("The Theosophical Movement", septiembre de 2004).
La magia es el sistema más antiguo y venerable de la auténtica Sabiduría y ha existido desde los albores de nuestra especie, aunque la sociedad "ilustrada" rechaza este concepto etiquetándolo como "superstición". Los especialistas modernos afirman que la magia apareció entre los salvajes primitivos, pero esto se refuta al encontrar la raíz de dicha palabra con un significado honorable en lenguas pretéritas como sánscrito y Zend. "Magva", de la que desciende "magia" a través del griego y el latín, tenía sus raíces en el Avesta; en efecto, la Vendidad -una escritura antigua- hace mención de una clase conocida como magva o grupo de personas que permanecían célibes, practicaban magia benéfica y enseñaron Sabiduría, siendo éstos los magos originales. En sánscrito, el término magha-van tiene un significado análogo al del Avesta y es uno de los nombres para Indra, el mago celestial. También existe la palabra maga que aludía a sacerdotes solares, cuya función era igual a la de sus contrapartes en Persia, e igualmente designó a un pueblo que vivía en la mítica Sakadvipa.
En consecuencia, la verdadera magia es Sabiduría, y los versados en este Conocimiento Esotérico eran sinónimo de todo lo honorable y reverente, aunque ahora la idea se ha pervertido por completo y se aplica a simuladores e ilusionistas.
La magia es la ciencia de comunicarse con Energías excelsas/supramundanas o ámbitos inferiores para dirigirlos; es una sapiencia práctica de los misterios naturales y humanos ocultos, conocidos sólo por unos pocos al ser muy difíciles de adquirir sin caer en errores contra ambos aspectos. La magia no trata de lo "sobrenatural", sino que comporta el estudio de las leyes que rigen esos potenciales, mostrando así la omnipresencia y omnipotencia de la Vida. El conocimiento de su íntima relación con aquéllos nos permite utilizar esos principios para obtener resultados específicos, y esa aplicación es el arte de la magia. Si es mal ejercida se transforma en magia negra o hechicería, pero si es utilizada de modo altruista deviene blanca o verdadera.
Así, estos incidentes y repercusiones no son "milagrosos" en ningún sentido, porque ocurren bajo normas ahora ocultas para las masas y se producen por el empleo de fuerzas latentes en cada persona. Los dos factores constitutivos de cualquier actuación mágica son el motivo y el método. Como ya adelantamos, la magia blanca se produce si el móvil está arraigado en pureza, inofensividad y altruismo. El Glosario Teosófico la reseña como "magia divina y desprovista de egoísmo, amor al poder, ambición o lucro, y empeñada únicamente por hacer el bien al mundo en general, y al prójimo en particular". Por el contrario, la brujería conlleva incluso el más mínimo intento de utilizar capacidades "anormales"/atípicas para gratificar caprichos o al "animal interno" [véase esta entrada para aclaraciones sobre "eliminar el deseo"].
El hecho de que siempre nos esforcemos por obtener algo para nuestro yo personal/inferior muestra la clase de magos que representamos, y por qué tenemos tan poco poder. Hay una gran reserva de energías en nosotros, pero no podemos utilizarla porque somos egoístas y deseamos obtener poderes sin otorgar nada. Los fenómenos o capacidades más portentosos que jamás se hayan producido pueden ser duplicados por cualquier ser humano, pero no pueden obtenerse con fines personales, sino sólo comprendiendo la Doctrina y viviendo la existencia.
El espiritismo o nigromancia es un credo muy cuestionable en que los médiums ignorantes y enfermizos son canales de seres invisibles y dañinos. También debemos cuidarnos del hipnotismo [en su eventual utilización para someter a otra persona] y otros casos son los sacrificios de animales en nombre de la "religión" o "ciencia", como todos los ejemplos similares con uso de sangre o crueldad. Hoy tales ceremonias están corrompiendo muchas religiones, particularmente la hindú.
¿Cómo podría definirse un mago blanco? Toda su naturaleza, desde adentro hacia afuera, es de un sólo tipo y se halla en perfecta armonía. Jamás busca algo para sí mismo, y utiliza todos los poderes y las posesiones que le llegan en beneficio del mundo. En su mente, voluntad y sentimiento siempre se encuentra la progresión ideal de la Humanidad; por ello, naturalmente se inspira en lo más elevado y todo lo que hace tiene efectos para el bien, no sólo sobre sus semejantes, sino en los reinos que están por debajo. Si asimilamos esto, entonces habrá mejor comprensión sobre el trasfondo de la verdadera Magia Blanca.
El estudio de la magia tiene dos objetivos principales: a) aprender a protegernos de las influencias peligrosas en nuestra "civilización" para mantener la integridad de nuestra alma (y esto no es un impulso egoísta, como tampoco preservar nuestra salud física con tal de no dañar a otros), y b) emplear nuestros conocimientos con metas beneficiosas.
La mejor protección es llevar una pureza de vida, tener conciencia clara y un firme deseo de ayudar al prójimo. La "amabilidad del día a día" no es suficiente, y por esto se requiere limpiar la voluntad, la imaginación y nuestro magnetismo. La determinación puede concebirse como el mago mismo, y en la pulcritud de su despliegue radica aquélla del motivo. La imaginación es el poder de crear "escenas mentales" en términos de nuestras preferencias, y también debieran existir pensamientos e ideas radiantes. Su calidad está definida por las motivaciones; la intensidad de dicha volición -o los anhelos- especificarán el tiempo que permanecen en la mente, y ésta a su vez debe convertirse en un santuario con imágenes vivas por la energía del corazón.
En el cuerpo astral se encuentra el fluido magnético que toda persona posee e irradia constantemente, en especial a través de sus ojos y la punta de los dedos, aunque por lo común de forma inconsciente. Siempre que actuamos y a dondequiera que miremos, incidimos sobre otras personas y objetos con nuestro magnetismo, de forma que todos somos magos prácticos, lo sepamos o no.
Entonces, la verdadera pureza se relaciona con ese efluvio, supeditado a la calidad de nuestros pensamientos pasados y disposición anímica presente. Todos los objetos tienen sus propias emanaciones magnéticas, si bien sólo el humano puede dirigirlas a voluntad y controlar su índole.
Podemos tomar el ejemplo de un cocinero: su mal humor, impaciencia o irritabilidad pueden "envenenar" los alimentos que prepara, e incluso éstos tienen cualidades magnéticas. Del mismo modo, los trabajadores de oficina o empresarios que compiten entre sí pueden ejercer algún tipo de magia negra, ya sea consciente o involuntaria [enlace 1/enlace 2].