11 de febrero de 2022

Diseño y evolución de las especies (18 de 18)

David Pratt
Mayo 2004, última revisión enero 2019


Contenidos:

-El ser humano, reservorio de todos los tipos
-Evolución astral y física


El ser humano, reservorio de todos los tipos

La primera raza-raíz de la humanidad en la cuarta ronda comenzó a desarrollarse a mediados del Paleozoico; estas formas protohumanas eran seres altos, ovoides, semiastrales y sin autoconsciencia que no se reproducían sexualmente, sino por fisión (como hacen hoy las células). Durante los siguientes millones de años se materializaron con lentitud, declinaron en tamaño y asumieron la forma humana actual. Paralelamente, se afirma que la reproducción sexual en el reino humano se originó en la segunda mitad de la tercera raza-raíz o lemuriana, hace unos 18,5 millones de años, y en la escala de tiempo teosófica esto ocurrió a fines del Jurásico de la Era Mesozoica o "edad de los reptiles".

La segunda (terminal) y tercera raza-raíz (inicial) se reproducían por gemación, un método asexual todavía utilizado por algunos organismos unicelulares (por ejemplo bacterias, levaduras y protozoos) y en ciertos animales multicelulares (hidras, medusas y ascidias). En ciertos periodos muchas células vitales dejaban el cuerpo paternal, y mientras que muchas perecían, otras se desarrollaban exitosamente para devenir en otros seres. Si se originaban desde la porción del cuerpo paternal que fue el asiento de los órganos reproductores podían reproducir otro humano, pero si emanaban desde alguna otra parte del cuerpo y el ambiente era favorable, a menudo daban origen a las primeras formas mamíferas, las cuales entonces procedieron a su crecimiento y especialización a lo largo de caminos individuales (...).

Actualmente los 40 billones de células que componen nuestros cuerpos están tan firmemente agrupados en el tipo dominante de la entidad humana interior que las tendencias inherentes de las células han llegado a ser recesivas, pero en aquellas épocas remotas y antes que el despertar de la inteligencia autoconsciente adquiriese fuerza en la última tercera raza-raíz el predominio de la esencia mental o fluido de vida era mucho más débil sobre las células y los átomos de vida que componían sus cuerpos primitivos y más etéricos, y cuando alguna de las células se liberaba de ese control, seguía instintivamente el camino de la autoexpresión según su fase de desarrollo. Una razón adicional de por qué las células se desarrollaron a lo largo de senderos propios fue que todas las entidades se encontraban en el arco descendiente, que es el periodo de evolución de la materia y la involución del espíritu, y de esta forma todas las reservas de los "humanos" inferiores se hallaban bajo el impulso natural de evolucionar hacia nuevas formas corporales.

Las primeras criaturas pertenecientes a la clase mamífera aparecen en el registro fósil del Mesozoico inicial y supuestamente evolucionaron de los terápsidos, reptiles parecidos a mamíferos que se originaron en el Carbonífero del Paleozoico, pero no existe rastro fósil continuo que conduzca de reptiles a mamíferos. Éstos últimos comenzaron a aparecer en números más grandes durante el Cretácico y en el Jurásico, hacia el final de la tercera raza-raíz, y experimentaron una enorme radiación y diversificación a comienzos del Terciario o periodo atlante prístino, siguiendo a las últimas extinciones cretácicas.

De esta forma, según la Teosofía los orígenes de los mamíferos pueden trazarse a prototipos astrales que datan de la segunda raza-raíz tardía e inicios de la tercera, a fines del Paleozoico y comienzos del Mesozoico cuando los humanos eran andróginos y todavía no habían sido separados en dos sexos ni se habían convertido en mamíferos. Los cuerpos animales se hicieron completamente físicos antes que los de la humanidad astral, y de esta forma se separaron en macho y hembra desde el estado andrógino precedente y con anterioridad al reservorio humano. Entre los vertebrados, machos y hembras poseen los órganos reproductivos rudimentarios del otro sexo, y esto apunta a la existencia de antiguos "mamíferos" hermafroditas o más bien mamíferos ancestrales.

Todas las reservas situadas bajo el nivel de los mamíferos (invertebrados, peces, anfibios, reptiles y aves) se derivaron del reservorio humano primitivo en la precedente ronda planetaria (tercera), hace cientos de millones de años en el Precámbrico, mucho antes que la Tierra alcanzara su grado actual de densidad física. Así, en lo que concierne a nuestra cuarta ronda actual, sólo los mamíferos pueden ser vinculados a prototipos otorgados por el ser humano. "Anfibios, aves, reptiles, peces, etc., son los resultantes de la tercera ronda; las formas fósiles astrales se almacenaron en la envoltura áurica de la Tierra y se proyectaron en la objetividad física subsecuente a la deposición de las primeras rocas laurentinas" (4), esto es, antes del comienzo de la cuarta ronda.

Las primeras fases de desarrollo por las que pasan los embriones mamíferos, incluyendo los humanos, son muy similares. A este respecto, Blavatsky escribe:

"Cuando se tiene en cuenta que todas las formas que ahora pueblan la Tierra son tantas variantes de tipos básicos originalmente provistos por el HUMANO de la tercera y cuarta ronda, se desestabiliza el argumento evolucionista que insiste en la 'unidad del plan estructural' que caracteriza a todos los vertebrados. Los tipos básicos referidos eran muy pocos en número comparados con la multitud de organismos a los cuales finalmente dieron origen; pero una unidad general de tipo ha sido preservada a lo largo de las eras (...) El tipo humano es el repertorio de todas las formas orgánicas potenciales, y el punto central desde donde estas últimas irradian (...) [Los mamíferos son] post-humanos, y en consecuencia es fácil explicar el parecido general entre sus fases embrionarias y aquéllas del ser humano, quien necesariamente abarca en sí mismo y sintetiza en su desarrollo los rasgos del grupo que él originó" (5).

El embrión humano parece adquirir formas parecidas a plantas, peces y reptiles durante su desarrollo (6). Bajo este aspecto, debiera notarse que en las rondas más antiguas, cuando la Tierra y sus habitantes eran aún muy etéricos, las mónadas después se manifestaron en forma humana completa, pasando relativamente rápido a través de los reinos inferiores y recapitulando las fases de desarrollo por las cuales transcurrieron durante encarnaciones previas en la Tierra. Además, como ya se indicó, los grupos animales inferiores a los mamíferos se originaron del "hombre" en las rondas iniciales. No obstante, el término "hombre" aquí se refiere a las formas etéricas protohumanas que no mostraban parecido con los humanos autoconscientes de hoy.


Referencias

3. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:184; ver "Sex and sexuality", secciones 2 y 5, http://davidpratt.info. 

4. "La Doctrina Secreta", 2:684.
5. Ibídem, 2:683-4.
6. Ibídem, 1:184, 2:187-9, 258-9.


Evolución astral y física

Según la doctrina darwinista de la descendencia común, todas las especies que han vivido alguna vez provienen directamente de otras, pero la Teosofía niega que esto sea cierto:

"Ningún ocultista puede aceptar la propuesta irracional de que todas las formas ahora existentes, 'desde la ameba sin estructura al ser humano', son todas descendientes lineales directas de organismos que vivieron hace millones y millones de años antes del nacimiento del humano, durante las épocas presilúricas [Precámbrico, en terminología moderna] en el mar o la tierra".

Para los innumerables tipos de vida no hay necesidad de representar a los miembros de una serie progresiva, pues constituyen "los productos de divergencias evolutivas variadas y diferentes, teniendo lugar en una dirección o en otra".

"En un sentido, la 'unidad del tipo común' a todos los reinos humanos y animales no es (...) una prueba de la consanguinidad [ancestralidad común] de todas las formas orgánicas, sino un testimonio de la unidad esencial del 'plan básico' que la naturaleza ha seguido al moldear sus criaturas" (1).

La insistencia de Darwin en el cambio evolutivo gradual fue cuestionada por muchos de sus contemporáneos, como St. George Mivart:

"Encontramos una ausencia importante (e inexplicable en términos darwinistas) de formas transicionales minuciosamente gradadas. Todos los grupos más marcados (...) aparecen de una sola vez en escena (...) Todas estas dificultades son evitadas si admitimos que nuevas formas de vida animal en todos los grados de complejidad aparecen de tiempo en tiempo con relativa brusquedad que evolucionan de acuerdo a las leyes dependientes tanto de las condiciones circundantes como de las interiores" (2).

Aunque se han descubierto varios fósiles "transicionales", la Teosofía rechaza la hipótesis de que son vínculos en una secuencia más o menos continua de transformaciones corporales como pretenden todavía muchos darwinistas, ya que todavía existen grandes brechas en el registro fósil, por ejemplo, entre invertebrados e vertebrados y entre las varias clases de vertebrados que apuntan a la existencia de prototipos y procesos evolutivos etéricos.

Blavatsky afirma que los factores físicos que influencian la evolución (en los cuales está enraizado el darwinismo) sólo entran en juego después de "la fisicalización de los primeros tipos raíces animales fuera del astral" (4), pero no es posible ningún cambio subsecuente y significativo en la forma física a menos que hayan sido preparados en el nivel astral o formativo. Estas transformaciones pueden permanecer latentes e inexpresadas hasta que las circunstancias externas sean apropiadas para su manifestación, resultando así en grandes y súbitas variaciones o la aparición de una nueva especie, lo cual estaría acompañado de mutaciones genéticas de gran alcance, pero guiadas y coordinadas desde dentro en vez de ser azarosas.

Puede ser el caso que, en el pasado, los individuos de una especie hayan dado nacimiento a descendientes que pertenecían a un género o familia distintos, pero "descendencia con modificación" parece una idea menos probable para el origen de nuevos órdenes, clases, filos y reinos. Como dice Blavatsky, "el abismo reconocido entre los sistemas de reproducción de los ovíparos vertebrados y los mamíferos constituye el calvario para aquéllos que, junto a los evolucionistas, buscan relacionar todas las formas orgánicas existentes en una línea de descendencia continua" (6). Nuevos géneros, familias y órdenes de criaturas han continuado apareciendo desde mediados de la tercera raza-raíz, cuando la materia perdía su naturaleza previamente plástica y etérea y comenzaba a asumir su densidad actual. Si nuevas familias u órdenes de mamíferos no son descendientes modificados o grupos pertenecientes a otras familias y órdenes, pueden concebirse varios escenarios alternativos (involucrando la "generación espontánea").

En algún punto, una nueva especie que astralmente haya tomado forma -basado en los diseños de especies previas, pero no descendiente de ellas en términos físicos- podría manifestarse abruptamente como una materialización concreta. Esto sería análogo a la concreción de formas humanas completas que ocasionalmente fueron reportadas en sesiones de espiritismo, y uno de los casos más famosos durante el apogeo de dicho movimiento en el siglo XIX fue la materialización de una mujer aparentemente de carne y hueso conocida como Katie King por la médium Florence Cook (7). Blavatsky citaba a Katie como ilustración del modo en que la raza lemuriana etérica asumió una forma física completa (8), sólo que el último proceso tomó millones de años en lugar de un minuto o dos en el caso de las sesiones mediúmnicas. El reino animal experimentó un proceso gradual parecido de materialización y se hizo completamente físico antes de los humanos de la tercera raza. Sin embargo, una vez que los reinos humano y animal adquirieron una fase totalmente material, cualquier proyección o precipitación de formas etéricas en la visibilidad física debe haber ocurrido súbitamente.

Alternativamente, sólo las semillas o los huevos de miembros de las nuevas especies podrían ser precipitados en algún medioambiente viable donde puedan desarrollarse, y dichas criaturas no tendrían padres a menos que tales hábitats incluyeran cuerpos de otras criaturas, pero si por ejemplo un reptil depositara un huevo del que saliera un ave (como una vez sugirió Otto Schindewolf), ¡sin duda debe haber dejado bastante perplejos a los padres!

En conclusión, la razón de por qué generalmente faltan formas transicionales en el registro fósil es porque nunca existieron tales seres físicos. Según el darwinismo, se esperaría que el mayor de algún subfilo fuese más parecido al más bajo de otro subfilo superior; sin embargo, usualmente son los representantes inferiores (o más antiguos) en cada filo los que se asemejan más en los rasgos primitivos. Según la Teosofía, la razón de que todas las estirpes mamíferas y premamíferas se aproximan en tipo y carácter cuanto más las trazamos hacia el pasado es porque emanaron de una fuente común, en este caso el "hombre" prehumano etérico.

Todos los reservorios animales tienden a divergir desde el "almacén" humano primitivo y desarrollan especializaciones de órganos y funciones particulares tales como alas, trompas, garras, cuernos o branquias. Los animales tienen poca capacidad de avanzar constantemente a lo largo de líneas psicológicas, pero hubo muchas oportunidades para ellos de desarrollar variaciones fisiológicas. Por ejemplo, los monos y simios antropoides poseen una anatomía mucho más especializada que los humanos, demostrando que son producto de un desarrollo posterior en lugar de constituir nuestros ancestros; según la Teosofía, se originaron de una cruza humana-animal (9) (...).

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De acuerdo a un antiguo axioma cabalístico, "la piedra se convierte en una planta; la planta, en un animal; el animal, en un hombre, y el hombre, en un dios". Esto no significa que una forma mineral evoluciona a una vegetal, luego a otra animal, después humana, etc., según las líneas darwinistas; más bien significa que una mónada experimenta innumerables encarnaciones en cada reino a la vez al comenzar con los tres ámbitos elementales y siguiendo luego en los dominios mineral, vegetal, animal y humano, para finalizar en los tres niveles espirituales. Comenzamos cada gran ciclo planetario como chispas divinas no autoconscientes, y si corremos la carrera exitosamente, la completaremos como dioses autoconscientes y habiendo logrado relativa perfección para el sistema planetario en cuestión, pero ningún estado de consciencia puede durar para siempre, ya que luego de un periodo de reposo nirvánico comienza otra etapa de actividad que implica fases similares de desarrollo evolutivo, y de este modo siempre hay nuevas esferas de experiencia en las cuales podemos convertirnos en maestros autoconscientes de la vida.


Referencias

1. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:259-60, 258, 737.
2. St. George Mivart, On the Genesis of Species, London: Macmillan, 2da edición, 1871, p. 161-2; citado en La Doctrina Secreta, 2:697.

4. La Doctrina Secreta, 2:648-9.
6. La Doctrina Secreta, 2:735.
7. Ver "Visitantes paranormales", parte 1.
8. La Doctrina Secreta, 2:737.
9. "Orígenes humanos: el mito científico del mono ancestral" (parte 10).