17 de marzo de 2022

Rescatado de Rudolf Steiner... ¿por un Adepto?


Lo siguiente se extrajo de los archivos de correspondencia pertenecientes a la Logia Unida de Teósofos londinense. Antony Philip Halas, que vivía en Atenas, estuvo durante algunos años en comunicación escrita con dicha organización y de la cual devino asociado en 1954. Esta carta en particular estaba sin fecha, pero se adjuntó a otras misivas que datan entre 1965-1966. No hacemos ninguna interpretación sobre el relato del señor Halas y lo dejamos así al criterio de nuestro lectorado.

Sería útil leerlo en conjunto con nuestro artículo “Las mentiras de Rudolf Steiner sobre H.P. Blavatsky y los Mahatmas".

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LOS ENORMES PELIGROS
DE LA CLARIVIDENCIA INOPORTUNA, o LA APARICIÓN PREMATURA DEL GUARDIÁN DEL UMBRAL

Por Antony Philip Halas (autor y periodista)

“Cuidado con los falsos profetas. Los conoceréis por sus frutos. Un buen árbol no puede producir frutos malos, ni un árbol corrupto puede dar buenos frutos” (Mateo 7, 16-18). 

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Desconcertado por los extraños hechos y asombrosos rumores sobre el trabajo y los logros de Rudolf Steiner, ese hombre extraordinario y prolífico escritor (famoso fundador de la Universidad de Ocultismo "Goetheanum" en Dornach, Basilea, y de la trascendental Escuela de “Antroposofía”), y estando dedicado desde mi juventud a la búsqueda del Conocimiento y la Verdad oculta tanto en el Universo o Macrocosmos como en el Hombre o Microcosmos, pensé que era recomendable obtener todos sus trabajos existentes en alemán pues en la práctica son preferibles los escritos originales a sus traducciones.

Una de las obras de Steiner que atrajo particularmente mi atención y predilección fue “Wie erlangt man Erkenntnisse der hoheren Welten" (“¿Cómo puede un hombre obtener conciencia o conocimiento de los Mundos Superiores?”) [Nota: este libro se publica hoy bajo los títulos "Cómo conocer los mundos superiores" y "Conocimiento y logro de los mundos superiores"]. 

Tan pronto como obtuve la obra en cuestión, comencé a estudiarla con el entusiasmo y embeleso de un neófito, arrastrado por el dominio del gran escritor y la originalidad de sus contenidos, así como la agudeza y el convencimiento de su argumentación.

Cuando llegué a la parte donde el autor presenta con minuciosos ejemplos y hechos todos los detalles deseables para aquéllos que quieren convertirse en clarividentes, bendije mi buena suerte y a las estrellas por encontrarme con un tesoro tan inesperado, tanto más como estaba sediento por liberarme de mi ceguera espiritual y obtener al fin el anhelo intensamente esperado por la Visión Interna y recuperar la función de mi Tercer Ojo, atrofiado y perdido desde la Caída; ¡estaba absorto en la esperanza de alcanzar pronto el Paraíso Perdido y convertirme en ciudadano de la Tierra Prometida!

Pero, ¡ay, qué lejos me encontraba todavía de esa "consumación devotamente deseada"! ¡Qué poco sospechaba lo que me iba a suceder! ¡Qué desinformado e inconsciente estaba de los horribles peligros que acechaban a mi alrededor, más repugnantes y venenosos que tiburones, víboras o vampiros!

Con avidez y entusiasmo devoré cada página y examiné fervientemente cada detalle, listo para cumplir todas las instrucciones y mandamientos, ¡como en la antigüedad fue el caso con los decretos divinos u oráculos! Como ese libro señalaba que debía comprar un cristal multifacético, inmediatamente lo hice y aunque han transcurrido más de treinta años desde entonces, mi vida estaba llena de acontecimientos y aventuras sorprendentes, y mientras tanto me fui de Constantinopla -donde se produjo la historia que aquí se describe- y vine a establecerme en Atenas. Aún tengo esta preciosa reliquia que conservo como monumento sagrado y muestra de gratitud hacia mi mayor Benefactor, quien, como narraré pronto, intervino milagrosamente en el momento adecuado y me refrenó a tiempo para evitar toda práctica con los métodos y armas más peligrosos con los que podemos lidiar alguna vez.

Siguiendo estricta y fielmente las instrucciones de Rudolf Steiner, solía levantarme temprano por la mañana, una hora antes de que saliera el Sol y durante más de quince días medité profunda y seriamente sobre la evolución y el desarrollo de la semilla, es decir, su germinación, embrión, integumentos, endospermo y el crecimiento que da origen al tallo de la planta. Para abreviar, teniendo ante mí la semilla y cumpliendo las instrucciones de Steiner, seguí mentalmente toda la evolución de la vida vegetal: nacimiento o germinación, crecimiento, floración, maridaje, impregnación o perpetuación de la clase, fruto o carga de semillas, marchitación, vejez y muerte.

Un ejercicio similar consistió en meditar en el esperma de un animal y un hombre, a saber, la evolución general de la vida animal desde el nacimiento hasta la muerte. No hace falta decir que no olvidé ni un sólo ejercicio de los que prometieron dotarme con la Segunda Visión, Clarividencia, Clariaudiencia y Visión/Audición Espiritual.

Voluntariamente me conformé de manera más estricta e inquebrantable con las instrucciones de Steiner, ya que Deméter en los Misterios Eleusinos (llamada "Ceres" por los romanos y de ahí la palabra "cereal") y una de las grandes divinidades de los griegos, fue quien daba los frutos terrestres, especialmente el maíz. La mazorca de ésta (que representa el conarium y la glándula pineal) con su tallo (simbolizando la columna vertebral) desempeñaban un papel predominante en los Misterios mencionados, ya que su objetivo era el "trabajo teléstico o perfeccionamiento" mediante el cual el candidato a la iniciación se transformaba en un vidente, profeta, Hijo de Dios o Cristo. El símbolo en cuestión tenía el mismo portento oculto como el “thyrsus”, la varita que Dionisio y sus ayudantes o candidatos llevaban a la iniciación, el “bacchae" también llamado “maenades” y “thyiades”. Para los estudiantes de Platón y aquéllos que se dedican al estudio de los misterios griegos, bien conocido es el proverbio:

“¡Muchos son los que llevan la varita mágica, pero muy pocos los verdaderos videntes o profetas!”

También el Caduceo de Hermes o Mercurio simbolizaba las mismas potencialidades telésticas o de perfeccionamiento, ya que representa a Pingala, Ida y Sushumna, el Poder Serpentino, Kundalini (el "speirema" o Serpiente Enrollada de la Gnosis) o el Espíritu Santo.

Junto a los ejercicios mencionados anteriormente, siempre cumpliendo a cabalidad las instrucciones del autor alemán, me dediqué con gran interés a observar los cristales. Desde que era niño conocía esta práctica de manera inconsciente cuando, a la edad de cinco años, me fascinaban y atraían las extrañas visiones que observaba ocasionalmente cuando miraba el tapón de cristal de una botella. En ese momento estaba muy lejos de pensar que tenía poderes latentes de videncia y era muy poco consciente de que iba a meterme en serios problemas si me faltaba una guía apropiada en el laberinto traicionero de las visiones astrales, ofrecidas profusamente por la observación de cristales en esa etapa temprana de mi vida.

En tales circunstancias, las predisposiciones o los "regalos" me comprometieron devocionalmente en prácticas peligrosas, tan despreocupada y abundantemente prodigadas y descritas con todos los detalles posibles y sin ninguna precaución ni restricción en ese libro traicionero y engañoso. La catástrofe era inminente. Estaba condenado a un naufragio irreparable y al cual me estaba acercando a toda velocidad y tan inexorable como la muerte misma.

¡Pero afortunadamente alguien me estaba cuidando! Muchas veces, antes y después, he sido consciente de haber sido eclipsado por un Protector y Benefactor Invisible. Por supuesto, esto no es un privilegio otorgado por la Divina Providencia sólo para mí, como si fuera un ser humano excepcional. Estoy lejos de ser una excepción en todo el mundo y soy un mortal común. Toda persona, sin excepción, tiene su Ángel Guardián [consultar aquí para aclaraciones], pero la mayoría de nosotros no creemos en cosas o seres invisibles o no prestamos la debida atención cada vez que nuestro Benefactor Invisible nos prodiga sus servicios y protección.

Llevaba más o menos quince días desde que comencé los ejercicios mencionados cuando una noche inolvidable (hace treinta años o más) fui visitado -mientras estaba en el Espíritu- por un hombre moreno y barbudo, lleno de su virilidad, cuya salud floreciente y exuberante trajo a mi memoria al conde de Saint Germain y el elixir de la vida.

Se dirigió a mí en francés y dijo con voz imperativa y convincente:
“Je suis occultiste et je vous suis. Prenez garde! La mort ou la maison des aliènes vous attendent" (“Soy ocultista y le observo. ¡Cuidado! La muerte o Bedlam te esperan").

Yo, comprendiendo de inmediato el significado de su advertencia, respondí:

"Comment donc pourrais-je satisfaire ma soif irresitible de conaissance?" ("¿Cómo podría satisfacer mi insaciable sed de conocimiento?"). 

Mi benévolo Benefactor tres veces más grande respondió:
"Je vais vous répondre par un vers de votre grand Pindare" ("Contestaré por medio de un verso de Píndaro"). Y, al decirlo, recitó en griego antiguo la siguiente cita:

"Cuando el Sol brille en la inmensidad y el caos de los Cielos, y tú, mi Alma, quieras cantar, alabar y celebrar las obras, la fama y los méritos de un Héroe o Heroína, en vano buscarás otra estrella digna de más exaltación o gloria: ningún rival se atreve a comparecer ante la insuperable Gloria del Señor del Cielo".

Y continuó, como citando la Biblia: “Quiconque boit de l'eau que vous buvez, aura encore soif; mais celui qui boira de l'eau que je lui indiquerai n'aura jamais soif, et l'eau que je lui donnerai deviendra en lui une source qui jaillira jusque dans la vie eternelle" ("Quienquiera que beba del agua que estáis tomando volverá a tener sed; pero quien bebiere del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, porque el agua que yo le daré será en él un manantial que lo acompañará por la vida eterna"). 

Y cuando le pedí que me indicara el Héroe Intelectual o Espiritual que podría de manera total, satisfactoria y radical saciar mi sed de conocimiento, mi Benefactor tres veces grande puso su mano derecha en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó algo que me mostró...

¡Era un retrato de Madame Helena Petrovna Blavatsky, resplandeciente de gloria!

Antony Philip Halas

(Traducido al inglés de mi artículo correspondiente en griego, publicado en la "Scientific Encyclopaedia", Atenas, 1958). 


NOTA: El señor Halas agregó esta nota a su documento mecanografiado: "Las obras de Madame Helena Petrovna Blavatsky eclipsan todos los demás escritos humanos, como el mediodía del Sol a todas las demás estrellas".