24 de febrero de 2022

Gravedad y antigravedad (3 de 8)

David Pratt
Febrero de 2001, última revisión octubre de 2019


Contenido: 

-Efecto Biefeld-Brown


Efecto Biefeld-Brown

Comúnmente se afirma que el campo de la electrografía fue iniciado por el físico e inventor Thomas Townsend Brown (1905-1985). El tradicional "efecto Biefeld-Brown" se refiere a su descubrimiento de que un condensador eléctrico* que utiliza un material dieléctrico pesado y de alta carga acumulada entre sus placas se mueve en la dirección de su polo positivo cuando es suministrado con decenas de miles a cientos de miles de voltios. Townsend encontró que el efecto es más elevado cuanto mayor son el voltaje y la masa del material dieléctrico, e inicialmente atribuyó esta fuerza a un campo de gravedad artificial inducido de forma electrostática que actuaba entre las placas del capacitor (1).

*Los condensadores son artefactos que almacenan carga eléctrica en el espacio entre dos electrodos separados y de carga opuesta. Su capacidad para acopiar energía eléctrica se puede aumentar considerablemente al insertar un material dieléctrico sólido en el espacio que separa los electrodos. Los dieléctricos son materiales que son malos conductores de electricidad (por ejemplo, la cerámica).

En 1952 un mayor general de la Fuerza Aérea presenció una demostración en que Brown hizo volar un par de planos aerodinámicos de 16 cms. y suspendidos de extremos opuestos en un brazo giratorio (figura 2.2). Cuando se electrificaron con 50.000 voltios circularon a una velocidad de 19 kms. por hora; sin embargo, más tarde en ese mismo año un investigador en la Oficina de Investigación Naval escribió un informe señalando que los discos fueron propulsados por presión de iones negativos que golpeaban el electrodo positivo (viento iónico) en lugar de modificar la gravedad. En torno a 1953 o 1954 Brown realizó una demostración en Pearl Harbor para varios almirantes, usando discos de un metro en diámetro y sobre esto Paul LaViolette escribe:

"Impulsados por un potencial de 150 kilovoltios, los discos volaban en un recorrido de 15 mts. de diámetro a una velocidad tan impresionante que el tema se consideró como altamente clasificado. La velocidad puede haber superado los 160 kms. por hora porque la edición de la revista aeronáutica suiza Interavia (mayo de 1956) declaró que los discos podían alcanzar una rapidez de varios cientos de kms./hora cuando eran cargados con varios cientos de kilovoltios" (2).

No existen pruebas sólidas de que el trabajo de Brown fuese "altamente clasificado" o que cualquier demostración alcanzara velocidades de 160 kms./hora o superiores. Además, tales aceleramientos son minúsculos dado que en 1956 se habían construido motores iónicos que lograron velocidades de escape efectivas a 18.100 kms./hora. Brown pensó que sus discos podrían llegar por sobre los 1.930 kms./hora (3), pero un informe de inteligencia en 1956 titulado "Electrogravitics Systems" declaró que un interceptor en forma de platillo capaz de conseguir 3.200 kms./hora (Mach 3) y según lo propuesto por Brown "requeriría diez o más años de desarrollo intensivo" (4). 

Fig. 2.2. Disposición del disco volador electrocinético de Brown (patente n° 2.949.550, 16 de agosto de 1960).

Entre 1955-1956 Brown realizó pruebas en cámara de vacío que en su opinión mostraban que sus dispositivos continuaron experimentando un empuje incluso en ausencia de viento iónico, pero como explican los Correa y admitió el propio Brown "uno no puede ignorar el empuje iónico en los dispositivos de vacío" (5). Para 1958 este inventor había desarrollado un modelo de platillo con forma de cúpula de 40 cms. en diámetro que cuando era activado con 50 a 250 mil voltios se elevaba y flotaba en el aire, al tiempo que soportaba una masa adicional equivalente al 10% de su peso. Sin embargo, no hay evidencia convincente de que el trabajo posterior de Brown tuviera algo que ver con la antigravedad, y los Correa argumentan que realmente se hallaba trabajando en "un motor iónico con características de cohete arcjet y que por lo tanto pertenece a la clase electrodinámica" (6).

LaViolette, por otro lado, piensa que el trabajo de Brown apoya su propia teoría de que las cargas negativas -como los electrones- generan un campo antigravedad (sección 3) y escribe:

"Los discos de Brown se cargaron con alto voltaje positivo en un cable que corría a lo largo de su borde anterior y un alto voltaje negativo en otro cable por su orilla posterior. A medida que los cables ionizaban el aire a su alrededor se formaba una densa nube de iones positivos frente a la nave y otra de iones negativos tras el artefacto. La investigación de Brown indicó -como las placas cargadas de sus condensadores- que estas nubes iónicas indujeron una fuerza gravitacional dirigida en la dirección de menos a más, y a medida que el disco avanzaba en respuesta a su campo de gravedad autogenerado, llevaría consigo sus nubes de iones positivos y negativos con su gradiente de electrogravedad asociado. En consecuencia, los discos montarían su onda gravitatoria en avance como los surfistas se suben a una ola en el océano" (7).

En sus experimentos con platillos electrocinéticos en que los electrodos positivo y negativo son de diferentes tamaños, Brown descubrió que el aparato siempre producía un empuje hacia su electrodo más grande e independiente de la polaridad, aunque el impulso era mayor cuando el electrodo más grande era positivo. LaViolette interpreta esto diciendo que "la fuerza electrogravítica está siendo superada por el empuje electrostático desequilibrado que depende de la geometría del campo en lugar de la polaridad de la placa" (8).

Hacia mediados de los años '50 más de 10 compañías aeronáuticas importantes participaron de manera activa en investigación electrogravítica y desde entonces no se ha dado publicidad a ningún trabajo sobre electro-antigravedad que haya llevado a cabo el ejército estadounidense. Es muy posible que los intentos de lograr la antigravedad terminaran en un fracaso total; LaViolette, sin embargo, especula que la tecnología electrogravítica desarrollada en secreto se ha utilizado en el B-2 Stealth Bomber para proporcionar un modo auxiliar de propulsión. Su postura se basa en la revelación de que el B-2 carga electrostáticamente tanto el borde delantero del fuselaje en forma de ala como su corriente por chorro de escape a un voltaje elevado:

"Los iones positivos que se emiten desde el borde anterior de su ala producirían una vaina de iones parabólicos con carga positiva por delante de la nave, mientras que los iones negativos inyectados en su flujo de escape establecerían una carga negativa, espacial y trasera con una diferencia potencial de más de 15 millones de voltios (...) [Esto] establecería un campo de gravedad artificial que induciría una fuerza sin reacción en el aparato en la dirección del polo positivo. Un accionamiento electrogravítico de este tipo podría permitir que el B-2 funcione con una eficiencia de propulsión over-unity [producir más energía de la recibida] cuando navega a velocidades supersónicas" (9). 

Fig. 2.3. El B-2 Stealth Bomber. Cada avión cuesta más de dos mil millones de dólares.

Los pilotos e ingenieros del B-2 han ridiculizado abiertamente las especulaciones de LaViolette, pues la explicación oficial es que el hecho de envolver al B-2 en un escudo de electricidad estática está diseñado para reducir su firma de radar y térmica y hacer que sea ultra-sigiloso. Algunos escritores han dicho que también reduce la resistencia del aire en la nave y por lo tanto mejora su sustentación, pero esto se logra aerodinámicamente en lugar de forma electrogravítica (10).

LaViolette piensa que las fuerzas armadas estadounidenses tienen varios tipos de aparatos impulsados en parte por electrografía y se dice que un modelo vuela al dirigir un intenso haz de microondas hacia el suelo, una tecnología que cree se ha desarrollado en secreto desde principios de los años cincuenta. Al igual que muchos investigadores, asevera que la nave militar secreta explica algunos avistamientos de ovnis (11).

La naturaleza del efecto Biefeld-Brown (B-B) continúa generando controversia y de acuerdo con la versión clásica de B-B la mayor fuerza en un condensador asimétrico (donde los dos electrodos son de diferente tamaño) se da en una dirección desde el electrodo negativo (más grande) hacia el positivo (más pequeño). En el Laboratorio de Investigación del Ejército de EE.UU. Thomas Bahder y Chris Fazi han verificado que cuando se aplica un voltaje elevado de aproximadamente 30.000 voltios a un condensador asimétrico (en forma de un "elevador") éste último experimenta una fuerza neta hacia el electrodo menor, pero encontraron que dicha incidencia es independiente de la polaridad en la tensión aplicada.

Bahder y Fazi calculan que la contribución del viento iónico es al menos de tres órdenes de magnitud demasiado pequeña para explicar todo el efecto y dicen que se necesita más trabajo experimental y teórico para encontrar una explicación. No creen que el efecto B-B tenga relación con la antigravedad o que demuestre una interacción entre gravedad y electromagnetismo (12). Bahder sospecha que los campos eléctricos asimétricos creados por un condensador homólogo conducen a un flujo de carga iónica alrededor de aquél y la fuerza de reacción reversa "lo impulsa" hacia adelante.

En 1996 un grupo de profesionales en el Instituto de Investigación y Desarrollo de Honda (Japón) realizó experimentos sobre el efecto B-B y también en este caso se creó un empuje ascensional (de modo que el condensador parecía perder peso) independiente de la polaridad del voltaje aplicado. Takaaki Musha aseveró que el efecto puede involucrar la generación de un nuevo campo gravitatorio al interior del átomo por un campo eléctrico de alto potencial, debido a una interacción entre la electricidad y la gravitación cuyo mecanismo aún no se comprende (13).

Se dice que el efecto B-B se demuestra con dispositivos ligeros y baratos conocidos como "elevadores" fabricados con papel de aluminio, madera de balsa y cable delgado que funcionan por una fuente de alimentación de alto voltaje con conexión a tierra (14), y cientos de investigadores independientes de todo el mundo han experimentado con estos dispositivos. El electrodo inferior y más grande es una cinta de papel aluminio estirada entre puntales de madera de balsa, mientras que el electrodo más pequeño es una extensión delgada de alambre que se ubica aproximadamente a 3 cms. por encima del papel aluminio. Cuando se aplica una carga de 30.000 voltios se oye un silbido y el artefacto se alza en el aire hasta donde le permite su atadura. También se produce un empuje cuando el elevador está orientado horizontalmente, lo que demuestra que el efecto no implica blindaje por gravedad. El aparato funciona independiente de si el terminal positivo o negativo está conectado al cable (electrodo principal), aunque el impulso es ligeramente mayor si se aplica un voltaje positivo.

Fig. 2.4.

La NASA afirma que el movimiento en las moléculas de aire ionizado de un electrodo a otro explica el efecto B-B y lo ha excluido en su búsqueda de nuevas y exóticas tecnologías propulsoras; entonces, la institución parece no saber nada sobre si una tecnología de electro-antigravedad basada en el efecto B-B realmente se ha utilizado en el B-2. Sin embargo, sí obtuvo una patente para una versión tubular del capacitor de propulsión asimétrica según Brown en 2002, aunque sin molestarse en mencionar el nombre del inventor. Tales dispositivos ciertamente crean un viento iónico ya que la brisa puede percibirse, aunque se necesitan pruebas más estrictas para determinar hasta qué punto el efecto persiste en el vacío pues los experimentos hasta la fecha no han sido concluyentes. Un ensayo de elevador realizado en la Universidad de Purdue dentro de un recinto vacío dio resultados positivos, pero las pruebas hechas por otros investigadores arrojaron conclusiones negativas (15) y a este respecto una consideración clave es la fuerza del vacío. En resumen, aún no se ha comprobado que el fenómeno del "elevador" involucre algo más que efectos electrostáticos y electrodinámicos.

En su propio análisis del efecto B-B (16), Paulo y Alexandra Correa comienzan destacando los resultados contradictorios que se han reportado. En el caso de un condensador asimétrico con el toldo orientado hacia arriba, Brown encontró que el capacitor se levanta si el toldo está cargado positiva o negativamente (y es más notorio si posee carga positiva), mientras que Bahnson (su compañero de trabajo) descubrió que el capacitor se alza sólo si el dosel está cargado positivamente y cae si tiene energía negativa. Brown también determinó que el capacitor se precipita si está al revés y el toldo está cargado negativamente, mientras que Bahder y Fazi informaron que un toldo orientado hacia abajo se levanta, ya sea que tenga carga negativa o positiva. Dado que la fuerza en el condensador es independiente de su orientación con respecto a la superficie de la Tierra, los Correa sostienen que no tiene nada que ver con el campo gravitacional planetario o el potencial eléctrico de la atmósfera terrestre; por lo tanto, el efecto B-B no es un efecto antigravedad y no demuestra una interacción entre gravedad y electromagnetismo. Basándose en sus propios experimentos sistemáticos, la pareja concluye que el efecto B-B original se ha confundido con fenómenos anómalos asociados con emisión de electrones y fuerzas de reacción catódicas, pero mientras estos científicos niegan que las cargas atrapadas en condensadores convencionales produzcan un efecto antigravedad y desechen las especulaciones de LaViolette, argumentan que el efecto B-B oculta un fenómeno antigravedad genuino relacionado con la repulsión entre cargas similares.