20 de febrero de 2022

El Libro de Job, una alegoría de la iniciación


El Libro de Job, que se encuentra en el Tanaj (Biblia hebrea) y el Antiguo Testamento de los cristianos, es reconocido abiertamente por la mayoría de éstos- incluyendo a fundamentalistas y literalistas- como el texto más antiguo de la Biblia.

Al igual que con muchos otros textos espirituales del pasado, la Teosofía sostiene que en realidad describe aspectos y experiencias del proceso de iniciación.

El término "iniciación" es muy utilizado por teósofos y otros esoteristas, pero ¿qué significa realmente?

En la acepción más básica, el proceso iniciático es la expansión del alma a un nuevo y mayor nivel de conciencia, pero en su aspecto más profundo también es un Sendero que se recorre a lo largo de muchas vidas por parte de alguien que aspira a unirse a aquélla Hermandad esotérica que guía y vigila la evolución espiritual de la humanidad. Tal iniciación, presidida en sus niveles superiores por algunos de los Maestros que pertenecen a dicha Hermandad, confiere conocimiento, poderes y comprensión perspicaz al candidato exitoso, y todo ello con miras al trabajo totalmente desinteresado o altruista de ayudar, guiar y enseñar a otros seres humanos.

A menudo los centros de iniciación eran conocidos como "Escuelas de Misterio" y su existencia fue documentada por la historia en todo el mundo. Lo que proponían fue una forma noble de ocultismo, cuyo término no significa más que "conocimiento oculto", pero que los cristianos actuales han demonizado para convertirse en falso sinónimo de "mal" y "oscuridad".

En el "Glosario Teosófico" H.P. Blavatsky proporciona estas breves definiciones:

"Iniciado. Del latin Initiatus. Designación de cualquiera que haya sido aceptado e introducido en los misterios y secretos de la Masonería o el Ocultismo. En tiempos antiguos, dícese de quienes eran iniciados en el conocimiento arcano impartido por los Hierofantes de los Misterios, y en nuestros días, aquéllos iniciados por adeptos de la sabiduría mística en el conocimiento misterioso, que a pesar del paso de los siglos tiene todavía algunos verdaderos devotos en la Tierra". 

Iniciación. De la misma raíz que el latín initia, que designa los principios básicos o primeros de cualquier ciencia. La práctica iniciática o admisión en los Misterios sagrados e impartidos por Hierofantes y sacerdotes eruditos de los Templos es una de las costumbres más remotas. Esto se practicaba en todas las antiguas religiones nacionales, y en Europa fue abolida con la caída del último templo pagano. En la actualidad existe un tipo de iniciación conocido por el público, a saber, los ritos masónicos. No obstante, la masonería no tiene más secretos que revelar u ocultar, pues en los días de antaño y según los más grandes filósofos griegos y romanos, los Misterios fueron las más sagradas de todas las solemnidades, así como las virtudes más benéficas y promovidas. Los misterios representaban el paso de la vida mortal a la muerte finita, y las experiencias del Espíritu y el Alma incorpóreos en el mundo de la subjetividad. En nuestros días y como el secreto ya se perdió [perdido para la masonería actual, pero no para todos], el candidato pasa por diversas ceremonias sin sentido y se inicia en la alegoría solar de Hiram Abiff, el 'Hijo de la Viuda'".

Además de llamar al Libro de Job "el poema de iniciación por excelencia" en "Isis Develada" (vol. 2, p. 364), Helena Blavatky también habla de ello como:

*"(...) esa sugestiva alegoría de la purificación kármica y los ritos iniciáticos" (artículo "The Dual Aspect of Wisdom").

*“(...) un tratado reconocido sobre la iniciación” (“The Dual Aspect of Wisdom”).

*"(...) un tratado cabalístico sobre la iniciación egipto-árabe cuyo simbolismo esconde los misterios espirituales más elevados" ("The Kabalah and the Kabalists").

*"(...) una narrativa alegórica de los Misterios y la iniciación en ellos de un candidato" ("Isis Develada", vol. 2, p. 351).

*"(...) el registro alegórico y doble de (1) los misterios sagrados egipcios en los templos y (2) del Alma desencarnada que aparece ante Osiris y el Salón de Amenti para ser juzgado según su Karma” (nota del artículo "Bhagavad-Gita”).

En el póstumamente publicado "Preliminary Survey", Blavatsky también habla de "el lenguaje profundamente significativo y poético de Job, el Iniciado árabe".

Naturalmente el texto que tenemos hoy no es original, pero eso no quiere decir que no podamos obtener algo valioso de él. 

En la literatura del Movimiento Teosófico moderno, el lugar donde se discute más ampliamente es el primer libro de H.P.B. llamado "Isis Develada", que lleva por subtítulo "Una clave maestra de los misterios de ciencia y teología antiguas y modernas" y donde el primer tomo se denomina "Ciencia" y el segundo "Teología". En éste último, la autora analiza el Libro de Job en el capítulo 10 titulado "El Mito del Diablo".

A partir de dicha sección se reproduce lo siguiente:

"La historia de Satanás en el Libro de Job tiene un carácter similar. Este personaje se presenta entre los 'Hijos de Dios' y éstos a su vez ante el Señor como en una iniciación mística. El profeta Micaías describe una escena similar en que 'vio al Señor sentado en Su trono y con toda la hueste del Cielo que estaba junto a Él', con el cual consultó y esto tuvo por resultado poner 'un espíritu mentiroso en la boca de los profetas de Acab' [1 Reyes, xxii, 19-23]. El Señor consulta con Satanás y da carta blanca para probar la fidelidad de Job, quien es despojado de su riqueza y familia, y además es golpeado por una enfermedad repugnante. En estos apuros, la esposa duda de su integridad y lo exhorta a adorar a Dios ya que está a punto de morir; todos sus amigos le dirigen acusaciones y finalmente el Señor -en sí mismo el principal hierofante- le impone el uso de palabras desprovistas de sabiduría y la disputa con el Todopoderoso. Ante esta reprensión, Job se doblegó haciendo este llamado: 'Te exigiré y tú responderás: por cuanto me reprendo yo mismo y me lamento en polvo y cenizas'. Inmediatamente fue vindicado: 'Dijo el Señor a Elifaz (...) No habéis dicho de mí lo que es correcto, como ha hecho mi siervo Job'. Su integridad se comprobó y su predicción fue verificada: 'Sé que mi Campeón vive y en mi última hora permanecerá conmigo en la Tierra; y aunque después mi piel y cuerpo se corrompan, veré a Dios sin mi carne'. La predicción se cumplió: 'Por oída de oreja te he escuchado, pero ahora mi ojo te ve', y el Señor dio un vuelco al cautiverio de Job.

En todas estas escenas no se manifiesta un carácter diabólico tan maligno como el que se supone caracteriza al 'adversario de las almas' (...)". 

"Si se entiende correctamente, la alegoría de Job dará la clave de todo este asunto del Diablo y su naturaleza y oficio para justificar nuestras declaraciones. Que ningún individuo piadoso haga una excepción a esta designación de alegoría. El mito era el método favorito y universal de enseñar en tiempos arcaicos; así, cuando Pablo escribió a los corintios, declaró que toda la historia de Moisés y los israelitas era típica [Primera Epístola a los Corintios, x, 11: 'Todas estas cosas les sucedieron por tipos'] y en su Epístola a los Gálatas afirmó que toda la historia de Abraham, sus dos esposas e hijos tenían carácter metafórico [iv, 24: 'Está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno por cada sirvienta, y el otro por una mujer libre (...) los cuales son una alegoría']. De hecho, es una teoría equivalente a la certeza que los libros históricos del Antiguo Testamento eran del mismo personaje, y no nos tomamos ninguna libertad extraordinaria con el Libro de Job cuando le damos la misma designación que Pablo otorgó a las historias de Abraham y Moisés.

Pero quizá debiéramos explicar el antiguo uso de la alegoría y el simbolismo. La verdad en la primera se dejó para ser inferida; el símbolo expresaba alguna cualidad abstracta de la Deidad que los laicos podrían comprender fácilmente. Su sentido superior terminó allí y fue empleado por la multitud en adelante como imagen en ritos idólatras; pero la alegoría estaba reservada para el santuario interior cuando sólo se admitía a los escogidos. De ahí la réplica de Jesús cuando sus discípulos le preguntaron por qué hablaba a la multitud en parábolas: 'Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado, porque al que tiene se le dará y tendrá más; y al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará'. En los Misterios menores se lavaba un cerdo para tipificar la purificación del neófito, pues su regreso al lodo indicaba la naturaleza superficial del trabajo realizado.

El Mythus es el pensamiento no revelado del alma. El rasgo característico del mito es convertir la reflexión en historia (o forma histórica); como en las epopeyas, así sucede en el mito con el predominio del elemento histórico. Los hechos (eventos externos) a menudo constituyen la base del mito y las ideas religiosas están entretejidas con ellos". 

"Toda la alegoría de Job es un libro abierto para quien entiende el lenguaje de imágenes egipcio tal como está registrado en El Libro de los Muertos. En la escena del juicio se representa a Osiris sentado en su trono y sosteniendo en una mano el símbolo de la vida o 'garfio de la atracción', y en la otra el místico abanico báquico. Ante él están los hijos de Dios, los cuarenta y dos asesores de los muertos; un altar se encuentra inmediatamente delante del trono, cubierto con regalos y coronado con la flor de loto sagrada sobre la cual se alzan cuatro espíritus. Junto a la entrada se encuentra el alma a punto de ser juzgada, a quien Thmei -genio de la Verdad- da la bienvenida a esta conclusión de la prueba. Thoth, quien sostiene un carrizo, elabora un registro de los procedimientos en el Libro de la Vida; Horus y Anubis, de pie junto a la balanza, inspeccionan el peso que determina si el corazón del difunto equilibra el símbolo de la verdad o si predomina ésta última. En un pedestal se sitúa una ramera, el símbolo del Acusador.

Como sabe toda persona inteligente, la iniciación en los Misterios era una representación dramática de las escenas en el inframundo y tal es la alegoría de Job.

Varios críticos han atribuido la autoría de este libro a Moisés, pero es más viejo que el Pentateuco. Jehová no se menciona en el poema mismo, y si el nombre aparece en el prólogo, el hecho debe atribuirse a un error de los traductores o la premeditación exigida por la posterior necesidad de transformar el politeísmo en una religión monoteísta. El plan adoptado fue sencillamente atribuir los muchos nombres de los Elohim (dioses) a un sólo dios; así, en uno de los textos hebreos más antiguos de Job (capítulo xii, 9) se encuentra el nombre de Jehová, mientras que todos los demás manuscritos tienen el de 'Adonai', pero en el poema original Jehová está ausente. En lugar de este nombre encontramos Al, Aleim, Ale, Shaddai, Adonai, etc.; así, debemos concluir que tanto el prólogo como el epílogo se agregaron en un período posterior, y el cual es inadmisible por muchas razones o se ha manipulado como el resto de los manuscritos. Entonces, en este poema arcaico no encontramos ninguna referencia a la Institución Sabática, sino una gran cantidad de alusiones al número siete sagrado -de las cuales seguiremos hablando- y una discusión directa sobre el sabeanismo o la adoración de los cuerpos celestes que prevalecía en Arabia para ese entonces. A Satanás se le llama 'Hijo de Dios', uno de los concilios que se presenta ante Dios, y éste lo lleva a tentar la fidelidad de Job. En este poema y de forma más clara y patente que en cualquier otro lugar, encontramos el significado de la denominación 'Satanás'. Es un término para el cargo o carácter de acusador público; es el Tifón de los egipcios que ladra sus acusaciones en Amenthi, un oficio tan respetable como el de un fiscal en nuestra época; y si a través de la ignorancia de los primeros cristianos se convirtió más tarde en idéntico al diablo, no es por consentimiento de los suyos.

El Libro de Job es una representación completa de la iniciación antigua y las probaciones que generalmente preceden a la mayor de las ceremonias. El neófito se percibe privado de todo lo que valora y está afligido por la enfermedad. Su esposa le pide que adore a Dios y muera al no haber más esperanza para él. Tres amigos aparecen en escena por convocatoria mutua: Elifaz, el sabio temanita lleno del conocimiento 'que los sabios han heredado de sus padres y a quienes sólo se les dio la tierra"; Bildad, el conservador que toma los asuntos como vienen y juzga que Job hizo mal porque estaba afligido; y Zophar, inteligente y hábil con las 'generalidades' pero no interiormente sabio. Job responde audazmente: 'Si me he equivocado, es un problema conmigo mismo. Ustedes se magnifican y suplican contra mí en mi reproche, pero es Dios quien me ha derrocado. ¿Por qué me persiguen y no están satisfechos con mi carne así desperdiciada? Pero sé que mi campeón vive, y en un día venidero seguirá conmigo en la Tierra; y aunque después mi piel y cuerpo se corrompan, aún sin carne veré a Dios (...) Dirán: '¿Por qué lo molestamos?' ¡Porque la raíz del asunto se encuentra en mí!'

Este pasaje, como todos los demás en que se pudieron encontrar las alusiones más débiles a un 'Campeón', 'Libertador' o 'Vindicador', se interpretó como 'referencia directa al Mesías', pero aparte del hecho de que en la Septuaginta este verso se traduce así:

'Porque yo sé que Él es eterno,
quien está a punto de liberarme en la Tierra
para restaurar esta piel mía que soporta estas desgracias', etc.,

en la versión Rey Jacobo, y tal como está traducida, no se parece en nada al original [véase 'Job' por varios traductores y comparar los diferentes textos]. Los transcriptores astutos lo pusieron así: 'Sé que mi Redentor vive', etc.; y aún la Septuaginta, la Vulgata y el original hebreo deben considerarse como 'la Palabra de Dios inspirada'. Job se refiere a su propio espíritu inmortal y eterno, y que cuando llegue la muerte lo liberará de su cuerpo terrenal pútrido para revestirlo con una nueva cobertura espiritual. En los Misterios de Eleusinia, el Libro de los Muertos egipcio y todas las demás obras que tratan sobre asuntos de iniciación, este 'ser eterno' tiene un nombre que con los neoplatónicos era el Nous o Augoeides; con los budistas es Aggra y Ferwer entre los persas. Todos éstos se denominan 'Rescatadores', 'Campeones', Metatrones', etc. En las esculturas mitraicas de Persia el ferwer está representado por una figura alada que flota en el aire sobre su objeto' o cuerpo, siendo también el Ser luminoso, el Atman de los hindúes; nuestro único espíritu inmortal que puede redimir nuestra alma, y así será si lo seguimos en lugar de ser arrastrados por nuestro cuerpo. Por tanto, en los textos caldeos lo anterior se expresa como 'mi libertador, mi restaurador', es decir, el Espíritu que restaurará el cuerpo decaído del hombre y lo transformará en una vestimenta de éter. Y es este Nous, Augoeides, Ferwer, Aggra o Espíritu del propio individuo a quien el triunfante Job verá sin su carne o cuando escape de su prisión corporal, y que los traductores llaman 'Dios'.

No sólo no existe la menor alusión en el poema de Job a Cristo, sino que ahora está bien probado que todas esas versiones de diferentes traductores -y que están de acuerdo con la de Rey Jacobo- fueron escritas con la autoridad de Jerónimo, quien se tomó extrañas libertades en su Vulgata. Fue el primero en meter en el texto este verso de su propia fabricación:

"Yo sé que mi Redentor vive,
y en el último día me levantaré de la tierra;
otra vez estaré rodeado por mi piel
y en mi carne veré a mi Dios'.

Todo esto podría haber sido una buena razón para creer en él, puesto que lo conocía, pero para quienes no fue así y que además encontraron en el texto una idea muy diferente, sólo prueba que Jerónimo había decidido -mediante una interpolación más- imponer el dogma de una resurrección 'en el último día' en la piel y los huesos idénticos que utilizamos en la Tierra; de hecho, una perspectiva agradable de restauración. ¿Y por qué no incluir también el lino con que se cubre el cadáver?

¿Y cómo podría el autor del Libro de Job saber algo sobre el Nuevo Testamento, cuando evidentemente era completamente ignorante incluso del Antiguo? Hay una ausencia total de alusiones a cualquiera de los patriarcas, y es tan evidentemente el trabajo de un Iniciado que una de las tres hijas de Job es llamada por un nombre mitológico decididamente 'pagano'. El nombre de Kerenhappuch se representa de varias maneras por muchos traductores. La Vulgata dice 'cuerno de antimonio' y la LXX señala al 'cuerno de Amaltea', la niñera de Júpiter y una de las constelaciones que es emblema del 'cuerno de la abundancia'. La presencia de esta heroína mítica pagana en la Septuaginta muestra la ignorancia de los transcriptores de su significado, así como el origen esotérico del Libro de Job.

En lugar de ofrecer consuelo, los tres amigos del sufriente Job buscan hacerle creer que su desgracia debió haber llegado como castigo por algunas transgresiones extraordinarias de su parte. Rechazando todas sus imputaciones, Job jura que mantendrá su causa mientras respire. Rememora el período de su prosperidad 'cuando el secreto de Dios estaba sobre sus tabernáculos' y era 'juez soberano y rey del ejército, o que consolaba a los dolidos', y compara esto con la actualidad cuando los beduinos vagabundos lo reprendían en humillación, los hombres 'más malos en la Tierra' cuando se quedó postrado por la desgracia y la enfermedad. Luego manifiesta su compasión por los desafortunados, su castidad, integridad, probidad, justicia, caridades, moderación, su libertad del culto al Sol predominante, su ternura hacia los enemigos, hospitalidad hacia los extraños, apertura de corazón y audacia para defender lo justo, aunque se encontró con la multitud y el desprecio de las familias; e invoca al Todopoderoso para que le responda y a sus adversarios para que escriba acerca de lo que había sido culpable.

A esto no hubo ni podría haber respuesta alguna. Los tres habían tratado de aplastar a Job con alegatos y argumentos generales, y él había exigido consideración por sus actos específicos. Luego apareció el cuarto personaje: Elihu, hijo de Barachel, el buzita de la familia de Ram [esta última alusión genealógica denota que era arameo o sirio de Mesopotamia; Buz era hijo de Nahor y 'Elihu hijo de Barachel' es susceptible de dos traducciones: Eli-Hu, ('Dios es' o Hoa es Dios) y Barach-Al, 'el adorador de Dios', o Bar-Rachel, el hijo de Raquel o de la oveja].

Elihu es el hierofante quien comienza con una reprimenda, y los sofismas de los falsos amigos de Job son barridos como la arena suelta ante el viento del oeste.

'Y Eliú, hijo de Barachel, dijo: 'Los de mucha edad no son sabios, ni son ancianos quienes juzgan lo justo (...)./Una vez habla Dios y segunda vez no repite la misma cosa./Por sueño, en visión nocturna, cuando profundo sueño se echa sobre los hombres y están durmiendo en su lecho/Entonces abre las orejas de los hombres, y amaestrándolos, les instruye en lo que deben saber./Atiende, Job, y oye y calla mientras yo hablo./Y si tienes alguna cosa que decir, respóndeme, habla; porque deseo que comparezcas justo./Y si no tienes, óyeme, calla y te enseñaré sabiduría'.

Y Job había exclamado ante las falacias dogmáticas de sus tres amigos en la amargura de su corazón: 'Sin duda ustedes son del pueblo y la sabiduría morirá con vosotros (...)./Vosotros sois todos consoladores miserables (...)./Seguramente hablaré con el Todopoderoso y deseo razonar con Él. Pero vosotros sois forjadores de mentiras, ¡médicos de ningún valor!' Los que estaban adoloridos visitaron a Job, quien ante el clero oficial ofrecía por toda esperanza la necesidad de la condenación, y en su desaliento casi vaciló en su fe paciente, respondiendo: 'Lo que ustedes saben yo también lo conozco; no soy inferior a ustedes (...) El hombre emerge como una flor y es cortado; también huye como una sombra y no continúa más (...) El hombre muere y se va; de él queda sólo su fantasma, y ¿dónde está? (...) Si un hombre muere, ¿vivirá otra vez? (...) En algunos años más seguiré el camino del cual no volveré (...) ¡Ojalá ése abogara por un hombre ante Dios/como aquél que lo hace con su prójimo!'

Job encuentra a alguien que responde a su grito de agonía. Escucha la SABIDURÍA de Elihu, el hierofante o maestro perfeccionado, el filósofo de inspiración. De sus labios severos viene el justo reproche por su impiedad en cargar contra el Ser Supremo los males de la humanidad: 'Dios es excelente en poder, juicio y justicia; ÉL no se afligirá'.

Mientras el neófito estaba satisfecho con su propia sabiduría mundana y una estimación irreverente de la Deidad y sus propósitos; mientras prestaba atención a los perniciosos sofismas de sus asesores, el hierofante guardaba silencio; pero cuando esta mente ansiosa estaba lista para el consejo y la instrucción, se escucha su voz y habla con la autoridad del Espíritu de Dios que lo 'constriñe': 'Seguramente Dios no lo escuchará, y el Todopoderoso ni siquiera considerará la vanidad (...) No respeta a ninguno de los sabios de corazón'.

¡Qué mejor comentario que éste sobre el predicador de moda que 'multiplica palabras sin conocimiento'! Esta magnífica sátira profética pudo haber sido escrita para prefigurar el espíritu que prevalece en todas las denominaciones de los cristianos.

Job escucha las palabras de sabiduría, y luego el 'Señor' responde a éste 'fuera del torbellino' de la naturaleza, la primera manifestación visible de Dios: '¡Quédate quieto, oh Job, quédate quieto y considera las maravillas de Dios, porque sólo por ellas puedes conocerlo! He aquí que Dios es grande y no lo conocemos; Aquél que hace pequeñas las gotas de agua que se derraman en la lluvia según su vapor' [xxxvi, 24-27] y no según capricho divino, sino de acuerdo con las leyes una vez establecidas e inmutables que 'mueven las montañas y no lo conocieron; que sacuden la tierra, mandan al Sol y no lo levantan; y sella los astros (...) que hace grandes cosas inescrutables y maravillas innumerables (...) Él va por mí y no lo veo; Él también pasa, ¡pero no lo percibo!' [ix, 5-11].

'¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento?' [xxxviii 1 et passim] Habla la voz de Dios a través de Su portavoz: la naturaleza: '¿Dónde estabas cuando puse los cimientos de la Tierra? Declara, si tienes entendimiento. ¿Quién ha dispuesto sus medidas, si lo sabes? Cuando las estrellas de la mañana cantaban juntas y todos los hijos de Dios gritaban de alegría (...) ¿Estabas presente cuando dije a los mares: 'Hasta aquí vendrán y no más allá, y aquí quedarán tus orgullosas olas? (...) ¿Sabes tú quién ha hecho llover sobre la tierra desierta donde no hay hombres? (...) ¿Puedes atar las dulces influencias de las Pléyades o extraviar las bandas de Orión? (...) ¿Puedes enviar relámpagos para que vayan y te digan: 'Aquí estamos'?' [Job xxxviii, 35].

'Entonces Job respondió al Señor', entendió Sus caminos y sus ojos se abrieron por primera vez. La Suprema Sabiduría descendió sobre él, y si el lector permanece desconcertado ante este último PETROMA de iniciación, al menos Job -el hombre 'afligido' en su ceguera- entonces se dio cuenta de la imposibilidad de atrapar al 'Leviatán al ponerle un gancho en el hocico'. El Leviatán es CIENCIA OCULTA, sobre la cual uno puede poner su mano, pero 'no hacer más' [ibídem, xli, 8] cuyo poder y 'buena proporción' Dios no quiere ocultar.

'¿Quién puede descubrir la cara de su prenda o acercarse a él con su doble brida? ¿Quién puede abrir las puertas del rostro 'de aquél cuyas escamas son su orgullo, apiñadas como un sello cerrado', a través de cuyas necesidades 'brilla una luz' y cuyos ojos 'son como los párpados de la mañana'? ¿Quién hace que 'una luz brille después de él', para quienes tienen la valentía de acercársele? Y luego ellos, como él, contemplarán 'todas las cosas elevadas, porque sólo él es el rey sobre todos los hijos del orgullo"' [ibídem, xli, 34].

Job, ahora con modesta confianza, respondió:

'Sé que todo lo puedes y que ningún pensamiento se te esconde.
¿Quién es ese que sin ciencia encubre el consejo?
Por esto yo he hablado neciamente y lo que sin comparación excedía mi ciencia.

Oye y yo hablaré; te preguntaré y me responderás.
Por oída de oreja te he escuchado; mas ahora te ve mi ojo.
Por esto yo me reprendo a mí mismo y hago penitencia en polvo y ceniza'.

Reconoció así a su 'campeón' y le aseguraron que había llegado el momento de su reivindicación. Inmediatamente el Señor ('los sacerdotes y jueces', Deuteronomio xix, 17) dice a sus amigos: 'Mi ira se enciende contra ti y tus dos amigos, porque no habéis hablado de mí lo que es correcto, como ha hecho mi siervo Job'; así que 'el Señor levantó el cautiverio de Job' y 'bendijo sus últimos días más que su comienzo'.

Luego en el juicio, el difunto invoca a cuatro espíritus que presiden el Lago de Fuego y es purificado por ellos para ser conducido a su hogar celestial; es recibido por Athar e Isis y se encuentra ante Atum [o At-ma, el Dios oculto, a la vez Phtha y Amon, Padre e Hijo, Creador y cosa creada, Pensamiento y apariencia, Padre y Madre], el Dios esencial. Ahora es Turu, el hombre esencial, espíritu puro y de aquí en adelante On-ati -el ojo del fuego- y un asociado de los dioses.

Este grandioso poema de Job fue bien entendido por los cabalistas. Si bien muchos de los hermetistas medievales eran individuos profundamente religiosos, en su corazón más íntimo -y como los cabalistas de todas las edades- eran también los enemigos más mortíferos del clero. Cuán verdaderas fueron las palabras de Paracelso cuando estaba preocupado por la feroz persecución y la calumnia, malentendido por amigos y enemigos, y así exclamó maltratado por el clero y los laicos:

'¡Oh vosotros de París, Padua, Montpellier, Salerno, Viena y Leipzig! No sois maestros de la verdad, sino confesores de mentiras. Vuestra filosofía es una falacia. Si supierais qué es realmente la MAGIA, entonces buscadla en la Revelación de San Juan (...) Como no podéis probar vuestras enseñanzas a partir de la Biblia y la Revelación, entonces dejad que vuestras farsas lleguen a su fin. La Biblia es la verdadera clave e intérprete. Juan fue mago, cabalista y adivino, no menos que Moisés, Elías, Enoc, David, Salomón, Daniel, Jeremías y el resto de los profetas. Si ahora vivieran todos ellos o incluso cualquiera de los que he nombrado, no dudo que los mataríais en el acto en vuestro miserable matadero, ¡y si fuera posible, también al Creador de todas las cosas!'

Paracelso probó en la práctica que había aprendido nociones misteriosas y útiles de la Revelación y otros libros de la Biblia, como también de la Cábala; tanto es así que es llamado por muchos 'padre de la magia y fundador de la física oculta de la Cábala y el magnetismo'" ("Isis Develada", vol. 2, p. 485-486, 493-500).

Concluimos con pasajes de dos artículos por Helena Blavatsky que también arrojan luces sobre la naturaleza esotérica de esta escritura mística:

“Pero ahora y como entonces, haríamos bien en analizar los términos utilizados e indagar en las palabras del Libro de Job, esa sugestiva alegoría de la purificación kármica y los ritos iniciáticos:

'¿Dónde se hallará (la verdadera) sabiduría? ¿Dónde está el lugar del entendimiento?' y responde nuevamente en sus palabras: 'La sabiduría está con los antiguos, y el entendimiento en la duración de los días' (Job, xxviii, 12, y xii, 12).

Aquí tenemos que calificar una vez más un término dudoso, a saber, la palabra 'antiguo' y explicarla. Según lo interpretado por las iglesias ortodoxas, tiene en la boca de Job un significado, pero con el cabalista otro muy distinto, mientras que en la Gnosis del ocultista y teósofo tiene claramente una tercera acepción, la misma que tenía en el Libro de Job original, un trabajo previo al mosaico y un tratado reconocido sobre Iniciación. Por lo tanto, el cabalista aplica el adjetivo 'antiguo' a la PALABRA o LOGOS manifestada (Dabar) de la deidad, por siempre oculta e irreconocible. En una de sus visiones, Daniel también la usa cuando habla de Jahvé, el andrógino Adam Kadmon. El eclesiástico lo conecta con su Jehová antropomórfico, el 'Señor Dios' de la Biblia traducida; pero el ocultista oriental emplea el término místico sólo cuando se refiere al Ego Superior reencarnante, porque la Sabiduría divina se difunde a través del Universo infinito, y como nuestro SER SUPERIOR impersonal es una parte integral de él, la luz átmica de este último sólo puede centrarse en aquéllo que, empero eterno, todavía está individualizado, es decir, el Principio noético o Dios manifestado dentro de cada ser racional, o nuestro Manas Superior unido con Buddhi. Es esta luz colectiva la 'Sabiduría que es de arriba', y que cada vez que desciende sobre el Ego personal se encuentra 'pura, apacible y suave', y de aquí la afirmación de Job de que 'la sabiduría está con los antiguos o Buddhi-Manas. El 'yo' divino y espiritual es eterno y el mismo en todos los nacimientos, mientras que las 'personalidades' con que se reviste en sucesión son evanescentes y cambian como las sombras de una serie de formas caleidoscópicas en una linterna mágica. Es el 'Antiguo' porque, ya sea que se lo llame Sophia, Krishna, Buddhi-Manas o Christos, es siempre el 'primogénito' de Alaya-Mahat, el Alma Universal y la Inteligencia del Universo. Entonces, esotéricamente la declaración de Job debe leerse: 'La sabiduría está con los antiguos (el Yo Superior humano) y el entendimiento en la duración de los días (número de sus reencarnaciones)'. Ninguna persona puede aprehender la sabiduría verdadera y definitiva en un sólo nacimiento, y cada nueva encarnación -ya sea para bien o mal- es una lección más que recibimos a manos de la escuela maestra y áspera de la VIDA KÁRMICA.

Pero el mundo -al menos la parte occidental- no sabe nada de esto y se niega a aprender. Para éste, cualquier noción de Ego Divino o pluralidad de sus nacimientos es 'locura pagana'. El mundo occidental rechaza estas verdades y no reconocerá otros individuos sabios excepto aquéllos de su propia camada, creados a su propia imagen, nacidos dentro de su propia era cristiana y enseñanzas" ("The Dual Aspect of Wisdom").

"En el Libro de Job, un tratado cabalístico sobre la iniciación egipcio-árabe cuyo simbolismo oculta los misterios espirituales más elevados, se encuentra este verso significativo y puramente materialista: 'El hombre que nace de mujer es (...) como una flor y es cortada; huye también como una sombra y no perdura' (xiv, 1, 2), pero Job habla aquí de la personalidad y tiene razón, porque ningún Iniciado diría que la personalidad sobrevive durante mucho tiempo a la muerte del cuerpo físico; sólo el espíritu es inmortal. No obstante, esta frase de Job -el documento más antiguo de la Biblia- hace sólo más brutalmente materialista aquélla del Eclesiastés iii, 19 y siguientes, uno de sus últimos registros. El escritor que habla en nombre de Salomón dice que 'lo que acontece a los hijos de los hombres, acontecerá incluso a las bestias (...) como con unos, así será con los otros (...) de modo que un hombre no tiene preeminencia por encima de una bestia', y lo cual está bastante a la par con los Haeckels modernos y expresa sólo lo que piensa" ("The Kabalah and the Kabalists").

El pasaje 38:31 de Job alude a "las dulces influencias de las Pléyades", y cualquiera que se haya preguntado sobre su sentido oculto encontrará información en el artículo "Vía Láctea, Pléyades y Sirio"; a este respecto es importante considerar la afirmación de H.P.B. de que “las Pléyades son las constelaciones más esotéricas que existen (...) Son muy ocultas porque también están conectadas con todos los Rishis; tienen un intercambio de pensamiento con ellos". Aquí "rishi" es un término sánscrito que designa a grandes Sabios y Adeptos. De igual modo, otro artículo que se relaciona estrechamente con el presente es "La iniciación en el Evangelio de Juan". 

Los reales y poderosos centros de iniciación ocultos todavía existen en ciertas partes del mundo, aunque de forma secreta e inaccesible para todos, menos los pocos que están listos y lo merecen. En el texto "Damodar y el Salón Iniciático" se explica que estos elegidos se hallan estrechamente vinculados con los Maestros de Sabiduría tras H.P.B. y el Movimiento teosófico.

Finalmente, las palabras de William Q. Judge en su escrito "The Daily Initiation" nos recuerdan que, si bien todavía fallamos en superar con éxito incluso las pequeñas pruebas y desafíos de la vida cotidiana, es inútil y presuntuoso imaginar que "de alguna manera ya somos dignos de ser iniciados" por los Maestros; pero esto no significa que no debamos aspirar a eso como objetivo eventual, siempre que el móvil de base sea convertirnos en la mayor ayuda y servicio posibles para la humanidad.