13 de marzo de 2022

Visitantes paranormales: desdibujando la realidad (9 de 10)

David Pratt (diciembre 2002-julio 2009)


Contenido:

10. Hombres de negro


10. Hombres de negro

Algunas personas que han tenido avistamientos ovni o un encuentro cercano posteriormente reciben extrañas visitas de siniestros "hombres de negro" ("Men In Black" o MIB) quienes los acosan, amenazan e intimidan para que no hablen sobre su experiencia (1), y aparecen incluso antes que el testigo haya reportado el incidente ovni y de esta forma tenga acceso a información que no está disponible públicamente, puesto que hay ufólogos que también han sufrido persecución de MIBs. Con frecuencia, la persona que recibe la visita se halla sola y ningún MIB ha sido capturado o interrogado en alguna ocasión. No obstante y hasta donde se sabe, las víctimas de MIBs que han ignorado las advertencias no han sufrido daños permanentes. 

Algunas veces los MIB trabajan solos y otras en parejas o en trío. Pueden llegar a bordo de un gran auto negro, a menudo de modelo antiguo y con patentes que después se corroboran falsas. Visten trajes, sombreros, corbatas, zapatos y calcetines oscuros, aunque las camisas son blancas, y los testigos a menudo comentan acerca de la pulcritud en las vestimentas que aparentemente son nuevas. También estos personajes presentan con frecuencia una complexión oscura y débil, quizás de apariencia oriental.

Ajustándose a una imagen estereotipada de la CIA, los hombres de negro sostienen ser agentes gubernamentales o portan tarjetas de identidad falsas, e incluso se hacen pasar por periodistas, ejecutivos de seguros o personal de la Fuerza Aérea. Sus movimientos son rígidos y tienen gestos formales y fríos; nunca sonríen, no exhiben expresiones faciales y su hablar afectado recuerda a un diálogo de cine B. Es más, su conducta llega a ser absurda como sucedió en cierto caso donde un MIB portaba una gran grabadora de cinta, pero no sabía cómo operarla. A veces no se produce una visita personal, sino sólo una llamada telefónica, o tampoco se ve el arribo de un auto negro, pero sí una aparición o desaparición abrupta. 

En mayo de 1975 y dos semanas posteriores a un dramático avistamiento ovni desde su avión -suceso confirmado en las pantallas de radar del aeropuerto en Ciudad de México-, un joven piloto fue perseguido en la autopista por cuatro hombres con apariencia escandinava y trajes oscuros a bordo de una limusina negra. Después de forzarlo para que aparcara a un costado del camino, le advirtieron que no discutiera su avistamiento pues el piloto ese día planeaba conceder una entrevista televisiva. Un mes más tarde uno de los extraños hombres reapareció amenazándolo nuevamente mientras iba a un hotel para hablar con el prominente investigador Joseph Allen Hynek. El testigo describió a los MIB como altos y extrañamente blancos, y dijo que nunca los había visto pestañear (2). 

En la noche del 11 de septiembre de 1976, Herbert Hopkins, médico general de Maine y quien investigaba un incidente ovni, estaba solo en casa cuando llamó un hombre que afirmaba ser ufólogo y preguntó si podía visitarle para discutir el caso; asimismo decía pertenecer a una "organización ovni" que posteriormente se descubrió que era ficticia. El doctor estuvo de acuerdo, y tan pronto como terminó la llamada telefónica encendió la luz del pórtico trasero y vio al sujeto que ya subía los peldaños. Vestía traje oscuro, era calvo y de piel tan blanca como la de un muerto; no tenía cejas ni pestañas y usaba lápiz labial rojo brillante. Se sentó casi sin hacer gestos, apenas abriendo una boca sin dentadura que más bien parecía un tajo. 

El individuo dijo a Hopkins que tenía dos monedas en su bolsillo izquierdo, lo cual era correcto, y le conminó a que pusiera una de ellas en la palma de la mano. Hopkins entonces vio que el objeto gradualmente se desvaneció en una "bola azul difusa" de vapor, al tiempo que el MIB declaraba: "Ni usted ni nadie más en este plano verá esa moneda otra vez". Luego ordenó a Hopkins destruir cualquier cinta, correspondencia o material que tuviese sobre el caso ovni que estaba estudiando, y de pronto se levantó en modo inestable diciendo "mi energía se está consumiendo; debo irme ahora, adiós". Al dejar la casa caminó hacia una luz blancoazulada brillante en la entrada y Hopkins asumió que era parte del auto en que había llegado, aunque no vio ni escuchó partir al vehículo. Hubo extrañas marcas en la parte central del ingreso y que no se parecían a aquéllas de los neumáticos, las cuales se desvanecieron al día siguiente. Muy impactado, Hopkins borró las cintas, abandonó el caso que indagaba y nunca más escuchó nuevamente del intruso (3). 

Una madrugada de enero de 1967 y durante las manifestaciones de Mothman en Virginia Occidental, Mary Hyre, periodista que había escrito extensamente sobre los avistajes locales, trabajaba en su oficina cuando un hombre apareció en la puerta y tenía cerca de 1 metro y 15 cms. de alto. Aunque la temperatura exterior era casi congelante, el extraño usaba sólo una polera azul de mangas cortas y pantalones azules delgados. Sus ojos eran oscuros y hundidos, portaba gruesos anteojos y el cabello era largo y negro cortado en forma cuadrada. Hablaba a modo de sonsonete y difícil de entender, "como una grabación", mientras preguntaba por instrucciones a Welsh, Virginia Occidental. Hyre lo encontró atemorizante pues dijo que "se acercaba cada vez más", al tiempo que sus ojos extraños la miraban casi hipnóticamente, y alarmada decidió llamar al administrador de circulación del periódico y juntos atendieron al personaje, que parecía saber más que ellos sobre Virginia Occidental. En un momento de la conversación el teléfono sonó y mientras Hyre contestaba, el visitante tomó un lápiz del escritorio y lo miró asombrado como si nunca antes hubiera visto uno. Cuando Hyre dijo que podía llevárselo, él rió extraña y ruidosamente, corrió al exterior y desapareció a la vuelta de una esquina. 

Varias semanas más tarde, Hyre cruzaba la calle cercana a su oficina y vio al mismo hombrecillo que parecía asustado cuando se dio cuenta que lo miraba, dándose la vuelta rápidamente y corriendo hacia un gran auto negro que llegó de improviso a la vuelta de la esquina. El pequeño sujeto lo abordó de un salto y el vehículo se alejó rápidamente. 

Por esos días la frecuencia en los avistamientos de Mothman comenzaba a declinar, y el 15 de diciembre de 1967 el puente de 213 mts. que unía Point Pleasant con Ohio repentinamente colapsó mientras estaba repleto de tráfico y cayeron docenas de vehículos al río Ohio falleciendo 46 personas. Durante la semana de Navidad un hombre pequeño y de piel oscura entró a la oficina de Mary Hyre, vistiendo traje y corbata negros y de apariencia vagamente oriental. También tenía pómulos altos, ojos estrechos y un acento indefinido. No estaba interesado en el desastre del puente, sino que deseaba saber sobre avistamientos locales de ovnis y Hyre estaba demasiado ocupada para hablar con él, por lo que le entregó un archivo con recortes de prensa relacionados. Tampoco el sujeto tenía curiosidad en ellos e insistía en hablar con ella, hasta que finalmente Mary lo echó de su oficina. Esa misma noche un hombre de apariencia idéntica visitó las casas de varios testigos en el área donde se percibieron luces voladoras e hizo que todos ellos se sintieran intranquilos e incómodos, y aún cuando afirmaba ser reportero de Cambridge, Ohio, admitió por descuido que ni siquiera sabía la ubicación de Columbus en el mismo estado, aunque ambos pueblos están a sólo unos pocos kilómetros de distancia (4). 

John Keel afirma que el comportamiento de los MIB recuerda a los engaños de hadas y los juegos de otras épocas. Otros investigadores consideran a los hombres de negro como un tipo de entidades psíquicas y demoníacas, y Michael Grosso sostiene: "Los MIB parecen entrar y salir de la realidad, comportándose como fantasmas o 'pesadillas' en un momento y asumiendo corporeidad a la luz del día en el siguiente" (5), aunque este fenómeno probablemente se halla muy estimulado por la paranoia de testigos y ufólogos.

Keel puntualiza que los grupos que investigan el asesinato del presidente Kennedy han sufrido persecución similar al experimentado por los investigadores de ovnis. Sus teléfonos presentan fallas, son seguidos por misteriosos autos y hombres sospechosos de apariencia oriental, y también sus correos son interceptados. 

Estudiantes de brujería, miembros de grupos religiosos fanáticos e incluso integrantes de movimientos pro-derechos civiles y partidos políticos de izquierda/derecha, han sido todos víctimas de estos acosos y cada colectividad intenta encontrar una causa o culpable para explicarlos, a menudo achacándolos a la CIA o el FBI. Miles de personas están sufriendo este asedio sin cesar y ninguna agencia de gobierno es lo suficientemente grande, ni tiene el personal necesario y tampoco un presupuesto tan elevado para que se los responsabilice. Tampoco ninguna entidad gubernamental tendría motivos para gastar una fortuna con tal de amenazar a ufófilos adolescentes o señoras que coleccionen recortes de prensa sobre John F. Kennedy (6).

Aparentemente cualquier persona involucrada en investigaciones controversiales que confronte hostilidades y sea propensa a la paranoia puede experimentar un asedio similar. Por ejemplo, T. Henry Moray (1892-1974) inventó una máquina que transformaba la energía del espacio en otra utilizable y era capaz de producir más potencia de la requerida para hacerla funcionar, siendo analizada por varios científicos que estaban convencidos de su autenticidad. Sin embargo, Moray también enfrentó mucho escepticismo y oposición, tuvo problemas para obtener las patentes de su aparato y se convirtió en un hombre muy receloso. 

Asimismo, Moray fue amenazado de muerte siendo víctima de extraños acosos, y tanto él como su esposa fueron blanco de disparos en ciertas ocasiones, por lo que la familia decidió adquirir un auto a prueba de balas. Uno de los hijos contó que mientras conducía por el pueblo el auto fue atacado por una lluvia de balas disparadas desde un misterioso sedán negro. Otro dice que su madre recibió varias llamadas telefónicas anónimas que amenazaban sus vidas, y en una de ellas se le dijo que la vida de su esposo no valía "ni un centavo" a menos que cooperara con los agentes sobre la máquina de energía radiante. La casa de Moray y el laboratorio fueron invadidos en varias ocasiones, pero la máquina nunca fue robada, y en un incidente posterior el científico recibió un tiro en la pierna mientras trabajaba, todo lo cual le hizo creer firmemente que era parte de una trama para atraparlo y hacer que entregara el invento (7). 


Referencias

1. Stuart Gordon, The Paranormal: An illustrated encyclopedia, London: Headline, 1992, p. 437-9; Clark, Unexplained!, p. 242-4; Daniel W. Murphy, "Men in black" [www.geocities.com/bigfootrus/index.html].

2. Unexplained!, p. 243.
3. The Paranormal, p. 438; Michael Grosso, Frontiers of the Soul: Exploring psychic evolution, Wheaton, IL: Quest, 1992, p. 211.

4. Keel, The Mothman Prophecies, p. 109-10, 113; "Mothman: the enigma of Point Pleasant", www.prairieghosts.com/moth.html.

5. Frontiers of the Soul, p. 211.
6. Keel, Strange Creatures from Time and Space, p. 199.
7. Keith Tutt, The Search for Free Energy: A scientific tale of jealousy, genius and electricity, London: Simon & Schuster, 2001, p. 58; Jeane Manning, The Coming Energy Revolution: The search for free energy, New York: Avery, 1996, p. 36-9.