H.P. Blavatsky
Existe "una serie casi interminable de jerarquías de seres sensibles" (Dhyani-Chohans o "ángeles"), pero "la individualidad es la característica de sus respectivas jerarquías, no de sus unidades” (H.P. Blavatsky, “La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 274, 275).
Ningún ser angelical tiene cualidades personales, ya que ha superado y abandonado todos los elementos de la personalidad en épocas pasadas cuando se abre camino desde la condición humana a la angélica. Ningún ángel piensa: "Esa persona está en problemas... ¡voy a intervenir!", o "esa persona está orando para que un ángel lo ayude... ¡responderé a su oración y le daré lo que quiere!"
Implicar que un ángel tiene el sentimiento de personalidad y también la naturaleza emocional o sentimental es simplemente ridículo desde la perspectiva de la lógica, la filosofía y el esoterismo.
Tales cualidades son características terrenales y humanas y no están presentes en los Seres de Jerarquías Angélicas, ya que han evolucionado mucho más allá de esos aspectos hace bastante tiempo.
"Cada 'Espíritu' así llamado es un hombre futuro o desencarnado. Desde el Arcángel más alto (Dhyani-Chohan) hasta el último 'Constructor' consciente (la clase inferior de Entidades Espirituales), todos ellos son hombres que han vivido hace eones en otros Manvantaras, en esta u otras Esferas; por lo que los Elementales inferiores, semi-inteligentes y no inteligentes son todos humanos futuros. El sólo hecho de que un Espíritu está dotado de inteligencia es una prueba para el ocultista de que ese Ser debe haber sido un humano y adquirió su conocimiento e inteligencia a lo largo del ciclo" (H.P. Blavatsky, “La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 277).
Contrariamente a la noción popular cristiana de que los ángeles son "creados conscientes y perfectos por Dios", la Teosofía sostiene que el conocimiento, la inteligencia y la conciencia son cualidades que deben adquirirse y no pueden ser otorgadas a alguien, ¡porque hacerlo sería contravenir toda la Ley de Evolución!
Esos atributos sólamente se ganan pasando por la etapa humana del progreso evolutivo y no existe otra manera. Citamos nuevamente de “La Doctrina Secreta”:
“Como enseña la doctrina, no hay tales seres privilegiados en el Universo, ya sea en nuestro sistema u otros, en los mundos externos o internos [una declaración muy precisa, categórica e inequívoca que no deja lugar para malentendidos] como los ángeles de la religión occidental y la judaica. Un Dhyani Chohan debe convertirse en tal; no puede aparecer de repente en el plano de la vida totalmente desarrollado. La Jerarquía Celeste del presente Manvantara se encontrará transferida en el próximo ciclo de vida a mundos superiores y dará lugar a una nueva jerarquía compuesta por los elegidos de nuestra humanidad (…) Los dioses, creados como tales, no demostrarían ningún mérito personal por serlo (…) serían el símbolo de una injusticia eterna de carácter bastante satánico, un crimen siempre presente. Es una anomalía y una imposibilidad en la Naturaleza” (vol. 1, p. 221-222).
Sin embargo, si tuviéramos que dar crédito a las descripciones y detalles de los así llamados "ángeles" que en la actualidad tantas personas ofrecen fácilmente y quienes dicen estar en contacto con ellos, tendríamos que aceptar que de hecho muchos ángeles son entidades altamente sentimentales y emocionales, por no decir inmaduras y profundamente ignorantes que muchos seres humanos en la mayoría de los casos.
Los individuos que piensan estar en comunicación con un ángel se confunden invariablemente. En efecto, pueden estar en contacto con algo, a excepción de aquéllos casos en que simplemente se conectan con sus propias imaginaciones descontroladas, pero la naturaleza e identidad reales de ese "algo" probablemente los llenaría de horror si vieran lo que es en realidad.
Para una explicación más detallada en este sentido, véanse artículos como "Peligros y engaños de la canalización", “Psiquismo y espiritualidad: un binomio irreconciliable” y “¡Cuidado con los Rishis estelares!”
Estos seres angélicos operan únicamente como jerarquías, nunca como unidades individuales, y su trabajo en el Universo -que es absolutamente impersonal e involucra y contribuye al TODO y no a la parte- se rige por la Ley inmutable del Karma, como todo lo demás.
Madame Blavatsky continuó diciendo: "No son ni 'ministros' ni 'ángeles protectores'; tampoco son 'Anunciadores del Altísimo' ni mucho menos los 'Mensajeros de la ira' de ningún Dios como el que ha creado el hombre. Apelar a su protección es tan tonto como creer que su simpatía puede asegurarse por cualquier tipo de propiciación, porque al igual que el hombre mismo son esclavos y criaturas de la inmutable ley kármica y kósmica” (vol. 1, p. 276).
Es decir, la Ley del destino autocreado que se conoce como Karma (causa y efecto, acción y reacción, secuencia y consecuencia) es el medio por el cual el Universo mantiene su equilibrio y armonía constantes.
Nada acontece fuera del Karma. Todo lo que nos sucede en la vida está kármicamente destinado o kármicamente permitido, y no puede ser de otra manera [aquí otro enlace relativo a la estupidez de ser siempre "buenos" o "malos" en el ámbito físico-dual]. Por tanto, toda oración, ya sea para nosotros mismos u otros, es vana e inútil en última instancia como enseñó Buda.
Todo procede de acuerdo con la Ley del Karma, nos guste o no, lo creamos y lo aceptemos o no; y ninguna plegaria, llanto, ruego, intercesión, afirmación, etc., puede interferir con la Ley del Universo, sin importar cuán sinceros y devotos puedan ser o lo desesperada que parezca la situación.
Una de las muchas pruebas de esto es el hecho de que al menos el 95% de todas las oraciones quedan para siempre sin respuesta, como cualquier ministro religioso honesto y sensato admitirá fácilmente.
La Ley sabe lo que hace y todo procede perfectamente en el orden divino y como debe ser, aunque muchas veces no lo veamos así por nuestra percepción limitada.
Como dice Buda en el texto clásico "La Luz de Asia": "¡No pidan nada al silencio, porque no puede hablar! ¡No atormenten vuestros espíritus afligidos con sufrimientos piadosos! Hermanos, hermanas, no esperen nada de los dioses implacables, ofreciéndoles himnos y dones, no pretendan sobornarlos con sacrificios sangrientos, ni los alimenten con frutos y pasteles; hay que buscar la liberación en nosotros mismos; cada hombre se crea su cárcel, cada uno tiene tanto poder como los más poderosos; porque para todas las Potencias que están encima, alrededor y debajo de nosotros, como para toda criatura viviente, el acto [Karma] es lo que trae alegría o sufrimiento".
De esta manera, los “ángeles guardianes” o “protectores” sólo pertenecen al reino ilusorio de la fantasía basada en el cristianismo.
Como señalamos, nuestro "Guardián" no es ningún tipo de ángel, sino el propio Ego Superior. Éste no debe confundirse con el Ser Superior o Atman, el Espíritu eterno y puro que no es individual ni está separado de ninguna manera. No es ni “mi Ser Superior” ni “tu Ser Superior”, sino el SER Único y Universal de TODO.
Nuestro Ser Superior no se inmiscuye en nada y no hay nada que deba hacer, excepto SER, porque sólo AQUÉLLO es la Realidad única, suprema y última. Es, literalmente, la totalidad divina en sí. "Este Atman es Brahman", como los Upanishads del hinduismo sostienen tan clara y repetidamente.
El Ego Superior es un aspecto claramente individual. En las enseñanzas de la Teosofía se hace referencia colectivamente a esta parte de nuestra constitución como Hijos de la Sabiduría, Señores de la Llama, Manasaputras, Agnishvattas, Kumaras, Pitris Solares, Dhyanis de Fuego, etc. Son seres altamente avanzados, "Inteligencias elevadas" de ciclos evolutivos pasados. A mediados de la raza raíz lemuriana descendieron a nuestro plano y establecieron su residencia -por así decirlo- en los lemurianos inconscientes, e hicieron del hombre una entidad pensante, inteligente y consciente de sí misma, capaz de lograr su verdadera naturaleza divina y la percepción de la unidad y divinidad de toda la vida.
Se convirtieron en las mentes, los egos o almas individuales de la humanidad. El alma, la individualidad autoconsciente de cada persona es una de esas entidades, aunque la mayoría de las veces no nos damos cuenta ni lo reconocemos y en cambio nos identificamos con la naturaleza personal y corporal. Estos "Hijos de la Sabiduría" o "de la Mente" se convirtieron en el Principio de Manas reencarnado en el ser humano.
El Ego Superior es el vínculo intermedio entre el hombre animal o bruto de “abajo” y el Ser Superior, el Espíritu Único.
Muchas personas que tienen E.C.M. (Experiencias Cercanas a la Muerte) o que en realidad mueren y luego son reanimadas, describen haber conocido a un “ser de luz” con el cual percibían un maravilloso sentido de identidad y unidad y cuya naturaleza parecía ser de amor, compasión y aceptación perfectos.
El "ser de luz" no es un "ángel guardián", tampoco es Jesús y menos aún Dios, que no existe como tal de acuerdo con las enseñanzas teosóficas. Es tu propio Ego Superior, la individualidad espiritual permanente de la cual tu individualidad personal es el reflejo actual, efímero y kármicamente imperfecto en el plano físico de la existencia.
Esta es una enseñanza compleja, altamente metafísica y misteriosa, "uno de esos temas sobre los que se puede revelar muy poco al público general". Sin embargo, es este Ego Superior o Manas Superior lo que nos protege cuando y en la manera que puede, y esto siempre se determina de acuerdo con la Ley del Karma. No responde a oraciones, súplicas o mandatos presuntuosos.
La norma kármica es "la Ley suprema del Universo", como dice H.P. Blavatsky en "La Clave de la Teosofía". Por lo tanto, nunca existe una injusticia real ya que sólo nosotros somos los únicos creadores de nuestro destino y futuro.
Como afirmaron H.P.B. y los Maestros, quien desee avanzar en el camino de la espiritualidad esotérica, el sendero de la Sabiduría Antigua y Sempiterna, debe abandonar las nociones fantásticas que hemos discutido y, en palabras del Maestro K.H., "pasar desde tu tierra de sueño y ficción a nuestra comarca verdadera de hechos reales y severos".