2 de febrero de 2022

¿Qué es exactamente la Mónada?


El título de este artículo expresa una inquietud que muchos estudiantes teosóficos han tenido durante más de un siglo.

En los diccionarios la palabra "mónada" generalmente se define como "unidad primaria" o "última". En algunos libros fundamentales como "La Clave de la Teosofía" por H.P. Blavatsky y "El Océano de la Teosofía” de William Q. Judge, el término “mónada” es empleado de manera bastante simple y se aplica a la conjunción de los dos “Principios” más elevados de la constitución espiritual interna del ser humano, es decir, Atma y Buddhi, que respectivamente se denominan principios séptimo y sexto en ese esquema.

Atma es Espíritu puro y eterno, uno con el Principio Divino Omnipresente, Infinito y Absoluto, y no puede tener conexión o influencia efectiva en nada diferenciado, manifestado o condicionado, excepto a través de Buddhi o Alma Espiritual que sirve como vehículo a través del cual la luz divina y el resplandor de Atma brillan a través de Manas, el siguiente Principio más elevado. Éste último constituye nuestro Ego Reencarnado o individualidad permanente, la Entidad Mental o Alma Humana que ha sido descrita con cierta extensión en artículos como “La palabra 'ego' no es negativa” y “Manas, el misterio de la mente”.

Cuando se despierta/activa por primera vez el principio de Manas Superior en el "hombre animal" -como ocurrió en la última parte de la Tercera Raza-Raíz o Época Lemuriana hace millones de años- se puede considerar que la Mónada se individualizó en cierto sentido y obtuvo su propio sentido del Ego, su propio "yo". Sin esta presencia adicional de Manas como enlace de conexión entre la Mónada y la personalidad terrenal, para un individuo Atma-Buddhi permanecería como pura abstracción en un estado de absoluta subjetividad e inactividad.

Atma y Buddhi están naturalmente en conjunción y difícilmente podemos concebirlos por separado. Manas es un aspecto individual, mientras que Atma y Buddhi son Principios universales, uno y el mismo para todos. Algunos artículos que se relacionan con ellos son “Atman, el Ser Superior” y “El principio de Buddhi”. Por tanto, el binomio Atma-Buddhi es la parte más elevada de cada ser y la misión del Manas reencarnado es fusionarse con la Mónada, que de hecho es su propia fuente y la esencia espiritual más sublime.

Aunque esto es más complejo que las explicaciones tan simplistas e insatisfactorias sobre la naturaleza humana ofrecidas por la mayoría de las religiones, todavía es lo suficientemente comprensible.

Sin embargo, cuando profundizamos el estudio de las enseñanzas teosóficas, se hace evidente que en la práctica hay mucho más sobre el tema de la Mónada que esto. Hay declaraciones aparentemente contradictorias y confusas que comienzan a surgir, en particular si revisamos ambos volúmenes de "La Doctrina Secreta" y especialmente cuando descubrimos las numerosas referencias a la Mónada en relación con aspectos astrológicos como los siete planetas sagrados y las doce constelaciones o signos zodiacales. También vemos que la Mónada no es tan absolutamente imparcial y universal como hemos pensado y parece ser individual en su naturaleza, pero universal en su esencia. Como señaló H.P.B., es "un misterio".

Todos los enigmas sagrados se revelan al aspirante serio, humilde y desinteresado cuando llega el momento propicio. Mientras tanto, podemos alentarnos con el recordatorio de que existen siete aspectos o siete ámbitos en cada verdad, y que al estudiar y contemplar continuamente todas las diferentes explicaciones otorgadas con respecto a la Mónada, es posible que finalmente podamos percibir un panorama más amplio y obtener una comprensión más completa, profunda y precisa de lo que tuvo que ser difuminado y oscurecido deliberadamente por Blavatsky y los Maestros para no entregar de manera clara y explícita contenidos al mundo que son de la mayor santidad. No todo puede ser entregado en bandeja y así hay algunas interrogantes que debemos resolver por nosotros mismos, si estamos lo suficientemente dispuestos e interesados para hacerlo y llevar a cabo el esfuerzo requerido.

De esta suerte, Helena Blavatsky sostuvo que el estudiante esotérico moderno "exige y espera que su 'Sendero' se establezca con todo el oficio egoísta de la comodidad moderna, pavimentado y diseñado con ferrocarriles y telégrafos rápidos e incluso telescopios, a través de lo cual puede inspeccionar las obras de otras personas mientras se sienta cómodamente; y mientras los critica, busca lo más fácil para jugar como ocultista y estudiante amateur de Teosofía. El verdadero 'Camino' al conocimiento esotérico es muy diferente. Su entrada está cubierta por zarzas de negligencia, las imitaciones de la verdad que durante largas épocas bloquean el camino y está oscurecida por el desprecio orgulloso de la autosuficiencia y con cada certeza distorsionada fuera de todo foco. Para superar el umbral en soledad se requiere un trabajo incesante de años, a menudo no correspondido, y una vez que está al otro lado de la entrada el peregrino cansado tiene que esforzarse para seguir a pie, ya que el camino angosto conduce a las alturas prohibidas de las montañas, inconmensurables y desconocidas, excepto para los que han llegado antes a la cumbre cubierta de nubes. Por lo tanto, debe trepar paso a paso, conquistando cada centímetro de terreno ante él por sus propios esfuerzos; seguir adelante guiado por puntos de referencia cuya naturaleza él puede averiguar sólo descifrando las inscripciones marcadas por el clima y medio desfiguradas a medida que avanza, puesto que si en lugar de estudiarlas se sienta pronunciando fríamente 'indescifrable' será una desgracia para él. La 'Doctrina del Ojo' es maya y sólo la del 'Corazón' puede hacer del individuo un elegido" ("Mistaken Notions on the 'Secret Doctrine'”, énfasis añadido).

Este artículo consiste en una compilación de citas sobre el tema de la Mónada, principalmente por Blavatsky, pero también con algunos extractos de sus Maestros Adeptos. La presente entrega no es en absoluto una colección completa de todo lo que han dicho sobre el tema, pero sí incluye las explicaciones principales y más importantes.

A la luz de lo que sigue, la explicación más simple que se podría dar sobre nuestra Mónada es que representa una chispa o rayo divino, una "respiración" individualizada del Absoluto o una manifestación de la Energía infinita de la Mónada Universal y Única, lo cual obviamente son sólo palabras hasta que obtengamos esa comprensión y percepción intuitiva que supera con creces las meras expresiones y el intelecto. Sin embargo, la definición anterior presenta una pequeña parte de la historia sobre esta “chispa divina”.

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"Mónada (griego). La Unidad, lo único, pero en Ocultismo a menudo significa la tríada unificada Atma-Buddhi-Manas, o el dúo Atma-Buddhi, aquella parte inmortal del individuo que se reencarna en los reinos inferiores y gradualmente avanza a través de ellos hacia el Hombre y luego hacia la meta final, el Nirvana” (H.P.B., “The Theosophical Glossary”, p. 216, entrada para “Mónada”).

“La Mónada, aunque significa estrictamente 'uno', en su manifestación es siempre trinitaria y siendo uno sólo en Nirvana. Cuando permanece en su estado de Laya, toda filosofía antigua lo demuestra (…) Es trinitaria y no puede ser de otro modo. ¿Cómo puede manifestarse la mónada a menos que sea una tríada y capaz de actuar sólo en el tercer plano, ya que el segundo y el primero son demasiado espirituales para ser considerados en nuestras percepciones como ámbitos de cualquier actividad? Considere el septenario humano. Atma por sí sólo no es nada; no sólo no es una respiración, sino es simplemente una idea, nada, porque es absolutidad; es la esencia de Ain Soph o Parabrahm; Buddhi es su vehículo y, sin embargo éste incluso en conjunción con Atma, todavía no representa nada en este plano” (H.P.B., "The Secret Doctrine Dialogues", p. 438-439).

"La mónada (…) se presenta aquí como Atma en conjunción con Buddhi y Manas superior. Esta trinidad es una y eterna, siendo el último de ellos absorbido en los primeros al final de todo condicionado y vida ilusoria. La mónada, entonces, se puede rastrear a través del curso de su peregrinaje y sus cambios de vehículos transitorios sólo desde la etapa incipiente del Universo manifestado. En el Pralaya o período intermedio entre dos manvantaras, pierde su nombre ya que sucede así cuando el UNO real humano se fusiona en Brahm en casos de Samadhi elevado (estado Turiya) o Nirvana final”.

"Atma (nuestro séptimo principio) es idéntico al Espíritu universal y el hombre es uno con él en su esencia. ¿Cuál es entonces la mónada propiamente dicha? Es esa chispa homogénea que irradia en millones de rayos de los 'Siete' primigenios, de los cuales emanan otros siete. Es la chispa del Rayo INCREADO, todo un misterio” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 570, 571).

“La Estrofa III describe el re-despertar del Universo a la vida luego del Pralaya. Representa el surgimiento de las 'Mónadas' desde su estado de absorción dentro del UNO; la etapa más temprana y elevada en la formación de 'Mundos', y así el término 'mónada' puede aplicarse por igual al Sistema Solar más vasto o al átomo más pequeño” (H.P.B., "La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 21).

“Para él [Leibnitz] la materia era una simple representación de la mónada, ya fuera humana o atómica. Como nosotros, pensaba que las mónadas están en todas partes; por lo tanto, el alma humana es una mónada y cada célula en el cuerpo humano tiene la suya al igual que toda célula animal, vegetal e incluso en los así llamados 'cuerpos inorgánicos'” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 630).

"Como se dice en 'Isis Develada', vol. I., p. 302, la Mónada o Jiva en primer lugar es atacada por la ley de evolución en la forma material más baja: el mineral. Tras un giro de siete veces encerrado en la piedra (o lo que se convertirá en mineral y roca en la Cuarta Ronda), por así decirlo se desliza fuera de ella como un líquen. Pasando de allí a través de todas las formas de materia vegetal -a lo que se denomina materia animal- ahora llega al punto en que se ha convertido en 'germen' del animal, que a su vez devendrá en el hombre físico. Todo esto, hasta la Tercera Ronda, carece de forma como materia y es inconsciente en cuanto a la consciencia, puesto que la Mónada o Jiva per se ni siquiera puede llamarse espíritu; es un rayo, un soplo del ABSOLUTO -o más bien Absolutidad- y así la Homogeneidad Absoluta es inconsciente en nuestro plano al no tener relación con la finitud condicionada y relativa. Por lo tanto, además del material que será necesario para su futura forma humana, la mónada requiere (a) un modelo espiritual o prototipo para que ese material se adquiera una forma en sí y (b) una conciencia inteligente para guiar su evolución y progreso, ninguno de los cuales es poseído por la mónada homogénea o por la materia inconsciente, aunque viva. El Adán del polvo requiere que el Alma de la vida sea insuflada en él: son los dos principios intermedios que constituyen la vida sintiente del animal irracional y el Alma Humana, porque el primero carece de razón sin la segunda. Sólo cuando desde un posible andrógino el hombre se haya separado en masculino y femenino, será dotado de esta Alma consciente, racional e individual (Manas), 'el principio o la inteligencia de los Elohim' a recibir ,y así él tiene que comer del fruto del conocimiento por el árbol del bien y el mal. ¿Cómo va a conseguir todo esto? La Doctrina Oculta enseña que mientras la mónada recorre su ciclo inferior hacia la materia, estos mismos Elohim (Pitris, los Dhyani-Chohanes inferiores) están evolucionando pari passu con ella en un plano superior y más espiritual, descendiendo también relativamente a la materia en su propio plano de conciencia cuando, tras haber alcanzado cierto punto, se encontrarán con la mónada inconsciente encarnada y encerrada en la materia más baja, y combinando las dos potencias de Espíritu y materia, la unión producirá ese símbolo terrestre del 'Hombre celestial' en el espacio, el HOMBRE PERFECTO” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 246-247).

"Las Mónadas no son Principios discretos, limitados o condicionados, sino los rayos de aquél Principio único, universal y absoluto” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 167).

“Cualquier significado que las varias academias puedan dar al término, Sattva es el nombre otorgado entre los estudiantes ocultos de la Escuela Aryasanga a la Mónada doble o Atma-buddhi, el que a su vez en este plano corresponde a Parabrahm y Mulaprakriti en el plano superior" (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 69).

“El Sexto principio en el Hombre (Buddhi, el Alma Divina), aunque un simple aliento en nuestras concepciones, todavía es un aspecto material cuando se lo compara con el 'Espíritu' divino (Atma) del cual es portador o vehículo. Fohat, en su capacidad de AMOR DIVINO (Eros), el Poder eléctrico de afinidad y simpatía, se muestra alegóricamente intentando traer al Espíritu puro -el Rayo inseparable del UNO absoluto- a la unión con el Alma, constituyendo ambos la MÓNADA humana y en la Naturaleza el primer eslabón entre lo incondicional y lo manifestado” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 119).

"La 'mónada' es la combinación de los dos últimos Principios humanos, el 6° y el 7°, y hablando correctamente, el término 'mónada humana' se aplica sólo al Alma Espiritual y no a su Principio vivificante espiritual y más elevado. Pero desde que se divorció de este último, el Alma Espiritual no podría tener existencia ni ningún ser, como así se ha llamado. La composición (tal palabra impactaría a un asiático, pero parece necesaria para ayudar a la concepción europea) de Buddhi o sexto principio está formada por la esencia de lo que llamaríamos materia (o quizás centro de Fuerza Espiritual) en su 6ª y 7ª condición o estado, y el ATMAN animador es parte de la VIDA ÚNICA o Parabrahm. Ahora la Esencia Monádica (si se permite tal término) difiere en la escala de progresión para lo mineral, vegetal y animal, aunque es la misma en toda la serie de ciclos desde el elemental más bajo hasta el reino dévico.

Sería muy engañoso imaginar a una mónada como entidad separada siguiendo su camino lento en un sendero distinto a través de los reinos inferiores, y luego de una serie incalculable de transmigraciones que florecen en un ser humano; resumiendo, que la mónada de un Humboldt se remonte a la mónada de un átomo de hornblenda. Ciertamente, en lugar de decir 'mónada mineral' la fraseología más correcta en la ciencia física que diferencia a cada átomo habría sido llamarla una mónada que se manifiesta en esa forma de Prakriti denominada reino mineral (…) es una manifestación concreta de la Energía Universal que aún no se ha individualizado, una externalización secuencial del Monas Universal y único. El océano no se divide en sus gotas potenciales y constituyentes hasta que el barrido del impulso vital alcanza la etapa evolutiva del nacimiento del hombre. La tendencia a la segregación en mónadas individuales es gradual, y en los animales superiores llega casi al punto. Los peripatéticos aplicaron la palabra Monas a todo el Cosmos en el sentido panteísta, y los Ocultistas, a la vez que aceptan este pensamiento por razones de conveniencia, distinguen las etapas progresivas en la evolución de lo Concreto desde el Abstracto por términos, de lo cual la 'Mónada Mineral' es única. El término simplemente significa que la ola de evolución espiritual está pasando por ese arco de su circuito y la 'esencia monádica' comienza a diferenciarse imperceptiblemente en el reino vegetal. Como las mónadas son objetos no compuestos, como lo define correctamente Leibnitz, es la esencia espiritual lo que las vivifica en sus grados de diferenciación y que constituye adecuadamente la mónada, y no la agregación atómica que es sólo el vehículo y la sustancia con que se estimulan los grados de inteligencia inferiores y superiores”. 

“(...) incluso la mónada vegetal sigue aún como tal en su segundo grado de sensación de despertar. Leibnitz estuvo varias veces muy cerca de la verdad, pero definió la evolución monádica de manera incorrecta y a menudo muy equivocada. Existen Siete Reinos, de los que el primer grupo comprende tres grados de elementales o centros de fuerzas nacientes, desde la primera etapa diferenciatoria de Mulaprakriti a su tercer grado, es decir, de la inconsciencia total a la semipercepción; el segundo grupo o más elevado abarca desde los reinos vegetal al humano, y el reino mineral forma así el punto central o decisivo en los grados de 'Esencia Monádica', considerada como Energía Evolutiva. Hay tres etapas en el lado elemental, luego el reino mineral y tres niveles en el nivel físico-objetivo; éstos son los siete enlaces de la cadena evolutiva. Un descenso del espíritu a la materia, equivalente a un ascenso en la evolución física; un reascenso desde las profundidades recónditas de la materialidad (el mineral) hacia su status quo ante con una correspondiente disipación de organismos concretos hasta el Nirvana, el punto de desaparición de la materia diferenciada”. 

“La ‘mónada’ mineral no es una individualidad latente, sino una fuerza omnipermeante que tiene su presente vehículo terrestre en su estado más bajo y concreto; en el hombre la mónada está completamente desarrollada, potencial y es pasiva o absolutamente activa, de acuerdo con su vehículo o los cinco principios humanos más bajos y físicos. En el reino dévico está totalmente liberada y en su nivel más elevado, pero un escalón más abajo que la Vida Universal y ÚNICA".

"En resumen, la mónada mineral es única y las mónadas animales y humanas superiores son innumerables” (H.P.B, "About the Mineral Monad" en "Five Years of Theosophy", p. 274-278).

“La denominación que recibe nuestra Mónada (los dos en uno) es 'peregrino' durante su ciclo de encarnaciones. Es el único principio inmortal y eterno en nosotros, siendo parte indivisible del todo integral o el Espíritu Universal del que emana y en donde se absorbe al final del ciclo. Cuando se dice que emana de un espíritu, se debe usar una expresión torpe e incorrecta por falta de palabras apropiadas en inglés" (H.P.B., “La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 16-17).

“Ya sea que esté inmetalizada en el átomo de roca, invegetalizada en la planta o inanimalizada en el animal, la Mónada humana es todavía y siempre divina, y por lo tanto también sigue siendo tal y deja de ser humana sólo cuando se convierte en absolutamente divina. Los términos 'mónada mineral', 'vegetal' y 'animal' tienen la intención de crear una distinción superficial; no existe tal cosa como una Mónada (jiva) que no sea divina, y en consecuencia había sido o tuvo que tornarse humana. Y el último término debe permanecer sin significado a menos que se entienda bien la diferencia. La Mónada es una gota del Océano sin riberas que se extiende más allá o, para ser correctos, dentro del plano de la diferenciación primigenia. Es divina en su condición más elevada y humana en su nivel más bajo (éstos últimos adjetivos se usan por falta de mejores palabras) y una mónada permanece en todo momento -excepto en el estado nirvánico- bajo cualquier condición o forma externa. Como el Logos refleja el Universo en la Mente Divina, y el Universo manifestado se reverbera en cada una de sus Mónadas -como dijo Leibnitz repitiendo una enseñanza oriental- así durante el ciclo de sus encarnaciones la MÓNADA tiene que reflectar en sí misma cada forma-raíz para cada reino. Por tanto, los cabalistas dicen correctamente que 'el HOMBRE se convierte en piedra, planta, animal, hombre, Espíritu y finalmente Dios'; de este modo cumple su ciclo o circuito y volviendo al punto desde donde comenzó como HOMBRE celestial. Pero por 'Hombre' entiéndase la Mónada divina y no la Entidad pensante, mucho menos su cuerpo físico” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 185-186).

“(...) el Universo (…) procede del Punto (el LOGOS real y esotérico) o la MÓNADA pitagórica, y para los griegos Monas significa 'Unidad' en su sentido primario. Aquéllos que no puedan entender la diferencia entre la mónada (Unidad Universal) y las Mónadas o Unidad manifestada, como también entre el LOGOS siempre oculto y el revelado –o la Palabra- nunca deben inmiscuirse en filosofía, menos aún en las Ciencias Esotéricas”. 

“Esto se relaciona con las mónadas cósmicas y subplanetarias, no con la Monas Súper-Cósmica (mónada pitagórica) como la llaman los peripatéticos panteísticos en su carácter sintético. Las mónadas de la presente disertación [titulada "Dioses, Mónadas y Átomos" que se puede encontrar entre las páginas 610-634 del vol. 1] se tratan desde su individualidad como Almas atómicas antes que estos átomos desciendan a la forma terrestre pura, ya que este declive a la materia concreta marca el punto medio de su propio peregrinaje individual. Aquí, perdiendo su individualidad en el reino mineral, comienzan a ascender mediante los siete estados de la evolución terrestre hasta ese punto donde se establece firmemente una correspondencia entre lo humano y la consciencia dévica (divina)”. 

"Considerada desde sus diversos puntos de vista, es decir, como la Mónada universal e individualizada y los aspectos principales de la Energía en progreso tras la diferenciación -lo puramente espiritual, intelectual, psíquico y físico-, la evolución puede formularse como una ley invariable; un descenso del Espíritu a la Materia equivalente a un ascenso en la evolución física; un reascenso desde las profundidades de la materialidad hacia su status quo ante con una correspondiente disipación de forma concreta y sustancia hasta el estado LAYA o lo que la ciencia llama 'punto cero' y más allá" (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 614, 619, 620).

"Manu se declara creado por Viraj o Vaiswanara (Espíritu de la Humanidad), lo que significa que su Mónada emana del Principio que nunca descansa al comienzo de cada nueva actividad Cósmica: ese Logos o MÓNADA UNIVERSAL (colectivamente Elohim) que irradia desde su propio interior esas Mónadas Cósmicas que se convierten en centros de actividad, progenitores de los innumerables sistemas solares y las mónadas humanas aún no diferenciadas de cadenas planetarias, así como de cada ser en ellas. Cada mónada cósmica es 'Swayambhuva', el NACIDO DE SÍ MISMO que deviene Centro de Fuerza desde cuyo interior emerge una cadena planetaria (de las cuales hay siete en nuestro sistema) y cuyas radiaciones vuelven a ser tantos Manus Swayambhuva (un nombre genérico, misterioso y que significa mucho más de lo que parece), cada uno de los cuales se convierte como Anfitrión en el creador de su propia humanidad” (H.P.B., “La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 310-311).

"Hablando de modo metafísico, ciertamente es absurdo hablar sobre el 'desarrollo' de una Mónada o decir que ésta se convierte en 'Hombre'; sin embargo, cualquier intento de preservar la precisión metafísica del lenguaje en el uso de una lengua como la inglesa requeriría al menos tres volúmenes adicionales de este trabajo y conllevaría una cantidad de repetición verbal que sería extremadamente molesta. Es lógico que una MÓNADA no pueda progresar o desarrollarse, ni siquiera verse afectada por los cambios de estado que atraviesa. No es de este mundo o plano y puede compararse sólo con una estrella indestructible de luz y fuego divinos, arrojada a nuestra Tierra como un salvavidas para las personalidades en que reside. Le corresponde a éstas últimas aferrarse a ella, y participando así de su naturaleza divina, obtiene la inmortalidad. Por sí misma, la Mónada no se aferrará a nadie, pero como el 'salvavidas', se desvía a otra encarnación por la corriente inquebrantable de evolución” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 174-175).

“Manas es inmortal, porque luego de cada nueva encarnación agrega a Atma-Buddhi algo de sí mismo, y al asimilarse a la Mónada, comparte su inmortalidad (…) Buddhi se vuelve consciente por las acumulaciones que recibe de Manas tras cada nueva encarnación y la muerte del hombre (…) Atma no progresa, ni olvida, ni recuerda. No pertenece a este plano; es el rayo de luz eterna que brilla sobre y a través de la oscuridad material, cuando ésta última se halla dispuesta (…) Buddhi es el molde para las 'vestiduras' de Atma, porque éste no es cuerpo, ni forma, ni nada, y porque Buddhi es su vehículo sólo en sentido figurado (…) La Mónada se convierte en un ego personal cuando encarna y algo queda de esa personalidad a través de Manas, cuando éste es lo suficientemente perfecto para asimilar Buddhi” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 243-244, 245).

“Creo que ahora el asunto está suficientemente explicado: los principios sexto y séptimo, aparte del resto, constituyen la 'Mónada' eterna e imperecedera, pero también inconsciente. Para despertar en ella la conciencia latente y traerla a la vida, especialmente aquélla de la individualidad personal, se requiere a la mónada además de los atributos más elevados del quinto (…) y esto es lo que compone al Ego etéreo que vive y disfruta de la felicidad en Devachán”.

“Pero ni siquiera la experiencia más exaltada de una mónada en el estado devachánico más sublime de Arupa-Loka (el último de los siete estados) es comparable a esa condición perfectamente subjetiva de espiritualidad pura de donde surgió la mónada para 'descender a la materia', y a la que debe regresar al finalizar el gran ciclo. El propio Nirvana tampoco es comparable al Para-Nirvana”.

“(...) Paccika-Yana y Amita-Yana (…) Nombres técnicos para las muchas entidades personales y mezcladas en una Individualidad, la larga cadena de vidas que surge de la misma MÓNADA Inmortal. Tendrá que recordarlos:

“(1) El Paccika yana ('Pratyeka' en sánscrito) significa literalmente 'vehículo personal' o ego personal, una combinación de los cinco principios inferiores.

“(2) El Amita yana ('Amrita' en sánscrito) se traduce como 'vehículo inmortal' o Individualidad, el alma espiritual o mónada inmortal, combinación de los principios quinto, sexto y séptimo".

“Sabemos que los períodos de acción y descanso se suceden en toda la naturaleza, desde el macrocosmos con sus sistemas solares hasta el hombre y la Tierra que lo cobija; que tiene sus temporadas de actividad seguidas por reposo, y que en definitiva toda la naturaleza como sus formas de vida engendradas tienen su tiempo para recuperarse. Así sucede con la individualidad espiritual, la mónada que comienza en su rotación cíclica descendente y ascendente" (extractos de cartas por los Maestros).

“El conocimiento de las encarnaciones constantes de una y la misma individualidad a lo largo del ciclo vital; la seguridad de que las mismas MÓNADAS -entre las que se encuentran muchos Dhyani-Chohanes o los mismos 'Dioses' -tienen que pasar por el 'Círculo de Necesidad', recompensadas o castigadas por tal renacimiento por los sufrimientos padecidos o delitos perpetrados en la vida anterior; que esas mismas Mónadas que entraron en las cáscaras vacías e inconscientes o figuras astrales de la Primera Raza emanadas por los Pitris son las mismas que están ahora entre nosotros o, mejor dicho, son nosotros mismos; decimos que sólo esta doctrina puede explicarnos el misterioso problema del bien y el mal y reconciliar al hombre con la injusticia de la vida terrible y aparente. Nada más que esa certeza puede aquietar nuestro insurrecto sentido de justicia” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 303).

“El pasaje que dice 'el hilo entre el observador silencioso y su sombra (el hombre) se hace más fuerte'- con cada reencarnación- es otro misterio psicológico que encontrará su explicación en el Libro II. Por el momento bastará con decir que el 'Vigilante' y sus 'Sombras' son uno sólo, y estas últimas son tantas como las reencarnaciones para la mónada. El Observador o prototipo divino está en el peldaño superior de la escalera del ser y la sombra en la parte inferior. Con todo, la Mónada de todos los seres vivos -a menos que su vileza moral rompa la conexión, se suelte y 'desvíe hacia el camino lunar' para usar la expresión Oculta- es un Dhyani-Chohan individual y distinto a los demás, una especie de individualidad espiritual propia durante un Manvantara particular. Ciertamente su Primario o Espíritu (Atman) es uno con Paramatma (el único Espíritu Universal), pero el vehículo (Vahan) en que está consagrado -Buddhi- es parte integrante de esa Esencia Dhyani-Chohánica; y es en esto que reside el misterio de esa omnipresencia que fue discutida en páginas anteriores. 'Mi Padre que está en el cielo y yo somos uno', dice la Escritura cristiana; en todo caso, aquí encontramos el eco fiel del principio esotérico” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 265).


La mónada desde una perspectiva astrológica y teogónica

"El descenso y reascenso de la Mónada o el Alma no pueden desconectarse de los signos zodiacales, y parece más natural -en el sentido de la idoneidad de las cosas- creer en una misteriosa simpatía entre el alma metafísica y las constelaciones brillantes -y en la influencia de éstas últimas en la primera- que en la noción absurda de que los creadores del Cielo y la Tierra pusieron en el firmamento los tipos de doce judíos viciosos” (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 668).

"Evidentemente estos 'Brahmanas' son idénticos a los Bodhisattvas (terrestres) de los Dhyani-Budas celestiales. Ambos, como elementos primordiales e inteligentes, se convierten en creadores o emanadores de las mónadas destinadas a volverse humanas en ese ciclo, y tras lo cual ellos mismos evolucionan, o por así decirlo se expanden a su propios yoes como Bodhisattvas o Brahmanas en el cielo y la tierra, para convertirse por fin en hombres simples; en verdad 'los creadores del mundo nacen aquí en la Tierra una y otra vez' (…) La mónada divina y puramente adi-búddhica se manifiesta como el Budhi universal (Maha-buddhi o Mahat en las filosofías hindúes), la raíz espiritual, omnisciente y omnipotente de la inteligencia divina, el anima mundi más elevado o el Logos. Éste desciende 'como una llama que se extiende desde el Fuego eterno, inmóvil, sin aumento ni disminución, siempre igual hasta el fin' del ciclo de existencia, y se convierte en vida universal en el Plano Mundano. Desde este ámbito de Vida Consciente se disparan, como siete lenguas ardientes, los Hijos de la Luz (los logoi de Vida); luego los Dhyani-Budas de contemplación, las formas concretas de sus Padres sin forma; son los Siete Hijos de la Luz, todavía como ellos mismos, a quienes se puede aplicar la frase mística brahmánica 'tú eres 'ESO'-Brahm'. Es de estos Dhyani-Budas que emanan sus chhayas (Sombras), los Bodhisattvas de reinos celestiales, los prototipos de Bodhisattvas super-terrestres y los Budas terrestres, y finalmente de hombres. Los 'Siete Hijos de la Luz' también se llaman 'estrellas'".

"La Enseñanza Oculta sostiene que la estrella bajo la cual nace una Entidad humana seguirá siendo para siempre su luminaria durante todo el ciclo de sus encarnaciones en un Manvantara, pero ésta no es su estrella astrológica. Ésta última se relaciona y refiere con y a la Personalidad, y la primera con la INDIVIDUALIDAD. Por así decirlo el 'ángel' de esa estrella o Dhyani-Buda será el guía o simplemente un 'ángel' que preside en cada nuevo renacimiento de la mónada que es parte de su propia esencia, aunque su vehículo -el hombre- puede permanecer por siempre ignorante de este hecho. Cada uno de los Adeptos tiene su Dhyani-Buda, su 'Alma gemela' mayor y la conocen, llamándole 'Padre-Alma' y 'Padre-Fuego'. Sin embargo, es sólo en la última y suprema iniciación que lo asimilan cuando se ponen cara a cara con la brillante 'Imagen'”.

"Atma es el No-Espíritu en su estado final parabráhmico; Iswara o Logos es espíritu, o como explica el Ocultismo es una unidad compuesta de Espíritus vivos manifestados, la fuente parental y el vivero de todas las mónadas terrenales más su reflejo divino que emana del Logos y regresa a él, cada una en la culminación de su tiempo. Existen siete grupos principales de tales Dhyani-Chohanes que se encontrarán y reconocerán en todas las religiones, ya que son los SIETE Rayos primitivos. El ocultismo enseña que la humanidad se divide en siete grupos distintos y con sus subdivisiones mental, espiritual y física. La mónada, entonces, vista como UNO, está por encima del séptimo principio (en el Kosmos y el hombre) y como tríada es la progenie radiante y directa de la mencionada UNIDAD compuesta (…) Las 'tríadas' nacidas bajo el mismo Planeta parental, o más bien las radiaciones de uno y el mismo Espíritu Planetario (Dhyani-Buda) son almas gemelas o hermanas en esta Tierra durante todas sus vidas posteriores y renacimientos" (H.P.B.,"La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 572-573, 574).

"Cada estudiante de Ocultismo sabe que los cuerpos celestes están estrechamente relacionados durante cada Manvantara con la humanidad de ese ciclo especial; y hay quienes creen que cada gran personaje nacido durante ese período -como todos los demás mortales, sólo que en un grado mucho más fuerte- tiene su destino delineado dentro de su propia constelación o estrella, trazada como autoprofecía o autobiografía anticipada por el Espíritu que mora en ese astro particular. La Mónada humana en su primer comienzo es ese Espíritu o el Alma de esa estrella (Planeta) y a medida que nuestro Sol irradia su luz en cada cuerpo espacial dentro de los límites de su sistema, el Regente de cada Estrella Planetaria o Mónada Paternal 'dispara' de sí misma la Mónada de cada Alma 'peregrina' nacida bajo su casa y dentro de su propio grupo. Los regentes son siete esotéricamente, ya sea en el Sephiroth, los 'Ángeles de la Presencia', los Rishis o Amshaspends, y en todas las obras esotéricas se establece que 'el Único no es un número'" (H.P.B., "Astrology and Astrolatry").

"Este 'Mundo de la Verdad' se puede describir sólo en las palabras del Comentario como 'una estrella brillante que cayó del corazón de la Eternidad; el faro de esperanza de cuyos Siete Rayos cuelgan los Siete Mundos del Ser'; y en verdad es así, ya que ésas son las Siete Luces cuyos reflejos son las Mónadas inmortales humanas: el Atma o Espíritu irradiador de cada criatura en la familia humana” (H.P.B., "La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 120).

“De aquí los siete planetas principales, las esferas de siete espíritus residentes bajo cada uno de los cuales nace uno de los grupos humanos que es guiado e influenciado por ello en consecuencia. Sólo existen siete planetas (especialmente conectados con la Tierra) y doce casas [constelaciones], pero las combinaciones posibles de sus aspectos son innumerables. Por tanto y puesto que cada planeta puede relacionarse con los otros en doce aspectos diferentes, sus combinaciones deben ser casi infinitas; tan ilimitadas, de hecho, como las capacidades espirituales, psíquicas, mentales y físicas en las innumerables variedades del género homo, cada una de las cuales nace bajo uno de los siete planetas y una de las innumerables composiciones planetarias mencionadas" (H.P.B., “La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 573). 

"Los rasgos principales en la vida del individuo siempre están de acuerdo con la 'constelación' bajo la cual nace o, mejor dicho, con las características de su principio animador o la deidad que lo preside, ya sea que lo llamemos Dhyani-Chohan como en Asia, o un 'arcángel' como en las iglesias griegas y latinas (…) Cuanto más uno se acerque al prototipo 'en el cielo', mejor para el mortal cuya personalidad fue elegida por su propia Deidad personal (el séptimo principio) como su morada terrestre; porque con todos los esfuerzos de voluntad hacia la purificación y unidad con ese 'Yo-Dios', uno de los rayos inferiores se rompe y la entidad espiritual humana se eleva cada vez más al rayo que reemplaza al primero, hasta que de rayo en rayo el hombre interior es atraído hacia el haz único y más elevado del SOL Parental (…) Sí, ¡nuestro destino está escrito en las estrellas!; sólo que, cuanto más cercana sea la unión entre el hombre mortal reflejado y su PROTOTIPO celestial, menos peligrosas serán las condiciones externas y reencarnaciones subsiguientes de las que ni Budas ni Cristos pueden escapar (…) Aquéllos que creen en el Karma tienen que creer en el destino y al cual, desde el nacimiento hasta la muerte, todo hombre está tejido hilo por hilo alrededor de sí mismo, como una araña fabrica su tela; y este destino está guiado por la voz celestial del prototipo invisible que está fuera de nosotros, o por nuestro astral más íntimo u hombre interior, pero que con demasiada frecuencia es el genio malvado de la entidad encarnada llamada 'hombre'. Ambos conducen al hombre exterior, pero uno de ellos debe prevalecer; y desde el mismo principio de lo invisible, la severa e implacable ley de compensación avanza y sigue su curso, siguiendo fielmente las fluctuaciones” (H.P.B.,"La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 639). 

"Son los 'Siete Hijos de la Luz', llamados por sus planetas (y por la multitud) y a menudo identificados con ellos, a saber, Saturno, Júpiter, Mercurio, Marte, Venus y -presumiblemente para el crítico moderno que no va más allá de la superficie de las antiguas religiones- el Sol y la Luna, que según las enseñanzas Ocultas son nuestros Padres celestiales o 'Padre', sintéticamente. Por lo tanto y como ya se señaló, el politeísmo es realmente más filosófico y correcto en cuanto a los hechos y la naturaleza que el monoteísmo antropomórfico. Saturno, Júpiter, Mercurio y Venus -los cuatro planetas exotéricos- y los otros tres que deben permanecer sin nombre fueron los cuerpos celestes en comunicación astral y psíquica directa con la Tierra, sus Guías y Observadores, moral y físicamente; los orbes visibles que proveen a nuestra Humanidad con sus características externas e internas y sus 'Regentes' o Rectores con nuestras Mónadas y facultades espirituales. Con el fin de evitar nuevos conceptos erróneos, debemos establecer que entre los tres orbes secretos (o ángeles estelares) no entraron ni Urano ni Neptuno, no sólo debido a que eran desconocidos bajo estos nombres para los antiguos Sabios, sino porque como todos los demás planetas y por muchos que sean, son los dioses y guardianes de otras cadenas septenarias de globos dentro de nuestros sistemas" (H.P.B., "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 575).