13 de diciembre de 2023

Inversiones polares y catástrofes geológicas (3 de 12)

David Pratt
Enero 2000, enero 2024


Contenidos (final Parte B):

03. Deslizamiento cortical terrestre
04. Premoniciones psíquicas
05. Tradiciones antiguas


03. Deslizamiento cortical terrestre

Una variante catastrófica de migración polar es el deslizamiento rápido de la corteza terrestre o litosfera. Este fenómeno hipotético equivale a una versión acelerada a nivel global del escenario tectonista, donde las "placas" individuales se mueven a una velocidad de pocos centímetros por año entre sí y hacia los polos.

Uno de los principales defensores era Charles Hapgood (1), muerto en 1982, y conforme a él se habían producido tres mociones litosféricas durante los últimos 100.000 años. El Polo Norte habría estado en la Bahía de Hudson bajo la última era gélida, y se desplazó 30° (3.300 kms.) hasta su ubicación actual hace 17.000-12.000 años; luego ese punto avanzó hacia la Bahía de Hudson desde el Mar de Groenlandia 55.000-50.000 años atrás, y en dirección al mismo cuerpo hídrico desde el distrito de Yukón (Canadá) entre 80.000-75.000 AP.

Fig. 1. Diagrama según Hapgood: 1) Yukón; 2) Mar de Groenlandia; 3) Bahía de Hudson; 4) Polo Norte actual.

En décadas recientes, esta categoría de suceso geológico ha sido difundida por los escritores populistas Rand y Rose Flem-Ath (2), y la idea fue retomada por Graham Hancock (3) y Colin Wilson (4). Los primeros afirman que antes del último y supuesto desplazamiento cortical hace 11.500 años, la Antártida Menor (zona que apunta a Sudamérica) se encontraba más al norte y parcialmente libre de hielo, tenía clima templado y era hogar de la adelantada civilización atlante. Se cree que la litosfera tuvo dinamismos repentinos en 30° y empujó toda la Antártida hacia el Círculo Polar Sur, provocando el exterminio de esa cultura y cuyos restos hoy estarían bajo kilómetros de hielo. Mientras Hancock escribió que ello tuvo lugar entre el 14.500 y 12.500 a. de C. con réplicas masivas que continuaron hasta 9.500 a. de C., los Flem-Ath dicen que fue extremadamente rápido y advino en torno al 9.600 a. de C.

La teoría del movimiento litosférico ignora muchas evidencias contrarias sobre la historia de la edad de hielo pleistocénica. No existen pruebas de trayectorias corticales en núcleos de aguas profundas, registros paleomagnéticos, cronologías glaciales, registros de polen y una amplia gama de datos geológicos, paleoclimáticos y paleontológicos (5). Es infundado el aserto de que una gran zona de Antártida se desglació antes de 12.000 años AP, y así Paul LaViolette escribe: "Los datos de núcleos de hielo, obtenidos en varias partes de la capa antártica, muestran que todos los sectores del continente blanco han permanecido continuamente álgidos durante la última edad glacial, y que la temperatura de Antártida fue hasta 9°C más fría en igual época. Esto invalida las premisas sobre cambios en la corteza terrestre, que aseguran era 'más cálida'" (6).

Los "corticalistas" también aducen que el Polo Norte estaba en el sector de la Bahía de Hudson antes del último desplazamiento, suscitando que Norteamérica desglaciara mientras Siberia y Alaska se enfriaban, pero lo cierto es que en la última edad de hielo los principales períodos glaciales e interglaciares en esas tres regiones y la Antártida fueron más o menos sincrónicos. La etapa final y muy gélida de Dryas Reciente comenzó alrededor del 12.700 AP y terminó cerca del 11.550, al iniciarse el período Preboreal de calentamiento planetario y las inundaciones por agua de deshielo (7). Ciertos escritores vinculan el último desplazamiento teórico de corteza con la extinción de mamuts y otros mamíferos siberianos y alasqueños, y suscriben al mito popular de que éstos "se congelaron instantáneamente" en un "cataclismo repentino de inmensas proporciones"; sin embargo, la mayoría de restos animales son anteriores al 12.000 AP en decenas de miles de años, y asimismo es falaz sostener que un gran número de esas criaturas fue congelado ipso facto y se mantuvo "en perfectas condiciones" (8).

Hancock y los Flem-Ath suelen tomar la corteza terrestre por litosfera y viceversa (a diferencia de Charles Hapgood, quien fue más preciso en los términos). En geología moderna, la primera incluye sólo el tramo superior de la litosfera rígida, hasta la discontinuidad de Moho, a una profundidad media de 7 kms. suboceánicos y 40 (8 a 70) bajo los continentes, pero está firmemente unida al manto subdural. Mark Carlotto especula sin fundamento que las reversiones de corto plazo en el campo geomagnético pueden "destrabarlos" al reducir su fricción mutua, de modo que las mareas Sol-Luna trasladan toda la corteza, ¡tal y como se mueven los océanos! (9).

Fig. 2.

La litosfera abarca la corteza y capa superior del manto. Conforme al tectonismo, está dividida en placas separadas que se mueven entre sí sobre una capa plástica basal o astenosfera; no obstante, existen pruebas convincentes que cuestionan la viabilidad del modelo (10). Se dice que la litosfera tiene un espesor promedio de 70 kms. bajo los océanos y de 100 a 250 debajo de continentes, pero la tomografía sísmica (que produce imágenes en 3D del interior terrestre) señala que las partes continentales más antiguas tienen raíces a profundidades de 400 kms. o más, y que la astenosfera está ausente o es muy delgada bajo ellas. Incluso bajo los océanos no existe astenosfera continua, sino sólo lentes astenosféricas desconectadas. Todo ello hace imposible el movimiento extenso de "placas" individuales, ¡y ni hablar de traslados litosféricos rápidos y masivos!

Varios autores arguyen que el desplazamiento de la litosfera se debe principalmente a un desequilibrio de hielo en casquetes polares, mientras que su "inspirador" Hapgood desechó ese mecanismo por considerarlo inadecuado; en cambio, planteó que era producido por desbalances gravitacionales (masas no compensadas) dentro de la litosfera o inmediatamente bajo ella, aunque sin proporcionar ninguna evidencia concreta. Los Flem-Ath sugieren que todo el manto y la corteza podrían moverse de forma rápida y simultánea sobre el núcleo de la Tierra, pero se agarran de un clavo ardiendo y no tienen idea de cómo trabajaría la física de un evento tan improbable.

Por último, cabe mencionar algunos escritores que postulan una combinación de desplazamiento axial y corteza. Immanuel Velikovsky (11) (1895-1979) argumentaba que hace unos 4000 años Venus surgió a guisa de un "cometa" expulsado de Júpiter y luego deambuló por el Sistema Solar. Supuestamente, la Tierra estuvo involucrada en cuasi-colisiones con Venus y Marte alrededor del 3500 y 2700 a. de C., lo que resultó en catástrofes devastadoras, incluidos cambios de polos y deslizamientos corticales. Para "respaldar" este absurdo, Velikovsky ofreció evidencia de literatura, tradiciones y folclore antiguos, y algunos hechos geológicos de cataclismos pretéritos (12), mas no existe prueba de destrucción global en los momentos definidos por él. Por ejemplo, los escombros que creía depositados en la atmósfera terrestre por Venus hace 35 siglos -y causando presuntos 40 años de oscuridad- no dejaron rastros en casquetes polares ni sedimentos oceánicos del mundo (13).

Paul Dunbavin (14) especula que hacia el 3100 a. de C. la Tierra sufrió el impacto de un cometa en los océanos, generando el desvío de polos rotativos en 1° e inclinación axial entre 20° y 26° hasta equilibrarse en su valor moderno alrededor del 800 a. de C.; además, en la misma época el número de días anuales aumentó de 360 a 365,25. Dunbavin vio constancias en el patrón de variabilidad marina, cambios climáticos y geológicos, y antiguos mitos y leyendas. Incluso conjeturó que la Atlántida de Platón correspondía a las Islas Británicas, comprendiendo las regiones de plataforma circundantes y una pequeña ínsula en el Mar de Irlanda, que quedaron sumergidas cuando el nivel del mar subió hace unos 5000 años.

D.S. Allan y J.B. Delair (15) postularon que alrededor del 9500 a. de C. un cuerpo astronómico ("Faetón"), lanzado por el estallido de una supernova, atravesó el Sistema Solar causando daños indescriptibles. Provocó desplazamientos de la corteza terrestre, cambios axiales, subsidencias de grandes masas térreas en los océanos Pacífico y Atlántico, extinciones generalizadas y trastornos de clima. Piensan que el eje estaba prácticamente derecho antes de ese cataclismo y suprimen todo el Pleistoceno, tachando de "ilusoria" la secuencia de períodos glaciales e interglaciares; así, el clima bastante tibio del Plioceno llegó a su fin con la injerencia destructiva de Faetón, marcando una brevísima edad de hielo con unos pocos cientos de años a principios del Holoceno. Sin embargo, las pruebas que incluyen no son suficientes para admitir dicho escenario extremo.


Notas

1. Charles H. Hapgood, The Path of the Pole, Chilton Book Company, 1970; John White, Pole Shift: Predictions and prophecies of the ultimate disaster, A.R.E. Press, 1991, p. 87-107.

2. Rand y Rose Flem-Ath, When the Sky Fell, Stoddart, 1995.
3. Graham Hancock, Fingerprints of the Gods, Heinemann, 1995.
4. Colin Wilson, From Atlantis to the Sphinx, Virgin, 1996.
5. Paul Heinrich, "The Mysterious Origins of Man: Atlantis, mammoths, and crustal shift", www.talkorigins.org, and "Fingerprints of the Gods", www.oocities.org.

6. Paul LaViolette, Earth Under Fire, Starlane Publications, 1997, p. 316.
7. Ibídem, p. 142, 180.
8. Sue Bishop y Philip Burns, "Woolly mammoths: evidence of catastrophe?", www.talkorigins.org; Earth Under Fire, p. 189-218; R. Dale Guthrie, Frozen Fauna of the Mammoth Steppe: The story of blue babe, University of Chicago Press, 1990.

9. Mark Carlotto, "Toward a new theory of earth crustal displacement", Journal of Scientific Exploration, 36:1, 2022, p. 8-23.

10. "Continentes hundidos vs. deriva continental".
11. Immanuel Velikovsky, Worlds in Collision (1950), Pocket Books, 1977; Velikovsky, Earth in Upheaval; Pole Shift, p. 109-32.

12. Para una crítica del (mal) uso que hace Velikovsky de mitos y leyendas, véase Bob Forrest, Guide to Velikovsky's Sources, Stonehenge Viewpoint, 1987.

13. Leroy Ellenberger: "Top ten reasons why Velikovsky is wrong about Worlds in Collision", http://abob.libs.uga.edu/bobk/vdtopten.html; "An antidote to Velikovskian delusions", http://abob.libs.uga.edu/bobk/velidelu.html; Sean Mewhinney: "Tree rings", www.pibburns.com/smtrerng.htm, 1996; "Minds in ablation", parte 1, www.pibburns.com/smmia.htm, 1998/2000.

14. Dunbavin, The Atlantis Researches.
15. D.S. Allan y J.B. Delair, When the Earth Nearly Died: Compelling evidence of a world cataclysm 11,500 years ago, Gateway Books, 1995.


04. Predicciones psíquicas

Varios individuos, con ayuda de sus "guías espirituales", han ofrecido relatos dramáticos y generalmente contradictorios sobre inversiones de polos pasadas y futuras, y hasta ahora ninguna de sus "profecías" se ha concretado.

Con arreglo a una interpretación de sus oscuros escritos, Nostradamus (1) anticipó que se produciría un fenómeno de esa clase en 1999 ó 2000, y a finales del siglo XX también se suponía que el mundo estaba en medio de una pavorosa guerra o Armagedón.

Edgar Cayce (2) (1877-1945) tuvo mucha fama por hacer diagnosis mientras se hallaba en trance, y además proporcionó información -en su mayoría no verificable- sobre las vidas anteriores de pacientes, junto con múltiples vaticinios. Afirmó que la Tierra experimentó innumerables cambios cataclísmicos de polos, con lo que parecía referirse a algún tipo de desplazamiento cortical más que un trastorno en la inclinación del eje. Sostuvo que habría otro evento análogo a fines del siglo XX, precedido por varias décadas de terremotos cada vez más fuertes y hundimientos en la mayor parte de Japón, extensas zonas boreales en Europa, las costas del oriente y occidente de Estados Unidos y la nascencia de nuevas tierras en el Atlántico y Pacífico, ¡todo ello seguido por la "reaparición de Cristo"! Cayce dijo que hace 10,5 millones de años las actuales locaciones polares migraron a sectores tropicales y semitropicales; asimismo, se cree que durante la época atlante hubo muchos cambios terrestres extendidos por 200.000 años, incluyendo un movimiento en el centro axial, y otro "cambio de polos" en torno al 50.772 a. de C. que provocó la destrucción de animales gigantes en la faz planetaria.

Aron Abrahamsen (3) adelantó que en 1999 ó 2000 tendríamos un enorme cambio polar en sólo días, gatillando la moción de actuales zonas gélidas hasta en 90°, y para variar, coronada por el "regreso de Jesús". Según él, los desplazamientos polares eran motivados por fuerzas interplanetarias (especialmente electromagnetismo) y formas de pensamiento humano, por lo cual si un número suficiente de personas mejorara la calidad de sus actos y proyecciones mentales, podrían evitarse los desastres como aquél. Creía que el último y más importante cambio de polos ocurrió en 70.000 a. de C., y fijó otro hace unos 147.000 años.

Paul Solomon (4) predijo un descalabro polar el 5 de mayo de 2000, que implicaría dinamismos en la corteza terrestre de 40°, y el paso cercano de Marte desempeñaría un rol protagónico, secundado -otra vez- por la llegada del Redentor. Ruth Montgomery (5) señaló que el último desplazamiento del eje advino en 48.000 a. de C., cuando Lemuria quedó sumergida; las tierras atlantes no se vieron relativamente afectadas y continuó albergando la civilización más importante del mundo durante otros 20.000 años, antes de ser destruida por abusos tecnológicos. Pronosticó también una inversión polar para fines de la década '90, y (¡cómo no!) con el "gentil auspicio" cristomaníaco.

Michio Kushi (6), creador de la fundación East-West en Massachusetts, sugiere que hubo miles de cambios polares (desplazamientos de corteza), incluidos algunos con 90° completos. Varios de ellos sucedieron en el último cuarto de millón de años, siendo el más reciente hace 12.000 AP, antes de lo cual el Polo Norte estaba en el Atlántico septentrional, ligeramente al suroeste de las Islas Británicas. Se afirmó que otro acontecimiento similar llegaría en el mediano plazo, pero no pasó nada al respecto.

Los miembros del Grupo Stelle (7) aseguran descender de Lemuria (o Mu), donde creen comenzó la civilización hace 78.000 años, y se hundió hace 26.000 como resultado de migraciones polares; también se originaron otras en 8500 y 5000 a. de C. que implicaban movimientos corticales "leves" de 30°. La comunidad dice acatar instrucciones de inteligencias superiores ("maestros") bajo la dirección del arcángel Melquisedec, y tras la batalla de Armagedón (cuyo supuesto inicio era en 1998, pero aparentemente fue reagendada) habría dinamismos polares (o en la corteza) de 90° en 2000, causados por "una rara alineación planetaria". Luego del desastre total, Melquisedec establecería la "Nación de Dios" lemuriana, que a su vez resurgiría desde las aguas del Pacífico.

Claramente, siguen "en el aire" muchas ideas de continentes sumergidos, civilizaciones antiguas y cataclismos globales (incluidas las inversiones polares) que prometen iniciar una "nueva era dorada" de "regeneración espiritual". Sin embargo y como vemos, la exactitud de los pronósticos y visiones por psíquicos comunes o no entrenados deja mucho que desear. En general, cuanto más alejados están dichos asuntos de la vida diaria, más tienden a degenerar en psicocharlatanería.

En el período previo al "fin" del calendario maya el 21 de diciembre de 2012, los sinvergüenzas volvieron a aparecer preludiando todo tipo de catástrofes que, obviamente, comprendieron movimientos de polos (8). Una vez más, la realidad se negó a colaborar, no sin antes de que se vendieran grandes cantidades de basura.


Notas

1. John White, Pole Shift: Predictions and prophecies of the ultimate disaster, A.R.E. Press, 1991, p. 307-11.

2. Hugh Lynn Cayce, Earth Changes Update, A.R.E. Press, 1980, p. 59-60, 69, 71, 84, 87, 98; Pole Shift, p. 193-207.

3. Pole Shift, p. 209-25. Abrahamsen empleó sus dotes clarividentes en lugares de Arizona donde se encontrarían pruebas arqueológicas de una civilización, logrando 78% de éxito (David Hatcher Childress, Lost Cities of North & Central America, Adventures Unlimited, 1992, p. 325).

4. Ibídem, p. 227-41.
5. Ibídem, p. 245-7.
6. Ibídem, p. 252-4.
7. Ibídem, p. 313-23.
8. Ver "El calendario maya y la estafa del 2012", partes 5 y 6.


05. Tradiciones antiguas

Existen referencias a variados tipos de cataclismos e inversiones polares en la literatura y mitología de numerosos pueblos y naciones, como muestran los siguientes ejemplos. Obviamente, ello no significa que las descripciones pretendan ser literales, pues los mitos representan una mezcla compleja de hechos, alegorías y simbolismo, a menudo entretejidos en una narrativa dramática.

En el Libro de Enoc (65:1,3) (1) tenemos: "En aquellos días vio Noé que la tierra se hundía, y la destrucción estaba próxima (...). Y él dijo: 'Dime qué pasa en la tierra, pues se está sacudiendo con violencia".

En la Biblia del Rey Jacobo encontramos:

"He aquí, que el Señor vacía, devasta y trastorna la Tierra, dispersando a sus habitantes (...). La Tierra se tambalea como un ebrio, y será removida como una choza; los pecados se agravarán sobre ella y caerá sin volver a levantarse" (Isaías 24:1,20) (2).

"Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días [antes de la Segunda Venida] el Sol se oscurecerá, la Luna no dará su luz, las estrellas caerán del firmamento, y las potencias celestiales serán conmovidas" (Mateo 24:29).

"La tierra tembló y los cielos también se inclinaron ante la presencia de Dios: hasta el mismo Sinaí se conmovió" (Salmos, 68:8) (3).

Las dos últimas citas pueden aludir a un cambio en la declinación de estrellas, como resultado de movimientos polares (4).

Según el relato por Ovidio sobre el diluvio, el carro del Sol -conducido por Faetón- modificó su rumbo, los corceles que lo tiraban se desviaron de su curso y corrieron sin ton ni son chocando contra las estrellas, y las constelaciones de los Osos Fríos intentaron esconderse en el océano (5). En el Timeo, Platón dice que esto "significan vuelcos en los astros que se mueven alrededor de la Tierra y los cielos", describiendo también un cataclismo en que nuestro planeta se mueve "hacia adelante y atrás, derecha e izquierda, arriba y abajo" (6).

Se dice que los paradisíacos Edén, Asgard, Meru o Airyana Vaejo disfrutaban de un clima primaveral eterno, a pesar de su mentada ubicación norte o polar, indicando que el eje debió ser más o menos vertical. El astrónomo griego Anaxágoras enseñó que durante la Edad de Oro las estrellas giraban de manera toliforme (es decir, en un plano horizontal), creencia compartida por su colega Anaxímenes. Diógenes Laercio añadió que al principio la estrella polar siempre aparecía en el cénit, pero luego adquirió cierta declinación. También se pueden hallar aspectos similares en la antigua cosmogonía japonesa y las tradiciones chinas (7).

Para los egipcios, un gran círculo de fuego simbolizaba el Cosmos y una serpiente con cabeza de halcón solía representar el polo. Cuando este último se situaba a través del diámetro circular, hacía referencia al extremo de la Tierra que se encontraría en el plano eclíptico (8). El Papiro Mágico de Harris habla sobre un levantamiento cósmico de fuego y agua cuando "el sur se convierte en norte, y la Tierra se voltea" (9).

Por su parte, la mitología hopi relata la creación de cuatro mundos. El primero sucumbió por incendios y volcanes, y en la génesis del segundo se trasladó tierra hasta donde había agua, y viceversa. Al momento de extinguirse, los "polos gemelos" abandonaron sus lugares en los extremos norte y sur del eje mundial, donde mantenían la rotación adecuada. Nuestra esfera perdió el equilibrio y giró locamente dos veces; las montañas se sumergieron en el mar, y la tierra se inundó y cubrió de glaciares rígidos. Finalmente, con un "gran estremecimiento" y "un trozo de hielo", se ordenó a dichos gemelos que regresaran a sus puestos originales; el planeta comenzó a girar nuevamente, y a medida que se derritieron los casquetes el planeta recobró vida y se creó el tercer mundo. Éste último se destruyó por olas más altas que cordilleras, azotando por doquier, y entonces los continentes se rompieron para terminar hundidos. El cuarto mundo (actual) será barrido por cambio polar y crecidas, a menos que cambiemos nuestra naturaleza en un grado suficiente para evitarlo (10).

Los indios pawnee conservan remembranzas de una época en que las estrellas polares norte y sur "cambiaban de lugar" o "fueron a visitarse" (11). Creían que una hecatombe similar ocurriría en el fin del mundo, cuando se produzcan grandes anegamientos, los cielos se agiten y "las estrellas vengan a la Tierra" (12). Asimismo, los esquimales de Groenlandia dicen que antiguamente el planeta se inclinó y toda la gente fue tragada por el mar (13), y los isleños de Andamán temen que se repita un desastre natural idéntico, como el ocurrido mientras vivían sus antepasados (14).

La Edda nórdica ilustra cambios en la posición de la "serpiente de Midgard", nombre que designa a nuestro planeta, y el ofidio connota el ecuador, la eclíptica o incluso la Vía Láctea (15). Según una leyenda, el lobo Fenrir, que había sido encadenado por los dioses, logró romper sus ataduras y escapar, tras lo cual se sacudió e hizo temblar al globo. El fresno Yggdrasil (eje terrestre) fue remecido desde sus cimientos hasta los ramajes más altos; las montañas se desmoronaron o fracturaban de arriba abajo, y las estrellas quedaron a la deriva en el cielo (16).

Una antigua obra china, que consta de 4320 volúmenes, habla de las consecuencias generadas cuando la humanidad se rebeló contra los dioses, y así el Universo cayó en desorden: "Los planetas alteraron su curso. El cielo se hundió más hacia el norte; el Sol, la Luna y las estrellas cambiaron sus movimientos; la Tierra se hizo añicos, y las aguas en su seno despertaron con violencia para inundar todos los lugares" (17).

Muchos relatos describen largas fases cuando la luz solar ya no existía (18), y otros hablan de que el Sol no se ocultaba por periodos prolongados. Una posible interpretación es que el eje planetario se desvió en 90°, cuando había oscuridad continua durante los meses de invierno y luz permanente en el estío. La mitología nórdica sostiene que antes del orden actual de cosas el Astro Rey se levantaba por el sur, y situó la zona gélida en el este, mientras que ahora se emplaza al norte (19), lo cual también podría representar una época en que la Tierra se hallaba en ángulo recto.


Notas

1. Libro de Enoc (1883), Wizards Bookshelf, 1983, p. 78 (traducido por Richard Laurence); ver La Doctrina Secreta 2:145, 314, 533-4, 726. Traducción alternativa de R.H. Charles (1917): "Y en aquellos días Noé vio que la tierra se había hundido y su destrucción estaba cerca (...). 'Dime qué es lo que está cayendo sobre la tierra, que se ve en tan mala situación y está siendo sacudida'" (65:1,3), sacred-texts.com.

2. biblegateway.com.
3. Ibídem.
4. Las estrellas que se precipitan a la Tierra pueden simbolizar el descenso del espíritu a la materia.

5. Allan y Delair, When the Earth Nearly Died, p. 153.
6. Ibídem, p. 191. El Timeo dice que la Tierra "se revuelve en torno al eje del Universo" (Dunbavin, The Atlantis Researches, p. 158), que posiblemente indica la precesión de los equinoccios y el carácter variable del axis global.

7. When the Earth Nearly Died, p. 14-15; William F. Warren, Paradise Found: the cradle of the human race at the north pole (1885), reimpresión de Health Research, 1964, p. 191-2

8. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:356-7; Sampson Arnold Mackey, Mythological Astronomy of the Ancients Demonstrated (1822/1823), Wizards Bookshelf, 1973, p. 41-2.

9. Velikovsky, Worlds in Collision, p. 120. Según Immanuel, el Papiro de Ipuwer reseña un tiempo en que "la Tierra gira [da vuelta] como un torno de alfarero", y el de Ermitage consigna una catástrofe que puso el mundo "al revés". Sin embargo, en la traducción por Faulkner del primero leemos: "(...) la Tierra gira como el torno de un alfarero; el ladrón es poseedor de riquezas y el rico se ha convertido en saqueador". Según Bob Forrest, esto es sólo la metáfora de un desorden social, y la expresión "al revés" debiera tomarse al pie de la letra (Guide to Velikovsky's Sources, p. 11).

10. Frank Waters, Book of the Hopi, Penguin, 1977, p. 14, 16, 18; Pole Shift, p. 284-5.

11. When the Earth Nearly Died, p. 153-4.
12. The Atlantis Researches, p. 105.
13. Ibídem.
14. When the Earth Nearly Died, p. 191.
15. Elsa-Brita Titchenell, The Masks of Odin: wisdom of the Ancient Norse, TUP, 1985, p. 143, 149-50.

16. Hancock, Fingerprints of the Gods, p. 204-5, 247.
17. Ibídem, p. 193-4.
18. Ibídem, p. 164, 202-4; Fred J. Dick, The Theosophical Path, diciembre 1915, p. 447-8, agosto 1925, p. 120-3.

19. La Doctrina Secreta, 2:535. Se menciona el Polo Norte como aquel paraje donde todavía hoy el Sol aparece por el sur.