David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016
Contenidos Parte B:
01. Primeras teorías
Parte B: Hipótesis de la Tierra hueca
01. Primeras teorías
Desde la revolución científica, un pequeño número de estudiosos notables ha propuesto la posibilidad de una Tierra hueca. Uno de los primeros fue el célebre astrónomo y matemático inglés Sir Edmond Halley (1656-1742), quien calculó que los cometas avistados en 1531, 1607 y 1682 eran el mismo objeto (ahora bautizado en su honor) y volvería en 1758. Halley sostuvo que la Tierra poseía una corteza externa de unos 800 kms. en espesura, y un interior hueco con tres esferas concéntricas más pequeñas del tamaño aproximado de Venus, Marte y Mercurio, cada una separada por 800 km. de atmósfera. El autor pensó que la "bola" más pequeña formaba un núcleo sólido, especulando que los globos internos podrían estar habitados pues "todas las partes de la Creación abundan en seres animados"; asimismo, la luz podía producirse de varias maneras: mediante una atmósfera luminosa, por los lados interiores de esas esferas o posibles "soles pequeños" dentro de la Tierra (1).
El principal argumento de Halley se basó en un estudio sobre variaciones en la brújula magnética, llevándole a creer que la Tierra tenía dos pares de polos homónimos (situados en Spitzbergen y al sur de las Américas): uno estacionario y otro que se movía lentamente al oeste. Para explicarlo, aseveró que las posiciones estáticas se hallaban incrustadas en la esfera planetaria externa, mientras que las móviles permanecían en un globo interior que gira un poco más lento que el primero. Otra de sus razones se fundamenta en cifras incorrectas contenidas en los Principia de Newton (1687). Según Halley, suponiendo que la masa terrestre es 26 veces la de la Luna y que la densidad de ésta última es mayor a nuestro planeta (proporción 9:5), los 5/9 del volumen terrestre deben representar una "cavidad" para igualarse en compactación con su satélite natural. No obstante y de acuerdo con cálculos modernos, la masa de la Tierra equivale a 81 veces la de aquél, y también ella es 1,67 veces más densa.
Arriba: retrato de un Halley octogenario, sosteniendo su dibujo de la Tierra hueca. Debajo: esquema ilustrativo (1692).
Edmond presentó dicha teoría a la Royal Society en 1691 y fue publicada al año siguiente. Concitó mucho interés y tuvo varias reimpresiones durante el siglo XVIII y principios del XIX, aunque se encontró con posturas disímiles:
"El puritano estadounidense Cotton Mather admiraba la noción de Tierra hueca por Halley y la incluyó en su libro The Christian Philosopher. William Whiston, matemático y clérigo que sirvió como asistente de Newton y luego sucesor como docente lucasiano en Cambridge, no sólo aceptó la teoría de Halley, sino que creía además que el Sol y otros cuerpos celestes y cometas estaban habitados por su oquedad. Por otro lado, la mayoría de miembros en la naciente comunidad científica respondió con menos entusiasmo. Newton, por ejemplo, nunca incorporó la noción de Tierra hueca en ediciones posteriores del Principia, sin duda porque reconoció el error en su estimación de densidad lunar y la redujo" (2).
Halley nunca abandonó su hipótesis. En 1716 aseveró que las impresionantes apariciones de auroras boreales eran causadas por vapores luminosos originados al interior planetario, a través de la corteza relativamente fina en las regiones polares, y en un retrato de él como Astrónomo Real, pintado en 1736, se lo ve empuñando su famoso dibujo.
Según algunos investigadores, Leonhard Euler (1707-1783), célebre matemático y físico suizo, especuló que la Tierra comportaba un interior hueco en cuyo centro existía un pequeño núcleo brillante, a modo de "sol en miniatura" para los hipotéticos pobladores del mundo interno (3), pero el caso es que no hay escritos conocidos donde Leonhard presente tales ideas (4). No obstante, sí discutió un experimento filosófico acerca de la gravedad, en el cual se cavaba un agujero de un lado a otro de la Tierra, y concluye que la gravitación atrae a todos los cuerpos hacia el corazón terrestre; su intensidad aumenta en la superficie y disminuye a medida que nos movemos hacia arriba desde aquélla, o hacia abajo en dirección al núcleo planetario, llegando a nivel cero en este nivel (5). Euler se refiere a la teoría por Halley de que la Tierra posee cuatro polos magnéticos y que existe "una doble piedra angular en las entrañas" del planeta, pero describe la hipótesis como una "conjetura más bien audaz" y favorece la noción (moderna) de que hay sólo dos extremos magnéticos (6). La primera persona que conectó a Euler con la Tierra hueca parece haber sido James McBride en un libro de 1826, que promueve la inferencia homónima por John Symmes (7; ver más abajo).
Sir John Leslie (1766-1832), físico y matemático escocés, creía que si la Tierra fuera del todo sólida, sería inimaginablemente más densa de lo aceptado, y elaboró esa idea a partir de sus opiniones sobre la compresibilidad de materia bajo gravitación; a diferencia de muchos otros científicos, pensaba que el agua era compresible, y por lo tanto propuso que el planeta debía ser hueco, cuya corteza o "cáscara" era sólo una proporción muy pequeña de su diámetro, y que la "vasta cavidad subterránea" no era un vacío absoluto, sino que estaba lleno de "la esencia etérica más pura, o luz en su nivel más concentrado" (8). Contrariamente a lo que algunos escritores opinan, Leslie nunca dijo que esa región soterrana incluyera dos soles llamados "Plutón" y "Proserpina" (9), y asimismo no obtuvo ningún apoyo de colegas científicos para sus ideas, pero la novela clásica Viaje al centro de la Tierra por Julio Verne (1864) se inspiró parcialmente en ellas.
Ilustración basada en la obra Viaje al centro de la Tierra (rou-g.deviantart.com).
Desde entonces, el concepto de "Tierra hueca" ha recibido poco interés de los científicos, pero hubo excepciones ocasionales. En 1892 C. Lapworth escribió:
"(...) por todas partes encontramos evidencias de aplastamiento simétrico de la corteza terrestre por esfuerzos tangenciales, y también pruebas de que diferentes capas en aquélla han sido afectadas en modo diferido y los estratos externos presentan el mayor pliegue. Al parecer no estamos tratando con un globo sólido, sino una cáscara globular compuesta por muchos niveles.
Desde entonces, el concepto de "Tierra hueca" ha recibido poco interés de los científicos, pero hubo excepciones ocasionales. En 1892 C. Lapworth escribió:
"(...) por todas partes encontramos evidencias de aplastamiento simétrico de la corteza terrestre por esfuerzos tangenciales, y también pruebas de que diferentes capas en aquélla han sido afectadas en modo diferido y los estratos externos presentan el mayor pliegue. Al parecer no estamos tratando con un globo sólido, sino una cáscara globular compuesta por muchos niveles.
¿No es posible acaso que nuestra Tierra sea una cáscara hueca, o una serie de coberturas concéntricas, en cuya superficie la gravedad es máxima y prácticamente inexistente en su interior más profundo? ¿No puede ser éste también el caso del Sol, mediante cuyos remolinos de manchas podemos mirar en su interior vacío?" (10).
En 1818 el capitán John Cleves Symmes (1780-1829) propuso que la Tierra consistía en un revestimiento externo de aproximadamente 1600 kms. de grueso y un interior hueco, incluidas enormes aberturas en los polos: 6400 kms. en el norte y 9600 para la región austral. La refracción de luz solar filtrada a través de estos agujeros supuestamente permitía que todo el mundo interior disfrutara de luminosidad perpetua. Al principio Symmes planteaba que dentro de la cáscara externa y sólida había varios globos interiores y homocéntricos, todas habitables en sus superficies cóncavas y convexas, pero más tarde adoptó la idea más simple de una sóla esfera vacua y aseveró que todos los cuerpos celestes tenían una estructura similar (11).
Diagrama por Symmes de la Tierra hueca, mostrando una esfera interna (12).
Es difícil ver cómo un planeta recién formado podría convertirse en una serie de esferas concéntricas, pero Symmes interpretó los anillos de Saturno y los cinturones nubosos en Júpiter como evidencias de su postulado. Sus argumentos en favor de las gigantescas aberturas polares tampoco eran muy convincentes, citando el supuesto clima anormalmente cálido en esas regiones, y creía que no había hielo más allá de cierta latitud. También invocó la supuesta migración hacia el norte de aves y animales polares, el comportamiento errático de la brújula cerca de los polos y la aurora boreal, que pensaba era originada por rayos solares que se reflejaban en océanos internos y emergían a través de las mencionadas oquedades. Añadía que los exploradores probablemente habían navegado a cierta distancia sobre el borde de las aberturas, pero no lo suficiente para darse cuenta de su ubicación. Sus críticos replicaron que una persona en el mundo interior casi no tendría peso, y que la fuerza centrífuga producida por la rotación terrestre haría poco para compensar la atracción hacia arriba ejercida por gran parte del resto del globo; sin embargo, Symmes rechazaba la física newtoniana y sugirió que la gravedad era una fuerza de impulso ejercida por partículas ínfimas, huecas y eterizadas.
Es difícil ver cómo un planeta recién formado podría convertirse en una serie de esferas concéntricas, pero Symmes interpretó los anillos de Saturno y los cinturones nubosos en Júpiter como evidencias de su postulado. Sus argumentos en favor de las gigantescas aberturas polares tampoco eran muy convincentes, citando el supuesto clima anormalmente cálido en esas regiones, y creía que no había hielo más allá de cierta latitud. También invocó la supuesta migración hacia el norte de aves y animales polares, el comportamiento errático de la brújula cerca de los polos y la aurora boreal, que pensaba era originada por rayos solares que se reflejaban en océanos internos y emergían a través de las mencionadas oquedades. Añadía que los exploradores probablemente habían navegado a cierta distancia sobre el borde de las aberturas, pero no lo suficiente para darse cuenta de su ubicación. Sus críticos replicaron que una persona en el mundo interior casi no tendría peso, y que la fuerza centrífuga producida por la rotación terrestre haría poco para compensar la atracción hacia arriba ejercida por gran parte del resto del globo; sin embargo, Symmes rechazaba la física newtoniana y sugirió que la gravedad era una fuerza de impulso ejercida por partículas ínfimas, huecas y eterizadas.
El agujero gigante de acuerdo con Symmes.
Symmes desempeñó un rol importante al masificar el concepto de una "Tierra hueca" en Estados Unidos, pero sus relatos sobre "enormes aberturas polares" le valieron amplias bufonadas. Las alusiones al tópico eran frecuentes en la década de 1820, y si alguien desaparecía repentinamente, el comentario solía ser "esperemos que haya ido al agujero de Symmes". John Cleves anunció que estaba listo para dirigir una expedición al mundo interior, siendo sus únicos términos "el patrocinio de este y el nuevo mundo", y así dedicó la empresa a sus esposa y diez hijos. En al menos nueve oportunidades se presentaron y debatieron solicitudes firmadas por cientos de acólitos de Symmes ante el Parlamento con miras a financiar tal periplo, pero sin éxito. Sin embargo, el entusiasmo por estas ideas parece haber sido responsable en gran parte por el viaje norteamericano de 1838-1840, el primero en determinar que la Antártica tenía dimensiones continentales.
Symmes desempeñó un rol importante al masificar el concepto de una "Tierra hueca" en Estados Unidos, pero sus relatos sobre "enormes aberturas polares" le valieron amplias bufonadas. Las alusiones al tópico eran frecuentes en la década de 1820, y si alguien desaparecía repentinamente, el comentario solía ser "esperemos que haya ido al agujero de Symmes". John Cleves anunció que estaba listo para dirigir una expedición al mundo interior, siendo sus únicos términos "el patrocinio de este y el nuevo mundo", y así dedicó la empresa a sus esposa y diez hijos. En al menos nueve oportunidades se presentaron y debatieron solicitudes firmadas por cientos de acólitos de Symmes ante el Parlamento con miras a financiar tal periplo, pero sin éxito. Sin embargo, el entusiasmo por estas ideas parece haber sido responsable en gran parte por el viaje norteamericano de 1838-1840, el primero en determinar que la Antártica tenía dimensiones continentales.
Mientras Symmes aparentemente era el primer individuo en tiempos modernos que se refería a aberturas polares conducentes a una Tierra hueca, hubo ecos de ello en los escritos de varios autores durante el siglo XVII. Por ejemplo, en Mundus Subterraneus (1665) el jesuita Athanasius Kircher (1602-1680) reunió conocimientos y especulaciones alusivos al corazón planetario, y el libro se convirtió en una gran atracción editorial entre círculos científicos (13). Basándose en obras medievales, Kircher afirmó que los océanos septentrionales fluyen a través de cuatro canales hacia un mar polar abierto, y entran en un gran remolino del Polo Norte; luego pasaban por un sistema de ríos y embalses dentro de la Tierra y finalmente salían por el extremo sur. Incluso comparó esta descripción con el sistema digestivo humano y la recién descubierta circulación sanguínea. También Kircher creía que el interior terrestre incluía una red de canales y cámaras llenos de fuego y lava, mientras que otras grutas subterráneas y pasadizos eran hogar de gigantes, dragones, espíritus y demonios.
Diagrama de Kircher que muestra los océanos absorbidos en una abertura del Polo Norte.
En 1871 se publicó The Hollow Globe (14), escrito por William F. Lyon, basado en información canalizada a través del clarividente M.L. Sherman. El tema central del libro es que la Tierra constituye una esfera hueca, con un recubrimiento de entre 50 y 65 kms. en espesura, y que la superficie intestina es un "mundo hermoso" en una condición más desarrollada que el exterior, siendo accesible por una apertura en forma de espiral situada en el "mar polar abierto e inexplorado". Se dice también que la superficie interna y cóncava del planeta es habitable. El libro presenta varios argumentos contra la entonces teoría dominante de que, bajo su fina corteza, la Tierra estaba llena de lava fundida, y además declaró que los poderes espirituales o "constructores del mundo" hicieron todos los planetas huecos, porque esa es la forma más simple y económica que proporciona la mayor cantidad de fuerza compatible con una menor cantidad de material.
En 1871 se publicó The Hollow Globe (14), escrito por William F. Lyon, basado en información canalizada a través del clarividente M.L. Sherman. El tema central del libro es que la Tierra constituye una esfera hueca, con un recubrimiento de entre 50 y 65 kms. en espesura, y que la superficie intestina es un "mundo hermoso" en una condición más desarrollada que el exterior, siendo accesible por una apertura en forma de espiral situada en el "mar polar abierto e inexplorado". Se dice también que la superficie interna y cóncava del planeta es habitable. El libro presenta varios argumentos contra la entonces teoría dominante de que, bajo su fina corteza, la Tierra estaba llena de lava fundida, y además declaró que los poderes espirituales o "constructores del mundo" hicieron todos los planetas huecos, porque esa es la forma más simple y económica que proporciona la mayor cantidad de fuerza compatible con una menor cantidad de material.
El libro de Lyon y Sherman fue comentado en la revista The Theosophist hacia julio de 1884 (15). El artículo está sin firmar, lo que implica que fue compuesto -o por lo menos aprobado- por Helena Blavatsky, su editora. La revisión indica que el escrito muestra un alto grado de inteligencia y el "espíritu" que lo inspiró fue probablemente uno de los Adeptos implicados en la fundación de la Sociedad Teosófica. Concluye que "al igual que otras obras de carácter similar, este libro apareció antes que el mundo tenga la madurez suficiente para comprenderlo, y en consecuencia es conocido y apreciado sólo por relativamente pocos". El revisor manifiesta la esperanza de que Lyon cumpliera su deseo de ingresar a las entrañas planetarias, "y si no es en su presente encarnación, será en la siguiente como miembro de la Sexta Raza, cuyos precursores ya han aparecido en la superficie exterior de nuestro globo hueco".
Otro libro destacado es Etidorhpa or The End of Earth por John Uri Lloyd (Etidorhpa es "Aphrodite" al revés), publicado en 1895 (16). Concebido en forma de novela -pues se trata de una historia dentro de otra-, parece implicar cierta cantidad de información científica y esotérica. La Tierra se representa como hueca, con una capa exterior de 1280 kms. de grueso (ciertamente más plausible que la cifra dada por Lyon y Sherman, e incluso algunos "terrahuequistas" sugieren 1600, 3200 kms. o más). Se dice que esta capa es abovedada con cavernas y alberga extensos tipos de vida vegetal y animal. A cierta profundidad la Tierra comenzaría a generar su propia luz, y Lloyd señaló asimismo que la gravedad se elevaba a 16 kms. bajo el nivel marino y luego disminuye constantemente, alcanzando cero en la "esfera de descanso", a 1120 kms. bajo la superficie externa y 160 de la interior. No se ofrecen detalles sobre los ámbitos o círculos internos, pero sí implica que son habitables.
En su obra que desacredita la Tierra hueca, Kafton-Minkel describe Etidorhpa como una obra especial y la más destacada novela del mundo interior (17). El texto fue comercializado por la Sociedad Teosófica Point Loma, y apareció el siguiente aviso en su revista Theosophy, mayo de 1896 (p. 62): "Uno de los libros más fascinantes que ha aparecido durante años es Etidorhpa. Es una ficción del tipo más científico, llena de hechos y teorías para el ciudadano promedio, y una veta de ocultismo serio recorre sus 360 páginas. El autor (...) es uno de los químicos más conocidos en EE.UU. y su libro ha despertado un maravilloso interés entre especialistas y literatos. Es seguro decir que ningún texto parecido ha hecho reflexionar con seriedad a tantos en varios años. Tendrá un interés adicional para los miembros de la S.T. debido a las muchas ilustraciones por J. Augustus Knapp de Cincinnati, uno de nuestros comprometidos miembros".
Callum Coats llama la atención sobre los importantes datos en Etidorhpa sobre el funcionamiento de manantiales y pozos artesianos (18) y comenta: "(...) de acuerdo con todas las demás estructuras celulo-globulares, la Tierra puede ser más hueca de lo que pensamos, lo cual puede ser un motivo de su reverberación cuando se liberan descargas sísmicas, y considerando que los cuerpos sólidos no lo hacen tan fácilmente" (19).
Referencias
1. Edmond Halley, "An account of the cause of the change of the variation of the magnetical needle, with an hypothesis of the structure of the internal parts of the earth", Philosophical Transactions, v. 16, 1692, p. 563-78, us.archive.org; N. Kollerstrom, "The hollow world of Edmond Halley", Journal for History of Astronomy, v. 23, 1992, p. 185-92, dioi.org; Walter Kafton-Minkel, Subterranean Worlds: 100,000 years of dragons, dwarfs, the dead, lost races & UFOs from inside the earth, Port Townsend, WA: Loompanics Unlimited, 1989, p. 52-4.
2. Duane Griffin, "What curiosity in the structure: the hollow earth in science", p. 9 (en Hanjo Berressem, Michael Bucher y Uwe Schwagmeier (editores), "Between Science and Fiction: The hollow earth as concept and conceit", Münster: LIT Verlag, 2012, p. 3-33).
3. Subterranean Worlds, p. 55.
4. Ed Sandifer, "Euler and the hollow earth: fact or fiction?", abril de 2007, eulerarchive.maa.org.
5. "Letters of Euler on Different Subjects in Natural Philosophy". Dirigidas a una princesa alemana, vol. 1, 1833, cartas XLIX y L, p. 176-82, us.archive.org.
6. "Letters of Euler on Different Subjects in Natural Philosophy". Dirigidas a una princesa alemana, vol. 2, 1835, carta LIX, p. 203-7, archive.org.
7. James McBride, Symmes’s Theory of Concentric Spheres; demonstrating that the earth is hollow, habitable within, and widely open about the poles, 1826, p. 132-3, archive.org; David Standish, Hollow Earth: The long and curious history of imagining strange lands, fantastical creatures, advanced civilizations, and marvelous machines below the earth’s surface, Cambridge, MA: Da Capo Pres, 2006, p. 48.
8. John Leslie, Elements of Natural Philosophy, Including Mechanics and Hydrostatics, 2da ed., 1829, p. 449-53, archive.org; Griffin, "What curiosity in the structure: the hollow earth in science", p. 9-10.
9. Subterranean Worlds, p. 55.
10. C. Lapworth, "The heights and hollows of the earth’s surface", Proceed. R. Geogr. Soc., v. 14, 1892, p. 688-97 (p. 697).
11. McBride, "Symmes’s Theory of Concentric Spheres", archive.org; Subterranean Worlds, p. 56-73; Joscelyn Godwin, Arktos: The polar myth in science, symbolism, and Nazi survival, Grand Rapids, MI: Phanes Press, 1993, p. 109-12; Duane A. Griffin, "Hollow and habitable within: Symmes’s theory of earth’s internal structure and polar geography", Physical Geography, v. 25, n° 5, 2004, p. 382-97, facstaff.bucknell.edu; Standish, Hollow Earth, p. 39-84.
12. Capitán Adam Seaborn (C.J. Symmes), Symzonia: A voyage of discovery, 1820, xroads.virginia.edu.
13. Arktos, p. 106-8; Subterranean Worlds, p. 50-2; Standish, Hollow Earth, p. 21-4.
14. M.L. Sherman y William F. Lyon, The Hollow Globe; or the World’s Agitator and Reconciler. A treatise on the physical conformation of the earth, Chicago: Religio-Philosophical Publishing House, 1871 (Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1971); 2da ed., 1876.
15. "The Hollow Globe. By M.L. Sherman", The Theosophist, v. 5, n° 10, p. 251-4, julio de 1884.
16. John Uri Lloyd, Etidorhpa or the End of Earth, Cincinnati: Robert Clarke Company, 1895, 11ava ed. 1901; reimpreso por Mokelumne Hill, CA: Health Research (healthresearchbooks.com), 1983; y Kila, MT: Kessinger (kessinger.net), sin fecha.
17. Subterranean Worlds, p. 265-70.
18. Callum Coats, Living Energies: An exposition of concepts related to the theories of Viktor Schauberger, Bath: Gateway Books, 1996, p. 133-4.
19. Ibídem, p. 86.