21 de diciembre de 2023

Inversiones polares y catástrofes geológicas (5 de 12)

David Pratt
Enero 2000, octubre 2023


Contenidos (final Parte C):

03. Perturbaciones axiales y debacles geológicas
04. Cataclismos y ciclo precesional
05. La Tierra en movimiento


03. Perturbaciones axiales y debacles geológicas

Además de la oblicuidad paulatina en el eje, que asciende a unos 4° cada 25.920 años, se originan traslados "repentinos" de polos o perturbaciones axiales que a su vez causan trastornos geológicos de envergadura. Los libros teosóficos no dan detalles sobre su magnitud o el ritmo al que tienen lugar, si bien Blavatsky consigna que desde el surgimiento de la primera Raza-Raíz en la presente Cuarta Ronda "ya se han producido cuatro [alteraciones] de ese tipo, cuando los viejos continentes -salvo el primero- fueron absorbidos por los océanos, aparecieron otras tierras y emergieron inmensas cadenas montañosas donde antes no había. La faz del globo cambiaba completamente cada vez" (1). En consecuencia, los virajes polares tuvieron roles en cataclismos que afectaron a las cuatro razas-raíz y sistemas continentales previos como son descritos en Teosofía.

Blavatsky continúa: "(...) luego del primer trastocamiento geológico en el axis que terminó con todo el segundo continente [abarcando el norte de Asia, Escandinavia y Groenlandia] llevado hasta el fondo marino con sus razas primitivas (...) vino otro descalabro del eje que retomó con la misma rapidez su grado de inclinación anterior, y cuando la Tierra efectivamente fue levantada una vez más desde el agua" (2).

Se dice que la ruina de Lemuria fue gatillada por erupciones submarinas, terremotos y menguas en la velocidad de giro planetario (3). A mediados de la Tercera Raza se produjo un desplazamiento polar: "El eje de la Rueda se inclinó. El Sol y la Luna ya no brillaban sobre las cabezas de aquella porción de los NACIDOS DEL SUDOR; la gente conocía la nieve, el hielo y la escarcha, y también hombres, plantas y animales eran empequeñecidos en su crecimiento" (4).

Para el caso de Atlántida, su fin se precipitó mediante una serie de cambios en la rotación axial en las primeras fases del Terciario, y continuaron por largas edades (5). La subsidencia comenzó en el Eoceno y gran parte se hundió durante el Mioceno (6), pero la isla más grande de Ruta (Océano Pacífico) sucumbió hace 850.000 años, en el transcurso de un desplazamiento del eje terrestre (7).

Si bien H.P.B. dice por momentos que hubo cuatro alteraciones axiales hasta la fecha, también sostiene que tres de los siete grandes cataclismos en la presente Ronda serán por oblicuidad del eje, y esto puede significar que los movimientos polares sólo desempeñan un rol central en tres debacles (quizá relacionadas principalmente con crecidas hídricas que afectaron al segundo, cuarto y sexto continentes, pues la eversión del segundo fue resultado del "primer trastorno geológico en el axis planetario") (9).

Es posible que dichos eventos implicaran una seguidilla de desvíos "pivotales", repartidos en fases extremadamente largas. Blavatsky comenta: "Los desastres raciales no son como el diluvio de cuarenta días de Noé, porque esto sería equiparable al monzón de Bombay" (10). Por otro lado, especuladores neoteosóficos aducen que fueron necesarios cientos de miles de años para que los sectores principales de Atlántida quedaran sumergidos y aparecieran nuevas tierras en su lugar, haciéndose eco de los 150.000 años que demoró el colapso de Ruta (12).


Notas

1. La Doctrina Secreta, 2:330. Cada inversión de polos origina "desplazamiento de océanos, hundimiento de tierras polares y la consiguiente elevación de nuevos continentes en regiones ecuatoriales, y viceversa" (2:360).

2. Ibídem, 1:369.
3. Ibídem, 2:141 y siguientes, 266, 324-5.
4. Ibídem, 2:329.
5. Ibídem, 2:314. El Terciario comenzó hace menos de 8 millones de años según la Teosofía, y 66 millones a tenor de la ciencia.

6. Ibídem, 1:439 nota al pie, 2:8 nota al pie, 314, 395, 433 nota al pie, 693, 710, 740.

7. Ibídem, 2:144-5. Daitya, una isla bastante grande en el Océano Índico y más exigua que Ruta, se sumergió 270.000 años atrás, mientras que el último reducto de Poseidonis -aproximadamente del tamaño de Irlanda y situado en el Atlántico- habría desaparecido en un gran cataclismo hacia 9565 a. de C. (La Doctrina Secreta, 1:650-1; Cartas Mahatma para A.P. Sinnett, TUP, 2da edición, 1926, p. 151, 155). Se dice que tanto Daitya como Ruta fueron tragadas por el mar hace 850.000 años (La Doctrina Secreta, 2:314, 433), connotando que sólo se anegaron fragmentos de la primera al mismo tiempo que la mayor porción de su homóloga índica.

8. La Doctrina Secreta, 2:329.
9. Ibídem, 1:369. La Cuarta Raza se habría visto afectada por el "segundo diluvio" (2:146), pero también padeció el cuarto "sobre nuestro globo en esta Ronda" (2:350).

10. Ibídem, 2:325.
12. La Doctrina Secreta, 2:395, 751 nota al pie.


04. Cataclismos y ciclo precesional

Se dice que advienen catástrofes con cada renovación del ciclo precesional (1), sugiriendo que también se producirán terremotos a fines de la etapa homónima presente, cuando las oblicuidades axiales pueden o no influir. ¿Y en qué momento ocurrirá? De acuerdo con la Agente de los Maestros, y puesto que hoy el ladeo llega a casi 23,5°, aún quedan otros 2,5 antes que termine la precesión, lo que da a nuestra especie un "alivio" cercano a los 16.000 años (2).

¿Cómo llega Blavatsky al guarismo de "dos grados y medio"? Ello supone que el ciclo precesional corriente se inició cuando el ángulo axial era de 25° (esto es, hace un grado y medio en escala cronológica) y terminará al completar 21. A razón de 4° cada 25.920 años, un grado y medio equivale aproximadamente a 9740 años, por lo que el actual tiempo precesivo comenzó alrededor del 7740 a. de C., y cuyo punto equinoccial estaba en medio de Cáncer, mientras se esperaría que arrancara con el ingreso en Aries (2410 a. de C.) o al armonizar con el primer punto de esa constelación unos 2160 años después.

Por lo visto, S.A. Mackey constituyó una de las procedencias para el dato de los 16.000 años (o dos grados y medio) que Blavatsky dio para el término del ciclo precesional moderno, como demostrará una comparación de citas, pero antes debemos explicar el contexto. Mackey interpretó que cada uno de los diez avataras de Vishnu denotaba un lapso precesional. Varanasi (Benarés), sede histórica de la astronomía en India, se encuentra aproximadamente a 25°N, y al finalizar allí la "era de horrores" el eje planetario se inclinaría en 65°. En diez "avataras" futuros el ángulo habría sido de 25°, y por tanto el trópico de Cáncer pasaría por Varanasi, lo cual aconteció hace 9000 años. Mackey escribe:

"Ahora bien, hemos visto que el trópico se alejaría del polo cuatro grados en cada revolución desde los puntos equinocciales (...). Y como sabemos hoy que el trópico no tiene más de 23° y algo menos de medio grado desde el ecuador, entonces aún debe moverse otros 2,5 antes que se forme otra ronda, era o Avatar, que demora unos 16.000 años en realizarse. En vista de que han transcurrido unos 9000 años desde que el trópico se hallaba vertical en Benarés, sabemos también que los DIEZ AVATARAS entregan el conocimiento de la astronomía en ese período" (3). Dicho de otro modo, y contando desde 9000 AP cuando el trópico pasó por Varanasi, los 16.000 años nos llevarán al cierre de un ciclo de 25.000, equivaliendo así a 2,5°.

Contrapóngase el párrafo previo con lo escrito por Blavatsky: "Cada año sideral, los trópicos se alejan del polo cuatro grados en cada revolución desde los puntos equinocciales, y a medida que el ecuador recorre las constelaciones del zodíaco. Ahora bien y como todo astrónomo sabe, actualmente el trópico está sólo a 23° y fracción menor a medio grado del ecuador; por lo tanto, aún le quedan 2,5 por recorrer antes que finalice el año sidéreo, lo que da al grueso de la humanidad -y en particular sus razas civilizadas- un respiro de unos 16.000 años" (4). Así, H.P.B. apunta los mismos números que Sampson, pero elimina toda referencia a Benarés y los avataras. A primera vista, pareciera que los 16.000 años (ó 2,5°) estuviesen ajenos al trasfondo.

Dentro de 16.000 años, como hace 9000, el Sol estará en Cáncer y Blavatsky semeja calcular un ciclo precesivo a partir de ese punto. Otros señalan que la "raza nacional" europea completó 9000 años de 25.920, y le quedan otros 16.000 cuando sea exterminada por vía cataclísmica.

Fred J. Dick otorga mayores corroboraciones de que un periodo importante tuvo lugar hace 9000 años. Mencionando un Comentario arcaico, Blavatsky elucida que las grandes pirámides de Egipto se fabricaron al comienzo de un ciclo precesional "cuando Dhruva (Estrella Polar) estaba en su culminación más baja, y las Krittika (Pléyades) miraban sobre su cabeza (en igual meridiano y más arriba) para observar la faena de los gigantes", e identifica la estrella en cuestión como Polaris (7). Dick establece así que las primeras obras fueron levantadas cuando ésta -la luminaria en el momento que se escribió el Comentario- tenía mayor distancia del polo real al construirse la pirámide mayor, y además un meridiano idéntico con aquél y Alcione, situada a su vez más arriba del horizonte que el polo. Según sus cálculos, el último contexto de ese tipo fue a 86.960 años AP (8), connotando que las etapas precesivas posteriores se iniciaron a intervalos de 25.920 años después, ó 61.040, 35.120 y 9200 años atrás.


Notas

1. La Doctrina Secreta, 1:649; "(...) el bien y el mal de los países están íntimamente relacionados con el comienzo y fin del ciclo [precesión]" (2:330).

2. Ibídem, 2:331. A una tasa de 4° cada 25.920 años, el eje tardaría 16.234 en moverse 2,5°.

3. Mythological Astronomy, Apéndice, p. 25-6.
4. La Doctrina Secreta, 2:331.
7. La Doctrina Secreta, 1:435.
8. The Theosophical Path, marzo 1916, p. 299. Hacia 86.960 AP, el equinoccio estaba en 6,4° de Cáncer, una constelación muy prominente en los esquemas astrológicos de Dendera (Apéndice 5), y ello coincide con las afirmaciones por Blavatsky de que "los egipcios tienen en sus zodíacos pruebas irrefutables de registros que abarcan más de tres años sidéreos y medio [precesionales], o alrededor de 87.000 años" (La Doctrina Secreta, 2: 332). Así, tenemos: 87.000 = 3,356 x 25.920, ó 3,48 x 25.000, ó 3,625 x 24.000.


05. La Tierra en movimiento

Además de su viaje anual en torno al Sol, la Tierra posee desplazamientos rotativos, precesionales y de inversión.

Según los científicos, las vueltas paulatinas que dan lugar a los equinoccios son causadas por injerencia gravitatoria de la Luna sobre el bulbo ecuatorial terrestre, y jalando alternadamente abajo-arriba, pues ella no se mueve alrededor nuestro en el plano orbital, sino en una trayectoria que a veces le da oblicuidad hacia el norte y otras al sur. Este proceso trataría de hacer que el "pivote" de la Tierra sea vertical, pero su impulso rotativo lo obstaculiza; en cambio, las fuerzas solares y lunares voltean ligeramente el axis en un nuevo sentido, provocando así su viraje. Por ello, las etapas precesivas se atribuyen al giro planetario bajo dominios del par de torsión o gravitacional ejercidos por Sol y Luna sobre nuestro esferoide.

Con arreglo a ciertos teósofos, el origen de las dinámicas solares y planetarias serían los doce "magnetismos foháticos" del zodíaco, junto con las fuerzas internas de cuerpos celestes, dando cuenta de la precesión, el movimiento absidal y el cambio del eje (1), que a su vez marca los finales y comienzos de las razas-raíz y sus principales derivadas con estragos inmensos. Dos transposiciones completas (360°) equivalen casi a la mitad de la vida útil para una raza análoga, y Blavatsky afirma que los trastornos axiales, diluvios y otros cataclismos cósmicos son gatillados por influencias del Sol y la Luna (2) (...). En una línea similar, ella declara:

"Es absolutamente falso -y sólo como muestra adicional de la gran petulancia en nuestra época- asegurar (como hacen los científicos) que todos los grandes cambios geológicos y las terribles convulsiones se originaron por fuerzas físicas ordinarias y conocidas, las cuales no eran más que herramientas o medios finales para el logro de ciertos propósitos, actuando por lo visto en forma mecánica y periódica, a través de un impulso interno mezclado con su naturaleza material, y con todo, más allá de ésta. Hay un objetivo en cada acto importante de la Naturaleza, cuyas obras son todas cíclicas; pero como las fuerzas espirituales suelen confundirse con otras puramente tangibles, las primeras son negadas por la ciencia, y por lo tanto deben permanecer desconocidas para ella, porque no las examina (...). Existe una predestinación en la vida geológica de nuestro globo, como en la historia -o el pasado y futuro- de razas y naciones, y eso está íntimamente relacionado con lo que llamamos karma" (3).

William Judge complementa así lo anterior: "Karma opera para producir cataclismos naturales por concatenación, a través de los planos mental y astral del ser. Una debacle puede atribuirse a causas físicas inmediatas, como incendios internos o desequilibrios atmosféricos, pero ellos son causados por perturbaciones creadas mediante el poder dinámico del pensamiento humano" (4). En otras palabras, por "azarosos" e "indiscriminados" que parezcan los supradichos desastres, su génesis profunda puede remontarse a las emanaciones psíquicas y los actos individuales/colectivos de la humanidad.

La Teosofía añade que los polos de la Tierra son almacenes y liberadores de vitalidad cósmica y terrestre, y sin estas "válvulas de escape" el planeta habría sido destruido hace mucho tiempo por superávit energético; de igual modo, se dice que las auroras ocurren por agitación de fuerzas electromagnético-foháticas en aquellos sectores (5). Blavatsky cita de un Comentario: "Las moradas de Fohat son muchas (...). Coloca a sus cuatro hijos ardientes (electropositivos) en los 'cuatro círculos', es decir, el ecuador, la eclíptica y los dos paralelos de declinación, o trópicos (...). Otros siete (hijos) están encargados de presidir (...) lokas en los dos extremos del Huevo de Materia (nuestra Tierra y sus polos)" (6).

Fred Dick se opuso al considerando científico de que el actual descenso en la oblicuidad del eje terrestre es causado por influencias planetarias gravitacionales o fricción de mareas, y lo atribuyó al "dueto" generado por un extremo magnético de la Tierra que es repelido, y el segundo atraído por fuerzas eléctricas solares, combinados con efectos de la acción giroscópica. Propugnaba que las sutiles energías electromagnéticas del Sol, interactuando con los efluvios magnéticos de la Tierra -especialmente en los polos-, podrían establecer un par suficiente para originar la precesión de equinoccios y el desvío gradual del eje (7): "Un par termoeléctrico de componente axial y resuelto en el plano de la eclíptica, explicaría el movimiento precesivo (...). El fenómeno paulatino de inversión se esclarece por un dúo electromagnético [de] sólo una novena parte del que causa la precesión, con un componente axial fijo y perpendicular al plano eclíptico" (8).

Añade que ese trastocamiento (o también precesión vertical) aparecería rápidamente en algunos ciclos como respuesta a influjos relacionados con el karma de la Tierra y sus habitantes, produciendo grandes cataclismos (...). El autor describió un experimento "hermoso y sugerente" por Ampère: "Un imán, cargado con platino en su parte inferior, flota erguido en el mercurio de un recipiente circular de vidrio, a cierta distancia de su centro. En medio de la superficie mercurial, se aprecia que el imán rota al sumergir un punto conectado con uno de los terminales de una batería, y estando el otro extremo unido al borde periférico del líquido. He aquí una analogía perfecta con el Sol, visto como radiador de fuerzas eléctricas" (10).

En La Doctrina Secreta, el cambio en la rapidez de giro terrestre se identifica como uno de los principales motores de trastornos geológicos. Si la velocidad aumenta, la mayor fuerza centrífuga genera más enrase de polos y en el abultamiento ecuatorial. Los océanos se ajustarían inmediatamente al nuevo elipsoide, seguido por crecidas marinas en latitudes inferiores a 45° y disminuyendo en áreas superiores a dicho guarismo. A la inversa, si el giro reduce su intensidad, el efecto se revierte.

Un Comentario ilustra los efectos del descenso rotativo: "Cuando la Rueda (Tierra) gira al ritmo habitual, sus extremos (polos) coinciden con su círculo medio (ecuador); al revolucionar más lentamente e inclinarse en todas direcciones, hay grandes desajustes en la faz de la Tierra. Las aguas fluyen hacia los dos extremos, y nuevas tierras surgen en el cinturón medio (ecuador), mientras que las de los acabes están sujetas a pralayas por inmersión (...). Así, la Rueda está sujeta y regulada por el Espíritu de la Luna y el soplo de sus aguas (mareas). Hacia el final de la era (Kalpa) de una gran raza (raíz), los señores de la Luna (padres Pitar o Pitris) comienzan a tirar con más fuerza y así aplanan la rueda en torno a su cinto, cuando baja en algunos lugares y aumenta en otros; y con la hinchazón que corre hacia los extremos surgirán nuevas tierras y las viejas serán absorbidas" (11).

Blavatsky dice que esta mengua giratoria llevó al gran continente de Lemuria a separarse en áreas más pequeñas (12), y el cataclismo que lo destruyó fue por "una serie de convulsiones subterráneas y la ruptura de fondos oceánicos" (13), quizá producidas o aceleradas por dicho fenómeno.

Según la ciencia, nuestro planeta y su satélite natural provocan mareas recíprocas disipando la energía en calor, lo que a su vez desacelera el giro terrestre y posibilita el retroceso lunar. En la actualidad, el viraje planetario disminuye aproximadamente dos milisegundos por siglo, y la duración del día se incrementa en igual ratio. Al expandir esa característica en tiempos muy remotos, los científicos concluyen que el año debió ser mucho más largo; por ejemplo, se cree que tuvo 425 días en el Paleozoico temprano. También se sostiene que la Luna estaba a sólo 346.000 kms. de la Tierra en la fase precámbrica, y desde entonces ha retrocedido a un ritmo de casi 2 cms. por año hasta llegar a su distancia actual de 384.000 kms.; como consecuencia, 650 millones de años atrás hubo 13,1 meses lunares en un año, versus los actuales 12,4 (14).

Se cree que la idea de un año prehistórico más extenso está "verificada" al contar los anillos de crecimiento en conchas fósiles (15), pero esta "evidencia" ha sido cuestionada. Por ejemplo, Stephen Gould dijo que no podemos saber con certeza qué periodicidad reflejan las líneas, pues en vez de consignar días solares, podrían ser una respuesta a ciclos de mareas o incluso ritmos metabólicos internos sin relación aparente con días, reflujos o estaciones. Y concluye: "El corolario de estos problemas sin resolver es un grupo de datos mal sincronizados, y hay diferencias incómodamente grandes en la literatura" (16). Warren Carey manifiesta que las líneas de crecimiento en corales fósiles varían desde unas pocas milésimas de milímetro en ancho hasta casi cero, y a menudo es complejo determinar si una tiene que contarse o no: "(...) es evidente que las sumas finales arrojan lo que el investigador cree que deberían ser", citando que un "experto" enumeró primero 253 crestas y luego 359 en el mismo espécimen (17) (...).

Una disminución en la velocidad rotativa del planeta conduciría al aumento del diámetro polar y la reducción del ecuatorial. Esto puede hallarse en las medidas de la Gran Pirámide, que representa el hemisferio norte de la Tierra en una escala de 1:43.200: su perímetro equivale a medio minuto de latitud en el ecuador; el contorno de las basas esquineras asciende a medio minuto de longitud ecuatorial, ó 1/43.200 de la circunferencia terrestre; y su altura, incluida la plataforma en que se encuentra, es 1/43.200 del radio polar terrestre (19). El valor piramidal de éste último es 6356,6549 kms., ó 97,4 mts. más corto que la cifra moderna de 6356,7523. El guarismo de la estructura para el radio ecuatorial totaliza 6378,545 kms., que es 408 mts. más largo que el contemporáneo de 6378,137. En otras palabras, el radio polar sufrió alargamiento y el ecuatorial se acortó desde que la pirámide fue construida (hace unos tres ciclos precesionales, según la Teosofía) (20).

Las fracturas causadas por variabilidades en la rapidez de giro pueden explicar la red global de características o lineamientos rectos de la corteza, como fisuras y crestas, a menudo paralelas y que persisten durante cientos y miles de kilómetros. Dichos sistemas también se aprecian en la Luna, Marte y Mercurio (21).


Notas

2. La Doctrina Secreta, 2:771.
3. Ibídem, 1:640-1.
4. W.Q. Judge, Ecos del Oriente, Point Loma Publications, 1975-87, 1:315-6; véase también 1:528.

5. La Doctrina Secreta, 1:204-5.
6. La Doctrina Secreta, 1:204.
7. F.J. Dick, "Climatic and axial change", The Theosophical Path, febrero 1912, p. 83-7; "The spinning earth", The Theosophical Path, septiembre 1920, p. 227-31.

8. "Thoughts about the earth's rotation etc.", The Century Path, 31 de octubre de 1909, p. 11-2. La tasa precesiva es 90 veces más rápida que la de inversión axial.

10. The Century Path, 31 de octubre de 1909, p. 11-2.
11. La Doctrina Secreta, 2:324-5.
12. Ibídem, 2:324.
13. Ibídem, 2:314.
14. Whitaker's Almanac 1990, p. 1152.
15. William R. Corliss (comp.), Anomalies in Geology: Physycal, chemical, biological, Sourcebook Project, 1989, p. 55-60. Algunos datos indican que, si bien existió un enlentecimiento general del promedio rotatorio, en ciertos momentos hubo aceleración (Karsten M. Storetvedt, Our Evolving Planet: Earth History in New Outlook, Alma Mater, 1997, p. 228-30).

16. S.J. Gould, The Panda's Thumb, Penguin, 1990, p. 262-8.
17. S. Warren Carey, Theories of the Earth and Universe: A history of dogma in the earth sciences, Stanford University Press, 1988, p. 196.

19. William R. Fix, Pyramid Odyssey, Jonathan-James Books, 1978, p. 22-33, 236-45; L.C. Stecchini, "Notes on the relation of ancient measures to the Great Pyramid", apéndice a: Peter Tompkins, Secrets of the Great Pyramid, Harper & Row, 1978.

20. "Los misterios de Giza", parte 1. El cambio gradual en las dimensiones del planeta -por desbalances en la rapidez de giro- podría producir trastornos en latitudes y longitudes. La latitud actual de la Gran Pirámide es 29°58'51", y Fred J. Dick plantea que cuando se construyó alrededor del 67.700 AP era exactamente 30° ("Geophysics", The Theosophical Path, julio 1922, p. 69-70); sin embargo, esto se apoya en la creencia de que el volumen de la Tierra permanece constante: si experimenta inhalación y exhalación periódicas, su masa podría cambiar y la superficie alargarse y comprimirse de tal manera que la mayoría de latitudes y longitudes continuarían esencialmente iguales. Por su parte, Carl Munck demostró que la presente latitud del monumento corresponde a aquélla de su diseño.

21. William R. Corliss (comp.), Carolina Bays, Mima Mounds, Submarine Canyons, Sourcebook Project, 1988, p. 102-5; G.H. Katterfeld y G.V. Charushin, "General grid systems of planets", Modern Geology, vol. 4, 1973, p. 243-87.