Por David Pratt
(enero 2010, actualizado junio 2019)
01. Los incas
-Sus logros
02. Culturas preincaicas
03. Contactos transoceánicos
01. Los incas
En 1532 Francisco Pizarro y un pequeño grupo de mercenarios españoles llegaron al desierto costero de Perú y continuaron su viaje hacia las mesetas andinas. En esa época, el Imperio Inca -conocido como Tahuantinsuyo, o "los cuatro extremos del mundo"- se extendía por 5.500 kms. desde el sur de Chile hasta Colombia, y tenía una población de 10 millones de personas. Los españoles persuadieron al regente inca Atahualpa a un encuentro supuestamente pacífico y lo tomaron prisionero, prometiendo liberarlo si se pagaba un gran rescate consistente en llenar una habitación con oro y otras dos con plata. El salvamento (avaluado en casi US$ 50 millones según los estándares actuales) fue pagado debidamente, pero los conquistadores asesinaron a Atahualpa y marcharon sobre Cuzco, la capital inca.
Manco Cápac, medio hermano de Atahualpa, fue puesto como regente marioneta, pero tras unos pocos años de obediencia éste se rebeló. En 1536 el ejército inca se agrupó en las afueras de los muros cuzqueños y en la fortaleza de Sacsayhuamán, librándose una feroz batalla contra los españoles. Con ayuda de sus caballos de guerra, armas de hierro y la audacia, menos de 200 conquistadores lograron vencer a 100.000 guerreros incas, pasando a 1.500 de ellos por el filo de la espada. Unos pocos años más tarde y con la llegada de refuerzos hambrientos de oro desde Panamá, fue aniquilada toda resistencia seria a los españoles. En 1572 cayó Vilcabamba, el último reducto inca de la selva.
Hay varias razones por las que las primeras fases en la conquista del poderoso imperio inca fueron exitosamente cumplidas sin mediar grandes batallas. Primero, los incas estaban divididos, pues a la muerte en 1527 del onceavo regente, Huayna Cápac, le siguió una guerra civil en que Atahualpa destronó a su hermano Huáscar. Segundo, luego de la llegada de los españoles a Centroamérica se expandieron enfermedades infecciosas en el sur del continente, tales como la viruela, con lo que se redujo la población en 2/3. Tercero, el octavo monarca inca había profetizado hacia 1432 que dentro de cinco generaciones vendrían extranjeros a conquistar su pueblo. Huayna Cápac más tarde declaró que él sería el último emperador e instruyó a sus hijos y al resto de su corte para obedecer y servir a los invasores (1). De esta forma, los conquistadores inicialmente eran considerados como "viracochas", en referencia a Viracocha, el dios creador y legendario importador blanco de la cultura. Sin embargo, debido a su codicia y brutalidad fueron rápidamente clasificados como demonios.
Según la historia oficial de los antiguos peruanos (y como lo mostró, por ejemplo, Garcilaso de la Vega, hijo de un conquistador y una princesa inca), los incas llegaron al área de Cuzco en el siglo XII d. de C. y habían sido gobernados por 13 monarcas incluyendo a Atahualpa, pero esta versión puede referirse sólo a la última dinastía. Según Blas Valera, nacido de un conquistador y una nativa -y quien recopiló información sobre sacerdotes peruanos y descendientes de los amautas (sabios), existieron 101 gobernantes, lo que nos transportaría hacia el año 1.220 a. de C. La excavaciones realizadas en Marcavalle, 4 kms. al sur de Cuzco, revelaron que éste último sector fue habitado ininterrumpidamente por una sociedad agrícola y de pastoreo desde el 1.400 a. de C. (2).
Al comienzo los incas colaboraron pacíficamente con otros grupos étnicos en la región de Cuzco. Alrededor de 1430 los chancas del norte invadieron el área. Tras derrotarlos, los incas comenzaron la era de la expansión bajo Pachacuti, haciéndose que el quechua fuera la lengua oficial y el culto al Sol la religión del imperio.
El panteón inca estaba presidido por Viracocha, seguido de Inti o el dios Sol, y Pachamama, diosa de la tierra. Se dice a menudo que "Viracocha" significa "espuma del mar", pero en un sentido más literal quiere decir "grasa del mar", siendo considerada un símbolo de vida y fortaleza. Otra interpretación posible es "plano inclinado del mar celestial", en referencia a la inclinación de la eclíptica hacia el ecuador celeste (4). De acuerdo con la versión estándar de la mitología inca, el primer regente del Reino de Cuzco se llamaba Manco Cápac, del que en una leyenda se afirma que era hijo de Viracocha, y en otro relato que fue traído desde las profundidades del lago Titicaca por Inti; de aquí que se sostuviera que el soberano inca era "hijo del Sol".
Los mayas de Centroamérica creían vivir durante la cuarta era mundial, la cual se sabe que terminó en el 2012 de nuestra era, mientras que los aztecas sostenían que eran contemporáneos de la quinta edad. De manera similar, los incas pensaban que su cultura se encuadraba en la quinta era, o del "quinto Sol". En la primera época los pueblos fueron nómades, vivían en cavernas y tuvieron que luchar con animales salvajes. En la segunda habitaban en toscas casas redondas y asentamientos fijos; en la tercera, la humanidad se multiplicó, practicaba textilería, construyó casas parecidas a las de hoy, cultivó plantas y vivía de forma armoniosa. La cuarta era o de las guerras comenzó con disputas internas; los guerreros dejaron los campos y sus familias, y se llevaron a cabo sacrificios humanos. Se dice que cada era global finaliza con un cataclismo, y así la primera terminó por acción del agua, la segunda por "caída del cielo" (¿cambio de los polos?), la tercera por fuego y la cuarta por aire (5).
Los incas creían que "en este mundo somos exiliados de nuestra Tierra Original, en la esfera superior". En las crónicas andinas, la dura experiencia que se requería para encontrar el camino de vuelta a los reinos celestes se simbolizaba frecuentemente con el cruce de un puente estrecho construido de cabello humano que se extendía sobre un río caudaloso (6). Los budistas usan una metáfora similar, hablando sobre la búsqueda de "alcanzar la otra orilla", significando así la llegada al Adeptado, o como lo llaman los textos de la Gran Pirámide egipcia, "la vida de millones de años"; la posterior encarnación en la Tierra es entonces innecesaria y el iniciado puede optar entre ingresar al Nirvana y dejar ese ámbito atrás, o quedarse en el planeta por compasión y ayudar a acelerar el progreso de la humanidad. A pesar de los ecos de Sabiduría Antigua en las creencias incas, los soberanos andinos abandonaron las instrucciones del "Padre Sol" de que debían gobernar una sociedad basada en la justicia y la razón, con "piedad, compasión y templanza", e introdujeron la práctica degenerada de sacrificios humanos para aplacar a los dioses, lo cual es consecuencia de tomar literalmente el simbolismo de ciertos ritos iniciatorios (7). Por ejemplo, los incas llevaban a cabo sacrificios de niños durante o luego de eventos importantes tales como la muerte del monarca o en el transcurso de una hambruna (8).
La sociedad incásica estaba fuertemente reglamentada y existía igualdad entre los habitantes tanto en términos sociales como materiales. Desde el nacimiento hasta la muerte, sus vidas -incluyendo las ocupaciones, el estatus social, sus hogares y el matrimonio- eran planeadas y reguladas según las leyes prevalentes. Los jefes de cada familia recibían una porción de tierra acorde al tamaño de su grupo, y así se permitía que los residentes de toda comunidad mantuvieran un tercio de los frutos de su labor, y el resto se destinaba al Estado como pago al gobierno y al ejército para financiamiento de guerras, manutención de la familia regia y los cultos ceremoniales. También la ley y el orden eran aplicados rígidamente y el delito más serio era la blasfemia, ya sea que fuera dirigida al Sol, a los sacerdotes o al inca; la condena era tortura y muerte, como asimismo se penalizaban el asesinato y el adulterio de la misma forma. Los culpables de robo o deshonestidad eran marcados con hierro candente; los mitómanos y chismosos eran azotados luego del primer delito, golpeados con una porra la segunda vez, y sus lenguas clavadas a una tabla la tercera ocasión. Una sacerdotisa virgen del culto solar que rompiese sus votos era quemada viva, su pueblo destruido y asesinados muchos de sus habitantes (9).
El conquistador Mancio Serra de Leguisamo, en un momento de arrepentimiento, escribió lo que sigue sobre el impacto de la conquista en la moral inca:
" (...) eran estos naturales, y tan quitados de cometer delitos ni excesos, así hombres como mujeres, tanto por el indio que tenía cien mil pesos de oro y plata en su casa, y otros indios dejaban abierta y puesta una escoba o un palo pequeño atravesado en la puerta para señal de que no estaba allí su dueño, y con esto, según su costumbre, no podía entrar nadie adentro [sic], ni tomar cosa de las que allí había, y cuando ellos vieron que nosotros poníamos puertas y llaves en nuestras casas entendieron que era de miedo de ellos, porque no nos matasen, pero no porque creyesen que ninguno tomase ni hurtase a otro su hacienda; y así cuando vieron que había entre nosotros ladrones y hombres que incitaban a pecado a sus mujeres e hijas nos tuvieron en poco, y han venido a tal rotura en ofensa de Dios estos naturales por el mal ejemplo que les hemos dado en todo, que aquel extremo de no hacer cosa mala se ha convertido en que hoy ninguna o pocas hacen buenas" (10).
Sus logros
La civilización inca es vinculada a la magnífica arquitectura monumental que adorna sus sitios sagrados; los bloques de piedra poligonal calzan tan perfectamente que ni siquiera una hoja de afeitar se puede insertar entre ellas, y tampoco se utilizó argamasa. Los templos mejor conocidos y otras estructuras se encuentran en Cuzco, Sacsayhuamán, Ollantaytambo, Písac y Macchu Picchu. No obstante y como veremos más adelante, no hay razón alguna para atribuir todos los ejemplos de dicho método de construcción a este pueblo.
Los principales arqueólogos asumen que los incas construyeron muchas de las terrazas agrícolas que cubren las laderas de cerros en el Valle Sagrado, a través del cual corre el río Urubamba, considerado como contraparte terrestre de la Vía Láctea. Las terrazas usualmente tienen muros de contención hechos de ásperas piedras sin labrar, pero en las comarcas incas imperiales como Chinchero, Písac, Yucay y Ollantaytambo hay paredes más altas construidas con piedra cortada. Las terrazas se componen de una capa inferior de escombro común para propósitos de drenaje, y una capa más elevada de buena tierra vegetal que en ocasiones tenía que ser transportada por largas distancias a la montaña desde el valle inferior. Comúnmente, las terrazas tenían entre 2,4 a 4,3 mts. de altura, un ancho de 1,8 a 4,6 y sólo un metro de anchura en las laderas escarpadas. De esta manera, en las regiones de los Andes son muy conocidas las laderas de cerros que contienen hasta 100 terrazas, puestas una sobre otra. Como escribió Hiram Bingham: "Con justa razón, uno queda atónito cuando piensa en cuántos millones de horas de trabajo se necesitaron para construir esas terrazas de cultivo" (2).
Fig. 1.4. Terrazas en Moray. La cuenca gradada tiene 183 mts. de ancho y 79 de profundidad, y las 12 terrazas se sostienen por paredes de roca, algunas de hasta 7,5 mts. en altura. Se piensa que las primeras seis terrazas fueron hechas por el pueblo pre-inca de Wari, que ocupó la región entre el 600 y el 1.100 d. de C. Algunos piensan que Moray era un complejo ritual y otros un gran laboratorio agrícola donde se ensayaban diferentes tipos de suelo, variedades de plantas y regímenes de temperatura. La estructura de la cuenca produce un rango de diferentes temperaturas en el suelo (3).
Los incas emplearon un extenso sistema de caminos, pero no fue creado por ellos pues simplemente adaptaron y extendieron las rutas hechas por ingenieros preincas. En su punto más alto la red tenía 5.600 kms. de largo e incluía 23.000 de caminos interconectantes, superando de esta forma el tamaño del sistema caminero "romano", y del que también existía previamente una gran parte. Los caminos incas estaban construidos en lechos de mampostería y tenían un ancho cercano a los 7,3 mts., aunque a menudo se angostaban en las montañas. Las rutas eran niveladas y suavizadas con pavimento, y en algunos lugares por recubrimiento de piedra molida mezclada con limo y cemento bituminoso. En ciertos sectores los caminos se cortaban a través de las montañas por varios kilómetros, se rellenaban grandes desfiladeros con sólida mampostería y los ríos eran atravesados por medio de un puente en suspensión anclado a una torre gemela de piedra en cada extremo. Las sogas, hechas de fibra vegetal firmemente entrelazada, eran tan gruesas como el cuerpo de una persona. El más famoso de esos puentes cruza el río Apurimac en los Andes peruanos, con cuerdas de cerca de 46 mts. Algunas rutas preincas tenían hasta 30 mts. de ancho y se extendían por cientos de kilómetros, y hasta hoy se desconoce la razón de su gran anchura (4).
El pueblo inca usaba quipus para mantener registros generales, censales y de contabilidad, que consistían en pelotitas de cordel anudadas y donde el número, tipo y espaciado de los nudos representaban información, así como el color y tipo de la cuerda y estructura general del quipu. Se piensa que algunos quipus eran como tal literalmente, pues en ellos los nudos se combinaban con signos rectangulares u ovales coloreados (en forma de “poroto”) conocidos como tocapus, los que también aparecen en textiles y otros objetos. Los tocapus debieran considerarse como un sistema ideográfico desarrollado en lugar de escritura en un sentido estricto. Muchos quipus con elaborada simbología fueron quemados por los españoles, mientras que otros fueron ocultados o destruidos por los propios incas (6).
La aserción general de que los incas "no tenían una forma genuina de escritura" es incorrecta. Dicho sistema era conocido como quilcas y antecede al uso de quipus. Blas Valera sostuvo que los secretarios imperiales escribían en hojas de banano y sobre piedras. Además, varias otras crónicas cuentan que en épocas pretéritas el soberano inca reunía a los sabios de todas las provincias y ordenaba que se escribiera la historia sobre cada regente y de las tierras conquistadas, junto con los mitos y las leyendas típicas. Los textos se registraban en láminas pegadas en grandes tablas y puestas en marcos de oro puro, y eran almacenados en el Coricancha o Templo del Sol en Cuzco, que sólo el soberano inca y algunos expertos eran capaces de leer. Los invasores españoles derritieron los marcos dorados y destruyeron casi todos los lienzos. Cuatro de ellos fueron enviados al rey, pero actualmente no hay rastro de ellos. El inca Pachacútec VII prohibió el uso de la escritura cuando un oráculo decretó que era necesario para poner término a una epidemia (7). En un grupo de momias de llamas, sacrificadas en el desierto del sur peruano hace 1.000 años, se encontró una antigua lana de auquénido posiblmente preinca y muy superior a muchas fibras conocidas actualmente. El filamento era incluso más fino que el casimir, y parece haber sido resultado de una crianza selectiva de llamas (8), por lo que algunos autores han sugerido que las asombrosas variedades de maíz y papas en el antiguo Perú debe ser consecuencia de experimentos genéticos (9).
Referencias
1. William Sullivan, The Secret of the Incas: Myth, astronomy, and the war against time, New York: Three Rivers Press, 1996, p. 251, 255-7.
2. Harold T. Wilkins, Mysteries of Ancient South America, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 2005 (1947), p. 143-4; Enrico Mattievich, Journey to the Mythological Inferno: America’s discovery by the ancient Greeks, Denver, CO: Rogem Press, 2010, p. 144-6.
3. http://en.wikipedia.org/wiki/File:Inca-expansion.png.
4. The Secret of the Incas, p. 108-9; Viracocha, http://en.wikipedia.org/wiki/Viracocha.
5. The Secret of the Incas, p. 26-7.
6. Graham Hancock y Santha Faiia, Heaven’s Mirror: Quest for the lost civilization, London: Michael Joseph, 1998, p. 282, 295.
7. H.P. Blavatsky, Isis Develada, Pasadena, CA: Theosophical University Press (TUP), 1972 (1877), 2: 564-5.
8. http://en.wikipedia.org/wiki/Human_sacrifice; http://en.wikipedia.org/wiki/Child_sacrifice_in_pre-Columbian_cultures.
9. A. Hyatt Verrill, Old Civilizations of the New World, New York: New Home Library, 1942 (1929), p. 282-8.
10. Citado en Mysteries of Ancient South America, p. 167; http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/conquista_y_colonia/manso_serra_de_leguizamon_un_conquistador_arrepentido.php.
6. Graham Hancock y Santha Faiia, Heaven’s Mirror: Quest for the lost civilization, London: Michael Joseph, 1998, p. 282, 295.
7. H.P. Blavatsky, Isis Develada, Pasadena, CA: Theosophical University Press (TUP), 1972 (1877), 2: 564-5.
8. http://en.wikipedia.org/wiki/Human_sacrifice; http://en.wikipedia.org/wiki/Child_sacrifice_in_pre-Columbian_cultures.
9. A. Hyatt Verrill, Old Civilizations of the New World, New York: New Home Library, 1942 (1929), p. 282-8.
10. Citado en Mysteries of Ancient South America, p. 167; http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/conquista_y_colonia/manso_serra_de_leguizamon_un_conquistador_arrepentido.php.
Logros
1. http://en.wikipedia.org/wiki/File:Inka_mauern_cuzco.jpg.
2. Hiram Bingham, La Ciudad Perdida de los Incas, London: Phoenix, 2003 (1952), p. 39-40.
3. Science Frontiers, n° 174, 2007, p. 1.
4. W.R. Corliss (compilación), Ancient Infrastructure: Remarkable roads, mines, walls, mounds, stone circles, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1999, p. 323-5; Peter James y Nick Thorpe, Ancient Inventions, New York: Ballantine Books, 1994, p. 52-3.
5. www.colorado.edu/geography/class_homepages/geog_3251_
sum08/02_inca_roads.jpg.
6. Igor Witkowski, Axis of the World: The search for the oldest American civilization, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 2008, p. 174-9, 184; W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Graphic artifacts I – coins, calendars, geoforms, maps, quipus, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2005, p. 160-3.
7. Mysteries of Ancient South America, p. 141-4; Axis of the World, p. 173-4, 180-1; Graeme R. Kearsley, Mayan Genesis: South Asian myths, migrations and iconography in Mesoamerica, London: Yelsraek Publishing, 2001, p. 537.
8. W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Small artifacts – bone, stone, metal artifacts, prints, high-technology, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2003, p. 49.
9. Carlos Fernández-Baca Tupayachi, El Otro Saqsaywamán: La historia no contada, Lima: DFBS, 2000, p. 179.
7. Mysteries of Ancient South America, p. 141-4; Axis of the World, p. 173-4, 180-1; Graeme R. Kearsley, Mayan Genesis: South Asian myths, migrations and iconography in Mesoamerica, London: Yelsraek Publishing, 2001, p. 537.
8. W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Small artifacts – bone, stone, metal artifacts, prints, high-technology, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2003, p. 49.
9. Carlos Fernández-Baca Tupayachi, El Otro Saqsaywamán: La historia no contada, Lima: DFBS, 2000, p. 179.
02. Culturas preincas
La teoría del poblamiento americano que se convirtió en dogma científico a mediados del siglo XX postulaba que "América no tenía poblaciones humanas hasta hace unos 14.000 años", cuando los migrantes mongoloides del noreste de Asia comenzaron a transitar sobre el Estrecho de Bering, y supuestamente Sudamérica fue poblada por primera vez hace unos 9.000 ó 10.000 años. Otra teoría era que, con excepción de una breve visita por los vikingos en el siglo XI, el "primero en descubrir América" más tarde fue Cristóbal Colón en 1492. En la actualidad muchos científicos han aceptado la posibilidad de migraciones que datan de varios miles de años antes del 14.000 AP; sin embargo, como se muestra en la serie "América Precolombina", existe evidencia de que dicho continente fue colonizado por migrantes de diversas partes del mundo en el transcurso de millones de años, y que incluso en los pasados 4.000 varios exploradores y viajeros visitaron el continente antes que Colón.
Según la tradición teosófica, el último gran fragmento de la antigua y gran comarca atlante en colapsar fue Poseidonis (la "Atlántida" de Platón), una gran isla localizada en medio del Atlántico opuesta al Estrecho de Gibraltar y que se sumergió hace 11.500 años (1). En el periodo que condujo a su hundimiento final, hubo olas de migrantes que huyeron de Poseidonis y otras islas pequeñas, a medida que la inestabilidad geológica aumentaba. Algunos de esos individuos se asocian con la aparición de las culturas posteriores de Cro-Magnon en Europa Occidental y el norte de África, comenzando hace unos 40.000 años, mientras que en América también se han descubierto esqueletos caucasoides y cromagnones. Además, la literatura teosófica sostiene que hubo una fuerte influencia atlante sobre los amerindios, incluyendo los últimos mayas e incas (2).
La fecha oficialmente aceptada para la civilización más antigua en Sudamérica gradualmente va más atrás en el tiempo a medida que salen a la luz nuevos descubrimientos. Enseguida se describirán algunas de las principales culturas preincas de los últimos miles de años, poniendo el foco principal en Perú. Asimismo, tampoco puede descartarse la posibilidad de que algunos de los artefactos y estructuras atribuidos a dichas culturas en realidad sean el trabajo de grupos más remotos en el tiempo.
Las pruebas de radiocarbono para el material orgánico hallado en sitios arqueológicos (huesos, carne, madera, etc.) desempeña un rol fundamental en la datación de culturas que se desarrollaron en los últimos miles de años. Las dos principales fuentes potenciales de error son la tasa variante del C14 (un isótopo de carbono radioactivo relativamente raro) al C12 (el isótopo de carbono más abundante) en la atmósfera, sumado a la contaminación de la muestra que está siendo datada, y así los equívocos resultantes pueden mostrar brechas enormes de cientos o incluso miles de años, pero incluso si la fecha es exacta, nos indica sólamente la edad de la muestra y que ciertos grupos humanos estaban presentes en el área estudiada, lo que no necesariamente nos confirma la época más antigua en que se habitó el sector o la fecha original de construcción de algunas estructuras líticas en el sitio. Además, hay una cierta selectividad en el reporte de los resultados, pues un arqueólogo admitió: "Si una fecha de C14 apoya nuestras teorías, la ponemos en el texto principal; si no las contradice completamente la colocamos al pie de página, y si está completamente 'fuera de rango' la descartamos". La expresión "fuera de rango" se refiere no sólo a edades que son "demasiado viejas", sino también a las que son "demasiado recientes", y estas últimas se consideran como indicios de actividad humana tardía en un sitio. No obstante, ello también podría aplicarse a las fechas más antiguas determinadas hasta el momento para un sector (3), y en consecuencia los pronunciamientos dogmáticos sobre la cronología de sitios arqueológicos basados en la datación de carbono debieran considerarse con extremo cuidado.
Los esqueletos peruanos más antiguos hallados hasta ahora datan del 7.000 a. de C., y se describe a estos colonizadores con cara ancha, cabeza puntiaguda y una altura de 1,6 mts. Se han descubierto pinturas rupestres más antiguas en Toquepala (Tacna, 7.600 a. de C.) y casas en Chilca (Lima, 5.800 a. de C.). Los hallazgos de artefactos han llevado a un creciente número de científicos a pensar que Perú fue colonizado por primera vez hace 20.000 años o más (4).
La cuenca de Ayacucho en el Perú central consta de sitios arqueológicos que datan del 25.000 AP al 1.470 d. de C., ocupados por una serie de 23 culturas (5). Los artefactos más antiguos son herramientas de piedra y hueso usados por una cultura cazadora-recolectora precerámica.
El valle de Chilca se ubica en la costa de Perú, entre las montañas de los Andes y el Océano Pacífico, y fue una importante ruta comercial hacia las altiplanicies. Los cazadores-recolectores habitaron esta región del 6.000 al 2.500 a. de C. y sus dos principales sitios son Tres Ventanas y Kiqche. Se cultivaban formas primitivas de vegetales como papas, batatas y ollucos, y también se domesticaban camélidos como las llamas (6).
La civilización de Norte Chico (o Caral Supe) se asocia con unos 30 grandes centros poblacionales en la costa peruana norcentral, y actualmente se considera la civilización más antigua conocida en América, cuya eclosión se estima entre el 3.000 y el 1.800 a. de C. Fue una cultura precerámica, pero es conocida por su arquitectura monumental que incluye grandes plataformas de montículos construidos con piedra de cantera y adoquines de río, y sus plazas circulares hundidas. Uno de los principales lugares es Caral, un gran asentamiento urbano en el valle de Supe, unos 120 kms. al norte de Lima, que abarca más de 60 hectáreas. La pirámide principal cubre un área equivalente a casi cuatro estadios de fútbol y tiene 18 mts. de altura. Se piensa que Caral es el modelo de diseño urbanístico adoptado por las civilizaciones andinas desarrolladas durante los siguientes cuatro milenios. Existen otros 19 grandes complejos piramidales repartidos a través del valle de Supe que podrían haber albergado una población total de 20.000 personas. Se piensa que una pieza textil anudada y descubierta en excavaciones en Caral es un quipu primitivo (7).
El sitio Aspero en el valle de Supe cubría 13,2 hectáreas y sus 17 montículos incluían 6 pirámides truncadas. La más grande se llama "Huaca de los Ídolos", que medía 40 por 30 mts. y tenía habitaciones y cámaras en su cima. Las paredes de la plataforma externa están construidas de grandes rocas basálticas angulares, colocadas en mortero de adobe con una superficie suave externa recubierta de yeso y pintada de vez en cuando. Las fechas de radiocarbono asociadas para esta edificación van del 2.900 al 1.970 a. de C. (8).
Las cámaras más antiguas situadas a más bajo nivel datan del cuarto milenio a. de C. y su empleo continuó por miles de años, primero en forma circular y más tarde rectangular. Michael Moseley sostiene que el énfasis en la duración de los espacios sacrosantos más "hundidos" atestigua el origen de los mitos andinos sobre la humanidad que emergió de cavernas, fuentes y agujeros en la Tierra. Además de ser lugares para representar el nacimiento del género humano, las cámaras pueden haberse usado para venerar a Pachamama, la Madre Tierra, al descender a su "útero" y salir de él simbólicamente durante las ceremonias. A veces las plazas subterráneas permanecen cerca de las plataformas de montículos, evocando "imágenes de procesiones rituales que descendían al interior de la Madre Tierra y subiendo después al Padre Apu [espíritu de la montaña]" (9).
El Paraíso se sitúa en el valle del río Chillón, a 2 kms. del Océano Pacífico, en el Perú central. Fue el sitio preceramista más grande en los Andes y estuvo habitado aproximadamente desde el 1.800 al 1.200 a. de C. El sitio consiste en 13 ó 14 montículos espaciados sobre una superficie de 60 hectáreas con un grupo nuclear de otros siete promontorios en forma de U con una plaza central. Las construcciones están compuestas de unas 100.000 toneladas de roca, y al igual que en otros sitios se llevaron escombros y piedras en bolsos de junco cosidos y apilados tras los muros de contención. Las ruinas fueron hogar para una población de 1.500 a 3.000 personas dedicadas a la pesca, recolección de raíces y frutos silvestres, caza de animales salvajes, cultivo de algodón para elaboraciones textiles y fabricación de canastas (10).
Fig. 2.4. Reconstrucción de un complejo monumental prototípico en forma de U (cortesía de J.Q. Jacobs). Existen al menos otros 25 lugares documentados en Sudamérica que comparten la misma disposición distintiva de El Paraíso (11).
El valle de Casma en la costa noroeste de Perú tiene numerosos sitios arqueológicos. El principal es Sechín Alto, el cual estuvo poblado entre el 1.800 y el 900 a. de C. James Jacobs escribe:
"Con un plan monumental en forma de U que abarcaba cerca de 200 hectáreas, es una de las construcciones más grandes jamás edificadas en la América prehispánica. Cinco plazas se extienden por 1,4 kms. desde el montículo central, tres con salones centrales hundidos, uno de los cuales tiene cerca de 80 mts. de diámetro. El montículo principal mide 44 por 300 por 250 mts., convirtiéndolo en la construcción individual más grande en el Nuevo Mundo durante el segundo milenio a. de C. Este promontorio fue recubierto con bloques de granito y algunos de ellos pesan más de dos toneladas" (2).
Comenzando cerca del 900 a .de C., prácticamente todos los centros costeros fueron abandonados en el espacio de un siglo o dos, coincidiendo con varios cientos de años de sequía severa.
Fig. 2.6. Arriba: pared con empalizada de granito (4,15 mts. de alzada) en Sechín Alto y compuesta por 400 esculturas (13), las que parecen haber sido montadas aleatoriamente desde otro sitio. Debajo: la primera de estas dos esculturas muestra a un hombre amputado en la cintura (14).
En 2007 un grupo de arqueólogos descubrió una plaza hundida y circular de 5.500 años de antigüedad, perteneciente al complejo Sechín Bajo en Casma, una de las estructuras connotadas más remotas en América y que permaneció oculta bajo una construcción posterior. La plaza tiene niveles más bajos que incluso podrían tener dataciones aún mayores (15).
La cultura Chavín habitó las mesetas nortinas de los Andes peruanos, a medio camino entre los bosques tropicales y las planicies costeras (16). Floreció desde los años 900 al 200 a. de C., aunque su fase formativa en varias regiones de Perú data del 1.600 a. de C. y por largo tiempo se consideró como la primera civilización peruana. El pueblo Chavín cultivaba plantas usando sistemas de irrigación, domesticaban llamas, desarrollaron técnicas metalúrgicas de oro, plata y cobre y produjeron hermosos artefactos áureos. También confeccionaron exquisitos textiles, cerámica e instrumentos musicales. Las formas de arte Chavín evidencian amplio uso de una técnica conocida como "rivalidad de contornos", siendo uno de los ejemplos más finos de este método la llamada Estela Raimondi, de 2,13 mts. de alto y hecha con granito abrillantado. El arte es difícil de comprender porque en su tiempo podía ser interpretado sólo por los sumos sacerdotes. Además, algunas cabezas esculpidas tienen mucosidad saliendo de la nariz, lo que sucede cuando se usan ciertas drogas alucinógenas.
Fig. 2.8. La Estela Raimondi, Chavín de Huántar. Presenta un tallado extraordinariamente sofisticado de un grupo de dioses, que también es visible si la estatua se invierte. Esta estela no pudo haber sido esculpida con herramientas de piedra o cinceles de cobre (18).
Se considera que el principal logro arquitectónico de la cultura Chavín es el destacado templo conocido como "El Castillo" en Chavín de Huántar, una construcción que cubre 15 hectáreas; sin embargo, la edad de la sección más antigua del recinto es desconocida, aunque se estima una fecha que va del 700 d. de C. al 1.300 a. de C. Construido de granito blanco y caliza negra traída de canteras distantes, sus paredes y galerías estaban repletas de esculturas de feroces deidades con rasgos felinos y tiene siete grandes habitaciones subterráneas. Sobre este punto, Michael Moseley escribe:
"Si bien El Castillo tiene menos de una décima parte del tamaño respecto a la gran plataforma de Sechín Alto, en aquél se compensa con una destacada ingeniería, fina mampostería y un maravilloso arte lítico. La ingeniería es fascinante porque un cuarto del Castillo interno es hueco y tiene un laberinto de estrechas galerías techadas con grandes bloques de piedra. Construidas a diferentes niveles, algunas galerías están conectadas por escaleras y un elaborado dédalo de pequeños desagües y respiraderos que pasan por debajo de las plazas exteriores (...) Al descargar agua a través de los conductos y transportar el sonido hacia las cámaras y luego fuera del templo de nuevo, ¡podía, literalmente, estar hecho para producir un gran rugido!
Sin duda alguna, el trabajo lítico en Chavín de Huántar fue producto de un artesano maestro, y el Castillo muestra una obra de ingeniería profesional como también una importante labor corporativa" (19).
La civilización Moche (también conocida como "mochicas" o Cultura Temprana Chimú) se desarrolló en la costa del norte de Perú entre el 100 al 800 d. de C. Los moche son conocidos particularmente por su sofisticada cerámica y alfarería, experta metalurgia, construcciones monumentales e impresionantes sistemas de irrigación. Fueron un pueblo guerrero y muchas de sus obras cerámicas muestran brutales escenas de sacrificios humanos y libaciones de sangre. Los moche también fueron comerciantes y tuvieron contacto con la cultura Ica-Nazca del sur. Probablemente la desaparición de los moche se precipitó en el siglo VI por un notorio fenómeno de "El Niño" que provocó 30 años de lluvia intensa e inundaciones, seguidas por otros 30 de sequía.
En su capital, los moche construyeron dos pirámides de cima aplanada, el "Huaca del Sol" (o "Pirámide del Sol") y el "Huaca de la Luna" ("Pirámide de la Luna"). El primero consistía en unos 130 millones de ladrillos de adobe y fue la estructura precolombina más grande construida en América, que los españoles destruyeron parcialmente cuando profanaron sus tumbas para buscar oro. Hoy su plataforma mide 340 por 160 mts. y se alza por otros 40. El Huaca de la Luna próxima es un templo mejor preservado, pero más pequeño.
La tumba del Señor de Sipán es un sitio moche que se encontró intacto (sin profanación) durante 1987 en el valle de Lambayeque, a 35 kms. de Chiclayo. El complejo está formado por tres grandes pirámides de ladrillo de barro con cumbres aplanadas, y el regente de Sipán fue enterrado en ese lugar hacia el 200 d. de C. Su sepulcro reveló un extraordinario grupo de artefactos, incluyendo oro finamente labrado y adornos de plata, grandes figurines de cobre y bañados en oro, y cerámica alfarera hermosamente decorada. Las láminas de oro y plata y la joyería de cobre pudieron ser hechas sólo con la ayuda de electrólisis (22).
La cultura Chimú se desarrolló en los mismos valles costeros del norte peruano donde los moches existieron siglos antes, y permanecieron desde aproximadamente el año 1.000 d. de C. hasta fines de los 1.400. El Estado chimú tuvo una expansión considerable al terminar el siglo XIII y a comienzos del XIV, pero fue conquistado por los incas alrededor de 1475. Los chimú fueron diestros alfareros y trabajadores de metales y construyeron elaborados sistemas de irrigación. Su ciudad capital, Chan-Chan, abarcaba más de 20 kilómetros cuadrados y tenía una población cercana a las 70.000 personas (23). Además, el pueblo chimú rendía culto a la Luna, consideraban al Sol como destructor y momificaba a sus muertos.
El canal La Cumbre (o canal intervalle) mide varios metros de ancho y 113 kms. de largo, y se piensa que fue construido por los chimú alrededor del 1050 al 1300 d. de C. para traer agua del río Chicama al valle de Moche. Dicho canal es parte de una compleja red de acueductos para transportar agua desde esteros montañosos a campos irrigados. Puesto que corre a través de terreno agreste, la obra representa una enorme cantidad de trabajo y evidencia un alto nivel de experticia en ingeniería hidráulica. Algunas partes del canal fueron cortadas a través de roca y suelo, y muchos kilómetros se extendían entre terraplenes de suelo rocoso. En ciertos lugares sobrepasaba los 21,4 mts. por encima del terreno circundante. Mantener la pendiente apropiada en un país montañoso no era tarea sencilla, pues para alcanzar la máxima eficiencia hidráulica, la sección en cruz del canal cambia alrededor de las curvas y la textura de las paredes en ese conducto era modificada donde se consideraba necesario para disminuir la velocidad del agua. Se cree que el canal nunca se usó en su totalidad porque las fuerzas tectónicas reiteradamente levantaban o hundían las secciones, y hoy varias de ellas se extienden cuesta arriba (24). Sin embargo, esta acequia podría ser más antigua de lo que se piensa actualmente.
Los chimú erigieron estructuras defensivas altas y sofisticadas con millones de bloques de adobe. La Fortaleza, una construcción ubicada en Paramonga, 200 kms. al norte de Lima, fue iniciada por dicha cultura y más tarde modificada por los incas (25). Para proteger el imperio chimú se construyeron murallas de 1,5 a 2 metros de alto comenzando en torno al 500 a. de C. La Gran Muralla Chimú peruana, descubierta durante una inspección aérea en 1931, era mucho más ambiciosa y se extendía por más de 80 kms. tierra adentro, y también se construyeron varios fuertes circulares y rectangulares a lo largo del muro. Esta edificación se compone de roca fracturada y cemento adobe, y actualmente promedia unos 2,1 metros de altura; originalmente tuvo entre 3,7 a 4,6 mts., mientras que en algunos sectores todavía posee de 6 a 9 metros de elevación en los cruces de barrancos. Se han descubierto también otras grandes murallas atribuidas a los chimú. Los incas construyeron su propia Gran Muralla más al sur, en Bolivia; hecha con rocas fracturadas, probablemente tenía unos 240 kms. de largo y parece ser la más larga en Sudamérica, aunque sólamente tiene unos pocos metros de altura, y se construyó en cotas de entre 2,440 a 3,660 mts. donde el terreno es extremadamente accidentado (26).
La cultura Paracas habitó la costa surcentral de Perú del 600 al 175 a. de C. Tenía un extenso conocimiento de irrigación y manejo del agua, y poseía enormes habilidades en elaboración textil. Dos necrópolis que datan del 300 a. de C. han revelado varios cientos de momias, algunas de las cuales tienen el cabello ondulado, café claro e incluso rojizo, más típicos de un europeo que de un indígena americano, y de acuerdo con esto también los paracas eran bastante más altos que el habitante andino promedio (27). Algunas de las trazas más antiguas de escritura provienen de la necrópolis paraca, que tomaba la forma de signos ovales en textiles funerarios, y se descubrieron signos similares en los textiles de la cultura Nazca tardía (28).
El "tridente" de los paracas o "Candelabro" es una gran figura con forma de cactus, esculpida en una ladera en la Bahía de Pisco. Mide unos 240 mts. de largo por 120 de ancho, con tramos de un metro de profundidad y se puede ver desde 24 kms. en el mar, alineándose casi exactamente en dirección norte-sur. Muchos consideran esta figura como una orientación navegacional u objeto ritual, representando un cactus o árbol de la vida, donde los sumos sacerdotes rendían culto al Sol poniente. En este sitio se ha encontrado alfarería de la cultura Paracas que data aproximadamente del 200 a. de C. Graham Hancock puntualiza que hace 2.000 años y vista a un kilómetro de distancia desde el mar, la constelación conocida como Cruz del Sur (Crux) habría estado suspendida en el cielo directamente sobre el diagrama del acantilado durante el equinoccio de marzo (29).
La cultura Nazca (o Nasca) habitó los valles costeros del sur peruano desde el siglo I al VIII d. de C. Con ladrillo de barro, construyeron pirámides de hasta 30 mts. de altura y fabricaron una hermosa alfarería policromada. Generalmente se piensa que esta cultura es la creadora de muchas de las "líneas" de Nazca y las enormes figuras de animales y geométricas trazadas en el suelo desértico (ver sección 4). El principal centro ceremonial fue Cahuachi, un sitio que abarcaba 1,5 kms. cuadrados y que contiene más de 40 montículos (cerros naturales modificados) coronados con estructuras de adobe.
Se cree que los antiguos habitantes de Nazca construyeron el impresionante sistema de túneles, pozos y zanjas conocidos colectivamente como puquios para obtener agua de fuentes acuíferas subterráneas (32), pero lo cierto es que nadie puede asegurar con certeza quién los construyó. Muchos de los túneles excavados tienen menos de un metro cuadrado, mientras que otros poseen unos 2 mts. de alto. Las paredes de los túneles están cubiertas con piedras de río sin el uso de mortero, y en el extremo más elevado el agua se filtra entre las piedras de las galerías; el techo de las mismas está compuesto por bloques de granito revestido o leños de madera. Los túneles se extienden por unos 3 ó 6 mts. bajo tierra y su vastedad real en kilómetros es desconocida. Dos de ellos pasan bajo el lecho del río Nazca, y dichos pasajes están conectados con la superficie mediante agujeros en forma de chimenea ("ojos") que también servían como pozos. La población local creía que el agua en los puquios fluía de un gran lago ubicado bajo Cerro Blanco (una montaña de 2.500 mts. no muy lejos de Nazca, coronado con una enorme duna de arena). En la actualidad existen 36 puquios funcionando en el drenaje de Nazca.
Pachacamac, 40 kms. al sureste de Lima, comprende un vasto complejo de construcciones monumentales, incluyendo 18 pirámides escalonadas de ladrillos de barro con ramplas y plazas. El área fue ocupada por la cultura Lima alrededor del 200 a. de C. y se afirma que las principales ruinas no superan los 1.500 años de antigüedad. Bautizado en honor al dios creador Pachacamac, el sitio que abarca unas 600 hectáreas recibía a peregrinos que venían a enterrar y adorar a sus muertos. Más tarde fue ocupado por la cultura Wari y llegó a ser uno de los lugares más sagrados del imperio inca (33). Durante las excavaciones en la década de 1940, el estrato inferior en las construcciones de ladrillos de barro (que se considera anterior a los incas) reveló paredes de piedra y portales trapezoidales del tipo atribuido usualmente a los "hijos del Sol" (34).
Fig. 2.17. Templo del Sol en Pachacamac y un cartel en "inglés" [comillas del autor]. El templo es atribuido a los incas, pero se cree que hay otro bajo él.
[Traducción alternativa del cartel: "El Templo del Sol, cultura Inca (1440-1533). Está conformado por seis paredes masivas de ladrillos colocados unos sobre otros en forma decreciente. Sobre la parte superior de estos muros, el templo fue construido con muchas divisiones, y debido a la forma de su plataforma masiva parece constituir sólo un modelo del edificio. Había sólamente una puerta de entrada y una larga escalera de piedra. Dicha entrada tiene orientación este y la escalera tiene entre 10 a 12 circuitos con gradas y puertas bien pintadas (Bernabé Cobo, 1596)"].
La cultura Wari (o Huari) floreció en el área costera surcentral del actual Perú, aproximadamente del 500 al 900 d. de C. (35). Su imperio se expandió para incluir una gran parte del territorio de las culturas tempranas de Moche y Chimú. La civilización Huari fue contemporánea de la cultura Tiwanaku sureña y se cree que aquélla desarrolló tecnología de terrazas para cultivo y una gran red de caminos, la cual los incas heredaron varios siglos más tarde. Sin embargo, la tradición andina también da el nombre de "Wari" a una raza de maestros constructores prehistóricos, descritos como gigantes blancos y barbados, quienes luego de crear el lago Titicaca se pusieron en camino para civilizar los Andes (36).
Tiwanaku (Tiahuanaco) está situada cerca de la costa sureste del lago Titicaca, al oeste de Bolivia. Floreció como capital ritual y administrativa de un poder estatal mayor por aproximadamente 500 años. La versión oficial sostiene que comenzó como una pequeña villa basada en prácticas agrícolas cerca del 1.500 a. de C. y llegó a ser capital de un poderoso imperio entre el 300 y el 1000 d. de C., luego de lo cual fue golpeada por una sequía prolongada. Esta cultura desarrolló una sofisticada forma de agricultura y se la asocia con varias estructuras monumentales. Las últimas trazas de la civilización Tiwanaku fueron incorporadas al imperio inca alrededor de 1450, y sobre este punto las versiones no oficiales están consideradas en la sección 7.
Los Chachapoyas, llamados también "guerreros de las nubes", vivieron en los bosques nubosos de las regiones norteñas de los Andes peruanos. Sus representantes eran más altos y tenían un color de piel mucho más claro que otros nativos americanos. Los asentamientos comenzaron a situarse en esta área alrededor del año 200 d. de C. y se piensa que la cultura Chachapoyas se desarrolló unos cientos de años más tarde. En el siglo XV, entretanto, el imperio inca se expandió para incorporar esta región.
Kuelap está situada en una cresta a 3.000 metros de altura con vista al valle de Utcubamba. El sitio es oficialmente atribuido a los chachapoyas, quienes lo habitaron aproximadamente desde el 600 d. de C. Con una dimensión de 600 mts. de largo por 110 de ancho, la citadela arruinada -usualmente conocida como "fortaleza"- está rodeada de enormes paredes que se alzan por hasta 20 mts. de altura, constituidas por gigantescos bloques de caliza dispuestos en patrones geométricos, y algunas secciones están recubiertas con secciones graníticas (sillar) con más de 40 capas en altura. Dentro de los muros hay cientos de casas redondas de piedra, decoradas con un patrón distintivo en zigzag o diamante, pequeñas esculturas de cabezas zoomorfas, diseños de cóndores e intrincadas figuras de serpientes (37).
Los muros en Kuelap muestran un curioso parecido con aquéllos hallados en la provincia de Masvingo del Gran Zimbabue (literalmente "edificios de piedra", y el país se nombró así en honor de las ruinas). El sitio cubre 722 hectáreas y la creencia oficial es que la construcción se inició en el siglo XI por ancestros de las gentes shona que hablaban el bantú, y la continuaron por más de 300 años. Las teorías alternativas afirman que las estructuras originales fueron construidas por fenicios o celtas/sabeanos hace miles de años, y algunos investigadores han notado influencias semíticas, sudarábigas, persas, indias, indonesias y polinésicas en las culturas de Zimbabue (38).
Fig. 2.22. Muros externos de granito de 11 metros de alto en el recinto de Gran Zimbabue. Nótese el mismo patrón de zigzag en Kuelap (39).
La meseta de Marcahuasi (o Markawasi), a 4.000 mts. sobre el nivel del mar, se localiza en la provincia peruana de Junín, 80 kms. al noreste de Lima. Cientos de rocas enormes en esta altiplanicie tienen un parecido espeluznante con animales y rostros humanos cuando se ven desde ciertos ángulos y bajo ciertas condiciones de luminosidad (40). Se pueden identificar a hombres y mujeres de varias razas y nacionalidades, junto con una amplia gama de animales como caballos, camellos, elefantes, leones, ranas, focas, tortugas, esfinges, un hipopótamo, leones marinos, un cocodrilo, y también lagartijas. Muchos creen que estas formas son sólo "rocas erosionadas naturalmente", mientras que otros sostienen que habrían esculpidas por acción humana. Aunque ya conocida por la población local, Marcahuasi alcanzó importancia luego de ser descubierta por el arqueólogo peruano Daniel Ruzo en 1952, quien afirmó que la "cultura Masma" habitó en esta región hace unos 10.000 años, ¡antes del "diluvio de Noé"!
Referencias
1. Ver "La Teosofía y los Siete Continentes" (esoterismo-guia.blogspot.com) y "Continentes hundidos vs. deriva continental".
2. Ver "América Precolombina", sección 8.
3. Sean Hancock, "An interpretation and critique of the radiocarbon database for Tiahuanaco", 2001, www.grahamhancock.com/forum/HancockS2-p1.htm.
4. Peru: general information, www.stanford.edu/group/peruanos/informa/general.htm.
5. Ayacucho, www.mnsu.edu/emuseum/prehistory/latinamerica/south/sites/
ayacucho.html.
6. Chilca Valley, www.mnsu.edu/emuseum/archaeology/sites/south_america/chilca.html.
7. Norte Chico civilization, http://en.wikipedia.org/wiki/Norte_Chico_civilization; Caral, http://en.wikipedia.org/wiki/Caral.
8. James Q. Jacobs, "Early monumental architecture on the Peruvian coast: evidence of sociopolitical organization and the variation in its interpretation", 2000, www.jqjacobs.net/andes/coast.html.
9. Michael E. Moseley, The Incas and their Ancestors: The archaeology of Peru, London: Thames & Hudson, 2001, p. 119.
10. Early monumental architecture on the Peruvian coast; El Paraiso, www.mnsu.edu/emuseum/archaeology/sites/south_america/elparaiso.html.
11. www.jqjacobs.net/andes/coast.html.
12. Early monumental architecture on the Peruvian coast.
13. http://wiki.sumaqperu.com/es/images/3/30/Sechin_huaraz_1.
14. www.nazcamystery.com/casma_sechin.htm.
15. Sechin Bajo, the oldest archeological site of the New World, www.granpaititi.com/AN/cite_sec.php.
16. Chavín culture, http://en.wikipedia.org/wiki/Chavín_culture; James Q. Jacobs, "Understanding Chavín and the origins of Andean civilization", 2000, www.jqjacobs.net/andes/chavin.html; Chavin de Huantar, www.mnsu.edu/emuseum/archaeology/sites/south_america/chavin_
de_huantar.html; Chavin de Huantar, www.unique-southamerica-travel-experience.com/chavin-de-huantar.html; Enrico Mattievich, Journey to the Mythological Inferno: America’s discovery by the ancient Greeks, Denver, CO: Rogem Press, 2010, p. 68, 70.
17. http://en.wikipedia.org/wiki/Chav%C3%ADn_culture.
18. www.latinamericanstudies.org/chavin/raimondi.gif.
19. The Incas and their Ancestors, p. 163, 168.
20. www.arqueologiadelperu.com.ar/chavin2.htm.
21. Moche, http://en.wikipedia.org/wiki/Moche.
22. Carlos Fernández-Baca Tupayachi, El Otro Saqsaywamán: La historia no contada, Lima: DFBS, 2000, p. 178-9.
23. Chimu,
www.mnsu.edu/emuseum/prehistory/latinamerica/south/
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24. W.R. Corliss (compilación), Ancient Infrastructure: Remarkable roads, mines, walls, mounds, stone circles, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1999, p. 11-13; Rafael Larco Hoyle, Los Mochicas, Lima: Metrocolor, 2001, p. 299-303, http://losmochicas.perucultural.org.pe/pdf/tl_298_301.pdf.
25. W.R. Corliss (compilación), Ancient Structures: Remarkable pyramids, forts, towers, stone chambers, cities, complexes, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2001, p. 109-10.
26. Ancient Infrastructure, p. 367-9; David Hatcher Childress, Lost Cities and Ancient Mysteries of South America, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1986, p. 340-1.
27. Robert M. Schoch y Robert Aquinas McNally, Voyages of the Pyramid Builders: The true origins of the pyramids from lost Egypt to ancient America, New York: Tarcher/Putnam, 2003, p. 114; W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Small artifacts – bone, stone, metal artifacts, prints, high-technology, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2003, p. 40.
28. Igor Witkowski, Axis of the World: The search for the oldest American civilization, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 2008, p. 181.
29. W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Graphic artifacts I – coins, calendars, geoforms, maps, quipus, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2005, p. 44-5; Dilwyn Jenkins, The Rough Guide to Peru, New York: Rough Guides, 5a ed., 2003, p. 204; Graham Hancock y Santha Faiia, Heaven’s Mirror: Quest for the lost civilization, London: Michael Joseph, 1998, p. 257-8.
30. http://en.wikipedia.org/wiki/Cahuachi.
31. http://lastdaysoftheincas.com/wordpress/?attachment_id=237.
32. Donald A. Proulx, "Nasca puquios and aqueducts", http://people.umass.edu/proulx/online_pubs/Zurich_Puquios_revised_small.pdf; Erich Von Däniken, Arrival of the Gods: Revealing the alien landing sites of Nazca, Shaftesbury, Dorset: Element, 2000, p. 66, 77-87.
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34. Journey to the Mythological Inferno, p. 172.
35. Wari culture, http://en.wikipedia.org/wiki/Wari_culture.
36. William Sullivan, The Secret of the Incas: Myth, astronomy, and the war against time, New York: Three Rivers Press, 1996, p. 219.
37. The Rough Guide to Peru, p. 408; Kuelap, http://en.wikipedia.org/wiki/Kuelap; Kuelap, www.arqueologiadelperu.com.ar/kuelap.htm.
38. Great Zimbabwe National Monument, http://en.wikipedia.org/wiki/Great_Zimbabwe_National_Monument; David Hatcher Childress, Lost Cities and Ancient Mysteries of Africa & Arabia, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1990, p. 343-9; Graeme R. Kearsley, Asian Origins of African Culture: Asian migrations through Africa to the Americas, London: Yelsraek Publishing, 2010, p. 255-372, 744-51.
39. http://images.cdn.fotopedia.com/flickr-1691408199-image.jpg.
40. Robert M. Schoch, The mystery of Markawasi, 2005, http://circulartimes.org/Mystery%20of %20Markawasi.htm; Ancient Infrastructure, p. 115-16; Lost Cities and Ancient Mysteries of South America, p. 338-9; Marcahuasi: the most important of all sacred mountains?, 2009, www.peru-vacation-packages.com/2009/06/marcahuasi-most-important-of-all-sacred.html.
41. Markahuasi stone forest, www.pbase.com/locozodiac/locozodiac_120.
03. Contactos transoceánicos
Como se plantea en "América Precolombina", hay evidencia contundente de que se realizaron viajes al norte, centro y sur americano desde muchas partes del mundo y durante varios miles de años. Sin embargo, los historiadores y arqueólogos ortodoxos continúan negando las pruebas de intercambio comercial transoceánico y la consiguiente difusión cultural. Muchos académicos aún defienden vigorosamente sus campos especializados contra la "interferencia" de investigadores no reconocidos, y generalmente no demuestran iniciativa o les falta el conocimiento necesario para reconocer rasgos culturales comunes, pero cuando se admiten dichas similitudes éstas son atribuidas de inmediato a "invención independiente".
Más aún, los principales arqueólogos tienen dificultades para aceptar que hubo contactos entre Centro y Sudamérica. Los olmecas de Mesoamérica, que desarrollaron su cultura entre el 1.200 al 400 a. de C., parecen haber sido influenciados por diversos pueblos, incluyendo Nubia y China (1), y además habrían tenido contacto con la cultura Chavín del norte peruano. Por ejemplo, los olmecas creían que el jaguar confería superioridad a los guerreros, siendo un aspecto muy común de su civilización y a menudo se expresaba bajo la forma de un "hombre-jaguar"; pues bien, el mismo culto al felino y su versión semi-humana aparecen también en dicho enclave de Sudamérica. Chavín de Huántar no fue sólo un centro ceremonial y cultural, sino también un punto comercial clave donde convergían varias rutas. Los olmecas pueden haber introducido el maíz a Perú durante el periodo Chavín temprano, intercambiándolo por hojas de coca (2).
Existe considerable evidencia de que las civilizaciones costeras del norte peruano comerciaron con los mayas de Centroamérica. Los incas tenían un sofisticado conocimiento de astronomía, y como muchas otras culturas expresaron detalles sobre la precesión de los equinoccios en su mitología. William Sullivan opina que hay demasiados puntos en común precisos entre los mayas y las ideas astronómicas andinas para pensar que son sólo "coincidencias" (3). Hacia el 1.800 a. de C. había actividad comercial con Ecuador, como atestiguan las conchas de espóndilos de ese país que se han encontrado en tumbas de sitios peruanos antiguos como La Galgada. Antes de la conquista, las fuerzas expedicionarias de Pizarro dijeron encontrar grandes balsas de comercio y cargadas viajando hacia Ecuador, muy a lo lejos en el mar (4).
El investigador Graeme Kearsley, al notar que los comerciantes de ultramar oriundos de Medio Oriente, China, Japón e India ya operaban desde al menos el quinto milenio a. de C., apunta a una extensa prueba de tipo textil, iconográfica y artefactual señalando que hubo transferencia cultural desde esas regiones a través de los océanos Atlántico y Pacífico hacia el continente americano. La Sudamérica precolombina conoció abruptos avances culturales y tecnológicos que aparentemente no fueron resultado de desarrollos internos, y en ese sentido el autor argumenta que no es casual que todos los avances más importantes tuvieran lugar en la costa sudamericana del Pacífico (5).
Kearsley afirma también que es incompatible que los cazadores-recolectores se volvieran soberbios constructores de un día para otro, y sugiere que los "primeros" monumentos peruanos destacables (p. ej., El Paraíso, Sechín Alto) fueron comenzados por marineros que conocían las tradiciones del oeste asiático y la India tardía. Las excavaciones han revelado que las cámaras en El Paraíso fueron rellenadas tras un cierto periodo y que entonces se edificaron nuevas estructuras sobre una plataforma elevada, cuya práctica también se encuentra en Oriente Medio (6).
La repentina introducción del telar y las técnicas de tejido asociadas en Sudamérica -durante la primera mitad del primer milenio a. de C.- no tuvo secuencias normales de desarrollo gradual. Otras artes como los textiles pintados y el "batik" (técnica de teñido resistente a la cera) aparecen de la misma manera inexplicable. La fama y modalidad del batik están más asociadas con Indonesia, donde se inventó en el mismo periodo que en Perú, por lo que Kearsley deduce un "contacto entre India y Sudamérica, a través de Indonesia, con la región costera de Perú y las altiplanicies andinas de esta zona". También sugiere que el surgimiento repentino del trabajo cerámico en sitios costeros como Sechín Alto alrededor del 1.800 a. de C. estaban conectados con influencias extranjeras, así como los esquemas de ensanchamiento en la construcción de canales e sistemas de irrigación (7).
Las crueldades y torturas infligidas a prisioneros por los asirios fueron imitadas por los moche desde el primer milenio a. de C. hasta el primero d. de C. Al respecto Kearsley señala:
"El 'tendido' de prisioneros representado en escenas de desollamiento está presente en muchas ilustraciones de cerámica moche, junto con imágenes de reos exhibidos o amarrados a postes, entre otras reconocibles torturas y ejecuciones que fueron un rasgo común a las culturas precolombinas americanas. Las 'cabezas trofeo' y su almacenamiento en Asiria coinciden con el tzompalli azteca, y sus mostradores de cráneos parecen tan similares a los del antiguo México y Sudamérica que obviamente se concluye que esta parte de la costa peruana estuvo muy influenciada por el antiguo Cercano Oriente, si no directamente por la propia Asiria" (8).
Fig. 3.2. Esquirlas de alfarería, cultura ecuatoriana de Valdivia (izquierda), que muestran asombrosas similitudes estilísticas con la cerámica producida por la cultura Jomon japonesa (derecha), en torno al 3.600 a. de C. (10).
La metalurgia sudamericana precolombina era extraordinariamente sofisticada, y algunos de sus desarrollos pueden reflejar influencias asiáticas. Por ejemplo, la cultura Chavín se caracterizó por tener súbitos avances metalúrgicos tales como tecnología para labrar oro, soldadura con y sin estaño, aleaciones de oro-plata y repujado.
La alta calidad en la ornamentación Chavín y su artesanía es tan elaborada, profusa y compleja en su diseño que se ha considerado como el producto de artesanos especialistas a tiempo completo. De hecho, esto coincidiría con las muestras halladas tanto en la antigua Asiria para la primera mitad del primer milenio a. de C., como posteriormente en India durante esa misma época (11).
Las civilizaciones precolombinas, incluyendo las culturas Chavín y Moche, produjeron una bella joyería bañada en oro e incluso se han descubierto fragmentos más antiguos de hojas de cobre dorado en Mina Perdida, al sur de Lima (Perú), que podrían datar del 1.400 a. de C.; tanto el cobre como el oro fueron batidos en delgadas hojas y luego unidas por un adhesivo desconocido, probablemente a través de la aplicación de calor. Hasta ahora, los artefactos más antiguos de oro nativo martillados en frío son collares de cuentas descubiertos en Jiskairumoko en la cuenca del lago Titicaca, y elaborados alrededor del 2.000 a. de C. (12).
Los trabajadores de metales precolombinos estaban familiarizados con el platino, y eran capaces de amalgamarlo con mercurio para elaborar joyería a base de láminas platinadas. Los incas sabían cómo producir bronce, ya que algunos artefactos de ese metal y recuperados en Macchu Picchu contenían 18% de bismuto añadido al estaño. Se ha descubierto que muchos objetos de oro sudamericanos fueron hechos con aleaciones que contenían una considerable cantidad de cobre, y de esta manera eran mucho menos preciosos que lo imaginado en un comienzo. Los metalurgistas modernos han especulado que los artesanos de Sudamérica podrían haber empleado mercurio para unir oro con cobre, y que también el elemento áureo pudo usarse como una especie de soldador. El análisis en una punta de flecha de cobre hallada en Ecuador reveló que estaba soldada con plata o una aleación plata-cobre. Además, un cascabel de cobre prehistórico encontrado en Supe, en la costa peruana, consistía en dos mitades con forma de campana soldadas de modo minucioso en una juntura virtualmente continua (13).
Se han encontrado en Ecuador ornamentos precolombinos de oro con dimensiones microscópicas. Algunas pequeñas partículas de oro, cuando son vistas a través de una lupa, resultan ser cuentas hermosamente forjadas, muchas de las cuales están elaboradas con grabados, mientras que otras están compuestas de varias piezas soldadas casi invisibles, y todas ellas están perforadas. Es difícil concebir cómo objetos tan diminutos, muchas veces más pequeños que la cabeza de un alfiler, pudieron ser fabricados sin la ayuda de lentes de aumento, que a su vez podrían haber sido hechas de cristal. La existencia de calaveras de cuarzo magníficamente talladas evidencia que las culturas precolombinas en Sudamérica y Mesoamérica sabían cómo trabajar el cristal de roca, pero no se sabe exactamente qué técnicas usaron para hacerlo con semejante experticia (14).
Enrico Mattievich sostiene que varios mitos griegos y romanos son eco de un conocimiento previo de Sudamérica y sus antiguas culturas (15). Aparte de otros posibles significados, los mitos y leyendas sobre héroes como Heracles y Odiseo viajando al inframundo (Hades o Tártaro), localizado más allá del océano occidental o bajo tierra, contienen detalles geográficos que provendrían de viajes a las altiplanicies de los Andes o al Amazonas, y también a los ríos Marañón y Ucayali de cuya confluencia nace el gran cauce brasileño, y así dichos ríos corresponderían al Styx (o Estigia) o al Aqueronte de la mitología griega. Entre muchos otros paralelos, la cabeza de la Medusa griega (Gorgona), que a menudo ha sido representada con colmillos, garras y serpientes como cabellera, muestra un gran parecido con la cabeza retratada en ambos lados del Lanzón, una estatua de 4,5 mts. de alto encontrada en una cámara cruciforme en el templo principal de Chavín de Huántar, mientras que otras imágenes de este sitio parecen hacer referencia a Cerbero, el perro que resguardaba el Hades (16).
Fig. 3.5. Gorgona de Siracusa (Sicilia), siglo VI a. de C. Los rasgos faciales y el cabello (con sus seis espirales) son muy similares a aquéllos presentes en el Lanzón.
La trepanación es un método quirúrgico de alta destreza que consiste en hacer agujeros en el cráneo, por razones médicas o rituales, y se han encontrado cráneos prehistóricos intervenidos con este sistema en América, Europa, el norte de África, las Islas Canarias, Australia y el Pacífico occidental; de este modo, su extensa práctica puede ser consecuencia de una difusión en lugar de "invención independiente". El procedimiento más primitivo era raspar el hueso con agudas láminas de obsidiana o pedernal. Otra técnica era taladrar un círculo de pequeños agujeros en el cráneo, teniendo cuidado de no dañar las membranas que rodean al cerebro; luego, los espacios entre los hoyos se cortaban y la pieza circular de hueso era removida. En Perú se usaba ocasionalmente un procedimiento más peligroso, en que se removían piezas rectangulares de cráneo practicando cuatro incisiones rectas con sierras de metal, y este mismo procedimiento también se utilizaba en el Medio Oriente. Los cirujanos incas tenían éxito en el 80% de las intervenciones, mientras que los logros a comienzos del siglo XX en este campo sólo llegaban a un 20%. Se piensa actualmente que en Sudamérica este método comenzó a usarse en torno al 400 a. de C. Hasta el momento, el cráneo trepanado más antiguo se encontró en España y ha sido datado en el 10.000 AP, lo que es a todas luces incongruente con la tradicional imagen de los "cavernícolas ignorantes" (17).
Kearsley afirma que el sistema de castas impuesto desde los primeros tiempos en Perú fue importado del Oriente Cercano y Medio, y de Irán e India en particular (19). Varios investigadores han subrayado las cercanas similitudes entre las estructuras sociales de los incas y aquéllas que existieron en la antigua India, Indonesia y Melanesia. Helena P. Blavatsky escribe lo siguiente sobre los paralelos entre incas y brahmanes indios:
"Los incas, a juzgar por sus exclusivos privilegios, poder e 'infalibilidad', son la contraparte antípoda de la casta brahmánica de India. Al igual que los últimos, los incas alegaban descendencia directa de la Deidad, la cual era el Sol, como en el caso de la dinastía Suryavansha de India. De acuerdo a la única tradición general, hubo un tiempo cuando la población del Nuevo Mundo se dividió en tribus bárbaras, independientes y guerreras. Al fin, la 'mayor' deidad solar tuvo piedad de ellos, y con tal de rescatar a la gente de la ignorancia, envió a la Tierra a sus dos hijos Manco Cápac y a su hermana y esposa, Mama Ocllo Huaca, que nuevamente son las contrapartes del Osiris egipcio y de su hermana y esposa Isis, al igual que los varios dioses hindúes, semidioses y sus consortes (...) Es a partir de esta pareja celestial que los incas sostenían su descendencia, y aún así eran totalmente ignorantes de las gentes que construyeron las estupendas ciudades que existieron en todo el imperio y que ahora están en ruinas (...) Como descendientes directos del Sol, los incas eran los altos sacerdotes de la religión estatal, y al mismo tiempo los emperadores y dignatarios de más alto rango en el país; en virtud de lo cual, y otra vez como en el caso de los brahmanes, se arrogaban a sí mismos una superioridad divina sobre los mortales comunes, estableciendo así como los 'dos veces nacidos' [brahmanes] una casta exclusiva y aristocrática, la 'raza Inca'. Considerado hijo del Sol, cada inca reinante era el sumo sacerdote, oráculo, capitán en jefe en la guerra y soberano absoluto (...) Ante sus órdenes se exigía una obediencia ciega; su persona era sagrada y era objeto de honores divinos. Los más altos oficiales del país no podían aparecer calzos en su presencia, y esta señal de respeto apunta nuevamente al origen oriental; la costumbre de perforar las orejas de los jóvenes de sangre real e insertar en ellos aros de oro -que eran aumentados de tamaño a medida que avanzaban en rango, hasta que la distensión del cartílago se convertía en una 'deformidad positiva'- muestra un gran parecido entre sus muchos retratos esculpidos que encontramos en las ruinas más modernas, y las imágenes del Buda y algunas deidades hindúes, sin mencionar a nuestros refinados contemporáneos de Siam, Burma y el sur de India. También y como en éste último país, durante los prósperos días del poder brahmín nadie tenía el derecho de recibir educación o estudiar religión, excepto los hombres jóvenes de la casta inca privilegiada. Cuando el inca reinante moría, o como se solía decir 'era llamado a la mansión de su padre', se hacía que un número muy grande de sus sirvientes y esposas muriesen con él, durante la ceremonia de sus honras fúnebres, tal y como lo encontramos en los viejos anales de Rajastán, y hasta en la recientemente abolida costumbre del satí (...) Lo que deseamos saber es cómo estas naciones, tan antípodas entre sí como India, Egipto y América, llegaron a tener estos extraordinarios puntos de semejanza, no sólo en sus visiones generales religiosas, políticas y sociales, sino también en algunos otros detalles" (20).
Comentando sobre las estatuas de Buda con orejas largas, Blavatsky escribe: "Las orejas artificialmente alargadas simbolizan la omnisciencia de la sabiduría, y significaba un recordatorio de Su poder, de Aquél que sabe y oye todo, y a cuyo benevolente amor y atención por todas las criaturas nada puede escapar" (21). Contrariamente, el alargamiento físico de las orejas es una marca de rango social y poder en muchas culturas diferentes que puede haberse adoptado después que se corrompiera el significado original y puramente simbólico.
La casta regente del pueblo inca, los "incas ayar", tiene paralelo con la casta aria-brahmánica de la antigua India. "Ayar" parece ser una variante de "aria", la cual se deriva de "arya", una palabra sánscrita que significa "noble", "digno" o "santo". El nombre del dios hindú del fuego, Agni, está relacionado con "ignis", la raíz antigua original para "fuego", y es similar a Inti, el término inca ayar para el Sol. "Agnikayana" es una palabra que refiere a los antiguos altares védicos del fuego, concebidos para asegurarse de que el Sol permaneciera en el cielo. Entre los incas, la palabra "intihuatana", posiblemente relacionada a aquélla, significa "atar al lugar del Sol" y se refiere a una piedra formada o un "pilar fálico de roca" presente en lugares sagrados tales como Macchu Picchu, Písac y Qenko (22). Según la leyenda de Cuzco, el regente inca virtualmente "amarraba" en este lugar al Astro Rey el día del solsticio de invierno para traerlo de vuelta en la dirección opuesta.
Desde el centro de Cuzco, 41 líneas o ceques irradiaban hacia el exterior; algunas eran caminos para propósitos ceremoniales (incluyendo sacrificios humanos en tiempos de sequía); otras eran límites que demarcaban el sitio donde habitaban grupos consanguíneos específicos, y otras tenían funciones astronómicas y calendáricas. Situadas a lo largo de ellas hay 328 huacas (wakas) o santuarios, incluyendo manantiales, fuentes, pasadizos elevados, casas, cerros, cavernas y legendarias tumbas y lugares de antiguas batallas. El centro u "ombligo" del sistema ceque era una estuctura de piedra, posiblemente una plataforma o pilar cubierto de oro y destruido hace mucho tiempo, llamado "ushnu", localizado en la principal plaza de la ciudad, y es interesante notar que el moño de Buda, representando el chakra corona y su irradiación, era llamado "ushnisha". Los ceques de Cuzco estaban divididos en cuatro porciones desiguales en forma de tarta, una práctica también muy común en Melanesia. Otros rasgos encontrados en ese lugar y Perú incluyen la trepanación, la deformación craneal, la elaboración de zampoñas y trutrucas, mazas y otras armas, junto con muchos paralelos en sus mitos y leyendas (24).
No se sabe cómo se originó o expandió la práctica de deformación craneal, o el desfiguramiento artificial de cabezas en niños, ya que también era practicado por olmecas, mayas, aztecas, los indios flathead, antiguos egipcios, los habitantes de Isla de Pascua, la cultura auriñaciense de Cromagnon, vascos, aborígenes de Antillas y los antiguos chinos. La práctica se usó para denotar estatus de élite, enfatizar diferencias étnicas o con propósitos religiosos, mágicos o estéticos.
El regente inca Túpac Yupanqui (1471-1493) afirmaba haber navegado con una flota a través del Pacífico hacia las Indias Orientales en un viaje de ida y vuelta, el mismo tipo de travesía que los chinos de la dinastía Ming ya realizaban en el siglo XV. En tiempos de la conquista, hacia 1532, los españoles informaron que el inca Atahualpa vestía túnicas de seda, lo que puede señalar una conexión con China, y además los hispanos encontraron amplios huertos de limones y granadas en Perú, frutos que son nativos de Asia. La papa dulce, originaria de Sudamérica, es llamada kumar en la lengua quechua de Perú y Ecuador, y kumara entre los maoríes de Mangareva y también en Paumotu, Isla de Pascua y Rarotonga. Parece ser que o bien los sudamericanos la llevaron a Polinesia, o los polinesios hicieron un viaje de ida y retorno a aquél continente (26).
Los botes de totora usados en el lago Titicaca por los aymaras son virtualmente idénticos a los barcos con proas curvas y altas y sus popas hechas con fardos de papiro, usados en el Nilo desde la época predinástica. Los botes de ese diseño todavía se utilizan en el delta iraquí del Éufrates, el lago Chad al sur del Sahara y en las aguas costeras alrededor de la isla mediterránea de Cerdeña; antiguamente se ocuparon en México, incluida la costa oriental del Mar de Cortés hasta mediados del siglo XX. De igual manera, las embarcaciones de totora con forma de colmillo de elefante eran empleados por los habitantes de Isla de Pascua (27).
En la sección 2 se mencionó a los individuos de piel más clara asociados con las culturas Chachapoyas y Paracas. De hecho, existen numerosas leyendas y reportes de testigos oculares sobre indígenas blancos en Sudamérica, quienes han sido vistos antiguamente en toda la parte central y oeste de dicha región, especialmente en áreas remotas; en el oeste tendían a ser tímidos y esquivos, mientras que en el norte respondían a los intrusos armados con cerbatanas, arcos y flechas (28). El cronista Pedro Cieza de León cuenta que largo tiempo antes del surgimiento de los incas, los collon atacaron y exterminaron a una raza blanca y barbada en una isla del lago Titicaca (29). En Perú y México son bastante comunes los retratos de figuras blancas y barbadas de varios tipos con rasgos parecidos a los europeos (nótese que los amerindios mongoles esencialmente no tienen vello facial). Los conquistadores españoles estaban asombrados de que los miembros de la élite inca regente poseían una piel más blanca (30).
Fig. 3.9. Momia peruana inca (siglos XIV-XV) con cabello natural rubio y característico como los tonos claros, rojo y café brillante encontrados en muchas culturas sudamericanas de Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Chile. El pelo fino, el color de piel y el peso son típicamente caucásicos (31).
A menudo se describía a Viracocha (a veces llamado Con-Tiki Viracocha), el dios-serpiente emplumado e importador de la cultura de los incas -y en algunos casos sus hombres- con piel blanca y barbado, quien ocasionalmente vestía largas túnicas blancas y sandalias, llevaba un bastón y se dice que había venido del este, o que apareció "desde ninguna parte" en una isla del lago Titicaca (32). Era considerado un dios amable y amante de la paz que llegó a los Andes para restaurar la civilización luego del diluvio. En Mesoamérica, los importadores de la cultura que se parecen y corresponden a Viracocha incluyen a Kukulkán, Votán y Quetzalcóatl, y algunos investigadores afirman que tales figuras están enraizadas en personas reales y que su descripción señala a visitantes del Mediterráneo (33). Harold Wilkins pensaba que estos héroes culturales, como muchos de las razas indias blancas, eran de origen atlante (34).
Referencias
1. "América Precolombina", sección 5.
2. Robert M. Schoch y Robert Aquinas McNally, Voyages of the Pyramid Builders: The true origins of the pyramids from lost Egypt to ancient America, New York: Tarcher/Putnam, 2003, p. 158-9; Andrew Collins, Gateway to Atlantis: The search for the source of a lost civilisation, London: Headline, 2000, p. 158-62.
3. William Sullivan, The Secret of the Incas: Myth, astronomy, and the war against time, New York: Three Rivers Press, 1996, p. 144, 277.
4. Graeme R. Kearsley, Inca Origins: Asian influences in early South America in myth, migration and history, London: Yelsraek Publishing, 2003, p. 176, 810.
5. Ibídem, p. 321, 808-9.
6. Ibídem, p. 171, 173, 176-7.
7. Ibídem, p. 191, 224-5.
8. Ibídem, p. 810.
9. Ibídem, p. 161; La Galgada, www.arqueologiadelperu.com.ar/lagalgada.htm.
10. Edward Moreno, "Chris You Were Late!" – parte 2, www.discovernikkei.org/en/journal/2010/2/5/3277.
11. Inca Origins, p. 231.
12. Mark Rose, "Early Andean metalworking", Archaeology, v. 52, n° 1, 1999, www.archaeology.org/9901/newsbriefs/andean.html; M. Aldenderfer, N.M. Craig, R.J. Speakman y R. Popelka-Filcoff, "Four-thousand-year-old gold artifacts from the Lake Titicaca basin, southern Peru", Proc. Natl. Acad. Sci. USA, v. 105, n° 13, 2008, p. 5002-5, www.pnas.org/content/105/13/5002.full.
13. W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Small artifacts – bone, stone, metal artifacts, prints, high-technology, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2003, p. 247-54.
14. Ibídem, p. 258-60; David Hatcher Childress, Technology of the Gods: The incredible sciences of the ancients, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 2000, p. 27-30.
15. Enrico Mattievich, Journey to the Mythological Inferno: America’s discovery by the ancient Greeks, Denver, CO: Rogem Press, 2010.
16. Ibídem, p. 62-70.
17. Archeological Anomalies: Small artifacts, p. 31-4; Peter James y Nick Thorpe, Ancient Inventions, New York: Ballantine Books, 1994, p. 24-33; Voyages of the Pyramid Builders, p. 116; Richard Rudgley, Lost Civilisations of the Stone Age, London: Century, 1988, p. 126-37.
18. http://lastdaysoftheincas.com/wordpress/?p=128.
19. Inca Origins, p. 190.
20. H.P. Blavatsky, "A Land of Mystery", en H.P. Blavatsky Theosophical Articles, vol. 3, Theosophy Company, Los Angeles, 1981 (2018).
21. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:339.
22. Inca Origins, p. 105, 350-1, 517, 605-7.
23. www.exoticindiaart.com/product/EY48; Inca Origins, p. 178.
24. W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Graphic artifacts I – coins, calendars, geoforms, maps, quipus, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2005, p. 33-9; Inca Origins, p. 342-5.
25.http://en.wikipedia.org/wiki/File:Potosi_D%C3%A9cembre_2007_-_La_Moneda_2.jpg.
26. "América Precolombina", sección 4.
27. Voyages of the Pyramid Builders, p. 115-16, 178-9.
28. Harold T. Wilkins, Secret Cities of Old South America, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 1998 (1952), p. 87-94, 104-5, 112, 150, 166, 228, 232, 237-46, 253-5; Harold T. Wilkins, Mysteries of Ancient South America, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 2005 (1947), p. 47-53, 58-60, 64-7, 94-5, 116-17, 120-1; Col. P.H. Fawcett, Exploration Fawcett, London: Century, 1988 (1953), p. 67, 83, 115, 245-6, 270.
29. Secret Cities of Old South America, p. 88, 150.
30. Igor Witkowski, Axis of the World: The search for the oldest American civilization, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 2008, p. 165.
31. Inca Origins, p. 401.
32. Mysteries of Ancient South America, p. 110-11.
33. Voyages of the Pyramid Builders, p. 117-23.
34. Secret Cities of Old South America, p. 93-8.