17 de diciembre de 2023

Inversiones polares y catástrofes geológicas (4 de 12)

David Pratt
Enero 2000, enero 2024


Parte C: Cambios de polos y Teosofía

Contenidos: 

01. Inversión gradual de polos
02. De la eterna primavera a la época del horror


01. Inversión gradual de polos

"Es una doctrina tan antigua como el ser humano que los mundos (y también las razas) son destruidos periódica, alternada y renovadamente por fuego (volcanes y terremotos) y agua. Manu, Hermes, los caldeos y toda la Antigüedad creían en esto (1). Desde que apareció el hombre, se ha cambiado el rostro del globo dos veces por fuego y otras dos por agua. Como la tierra necesita descanso y renovación, nuevas fuerzas y un cambio para el terreno, también lo hace el agua. De ahí surge una redistribución periódica de tierra y agua, cambio de climas, etc., todo ello producido por revoluciones geológicas y que terminan con un cambio final en el eje (...) hay un trastorno secular en la inclinación del eje planetario, y su momento señalado se registra en uno de los grandes ciclos secretos" (2).

Con arreglo a las enseñanzas teosóficas, la inclinación del eje planetario cambia lentamente 4° en cada ciclo precesional (3). En la actualidad su ángulo está disminuyendo, lo que significa que dicha línea central -hoy a 23,44° (23°26')- se mueve hacia una posición vertical a un promedio de 56 segundos de arco (1/648°) por siglo, siendo la tasa actual 47"; por ello, los trópicos de Cáncer y Capricornio (4) se alejan de los polos y aproximan al ecuador, mientras ocurre justo lo contrario con los círculos Ártico y Antártico.

La siguiente tabla compara la oblicuidad eclíptica medida por los chinos en 160 y 1100 a. de C. (5), con los valores obtenidos según la ciencia moderna (6) y el canon teosófico para un desplazamiento de 4° cada 25.920 años.


¡Quizás la regla de 4° tenga más ventajas que sólo "ser más fácil de aplicar" que el modelo científico! Aquélla implica que hace unos 430.000 años la inclinación era de 90° y la Tierra estaba ladeada con su eje en el plano eclíptico; para entonces, los trópicos se encontraban en los polos y los círculos de éstos en el ecuador. En poco más de 150.000 años, la reclinación alcanzará 0° y el eje será perpendicular a la eclíptica, haciendo nuevamente que los trópicos y dicho paralelo inviertan sus lugares.

Blavatsky afirmó que el axis terrestre sufre un trastorno "secular" (progresivo): cuando los polos se sitúan perpendiculares a la eclíptica, el cambio axial continúa en la misma dirección, y el eje se invierte 360° completos en un período cercano a los 2.340.000 años.

De acuerdo con algunos especuladores, cada planeta o globo del Sistema Solar -visible o invisible- y en diversos momentos de su Manvantara cambia gradualmente la posición de su eje rotativo, experimentando una inclinación secular que aumenta o se reduce durante varios millones de años. Nuestro planeta puede estar a veces en ángulo recto -es decir, el plano ecuatorial coincide con la eclíptica- y hay primavera en todo el globo a lo largo del año; en otras, los extremos polares están paralelos a aquélla o la órbita terrestre. Este desplazamiento continúa hasta que los polos Norte y Sur intercambien sus sitios, para mucho más tarde retomar las antiguas posiciones verticales. Un traslapo de esa clase provocaría grandes reajustes continentales, con las consiguientes modificaciones kármicas en el destino de razas humanas, y asimismo una rotación retrógrada del globo así invertido.

De los nueve planetas conocidos por la ciencia, existen tres con movimiento retrógrado (esto es, giran en sentido horario alrededor de su eje) y por ende están "trastocados" en cierta medida; son Urano con 97,77°, Venus con 177,36° y Plutón que exhibe 119,59° (...). En cuanto a las inclinaciones de los restantes "vecinos", Marte llega a 25,19°, Júpiter a 3,12°, Saturno tiene 26,73° y Neptuno 28,33°.

La noción sobre "movimiento de polos" no indica por fuerza que éstos migren de un sector a otro en la Tierra. Dicho de otra forma, el actual extremo norte sigue siendo tal durante todo el presente Manvantara, pero no se traslada geológica o geográficamente. Cuando se producen movimientos bruscos de polos, las masas oceánicas se precipitarían hacia el norte y sur, surgiendo tierra seca en las inmediaciones del ecuador, y las tierras boreales y sureñas pueden hundirse. Esto también conllevaría una divergencia angular en los rayos solares, de modo que territorios con clima suave y subtropical queden atrapados en ambientes glaciales y viceversa.

En La Doctrina Secreta, Blavatsky menciona varias veces el texto Mythological Astronomy of the Ancients Demonstrated (1822/1823) por Sampson Arnold Mackey, zapatero y astrónomo aficionado a quien Helena llamó el "adepto de Norwich que se forjó a sí mismo" (11). Mackey aseveró que la inclinación axial terrestre varía lentamente en 360° a 4° por ciclo precesional, y señalando a los antiguos hindúes -que calcularon el intervalo de aquél en casi 24.000 años (12)-, la Tierra necesitaba 1.080.000 años (un maha-yuga) para ladearse en 180°, 2.160.000 (prajanatha-yuga) para llegar a 360°, y 4.320.000 (deva-yuga) respecto a dos vuelcos íntegros (13). En Teosofía, el lapso de 4.320.000 años se denomina maha-yuga y es aproximadamente igual a la mitad del período de una raza-raíz (14).

En el artículo póstumo por H.P.B. titulado "Secret Cycles", la autora cita un pasaje muy largo de Mackey donde refiere a los yugas y su nexo con el cambio paulatino en la inclinación planetaria. Helena preludia los extractos diciendo que la teoría por Sampson sobre dichas fases y su duración está "muy cerca de la doctrina correcta" (15).

La enseñanza teosófica añade que en cada ciclo de precesión el eje planetario no traza un "círculo" -con radio aproximado de 23,5°- alrededor de los extremos eclípticos, sino más bien una espiral. Puesto que hoy la inclinación disminuye, cada vórtice termina 4° más cerca del polo eclíptico, y dentro de unos 150.000 años la línea "pivotal" será recta y el Polo Norte apuntará directamente a su contraparte eclíptica, alcanzando el punto central helicoide. Pero el ladeo del eje seguirá más allá de la vertical, y el Polo Norte describirá otra voluta donde sus convoluciones queden 4° más lejos del centro. Aproximadamente medio millón de años después, dicho polo geográfico estará en el plano de la eclíptica, y a partir de ahí la espiral continuará hacia el polo sur de aquélla hasta que la Tierra se encuentre "de bruces", pero el eje seguirá cambiando y trazará una nueva forma acaracolada, moviéndose desde el extremo austral de la eclíptica y girando en torno a la esfera celeste, de regreso al polo boreal. Este proceso puede repetirse de modo indefinido, y cada circuito espiral completo, desde el polo norte al sur de la eclíptica y viceversa, comprende 90 vórtices y tarda entre dos y tres millones de años. Sin embargo, los escritos teosóficos no dan pistas sobre la extensión cronológica en el cambio secular del desvío axial, o por cuánto tiempo ha venido promediando 4° por ciclo precesional.

Blavatsky sugiere que en algún momento la Tierra efectuaba ciertos movimientos no presentes hoy. Una de las Estrofas de Dzyan dice: "Al expirar cada cuarenta soles (anuales), y al final de cada cuadragésimo día, el doble uno se convierte en cuatro; macho y hembra en uno, en el primero, segundo y tercero". Helena comenta: "Esto es claro, ya que 'cada sol' significaba un año entero, y este último se compone de un día, como en el Círculo Polar Ártico ahora se prolonga por seis meses. Según la antigua enseñanza, el eje mundial cambia paulatinamente su inclinación hacia la eclíptica, y en el período supradicho el ladeo era tal que un día polar duraba todo el lapso de la revolución terrestre alrededor del Sol; entonces advino una suerte de 'crepúsculo' muy corto, y después la Tierra Polar retomó su sitio directamente bajo los rayos solares. Esto sonará contrario a la astronomía tal como se enseña y entiende hoy, pero ¿quién puede asegurar que los cambios en el movimiento planetario, ahora ausentes, no ocurrieron hace millones de años?" (17). Una posibilidad es que el efecto reseñado se generaría por trastornos anuales significativos en la inclinación de la Tierra (18).

Blavatsky no sigue la moda científica de atribuir desplazamientos axiales y otras catástrofes a colisiones con asteroides, cometas u otros objetos astronómicos: "La ciencia admite no saber el origen de las vicisitudes climáticas (...) [y] cambios en la dirección axial, que son siempre seguidos por estos decursos, y tampoco parece muy segura sobre las modificaciones del eje. Y al no poder explicarlos, está más dispuesta a negar los fenómenos axiales por completo, que reconocer el influjo kármico y sus leyes inteligentes, los únicos que pueden elucidar razonablemente tales vuelcos repentinos y sus efectos. Los especialistas recurren a diversas teorías más o menos fantásticas, siendo una de ellas la brusca e imaginaria colisión de nuestra Tierra con un cometa (...) como causa de todas las revoluciones geológicas. Pero escogimos aferrarnos a nuestra postura esotérica, ya que FOHAT es tan bueno como cualquier cometa, y además posee una inteligencia universal que lo guía" (19).

Sin embargo, la autora sí refiere a las "batallas pregenéticas libradas por los planetas en crecimiento antes del modelado final del Kosmos", y dice que esto clarifica "la posición perturbada -a primera vista- de varios sistemas planetarios, y el ladeo de satélites en algunos (Neptuno y Urano, por ejemplo), dándoles así una apariencia de movimiento retrógrado” (20). El comentario no alude a la reclinación axial sino orbital, esto es, que ciertas lunas de esferas exteriores (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) giran alrededor de sus centros primarios en sentido horario (retrógrados) (21).

En lo que respecta a la deriva polar y el desplazamiento litosférico masivos, la Teosofía Original no parece dar ningún apoyo a tales conceptos (...). Blavatsky sostiene que desde el surgimiento de la Primera Raza-Raíz (a mediados del Paleozoico) la Tierra se convulsionó cuatro veces, y "aunque toda [su faz] se alteró en cada oportunidad, la conformación de los polos ártico y antártico ha cambiado poco. Las tierras polares se unen y separan entre sí en islas y penínsulas, pero siempre son las mismas" (22).

Si la capa exterior global se moviera sobre la interna, cambiarían las latitudes/longitudes y el sentido de los puntos cardinales. El arqueocriptógrafo Carl Munck demostró que los viejos montículos, templos, pirámides y otros monumentos de todo el planeta fueron concebidos y emplazados siguiendo un código universal, por cuanto sus características de diseño comprenden su latitud y longitud actuales y exactas (23), descartando cualquier movimiento relevante de la litosfera o continental desde que se construyeron esas reliquias. Oficialmente habrían sido elaboradas dentro de los últimos 10.000 años, pero la Teosofía adscribe varios cientos de miles a un grupo de ellas, o al menos sus estructuras originales. Según dicen, la Gran Pirámide se fabricó hace unos tres ciclos precesionales (78.000 años) (24), y dado que está alineada con los puntos cardinales de manera precisa, eso también nos lleva a excluir dinamismos corticales a partir de entonces. Además y como se muestra en la Parte B, son muy inverosímiles los "cambios polares" de esta clase.


Notas

1. "Hasta hoy, los mexicanos cuentan una tradición sobre el cuádruple asolamiento del mundo por fuego y agua, al igual que los egipcios en el pasado y los hindúes actuales" (La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:311). "Los cristianos no deberían oponerse a esta doctrina (...) pues el libro segundo de Pedro alude a una tierra 'sobresaliendo del y en el agua, y la tierra inundada pereció, pero ahora está reservada para el fuego'" (2:762). "[Los budistas] contabilizan veintidós apariciones visibles del Universo gobernado por Budas, y otros tantos aniquilamientos del mismo por fuego y agua en series regulares" (Isis Develada, TUP, 1972 (1877), 2:156 nota al pie). De acuerdo con Platón, un sacerdote egipcio le contó que hubo y habrá muchos descalabros para nuestra especie, el mayor de los cuales será por los mismos elementos (Timeo 22 C-D). Beroso el Caldeo afirmó que la Tierra quedaría sumergida cuando todos los planetas se encontraran en Cáncer, y perecerá por acción ígnea cuando se sitúen en Capricornio (R.H. Allen, Star Names: Their lore and Meaning (1899), Dover, 1963, p. 107-8).

2. La Doctrina Secreta, 2:725-6.
3. "Cada año sideral, los trópicos se alejan del polo cuatro grados en cada revolución desde los puntos equinocciales, a medida que el ecuador gira a través de las constelaciones del zodíaco" (La Doctrina Secreta, 2:331); "[hay] un cambio secular en la inclinación del eje planetario" (2:726); "(...) el eje de la Tierra cambia gradualmente su inclinación hacia la eclíptica" (2:292). Para ejemplos de la regla de 4° (tomados de S.A. Mackey), ver: 2:357, 407-8, 768. En su libro Pole Shift (ARE Press, 1991), John White dedica un capítulo completo a los enfoques de Blavatsky y la Teosofía, pero no se percata de que ella habla sobre una moción secular de 4° por ciclo precesional, aún incluyendo el pasaje relevante de La Doctrina Secreta (2:331).

4. Cuando Hiparco (re) descubrió y enseñó la precesión de los equinoccios alrededor del año 130 a. de C., el periodo primaveral ocurrió en la constelación de Aries, el verano en Cáncer, el otoño en Sagitario y la época invernal en Capricornio (según Blavatsky, el primero de ellos estaba en Piscis en 130 a. de C., al menos respecto del zodíaco artificial de 12 tramos idénticos). Desde ese tiempo el planeta ha precedido unos 30°, y el equinoccio de primavera se encuentra hoy en Piscis (acercándose a Acuario), el estío en los Gemelos, la fase otoñal en Virgo y el solsticio de invierno en el Saetero. Relativo a las constelaciones, actualmente los trópicos deberían llamarse de Géminis y Sagitario (o Tauro y Escorpio, si dividimos esa franja en 12 arcos de 30° y se considera que la Tierra ingresó en la undécima casa); no obstante, de acuerdo a los signos y dado que el punto equinoccial corresponde al primer punto del asterismo Carnero, los solsticios todavía acontecen en 0° de Cáncer y Capricornio.

5. Encyclopaedia Britannica, 1898, 2:794.
6. La fórmula científica para estimar la oblicuidad eclíptica (ε) de distintas épocas es: ε= 23°26'21,448" - 46,8150"T - 0,00059"T2 + 0,001813"T3, donde T = tiempo desde el periodo J2000.0 en siglos julianos (1 siglo juliano = 365,25 días), y T es negativo para fechas anteriores al 2000 d. de C. Se considera que esta regla es exacta sólo durante unos pocos miles de años.

11. Ver Apéndice 6, Sampson Arnold Mackey.
12. Un ciclo precesional de 24.000 años corresponde a una tasa anual de 54", y esta cifra aparece en el Surya-Siddhanta (1860) (Wizards Bookshelf, sin fecha, p. 243-4). Los hindúes midieron el ciclo no desde un punto fijo, sino considerando la estrella Revati, que tiene un movimiento propio y directo de 4" por año: 50" + 4" = 54". Véase Fred J. Dick, "Ancient astronomy", The Theosophical Path, julio 1911, p. 64-8.

13. Sampson Arnold Mackey, Mythological Astronomy of the Ancients Demonstrated (1822/1823), Wizards Bookshelf, 1973, Parte 2, p. 28-9, 142.

14. De acuerdo con H.P.B., las ciencias ocultas muestran que todos los fundadores de las Razas-Raíz estuvieron vinculados con la estrella polar, y cita de un Comentario: "Oh lanoo, quien entienda la edad de Dhruva, que mide 9090 años mortales, comprenderá los tiempos de los pralayas, el destino final de las naciones". Los "9090" podrían ser una referencia velada a trastocamientos del eje (90+90 = 180°). Helena prosigue con respecto al cambio secular: "Además, debió existir un buen motivo por el que una nación asiática ubicara a sus grandes progenitores y santos en la Osa Mayor, una constelación del norte. Sin embargo, han pasado 70.000 años desde que el polo de la Tierra señaló el extremo final en la cola de Osa Menor, y muchos miles más desde que los siete Rishis pudieron identificarse con Carro Mayor" (La Doctrina Secreta, 2:768; ver también 2:307 nota al pie).

En Mythological Astronomy (Parte 2, p. 74), S.A. Mackey consigna: "¡Han transcurrido 70.000 años desde que el polo de la Tierra señalaba la punta en el rabo de Osa Mayor!" Fred J. Dick observa que al escribir "punta", Mackey cometió un error de 180°, que Blavatsky corrige (The Theosophical Path, marzo de 1916, p. 299 nota al pie), y aparentemente la referencia por Blavatsky a la "cola de Osa Menor" es un desliz tipográfico que debiera decir "Mayor" (el asterismo mencionado por Mackey). Así, como aquélla pudo estar escribiendo bajo el dictado de un Mahatma, reemplazó "punta" por "final extremo", pero agrega "Osa Menor" en lugar de "Mayor". La frase en cuestión significa que 70.000 años atrás el polo celeste y Alkaid estaban aproximadamente al mismo número de grados desde el polo eclíptico, y su distancia llegaba a 180° de longitud. Entretanto, el polo celeste se situó en Osa Mayor entre 81.500 y 85.000 AP.

15. H.P. Blavatsky Collected Writings, TPH, 1950-91, 14:365-8; ver Apéndice 6.
17. La Doctrina Secreta, 2:292. El "periodo suscrito" quizás incumbe a la tercera raza temprana de la Cuarta Ronda (Mesozoico temprano), en vista de la indicación previa a los hermafroditas (2:291).

18. Existen dos escenarios posibles. Debido a refracciones atmosféricas, el Sol no se pondrá en los polos a menos que la inclinación sea mayor a 2°, mientras que para divergencias >18° habría completa oscuridad (y no crepúsculo) en aquellos sectores para algunos momentos del año.

a) Si el eje estuviera entre 0° y 2°, los polos disfrutarían de luz solar continua todo el año. Para producir un breve crepúsculo anual en el Polo Norte, al término de cada vuelta alrededor del Sol la inclinación axial tendría que aumentar a no más de 18° (cuando ese extremo geográfico se hallara en dirección opuesta al Sol) y luego bajar a menos de 2° en pocos días o semanas.

b) Para ángulos superiores a 2° (y la afirmación de que la "tierra polar" estaba "directamente bajo los rayos solares" implica una oblicuidad muy alta), el eje tendría que preceder en torno al polo eclíptico por un año (esto es, el ciclo precesional debería coincidir con la revolución anual), de modo que el Polo Norte señale permanentemente hacia el Sol; y al objeto de concebir el fugaz crepúsculo, la línea axial tendría que desplazarse de modo que el extremo norteño esté inclinado en dirección contraria al Astro Rey (entre 2° y 18°), regresando más tarde a su lugar anterior.

Como dice Joscelyn Godwin, "toda la situación es muy compleja (...) presupone condiciones y movimientos que a los astrónomos les resultarían muy difíciles de imaginar" (Arktos: The polar Myth in Science, Symbolism, and Nazi Survival, Phanes Press, 1993, p. 210).

19. La Doctrina Secreta, 2:329-30. En su sentido más amplio, Fohat es un nombre colectivo para las innumerables fuerzas que actúan desde los planos internos hacia el mundo físico, siempre en armonía con las "leyes" o hábitos kármicos de la Naturaleza.

20. Ibídem, 1:101, 593.
21. Pari Spolter declara que tienen órbitas retrógradas sólamente los satélites a distancias muy grandes de sus primarios, y plantea que ello forma parte integral de la gravitación (Gravitational Force of the Sun, Orb, 1993, p. 199- 201).

22. La Doctrina Secreta, 2:776. Blavatsky manifiesta que la ciencia contemporánea "niega cualquier cambio violento en el eje de la Tierra y atribuiría la razón del trastorno climático a otras causas. Pero esta sigue siendo una pregunta abierta. Si el doctor Croll arguye que todo eso puede explicarse por efectos de nutación y la precesión de equinoccios, hay otros como Sir H. James (Athenaeum, 25 de agosto de 1860) y Sir John Lubbock (ibídem) más tendientes a pensar que se producen por variabilidades en la posición del axis rotativo. Y nuevamente, la mayoría de astrónomos se les opone" (2:314). La frase en cursivas denota más bien una deambulación polar que los sesgos del eje (ver Charles Gould, Mythical Monsters (1886), Wizards Bookshelf, 1981, p. 92-3).

23. Carl P. Munck, Whispers from Time, 1997, LL Productions; www.pyramidmatrix.com.

24. La Doctrina Secreta, 2:432; "Los misterios de Giza", parte 1.


02. De la eterna primavera a la época del horror

Blavatsky alude muchas veces a periodos en que el eje planetario se encontraba más o menos derecho, y como Mackey, declara que la Tierra disfrutaba de una "eterna primavera" (1), al igual que Júpiter (pues su eje está inclinado sólo en 3,1°) (2). El punto equinoccial análogo es el sitio del ecuador celeste que cruza el Sol al momento de llegar dicha estación. Cuando los polos geográficos están derechos, el ecuador sidéreo coincide con la eclíptica y cada punto en ese paralelo representa un equinoccio. En ese contexto, nuestro "hogar azul" efectivamente gozaría de un clima agradable, pero no significa que sea idéntico en todas partes a lo largo del año, sino que el día y la noche siempre tendrían aproximadamente la misma duración y no habría cambios estacionales importantes como los que resultan de un eje sesgado, si bien aún existirían variabilidades menores por la órbita elíptica terrestre.

Asimismo, la autora refiere a momentos en que el eje se hallaba a 90° y por lo tanto en el plano de la eclíptica (3), los cuales Mackey bautiza genéricamente como "era del horror". En esos lapsos, el contraste de las estaciones sería máximo, con luz diurna permanente en verano y oscuridad continua en invierno, y la mayor parte del globo sufriría vuelcos climáticos anuales y extremos, desde calores tropicales o quemantes hasta fríos glaciales.

Hoy el ángulo axial es de unos 23,4° (o más bien 336,6°), los trópicos se localizan 23,4° al norte y sur del ecuador, y los círculos polares a 66,6° de latitud septentrional y austral (ó 23,4° de los extremos geográficos). Todas las regiones al norte del Círculo Polar Ártico y al sur del Antártico se hallan todavía en su "era de horror", pues no experimentan una sucesión normal de día y noche a lo largo del año, sino que tienen luz diurna y oscuridad continuas de entre un día (en círculos polares) y seis meses (en los polos) cada año.

El ángulo de inclinación preindicado en que comienza y termina la "era del horror" depende de la latitud, es decir, cuanto más al N ó S del ecuador se encuentre un lugar, más durará su "fase". En cualquier latitud específica, se inicia cuando el círculo "ártico" o "antártico" converge con esa coordenada a medida que retrocede del polo ecuatorial (es decir, la inclinación axial va de 0° a 90°, o de 180° a 270°), y termina si el círculo polar coincide otra vez con dicha latitud al volver del ecuador hacia el polo (el desvío cambia de 90° a 180°, o de 270° a 360° [0°]). Por ejemplo, en los 25° N ó S el "tiempo de terror" se extendería mientras el Polo Norte estuviera entre 25° por encima de la eclíptica y 25° bajo ella, equivaliendo así a unos 324.000 años, y a 45° boreales o australes duraría cerca de 583.000. Se dice que todo nivel latitudinal experimenta dos eras análogas durante cada inversión de 360° (4).

Durante ese "intervalo de espanto", el período anual de oscuridad completa sería más corto que la fase de luz diurna constante, debido a la refracción atmosférica. Generalmente se considera que el crepúsculo principia cuando el centro del Sol naciente está 18° por debajo del horizonte, y si en su puesta se localiza 2° bajo ese plano. En los polos la escurana no dura realmente seis meses, sino menos de la mitad, y cuando el Sol se pone en el extremo boreal -alrededor del 22 de septiembre- hay un crepúsculo perpetuo de casi dos meses hasta que aquél desciende por 18°. De igual forma, dos meses previos al solsticio invernal comienza otra penumbra al tiempo que el Astro Rey vuelve a situarse abajo de ese plano yacente. Las estrellas, la Luna y las auroras proporcionan luz adicional para las regiones polares, y si el eje se ubica perpendicular a la eclíptica, el Polo Norte no tendrá semioscuridad incesante, sino luz solar debido a la refracción de los haces por la atmósfera. El eje tendría que ladearse más de 2° antes que el Sol salga y se oculte, y su fulgor dé paso al crepúsculo en parte del año. Cuando el eje está a 90°, en el verano del hemisferio norte habrá una banda de luz solar inmutable que se extenderá 2° al S del ecuador, y más allá un sector de penumbra continua que llegará hasta 18° S.


Notas

1. La Doctrina Secreta, 2:138, 332, 356, 368, 400.
2. Ibídem, 2:135.
3. Ibídem, 2:52, 356-7, 368, 534.
4. Mackey señala que en la latitud de los antiguos hindúes (36°N), la era del horror comportaría 432.000 años (suponiendo que un ciclo precesional iguala a 24.000 años), y esto explica por qué el Kali-Yuga (Edad Oscura) tiene dicha extensión (Mythological Astronomy, Parte 2, p. 95, 98).

5. William F. Warren, Paradise Found (1898), reimpresión por Health Research, 1964, p. 61-2.