Los axiomas citados indican por qué y cómo llegamos a vivir en nuestros ambientes actuales, y cuáles son los factores que configuran y determinan las circunstancias y relaciones cambiantes de vida, que en ocasiones parecen propicias o adversas; pero a la vez señalan que tenemos la libertad, el conocimiento discriminativo y la voluntad de modificar el curso del destino hacia metas superiores.
El Ego busca renacer cuando emerge del estado devachánico, y tras agotarse el poder de los pensamientos más sutiles de la existencia anterior. Lo que le impulsa a otra encarnación es la fuerza del vasto depósito de energía kármica sin agotar y acumulada por él en vidas previas; posteriormente entran en juego varios elementos que definen cuándo y dónde renacerá, o las condiciones y circunstancias de su nueva odisea mundana, la cual puede reservarle bienaventuranza y oportunidades análogas por sus obras correctas, sufrir mucho dolor y tristeza como castigo de antiguas fechorías o una combinación de ambos escenarios en diferente medida.
La predisposición por países, razas o linajes como sitios o ambientes para reencarnar puede deberse a múltiples orígenes kármicos; por ejemplo, las similitudes en naturaleza y carácter del Ego a rasgos o tendencias familiares y hereditarios, en cuyo establecimiento pasado tomó parte junto con almas afines. Además, es factible que la justicia invariable lleve al Ego hacia una progenie para afrontar efectos nocivos por sus viejos actos de omisión y comisión en compañía de otras personas, que se unen por analogía para retornar al mundo en igual parentela y país. La justicia implica responsabilidad individual por nuestros roles pasados al producir defectos consanguíneos o nacionales, y también la oportunidad de trabajar en esa "deuda" subsanando los daños, al tiempo que adquirimos y fortalecemos virtudes para refinar el carácter.
Sin embargo, no debe suponerse que "los efectos experimentados en cualquier vida provienen de acciones realizadas por el Ego en la encarnación inmediatamente anterior", sino que resultan del equilibrio de causas kármicas originadas por aquél con otras almas y durante muchas existencias remotas; sólo gastamos una pequeña parte del amplio "almacén kármico" no agotado que puede fructificar en el instrumento adquirido. Esos factores modelan el ámbito donde opera el Karma anterior sobre nuestras relaciones, al manifestarse en la misma vida de los Egos con quienes obramos a lo largo de épocas lejanas y unidos a ellos por lazos de simpatía o antipatía. El entorno es un campo o instrumento en que funciona la Ley para cada existencia terrenal, y por ello es imprudente criticar y quejarse todo el tiempo por circunstancias que parecen desfavorables, o respecto a personas maldispuestas hacia nosotros. Estos indicadores externos no aparecen sólamente a fin de provocar nuestro desconcierto, pues en realidad constituyen los vehículos o agentes para otorgar merecimientos justos a nuestras propias acciones pasadas.
Tampoco es propicio alejarse del lugar en que Karma nos ha puesto porque parece "desagradable". Al hacerlo, se perdería la oportunidad de neutralizar los orígenes para contextos problemáticos que ya creamos, en lugar de vivirlos hasta el último momento con tal de aprender las lecciones que tenga preparadas. Si cambiamos nuestra ubicación física, la causa de nuestras dificultades no se mitiga pues continuamos llevando simientes kármicas en la naturaleza mental.
Hemos visto que cuerpo, intelecto y mente son vías de operación independiente para tres categorías de Karma, y que difieren en calidad, potencia y duración. Por ejemplo, hay personas con cuerpo saludable como consecuencia de un "buen pasado", pero muestran temperamento irascible y poseen intelecto agudo, u otras múltiples combinaciones debido a varias clases kármicas que operan a través de dichos instrumentos. También encontramos casos en que los acontecimientos de vida se encaminan hacia su final con poca variabilidad y con tal fuerza, que nada parece impedir o cambiar su curso ya sea para bien o mal; recordemos las noticias acerca de cuántos sujetos se elevaron al poder y la gloria contra viento y marea, o científicos y artistas que alcanzan eminencia y fama, para terminar languideciendo en pobreza y oscuridad sin ser reconocidos sino hasta después de muertos. Existen otras instancias sobre quienes sin prestar atención a su buen juicio toman un rumbo descendente e inevitable hacia la ignominia, y la gente dice de ellos que estaban "destinados".
Además, hallamos ilustraciones sobre el poder de la Ley en etapas de ascenso y colapso económico de países, y el carácter de sus pueblos durante periodos pasados y contemporáneos. William Judge sostuvo que la oscuridad espiritual particulariza nuestra época presente, cuyo signo es el malestar ético, psicológico y material evidente en todas partes. Por lo tanto, hay un destino en la vida de naciones y comunidades, pero tengamos siempre en cuenta que esa fatalidad ha sido moldeada por sus propios miembros, ya sea de modo colectivo o unitario. Ningún pueblo puede escapar de un violento karma retributivo si emplea estrategias dañinas hacia otros países o sectores de su propia gente, en nombre del “interés nacional” o bajo cualquier otro pretexto. En este fenómeno continúa acumulándose el desequilibrio en la armonía por obra de caminos injustos y perversos, y cuando se alcanza un punto de saturación los efectos negativos almacenados caerán inexorablemente sobre todos quienes los hicieron posibles. Otro ejemplo del dominio en la tendencia kármica constituye el poder irresistible de las ideas, que bajo la Ley de los Ciclos y cual maremoto barren países enteros afectando sus aspiraciones, pensamiento y carácter; por ello, Víctor Hugo observaba muy acertadamente: "No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento". Asimismo, la historia contemporánea alude al potente influjo de la razón y cultura científicas creado en Occidente con el Renacimiento, que sigue dominando todo el mundo hasta el día de hoy.
El mero avance material como índice de progreso, y respaldado por muchos "científicos" obscenamente fisicalistas respecto a la vida y el alma, debe ser por necesidad una fuente de perturbación y sólo puede terminar en fracaso. La debacle que encarrila no puede evitarse cuando han madurado y comienzan a precipitar los resultados nocivos de causas en el plano mental y ético, a menos que se haya producido un cambio en la mente humana antes que culminen esos factores, mediante una difusión amplia de ideas universales e inspirando principios más nobles. El esfuerzo en ese rumbo por el trabajo desinteresado de orientar a la humanidad tendrá un efecto para mejor en la alteración del curso kármico, aunque sea en pequeña medida, pues el karma de todo individuo repercute en el destino de la especie por los hechos del fraternalismo y la Ley de Causalidad Universal.
Puesto que una reforma mundial se concreta sólo si las personas albergan el propósito de cambiar en sí mismas, el deber de los teósofos es esforzarse por llevar una vida superior al tiempo que colaboran para una mejor evolución humana. Todo individuo que viene a este mundo tiene un trabajo asignado en la vida, cuya misión fundamental es deshacerse de los vicios en su yo personal, y adquirir y fortalecer virtudes elevadas a objeto de convertirse en colaborador de la Naturaleza, mediante aplicación constante de la Hermandad Universal y el canon de Justicia Absoluta o Karma. Nuestra mejora puede incrementarse al comprender cabalmente la Ley de Retorno Cíclico de impresiones, y su aspecto empírico se resume en los Aforismos Yoga de Patanjali: "Para excluir o eliminar cosas cuestionables de la mente, es eficaz la invocación mental de sus opuestos". Por ejemplo, suponiendo que tengamos aversión hacia otra persona e independiente de sus obras y carácter, si esa actitud no es convertida en caridad y simpatía por tentativas conscientes, aumentará en intensidad vida tras vida en detrimento mutuo de los implicados. El empeño en la vida presente para mitigar hostilidades y cultivar sus contrarios -dependiendo de su fuerza- reduce la tendencia kármica a crear encono durante futuras encarnaciones. Al mismo tiempo, la benevolencia desplegada en el pasado regresa para contrarrestar dicha enemistad, hasta que ayudados con ese tesón vida tras vida, el magnetismo maligno e interpersonal será completamente sustituido por amor y buena voluntad. Sin embargo, si no se toman medidas dicha proclividad inarmónica prevalecerá sobre los Egos en cuestión por el transcurso de al menos tres vidas. La humanidad y la Naturaleza en su conjunto reciben impulsos hacia una vida superior desde quienes asumen el karma transmutacional de producir una energía espiritual más refinada, a partir de la fuerza tosca en el yo inferior.
Respecto a quienes padecen depresión y a fin de superarla, convendría una aplicación inteligente y gradual de la Ley Cíclica, evocando en la mente pensamientos y emociones contrarios a la negatividad, como los instantes felices pasados o el gozo por actos de bondad hacia alguien, etc.
("The Theosophical Movement", septiembre 2020).