciplina imparcial? Cuando alguien se aferra obstinadamente al facilismo, corre el serio peligro de volverse tanto o más rígido y ridículamente hipersensible como aquéllos que denigra en calidad de "estrechos" o "aguafiestas"; en otras palabras, los dogmatismos de la "sensación" y "ortodoxia" son igualmente asquerosos y reprensibles. En este sentido, el lugar común de la "aceptación plena" no contribuye a abrir espacios para el crecimiento místico genuino; más bien, sus seguidores estimulan una relajación insidiosa de principios éticos bajo el capricho de "establecer conexiones pacíficas con el momento presente", a través de lo que llaman el "abandono de expectativas" o "interpretaciones limitantes". Y aunque no lo reconozcan, sí se han tornado dependientes de ídolos o técnicas "ocultistas" que limitan sus posibilidades de forjar una libertad responsable.

Si a usted le preguntan "¿hizo tal o cual cosa?", la respuesta será sólo "sí" o "no", más algunas aclaratorias que desee elaborar. Pues bien, la tendencia de ciertos "e$oteristas" fóbicos al autodominio es aplicar ambigüedad maléfica a todo lo que cae en sus manos sucias, y su contestación sería más o menos: "Sí, pero ¿sabe?, realmente me desdoblé y no recuerdo si hice esto o lo otro; estaba aquí y allá al mismo tiempo, ¿me entiende? Escuché una voz interior y maravillosa que me decía 'hazlo, hazlo', pero me dio yuyo y terminé haciendo lo otro, pero de verdad mis intenciones eran realizar otra cosa, en el mismo sentido y de modo contrario...". Honestamente, ¿cuántos de quienes leen esto aceptarían embustes en su búsqueda de sentido vital? ¿Millones? ¿Unos pocos? Lo que está claro es que lo agradable no siempre resulta beneficioso, y termina por generar costumbres denigrantes en función del empeño y las motivaciones invertidos en el proceso. Y en vista de que los engaños floreados tienen más prensa que las verdades amargas pero seguras, a buena fe tendrían que corregirse muchas estadísticas mundiales en psicología/psiquiatría respecto al autosadismo y los trastornos de infantilización en la edad adulta.

De conformidad con lo ya expuesto, el corolario es que definitivamente la indu$tria Nueva Era y sus filiales aún están muy necesitadas de coherencia y dignidad, pues al fin y al cabo sí eluden los efectos inmediatos o colaterales de no relegar los demonios internos y muestran carencia de autoaceptación, no evitan traspasar obligaciones y adoptan dictámenes en base a prejuicios enlatados, sí tienen predilección por el $ubjetivismo extremo, e incitan espejismos frecuentes de preeminencia. A ese movimiento de "apertura ilimitada" bien podría llamarse el "reality-show" de la espiritualidad contemporánea, donde todos los exhibicionistas supervivientes pelean o se amigan con todos, todos se acuestan con todos y fingen delante del resto. Y lo más gracioso del tema es que, a pesar de los consabidos libretos de mentira, saltan muchas liebres meapilas alegando "respeto" o "comprensión" cuando surge una polémica morbosa, que perfectamente podría superarse con sólo gramos de análisis radicalmente cristalino.

Aquila in Terris