1 de marzo de 2022

Los matices de la verdadera compasión


"La Voz del Silencio" es un texto traducido por H.P. Blavatsky del Libro de los Preceptos Dorados y dice de ellos que "su conocimiento es obligatorio en esa escuela, cuyas enseñanzas son aceptadas por muchos teósofos".

La "corriente" a que se hace referencia es la Escuela/Hermandad o Logia Esotérica Transhimaláyica, aunque éste es un nombre puramente descriptivo y geográfico en lugar de su designación real. Esto alude a la academia de budismo esotérico y puro (véase "Gelugpas, Tantra y Dalai Lamas: una historia de corrupción", parte 2, última sección) a la que pertenecen H.P.B. y los Maestros más estrechamente relacionados con el Movimiento Teosófico moderno.

Entre los muchos aforismos memorables y poéticamente representados en "La Voz del Silencio" se encuentran éstos:

“Siembra actos bondadosos y cosecharás sus frutos. La inacción en un acto de misericordia se convierte en una acción de pecado mortal” (p. 31, edición original de 1889).

"El autoconocimiento es progenie de las obras amorosas" (p. 31).

“La compasión no es un atributo. Es la LEY de LEYES, Armonía eterna, el SER de Alaya; una esencia universal ilimitada, la luz del Derecho eterno y la aptitud de todas las cosas, la ley del amor eterno” (p. 70).

Sin embargo, la compasión real también incluye la discriminación sabia (en el sentido de discernimiento y no prejuicio) y la conciencia de que, por extraño que parezca, para algunas personas su sufrimiento y desgracia se han convertido en una especie de morbo y comodidad familiar para ellos, independiente de cuánto puedan parecer que se lamentan por ello. De hecho, “la amabilidad y el trato suave a veces sacarán a la luz las peores cualidades de un hombre o una mujer", como afirma H.P.B. en su artículo "Let Every Man Prove His Own Work".

Es importante tener en cuenta que este es sólo el caso de una minoría y que mucha gente sí desea recibir ayuda y será tanto mejor para ello. Como se explica en el artículo que citamos, se requiere una gran cantidad de sabiduría para "saber a quiénes aliviar del dolor y a quiénes dejar en el fango, pues éste es su mejor maestro".

En nuestra etapa donde no somos Adeptos ni Mahatmas, parece ser que la Teosofía nos anima a "ofrecer voluntariamente ayuda y servicio a todos", pero hay que prepararse con tal de observar y tomar nota de que ocasionalmente hay personas para quienes nuestra colaboración sólo pone de manifiesto sus malas cualidades y lado negativo.

No debemos sentirnos obligados a seguir asistiendo a aquéllos que con sus acciones y comportamiento demuestran que genuinamente no quieren ser ayudados. El tiempo y la experiencia nos mostrarán si éste es realmente el caso en una situación particular. Para algunos, lo más verdaderamente compasivo que podemos hacer es simplemente esperar a que finalmente despierten y se levanten por su propia cuenta.

Los siguientes extractos son del artículo "Let Every Man Prove His Own Work" y pueden útiles e informativos respecto del tema abordado aquí. El artículo completo se puede encontrar en "H.P. Theosophical Articles", vol. 1, p. 69-78 y el "H.P.B. Pamphlet n°3 'Basic Questions about Theosophy'”, ambos publicados por Theosophy Company y disponibles en la Logia Unida de Teósofos.

Estos pasajes también responden a la pregunta de por qué el Movimiento Teosófico no se involucra directamente en trabajos prácticos de caridad o asistencia material para los necesitados, y la razón es que las "ideas gobiernan el mundo" y que la enseñanza y el aprendizaje de la Teosofía -que en realidad es Ética Divina- representa la línea de trabajo más importante en que puede participar el Movimiento, aunque se alienta a los estudiantes teosóficos a participar individualmente en esfuerzos caritativos y altruistas. 


Extractos de "Let Every Man Prove His Own Work"

"En los últimos tiempos, se ha convertido en una moda tanto para amigos como enemigos reprochar a la Sociedad Teosófica de no hacer ningún trabajo práctico, sino perderse en las nubes de la metafísica. Los metafísicos, según nos dicen quienes gustan de repetir argumentos antiguos, han estado aprendiendo su lección durante los últimos miles de años y ya es hora de que empiecen a hacer algún trabajo concreto. De acuerdo, pero (...) no se debe olvidar que la caridad práctica no es uno de los objetos declarados de la Sociedad. No hace falta decir -y tampoco necesita 'declaración'- de que cada miembro de la Sociedad debe ser un filántropo práctico si es que es un teósofo, y en realidad nuestro trabajo declarado es más importante y eficaz que la labor en el plano cotidiano, la cual da frutos más evidentes e inmediatos, ya que el efecto directo de una apreciación sobre la Teosofía es hacer caritativos a quienes no lo fueron antes. La Teosofía crea la caridad que luego se manifiesta por sí misma en las obras (...)".

“Ciertos filántropos de toda la vida (...) aunque nunca cejaron en su hábito de caridad, confesaron a esta escritora que, de hecho, la miseria no puede aliviarse. Es un elemento vital en la naturaleza humana y es tan necesario para algunas vidas como el placer para otras.

Es extraño observar cómo los filántropos prácticos y después de una experiencia amarga y sostenida, eventualmente llegarán a una conclusión que para el ocultista desde el principio constituye una hipótesis de trabajo. Esta es que 'la miseria no sólo es soportable, sino agradable para muchos que la soportan' (...)".

El teósofo (...) ve que se necesita ser una persona muy sabia para hacer buenas obras sin peligro de producir un daño incalculable. Un adepto altamente desarrollado en la vida puede asir el tallo espinoso y, por sus grandes poderes intuitivos, saber a quién aliviar del dolor y a quién dejar en el fango, pues éste es su mejor maestro (...) A veces la amabilidad y el trato delicado sacarán a relucir las peores cualidades de un hombre o una mujer que han llevado una vida bastante presentable y se sienten deprimidos por el dolor y la desesperación. Que el maestro de la misericordia [Gautama Buda] nos perdone por esas palabras sobre cualquier criatura humana, todas ellas parte de nosotros mismos y en acuerdo con la ley de hermandad humana indestructible por ninguna anulación de ella; pero las palabras son verdaderas (...)". 

"Tan pronto como comienza a comprender lo que pueden ser el dolor de un amigo y un maestro, el teósofo se queda horrorizado ante el misterioso problema de la vida humana, y aunque puede desear hacer buenas obras, teme igualmente concretarlas mal hasta que haya adquirido mayor poder y conocimiento. El hecho de que los ignorantes hagan buenas obras puede ser vitalmente perjudicial, ya que todos -excepto aquéllos ciegos en su amor por la benevolencia- están obligados a reconocerlo (...) pues lo que falta no es el espíritu de abnegación, devoción o el deseo de ayudar [entre los teósofos], sino la fuerza para adquirir conocimiento, poder e intuición, de modo que las acciones realizadas realmente sean dignas del espíritu del 'Buda-Cristo'. Por lo tanto, los teósofos no pueden posar como un cuerpo de filántropos, aunque en secreto pueden aventurarse en el camino de las buenas obras. Profesan ser meramente un cuerpo de aprendices, comprometidos a ayudarse de modo mutuo y al resto de la humanidad hasta donde les sea posible, a una mejor comprensión sobre el misterio de la vida y al conocimiento más acabado de la paz que está más allá de eso (...)".

“Más que nunca y sin lugar a dudas, todos saben que las buenas obras son necesarias, pero éstas no se pueden lograr correctamente sin conocimiento (...) A los teósofos decimos que se lleven a cabo las reglas que se han dado a nuestra sociedad antes de pedir más esquemas o leyes. Al público y a nuestros críticos contestamos: intenten comprender el valor de las buenas obras antes de exigirlas a los demás o incurrir en ellas de manera precipitada. Sin embargo, es un hecho absoluto que sin buenas obras el espíritu de hermandad moriría en el mundo y esto nunca es aceptable. De aquí la doble actividad de aprender y hacer lo más necesario; tenemos que practicar el bien y debemos hacerlo correctamente, con conocimiento".