1 de febrero de 2022

Sobre la pérdida y aniquilación del alma


En el volumen uno de su primer libro "Isis Develada", H.P. Blavatsky aborda un tema que es de gran interés para muchos y sobre el cual nunca se profundizó demasiado, sin duda porque los Maestros no lo permitieron, pero ciertamente llama nuestra atención y hace pensar cuando leemos esto:

Nuestro ciclo actual es principalmente uno de esas muertes del alma. Nos encontramos con hombres y mujeres desalmados en cada paso de la vida" ("Isis Develada”, vol. 1, p. 369).

El tema en cuestión es la pérdida del alma mientras el individuo sigue vivo físicamente.

En la página 234 del volumen 1 de "La Doctrina Secreta" se dice:
"El alma, cuyo vehículo corporal es la cobertura astral o etero-sustancial, podría morir y el hombre aún viviría en la tierra, es decir, el alma podría abandonar el tabernáculo por diversas razones como locura, depravación espiritual y física, etc. (…) La posibilidad del 'Alma' (Ego espiritual y eterno) que mora en los mundos invisibles mientras su cuerpo continúa vivo en la Tierra es una doctrina preeminentemente oculta, en especial para la filosofía china y budista (…) Muchas son las personas sin alma entre nosotros, porque vemos que esto ocurre en los materialistas malvados, así como en quienes 'avanzan en santidad y nunca se vuelven atrás'".

En el segundo volumen de "Isis Develada" (p. 318) Blavatsky señala que los swedenborgianos (acólitos de Emanuel Swedenborg y sus enseñanzas) sostienen puntos de vista algo similares sobre este asunto y decían: "Uno cae de la vida a la muerte cuando se incurre en el amor por uno mismo y los placeres del mundo, perdiendo el amor divino de Dios y del prójimo. Así perecen los principios superiores que constituyen elementos esenciales de su humanidad y la persona vive sólo en el plano natural de sus facultades; existe físicamente, pero está muerta en términos espirituales. Respecto de todo lo que pertenece a la fase más elevada y única de la existencia, el individuo está tan muerto como su cuerpo deja de vivir para todas las actividades, delicias y sensaciones mundanas cuando el espíritu le abandona. Esta muerte espiritual es resultado de la desobediencia a las leyes atañentes a la vida divina, que es seguida por la misma pena como desacato a las normas naturales; pero los muertos espirituales todavía tienen sus deleites, el poder de sus dotes intelectuales y sus actividades intensas. Todas las delicias animales son suyas, y para multitudes de hombres y mujeres constituyen el ideal más elevado de felicidad humana. Lo que intoxica y atrapa a estos muertos vivos es la búsqueda incansable de riquezas, diversiones y entretenimientos en la vida social; el cultivo de las gracias en maneras, gusto en la vestimenta, preferencia social o distinción científica".

Blavatsky continúa diciendo: “Un desarrollo elevado de facultades intelectuales no implica una vida espiritual y verdadera. Muchos de nuestros más grandes científicos no son más que cadáveres animados y no tienen visión mística porque sus espíritus los han abandonado; así que podríamos pasar por todas las edades, examinar todas las ocupaciones, sopesar cada logro humano e investigar cada forma de la sociedad, y encontraríamos estos muertos espirituales por doquier".

Lo que podemos deducir según lo anterior es que esto no se refiere a la muerte del alma, sino a su separación de la personalidad en que se ha encarnado. En tales casos el alma continúa "morando en mundos invisibles" -es decir, los planos superiores-, pero su conexión con el ser inferior está cortada, aunque no se revela si es posible que el vínculo se restaure luego de haberse separado. 

Esta escisión que resulta en la muerte espiritual y a menudo moral de la ahora personalidad "des-almada" es el efecto kármico inevitable que llega a la personalidad si sigue constantemente ciertas líneas de pensamiento y acción que incluyen la "depravación espiritual y física".

“La creencia de los swedenborgianos y la ciencia arcana enseñan que el abandono del cuerpo vivo por el alma ocurre con frecuencia y que encontramos todos los días tales cadáveres vivos en todas las condiciones de la vida. Esto puede generarse por varias causas, entre ellas un miedo abrumador, dolor, desesperación, un ataque violento de enfermedad o excesiva sensualidad, y de este modo el cadáver vacante puede ser habitado por la forma astral de un hechicero adepto, un elementario (alma humana incorpórea unida al plano terrestre), o muy rara vez un elemental. Obviamente un adepto a la magia blanca tiene el mismo poder, pero a menos que deba lograrse un objetivo grande y excepcional, nunca consentirá en contaminarse ocupando el cuerpo de una persona impura. En los casos de locura, el ser astral del paciente está semiparalizado, desconcertado y sujeto a la influencia de cualquier espíritu pasajero de cualquier clase, o se ha ido para siempre, y el cuerpo es tomado por alguna entidad vampírica cercana a su propia desintegración que se aferra desesperadamente a la Tierra, cuyos placeres sensuales puede disfrutar durante otra breve temporada por este conducto" (H.P. Blavatsky, "Isis Develada", vol. 2, p. 589). 

A este respecto, se puede encontrar una descripción vívida en el cuento de H.P.B. titulado “A Bewitched Life”, y de igual forma los lectores atentos pueden encontrar numerosos indicios y pistas esotéricas en las historias espirituales escritas por ella y su colega William Q. Judge. El protagonista de la historia describe lo sucedido cuando presenció mediante clarividencia que a su hermana le mostraban los espantosos restos de su marido:

“Cuando llevaron el cadáver a casa para su identificación, escucho el prolongado grito de agonía, mi propio nombre y el ruido sordo del cuerpo vivo que cae sobre los restos del muerto. Sigo con curiosidad en ella la emoción repentina y la perturbación instantánea que siguen en su cerebro, y observo con atención el movimiento serpenteante, precipitado e inmensamente intensificado de las fibras tubulares, el cambio instantáneo de color en la extremidad cefálica del sistema nervioso, y la fibra de materia nerviosa pasa del blanco al rojo brillante y luego a un tono rojo oscuro y azulado. Noto el repentino destello de un fulgor brillante, similar al fósforo, su temblor y súbita extinción seguida por la oscuridad completa en la región de la memoria, mientras el resplandor -comparable en su forma sólo a una forma humana- brota repentinamente desde la parte superior de la cabeza, se expande, pierde su forma y se dispersa. Y me digo a mí misma: 'Esto es una locura incorregible para toda la vida', porque el principio de inteligencia no se paraliza ni extingue temporalmente, sino que ha abandonado el tabernáculo para siempre, expulsado de él por la fuerza terrible del golpe repentino. El vínculo entre lo animal y lo divino se rompe”.

Además, en ocasiones podemos describir a algunos individuos como “muertos espirituales” que son profundamente materialistas y niegan el alma en pensamiento y percepción,  simplemente a modo de metáfora, mientras que en muchos de estos casos puede ser un hecho real.

En la obra biográfica "Blavatsky and her Teachers", Jean Overton Fuller escribe que un día en el verano de 1890 "la condesa Wachtmeister, pensando en dar un poco de placer a Madame Blavatsky, la llevó a dar un paseo en Hyde Park 'a la hora de mayor concurrencia'. Las señoras Alice Leighton Cleather y Cooper-Oakley estaban en el salón cuando regresaron y Cleather dice que Madame Blavatsky lloraba apasionadamente diciendo: 'No hay alma entre ellas, ¡ni una! Es de esperar que esto no se tome literalmente'".

De hecho, esto se puede esperar con sinceridad, pero a la luz de lo que Blavatsky ha establecido claramente en sus enseñanzas escritas, parece ser que estos casos ocurren con más frecuencia de lo que podemos imaginar, ya que “encontramos a hombres y mujeres sin alma en todo momento y en cada paso de la vida"; "muchos son los hombres sin alma entre nosotros"; "hallamos tales cadáveres vivos a diario y en cada condición de existencia", y que estos "espiritualmente muertos se hallan por todas partes".

Esto no es un contenido que deba “predicarse” a otros, ya que reduciría a los teósofos casi al nivel de los cristianos fanáticos del “infierno y la condenación”, pero ciertamente representa un aspecto que debemos considerar como advertencia, ya que ninguno de nosotros está tan perfeccionado para mantenerse completamente alejado de la posibilidad de tal destino. Si hacemos lo que el Señor Buda señaló sobre “dejar de hacer el mal, practicar el bien y limpiar mente y corazón", entonces nunca tendremos nada que temer al respecto porque como todo lo demás, todo depende de nosotros y somos nuestro propio demonio y dios, como también los caminos que hemos recorrido son nuestra exclusiva responsabilidad.

Ahora bien, la aniquilación del alma es diferente a lo que hemos venido diciendo, y es un tema que se menciona incluso con menos frecuencia que la pérdida de aquélla durante la vida terrenal. Al parecer se aplica sólo a individuos extremadamente demoníacos y depravados y, por tanto, esperamos que no constituya un fenómeno tan común.

En su artículo "Elementals", H.P.B. señala: "Tras la muerte de los depravados y perversos, llega el momento crítico. Si durante la existencia se descuidó el esfuerzo final y desesperado del ser interior para reunirse con el rayo débilmente resplandeciente de su Mónada divina; y si se permite que este rayo se cierre más y más por engrosamiento de la corteza material, entonces el alma una vez liberada del cuerpo sigue sus atracciones terrenales y es atraída magnéticamente hacia la densa niebla de atmósfera material en Kama Loka. Luego comienza a hundirse cada vez más hasta que se encuentra a sí misma cuando regresa a la conciencia, en lo que los antiguos llamaban Hades y nosotros Avichi [esto se refiere al hecho de que el alma queda inconsciente al inicio por el impacto de la separación entre sus "principios" inferiores en la muerte física, como se muestra en “¿Qué ocurre cuando morimos?”]. La aniquilación de tal alma nunca es instantánea y puede durar siglos, tal vez, porque la Naturaleza nunca procede por saltos y comienzos, y la ley de la evolución debe esperar su momento pues el alma astral de la personalidad está formada por elementos. Después comienza la temerosa ley de compensación, el Yin-youan de los iniciados budistas".