("The Theosophical Movement", junio de 2011).
El sonambulismo es un trastorno que consiste en la realización durante el sueño de todas las funciones que se harían en vigilia, con el olvido total de los hechos al despertar. Constituye uno de los grandes fenómenos psicofisiológicos y el menos comprendido por ser el más desconcertante, del que sólo el ocultismo tiene la clave (ver "Theosophical Glossary"). Un sonámbulo no sólo es un "caminante dormido", sino que también puede sentarse derecho, comer, hablar, conducir vehículos, leer, escribir, cocinar y hasta salir de casa. Asimismo, esta alteración puede llevar en ocasiones a conductas violentas y asesinatos.
Durante mucho tiempo, este tipo de ocurrencias permaneció en el misterio hasta que fue investigado por Carl Reichenbach, químico y parapsicólogo alemán del siglo XIX, y quien realizó amplios estudios sobre el particular. Inicialmente se consideraba que el sonambulismo era una actuación de los sueños experimentados por el paciente; verbigracia, las emociones hostiles reprimidas en una persona contra sus padres darían lugar a un sueño, exteriorizado en una condición sonámbula y terminando por matar a ambos. Sin embargo, más tarde se descubrió que dicho trastorno aparece principalmente cuando alguien se encuentra en sueño profundo o una fase sin sueños. Se han vinculado otros factores como cansancio, mal dormir o ansiedad, y además esta patología puede resultar de desórdenes mentales o reacción a ciertas drogas y el alcohol. En la novela Heidi su protagonista empieza a ser sonámbula al invadirle una gran nostalgia, y Shakespeare relata cómo Lady Macbeth adquiere igual condición por su locura y abrumador sentimiento de culpa.
La Encyclopaedia Britannica consigna: "El sonambulismo es más frecuente en niños, aunque también puede surgir en adolescentes y adultos jóvenes. Esta anomalía es peligrosa sólo cuando existe la posibilidad de que los afectados se autolesionen accidentalmente. El sonambulismo se define como una reacción disociativa histérica, al igual que los ocasionales casos dramáticos de personalidad múltiple". Algunos expertos en psicología han observado que los enfermos de esquizofrenia, histeria y neurosis de ansiedad presentan una mayor recurrencia de convertirse en "caminantes dormidos".
En su artículo "Memory in the Dying", Helena Blavatsky resume el caso de una joven que fue sonámbula hasta los veintidós años. Realizaba múltiples actividades totalmente dormida, de las cuales no tenía ninguna evocación al retomar la conciencia. Durante sus horas de vigilia era abierta y franca, y muy descuidada con los bienes personales, pero en la fase sonámbula tomaba elementos que le pertenecían o estaban a su alcance para esconderlos con asombroso ingenio. Este hábito era conocido por sus amigos, familiares y las enfermeras que se encargaban de supervisar sus acciones en los paseos nocturnos que solía dar. Una noche, su cuidadora se quedó dormida y la joven plenamente súpita ingresó al estudio de su padre, un notario de renombre, quien estuvo preparando un testamento hasta la madrugada, y su hija entró justo cuando aquél salía del despacho por unos momentos. La chica tomó los papeles abiertos sobre el escritorio, así como una suma de varios miles de libras en bonos y billetes, y procedió a ocultarlos en el hueco de dos pilares falsos situados en la biblioteca; después abandonó el habitáculo antes que su padre regresara y volvió a acostarse sin despertar a la enfermera, que seguía durmiendo en su sillón. Al día siguiente ésta última negó que aquélla saliera de la habitación durante la noche; de igual modo, la pérdida del documento conllevó a un pleito que casi empobrece al padre y arruinó por completo su reputación.
Unos nueve años más tarde la joven enfermó de tuberculosis, y en su agonía recordó y confesó en voz alta haber robado el testamento y el dinero, revelando también el escondrijo, e inmediatamente antes de fallecer pidió a los miembros de la familia que buscaran en las columnatas de la biblioteca. Blavatsky añade que este fue un episodio muy extraño porque los pilares eran tan altos que una persona sonámbula no podría alcanzar su cima ni siquiera utilizando una silla, o con mucho tiempo a su disposición; en efecto, la mujer había conseguido depositar allí las especies sin emplear escaleras, y además en pocos minutos. Sin embargo, Helena advierte que los extáticos y convulsivos parecen tener una facilidad anormal para trepar por paredes lisas y saltar a copas de árboles. Además, el incidente demuestra que el sonámbulo posee una inteligencia y memoria propias, aparte de la retentiva física del Manas inferior despierto.
De algún tiempo a esta parte se ha conocido de sonámbulos que muestran un comportamiento sofisticado mientras duermen. Hacia diciembre de 2008 se publicaron informes sobre una mujer que enviaba correos electrónicos semiconsistentes; en uno de ellos llegó a invitar a un amigo para cenar y tomar algo, pero al recobrar la vigilia no evocaba nada sobre lo acontecido. Los expertos consultados admitieron que nunca antes se supo de una conducta tal como encender una computadora, acceder a internet, recordar contraseñas, teclear un mensaje y organizar movimientos corporales bajo un letargo absoluto.
En Isis Develada, H.P.B. indica que en el sonambulismo los sentidos externos de un durmiente están paralizados por completo y entran en acción los internos o astrales. Durante un experimento algunas personas fueron inducidas a una fase sonámbula, comprobándose que estos hipnotizados eran insensibles a ruidos hechos con vasos de cobre u objetos grávidos que caían al suelo. Se hizo respirar a los sujetos ácido clorhídrico o amoníaco, pero no mostraron ningún signo de irritación o molestia; igualmente, no tuvieron señales de estar conscientes cuando se les aplicaban cosquillas en fosas nasales, orejas o pies con una pluma. Hubo un paciente que permaneció totalmente inanimado durante una de sus cirugías más dolorosas, sin evidenciar la más mínima expresión facial. Además, en el estado de sonambulismo parecen desarrollarse nuevas facultades como clarividencia, intuición y previsión interna. Dos individuos con dicho trastorno pudieron distinguir ítemes colocados ante ellos con los ojos cerrados; lograron determinar el color y valor de naipes, y en el caso de libros abiertos al azar podían ver líneas de cualquier página. Otros dos sonámbulos mostraron capacidades de prever acontecimientos: uno de ellos vaticinó con meses de antelación -y casi con exactitud- el día, la hora y el minuto en que se producirían sus ataques epilépticos, mientras que el segundo predijo el momento de la curación, también con notable perspicuidad. La autora añade que en los libros Psychological Inquiries por Sir B. Brodie y The Philosophy of Sleep de Macnish, se encuentran muchos ejemplos sobre la exaltación de facultades mentales y psíquicas en el estado hipnóbata.
Las percepciones de un sonámbulo presentan mayor agudeza y desarrollo, y el individuo es capaz de trabajar con los ojos cerrados o sin visión tanto en ambientes umbríos como iluminados. Existe el llamativo caso de un joven eclesiástico, relatado por el arzobispo de Burdeos e incluido en la Enciclopedia Francesa, que en plena oscuridad nocturna escribía sermones y música.
H.P.B. alude en Transactions (p. 34) a The Philosophy of Mysticism, una obra de Du Prel donde cita varios casos auténticos de sonámbulos que, como clarividentes, lograban percibir focalizándose en la boca del estómago. Las personas en ese estado -o de sueño profundo- "escuchan" su vientre, y frotándolo ligeramente con el dedo índice responden a todas las preguntas que se les formulan. Es como si tuvieran dos cerebros: mientras el de la cabeza coordina y enhebra la memoria de vigilia, el estómago parece hacerlo durante el dormir. Se dice que hay un haz de nervios simpáticos o sistema nervioso ganglionar en el epigastrio, conocido también como plexo solar. Durante la vigilia, el sistema nervioso cerebral y ganglionar actúan de forma independiente, separados por el umbral psicofísico o de sensación, pero en el sueño profundo ambos semejan tener una fusión. En un elevado número de casos, los sonámbulos pudieron examinar con su estómago otras partes del cuerpo, identificar bloqueos o enfermedades e incluso prescribir el remedio correcto. Du Prel llama a esto un instinto o "idea" que se encuentra por debajo del límite psicofisiológico, que según él pertenece a la conciencia del Ego trascendental que se despierta interiormente.
Como ya dijimos, el epigastrio es la zona del plexo solar o "centro umbilical", y los antiguos situaban allí el alma astral humana o autoconciencia. Los brahmanes compartían esta creencia con Platón y otros filósofos, por lo que muchos estudiosos del sánscrito coinciden en que esta idea es una de las más remotas en el hinduismo. Se cuenta que los faquires modernos -así como algunos gimnosofistas en el pasado- se unen con Atman y la Deidad al concentrar todo su pensamiento en el ombligo. Al igual que en los fenómenos modernos de sonambulismo, este remanente ventral era considerado "círculo del Sol" o sede de la luz divina interior, y por ello ciertos sonámbulos tienen la capacidad de leer, oír, oler y ver a través del estómago. De acuerdo con Blavatsky en Isis (p. xxxix), cuando un hechicero en la Persia contemporánea es consultado en ocasiones de robo y otros sucesos desconcertantes, realiza manipulaciones sobre el epigastrio y así obtiene condiciones clarividentes.
En La Clave de la Teosofía, la misma escritora dice que las sirvientas de una granja pobre hablaron hebreo y tocaban el violín en medio de trance o sonambulismo, y no sabían nada de lo ocurrido cuando volvían en sí porque en ese estado el yo personal/inferior "se detiene", de modo que puede actuar el Ego Espiritual y omnisciente.
Una persona en trance sonámbulo parece estar muerta, pues el cuerpo se decolora, pierde pulso cardíaco, los músculos se vuelven rígidos, el calor desaparece y los ojos se tornan vidriosos. Blavatsky habla sobre el coronel Townshend, que solía referir a su facultad de morir "cuando le apetecía", y sin embargo volvía a despertar con un esfuerzo o de alguna manera ignota. Incluso los médicos se engañaban al pensar que realmente había fallecido, mientras que sólo se encontraba en trance hipnóbata.
El estudio de las enfermedades nerviosas ha establecido que tanto en el sonambulismo corriente como aquél producido por mesmerismo, el peso del sujeto disminuye considerablemente, de modo que en estado sonámbulo su cuerpo flotaría sobre el agua sin hundirse. En las personas extáticas, la elevación en el aire se produce con más frecuencia que en los sonámbulos.
En Isis (I, 264) encontramos que el diktamnon o dictamnus es una curiosa planta que posee propiedades muy ocultas y místicas, considerada sacra para las diosas Astarté y Diana o aquéllas que representaban a la Luna. El nombre cretense de Diana era Diktynna, y como tal exhibía una corona hecha con esta especie mágica. Según se afirma en ocultismo, el diktamnon es un arbusto de hoja perenne cuyo contacto desarrolla el sonambulismo y al mismo tiempo lo cura. La química farmacéutica le atribuye propiedades fuertemente sedantes y tranquilizantes, y mezclado con verbena produce clarividencia y éxtasis.
Los budistas atribuían al zafiro un poder mágico sagrado, ya que su superficie pulida y de azul intenso produce extraordinarios fenómenos sonámbulos, siendo éste el más eléctrico de todos los colores. La misma tradición sostiene que dicha piedra genera paz mental y ecuanimidad, deseo de orar e inspira más calma que cualquier otra gema, pero quien desee portarla debe vivir de modo puro y santo.