01. Introducción
02. Cielo, infierno y el "Summerland" espiritista
01. Introducción
Desde la prehistoria hasta hoy, en prácticamente todas las culturas y grupos étnicos ha existido una creencia generalizada de que una parte superior en nosotros sobrevive a la muerte corporal. Por ejemplo, encuestas recientes muestran que el 62% de estadounidenses, 53% de holandeses y 46% de británicos creen en una vida después de la muerte (rasmussen; trouw; comresglobal), mientras que otros están convencidos de que esa idea es sólo "superstición primitiva". Durante un acalorado debate sobre la inmortalidad del alma, un profesor universitario terminó su argumento declarando "¡no existe tal cosa, y cuando muera volveré y lo probaré!"
Los materialistas a menudo afirman que la gente recurre a la "fe" en una existencia futura debido al "pensamiento deseoso" y la incapacidad de aceptar la finalidad de la muerte, pero podría argumentarse con la misma facilidad que los materialistas están tan apegados a sus propias creencias que son incapaces de evaluar objetivamente los datos que los contradicen. La voluminosa literatura sobre fenómenos paranormales, mediúmnicos y otros eventos "anómalos" relacionados con la conciencia proporciona una fuerte evidencia sobre mundos invisibles y habitados por seres de igual categoría, incluyendo cuerpos más sutiles o almas de humanos vivos y muertos.
Este artículo examina parte de esta evidencia, pero comenzaremos describiendo tres puntos de vista diferentes sobre la vida de ultratumba: teología cristiana, espiritismo y Teosofía.
02. Cielo, infierno y el "Summerland" espiritista
Cielo e infierno
La creencia cristiana ortodoxa es que cada alma es creada por Dios, vive una sóla vez en la Tierra y luego es sometida a juicio y enviada al cielo o al infierno por el resto de la eternidad. Algunos cristianos piensan que habrá un "juicio final" en el fin del mundo, cuando Cristo regrese para sentenciar a todos los vivos y muertos, después de lo cual el alma se reunirá con su "cuerpo resucitado".
Los protestantes sostienen que para entrar al cielo es suficiente aceptar a Jesucristo como su salvador, y entonces las propias transgresiones serán perdonadas pues se supone que Cristo murió en la cruz para expiar nuestros pecados. Los católicos romanos y también algunos anglicanos afirman que las personas primero deben limpiarse de sus faltas veniales (infracciones perdonables de la ley moral) pasando por el sufrimiento del purgatorio. Por otra parte, los pecados mortales (que se dice causan "muerte espiritual") sólo pueden ser perdonados a través del arrepentimiento mientras estamos vivos en la Tierra.
Se dice que el cielo es un lugar de gozo y felicidad eternos, libre de dolor y tristeza, siendo también la morada de Dios, Jesús, los ángeles y los "humanos elegidos". La visión de Juan sobre la Nueva Jerusalén en el Libro del Apocalipsis a menudo se toma como descripción de cómo es ese lugar:
"Brillaba con la gloria de Dios y su fulgor era como el de una joya muy preciosa, como un jaspe, claro como el cristal (...) El muro estaba hecho de jaspe y la ciudad de oro puro, tan prístino como el cristal. Los cimientos de las murallas en esta ciudad estaban decorados con todo tipo de piedras preciosas (...) Las doce puertas eran doce perlas, y cada portal se componía de una sóla perla. La gran calle de la ciudad era de oro puro, al igual que el vidrio transparente (...) La ciudad no necesita Sol ni Luna para brillar sobre ella, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero [Jesús] es su lámpara (...) En ningún día se cerrarán sus puertas porque allí no habrá noche" (21: 11-25, New International Version).
Vale la pena señalar que el Apocalipsis, una escritura cabalística, también da las dimensiones de la ciudad y estas mensuras codifican muchos aspectos de geometría sagrada (ver Michell, 2001, 11-46).
En cuanto al averno, el Apocalipsis lo llama un "lago ardiente de azufre quemante", una "laguna de fuego" poblada por "cobardes, incrédulos, viles, asesinos, pervertidos sexuales, practicantes de artes mágicas, idólatras y todos los mentirosos", junto con cualquier otra persona cuyo nombre no esté escrito en el "libro de la vida" (21: 8, 20:15). Allí el diablo o bestia, sus adoradores y los falsos profetas "serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (14:11, 20:10). El Jesús bíblico dice que "el maldito" sufrirá "castigo eterno" en "el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mateo 25:41, 46). El infierno también se conoce como "la oscuridad donde habrá llanto y rechinar de dientes" (Mateo 8:12, 22:13).
["¿Qué ocurre con un alma cuando rechaza a Jesucristo como el Señor Todopoderoso?" Una estrategia ridícula que funciona cada vez menos] (jesus-is-savior.com).
Además el Jesús bíblico ofrece los siguientes consejos "prácticos": "Si tu mano o tu pie te hacen pecar, córtalos y tíralos. Es mejor para vosotros entrar en la vida tullidos o lisiados que tener dos manos o pies y ser arrojados al fuego eterno. Y si tu ojo te hace pecar, sácalo y tíralo, pues sería mejor entrar en la vida con un ojo que tener dos y ser arrojado al fuego del infierno" (Mateo 18: 8-9; Marcos 9: 43-49).
El Nazareno advierte que "cualquiera que diga '¡necio!' correrá el peligro del fuego del infierno" (Mateo 5:22), pero él no da un buen ejemplo porque cuenta una parábola sobre un hombre rico a quien Dios se dirige con la expresión "¡necio!" (Lucas 12:20).
Ilustración medieval del infierno en un manuscrito por Herrad de Landsberg, c. 1180 (en.wikipedia.org).
Según el pastor estadounidense Tim Keller, "si Jesús -Señor del Amor y Autor de la Gracia- habló sobre el infierno con más frecuencia y de una manera más vívida y espeluznante que cualquier otra persona, debe ser una verdad crucial". Una conclusión alternativa sería que, como ningún sabio genuino trataría de asustar a la gente con cuentos idiotas de agonía y sufrimiento eternos, la Biblia claramente contiene cierta cantidad de basura, especialmente si se toma en sentido literal.
Los eruditos bíblicos generalmente ven el infierno como un estado de "separación eterna de Dios", y aunque la mayoría de los teólogos ha creído tradicionalmente que éste es un lugar de tormento consciente e interminable, algunos ahora piensan que el sufrimiento no durará para siempre, sino que terminará con la "aniquilación del alma".
Entre los fieles cristianos y musulmanes hay más individuos que creen en el cielo que en el infierno. Una encuesta de 2014 reveló que el 89% de los estadounidenses cree en Dios, 72% en el cielo y 58% en el averno. Otro estudio de 2003 determinó que el 64% de los estadounidenses espera ir al cielo, pero menos del 1% considera que podría terminar en el "lago de azufre". Un tercer sondeo de 2017 determinó que el 39% de los británicos cree en Dios, 32% en el cielo y 21% en el infierno.
Las nociones tradicionales de "cielo" e "infierno" son difíciles de tomar en serio. ¿Cómo podría un acto cometido en una sóla vida terrestre garantizar una "eternidad de dicha perfecta" u otra de "agonía insoportable"? Es una locura sugerir que la gente deba ser enviada al infierno simplemente por no creer en Jesús, independiente de cuántas acciones buenas y nobles hayan realizado en sus vidas, o que quienes han cometido terribles atrocidades debiesen ir directo al cielo simplemente porque recurren a Jesús antes de morir. Tal escenario está en desacuerdo con la idea de un Dios perfecto, amoroso y justo, y es más probable que haya sido soñado por teólogos ignorantes y sacerdotes hambrientos de poder.
Algunos teólogos argumentan que el infierno "es compatible con la justicia y misericordia de Dios" porque éste "no interfiere con la libre elección del alma". Sin embargo, dado que Dios supuestamente "creó nuestras almas" y "determina en qué condiciones nacen las personas", claramente "Él" tiene cierta responsabilidad respecto a en qué se convierten esos individuos. Como se supone que es "omnisciente", debe saber de antemano lo buenas o malas que serán las almas que produce y si creerán en él; y dado que también se dice que es "todopoderoso" podría engendrar almas de mejor calidad si lo deseara.
El ángel Lucifer que luego cayó y se convirtió en el "diablo" fue otra de las creaciones de Dios que no tuvo gran éxito. En ocasiones se sostiene que el diablo sufre en el infierno, mientras que en otras se asegura que ocupa su tiempo torturando a los pecadores. Pero si la gente va al infierno por hacer el trabajo del diablo, entonces éste lógicamente debería recompensarlos y no castigarlos, ¡a menos que esté trabajando secretamente para Dios!
Los eruditos bíblicos generalmente ven el infierno como un estado de "separación eterna de Dios", y aunque la mayoría de los teólogos ha creído tradicionalmente que éste es un lugar de tormento consciente e interminable, algunos ahora piensan que el sufrimiento no durará para siempre, sino que terminará con la "aniquilación del alma".
Entre los fieles cristianos y musulmanes hay más individuos que creen en el cielo que en el infierno. Una encuesta de 2014 reveló que el 89% de los estadounidenses cree en Dios, 72% en el cielo y 58% en el averno. Otro estudio de 2003 determinó que el 64% de los estadounidenses espera ir al cielo, pero menos del 1% considera que podría terminar en el "lago de azufre". Un tercer sondeo de 2017 determinó que el 39% de los británicos cree en Dios, 32% en el cielo y 21% en el infierno.
Las nociones tradicionales de "cielo" e "infierno" son difíciles de tomar en serio. ¿Cómo podría un acto cometido en una sóla vida terrestre garantizar una "eternidad de dicha perfecta" u otra de "agonía insoportable"? Es una locura sugerir que la gente deba ser enviada al infierno simplemente por no creer en Jesús, independiente de cuántas acciones buenas y nobles hayan realizado en sus vidas, o que quienes han cometido terribles atrocidades debiesen ir directo al cielo simplemente porque recurren a Jesús antes de morir. Tal escenario está en desacuerdo con la idea de un Dios perfecto, amoroso y justo, y es más probable que haya sido soñado por teólogos ignorantes y sacerdotes hambrientos de poder.
Algunos teólogos argumentan que el infierno "es compatible con la justicia y misericordia de Dios" porque éste "no interfiere con la libre elección del alma". Sin embargo, dado que Dios supuestamente "creó nuestras almas" y "determina en qué condiciones nacen las personas", claramente "Él" tiene cierta responsabilidad respecto a en qué se convierten esos individuos. Como se supone que es "omnisciente", debe saber de antemano lo buenas o malas que serán las almas que produce y si creerán en él; y dado que también se dice que es "todopoderoso" podría engendrar almas de mejor calidad si lo deseara.
El ángel Lucifer que luego cayó y se convirtió en el "diablo" fue otra de las creaciones de Dios que no tuvo gran éxito. En ocasiones se sostiene que el diablo sufre en el infierno, mientras que en otras se asegura que ocupa su tiempo torturando a los pecadores. Pero si la gente va al infierno por hacer el trabajo del diablo, entonces éste lógicamente debería recompensarlos y no castigarlos, ¡a menos que esté trabajando secretamente para Dios!
El castigo de los impíos en el infierno. Detalle de una pintura por Georgios Klontzas que representa la "Segunda Venida" (finales del siglo XVI, wikimedia.org).
Puesto que el Dios de los teólogos presumiblemente creó todo el Universo de la nada, tiene la costumbre de enfadarse y asesinar personas (como se documenta en el Antiguo Testamento; véase "The Laughing Jesus"), a la vez que muestra un gran interés en la ropa interior de sus sacerdotes insistiendo en que debe llegar "desde la cintura hasta el muslo" (Éxodo 28:42), lo que claramente es el producto de una imaginación retorcida. Un ser tan extraño está muy lejos de la concepción panteísta sobre una inteligencia divina y omnipresente (ver "God and religion", davidpratt.info).
Si existe una vida futura, necesitaría tener diferentes niveles para acomodar el amplio espectro de los seres humanos. La palabra griega "hades" ("sheol" en hebreo) a menudo se traduce en la Biblia como "infierno", pero parece referirse a un estado intermedio entre cielo e infierno similar en algunos aspectos a la noción posterior del "purgatorio"; tiene partes más elevadas y otras bajas para diferentes almas (Deuteronomio 32:22). La Iglesia Ortodoxa Oriental cree que el cielo tiene diferentes niveles basándose en el pasaje "en la casa de mi Padre hay muchas habitaciones" (Juan 14: 2). San Pablo habla de un "tercer cielo" (2 Corintios 12: 2), mientras que la Cábala -tradición esotérica de los judíos- menciona siete cielos.
Si existe una vida futura, necesitaría tener diferentes niveles para acomodar el amplio espectro de los seres humanos. La palabra griega "hades" ("sheol" en hebreo) a menudo se traduce en la Biblia como "infierno", pero parece referirse a un estado intermedio entre cielo e infierno similar en algunos aspectos a la noción posterior del "purgatorio"; tiene partes más elevadas y otras bajas para diferentes almas (Deuteronomio 32:22). La Iglesia Ortodoxa Oriental cree que el cielo tiene diferentes niveles basándose en el pasaje "en la casa de mi Padre hay muchas habitaciones" (Juan 14: 2). San Pablo habla de un "tercer cielo" (2 Corintios 12: 2), mientras que la Cábala -tradición esotérica de los judíos- menciona siete cielos.
El "Summerland" espiritista
Las opiniones de los espiritistas sobre el más allá se basan en visiones clarividentes mientras permanecen en trance y comunicándose con lo que creen son "espíritus" de personas fallecidas, generalmente establecidas a través de médiums. En ocasiones la información que se recibe es inconsistente, lo que se atribuye a la deficiencia de dichos canales, la ignorancia de algunas entidades comunicantes o la dificultad de transmitir mensajes entre ambos mundos. En los párrafos siguientes se esboza una visión general de las creencias espiritistas (Starr, 2000).
Los espiritistas señalan que cuando el cuerpo físico muere, nuestra "alma" o "cuerpo espiritual" continúa existiendo y evoluciona en el "mundo espiritual". Las almas de los muertos se encuentran con otras que las llevan a ese reino metafísico donde supuestamente hay casas, comunidades y ciudades. Cuando morimos no nos volvemos perfectos y sabios de repente, pues conservamos la misma personalidad, hábitos, inclinaciones, conocimientos y recuerdos. Se dice que el mundo espiritual está dividido en varios niveles o esferas de perfección creciente (a menudo se mencionan siete); somos atraídos al ámbito que coincide con nuestro desarrollo espiritual y luego progresamos mediante los otros niveles por el resto de la eternidad. Se afirma que nada se descompone, muere ni lastima en el mundo espiritual. Los cuerpos espirituales son jóvenes y hermosos y permanecen así para siempre, sin mostrar ninguna de las enfermedades o lesiones que las coberturas físicas correspondientes puedan haber tenido.
A veces la primera esfera y más cercana a la Tierra es comparada con el infierno. Se dice que es oscura y desolada, sin flores ni árboles, y constituye el hogar de "espíritus terrestres" que han vivido de modo egoísta y apegándose a los placeres terrenales, incluyendo a asesinos y quienes se han suicidado por excesos poco saludables. A menudo luchan, experimentan dolor y sufrimiento mental y les resulta difícil construir sus cuerpos espirituales. La segunda esfera es más etérea pero aún bastante sombría, y el único alimento es la fruta de baja calidad. En los dos primeros ámbitos los espíritus superiores pueden imponer el sufrimiento para producir contrición y arrepentimiento.
Se dice que la mayoría de la humanidad pasa directo a la tercera esfera, conocida como "Summerland" ["tierra/comarca de verano"], aunque este término a veces se usa en general para los entornos superiores. Presumiblemente la mayoría de las comunicaciones de los muertos proviene de ese entorno, mucho más hermoso que la Tierra pues hay casas y granjas agradables, muchas variedades de fruta de buena calidad y órdenes superiores de aves y animales. Además, los humanos que están por encima del promedio en bondad van directamente al cuarto de dichos dominios.
Existe gran desacuerdo entre los "espíritus" comunicantes sobre ciertos detalles del más allá. La mayoría coincide en que uno puede ir a donde desee simplemente pensando, pero también al caminar, flotar, navegar o volar. Los edificios pueden construirse con el pensamiento, aunque también por trabajo real con materiales tangibles, especialmente en las esferas inferiores. Los hogares que ya no son necesarios se dejan para otra persona o disuelven en la atmósfera mientras que jardines, casas y muebles corresponden al estado mental de los espíritus.
Según se afirma, cuanto más baja es una esfera, más parecida es a la ropa que se lleva en la Tierra. Una persona puede usar su propia vestimenta por un tiempo, pero generalmente para los recién llegados se proporcionan prendas elaboradas por trabajadores espirituales (generalmente togas sueltas). La ropa nunca se desgasta, ensucia o necesita reparación. En cuanto a la comida, esta doctrina señala que mientras más refinado y desarrollado sea un espíritu, requiere menos alimento. La variedad y calidad de los nutrientes dependen de la esfera en cuestión. En el cuarto ámbito de acción se sirven tres viandas al día en el comedor, ¡y con más de veinte variedades de fruta junto con agua y vino sin fermentar! Algunos escritores sostienen que el perfume de la fruta es suficiente para nutrirse, pero puede ingerirse si alguien lo desea.
Se afirma que los "espíritus" tarde o temprano encuentran un "alma gemela", que en algunos casos puede haber sido su cónyuge en la Tierra. El matrimonio en el entorno espiritual es para la compañía intelectual y mística; no hay deseo o contacto físico porque no hay necesidad de procreación. Las almas nunca están inactivas, pues todo espíritu tiene una ocupación y a menudo continúa los trabajos e intereses que tenía en el plano terrenal. El servicio a los demás, el aprendizaje, la contemplación, el crecimiento espiritual y la oración son las actividades principales. También son actividades relevantes la enseñanza, cuidar niños o moribundos en la Tierra y ayudar a los espíritus atados a lo terreno; incluso se dice que existen centros de salud mental donde se tratan ciertos espíritus. Además hay escuelas de arte y música, jardines de infancia, universidades, bibliotecas, laboratorios de investigación y salas de conferencias. Las actividades recreativas incluyen caminar, navegar, ir al teatro o a fiestas, leer y montar a caballo. Se afirma que el "amor de Dios" impregna el mundo espiritual y el único juez es la propia conciencia.
En resumen, los espiritistas nos hacen creer que la mayoría de la gente tras el fallecimiento conserva su plena conciencia y experimenta una especie de "versión glorificada" de la vida mundana en el ámbito espiritual. Helena P. Blavatsky llama con razón a Summerland como "sólo un poco más natural, pero tan ridícula como la 'Nueva Jerusalén'" ("La Clave de la Teosofía", 149), mientras que William Q. Judge lo cataloga de "ilógico y materialista" ("Ecos del Oriente", 1: 285). Parece haber ciertos enredos sobre si en el mundo del "espíritu" la vegetación, los animales, las casas, los muebles, la ropa, etc. son reales o imaginarios. Es una idea pintoresca que los espíritus vivan en casas sólidas y duerman en camas tangibles, ¡posiblemente hechas de sus propias formas de pensamiento solidificadas!
Los espiritistas al menos reconocen que el más allá tiene diferentes niveles, pero parece irracional dividir el Universo en sólo dos reinos básicos: una esfera física donde las cosas se descomponen y mueren, y un campo de acción espiritual (¿que comprende el resto del infinito?) donde no hay decadencia ni muerte. Tampoco parece probable que pasemos una sóla vida -o a lo sumo algunas existencias- en la Tierra y luego el resto de la eternidad en el fantástico "mundo espiritista". Dividir la constitución humana en nada más que un cuerpo físico y otro espiritual no llega lo suficientemente lejos; en particular, los espiritistas no logran distinguir entre la personalidad desencarnada (alma animal-humana) y la individualidad espiritual (alma humano-espiritual). Estas variantes son cruciales cuando se trata de comprender por qué la mayoría de las comunicaciones del "otro lado" equivalen a una "inmensa cantidad y carga de basura" como admitió honestamente un espiritista (Inglis, 1992, 295).