20 de marzo de 2022

Realidad e ilusión


“Las existencias que pertenecen a cada plano del ser (…) son, en grado, de la naturaleza de las sombras proyectadas por una linterna mágica en una pantalla incolora; pero todas las cosas son relativamente reales ya que el conocedor es también un reflejo y por tanto las cosas que se conocen son tan reales para dicho individuo como él mismo. Cualquiera que sea la realidad que poseen los objetos, hay que buscarlas antes o después de que hayan pasado como un destello por el mundo material, pero no podemos conocer ninguna existencia de este tipo directamente, siempre que tengamos instrumentos sensoriales que sólo traigan la existencia material al campo de nuestra conciencia. Cualquiera que sea el plano en que ésta actúe, por el momento tanto nosotros como las cosas que pertenecen a ese nivel son nuestras únicas realidades. A medida que nos elevamos en la escala del desarrollo, nos percatamos que confundimos sombras con realidades durante las etapas que hemos superado, y así el progreso ascendente del Ego [Manas superior] es una serie de despertares progresivos donde cada avance trae consigo la idea de que ahora y finalmente hemos llegado a la 'realidad'; pero estaremos libres del engaño producido por Maya sólo cuando alcancemos la Consciencia Absoluta y la hayamos fusionado con la nuestra” (“La Doctrina Secreta”, vol. I, 39-40). 

¿Qué es lo real? Aquéllo que es eterno e inmutable en medio de todos los cambios, sin principio ni fin y que comprende el todo. Podemos tomar la idea de "espacio" como ejemplo para una mejor comprensión. Los universos nacen, evolucionan y luego desaparecen en el espacio, pero éste permanece inmutable y no se ve afectado; no tiene principio, es infinito, contiene todo y lo impregna todo. ¿Qué es la ilusión? Todo lo que está sujeto a cambios a través de decadencia y diferenciación, y por tanto lo que tiene principio y final se considera como "maya" o ilusión (véase “The Theosophical Glossary”). 

¿Cómo podemos entender esto y relacionar la idea con nuestras vidas? Podemos recurrir a ciertos ejemplos para ilustrar la naturaleza ilusoria de la existencia. Todos sentimos -y aceptamos tácitamente como “verdad”- que cada día el Sol sale por el este y se pone en el oeste a intervalos regulares de tiempo, causando los ciclos de día y noche; pero sabemos por demostración científica que el Sol no se "levanta" ni "posa", y que de hecho no existe “día” ni “noche” allende los límites de la Tierra en el espacio, sino que se debe a la forma en que estamos situados en el planeta y al movimiento de éste en relación con el Sol, produciéndose así un efecto que nos hace ver y creer que el Astro Rey "aparece" y "se oculta".

Nuestros sentidos físicos nos dan la impresión de que los objetos materiales que vemos, tocamos, etc., son reales y sólidos. Al investigar la naturaleza y estructura de la materia tal como la conocemos, la ciencia física descubrió que está formada por átomos, pero éstos en sí mismos son infinitamente divisibles y su naturaleza exacta frente a la conciencia perceptiva está envuelta en el misterio. Por lo tanto, nuestra percepción sensorial/física no nos brinda la naturaleza real de la materia, sino su apariencia fenomenal, que es ilusoria. Cuando examinamos de cerca el proceso por el cual conocemos los objetos, es evidente que lo que vemos, tocamos o saboreamos son sólo ideas de los objetos y no cosas en sí mismas. En otras palabras y como seres físicos que viven en un mundo de tres dimensiones, no sabemos la verdadera índole de los objetos que conocemos y experimentamos, y que la verdadera naturaleza del mundo es diferente a nuestra percepción de ello.

Un poco de reflexión hará patente que el "conocedor" es distinto y separado de lo que "conocemos" o percibimos. De hecho, todos sabemos esta verdad intuitivamente ya que siempre nos referimos a nuestro cuerpo, mente, emociones, sentimientos e ideas como “mi cuerpo” o “mi mente” y diciendo "pienso", "siento", etc. Sin embargo, apenas hacemos una pausa para pensar “¿quién es este 'yo'?” “¿Por qué nos identificamos con el cuerpo, la mente y las emociones?” Una noción tan equivocada surge en nosotros debido a la mezcla de "aquél que ve" con "las cosas que ve", y eso es en efecto una ilusión que, por así decirlo, arroja un velo y en consecuencia nos oculta la realidad o verdadera naturaleza de las cosas. Esta tendencia a confundir nuestro Ser o Ego con lo que no es uno mismo es otra muestra sobre la ilusión de la vida.

Toda persona normal sin excepción experimenta sueños, en los cuales conocemos objetos de los sentidos y experimentamos emociones. Mientras dure ese sueño, creemos que las experiencias oníricas son reales, y sólo al despertar nos damos cuenta de que esas “vivencias” son pasajeras. Al igual que en el estado de sueño donde como conocedores nos identificamos con sus experiencias y emociones, también lo hacemos en estado de vigilia; en consecuencia, se nos induce a error al tomar lo falso por verdadero, lo irreal por real y viceversa. De esta forma hay una cierta falsedad o irrealidad, un equívoco inherente en nuestra comprensión de la vida y evaluación de cosas, eventos o personas, y esto se llama Maya o Ilusión.

Continuando con esta línea de pensamiento, podemos ver con facilidad que nos engañamos constantemente, siendo ésta una de las lecciones que la vida nos enseña a cada momento. Por ejemplo, sabemos bien que todo en este mundo -del cual somos una parte inseparable- está cambiando. Nuestros cuerpos, mentes, las ideas que sostenemos, nuestras emociones, pensamientos y motivos se transforman continuamente con el mundo que nos rodea. Todas las cosas que surgen al paso del tiempo vienen a la existencia debido a una concatenación de causa y efecto, y dejan de ser cuando la (s) causa (s) se neutraliza (n) y por lo tanto no tienen una existencia independiente por sí mismas. Sin embargo, pensamos y actuamos como si estuviéramos aquí permanentemente y disfrutamos de todos los objetos de nuestra felicidad. Al engañarnos de esa forma buscamos sin cesar la satisfacción permanente en ítemes que son inherentemente efímeros y sufrimos dolor y tristeza. ¿No es ésta una “afectuosa” ilusión que padecemos al tratar de encontrar durabilidad en cosas impermanentes?

El sentimiento de que nosotros -en tanto personas- somos distintos y nos hallamos separados de otros seres es la mayor de todas las ilusiones de que somos víctimas, y que a su vez es la causa principal para la aflicción del mundo. “Todos funcionan (...) bajo la gran ilusión (Maya) de que son -como personalidades- seres distintos de otros y que incluso sus Seres o Egos prevalecerán en la eternidad (…) como tales; mientras que no sólo nosotros mismos, sino también todo el Universo visible e invisible, somos y son una parte temporal del TODO sin principio ni fin o lo que alguna vez fue, es y será” (“Transactions of the Blavatsky Lodge”, p. 32), y sólo AQUÉLLO constituye lo real. Los budistas llaman "la gran y extrema herejía de separación" a este sentimiento del “yo/ser independiente” y “separado” en nosotros.

Entonces, la realidad es el Alma o Ser Eterno Inmutable, sin forma e intemporal, el Ser Humano Real dentro del humano exterior aparente y cambiante, pues lo que permanece sin cambios es el Alma, el Perceptor, Purusha o Espíritu. Mediante el autoexamen y el autoestudio podemos entender y sentir intuitivamente esta gran verdad. Hemos pasado por incesantes transformaciones en mente y cuerpo desde la infancia hasta hoy, y pasaremos por más variaciones hasta la muerte: el deceso mismo es una transición de estados objetivos a subjetivos, o a las condiciones que nuevamente están sujetas al cambio. A través de todas estas modificaciones el Ser que percibe -el Alma- es el sostenedor y testigo eterno e inmutable de todas ellas. Hay un sólo Ser, pero aparece como “muchos” debido a la ilusión producida por la limitación de los instrumentos de percepción y su vínculo con las cualidades que proceden de la Naturaleza.

La eternidad y universalidad del verdadero Ser es un hecho lógico y evidente, mientras que el sentido de separación que experimentamos es un engaño de nuestros sentidos.

Sólo los arquetipos más elevados e invisibles exhalados del pensamiento de lo Desconocido son seres, formas e ideas reales y permanentes; en la Tierra sólo vemos sus reflexiones más o menos correctas y siempre dependientes de las organizaciones físicas y mentales de la persona que las contempla” (“Isis Develada”, vol. I, p. 158).

El conocimiento sobre la verdadera naturaleza del Ser da lugar a una profunda convicción de que la Hermandad Universal es un hecho y la verdad más elevada en la existencia. La unidad, integridad y carácter eterno del Ser son evidentes para nuestro pensamiento intuitivo en la apreciación del hecho de que el único y mismo Ego atestigua y experimenta todos los cambios en los tres estados de vigilia, sueño y sueño profundo, manteniendo el recuerdo de todos los niveles. Sin embargo, esencialmente el Ser no se ve afectado por ninguna de esas experiencias ni fases, y nada se adhiere a dicho Ser como se enseña en el Brahadaranyaka Upanishad.

De esta forma, el Ser Superior es esencialmente incondicionado y la única realidad. Todo lo demás, nuestros objetos de percepción y experiencias en cualquier plano o estado son relativos y por tanto ilusiones, aunque reales para el ego siempre que se identifique con ellos y crea que son verdaderos. Sólo en la realización del verdadero Ser podemos liberarnos de Maya y alcanzar una visión clara. Lo que razona es más elevado que la razón. Lo que percibe formas y adquiere conocimiento está más allá de toda forma y no está limitado a ni tampoco por ningún grado de conocimiento. Los sabios declaran y muestran que todas las limitaciones son autoimpuestas y no permanentes, y así hablan del Universo manifestado como la “Gran Ilusión” [Maha-Maya] producida por un sentido general y temporal de separación por parte de los seres involucrados. En todo momento sus esfuerzos se han dirigido a ayudar al avance de la inteligencia humana hacia una comprensión más real sobre la naturaleza esencial de los seres, y sólo de ésta proviene la perfección en el conocimiento y por tanto la felicidad más elevada (“Notes on the Bhagavad Gita”, p. 145-46).

Por consiguiente, debemos aprender a llevar una Vida Superior que sigue los dictados del Ser Real o "dios interior" y superar estas quimeras mediante la renunciación del yo personal al Ser Impersonal, llevando a la asimilación con lo Supremo incluso mientras existimos en el cuerpo perecedero de la ilusión. H.P.B. escribe que es sólo “con una mente clara y no marcada por la personalidad, y una asimilación del mérito de las múltiples existencias dedicadas a estar en su colectividad (todo el Universo vivo y sensible)" que el individuo se deshace de la existencia personal para fusionarse y devenir uno con el Absoluto y continuar en plena posesión de Paramartha (“La Doctrina Secreta”, vol. I, p. 54).

“Cuando el amor y el talento trabajan juntos, sólo puede esperarse una obra maestra” (John Ruskin). 

(De la revista “The Theosophical Movement”, septiembre 2008).