Es evidente que incluso las personas que creen en el Karma saben poco sobre la Ley de Distribución citada en el presente aforismo. Generalmente consideramos que la norma kármica funciona según los hechos particulares y también a nivel de países, pero no existe consciencia de que las secuelas son repartidas en la nación a que pertenecemos, ni tampoco acerca de la responsabilidad ética en todo ciudadano. Por ello, los principios que rigen el Karma distributivo son la Unidad fundamental de la Vida y nuestra interdependencia en cuanto miembros de la gran familia humana.
El ser humano real es Manas o Eterno Pensador, y el pensamiento es base de todo acto. En su libro "El Océano de la Teosofía", William Judge sostiene que los efluvios del intelecto se almacenan en dicho constituyente y permanecen unidos por sutiles y penetrantes hebras magnéticas que enmarañan a todo el Sistema Solar. Debido a este vínculo de mente/pensamiento con la red de la vida -que también forma parte del universo solar-, el Karma individual se entrelaza con aquél del mundo, así como cada átomo está sometido a la ley genérica que comanda todo el cuerpo al que pertenece.
Por lo tanto, las condiciones de existencia para los individuos no se deben únicamente a causas creadas por ellos en vidas anteriores, sino también al funcionamiento de Karma distributivo. El conjunto de "deudas" unitarias se convierte en el "fardo" nacional, y la suma de este último crea Karma planetario, los tres en permanente vínculo e influencia. Esto se refleja en los defectos de la naturaleza humana que son omnipresentes y compartidos por toda persona y cada país. Significa que la felicidad o el bienestar particulares están indisolublemente unidos a la condición del grupo, y la acción individual repercute sobre el destino del planeta; entonces, a menos que cada quien trabaje para el bien de todos, nunca podrá encontrarse verdadero regocijo y tampoco habrá remedios para el sufrimiento y la miseria que acechan a todas las sociedades. Precisamente en "La Clave de la Teosofía" (p. 201, edición india) se aborda el profundo sentido de esta Ley Distributiva y las obligaciones atañentes a cada individuo: “Es una ley oculta que ningún hombre puede superar sus propios defectos, sin levantar todo el conglomerado del que forma parte, aunque sea un poco; de igual forma, nadie comete pecado ni padece sus efectos en aislamiento. En realidad, no existe tal cosa como 'separación' y el enfoque más cercano a esa condición egoísta -que permiten las leyes de vida- está en la intención o el motivo".
Para admiración del mundo, un filántropo puede realizar grandes obras de caridad, o un religioso vivir en medio de austeridades, pero el resultado en ambos esfuerzos se viciará si hay algún móvil egoísta. Este proceder causa un grave quebrantamiento del orden progresivo hacia la armonía universal y origina insatisfacción, perversidad e injusticia a nivel de individuos y sociedades; por ello un Maestro de Sabiduría dice: “No permitáis que el fruto del buen Karma sea vuestra inspiración, pues como vuestro Karma -bueno o malo- es uno sólo y propiedad común de toda la humanidad, nada favorable o adverso puede sucederos que no sea compartido por muchos otros. Por lo tanto, la motivación egoísta sólo puede generar ese efecto doble y anulará las buenas acciones o se convertirán en provecho de otra persona (...) No hay felicidad para quien piensa en su propio Ser y se olvida de Aquél que mora en los demás" ("Five Messages from H.P.B. to the American Theosophists", p. 19).
Muchos "líderes" de países buscan en vano reparar mediante acciones "políticas" el espectáculo abominable de aislacionismo próspero y lujoso en un sector de la sociedad, inmerso en el mar de miseria que afecta a millones de personas. El mismo remedio propuesto por aquéllos, sin tener en cuenta el origen ético de estos males, contiene las semillas que permiten propagar la enfermedad que se busca corregir. Por esta razón, los teósofos dan importancia suprema a la difusión de un conocimiento general sobre la Ley del Karma Distributivo, pues el pensamiento y los hechos instituidos en ese postulado contribuyen a una felicidad general e inclusiva y al progreso armónico de todo ser humano.
Uno de los principales factores que rigen al Ego cuando necesita encontrar una familia donde renacer es la semejanza de su índole, carácter y proclividades -o herencia kármica- con las de su próxima parentela. En la Antigüedad prevalecía el conocimiento espiritual y tanto individuos como familias entendían bien las leyes de Karma y Reencarnación, llevando una vida con propósito y deberes sublimes por el bien del mundo y su propia evolución. Dieron máxima trascendencia al mantenimiento de las virtudes éticas en el linaje familiar (Kula Dharma) a fin de proporcionar el entorno apto para que los Egos con valores similares -o aquéllos provenientes de ámbitos más elevados- reencarnaran en determinadas genealogías para beneficio de la humanidad. La historia antigua de India ofrece muchos ejemplos relativos a familias que durante siglos conservaron sus prosapias de fuertes inclinaciones, rasgos y poderes espirituales.
Con la inevitable pérdida de dicha sabiduría -y bajo la Ley Cíclica que gobierna el progreso del mundo- se instauró una “edad oscura” o Kali Yuga como la de estos tiempos, dando lugar a supersticiones e idearios materialistas. En este periodo el Kula Dharma se corrompe y desaparecen los linajes de familias puras, llevando a mezclas arbitrarias entre grupos. Se sabe de ejemplos sobre individuos malignos o psicópatas que nacen en parentescos bien constituidos, y hay también almas virtuosas o altruistas que se ven obstaculizadas por venir al mundo en contextos hostiles para producir y aplicar sus potencialidades. A esto se le llama "confusión de castas", y entiéndase bien que no nos referimos a divisiones sociales injustas y premeditadas como sucede en India y muchos otros países, sino al desajuste entre el carácter interno y las capacidades personales, frente a sus condiciones externas. En sánscrito esto se llama Varna Sankara, donde el primer vocablo denota las "cualidades" o el modo de ser del Hombre Interior. Judge describe este fenómeno como “los casos habituales de incompatibilidad del entorno para los sujetos, tan dolorosos que amargan su disposición, obstaculizan los anhelos y paralizan sus esfuerzos; la antítesis violenta entre carácter y circunstancia" ("An Epitome of Theosophy").
El Aforismo 28 sostiene que en tales periodos de oscuridad ciertas familias de rasgos únicos -aunque no necesariamente espirituales- continúan por varias épocas, y esto puede incluir varias ramas de la estirpe primordial. Por ejemplo, se afirma que en ocasiones el conocimiento en lenguas clásicas, el talento musical, la aptitud para los negocios u otras tendencias singulares persisten sucesivamente en algunas parentelas durante un tiempo definido. Asimismo, la ascendencia aristócrata de Madame Blavatsky se remonta por varias generaciones a los fundadores de la república rusa. Estas son algunas salvedades, pues ya vimos que la mezcla de familias es regla general durante los ciclos descendentes entre las razas, cuya evolución ordenada se entorpece por dicha contingencia, y en su final -cuando comienza una nueva fase superior- "la sagrada tribu de héroes" que vela por el progreso del mundo ayuda una vez más a restablecer la armonía en este proceso.
Los Egos que comparten ciertas tendencias, aptitudes o carácter por su Karma colectivo formarán razas y naciones únicas para ellos y claramente distinguibles de otras. El karma de cada sujeto está vinculado a aquél de su etnia y país, percibiendo así una gran influencia de la Ley Distributiva, y para bien o mal se establecen repercusiones mutuas. Por ejemplo, si bien los europeos exhiben atributos y capacidades diferentes a otras comunidades, cada nación del Viejo Mundo tiene sus rasgos típicos; de manera similar, los pueblos en diversos continentes muestran características propias debido al Karma étnico y nacional. Entonces, el conocimiento de esta doctrina es un factor potente para el desarrollo unitario y colectivo, como explica Judge: “Los influjos raciales son traicioneros y poderosos. Por ejemplo, mi raza tiene peculiaridades profundamente arraigadas y las recibió de un pasado extraordinario, por cuanto debo permanecer bajo su predominio en este organismo como parte necesaria de mi experiencia. En otra vida pude haber sido un hotentote prosaico o un inglés, y en la siguiente quizás me vea sujeto a otras características. Así, dichas prevalencias me guían a cada instante y todo pensamiento que tenga ahora se suma a ellas, ya sea para mi propio uso en el futuro o para otra persona que será afectada por parte de la fuerza que hoy ocasioné" ("Letters That Have Helped Me", p. 5).
El temple, los pensamientos y la voluntad de los sujetos están marcadamente influenciados por el Karma del grupo étnico y patrio a que pertenecen; ergo, no hay escapatoria del destino general. Por lo tanto, los Profesores Teosóficos advierten que quienes desean llevar una vida de utilidad y propósito superiores deben ejercer discriminación ética, estableciendo una línea de pensamiento-acción propia, indicada por dictados de conciencia divina y opuesta a los males humanos, prejuicios populares y formas cuestionables de la sociedad. Tales filósofos independientes y aspirantes a la Verdad son benefactores raciales, pues sus sacrificios y el poder de sus reflexiones y obras tendrán influencias significativas para elevar el nivel de consciencia comunitaria que tiende hacia objetivos egregios, incluso si se produce en una pequeña medida.
("The Theosophical Movement", noviembre 2020).