31 de enero de 2022

¿Fue Blavatsky una "plagiadora"?: las mentiras de William Coleman

Del capítulo 12 de "H.P.B.: La extraordinaria vida e influencia de Helena Blavatsky" por Sylvia Cranston

En 1890, cuando el Sun publicó la profesada exposición de H.P.B., se preparaba silenciosamente otro ataque contra su persona por un hombre llamado William Emmette Coleman, quien pronto gritó a los cuatro vientos la acusación de que en todos sus escritos Blavatsky plagiaba en gran escala. Es imposible calcular cuántas personas se negaron a leer los escritos de Blavatsky como resultado de esta acusación. Y a todo esto, ¡es sorprendente que haya ahora otro “Co” añadido a Coulomb, Coues y Collins!  

Coleman estuvo involucrado tanto en los casos Coulomb como Coues-Collins y fue él quien viajó desde Estados Unidos a Londres para obtener del misionero escocés Patterson los supuestos originales de las cartas H.P.B.-Coulomb que Coues esperaba utilizar al defenderse en el litigio de libelo por aquélla; él también fue quien dio a Coues la información que circuló en la “entrevista” del Sun sobre el supuesto hijo ilegítimo de H.P.B. con Wittgenstein como padre. La carta de Coleman fechada el 31 de marzo de 1889 y que trata este asunto se encuentra en la colección Coues.  

¿Por qué se involucró Coleman? ¿Y por qué difundió los cargos de plagio? ¿Era acaso una persona desinteresada en busca de la verdad?  Uno podría pensar así cuando lee sus credenciales provistas en una nota al pie sobre su investigación escrita sobre las fuentes para los escritos de Blavatsky. Pero ¿dónde estaba este papel impreso? De todos los lugares, apareció como el Apéndice C en A Modern Priestess of Isis de Solovyov, publicado en 1895 en nombre de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas (S.I.P.). En el libro de Solovyov logró una inmortalidad que de otra manera no habría conseguido. Las credenciales de Coleman en la nota al pie incluyen membresías en la Sociedad Oriental Americana, la Real Sociedad Asiática de Gran Bretaña e Irlanda, la Sociedad de Textos Pali y el Fondo Egipcio de Exploración. Uno difícilmente imaginaría que era un oficinista en el Departamento del Contramaestre en la Armada de EE.UU., primero en Fort Leavenworth en Kansas y más tarde en San Francisco. Pero lo más importante y que la S.I.P. ocultó cuidadosamente -algo que siempre los detractores de H.P.B. se abstienen de mencionar- es que Coleman era un espiritista líder en su tiempo que escribía perniciosas denuncias sobre la Teosofía y Blavatsky en semanarios espiritistas.  

Nada puede ser más claro que lo escrito por Coleman a Coues el 8 de julio de 1890 en el documento con membrete de la oficina Principal del Contramaestre: "Denuncio enfáticamente y ridiculizo la teoría del ocultismo sobre los espíritus elementales, etc., antes de que la Sociedad Teosófica fuera organizada [en 1875] y desde ese entonces me he opuesto con firmeza y sin descanso a la Teosofía en todo momento". 

El artículo de H.P.B. “My Books” habla de “el tema del libelo que proviene de Estados Unidos” y “todo eso viene de la misma fuente, bien conocida para todos los teósofos: una persona [Coleman] que no se cansa de atacarme personalmente durante los últimos doce años”.

Respecto de los cargos sobre "plagio", debemos comprender que al aplicarlo a H.P.B. Coleman usaba el término dentro de una definición más amplia como establece el diccionario: “Robar y copiar (las ideas y palabras de otro) como si fueran propias”.  Blavatsky no hacía esto †, pero seguramente ella debió haber sido "culpable de algo espantoso", según el comentario de apertura de Coleman al párrafo de su escrito para agosto de 1893. Veamos: 

"Durante los tres años que pasaron, he hecho un análisis más o menos exhaustivo sobre el contenido de los escritos por Madame H. P. Blavatsky y he rastreado las fuentes de donde se deriva y casi la totalidad de sus temas tratados".   

Cuando Ralston Skinner dio su manuscrito de la parte tres de "Source of Measures" a H.P.B. como regalo, dijo que ella podía usarlo como trabajo propio, pero se negó diciendo: “¿Cómo puedo referenciar sin marcas de citas? ¿Cómo puedo citar y dejar fuera su nombre?” (17 de febrero de 1886, Ralston Collection, Andover-Harvard Theological Library, Universidad de Harvard).

El así llamado "plagio" de H.P.B. es una práctica común en la mayoría de los autores que publican los "frutos" de su búsqueda, incluso por el propio Coleman. Para comprender lo anterior debemos distinguir entre las fuentes primarias y secundarias. Si se cita de un ensayo de Emerson, por ejemplo, ese ensayo será la fuente primaria; y si en otro caso se cita a Emerson refiriendo a Shakesperare, esa porción en el trabajo de aquél será llamada fuente secundaria.  

Pero según el criterio de Coleman, se debe aclarar en todos los casos –en una nota al pie o nota final- no sólo a Shakespeare, sino el plagio secundario, porque está "confundiendo a sus lectores" al pensar que uno encontró la referencia en los trabajos de Shakespeare. Sin embargo, la cita única de fuentes primarias es una práctica legítima que la mayoría de autores eruditos siguen todo el tiempo. En Isis Develada, H.P.B. frecuentemente acredita al autor original, pero no a la fuente secundaria.  

Sin duda, los escritores de hoy reconocen las fuentes secundarias indirectamente, incluyendo en sus bibliografías los nombres de los libros que utilizaron en su investigación. Sería poco prudente listar todo porque entre los numerosos volúmenes investigados sólo unos pocos se pueden considerar valiosos de mención; por ende, si Coleman aplicara las reglas † que exigió con H.P.B. a estos cientos o miles de autores, a todos ellos los llamaría "plagiadores".
  
† Con todos los lloriqueos de Coleman sobre el supuesto plagio de Blavatsky en sus artículos impresos para revistas de espiritismo, hasta ella se convenció que quizá había quebrado alguna “regla literaria” importante y por eso Blavatsky explica que en “My Books” no conocía estos patrones cuando ella escribió Isis. El artículo de Coleman al que Blavatsky contestaba en particular se publicó en uno de los ejemplares de The Golden Way (abril de 1891). El largo artículo con que contesta H.P.B. y escrito once días antes de morir, fue el último que compuso en esta encarnación, y considerando el estado de su salud en ese momento es sorprendente que tuviera la energía para hacerlo.

Tal como se acostumbraba en los libros de su época, los trabajos de H.P.B. no tenían bibliografías. Sin embargo, sus fuentes secundarias se mencionaban a menudo en el texto cuando citaba el material primario; así, el lector estaba al tanto del libro como fuente valiosa de información. Para ilustrar, Coleman acusa a Blavatsky de usar cuarenta y cuatro pasajes –él debiera decir citas- del libro de C.W. King The Gnostics and Their Remains en Isis sin reconocerlo, pero cuando ella usa esa obra como fuente primaria acredita a su autor en treinta y dos ocasiones.  

Es interesante mencionar que el inmortal Goethe confesaba que obtenía su material de la misma manera que lo hacían otros escritores, pero no se sabría esto hasta que encontráramos una oscura referencia que descubrió su biógrafo Emil Ludwig:

"Debo mis logros (...) a cientos de cosas y personas fuera de mí mismo, que constituyen mi material (...) y todo lo que hice fue unirlos y cosechar lo que otros sembraron para mí (...) Lo principal es tener un gran deseo y habilidad y perseverancia para cumplirlo.  Mi trabajo es el de un ser compuesto que por casualidad firma como Goethe".  

El propio Coleman no siempre practicó lo que predicaba respecto de dar crédito a las fuentes secundarias. En su ensayo “Sunday Not Being the Real Sabbath” pidió prestadas sin corroborar numerosas citas de un documento de William Henry Burr sobre el tema. En un folleto de sesenta páginas, Burr se quejaba de Coleman escribiendo:  

"Los hechos son los siguientes: W.E.C. ha pedido prestado de mi pequeña obra todo lo citado o resumido de Justino, Ireneo, Clemente, Tertuliano, Victorinus, Orígenes, Eusebio, Jerónimo, Lutero, Melanchtohn, Baxter, Ileylin, Milton, Paley y Neander.  Todas las referencias que da sobre las autoridades mencionadas están sacadas de mí y no ha añadido nada de sus trabajos que no encontrara en el mío" [publicación de Burr, 1881, Washington D.C.].

Coleman tampoco reconoció que existiera el folleto de Burr, y éste a su vez señala que partes del primero están plagiadas.

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Coleman señala que el propósito de H.P.B. al citar a tantas autoridades pasadas y presentes era para mostrarse a sí misma como “una gran lectora que poseía una enorme erudición” cuando en realidad “su ignorancia era profunda en todas las ramas del conocimiento”. Entonces, uno se pregunta cómo pudo ella comprender los pesados tomos en que investigaba y cómo seleccionó exactamente el material correcto para su propósito. Beatrice Hastings observa:  

"[Coleman] no tuvo en cuenta el hecho de que Blavatsky precisamente citaba las 'autoridades' que la ayudaran a buscar el hilo de la ciencia oculta que parte desde tiempos más antiguos hasta los modernos. Ella citaba tanto de un viejo libro como de un periódico neoyorquino siempre que sirviera a su propósito. Coleman encontró muy conveniente hurgar sobre sus constantes citas de nombres y autoridades y la verdad es que difícilmente existe una sóla página del libro sin algún nombre; el lector es llevado de autoridad en autoridad sin dejar dudas sobre su propósito en lo que ella compila para mostrar que no inventa sus temas y difícilmente podría haber citado más nombres sin haber cansado al lector. Saber dónde detenerse, como ella hizo, requiere tacto literario... ¿Qué podría haber sido mejor con una amplia biblioteca de información que ensamblar lo principal en un libro?"  

Sin embargo, sería un error imaginar que los trabajos de Blavatsky eran antologías pues Coleman quiere hacernos creer que Isis en particular era un poco más que "préstamos" de otros escritores. Es fácil probar lo contrario: una revisión línea por línea revela que sólamente el 22% es material citado y el 78% palabras de Blavatsky. Además, las citas no tienen valor primario, sino simplemente son apoyos a su tesis principal. Cuando en la actualidad se cita de sus libros, no son sus selecciones de otros autores lo que se presenta, sino su escrito original o, como ella diría, el de sus Maestros.  

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Así y como Coleman describe en su artículo, basó su idea de "plagio" enfocado principalmente en Isis Develada y luego se vuelve hacia La Doctrina Secreta y otros trabajos de Blavatsky. Aquí al parecer el autor se sobrepasa y pierde todo derecho como investigador honesto. 

Al discutir Isis, Coleman da el número de páginas y libros copiados y a veces también compara pasajes; de aquí en adelante no aporta más esa información. Sin embargo, profesa que “las detalladas pruebas y evidencias de cada aseveración (...) se corporizan completamente en un trabajo que preparo para su publicación, una exposición de Teosofía como totalidad”. Esta promesa aparece reiteradas veces en el papel para asegurar a los lectores de que "todas las pruebas indudablemente estarán muy pronto a disposición". Pero desde la fecha de este documento (agosto de 1893) hasta su muerte en 1909, pasaron dieciséis años sin que el libro apareciera, por lo que Coleman no ofreció ninguna noticia respecto de esta publicación ni tampoco disculpas por la tardanza.  

El autor señala que La Doctrina Secreta “es del mismo tipo que Isis” en que “está llena de plagios y en todas sus partes constituye una nueva versión de otros libros”. También entrega una lista de veintiún libros de los cuales se supone que H.P.B. "plagió" [sin dar fuentes secundarias]. De éstos, sólo en cinco menciona el número de los “pasajes copiados”:  

Traducción de Wilson del Vishnu Purana: 130.  
World Life del Profesor Alexander Winchell: 70.  
Hindu Classical Dictionary de Dowson: 123.  
Mythologie de la Grèce Antique de Decharme: 60.  
La Qabbala de Myers: 34.  

La Doctrina Secreta compone un total de 1.570 páginas y los libros-fuente son muchos. ¿Cómo se podrían ubicar pasajes paralelos en este trabajo y la fuente secundaria mencionada, sin una paginación en ninguno de ellos? Salvo que se establezca un elaborado programa de computación, parece una tarea imposible. Aún así, se hizo un caso de prueba. Entre los cinco libros de la lista, Coleman señala a dos que componen la base de La Doctrina Secreta en su mayor parte: la traducción de Wilson del Vishnu Purana y World Life de Alexander Winchell, profesor de geología y paleontología en la Universidad de Michigan. Este último fue elegido porque, al tratar sobre ciencia, delinea bien el tema abordado (tal como los capítulos sobre el Sol y la Luna) y podría confrontarse con el texto de La Doctrina Secreta usando el enorme índice de 396 páginas para ésta última en los Blavatsky Collected Writings. Una investigadora voluntaria que modestamente solicitó permanecer anónima emprendió la tediosa tarea y dedicó tres horas diarias durante seis meses y a mitad de camino se quejó de que “era muy desesperante buscar algo que no se puede encontrar”. Sin embargo, encontró unas pocas copias no reconocidas de fuentes secundarias y no los pasajes señalados por la vanagloria de Coleman, sino seis. ¡No es de sorprender que el autor jamás llegara a escribir aquél libro! El calculó bien en el sentido que la gente creería su "supuesta búsqueda" sin las pruebas prometidas.  

Un descubrimiento del que Coleman se enorgulleció fue haber ubicado la fuente de las Estrofas de Dzyan, sobre las cuales H.P.B. dice que se basan La Doctrina Secreta y La Voz del Silencio. Según Coleman, las Estrofas son “trabajo de Madame Blavatsky y una compilación en su propio lenguaje de una variedad de fuentes” y nuevamente prometió dar las evidencias en su futuro libro que como sabemos jamás apareció. 

Aparte de Coleman, muchos han pretendido identificar la fuente de las Estrofas. G.R.S. Mead, el erudito secretario de Blavatsky, tuvo una vez un intercambio epistolar con Max Müller sobre este tema.  Mead, quien había recibido su licenciatura y maestría con honores en Cambridge -donde obtuvo el mismo grado en griego y latín-, también estudió filosofía en Oxford y luego escribió sobre gnosticismo, filosofía hermética y los orígenes del Cristianismo. El informe de Mead sobre su correspondencia con Max Müller apareció en The Theosophical Review (marzo de 1904) del cual Mead era editor y dice lo siguiente:

"Hace unos diez años o más, el fallecido profesor Max Müller -y ante quien todos los amantes de los libros sagrados de Oriente tienen una profunda deuda de gratitud- publicó su serie más instructiva de Conferencias Gifford tituladas 'Teosofía o Religión Psicológica'. En una serie de tres artículos, comenté su trabajo en detalle y el anciano profesor me escribió extensa una nota sobre mi trabajo, con excepción de uno o dos puntos, e intercambiamos varias misivas.  

Müller se expresó sorprendido de que yo perdiera, como él pensaba, lo que él acertadamente llamaba mis habilidades sobre 'Teosofía' cuando todo el campo de estudios orientales estaba ante mí, sobre el cual él pensaba con bondad que yo podía hacer un trabajo útil. Por sobre todo, el profesor no podía comprender por qué trataba con tanta seriedad a esa 'charlatana' de Madame Blavatsky que había hecho tanto daño a la causa de los genuinos estudios orientales mediante sus 'parodias' de budismo y Vedanta que había mezclado con ideas occidentales. Toda su Teosofía era un rechauffé o 'mala interpretación' de traducciones textuales en sánscrito y pali. 

Ante esto respondí que mi único objetivo era servir a la causa de la verdad; que si él podía convencerme de que la Teosofía de Madame Blavatsky era simplemente una manipulación inteligente o ignorante de textos sánscritos y pali, haría todo lo que estuviera en mi poder para exponer los hechos al mundo teosófico (...) en consecuencia le solicité que tuviera la bondad de señalarme cuáles eran en su opinión los textos originales en sánscrito o pali -o en cualquier otro lenguaje- sobre los que se basaban las Estrofas de Dzyan, sus comentarios en La Doctrina Secreta o cualquiera de los tres tratados contenidos en La Voz del Silencio. Yo mismo había buscado durante años por algún rastro de los originales o fragmentos de ellos, y no había encontrado nada; por tanto, si podíamos conseguir los textos sería excelente pues ése era el material que se necesitaba. 

A esto, el profesor Müller respondió en una nota breve señalando dos versos en La Voz del Silencio que según él eran bastante occidentales en pensamiento y en consecuencia traicionaban su origen genuino. 

Contesté que estaba frustrado por no indicarme los textos en que se fundamentaban los Preceptos o cualquier sección del Libro de Dzyan; sin embargo, le escribí que pensaba en publicar su crítica reservándome el derecho de comentar sobre ella. 

Ante esto, el profesor Müller rápidamente me pidió que no lo hiciera y que le retornara su carta de inmediato porque deseaba escribir algo más valioso sobre el [Theosophical] Review; por supuesto devolví su mensaje, pero he estado esperando desde ese día la prometida prueba de que H.P.B. en sus maravillosas creaciones literarias no sería más que una 'lamentable compositora de parches' o 'trozos de traducciones mal comprendidas' y 'compiladas en un conjunto fantástico para ser leídos por tontos'. Puedo añadir que la oferta aún está abierta para cualquier orientalista que desee hacer para mí el ridículo papel del último Néstor en orientalismo

Recomiendo llamar a estas páginas contenidas en sus trabajos como maravillosas creaciones literarias, no desde el punto de vista de un entusiasta que no conoce nada de literatura oriental, o de los grandes sistemas cosmogónicos del pasado, o de la teosofía sobre los credos mundiales, sino desde el juicio maduro de quien ha estudiado estos temas durante más o menos veinte años. 

Las estrofas [del Libro de Dzyan en La Doctrina Secreta] establecieron una cosmogénesis y antropogénesis que en su desarrollo y detalle dejaron muy atrás todo registro existente de tales cosas pasadas; no pueden ser explicados como 'la reunión inteligente' de 'fragmentos arcaicos inconexos' todavía mantenidos en libros sagrados y autores clásicos, porque poseen una individualidad propia y contienen todo el marco de una antigüedad y la garantía de una economía que el mundo occidental cree haber superado hace mucho tiempo. Además, se presentan en una atmósfera de comentarios aparentemente traducidos o parafraseados de lenguas del Lejano Oriente, produciendo la impresión general de ser genuina; pero para un erudito que no ha superado sus prejuicios iniciales es difícil estudiarlas y  confrontarlas".  

En la introducción a La Doctrina Secreta (I:xlv) H.P.B. habla de aquéllos que desacreditarán sus escritos con la excusa de ser plagio de Éliphas Levi o Paracelso y del budismo y brahmanismo. Ella responde:  

"(..) se acusó a Renan de haber robado su Vie de Jésus de los Evangelios, y a Max Müller sus 'Sacred Books of the East' (...) de las filosofías brahmánicas y Gautama Buddha. Pero puedo repetir al público en general y los lectores de la 'Doctrina Secreta' lo que he afirmado siempre y que ahora cierro con las palabras de Montaigne:  

TENGO AQUÍ UN RAMILLETE DE FLORES ESCOGIDAS, Y NO HE PRODUCIDO NADA POR MÍ MISMO SALVO LA CUERDA QUE LAS UNE.  

En su artículo “My Books” Blavatsky reitera a Montaigne y pregunta si alguien puede decir que ella “no haya pagado el precio por la cuerda”. Respecto de la fuente para las Estrofas de Dzyan, se publicaron noticias en 1983 de que el misterio está resuelto por el tibetólogo David Reigle, quien escribe lo que sigue en un folleto de setenta páginas llamado The Books of Kiu-Te (Wizards Bookshelf, San Diego, California, 1983):  

"Los Libros de Kiu-te se describen en el monumental trabajo de H.P. Blavatsky La Doctrina Secreta como una serie de trabajos altamente ocultos, algunos de los cuales son públicos y otros secretos. Se dice que los primeros se hayan en posesión de cualquier monasterio tibetano Gelugpa y los últimos incluyen el Libro de Dzyan, del cual se tradujeron un número de estrofas para formar el núcleo de La Doctrina Secreta. Se sostiene que el Libro de Dzyan es el primer volumen de comentarios sobre los libros secretos de Kiute y al mismo tiempo un glosario público de éste último. 

Aunque la información anterior se conoció a fines del siglo pasado, hasta ahora la identidad verdadera de los libros públicos de Kiu-te ha permanecido en el misterio. Ni los eruditos tibetanos ni occidentales saben de ningún texto con ese nombre; en consecuencia, se piensa que fueron 'rotulados como fragmentos en la imaginación de H.P. Blavatsky', junto con todo lo demás en La Doctrina Secreta; pero simplemente al investigar las referencias que ella dio al aludir a estas obras se han identificado positivamente en la actualidad. Como dijo Blavatsky, se encuentran por cierto en la biblioteca de cualquier monasterio tibetano Gelugpa y también en aquéllas de otras sectas (Kargyudpa, Nyimgmapa y Sakyapa), y en verdad son trabajos sumamente ocultos considerados por todas las tradiciones budistas tibetanas como compilaciones de las enseñanzas secretas de Buda. Como se verá, sólo la pronunciación del término evitó la identificación previa de ellos".  

Helena Blavatsky a veces pronunciaba los libros “Kui-te” como hacía el monje capuchino Horacio della Penna en la década de 1700. Hoy ellos se conocen como Kanjur, una porción mayor del Canon Tibetano, y así la persistente búsqueda de Reigle ha conducido a otros descubrimientos sobre los que informa en su libro.