5 de febrero de 2022

Mediumnidad vs. mediación

De “Isis Develada” por Helena P. Blavatsky


La mediumnidad y el Adeptado no son compatibles

“La mediumnidad es lo opuesto al Adeptado; el médium es el instrumento pasivo de influencias extrañas, mientras que el adepto se controla activamente a sí mismo y a todas las potencias inferiores (...)”.

“De manera uniforme, los adeptos de la magia oriental están en perfecta salud mental y corporal, y de hecho la producción voluntaria e independiente de fenómenos es imposible para cualquier otro. Hemos conocido a muchos y jamás vimos un hombre enfermo entre ellos. El adepto retiene la consciencia perfecta; no muestra cambios en la temperatura corporal u otro signo de morbilidad; no requiere 'condiciones', pero hará sus hazañas en cualquier lugar y en todas partes; y en lugar de ser pasivo y someterse a una influencia ajena, gobierna las fuerzas con voluntad de hierro. Pero en otros lugares hemos demostrado que el médium y el adepto son tan opuestos como los polos. Sólo agregaremos aquí que el cuerpo, el alma y el espíritu del adepto están conscientes y trabajan en armonía, mientras que el cuerpo del médium es un grumo inerte e incluso su alma puede estar ausente en un sueño mientras su habitación está ocupada por otro” (vol. 2, p. 588, 595-596).


Tanto a médiums como “canales” jamás se les permite recibir iniciación o ser admitidos en los Misterios

"En el caso de Sócrates se ejemplifica perfectamente el hecho de cuán peligrosa puede ser a menudo la mediumnidad inexperta y cuán profundamente la entendieron y se precavían de ella los antiguos sabios. El viejo filósofo griego era un 'médium' y por lo tanto nunca había sido iniciado en los Misterios porque tal era la ley rigurosa. Pero tenía su 'espíritu familiar' como lo llaman -su daimonion-, y este consejero invisible se convirtió en la causa de su muerte. Generalmente se cree que si no fue iniciado en los Misterios fue porque él mismo descuidó serlo, pero los Registros Secretos nos enseñan que se debió a que no podía ser admitido a participar en los ritos sagrados, y como afirmamos precisamente a causa de su mediumnidad. Hubo una ley contra la admisión no sólo de aquéllos condenados por brujería deliberada, sino incluso de los que se sabía que portaban 'un espíritu familiar'. La ley era justa y lógica porque un médium genuino es más o menos irresponsable, y las excentricidades de Sócrates se explican así en algún grado. Un médium debe ser pasivo, y si es un firme creyente en su 'guía espiritual' se dejará gobernar por este último y no por las reglas del santuario. Un médium de los tiempos antiguos -como el 'canal' moderno- estaba sujeto a hallarse en trance a voluntad y placer del 'poder' que lo controlaba, y por lo tanto no se le podrían haber confiado los terribles secretos de la iniciación final, 'nunca reveladas bajo pena de la muerte'. En momentos de 'inspiración espiritual' indefensa, el viejo sabio reveló lo que nunca había aprendido y por eso fue condenado a muerte como ateo.

Entonces, ¿cómo con un ejemplo como el de Sócrates, en relación con las visiones y maravillas espirituales en el epoptai- el Templo Interior-, puede alguien afirmar que estos videntes, teurgos y taumaturgos eran todos 'médiums espirituales'? Ni Pitágoras, ni Platón ni ninguno de los neoplatónicos más importantes posteriores, ni tampoco Jámblico, Longino, Proclo o Apolonio de Tiana jamás fueron médiums, porque en tal caso no habrían sido admitidos en los Misterios de ninguna manera” (vol. 2, p. 117-118).


Mediumnidad y mediación

“La mediumnidad se mide por la calidad del aura con que está rodeado el individuo. Ésta puede ser densa, nebulosa, ruidosa, mefítica o nauseabunda para el espíritu puro, y atraer sólo a esos seres asquerosos que se deleitan en ella como hace la anguila en aguas turbias, o puede ser pura, cristalina, diáfana y opalescente como el rocío de la mañana. Todo depende del carácter moral del médium.

Ese nimbo celestial se reunió en torno a individuos tales como Apolonio, Jámblico, Plotino y Porfirio, el cual evolucionó por el poder de sus propias almas en estrecha unión con sus espíritus; por la moral sobrehumana y la santidad de sus vidas, y ayudado por la frecuente contemplación extática interior; así, sólo podrían acercárseles influencias espirituales y puras a tales hombres santos. Irradiando una atmósfera de beneficencia divina, hacían que los espíritus malignos huyeran ante ellos. No sólo no es posible que existan en su aura, sino que tampoco pueden permanecer en el de personas obsesionadas, si el taumaturgo ejerce su voluntad o incluso se acerca a ellas, y todo esto es MEDIACIÓN y no mediumnidad. Semejantes personas son templos en los cuales mora el espíritu del Dios viviente; pero si ese santuario está contaminado por el ingreso de una pasión, un pensamiento o deseo malignos, el mediador cae en la esfera de la brujería (...)”.

“Felices los puros de corazón que repelen inconscientemente los espíritus oscuros del mal, por la misma limpieza de su naturaleza interior, porque ciertamente no tienen otras armas de defensa sino esa bondad y pureza innatas. La mediumnidad, tal como se practica en nuestros días, es un regalo más indeseable que la túnica del centauro Neso" (vol. 1, p. 487-488).