David Pratt
Noviembre 1997, última revisión noviembre 2023
Contenidos:
09. Religión y renacimiento
10. Templo de iniciación
09. Religión y renacimiento
09. Religión y renacimiento
Entre los antiguos egipcios, el rey era visto como encarnación del dios Horus, primogénito de Osiris e Isis, y siendo ésta su madre virgen. Luego de la muerte y los ritos de momificación, pasaba a "osirificarse" con miras a una existencia continua en el más allá o duat. Bauval afirma que la Gran Pirámide se utilizó durante la Cuarta Dinastía para ceremonias religiosas atañentes al culto del renacimiento estelar: los cuatro ejes cumplían una función fálica o de fertilidad, y ayudaban al espíritu del monarca en su ascenso al reino celestial de Osiris-Orión, o las estrellas circumpolares del norte (que los egipcios llamaban "imperecederas" pues nunca se ocultaban), donde se convertía en alma estelar. Asimismo, el autor encuentra apoyo en los Textos de las Pirámides, inscritos en varias construcciones homólogas de las dinastías Quinta y Sexta.
Originalmente, sólo el faraón y quizás los miembros de su familia tenían derecho a una vida futura, pero desde finales del Imperio Antiguo el culto al renacimiento se extendió a notables y otras personas ricas, y en la época del Imperio Nuevo incluía a cualquier ciudadano que pudiera permitirse una momificación elaborada y sepelios fastuosos. Para entonces, las sencillas prácticas embalsamadoras del Reino Antiguo se habían vuelto increíblemente complejas y el sacerdocio era una clase hereditaria distinta, que a menudo abusaba de su poder en beneficio personal.
Fig. 9.1. Momia de Ramsés I (fallecido c. 1290 a. de C.), Museo de Luxor.
Interpretada al pie de la letra, esta clase de pleitesía es puramente "maquillaje". Es absurdo creer que el ka ("fuerza vital"), ba ("alma") y akh ("espíritu") de una persona fallecida no sobreviven a la muerte excepto si el cadáver físico se preserva con embalsamamiento, y desde un punto de vista teosófico es una práctica degradante e insensata. Lo mejor es cremar el cuerpo, porque eso destruye más rápidamente el control del mundo material sobre los elementos internos de nuestro ser, en comparación con el mero entierro. Tras la muerte, el principio modélico y el alma humana inferior (kama-rupa) se desintegran poco a poco en los reinos astrales, mientras el Ser Superior regresa a su "estrella madre" (...) y nuestra alma reencarnante disfruta de un descanso similar al de un sueño, hasta que llega el momento de la siguiente encarnación (1); así, los genuinos sacerdotes egipcios e iniciados habrían conocido muy bien estas enseñanzas.
Los especialistas ortodoxos están convencidos de que la religión egipcia consistía sólo en "creencias exotéricas" y en gran medida "letra muerta sin sentido", pues según ellos no existiría ningún significado más profundo. El egiptólogo disidente John Anthony West replica: "Aunque la evidencia directa es escasa, las inscripciones en tumbas de altos funcionarios religiosos y las constantes referencias al 'conocimiento secreto' apuntan fuertemente a una tradición esotérica e iniciática, lo que Schwaller de Lubicz llama 'El Templo'" (2). Incluso el propio Orígenes, padre de la Iglesia cristiana, afirmó en el siglo III d. de C. que los sacerdotes-filósofos egipcios tenían una sabiduría oculta sobre asuntos divinos, revelada a la gente común sólo como alegorías y simbolismos (3).
Algunos señalan que este enfoque místico era de dos categorías: a) el culto sacramental-ceremonial, por cuyo medio los individuos gobernaban sus vidas externas o exotéricas, y b) la religión más intuitiva o perteneciente al corazón e incluido el intelecto superior, vinculada a los recintos iniciáticos. Egipto adquirió su celebridad mística debido a la alta magia blanca impartida en los santuarios, y además por el cultivo de hechicería. Aun cuando los antiguos vernáculos eran muy consagrados a sus dioses, en la práctica no fueron tan espirituales por su ascendencia mixta atlante [con menor pureza] y aria (indoeuropea).
West sugiere que la momificación era un intento equivocado para demorar el proceso reencarnatorio, prolongando así la vida mundana en el más allá. Reconoce que los textos egipcios no mencionan explícitamente ese fenómeno, pero "esto bien puede deberse a que los estudiosos no han considerado las fuentes desde esa perspectiva (...). Hay innumerables alusiones a nuevos nacimientos y vidas, e interpretadas en términos de reencarnación, poseen al menos tanto sentido como cuando se leen bajo los conceptos de 'vida en el inframundo' o 'después de la muerte'" (6).
Heródoto pasó mucho tiempo entre los egipcios, conversando con sacerdotes y ciudadanos, describiendo su creencia en la inmortalidad del alma, y que cuando el cuerpo físico moría aquélla pasaba a otras criaturas de tierra, mar o aire, antes de adquirir nuevamente la forma humana luego de unos 3000 años (7). No obstante, la Teosofía aclara que el Ego /Manas superior no reaparece como animal; más bien, los átomos de vida físicos y astrales que formaron el viejo soma pasan por rocas, plantas o animales, y terminan por reunirse al objeto de construir otra cobertura corpórea para esa alma. Como puede inferirse, el embalsamamiento tiene el propósito de evitar que los átomos más densos experimenten ese proceso.
A tenor de algunos escritores, el "arte" de preservar cadáveres se originó en la última época atlante, cuando las encarnaciones acontecían en rápida sucesión por el degeneramiento y la ausencia de espiritualidad entre muchas personas. Si la momia se veía intacta cuando el alma reencarnaba, a veces era incinerada a efectos de que los átomos físicos y astrales inferiores se convirtieran en parte del nuevo cuerpo, sin haber cambiado mucho desde que murió el anterior, y por cierto ello reflejaba un apego indebido a la vida material. De este modo, los egipcios, peruanos y otros pueblos perpetuaron esa costumbre después que se olvidara su significado.
La idea de "renacimiento" también implicaría una reconexión espiritual en la presente vida terrena (...). En Egipto, los iniciados que despertaban su autoconciencia eran llamados "hijos del Sol", o para decirlo de otra manera, un aspirante que lograba fusionar su yo mortal (kama-manas) con la tríada superior estaba "osirificado" (9). Igualmente, la deidad solar de Osiris representa el Manas superior o Christos interno (10); la mitología reseña que fue muerto y desmembrado por su hermano y adversario Seth (correspondiente a Tifón entre los griegos), símbolo de nuestro ser inferior o "lado oscuro" (11), pero luego fue reconstituido por su hermana-esposa Isis y retornó a la existencia. Blavatsky añade: "Tifón es la envoltura terrestre y material de Osiris, quien es el espíritu que habita en ella" (12).
Referencias
1. "Vida después de la muerte", sección 3.
2. John Anthony West, The Traveler’s Key to Ancient Egypt, Quest, 2da edición, 1995, p. 52.
3. Orígenes, Contra Celso, libro 1, capítulo 12.
6. The Traveler’s Key to Ancient Egypt, p. 62.
7. Heródoto, Historias, libro 2, sección 123.
9. Blavatsky, The Theosophical Glossary, p. 293-4, La Doctrina Secreta, 1:219-22.
10. The Theosophical Glossary, p. 25-6.
11. The Theosophical Glossary, p. 296.
12. The Theosophical Glossary, p. 346-8, 90.
10. Templo de iniciación
Según las enseñanzas teosóficas, originalmente la Gran Pirámide era un templo de iniciación; Helena Blavatsky dice que "fue construida siglos antes [de Khufu] y él sólo lo profanó para darle otro uso. En su época no tuvieron lugar más iniciaciones allí, y lo consagró a Tet, o Seth-Tifón [polo opuesto a Osiris/Thoth]" (1). Sin embargo, los Misterios egipcios continuaron de una forma u otra en tiempos ulteriores, y los pocos extranjeros a quienes se les confirieron incluían a Orfeo, Solón, Pitágoras, Sócrates, Platón, Jámblico, Plutarco y Proclo.
Marsham Adams demostró que hay remisiones al sistema piramidal y único de pasajes y cámaras en el Libro de los Muertos egipcio, una colección de escritos sagrados que tratan no sólo del viaje post-mortem del alma, sino también las etapas iniciáticas (2). Asevera que en realidad debería llamarse Libro del Maestro sobre los Lugares Escondidos (o Casa Secreta), mientras que hoy su título se traduce como Libro del Amanecer. En su forma actual data del Imperio Nuevo, pero incorpora algunos Textos de las Pirámides y de los Sarcófagos anteriores. En su pesquisa, Adams recibió apoyo del destacado egiptólogo Gastón Maspero, quien escribió: "Las pirámides y el Libro de los Muertos reproducen el mismo original, uno con palabras y el otro en piedra", comentando una tradición entre los sacerdotes de Menfis que respaldaba su aserto de que la "Casa Secreta" (Gran Pirámide) "era el escenario donde el neófito se introducía en los Misterios" (3).
Según ciertos teósofos, el candidato a iniciado recorría los pasillos y estancias de la Gran Pirámide, para memorizar simbólicamente lo que el alma experimentaría en los mundos interiores cuando comenzara el entrenamiento oculto real. En compañía de su mentor, caminaba agachado por el pasaje descendente ya que tiene 1,2 mts., y al final entra solo en el lúgubre espacio subterráneo o "Prueba de la Materia", una cámara burda y sin terminar como el mundo tangible.
Fig. 10.1. Cámara subterránea.
A continuación subía al Pozo de la Vida o "Escalera del Alma", un tramo "áspero y difícil de remontar"; sin embargo, la ruta más expedita y larga a través del corredor ascendente no estaba disponible para los aspirantes que desearan forzar el ritmo evolutivo. Al salir por el extremo inferior de la Gran Galería, sigue el conducto hacia la Cámara de la Luna, donde se llevarían a cabo las ceremonias apropiadas.
Fig. 10.2. De acuerdo con algunos testimonios, la Cámara de la Reina albergaba un cofre.
Después alcanza la Gran Galería. En su cúspide sube el escalón de casi un metro y debe agacharse bastante (concepto de humildad) con objeto de ingresar en el vestíbulo de la Cámara del Rey. Si el rastrillo está levantado, lo atraviesa e inclinándose otra vez llega al cuarto de Resurrección, el "Hogar del Dios Oculto" donde yace en el cofre de Osiris. Una vez liberada del cuerpo en trance, el alma pasa a las esferas internas y comienzan sus pruebas. El iniciado rompe las cadenas terrenales, fortalece la unidad con su Ser espiritual y triunfa sobre todos los desafíos que encuentra. Finalmente, el alma se reencuentra con su "vasija corpórea" y el aprendiz exitoso sale de la Pirámide más iluminado que antes, en todos los sentidos de la palabra.
Fig. 10.3. Entrada a la Cámara del Rey.
Blavatsky menciona que uno de los libros de Hermes describía algunas pirámides como si estuvieran cerca del mar, "cuyas olas se estrellaban con impotente furia contra su base", e implicando que las estructuras se levantaron previo a un gran terremoto en el desierto sahariano (6); asimismo, ella relaciona la Gran Pirámide con el templo en Dendera, unos 440 kms. al sur de Giza, y como los dos zodíacos representados en su techo muestran el paso de tres ciclos precesionales (cerca de 78.000 años), debía considerarse seriamente el resquicio de que la Pirámide tenga una edad similar (7). De esta forma, la sección 13 examina si hubo coincidencias astronómicas significativas en ese momento.
El filósofo neoplatónico Proclo afirmaba que dicho monumento constituía un observatorio antes de su finalización, mientras Richard Proctor argumentó que, amén de cumplir propósitos religiosos y funerarios, habría sido un excelente mirador para el momento en que se concluyó el ápice de la Gran Galería, desde donde pudieron contemplarse los tránsitos astronómicos; se halla perfectamente en línea con el meridiano, y las piedras de su tejado se concibieron para desmontaje individual (8). Proctor creía que las 27 ó 28 ranuras en cada una de sus rampas laterales sirvieron como sujetadores de banquillos para concurrentes. Además, este pasadizo mayor emerge en la hilera n° 50 de mampostería, donde la plataforma cuadrada ocupa exactamente la mitad del área de la base piramidal.
Fig. 10.4. La espléndida Gran Galería. Tiene 8,6 mts. de alto, 46,7 de largo, 2,1 de anchura en la base y 1 de amplitud en la parte superior, ya que las paredes muestran voladizos hacia el interior en siete escalones.
Blavatsky también escribió: "Habiendo vencido con éxito todas las pruebas, el aspirante era atado -y no crucificado- a una camilla en forma de T (tau) [y] caía en un sueño profundo (...) durante tres días y tres noches, una fase en que su Ego Espiritual confabulaba con los 'dioses', descendía al Hades, Amenti o Patala (según el país) y ejercía obras de caridad a seres invisibles, ya fueran almas humanas o espíritus elementales, y su cuerpo permanecía todo el tiempo en la cripta de un templo o alguna cueva subterránea. En Egipto, ese lugar correspondía al sarcófago de la Cámara del Rey en la pirámide de Keops, y se llevaba durante la noche del tercer día próximo a la entrada de un corredor, donde a cierta hora los rayos del Sol naciente caían de lleno sobre el rostro del candidato en trance, que despertaba para ser iniciado por Osiris y Thoth, el Dios de la Sabiduría" (9). El pasillo que nombra la autora pudo señalar al degresivo o la Galería. Si fuera esto último, implicaría que la Pirámide aún era truncada en el momento que se realizaban las ceremonias descritas.
Fig. 10.5. El cofre de tres toneladas en la Cámara del Rey es más ancho que el extremo inferior del pasaje ascendente, y debe haber sido incorporado al recinto durante la construcción.
Cuando se golpea, el cofre resuena emitiendo la nota La por encima del Do medio (438 Hz), equivalente al Manas superior o inteligencia espiritual. En su conjunto, la cámara produce un acorde de Fa sostenido, que representa la inteligencia humana ordinaria (Manas inferior), y también se considera el tono clave de la naturaleza (10). Las cinco capas de enormes vigas graníticas que forman el techo y los cuatro espacios superiores están revestidos en su nivel pedáneo, pero completamente sin labrar en la superficie más alta. Algunos tienen oquedades en dicha parte, posiblemente para sintonizarlas y emitir la frecuencia correcta, del mismo modo que se puede afinar una campana alterando su masa (11).
Se infiere entonces que el contenedor nunca fue depósito de cadáveres, sino una tumba alegórica de la personalidad humana, y el "ataúd" abierto del candidato vencedor que experimenta un renacimiento espiritual luego de purificar su yo mundano. Los conductos de aire indicaban que el sitio no era destinado a los muertos, sino a individuos que Osiris aguardaba para llevarles a una nueva existencia.
Fig. 10.6. Escena en el templo de Kom Ombo, que muestra al rey siendo purificado por Osiris (u Horus) con cabeza de halcón (Sol) y Thoth como ibis (Mercurio). También se interpreta en función del "derrame de agua vital" y el nuevo nacimiento sobre un aspirante exitoso (13).
Referencias
1. Blavatsky Collected Writings, 4:287.
2. W. Marsham Adams y E.J. Langford Garstin (ed.), The Book of the Master of the Hidden Places, The Search Publishing Company, 1933; W. Marsham Adams, The Book of the Master or the Egyptian Doctrine of the Light Born of the Virgin Mother, John Murray, 1898; W. Marsham Adams, The House of the Hidden Places, Books on Demand, 2019, edición Kindle.
3. The Book of the Master of the Hidden Places, p. 12.
4. Lemesurier, The Great Pyramid Decoded, p. 29-30; The Book of the Master of the Hidden Places.
6. Isis Develada, 1:520; La Doctrina Secreta, 2:8-9 nota al pie, 405.
7. La Doctrina Secreta, 2:432.
8. Proctor, The Great Pyramid, capítulo 3; Tompkins, Secrets of the Great Pyramid, p. 147.
9. La Doctrina Secreta, 2:558.
10. Blavatsky Collected Writings, 12:562; H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio, TUP, 1976 (1889), p. 89; galaxyquestbooks.com/the-great-pyramid-equation-in-stone; Dunn, The Giza Power Plant, p. 139-43.
11. The Giza Power Plant, p. 154-9.
13. La Doctrina Secreta, 2:558-9.