Presentamos una selección de cinco historias verdaderas que ilustran claramente la íntima naturaleza de la participación entre H.P. Blavatsky y los Maestros de Sabiduría. Existen cientos de tales historias documentadas, pero para este artículo sólo se escogió una pequeña muestra. Madame Blavatsky (mencionada como H.P.B. durante el resto de esta entrega) siempre sostuvo que los Maestros viven en cuerpos físicos aquí en la Tierra, aunque aislados intencionalmente debido a la toxicidad de la vida cotidiana. La idea moderna sobre los "Maestros Ascendidos" es falsa y se explica a fondo en el texto titulado “Peligros y engaños de la canalización”.
H.P.B. siempre se negó a aceptar elogios, adoración o reconocer que había "algo especial" en ella y a menudo solía decir de manera tímida: "Soy sólo una pobre anciana que sabe muy poco"; sin embargo, era infinitamente más que eso y lo sabía. Al respecto pueden consultarse los artículos “¿Quién es usted, Madame Blavatsky?” y “Palabras de los Maestros sobre H.P. Blavatsky”.
Se espera que las siguientes anécdotas breves, todas reales, sean una fuente de interés e inspiración para muchos.
01. El chalet junto al mar
Un día, poco después de mudarse a India, H.P.B. debía acudir a una reunión personal en el plano físico con su Gurú, el Maestro Morya, a quien ella no había visto materialmente por algún tiempo. Blavatsky dijo a Mooljee, su joven ayudante nativo, que la llevara a cierto lugar en un pequeño carruaje, aunque sin mencionar desde el principio el destino exacto. En lugar de eso, cuando partieron desde la sede de la Sociedad Teosófica, ella daba una dirección particular en cada cruce de carreteras al que llegaban: “justo aquí”, “doblemos a la izquierda”, “sigamos derecho”, etc. Pasando por la ciudad de Bombay, llegaron a un suburbio y luego viajaron a través de un área boscosa, a menudo cambiando de dirección, hasta que por último se acercaron a la orilla del mar.
El paseo marítimo de Bombay (Mumbay) en la actualidad.
Desde la distancia la observó mientras caminaba hacia la puerta principal que abrió un hombre indio muy alto y majestuoso, barbudo y vestido completamente de blanco. Era el Maestro M. Ambos entraron al chalet y pronto Mooljee notó que algunos jardineros trabajaban frente a la casa y los llamó a través del portón. Se acercaron a él, pero se negaron a decirle el nombre o cualquier detalle sobre el propietario, ya que se les prohibió hacerlo por haber jurado guardar el secreto.
Tras un largo rato, H.P.B. salió de la casa y se quedó unos momentos en el escalón con el Maestro. Uno de los jardineros cortó un ramo de rosas y se las llevó al Mahatma, quien las entregó de inmediato a Blavatsky y le dijo que eran un regalo suyo para el coronel Olcott, su socio y uno de los cofundadores de la Sociedad Teosófica. Se despidió y regresó al carruaje donde Mooljee estaba esperando y fue llevada a casa.
Más tarde ese día, ella explicó a Olcott que el chalet pertenecía a la Gran Hermandad y servía como residencia temporal para cualquiera de los Maestros, quienes a veces necesitaban hacer una visita o viajar por el área de Bombay, tal como sabemos que el Maestro Hilarión lo hizo en ocasiones de acuerdo a lo descrito por Koot Hoomi. Blavatsky señaló que era una de las varias casas en todo el mundo que usaban de esta manera y que estaba protegida por un "maya" (literalmente "ilusión" en sánscrito) que consistía en una disposición controlada de la atmósfera de tal forma que sólo muy pocos escogidos podían verlo y encontrarlo.
Sin embargo, Mooljee estaba convencido de que sería capaz de ubicar esa casa nuevamente y llevó al coronel Olcott con él para recorrer otra vez ese camino con la expectativa de volver a ese sitio en particular. Pero por más que lo intentaron nunca más pudieron encontrar ese chalet junto al mar.
02. El Maestro en el tren
Aproximadamente un mes luego del incidente del chalet (a saber, abril de 1879) el Maestro M. sugirió a H.P.B. que visitara el famoso templo en la cueva de Karli, llevando con ella al coronel Olcott. Partieron en tren con Mooljee y otros dos ayudantes, Babula y Baburao.
El tren se detuvo en Khandalla y se dirigieron hacia donde se quedarían esa noche. Mooljee, sin embargo, regresó al terminal de la localidad para hablar con el jefe de la estación sobre un asunto. Mientras estaba de pie en la plataforma, escuchó que lo llamaban y se volvió para ver una locomotora que acababa de llegar y dirigiéndose a Puna, donde estaba sentado el mismo indio alto y barbudo vestido de blanco que había visto anteriormente desde las puertas del misterioso chalet.
Rosas de India.
"Esto es para el coronel Olcott", dijo el Maestro M., entregando un ramo de rosas a Mooljee y quien las llevó rápidamente a la casa de descanso para entregarlas a su destinatario. Olcott, asombrado por la disposición generosa y amable mostrada hacia él por el Maestro, quiso escribir una nota de agradecimiento, pero no sabía cómo entregársela.
H.P.B. tomó la nota que Olcott había escrito, la pasó a Mooljee y dijo que comenzara a caminar por la carretera con el mensaje.“¡Pero no hay nombre ni dirección en él!”, protestó Mooljee. "¿Cómo se puede entregar o enviar?", pero Blavatsky simplemente insistió en que se fuera.
Luego de caminar un poco por el camino, el Maestro apareció de repente justo enfrente de él, como si estuviera en aire enrarecido. Al recibir la carta de manos del joven le dijo: "Ahora vuelve". Mooljee comenzó a caminar hacia atrás, pero no pudo resistir la tentación natural de mirar hacia atrás por encima del hombro. No había nadie ahí. El Maestro, todavía en el tren a Puna, aparentemente había proyectado momentáneamente su doble astral para recibir la nota de gratitud.
03. Un Mahatma indio en un banco de Nueva York
No mucho después de que se publicara “Isis Develada” -el primer libro de H.P.B.- y mientras aún vivía en Nueva York (EE.UU.) antes de ir a India, recibió la noticia del Maestro M. quien deseaba que el coronel Olcott hiciera negocios por él en otra parte del país. Sea lo que fuere, el asunto sonaba como si fuera a extenderse por varias semanas y Olcott se sentía preocupado y reacio debido a la cantidad de dinero que perdería como resultado de estar lejos de su trabajo en Nueva York durante tanto tiempo.
H.P.B. le preguntó cuánto podría perder y respondió que unos 500 dólares por cada mes de ausencia. Reflexionó sobre el tema y le dijo que, como no era un chela comprometido, no tenía que ir si eso significaría descuidar su propio negocio y que el Maestro lo entendería. Sin embargo, finalmente Olcott decidió ir.
El edificio "Lamasery" en Nueva York, donde H.P. Blavatsky alquiló un apartamento y escribió "Isis Develada".
Según el empleado bancario, este hombre pidió al cajero receptor que completara la boleta de depósito para él cuando ingresara el dinero en la cuenta de Olcott, pues dijo que no estaba lo suficientemente familiarizado con el idioma inglés para saber lo que debía escribir y en qué partes del documento.
04. Una extraña visita
En 1870 la familia de H.P.B. (que entonces vivía en Odessa) casi había perdido la esperanza para tener noticias de Helena otra vez. En el verano de 1868 el Maestro Morya la había convocado para ir al Tíbet a fin de recibir clases y entrenamiento más profundos por parte de los Maestros con objeto de prepararla en su misión como Mensajero para el mundo. Sus parientes no habían sabido nada de ella desde su partida y temían que probablemente estuviera muerta.
Un día de noviembre, su tía Nadezhda Fadeyeva recibió una extraña visita sobre la cual escribió en años posteriores de la siguiente manera:
"(...) cuando mi sobrina estaba en el otro lado del mundo (...) ningún alma sabía dónde se encontraba, lo cual nos entristeció enormemente. Todas nuestras investigaciones habían terminado en nada. Estábamos preparados para creerla muerta, cuando -creo que fue alrededor del año 1870, o posiblemente más tarde- recibí una carta suya, al que creo llamas 'K.H.', que me llegó de la forma más incomprensible y misteriosa, por medio de un mensajero de apariencia asiática y quien luego desapareció ante mis propios ojos. Esta carta, en la que me rogaba que no temiera nada y donde anunció que ella estaba a salvo, todavía la tengo en Odessa (...) Por favor, discúlpame, pero es difícil para mí, por no decir imposible, comprender cómo puede haber gente tan estúpida para creer que mi sobrina o tú hayan inventado a los hombres a quienes ustedes llaman los Mahatmas. No sé si los has conocido personalmente por mucho tiempo, pero mi sobrina me habló de ellos hace años, y con gran extensión. Me escribió que había vuelto a ver y renovado sus relaciones con varios de ellos, incluso antes de que ella escribiera su 'Isis'. ¿Por qué debería haber inventado estos personajes? ¿Con qué fin y qué bien podrían haberle hecho si no tuvieran existencia? (...) Si yo, que siempre he sido y espero seguir siendo una cristiana ferviente, creo en la existencia de estos hombres (aunque me niegue a dar crédito a todos los milagros que les atribuyen), ¿por qué los demás no deberían creer en ellos? Para la existencia de al menos uno de ellos, sí la puedo verificar. ¿Quién, entonces, podría haberme escrito esta carta para tranquilizarme en el momento en que tenía la mayor necesidad de tanto consuelo, a menos que hubiera sido uno de esos Adeptos mencionados? Es cierto que su escritura a mano no la conozco, pero la manera en que me fue entregada fue tan fenomenal, que nada menos que un Adepto en la ciencia oculta podría haberla efectuado. Me prometió el regreso de mi sobrina, y la promesa se cumplió debidamente".
Esta carta que le fue entregada estaba escrita en francés, probablemente por las razones ya indicadas de que éste ha sido el idioma principal en uso por la aristocracia rusa. Traducida al inglés decía:
"Los nobles parientes de Mme. H. Blavatsky no tienen razón alguna para sufrir. Su hija y sobrina no ha dejado este mundo en absoluto. Ella está viva y desea dar a conocer a quienes ama que está bien y se siente muy feliz en el retiro distante y desconocido que ha elegido para sí. Ha estado muy enferma, pero ahora ya no; debido a la protección del Señor Sangyas [nombre tibetano para Buda] ha encontrado amigos devotos que la cuidan física y espiritualmente. Deje que las damas de su casa, por lo tanto, pongan sus mentes en reposo. Antes de que 18 lunas nuevas hayan salido, ella habrá regresado con su familia".
“A Ravine in Tibet”, pintado por Djwhal Khul, chela del Maestro K.H. para mostrar las casas de los Maestros. Blavatsky vivió con dicho Adepto y la hermana de éste durante su estancia en el Pequeño Tíbet, en la región de las montañas Kunlun y Karakoram.
Aunque la carta no tenía firma, estaba escrita con la letra del Maestro K.H., como lo demuestra la misma caligrafía que fue utilizada diez años más tarde por Él cuando comenzó su larga correspondencia con varios teósofos. Por lo tanto, K.H. y su escritura eran conocidos por la familia de H.P.B. cinco años antes de que la Sociedad Teosófica fuera fundada. ¿Cómo puede entonces afirmarse, como se dice en ocasiones, que "Blavatsky inventó a los Maestros para atraer la atención hacia ella y la Sociedad Teosófica"? Además, los Kuthumpas (seguidores de Kuthumi) todavía existen hoy y asentados principalmente cerca de Lahaul y Ladakh en la región transhimaláyica de las montañas Karakoram.
05. El experimento psicométrico
En Austria y durante 1886 el prominente teósofo Franz Hartmann realizaba una serie de experimentos psicométricos a través de una anciana campesina alemana que había demostrado ser una notable clarividente.
Entre otras cosas, Hartmann le entregó una carta que había recibido de uno de los dos Maestros principales que estaban más estrechamente relacionados con el Movimiento Teosófico y H.P.B. Varias personas en todo el mundo recibieron misivas de los Mahatmas durante esos días y esos mensajes generalmente aparecían de una manera muy inusual y misteriosa, a veces materializándose desde la nada.
La carta que Hartmann había recibido apareció un día repentina e instantáneamente en su escritorio. Hasta el momento, la clarividente pudo describir de manera precisa y perfecta los remitentes y escenarios relacionados con otros recados -cartas normales de personas comunes- que Hartmann receptó y, en esos casos ya conocía personalmente a quienes le escribieron y sabía muy bien desde el principio de quién eran esos mensajes en particular. Pero tenía una gran ansiedad cuando entregó la Carta Mahatma a esta vidente. ¿De quién era en realidad? ¿Era verdaderamente de un Maestro? ¿Había realmente una Hermandad esotérica de Adeptos y oculta en algún lugar del Himalaya que trabajó con H.P.B. y el Movimiento Teosófico?
La anciana se llevó la carta a la frente, sin que se le hubiera dicho nada sobre la naturaleza de la misiva o de quien se suponía que era su origen, y de inmediato exclamó: "¡Ah! ¿Que es esto? ¡Nunca vi algo tan hermoso en mi vida!" Con los ojos cerrados comenzó a ver con su ojo interno y describió todo a Hartmann...
Con intrincados detalles, contó que veía un templo de apariencia oriental encima de lo que parecía ser “una elevación o colina alta pero hecha artificialmente”. En su visión se encontró caminando unos escalones que conducían al templo e ingresó en él. Aunque llevaría demasiado tiempo relatar todos los detalles de lo que vio (se pueden encontrar en el libro "H.P.B.: La extraordinaria vida e influencia de Helena Blavatsky" por Sylvia Cranston), un aspecto que fue de particular interés para Hartmann fue la descripción dada por la mujer sobre dos hombres que veía de pie y juntos en el santuario. Uno era un caballero alto y "muy guapo" de aspecto indio, vestido completamente de blanco. La descripción que dio de la otra persona sugería a un monje con cabeza rapada o calvo que vestía túnicas oscuras.
Directamente bajo el techo del lugar notó tres niveles de tableros que contenían varios caracteres y símbolos extraños. Naturalmente, ella no entendía su significado en absoluto, pero aceptó dibujarlos con detalle en un papel para Hartmann. Finalmente y luego de describir otros aspectos, la clarividente echó a reír alegremente y dijo: “¡Qué gracioso espectáculo! ¡Hay mucha gente extraña! Son mujeres y niños pequeños. Van vestidos tan graciosamente y tienen gorras de piel en la cabeza (…) Ahora toda la escena se disuelve en una nube".
Luego Hartmann escribió una carta a H.P.B. describiendo en detalle las características que la mujer señaló. El investigador mencionó también los extraños símbolos en los paneles, pero no incluyó el dibujo de ellos. En su respuesta, Blavatsky dijo que el templo descrito por la mujer se parecía mucho al de tipo privado que tenía el Panchen Lama cerca de Shigatse (Tíbet) y que muchos de los detalles proporcionados eran completamente exactos, incluida la parte sobre dicho santuario que se estaba construyendo en una elevación artificial. Sostuvo asimismo que nunca se le había permitido entrar personalmente en el templo mientras se encontraba con los Maestros cerca de Shigatse a fines de la década de 1860, pero que lo había visto desde fuera y le habían descrito su interior. Pensaba que el hombre alto vestido de blanco era el Maestro M. y asumió que el personaje de cabeza afeitada que estaba con él debía ser un lama o sacerdote de alguna descripción. También dibujó algunos caracteres y símbolos tibetanos detallados y sumamente complejos y los envió a Hartmann con su carta, diciendo: "Pregúntele si es esto lo que ella vio".
Para el profundo asombro de Hartmann, ¡los signos que delineó H.P.B. eran 99% idénticos a los esbozados por la campesina alemana durante su visión psicométrica!
H.P.B. no explicó el significado de los diversos caracteres, pero el académico Wesley Needham de la división tibetana en la Universidad de Yale sí lo hizo, tras analizar los bosquejos de Blavatsky y la mujer alemana. Las letras tibetanas en el panel superior representaban el mantra "Om tram ah hri hum", mientras que los caracteres inferiores eran los mantras silábicos “bija” o “simientes” relacionados con los cinco Dhyani Budas de los que se habla en budismo tibetano. En su biografía de H.P.B., Sylvia Cranston escribió: “Así se confirma que una mujer alemana no educada pudo reproducir en sílabas simientes tibetanas un mantra budista sagrado del que probablemente no tenía conocimiento previo. El catalizador de esta notable hazaña y sus visiones complementarias fue, como hemos visto, una carta oculta que se dice es de uno de los Maestros de Blavatsky en Tíbet".
Algunos de los caracteres tibetanos dibujados por H.P.B.
Los artículos “El gran Tsong-Kha-pa” y "Alaya, el Alma Universal" incluyen información adicional sobre el Panchen Lama y el budismo tibetano a la luz de las declaraciones hechas por H.P.B. y los Maestros, como también el texto de “Damodar y el Salón Iniciático”.
"Y ahora, adiós. Compórtese como verdadero teósofo, hijo de la Luz y de Pragna, y acepte las sinceras bendiciones y los buenos deseos de su amigo y hermano malaventurado que se marcha rápidamente,
H.P. Blavatsky"
(“Cartas de H.P. Blavatsky a A.P. Sinnett”).