19 de febrero de 2022

El Espíritu Planetario de la Tierra


Entre muchos teósofos y personas ajenas a la Doctrina existen varias concepciones erróneas con respecto a quién o qué es el "Espíritu Planetario" de nuestra Tierra.

Algunas de estas ideas han surgido como resultado de ciertos “teósofos” posteriores a H.P. Blavatsky y William Q. Judge, donde aquéllos compararon al Gran Ser -el Jefe Supremo de todos los Adeptos que reside en Shamballa y se describe en este artículo- con el Espíritu Planetario y al cual llamaron a su vez "Logos Planetario".

Según la Teosofía genuina -presentada por los Maestros y H.P.B. a quien denominaron su "Agente Directo"- el Señor de Shamballa no es el "espíritu planetario" pues el trabajo de ambos es radicalmente distinto, y además ni el Señor de Shamballa ni este Espíritu mencionado se aluden en Teosofía original como "Logos Planetario". Este último término no aparece en ninguna parte entre los voluminosos escritos de H.P.B. ni en los cientos de cartas escritas por los mismos Maestros. Fue inventado en algún momento a principios de 1900 por el infame C.W. Leadbeater cuando se ocupaba en la reescritura completa de las enseñanzas teosóficas.

Entonces, ¿qué tiene que decir la Doctrina teosófica real sobre el Espíritu Planetario? Se puede condensar en estos siete puntos principales:

01. Todos los planetas tienen sus propios Espíritus Planetarios que son “principalmente gobernadores de los planetas. Como nuestro orbe tiene su jerarquía de espíritus planetarios terrestres -desde el plano más elevado hasta el más bajo- , así también la tiene el resto de los cuerpos celestes" (H.P. Blavatsky, “Theosophical Glossary”, p. 255).

02. “Sin embargo, existe una marcada diferencia entre los Gobernantes de los Planetas Sagrados y los Gobernantes de una pequeña 'cadena' de mundos como el nuestro (…) Según lo que uno puede decir, nuestra Tierra nunca fue numerada entre los siete planetas sagrados de los antiguos, aunque en astrología popular exotérica eran el sustituto de un orbe secreto ahora perdido para la astronomía, pero bien conocido por los especialistas iniciados. Tampoco estaban incluidos el Sol o la Luna en ese número, aunque fueron aceptados en nuestros días por la astrología moderna, porque el Sol es una Estrella Central y la Luna un planeta muerto” (H.P.B.,“Transactions of the Blavatsky Lodge”, p. 47).

Los siete planetas sagrados reconocidos en Teosofía son Mercurio, Venus, Júpiter, Marte, Saturno y otros dos sobre los cuales Blavatsky dice: "Uno es un planeta intramercurial que supuestamente fue descubierto y nombrado con anticipación como Vulcano, y el otro constituye un planeta de movimiento retrógrado, algunas veces visible a cierta hora de la noche y aparentemente cerca de la Luna. La influencia oculta de este cuerpo celeste es transmitida por aquélla” (“Transactions”, p. 48). Lo que hace que un planeta sea sagrado en terminología esotérica es la importancia de su grado de conexión e influencia con y sobre nuestro planeta y la humanidad.

03. El Espíritu Planetario de la Tierra es mencionado por varios nombres, incluyendo Espíritu de la Tierra/Terrestre/Planetario, y como se señala en la Estrofa 1:1 del “Libro Secreto de Dzyan” en el volumen 2 de "La Doctrina Secreta" ("Antropogénesis"): "El Lha que convierte al cuarto [que] está subordinado al Lha de los Siete".

04. "El espíritu terrestre no es de un grado muy alto" ("Transactions", p. 48). "Nuestra Tierra, que aún permanece en su cuarta ronda, es demasiado joven para haber producido espíritus planetarios elevados" (“Theosophical Glossary", p. 255).

05. Aunque los espíritus planetarios de los orbes sagrados son de una naturaleza mucho más elevada, avanzada y más verdaderamente espiritual que el nuestro, el caso es que todavía "el espíritu planetario no tiene nada que ver con el hombre espiritual, sino con aspectos de la materia y los seres cósmicos (…) dan forma y diseñan la materia cósmica, por lo que fueron llamados Cosmocratores. Nunca estuvieron relacionados con el espíritu; los Dhyani-Budas, pertenecientes a una jerarquía muy diferente, están especialmente preocupados por éste último” (“Transactions”, p. 48). “Les incumbe todo lo que se relaciona con la materia, pero no con el espíritu (…) Tienen cierto vínculo con el cuarto principio, y nada que ver en absoluto con los tres superiores" (H.P.B.,"The Secret Doctrine Dialogues", p. 98-99).

El cuarto de los Siete Principios humanos y en el Cosmos es Kama, el deseo o parte pasional, del cual también se puede pensar como el sentido de impulsión y actividad instintiva. Los tres Principios superiores llamados colectivamente Tríada Espiritual/Superior Imperecedera son Atma-Buddhi-Manas, que se definen y explican con mayor profundidad en el artículo “La naturaleza séptuple humana”.

"Los 'Constructores' son una clase llamada Cosmocratores, como ya expliqué, o los masones invisibles pero inteligentes que diseñan la materia de acuerdo con el plan ideal y preparado para ellos en lo que llamamos Ideación Divina y Cósmica” ("Transactions”, p. 49).

06. Ningún Espíritu Planetario es en realidad un Ser o Entidad individual o personal, por lo que esta clase de espíritu existe y opera en la naturaleza colectiva de una jerarquía. Cuando se le preguntó si los "Constructores" de nuestra Tierra "actúan bajo la guía del Espíritu Planetario Terrestre", H.P.B. explica que aquéllos son “colectivamente ese mismo espíritu. Quiero que comprendan que no son una Entidad ni un tipo de Dios personal, sino Fuerzas de la naturaleza que actúan bajo una Ley inmutable, sobre cuya índole es ciertamente inútil especular para nosotros" ("Transactions", p. 49).

Los gnósticos reconocieron que había siete Constructores o Espíritus de la Tierra ("Transactions", p. 96) y un Comentario esotérico citado en la página 28 de "La Doctrina Secreta", vol. 2, se refiere al “Espíritu de la Tierra y sus seis asistentes".

07. Los Espíritus Planetarios de los siete astros sacros “están totalmente relacionados con la Tierra, tanto física como moralmente. Son ellos quienes gobiernan su destino y el hado de los hombres, siendo así agentes kármicos” (“Transactions”, p. 48).

Asimismo, el Comentario que acabamos de aludir revela:

“El Globo, impulsado hacia adelante por el Espíritu de la Tierra y sus seis asistentes, obtiene todas sus fuerzas vitales, vida y poderes mediante los siete Dhyanis planetarios del Espíritu del Sol. Son sus mensajeros de Luz y Vida.”

“Como con cada una de las siete regiones de la Tierra, también cada uno de los siete Primeros Nacidos (grupos humanos primordiales) recibe espiritualmente su luz y vida desde su propio Dhyani en particular y desde el palacio (casa o planeta) de ese Dhyani en términos físicos; así sucede además con las siete grandes razas que nacerán sobre el planeta. La primera viene a la vida bajo influencia del Sol; la segunda bajo Brihaspati (Júpiter); la tercera con Lohitanga ('cuerpo de fuego', Venus o Sukra); la cuarta, bajo Soma (Luna, y nuestro globo -la Cuarta esfera- también surge bajo y desde nuestro satélite) y Sani, Saturno, el Krura-lochana (ojos malvados) y Asita (oscuridad); la quinta raza, con Budha (Mercurio)".

"Así sucede también con todo individuo y 'hombre' en el hombre (principio). Cada uno obtiene su calidad específica de su primario (espíritu planetario); por lo tanto, todo hombre es un septenario (combinación de principios que tienen su origen en una cualidad de ese Dhyani especial). Cada poder activo o fuerza de la Tierra viene a ella desde uno de los siete Señores. La luz viene a través de Sukra (Venus) quien recibe un triple suministro y da un tercio de la misma a la Tierra. Así, las dos se llaman 'hermanas gemelas', pero el Espíritu de la Tierra está subordinado al 'Señor' de Sukra. Nuestros hombres sabios los representan con dos Globos, uno arriba y el otro bajo el signo doble (la esvástica primitiva desprovista de sus cuatro brazos, o la cruz +)” (H.P.B.,"La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 28-29).

Las cinco Razas-Raíz enumeradas anteriormente son Polar, Hiperbórea, Lemuriana, Atlante y Aria o Indocaucásica (la quinta y actualmente en evolución), mientras que la sexta y séptima aún están por aparecer.

“Venus es el más oculto, poderoso y misterioso de todos los planetas; aquél cuya influencia y relación sobre y con la Tierra es más prominente (…) Según la Doctrina Oculta, este planeta es el Primordial de nuestra Tierra y su prototipo espiritual (…) Venus o Lucifer (también Sukra y Usanas) es el portador de luz para la Tierra tanto en su sentido físico como místico” ("La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 30, 31, 32).

Otro Comentario esotérico afirma: “Todo pecado cometido en la Tierra es percibido  por Usanas-Sukra. El Gurú de los Daityas es el Espíritu Guardián de la Tierra y los Hombres. Todo cambio en Sukra se siente y refleja en la Tierra", mientras que otra aclaración nos informa:

“Cada mundo tiene su estrella parental y planeta hermano. Así, la Tierra es hijo adoptivo y hermano menor de Venus, pero sus habitantes son de su propia clase (…) Todos los seres sintientes completos (humanos septenarios completos o seres superiores) están aprovisionados en sus inicios con formas y organismos en total armonía con la naturaleza y el estado de la esfera que habitan”.

“Las Esferas del Ser o centros de vida son innumerables, que constituyen núcleos aislados que crían a sus hombres y animales; ninguna tiene semejanza con su hermana-compañera o con alguna otra en su propia progenie especial".

"Todos tienen una doble naturaleza física y espiritual" ("La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 31, 33).

“Se dice que la 'Respiración' de todos los ‘siete’ es Bhaskara (producción de luz) porque ellos (los planetas) eran todos cometas y soles en su origen. Ellos evolucionan a la vida Manvantárica desde el Caos primitivo (ahora el noumenon de nebulosas irresolubles) mediante agregado y acumulación de diferenciaciones primarias de la materia eterna, de acuerdo con la bella expresión del Comentario: 'Así los Hijos de la Luz se vistieron con el género de la Oscuridad'. Se les llama alegóricamente 'Caracoles Celestiales' debido a sus INTELIGENCIAS sin forma (para nosotros) que habitan invisibles en sus hogares estrellados y planetarios y, por así decirlo, los llevan como hacen los caracoles con ellos mismos en su revolución” (“La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 103).

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También se nos advierte que: "En cuanto a Marte, Mercurio y 'los otros cuatro planetas', éstos tienen una relación con la Tierra de la que no hablará ningún maestro o alto ocultista y mucho menos explicarán su naturaleza" ("La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 163-164).

Aquellos estudiantes esotéricos que se sienten insatisfechos con lo que perciben como "falta de información clara y extensa" presentada en las enseñanzas teosóficas respecto a los planetas y sus relaciones entre sí, y que en su lugar buscan a cualquier persona que les prometa “toda” la verdad sobre tales asuntos, tal vez deberían tener esto en mente y sentirse agradecidos por la cantidad relativamente grande de verdades sobre Ciencia Sagrada que los Maestros consideraron oportuno divulgar al mundo.

Como Helena Blavatsky comentó una vez, se necesitarían al menos otros dos grandes volúmenes de "La Doctrina Secreta" para delinear y explicar los detalles de las diversas Jerarquías de seres espirituales y divinos, y eso sería totalmente imposible de entender y también de ningún uso o valor antes de que se hayan estudiado, asimilado y comprendido completa y adecuadamente los tomos ya existentes, proceso que llevaría incluso más de una vida.

Por esta razón tenemos las importantes declaraciones del Maestro K.H. de que "La Doctrina Secreta" -que como describió es la "triple producción" de él mismo y el Maestro M. con su "Hermano" H.P.B.- son el "epítome de las verdades ocultas que lo convertirá en una fuente de información e instrucción para el estudiante serio durante los próximos años".

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“Si no puedes ser Sol, entonces compórtate como el humilde planeta. Si no es posible para ti resplandecer como el Sol de mediodía sobre la montaña coronada de nieve y su pureza eterna, entonces, neófito, elige una vía más humilde. Muestra el 'Camino' -aunque sea débilmente y confundido entre la multitud- como lo señala la estrella vespertina a quienes siguen su ruta en medio de la oscuridad. Contempla a Migmar, cómo su 'ojo' y velos carmesí pasan sobre la adormecida Tierra. Observa el halo ígneo de la 'Mano' de Lhagpa extendido en señal de amorosa protección sobre las cabezas de sus ascetas. Ambos son ahora servidores de Nyima [el Sol en astrología tibetana; Migmar o Marte se simboliza con un 'ojo' y Lhagpa o Mercurio como 'mano'], abandonados en su ausencia como centinelas silenciosos en la noche. Sin embargo, en pasados Kalpas, ambos fueron Nyimas fulgurantes y puede que en 'Días' venideros se conviertan de nuevo en dos Soles. Tales son las caídas y ascensiones de la Ley Kármica en la naturaleza.

Sé como ellos, Lanú. Da luz y consuelo al fatigado peregrino y busca a aquél que sabe aún menos que tú; aquél que en su infeliz desolación espera hambriento el pan de la Sabiduría y que alimenta la sombra, sin Instructor, sin esperanza ni consuelo, y haz que conozca la Ley” ("La Voz del Silencio", p. 39-40, traducido por H.P. Blavatsky del “Libro de los Preceptos Dorados”).