3 de marzo de 2022

¿Qué pasa con las personas que cometen suicidio?


"El suicidio es el peor de los crímenes y terrible en sus resultados" 
 (H.P. Blavatsky).

"Suicidio: el más grande de todos los crímenes existentes” 
(Maestro S.B.). 

"Los suicidas no están muertos, pues sólo han matado su tríada física (…) Los suicidas que tontamente quisieron escapar de la vida, se encuentran aún vivos y tienen suficiente sufrimiento para ellos desde esa misma existencia. Su castigo está en la intensidad de ésta última" 
(Mahatma K.H.).

Debido a que el suicidio es una forma de muerte autoinducida y altamente antinatural -y que sigue siendo espiritualmente ilegal, aunque muy trágica y en muchos casos comprensible y digna de toda nuestra compasión-, el proceso mortuorio en este caso es diferente al de un deceso natural; esto se aborda con detalle en ¿Qué ocurre cuando morimos?

El individuo que se suicida permanece completamente consciente y atrapado en Kama Loka (atmósfera psíquica o astral que rodea y hasta cierto punto interpenetra el plano físico), capaz de atestiguar todo lo que sucede en la Tierra con respecto a las situaciones y personas que abandonó, y tiene que permanecer allí durante el tiempo previsto de lo que habría sido su vida si no hubiera cometido suicidio.

Por ejemplo, si la persona estaba destinada por su Karma a vivir 90 años terrestres en esa encarnación y se suicidó a la edad de 20, tendrá que permanecer dentro de Kama Loka durante 70 años y no podrá seguir progresando hasta entonces, y tampoco puede pasar por el proceso completo de la muerte y entrar en el estado de Devachan o "Cielo".

En este sentido el Maestro K.H. explicó: "Esa ola vital y particular de evolución debe trasladarse hacia su orilla". Los suicidas están verdaderamente atrapados, y el sufrimiento causado por hallarse en ese contexto es mucho peor que la "tortura" evitada en la Tierra.

El hecho de tener que quedarse en Kama Loka durante toda la vida restante a la que estaban destinados en ningún sentido es una forma de "castigo" impuesto por un Poder Superior o Ser Divino; se da simplemente porque cada ser humano está compuesto de siete partes o componentes (generalmente llamados “Siete Principios” en las enseñanzas de Teosofía), y las Leyes inmutables de la Naturaleza requieren que éstos se separen de la manera correcta, en el orden apropiado y el momento preciso para que todo se desarrolle de forma normal en el momento de la muerte y el contexto del más allá.

La persona que muere de forma normal lo hace porque sus Principios han seguido gradualmente todo su curso de duración prevista, y por su propia dinámica han dejado de permanecer unidos entre sí, pero éste no es el caso de la persona que comete suicidio. 

Quienes ponen fin abrupto y forzado a su existencia se encuentran igual de vivos después, sólo que ahora sin su cuerpo físico y en un nivel incluso más "entrampado" que antes. A menudo llenos de arrepentimiento y deseos de volver a estar en contacto con la vida terrestre, es relativamente fácil para ellos iniciar comunicaciones con un médium o que éste los busque.

Pero esto es lo peor que pueden hacer, ya que es espiritualmente ilegal que los individuos reinicien vínculos con la vida de que se han privado en modo intencional. Los Maestros y Madame Blavatsky enseñaron que la víctima suicida que incurre en esto a menudo perderá su alma para siempre como resultado, y cuando llegue el término de su vida natural. También se reservará un destino oscuro para el médium que hizo posible esa transgresión, ya que habrá creado un terrible Karma para sí mismo.

¡Si tan sólo la gente dejara a las almas difuntas en paz y se les permitiera progresar en su camino ascendente y potencial! Tras describir algunos de estos aspectos, el Maestro K.H. añadió acremente: "Y ahora podrás entender por qué nos oponemos con tanta fuerza al espiritismo y la mediumnidad".

A finales del siglo XIX, cuando las enseñanzas de Teosofía se dieron al mundo, no era conocido el concepto de las E.C.M. (Experiencias Cercanas a la Muerte), por cuanto sólo en las últimas décadas se ha producido e incrementado una conciencia general y el estudio científico serio de este fenómeno.

Es interesante observar que la naturaleza y descripción de casi todas las E.C.M. actuales están en perfecta armonía con las explicaciones y los detalles proporcionados por la Teosofía. Nos referimos aquí al sistema original y genuino de H.P. Blavatsky, William Quan Judge y los Maestros, no la pseudoteosofía de “figuras” posteriores como C.W. Leadbeater, Annie Besant y Alice Bailey, ya que sus postulados sobre la muerte y la vida post-mortem son profundamente distintas de la Doctrina auténtica, y no están validadas por investigación contemporánea sobre las E.C.M. u otras instancias similares.

Incluso podemos comparar la enseñanza teosófica acerca de la experiencia interna para alguien que se suicida (que ya describimos) con lo que señala el doctor Raymond Moody en su famoso libro "Vida después de la vida". El autor escribe lo que reproducimos a continuación con respecto a las entrevistas que realizó con quienes atestiguaron una experiencia cercana a la muerte, como resultado de un intento de suicidio al que sobrevivieron, o que fueron resucitados mecánicamente:

“De manera uniforme estas experiencias se caracterizaron por ser desagradables. Como dijo una mujer: 'Si dejas aquí un alma atormentada, también serás un alma atormentada allí'. En resumen, informan que los conflictos de quienes intentaron escapar con el suicidio todavía estaban presentes cuando murieron, pero con complicaciones adicionales. En su estado incorpóreo, no pudieron hacer nada por sus problemas, y también tuvieron que presenciar las consecuencias desafortunadas que resultaron de sus actos. Un hombre que abatido por la muerte de su esposa se disparó a sí mismo, 'murió' como resultado y fue revivido. Dice: 'No fui a donde estaba [mi esposa] y llegué a un lugar horrible (…) Inmediatamente vi el error que había cometido (…) Pensé: desearía no haberlo hecho'. Otros que experimentaron este desagradable estado de 'limbo' comentaron haber tenido la sensación de que estarían allí por mucho tiempo, y éste fue su 'castigo' por 'romper las reglas' al tratar de liberarse prematuramente de lo que era en efecto una 'tarea', es decir, llevar a cabo un determinado propósito en la vida".

En su libro posterior "Reflexiones sobre la Vida después de la Vida", Moody señala:

Todas estas personas están de acuerdo en un punto: sintieron que sus intentos suicidas no resolvieron nada y descubrieron que estaban involucrados [en el otro mundo] en exactamente los mismos problemas de los que habían tratado de librarse por el suicidio. Independiente de la dificultad que habían tratado de evadir, todavía estaba allí y sin resolver. Una persona mencionó estar 'atrapada' en la situación que había provocado su intento de suicidio y se repetía una y otra vez, como en un ciclo".

En el excelente libro de Sylvia Cranston llamado "Reincarnation-A New Horizon in Science, Religion and Society" se relatan algunas observaciones y vivencias del psiquiatra estadounidense George Ritchie durante su propia experiencia cercana a la muerte. Citamos aquí un pasaje particularmente relevante y trágico de esa obra que incluye extractos del estudio de Ritchie:

“Según el psiquiatra George Ritchie, uno de los peores destinos de un suicida es que después de la muerte puede contemplar la miseria causada por su acto de autodestrucción. Entre los lugares a los que llevó el 'guía celestial' a Ritchie durante su propia experiencia próxima al deceso, se encontraba una casa donde un hombre más joven seguía a otro mayor de una habitación a otra y repetía: 'Lo siento, papá... ¡no sabía qué le haría a mamá! No lo entendí'. Pero aunque Ritchie podía escuchar al joven claramente, era obvio que el otro sujeto con que estaba no podía oírlo. El anciano llevaba una bandeja hacia la habitación donde una anciana se hallaba sentada en la cama. 'Lo siento, pa', decía el joven suicida o 'lo siento, mamá', una y otra vez a los oídos que no podían escucharlo. [George cuenta]: 'En desconcierto me volví hacia el brillo a mi lado, y aunque sentí que Su compasión fluía como un torrente hacia el lugar que teníamos ante nosotros, ningún entendimiento iluminó mi mente. Varias veces nos detuvimos ante escenas similares. Por ejemplo, un niño arrastraba a una adolescente por los pasillos de una escuela, diciendo 'lo siento, Nancy''.

Luego vieron una mujer de mediana edad que pedía perdón a un hombre de cabello gris. Ritchie entonces se volvió suplicante a su guía: '¿Por qué siguen hablando con personas que no pueden escucharlos?' Entonces desde la Luz a mi lado vino el pensamiento: Son suicidas, encadenados a cada consecuencia de sus actos. Esta idea me sorprendió, pero sabía que venía de Él, no de mí, porque ahora no veía más escenas igual que éstas, como si la verdad que Él enseñaba se hubiera aprendido".

Por lo tanto, ¡es muy apropiado que los Maestros se refieran a las víctimas de suicidio como "caminantes de la Tierra"!

En su artículo "Suicide Is Not Death", William Q. Judge (colega cercano de H.P. Blavatsky y cofundador de la Sociedad Teosófica) expresó el asunto de esta manera:

En general el destino del suicida es horrible. Se ha separado de su cuerpo usando medios mecánicos que lo afectan, pero no puede tocar al hombre real. Luego se proyecta en el mundo astral, porque tiene que vivir en algún lugar, y allí la Ley implacable, que actúa realmente por su bien, lo obliga a esperar hasta que pueda morir de modo adecuado. Y como es obvio, debe esperar medio muerto los meses o años que, bajo el orden de la Naturaleza, hubieran pasado por sobre él antes de que el cuerpo, el alma y el espíritu pudieran separarse correctamente. El suicida se convierte en una sombra; vive en el purgatorio, por así decirlo, llamado por el teósofo 'lugar de deseo y pasión' o Kama-Loka, y así existe totalmente en el reino astral, devorado por sus propios pensamientos. Recreando en pensamientos constantes y vívidos el acto mediante el cual intentó detener la peregrinación de su vida, al mismo tiempo ve a la gente y el lugar que abandonó, pero no puede comunicarse con nadie".

En este siglo XXI las tasas de suicidio están aumentando dramáticamente y de forma constante por lo menos desde de los años cincuenta o sesenta, mientras que las gentes tuvieron la misma oportunidad y capacidad para atentar contra sus vidas muchos siglos antes de nuestra Era, pero no lo hicieron. ¿Y qué dice esto acerca de nuestra "civilización" fanfarrona en que la ciencia es el “Dios” del hombre, el materialismo y la sensualidad su credo, y la televisión, la Biblia e internet el patio de recreo?

La verdadera espiritualidad no es una fantasía ni un engaño, como a muchos "científicos" y ateos bravucones les gustaría que la gente crea, porque es la revelación de HECHOS y REALIDADES. La premisa fundamental de la Teosofía es que la Verdad existe y que también existen “Aquéllos que saben”. H.P. Blavatsky era muy consciente de lo que hablaba, al igual que William Judge y los Maestros orientales de quienes eran discípulos devotos.

Robert Crosbie, estudiante asociado de Judge y fundador de la Logia Unida de Teósofos, escribió: “La Teosofía está para aquéllos que la quieren. Sí, la verdad está aquí: la respuesta a cada pregunta y la solución a cada problema que pueda tener, si usted está dispuesto a recibirla”.

DEDICAMOS ESTE ARTÍCULO A TODAS AQUELLAS ALMAS QUE ELIGIERON TERMINAR CON SU VIDA, Y TAMBIÉN A AQUÉLLOS QUE ESTÁN VIVOS CON NOSOTROS Y LUCHAN CONTRA PENSAMIENTOS OSCUROS O DEPRESIVOS Y CONTEMPLAN SUICIDARSE.
QUE TODOS ELLOS RECOBREN LA FUERZA PARA SEGUIR.