Todos los planetas de nuestro "vecindario espacial" tienen polos geográficos. Si un cuerpo produce campos magnéticos, también poseerá extremos de igual característica. Los polos Norte y Sur terrestres, a 90° del ecuador, se definen como puntos en los hemisferios análogos donde el eje rotativo se encuentra con la superficie, y en ellos coinciden todas las líneas de longitud. El primero está en medio del Océano Ártico, entre aguas cubiertas casi siempre por hielo marino dinámico, mientras el sureño ocupa la Antártida.
El amanecer boreal ocurre justo antes del 21 de marzo o equinoccio de primavera. Tras este periodo, el Sol tarda tres meses en alcanzar su punto más alto, el 21 de junio o solsticio de invierno. Posteriormente dicha estrella comienza a ocultarse, dando lugar a la puesta en el horizonte luego del equinoccio de otoño (21-23 de septiembre). Así, en el Polo Norte ese astro permanece sobre aquel plano en la época veraniega, y bajo el mismo cuando llegan etapas hiemales. Entre marzo y septiembre, el Polo Sur no recibe luz solar, si bien entre septiembre y marzo el Astro Rey es visible por encima del horizonte, y buena parte de su energía luminosa se refleja en la nieve. Esta ausencia de calor, sumando la gran altitud, hace que el punto austral albergue uno de los entornos más fríos de la Tierra con seis meses de luz y otros seis oscuros cada año.
Según el hinduismo, la montaña Meru se halla en el centro de siete continentes planetarios, y también es "aposento de los dioses", swarga o "cielo", aunque las enseñanzas ocultas le sitúan en el corazón del Polo Norte. Entretanto, la zona de Patala o "infierno" corresponde al Sur, y Blavatsky señala que los antiguos nombraron esta dicotomía al ser buenos conocedores de sus rasgos topográficos. Uno de los motivos para el carácter divino del septentrión es haber circunscrito el primer continente tras desarrollarse el globo físico.
La primera masa firme se denominó "Tierra Sagrada Imperecedera", la "cima del Polo Norte" (Doctrina Secreta, vol. 2, p. 372) cuyo destino es "perdurar desde el inicio hasta el fin del Manvantara a lo largo de toda Ronda. Es la cuna del primer ser humano y la casa del último mortal divino, electo como Sishta para la futura semilla de la humanidad". No hay muchos pormenores complementarios, salvo que "la Estrella Polar le vigila desde el alba hasta el crepúsculo de un 'día' del Gran Aliento [Día de Brahma o 14 manvantaras]" (DS, vol. 2, p. 6). De ese modo, el continente persistirá incluso cuando termine la evolución en la cadena de globos terrestres y será hogar de humanos perfectos, los Budas y Cristos de las Séptimas Raza y Ronda. El artículo "Where is the North Pole?" (Theosophy, abril 1926) sostiene que Blavatsky se refería a "algo más" con el extremo norteño que al sector geográfico moderno. La "tierra ignota" era el continente polar en la Primera Raza de la Cuarta Ronda, pero no es factible que coincidiera con el polo dado que estos acabes se desplazan todo el tiempo.
En los comienzos de la vida humana, el único sitio firme se encontraba al extremo derecho de la esfera terrestre, es decir, el Polo Norte de hoy o "cabeza", y el izquierdo estuvo hacia los confines australes o sus "pies" [ver aquí para detalles]. Toda acción beneficiosa (astral y cósmica) proviene del norte, y las obras mortíferas de su sector antílogo, estando muy vinculadas e influidas con y por la magia blanca o negra. Muchas veces emergerán nuevas tierras desde el fondo oceánico, pero el primer continente se mantendrá incólume; éste cubría "todo el Polo Norte a modo de corteza uniforme, y permanece así hasta hoy, más allá del mar interior que parecía un 'espejismo inalcanzable' entre los pocos viajeros árticos que lo divisaron". Con la aparición de la Cuarta Raza Atlante y su comarca legendaria, "la tierra sempiterna quedó oculta, pues las aguas se congelaron" (DS, vol. 2, p. 400, 401, Comentarios).
El planeta "se desintegró con rumbo poniente, desde su cuello hacia abajo (al suroeste [mar interior allende la rémora gélida]) en terrenos e islas, pero no la manta sempiterna". En el momento de aparecer la Segunda Raza, "afloró más tierra de las aguas como apéndice de la 'cabeza' desde el 'cuello'", refiriendo al continente hiperbóreo que cobijó dicho grupo, y extendía sus promontorios al sur y oeste desde el Polo Norte abarcando la totalidad de Asia septentrional (DS, vol. 2, p. 7, 401).
La Tierra incluye polos magnéticos, pues al tenor de la ciencia su campo homónimo se genera por movimientos giratorios de metal fundido en el núcleo, merced a corrientes eléctricas en la corteza y estratos aeríferos. El proceso varía constantemente y afecta a dichos puntos, también por causa de flujos eléctricos a nivel de ionosfera y magnetosfera. La Doctrina Esotérica enseña que en ciertos periodos hay inclinaciones catastróficas del axis mundano, acompañadas de grandes cambios meteorológicos.
Los antiguos hindúes dividieron el globo en siete zonas (dwipas), añadiendo siete "infiernos" y siete "cielos" alegóricos. El Polo Norte o "país de Meru" es la séptima parte y representa el Ser Superior o la espiritualidad pura (DS, vol. 2, p. 403). "Las moradas de Fohat son muchas (...) coloca a sus cuatro Hijos ígneos (electropositivos) en 'Cuatro círculos' (...) otros siete vástagos presiden siete lokas calientes y siete fríos ('infiernos' de los brahmanes ortodoxos) en los extremos del Huevo de Materia (la Tierra y sus polos) (...). Antaño se hizo que los círculos polares fueran siete en lugar de dos (...) el monte Meru (...) tiene siete escalones de oro y siete argénteos que conducen a él" (DS, vol. 1, p. 204). Los "siete Hijos de Fohat" o "Radicales" son también sus "hermanos" que simbolizan formas de magnetismo cósmico, responsables de generar electricidad, sonido, calor, luz, cohesión, etc., a su vez "descendientes" de aquéllos. Fohat indica la electricidad universal íntegra, mientras las extensiones revisten carácter electromagnético o polarizado.
Hoy conocemos cinco tramos principales de latitud: a) ecuador, b) trópico de Capricornio, c) Círculo Polar Ártico, d) trópico de Cáncer y e) Círculo Polar Antártico. Blavatsky alude al primero, la eclíptica (trayectoria del Sol que abarca los 27 Nakshatras/12 signos zodiacales) y esos dos límites cálidos, donde están los "cuatro Hijos de Fohat" que cubren zonas con fuertes incidencias electromagnéticas, y al tratarse de seres inteligentes, tuvieron representaciones místicas como "señores del clima". Los otros "siete hijos" son metáforas de círculos polares, aunque los indios hablaron de conjuntos septenarios, es decir, el gajo que va desde la línea ártica al Polo Norte consta de siete "redondeles" con cuatro grados de separación ("escalones áureos"), manteniendo igual criterio en el sector opuesto ("peldaños en plata").
Se dice que los polos magnéticos son receptáculos y liberadores de electricidad cósmica y terrestre, la cual origina el fenómeno maravilloso de las auroras. El monte Meru no es una "montaña fabulosa al centro del planeta", sino que sus raíces se encuentran allí. Y además: "[Las enseñanzas ocultas afirman] la existencia de una fuente de vida en las entrañas terrestres y el extremo boreal; es la 'sangre' electromagnética del mundo que circula por una red de 'arterias' y se conserva en el 'ombligo' de aquél" (DS, vol. 2, p. 400-404).
Las partículas emitidas por el Sol llegan a la Tierra y son atraídas hacia los puntos magnéticos. Al cruzar la cobertura análoga, ellas se mezclan con átomos y moléculas de oxígeno, nitrógeno y otros elementos, generando un espectáculo de luces polícromas en el cielo. Si hay sobras de vitalidad, permanece acumulada en dichos lugares o de lo contrario el globo se destruiría, por lo que actúan como válvulas de escape.
