29 de enero de 2022

Medicina, epidemias y vacunas


Una gran mayoría de personas sabe que existen numerosas opiniones sobre la actual pandemia de coronavirus. En un extremo están los que nunca cuestionan a las “autoridades” médicas y los políticos, y en el otro tenemos a quienes insisten en que "todo es un engaño", "no existe tal virus", "los hospitales permanecen vacíos" y "hay una gran conspiración nefasta" diseñada para "esclavizar a la humanidad". En el medio vemos otra variedad de ideas y reacciones, de las cuales algunas suenan más sensatas y plausibles que otras.

El objetivo de este artículo no es convencer a nadie sobre nada. Hay teósofos en todos los matices del espectro mencionado anteriormente, y la persona que concibió esta publicación no pretende detentar “la verdad completa” sobre el Covid-19. Cualquier estudiante teosófico serio seguramente reconoce que sólo los Maestros de Sabiduría son propensos a conocer la certeza plena en todos los niveles, incluyendo las causas tras ello y además todas las fuerzas implicadas. Huelga decir que Ellos no están "desclasificando" nada para las audiencias, pues por una parte lo real es a menudo más extraño que la ficción, y por otra quizá casi nadie les creería, incluso si hablaran.


La Luz Astral, un radiador de epidemias

El cometido de esta entrega es presentar información de la Teosofía Original y relacionada en modo general con el tema, comenzando con un extracto de la entrada para “Luz Astral” en “The Theosophical Glossary” por H.P. Blavatsky (p. 38, negritas añadidas):

La región invisible que rodea nuestro globo, como en todos los demás, y corresponde como segundo Principio del Kosmos (siendo el tercero la Vida, de la cual es vehículo) al Linga Sharira o Doble Astral en el ser humano. Es una Esencia sutil visible sólo para un ojo clarividente, y uno de los Siete Principios Akásicos o Kósmicos más bajos (es decir, el terrenal). Eliphas Lévi lo llama la 'Gran Serpiente' y el 'Dragón' que irradia sobre la Humanidad toda influencia maligna. Añadimos que la Luz Astral no emite nada más sino lo que ha recibido; es el gran crisol terrestre donde se convierten en su esencia más sutil e irradian intensificadas de vuelta todas las viles emanaciones terrestres (morales y tangibles) de que se alimenta la Luz Astral, transformándose en epidemias morales, psíquicas y físicas".

Todas las enseñanzas teosóficas mencionan dicha luz astral, también llamada plano astral. En la página 60 del folleto "Ecos de Oriente", William Q. Judge escribe:

“Probablemente en todo el campo del estudio teosófico no exista nada tan interesante como la luz astral (...) Mediante el conocimiento de sus propiedades, dicen que se cumplen todos los maravillosos fenómenos de los yoguis orientales. También se afirma que fenómenos tales como clarividencia, clariaudiencia, mediumnidad y videncia -tal como se conocen en el mundo occidental- son posibles sólo a través de sus medios. Es el registro de nuestros pensamientos y acciones, la gran galería pictórica de la Tierra donde el vidente siempre puede contemplar cualquier evento que haya sucedido, así como los venideros".

El capítulo titulado “Some Mysteries of Nature” por Helena Blavatsky, en el primer volumen de su primera obra “Isis Develada”, reseña esta descripción memorable: “Con qué frecuencia los poderosos clarividentes y adeptos del mesmerismo han descrito las epidemias (...) pues su visión lúcida las captó en la luz astral. Afirman que las 'ondas eléctricas' estaban en violenta perturbación y distinguieron un vínculo directo entre esa anormalidad etérica y la epidemia mental o física que entonces se precipitaba” (vol. 1, p. 278).

Su escrito "Karmic Visions" (del cual se puede leer aquí un resumen) demuestra que los eventos mundiales de importancia, como las guerras Primera y Segunda, pueden ser percibidos y descritos con precisión hasta 50 años antes o más de que comiencen en el plano físico y que, en el caso de esos conflictos, algunas de las principales causas kármicas se pusieron en movimiento hace 1.500 años. Por lo tanto, no sería descabellado imaginar que la presente situación pandémica tenga sus bases reales en un pasado distante y no sea novedosa. No estamos en condiciones de afirmar que este sea el caso y sólo sugerimos su posibilidad

En "La Doctrina Secreta" Blavatsky llama a la luz astral "el Karma de la humanidad"; de este modo, es imposible comprender ese principio y especialmente el de tipo planetario a menos que se asimile la relevancia del plano astral.

"(...) para la humanidad, la Luz Astral se convierte simplemente en los efectos de las causas producidas por los individuos en su vida pecadora. No producen el Bien o Mal sus resplandecientes moradores, ya sea que se llamen Espíritus de Luz o Tinieblas, sino los propios humanos que determinan la acción y reacción inevitables en el gran agente mágico (...) En sus unidades, la humanidad puede dominar los efectos, pero sólo por la beatitud de sus vidas y al producir buenas causas (...) la Luz Astral (...) es el Karma de nuestra especie" (vol. 2, p. 512, 513).


Robert Crosbie sobre la susceptibilidad a las epidemias

Naturalmente, el tópico de la luz astral también es abordado por Robert Crosbie, fundador de la Logia Unida de Teósofos, en el artículo "Susceptibility to Epidemics" publicado póstumamente, el cual nunca se difundió por ningún medio hasta ahora tras haberse encontrado en un número antiguo (marzo de 1932) de la revista “Theosophy”, producida por la L.U.T. Sin ser adscrito a Crosbie, se hizo conocido a modo de un diálogo ficticio presentado en una edición de dicha revista durante 1918, y al parecer fue compuesto originalmente por él como una carta a uno o más colegas; luego se insertó en el relato de ese año y finalmente volvió a difundirse en "Theosophy" con el nombre adjunto de su autor tras fallecer.

Contextualizándose en 1918, fue redactado de la siguiente forma durante el primer año de la llamada “influenza española” y podemos ver que ciertamente no sugirió que la pandemia fuese un "engaño", pero sí ofrece algunas perspectivas valiosas:

“Como estudiantes teosóficos, debemos considerar los diversos campos en que los efectos se observan y experimentan. Estos ámbitos son el cuerpo y sus circunstancias, la mente y el intelecto, y los planos psíquico y astral. Por lo común, las facultades de medicina no tratan las enfermedades desde ningún otro punto de vista que el físico, y por ende sólo pueden aplicar remedios paliativos en el mejor de los casos, sin destruir las causas. Las academias de curación mental ignoran el terreno material y confían en modos prescritos de pensamiento, dando por sentado que el plano mental es el asiento de la causalidad.

Hasta ahora, ninguno de esos múltiples colectivos se ha percatado de que el individuo no es su cuerpo, ni su mente ni circunstancias, sino el Pensador interno quien por su ignorancia y deseos causa todo dolor, sufrimiento y enfermedad que experimenta. De esta suerte, cada persona sufre en cualquier evento a causa de móviles generados por sí misma, así como los motivos generados por ella y en común con otros. Todo esto permanece bajo la ley del Karma o 'siembra y cosecha'. El Pensador o humano real es experimentador de los diversos efectos producidos ya sean psíquicos, mentales o tangibles.

La Teosofía muestra que existe un estado de sustancia sutil -o 'envoltura' por así decirlo- que rodea nuestro planeta al igual que otros, el cual recibe y contiene emanaciones morales/físicas planetarias y de sus habitantes; todas ellas se convierten en su esencia más sutil y son emitidas de regreso deviniendo epidemias de tipo moral, psíquico y físico. Las personas sujetas a éstas o cualquier enfermedad son las mismas que participaron en su producción, ya sea en esta vida o una anterior.

Teniendo en cuenta estos hechos, sería difícil e incorrecto asumir que el miedo en sí mismo es un origen predisponente pues se encontrará, pienso, que son superados por las pandemias muchos temerosos y los que no tienen aprensión alguna. El miedo surge de la duda y la ignorancia, y es posible que quienes experimentan pavor ante pestilencias o epidemias tengan una percepción psíquica de su responsabilidad ante la ley. Una vez más, aquéllos que no tienen ningún miedo depositan por completo su confianza en una supuesta 'inmunidad corporal'; sin embargo, la ley funciona sin importar el temor o su ausencia.

Otro ángulo de la cuestión radica en el hecho de que cada ser humano contiene en germen todos los defectos que existen en cualquier parte de la especie, cualquiera de los cuales puede entrar en actividad bajo condiciones favorables; en esto, la imaginación o el poder creativo de imágenes del Pensador en un momento dado pueden fertilizar un germen que de otra manera permanecería latente. Cuando estudiamos la incógnita desde todas las aristas, no estaremos dispuestos a depositar nuestra confianza en frases, sino más bien en la inexorable ley de nuestro propio ser que, sin importar lo que pensemos, deseemos o sintamos en el presente, nos traerá bienestar o desgracia como los hemos ganado. Por lo tanto y al confiar en ello realmente no tememos a nada, sino aceptamos lo que viene como nuestro justo mérito".

En el mencionado texto vemos a Crosbie enfatizando que de hecho son falsas las ideas como “si no le temes, no te llegará” o “si tienes miedo de algo te hace más susceptible a ello”. La Teosofía enseña que todo procede de acuerdo con la Ley del Karma. Si es merecimiento de alguien sucumbir a cualquier patología, no lo mantendrán bien ni todo el pensamiento positivo u optimismo confiado que hayan en el mundo. Del mismo modo, si caer enfermo de algo no es Karma de esa persona, no sucederá incluso si tiene miedo y preocupación sobre ello constantemente. Por supuesto, siempre es mejor tener una actitud realista y valiente hacia la vida, pero debemos darnos cuenta de que eso no constituye protección mágica contra las circunstancias malas o dolorosas que se nos presentan.

Cuando comprendemos y aceptamos la Ley de Karma como realidad -el principio universal e infalible de causa/efecto, acción/reacción o secuencia/consecuencia-, naturalmente se adopta una mejor actitud y nos deshacemos del miedo, porque entonces vemos que en verdad nunca existe injusticia, sino siempre equidad perfecta, y que los eventos siempre llegan exactamente en la forma debida para aprender lecciones y evolucionar en consecuencia. Pero siempre depende de nosotros si estamos dispuestos a asimilar la moraleja que trae escondida.

"Sábete que ningún esfuerzo y por más pequeño que sea, ora en la dirección correcta o incorrecta, puede desaparecer del mundo de las causas, e incluso la estela del humo no se desvanece sin dejar rastro. 'Una palabra dura pronunciada en vidas pasadas no se destruye, sino que vuelve a aparecer'. La planta de pimiento no dará rosas, ni saldrán cardos o espinas de la estrella argéntea en el dulce jasmín.

En este 'día' puedes crear tus oportunidades para el 'mañana'. En el 'Gran Viaje' las causas sembradas a cada hora producen su cosecha de efectos, pues una rígida Justicia gobierna el mundo. Con un gran alcance de acción que nunca yerra, trae a los mortales vidas de bien o aflicción, la progenie kármica de todos nuestros pensamientos y acciones anteriores" (edición original para “La Voz del Silencio”, p. 34, traducido por H.P. Blavatsky del "Libro de los Preceptos Dorados").


Microbios y "vidas ardientes"

También existe un escrito titulado "Theosophy and Epidemics", relato periodístico de una charla en Nueva York hacia 1892 por William Judge. Se trata principalmente de las epidemias mentales y morales que se desarrollaban en EE.UU. para ese momento, y comienza con una breve mención sobre patologías físicas, incluido este comentario: "Ningún teósofo debiera negar que la ciencia tiene razón al decir que los microbios producen enfermedades y también las previenen". Se atribuye a Louis Pasteur haber resaltado la importancia de los microbios a nivel público, y si bien Blavatsky no siempre consideraba al investigador francés en buena forma, en ninguna parte la Teosofía niega el papel relevante que desempeñan dichas formas microscópicas; al contrario, arroja una luz importante sobre el tema y la interrelación entre esos componentes y lo que la Filosofía Esotérica llama “vidas ardientes”:

"Podría suponerse que estas 'vidas ardientes' y los microbios de la ciencia son idénticos, pero esto no es verdad. Las 'vidas ardientes' son la séptima y más alta subdivisión del plano de la materia, y corresponden en el individuo a la Vida Única del Universo, aunque sólo en ese nivel. Los microbios de la ciencia son la subdivisión primera y más baja del segundo ámbito, el de prana material (o vida). El cuerpo físico humano sufre un cambio completo de estructura cada siete años, y su destrucción y preservación se deben al trabajo alternativo de las vidas ardientes como 'destructores' y 'constructores'. Son de la segunda categoría al autosacrificarse en forma de vitalidad para restringir la influencia aniquiladora de los microbios, y al suministrar a éstos lo necesario, los obligan bajo esa restricción a edificar el cuerpo material y sus células. También son 'destructores' cuando se quita esa limitante, y al verse privados de su energía constructiva vital los microbios se liberan desenfrenados como agentes devastadores. Así, durante la primera mitad de la vida en una persona (los primeros cinco períodos de siete años cada uno), las 'vidas ardientes' están involucradas de modo indirecto en el proceso constructivo del cuerpo humano material; la vida está en una escala ascendente y la fuerza se usa en la formación y el aumento. Pasada esta etapa comienza la edad del retroceso, y habiendo agotado su ímpetu la obra de esas 'vidas ardientes', también comienza el trabajo destructivo y de disminución" (“La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 262-263).

De modo que los microbios, aunque pueden ser percibidos y examinados mediante instrumentos y técnicas avanzados de ciencia, en realidad no pertenecen al plano físico ni funcionan completamente en él, y se encuentran en el subplano físico del ámbito pránico, por lo que quizás podrían describirse como "parte físicos" y "parte pránicos". Se define Prana como la "vitalidad" o "fuerza" que mantiene vivo nuestro cuerpo, está presente en cada ser viviente y también todo el Cosmos, mientras que las "vidas ardientes" se hallan en el plano físico, pero en su respectivo subplano átmico. Entonces, el apartado anterior implica que ambos agentes existen en estratos o niveles inmediatamente vecinos entre sí.

Sin embargo, aunque no niega los microbios y su función, la Teosofía sugiere que en realidad no todas las enfermedades, epidemias o pandemias se deben a la injerencia de aquéllos. 


Blavatsky sobre el factor del ozono en las epidemias

Durante la época de H.P.B. hubo una pandemia sobre la que comentó en "The Last Song of the Swan", un artículo de febrero de 1890. Dicha enfermedad ahora se conoce generalmente como "influenza rusa" o en ocasiones "gripe asiática", cuyo período principal abarcó desde octubre de 1889 a diciembre de 1890, pero hubo recurrencias en varios puntos entre 1891 y 1895. En ese escrito se revelan algunos aspectos misteriosos e intrigantes:

"Todo esto es muy significativo. Una enfermedad epidémica, pero no contagiosa que actúa por todas partes, tanto en lugares limpios como inmundos, sanitarios e insalubres, por lo que evidentemente no necesita ningún centro de contagio desde donde partir; una epidemia que se propaga a la vez como corriente de aire abarcando países y zonas enteros del mundo, golpeando tanto al marino en medio del océano y al vástago real en su palacio, al miserable hambriento de otros Whitechapels del mundo, hundido y empapado con suciedad, y al aristócrata en su sanatorio de alta montaña (...) donde no se puede reprochar la falta de medidas sanitarias, tal afección no puede compararse con epidemias del tipo común y corriente, por ejemplo, como el cólera. Tampoco puede considerarse causada por parásitos o microbios de uno u otro tipo. Para demostrar la falacia de esta idea en su caso, la vieja y querida gripe atacó más salvajemente al propio Pasteur, el 'asesino de microbios', y a su multitud de asistentes. Por lo tanto, ¿acaso no parece que las causas que produjeron la gripe fueran más cósmicas que bacterianas, y deberían ser buscadas más bien en esos cambios anormales en nuestra atmósfera que casi han provocado confusión y trastornado las estaciones en todo el mundo durante los últimos años, que en cualquier otro aspecto?

No se afirma ahora por primera vez que todas las epidemias tan misteriosas como la actual influenza se deben a una exuberancia anormal de ozono en el aire. Varios médicos y químicos destacados han coincidido con los ocultistas hasta la fecha al admitir que el gas insípido, incoloro e inodoro conocido como oxígeno -'el sostén de la vida' para todo lo que vive y respira- a veces se mete en 'dificultades familiares' con sus 'colegas' y 'hermanos', cuando intenta sobrepasarlos en volumen y peso y se vuelve más denso de lo habitual. En resumen, el oxígeno se convierte en ozono, y eso probablemente explicaría los síntomas preliminares de la influenza. Al descender y extenderse por la Tierra con extraordinaria rapidez, el oxígeno produciría, por supuesto, una combustión aún mayor, y de ahí el terrible calor en el cuerpo del paciente y la parálisis de los pulmones bastante débiles (...) Es necesaria una cierta cantidad de ozono, dicen sabiamente [los científicos], para fines respiratorios y la circulación sanguínea. Por otra parte, 'demasiado ozono irrita los órganos respiratorios, y un exceso superior al 1% en el aire mata a quien lo inhala', lo cual procede en líneas bastante ocultas. 'El ozono real es el Elixir de la vida', dice el volumen 1 de La Doctrina Secreta, p. 144, segunda nota al pie. Dejemos que el lector compare lo anterior con lo que encontrará declarado en el mismo trabajo sobre el oxígeno, considerado desde el punto de vista hermético y oculto (p. 113-114, Vol. II) y podrá comprender mejor lo que algunos teósofos piensan de la actual influenza.

De ello se deduce que el corresponsal con inclinaciones místicas que escribió en Novoyé Vremya [un periódico ruso] (...) dando buenos consejos sobre el tema de la gripe, justo apareció y sabía de lo que estaba hablando. Resumiendo la idea, afirmó:

'(...) Así, se torna evidente que las causas reales de esta propagación simultánea de la epidemia por todo el Imperio, bajo los más variados contextos meteorológicos y cambios climáticos, deben rastrearse en otros lugares que no sean las insatisfactorias condiciones higiénicas y sanitarias (...) La búsqueda de las causas que generaron la pestilencia y su diseminación no es competencia exclusiva de los médicos, sino que sería la misión de meteorólogos, astrónomos, físicos y naturalistas en conjunto, separados oficial y sustancialmente de aquéllos'.

Esto provocó una tormenta profesional. La modesta sugerencia fue tabú y ridiculizada, y una vez más un país asiático -China, en esta ocasión- fue sacrificado como chivo expiatorio por el pecado de FOHAT [término tibetano usado en Teosofía para la electricidad cósmica] y su progenie demasiado activa".

De este modo, parece bastante claro que la autora sostiene que la llamada gripe "rusa" o "asiática" no es transmisible de persona a persona, sino que las afecta "desde arriba", es decir, por motivo de condiciones atmosféricas y más específicamente a los efectos causados por superávit de ozono. Eso es muy interesante, pero no está claro hasta qué punto se puede aplicar a la situación del coronavirus en pleno 2020. Blavatsky escribe que "todas las epidemias tan misteriosas como la actual influenza se producen por exuberancia anormal de ozono en el aire", pero la pregunta es: ¿el Covid-19 cuenta como pandemia "enigmática", cuando su causa aparentemente se remonta a un laboratorio de Wuhan, su mercado o ambos? Quizás sea el caso, pues por el momento nadie ha podido demostrar con certeza dónde y cuándo comenzó.

Se sabe que el coronavirus no es una forma de influenza ni se describe como tal, pero también se sospecha cada vez más desde 2005 que la "gripe rusa" puede no haber estado en aquella categoría después de todo, y en su lugar constituiría una modalidad anterior de coronavirus. En 2020, investigadores daneses describieron los síntomas del Covid como "asombrosamente similares" a los del brote 1889-1890.

Sin embargo y a falta de conocimiento o prueba definitivos, parece temerario y prematuro ignorar todas las precauciones de higiene y distanciamiento social por una suposición no verificable de que nuestra situación actual debe ser automáticamente la misma que lo mencionado por Blavatsky. Debemos permanecer cautelosos, pero también con la mente abierta en cuanto al rol potencial que desempeña el factor ozono. Por cierto, en el Reino Unido la segunda ola de esa pandemia -mayo a junio de 1891- fue lo que provocó el deceso de Helena, quien estuvo en Londres durante los últimos años de su vida.


Medicina homeopática y convencional

Ciertas personas con inclinaciones espirituales parecen pensar que la "medicina alternativa" es el único tipo "correcto", pero este no es el enfoque teosófico.

Si bien los asuntos sobre salud física, curación y medicina no se abordan ampliamente en la literatura homónima, sí se discuten y encontramos que el quid de dicha posición es el mejor y más prudente al sugerir tanto medicación y tratamiento naturales como alopáticos según sea necesario. Originalmente el segundo de esos términos fue una expresión despectiva acuñada por Samuel Hahnemann, considerado fundador de la homeopatía.

En un artículo titulado "The Bugbears of Science", Helena Blavatsky señala:

“Para un observador imparcial, resulta evidente que ambas partes deben ser reprendidas: los homeópatas, por su total rechazo a los métodos alopáticos, y a sus adversarios por cerrar los ojos ante los hechos y su imperdonable negación a priori de lo que les agrada considerar sin verificación como 'charlatanería' e 'imposición'. Es evidente que ambos procedimientos se encontrarán felizmente combinados en un futuro no lejano en la práctica de la medicina".

Hoy por hoy la homeopatía no se involucra en un "rechazo total de las modalidades alopáticas", pero esta fue la postura de Hahnemann y la mayoría de los primeros especialistas, quienes pensaban que su trabajo sólo podía ser verdaderamente efectivo cuando el paciente descartaba todo remedio ortodoxo. Algunos practicantes de lo que ahora se conoce como “homeopatía clásica” todavía lo creen, pero son menos estridentes al respecto.

Vemos que H.P.B. presenta el ideal como una síntesis de praxis natural y tradicionalista. En algunas partes del mundo, especialmente India, ello es bastante común e incluso en Reino Unido fue relativamente bien acogido por el Servicio Nacional de Salud hasta la última década, cuando se aceptaron como "autoritarias" las críticas basadas en un fracaso o una falta deliberada de voluntad para comprender las características inusuales de la homeopatía y sus técnicas bastante ocultas. Varios documentales recientes presentan a científicos respetados quienes cuentan cómo sus experimentos muestran que la homeopatía es una ciencia con bases legítimas y reales, no un mero placebo o engaño. En este vínculo puede consultarse como buen ejemplo el metraje francés titulado “Homeopathy: Another Way”.

Resumiendo, el proceso cuidadoso de dilución y agitación repetidas de la materia prima original -que puede tener origen vegetal, mineral o animal- hace que el remedio homeopático consista en la esencia/firma electromagnética o antetipo energético del componente, a pesar de que su parte física y detectable ya no está presente.

Entonces, en lugar de ser sólo "píldoras azucaradas" -como muchos materialistas y pseudoescépticos con anteojeras se deleitan en llamarlas-, la medicina natural sí contiene algo real y potente. El mencionado sistema dilutivo/sucusivo se conoce en esta disciplina como potenciación, es decir, que cuanto más se realiza, más fuerte y poderoso se vuelve el remedio. Quienquiera que tenga suficiente apertura mental puede revisar el enlace ya provisto y prestar especial atención al profesor Marc Henry, quien demuestra del modo más objetivo y fotográfico posible -y con tecnología científica actual- que esa homeopatía realmente funciona de la manera que venimos de describir, aunque pueda sonar como “charlatanería” y “pseudociencia” para los "respetables" que "jamás se equivocan".

Como estudiantes de Teosofía, por lo tanto, concluiríamos que la homeopatía funciona al tener efecto en el nivel sutil y electromagnético del cuerpo, tal vez incluso en el Linga Sharira -cuerpo o doble astral-, y luego ocurren los cambios curativos de adentro hacia fuera, desde los niveles electromagnéticos sutiles hasta la forma material, lo que hace que el sistema se restablezca a sí mismo.

Pero como cualquier forma de medicina, la homeopatía es seria y si uno decide seguir autotratamiento en vez de consultar un naturista profesional, debe estar preparado para invertir mucho tiempo y esfuerzo con objeto de aprender los principios para limitar la probabilidad de cometer errores y encontrar las soluciones adecuadas a su propia constitución orgánica. No está garantizado ni es "probable" que el remedio natural para una persona funcione respecto a la misma patología en otro individuo, pues el enfoque de "talla única" en medicina convencional rara vez se aplica a su opuesto, que tiene como objetivo tratar la mala salud de modo mucho más profundo y fundamental.

Sin embargo, eso no significa que se deba aceptar a cualquier homeópata o todo concepto y fármaco homónimo, porque Blavatsky también dice: "Creemos tanto en la astrología como en el mesmerismo y la homeopatía. Los tres son hechos y verdades cuando se consideran ciencias, pero no puede decirse lo mismo de todos los astrólogos, de todo mesmerista o todo homeópata" (artículo "Horoscopes and Astrology").

Siempre debemos hacer nuestra propia indagatoria y ejercer discriminación. Algunos teósofos mencionan que H.P.B. alentó a las filiales indias de la Sociedad Teosófica a instalar consultorios homeopáticos gratuitos, pero cuando se "escarba" más vemos que éstos brindaban no sólo medicamentos de ese tipo, sino más bien "homeopáticos y alopáticos” como ella explica en su artículo “What Good Has Theosophy Done in India?” 

Aparte de la homeopatía, en los últimos decenios hemos asistido a una combinación más amplia de metodología alternativa y convencional, quizá mejor ejemplificada en sistemas tan populares como la Medicina Integrativa y Funcional; por desgracia, los costos asociados innecesariamente altos prohíben que muchas personas accedan a ellas.

Si bien la arista ortodoxa o “alopática” puede ser innegablemente imperfecta, nunca debiera dirigirse ninguna crítica a quienes la eligen o incluso la prefieran a otros tipos más holísticos. En un escrito llamado "The Empty Vessel Makes The Greatest Sound" Blavatsky señala:

“La inquietud principal con ella [una defensora de la Ciencia Cristiana] es '¿por qué los teósofos prominentes -o algunos de ellos- usan la medicina para curar enfermedades?' Creemos que todos los teósofos tienen derecho a hacerlo o no, ya que la Teosofía no es un sistema de dieta, o aquello que simplemente se destina a ayudar nuestros cuerpos, sino que constituye un saber metafísico y ético destinado a producir entre los humanos un pensamiento correcto, seguido de acciones (...) No tenemos ninguna objeción respecto a que alguien se cure de la forma que crea conveniente (...) los teósofos conceden a todos el derecho a usar o prescindir de la medicina y reclaman para sí mismos privilegios similares. No se entrometen en la libertad de pensamiento de otros y exigen la misma independencia para ellos (...) Los 'teósofos prominentes' emplean la medicina debido a algunas implicaciones del Karma en sus vidas y sus propiedades ocultas (...) Preferimos dejar que [el karma físico] se desarrolle naturalmente a través de nuestra parte material y expulsarlo con rapidez si podemos, incluso con remedios minerales".

De modo similar y quizá más mecanicista de lo que algunos teósofos esperarían, Robert Crosbie sostuvo: “Entonces, dado que la curación se produce en muchas maneras, está claro que ni el hecho de la mejoría, ni ningún número de testimonios, tienen valor como evidencia de que cualquiera de estos sistemas restaurativos es el verdadero (...) El cuerpo es una máquina que representa los efectos de las causas puestas en marcha, ya sea de forma consciente o ignorante. Debemos admitir que al ser una máquina -o instrumento formado a partir de materia térrea- se puede mantener en equilibrio restaurando los elementos que le faltan (...) El hecho de que ningún método específico representa una panacea debería mostrar que existen distintos tipos de enfermedades; algunas resultado de malos hábitos, falta de ejercicio, alimentación deficiente e incumplimiento de leyes higiénicas ordinarias; otros son padecimientos nerviosos, el efecto de formas incorrectas de pensar o preocupaciones de diversa índole. También hay dolencias mecánicas y orgánicas, en que ciertos órganos se han visto afectados hasta tal punto que no pueden responder a la acción normal de acuerdo con los demás componentes. Dichas partes están formadas por la materia de los tres reinos inferiores -mineral, vegetal y animal-, extraída de los alimentos ingeridos y transmutada en los órganos. En consecuencia, cuando se descubre que falta cierto tipo de elemento, se puede agregar algo de naturaleza material que, en la mayoría de los casos, devolverá por sí misma al órgano a su condición natural. Y por supuesto, las patologías causadas por hábitos incorrectos se sanan corrigiendo esas tendencias" (artículo "Mental Healing and Hypnosis").

Crosbie también aconsejaba a los estudiantes de Teosofía: “No desprecien la atención médica si surgiera alguna necesidad. Judge buscó esa ayuda cuando era menester, dejando al médico el cuidado de la inadaptación" ("The Friendly Philosopher", p. 21-22). Helena Blavatsky también contaba con un galeno convencional, a quien permitió que la tratara con remedios formales de aquella época.

William Q. Judge escribió en numerosos artículos como "Of Metaphysical Healing" y "The Cure of Diseases" que los medicamentos, tanto alopáticos como naturales, deberían ser fácilmente empleados por teósofos y cualquier persona siempre que sea necesario.

En el primero de ellos Judge refiere positivamente al misterioso Conde Cesare Mattei (1809-1896), fundador de un sistema llamado electrohomeopatía que en ese momento era muy conocido y de gran éxito en su eficacia, pero hoy apenas se habla de ello o practica quizás en parte porque se cree que muchos de sus secretos clave se perdieron con la muerte del Conde. Hacia 1888 Henry Olcott -otro fundador principal de la Sociedad Teosófica- viajó para encontrarse con Mattei en Italia, pero se sabe poco sobre esto, aunque en 2020 se publicó un libro de formato electrónico llamado "L'Esoterismo del Conte Cesare Mattei".

Lo que se dijo con anterioridad de que el pensamiento positivo no impide el desarrollo del Karma también es cierto para los tratamientos médicos, cualquiera sea su clase; así, que hayamos hablado positivamente de la homeopatía no significa que siempre funcione en toda persona, circunstancia o condición.

La Ley de Karma es el destino creado por uno mismo, y en “La Clave de la Teosofía” H.P.B. afirma que todos tenemos un "fardo" en la vida, es decir, una asignación de contextos y eventos con destino kármico. Para algunos de nosotros eso puede incluir enfermedades crónicas o a largo plazo de varios tipos, y si tenemos una dolencia que no mejora ni desaparece, y sin importar lo que hagamos o intentemos, podemos encontrar consuelo en nuestra comprensión del Karma y estando conscientes de que siempre funciona para nuestro beneficio final. Judge también aclara:

“Lamento mucho saber que su salud no es buena. En respuesta a su pregunta: No se espera un cuerpo sano, porque nuestra especie no es sólida en todas partes. Es el karma. Por supuesto, una posición mental y moral correcta traerá por fin un cuerpo saludable, pero el proceso puede implicar enfermedad y a menudo así sucede. Por tanto, la dolencia puede ser una bendición en dos planos: (1) el mental y moral, al expandir la naturaleza, y (2) el físico, como descarga en este plano de un padecimiento del ser interior" ("Letters That Have Helped Me", p. 120). 


La Teosofía y el conflicto sobre las vacunas

Las controversiales cintas "Vaxxed: From Cover-Up to Catastrophe" (2016) y "Vaxxed: The People's Truth" (2019) fueron dirigidas mayormente por el ex médico Andrew Wakefield, quien a fines de la década '90 denunció en Reino Unido que parecía existir fuerte evidencia de un nexo causal entre los niños que reciben la vacuna MMR (sarampión-paperas-rubeola) y el desarrollo de autismo regresivo.

Inicialmente los padres y médicos observaron que los infantes no presentaban signos de dicha condición y parecían saludables en ese aspecto, aunque luego se tornaron autistas por el resto de sus vidas. Al comienzo los hallazgos de Wakefield fueron aceptados, pero más tarde hubo un cambio repentino que finalmente resultó en que el Consejo Médico General le revocara su licencia profesional, además de sufrir tratos vejatorios por la institucionalidad. 

Desde entonces, a menudo se han hecho reiteradas garantías enfáticas y con tono de autoridad de que "no existe absolutamente ningún vínculo entre la vacuna MMR y el autismo", y por lo tanto la relación "aparentemente clara" en tantos miles de casos debe considerarse como "mera coincidencia" y "no requiere una mayor investigación". A partir de entonces los datos análogos han seguido siendo etiquetados como "pseudociencia", "charlatanería", "teoría de conspiración", etc. Andrew Wakefield está tan vilipendiado y "desmentido" por todo Internet que no es particularmente asombroso ni censurable que tantos insistan de forma automática en que “la conexión entre vacunas y autismo ha demostrado ser una peligrosa farsa."

Sin embargo y a pesar de todo esto, el hecho es que los sitios electrónicos oficiales del gobierno inglés afirman que existe un “pago por daños de inoculación” que pueden solicitar los padres de niños afectados. A la fecha ya se han cancelado cerca de £100.000.000, y si fueran completamente justos habrían desembolsado mucho más, pero hay reglas muy estrictas sobre qué tan dañada debe estar una persona antes que sea considerada digna de compensación. La página oficial del gobierno señala con toda claridad que la vacuna MMR puede provocar directamente discapacidades graves y de por vida... y no sólo esa medicación, sino también muchas otras

A continuación se incluye una captura de pantalla con su enlace para que los lectores comprueben lo anterior por sí mismos (clic para ampliar). 


Quizá la mayor sinvergüenzura en ese contexto es que el mismo sitio (gov.uk) dice en otro de sus apartados: "Es importante recordar la fuerte evidencia sobre la seguridad y eficacia de la vacuna MMR", y también el Servicio Nacional de Salud británico tiene una página titulada “¿Por qué la vacunación es segura e importante?” la cual advierte: “Tenga en cuenta que las historias de anti-inoculaciones se propagan mediante redes sociales. Es posible que no se fundamenten en probanza científica y podrían poner a su hijo en riesgo de una enfermedad grave", añadiendo que "todas las vacunas se prueban minuciosamente para asegurarse de que serán inocuas para usted y sus hijos". Y como era de esperar, estas páginas no mencionan el sitio de “pagos por daños” operado por el mismo gobierno.

En EE.UU. se sabe que el Programa Nacional de Compensación para Lesiones por Vacunas ha pagado más de £4 MIL MILLONES en las últimas décadas. ¿Y de dónde vienen todas esas cantidades estratosféricas? Ciertamente no de las compañías farmacéuticas que fabrican vacunas y poseen los derechos, pues han establecido acuerdos con los gobiernos para asegurarse de que son financieramente inmunes a tales sanciones. Sí, adivinó bien: el dinero compensatorio proviene de nosotros, los contribuyentes.

Por desgracia, el llamado movimiento “anti-vacunas” y varios "referentes" del duopolio se han politizado a niveles monstruosos durante el último año o más, en especial mediante RR.SS., y optaron por aliarse con el extremismo ideológico, la intransigencia religiosa, los grupos racistas que responsabilizan a determinadas comunidades por la pandemia y muchos personajes controvertidos. Aunque la política de cualquier tipo juega un papel importante en la legislación relacionada con vacunas, es lamentable que una causa noble y humanitaria se ideologice a tal nivel que termine alejando a muchas personas comprensivas, pero no comparten la misma postura expresada por sus principales rostros o "influenciadores". Idealmente esos enfoques deben ser apartidistas en su totalidad, tal y como se supondría del Movimiento Teosófico.

Pero ¿qué dice la Teosofía sobre este tema cada vez relevante? William Judge y Robert Crosbie no escribieron nada al respecto, pero según sabemos H.P. Blavatsky lo mencionó por escrito en sólo tres ocasiones. La más conocida es su artículo "Does Vaccination Prevent Smallpox?", publicado originalmente en "The Theosophist" para marzo de 1881.

Sin embargo, en dicho ensayo no se expresa ningún punto de vista, ni explicación o crítica sobre el tema, y así el título de aquél formula una pregunta abierta. A buen seguro no se puede decir que sea un manifiesto a favor de la vacunación, pero tampoco está en contra. Probablemente el nombre se basa en que, a inicios del decenio de 1880, millones de personas en todo el mundo contrajeron viruela y murieron a pesar de haber sido inoculadas, bajo la promesa de que serían inmunes.

En septiembre de 1882 una sección de reseñas de publicaciones en el hebdomadario "The Theosophist" incluía acápites por H.P.B. sobre la revista mensual "The Vaccination Inquirer and Health Review", divulgadas por The London Society for the Abolition of Compulsory Vaccination. Calificándola de edición "intrépida", la autora comenta con aprecio: "Hace todo lo posible para incomodar las ilusiones de la medicina ortodoxa y exponer la charlatanería legal de sus practicantes", y luego cuestiona sus métodos agregando: "¡Ojalá nuestros grandes innovadores pudieran 'inocular' algunas gotas de buen sentido común en ellos mismos, antes de proponer 'vacunar' en el sistema humano más enfermedades de la que ya es heredero!" Aquí se hace evidente que la Mensajera y Representante de los Mahatmas no apoyaba las vacunas.

Y finalmente, en octubre de 1889 con "An Open Letter To The Readers of Lucifer and All True Theosophists", aparecido en la revista homónima (clic aquí para una explicación de lo que realmente significa el término "Lucifer" en esoterismo), Helena menciona muy brevemente “la inoculación de un virus, con sus [???] efectos venenosos sobre las generaciones futuras”. Al no haber más detalles, este extracto ambiguo podría significar que el virus como tal es responsable, o bien que inyectar un patógeno es lo que realmente produce tales consecuencias. 

También ella sostuvo lo que sigue respecto al uso médico del mercurio que todavía hoy compone ciertas vacunas: 

“Estamos totalmente preparados para oponernos a las declaraciones (...) que es el mercurio o azogue lo que usaban yoguis y alquimistas (...) Paracelso, los alquimistas y otros místicos se referían al mercurius vitae, el espíritu viviente o aura de la plata, no el argent vive [concepto alquímico para ese metal]; y esta aura ciertamente no es el mercurio conocido por nuestros médicos y farmacéuticos. No cabe duda sobre el total error en imputar que Paracelso introdujo mercurio en la praxis médica. Ningún mercurio puede restaurar el cuerpo a una salud perfecta, ya sea preparado por un filósofo ígneo medieval o un autoproclamado galeno contemporáneo. Sólo un charlatán absoluto consumirá tal remedio" (“Isis Develada”, vol. 2, p. 621).

Fue en el siglo XX cuando con frecuencia los teósofos comenzaron a expresar fuertes admoniciones sobre la inmunidad artificial, aparecidas principalmente en “Theosophy” y “The Theosophical Movement”, dos revistas mensuales editadas por la Logia Unida de Teósofos en Estados Unidos e India, respectivamente. La declaración de dicho colectivo siempre ha sido "difundir las Enseñanzas (...) según lo registrado en los escritos de H.P. Blavatsky y William Q. Judge", pero como hemos visto, éste último no enunció nada al respecto y los únicos comentarios claramente negativos de Blavatsky fueron algunas breves oraciones en una reseña bibliográfica bastante oscura.

Con todo lo anterior en mente y tomando las enseñanzas teosóficas en su conjunto como base para pensamiento y obra, la L.U.T. divulgó numerosos textos contra la vacunación por algunos de sus asociados. El tono y contenido de los mismos dejaron en claro que los individuos más influyentes de este grupo se oponían a toda vacuna y en toda circunstancia. No fue hasta finales de la década '60 que se adoptó más tolerancia en el tema, pero el mensaje principal siguió siendo el mismo. Curiosamente, ese trasfondo también expresa muchos puntos clave en los movimientos anti-vacunación de hoy, y en efecto los documentales “Vaxxed” se hacen eco de aquéllo.

Algunos asociados de la L.U.T. han insistido a lo largo de los años que "todos los verdaderos teósofos son contrarios a la inoculación" y pueden verse indicios en algunas de las siguientes citas, pero esto es incorrecto e injustificado, ya que no se espera que ningún teósofo crea o acepte cualquier cosa, y mucho menos en un tópico respecto del cual los Mahatmas guardan completo silencio.

Hay algunos estudiantes serios y asociados en dicho grupo que son principalmente pro-vacunas y eso debe respetarse. Sin embargo, según nuestra experiencia buena parte de sus miembros es antagónica o "cautelosa", en parte porque todo el modo de funcionamiento parece contrariar los principios teosóficos humanos y naturales, y por lo que se ha develado sobre las consecuencias de la vacunación durante los últimos 25 años.


La L.U.T. sobre las vacunas

“Por lo tanto, se vuelve muy importante considerar desapasionadamente cualquier evidencia disponible. El problema es vital para el individuo y la especie, y no puede resolverse para un bien duradero mientras exista un espíritu partidista en ambos lados" ("Immunization: A Questionable Practice", una versión anterior de "Health and Therapy" titulado "The Laws of Healing: Physical and Metaphysical").

"Desde el panorama tecnomédico, es difícil para el público ignorante creer que la profesión curativa en general podría defender la inmunización por vacunas si fuera 'una superstición grotesca' o un 'truco empírico asombroso' como la han llamado el eminente doctor Charles Creighton y George Bernard Shaw. La persona promedio 'adivina' que la 'opinión científica' es más confiable que el parecer de una minoría llamada 'anti', no importa cuán honesta e inteligente sea. Accede pasivamente a la vacunación y la acepta por la autoridad médica sin molestarse en investigar el asunto a favor o en contra, y esto a pesar de saber que los remedios de una generación de médicos a menudo se convierten en el hazmerreír de la siguiente. Pero la vacunación ya no es una mera cuestión médica; tiene una importancia política y social cada vez mayor que implica tanto a la libertad individual como la salud nacional. Cuanto más profundamente se investiga la historia y los resultados de la vacunación, es más evidente que su modo de actuar -parafraseando a Lucretia Mott- ha sido aceptado sobre la 'verdad de la autoridad' y no la 'autoridad de la Verdad'. Y cuando tras un análisis las personas del más alto calibre mental se ven obligadas a concluir que 'es un delito la imposición penal para vacunarse', todos los laicos concienzudos deberían conocer al menos ambos lados (...)". 

“En cuanto a la teoría de inmunización, tiene un gran atractivo inicial; si se acepta su base hipotética, sus elementos son muy simples y se prestan al tipo de lógica que entiende la persona promedio. Ni su estudio ni aplicación requieren mucha creatividad o pensamiento analítico y, estando avalada esa práctica por la profesión galena, se descartan las anomalías en las estadísticas que la abordan.

Además, aunque muchos médicos -sin duda ignorantes de los hechos- son sinceros respecto a su creencia en la vacunación y no están únicamente influenciados por el deseo de lucro personal, es significativo que la agitación a favor de inocular obligatoriamente emana sobre todo de aquéllos que administran o fabrican vacunas. Se puede dudar que las publicaciones contra ellas sean leídas por muchos médicos o legos que aún no las cuestionan, y la prensa general suele estar cerrada a informes que se oponen al consenso de la opinión médica ortodoxa".

“Sin embargo, en realidad la profesión médica tiene dos opiniones sobre el asunto, no una. Una buena parte sigue estando a favor, pero eso no le hace bien, y cabe notar que la mayoría de los 'anti' alguna vez apoyó el tema y se tornaron contrarios a la inoculación tras algunas trágicas experiencias empíricas que los llevaron a estudiar ambos lados del problema. También debemos saber que muchos médicos partidarios de la vacunación no aprueban su carácter obligatorio, que es el gran peligro del presente.

Pero es tan ilógico como incorrecto que quienes creen en esa teoría intenten hacerla imperativa para quienes no la aceptan. Considere esto: los vacunados, al estar 'protegidos', no deben recelar de los que deciden no inocularse. Y por otro lado, cuanto menos protege la panacea, más infame es la compulsión. Frente a los enormes réditos que se pueden obtener por el desestablecimiento y despojo de la práctica, sólo hay una pérdida comercial que contar pues saldrán ganando la salud del individuo, el bolsillo del contribuyente, la integridad y libertad individuales, los principios del gobierno democrático y la libertad científica. Por otra parte, y como se explica por el Citizens Medical Reference Bureau, Pamphlet VI, un sistema federal de adoctrinamiento médico proveería la maquinaria para controlar mentes y cuerpos (...)".

“Y existe amplia evidencia para demostrar que es el saneamiento y no la vacunación el medio real de acabar con la viruela, así como el cólera y otras enfermedades inmundas en muchos lugares. Los Principios de Teosofía se oponen a lo sucio, la vacunación y la obligatoriedad" ("The Case Against Vaccination", The Theosophical Movement, junio de 1946). 

“La Teosofía es la única forma de educación en derecho natural, y quienes la estudian y practican se hallan en el camino correcto tanto físicamente como en todos los demás ámbitos de su ser. Ellos no buscan 'inmunización' de nada, pero saben que la obediencia a las leyes sanitarias debe liberarlos de una nueva causa de enfermedad, y también permitirles encontrar alivio adecuado y otorgarlo en todos los casos de efectos kármicos nocivos, establecidos mediante causas antiguas".

El individuo más peligroso del mundo es el filántropo ignorante que confunde sus buenas intenciones con sabiduría. Engendrará un mundo de parásitos en la medida de sus esfuerzos, porque cree con todo su corazón en la idea del milagro, es decir, que puede descubrir, inmunizar, prevenir y curar los males del mundo mediante atajos y sustituciones" ("Immunization", Theosophy, abril de 1928).

"Durante muchos años esta revista y Theosophical Free Tracts [servicio que distribuía panfletos y establecido por la Logia Unida de Teósofos india bajo la dirección de B.P. Wadia] han advertido contra la inmunidad sintética, de la cual dos efectos bien conocidos son la encefalitis (una terrible afección del cerebro) y la mielitis pos-vacuna (que ataca el sistema nervioso central causando parálisis). Ambas son enfermedades virales y parece haber muy poco 'misterio' involucrado, ¡ya que los virus ingresan al cuerpo con cada inyección!"

"Uno de los desarrollos más impactantes del desvarío por la así llamada inmunización es el hecho de que la propaganda engañosa haga que los adultos permitan que millones de niños acepten inyecciones no probadas, inútiles y peligrosas (...) Amargo y terrible es el precio que pagan algunos padres estadounidenses por su fe descuidada, ciega y sin base en las 'autoridades' médicas, sanitarias o gubernamentales y en su propaganda. ¿Cuántos niños tendrán que quedar lisiados, o hacer que mueran antes que aprendamos a dejar de ser ciegos seguidores de ciegos? ¿Quizá antes de saber que la salud no se adquiere inoculando enfermedades y suciedad en nuestro cuerpo?" ("The Superstition Called Vaccination", The Theosophical Movement, junio de 1955).

"Otro punto, que sólo hace comprensible el conocimiento del carácter universal sobre la ley de periodicidad, es el curso cíclico de las enfermedades que, no menos que la vida de cada criatura y civilización, aumentan gradualmente hasta su punto culminante y luego se vuelven menos virulentas, decaen y desaparecen, y éste último proceso a menudo se acelera mediante un saneamiento adecuado. Ciertas afecciones como la fiebre amarilla parecen haber perdido gran parte de su fuerza; otras estarán en alza como el cáncer y los trastornos cardíacos. Es una falacia arraigada en el materialismo de nuestro tiempo que se pueda adquirir por medios tangibles un estado de salud para la especie, por muy científicos que sean. El saneamiento físico y la obediencia individual a las leyes de salud física valen más como preventivos de enfermedades que todos los sueros que jamás se hayan preparado, pero incluso esas medidas loables dejan intactas las raíces de patologías, a menos que exista un esfuerzo simultáneo para purificar la naturaleza psíquica" ("The Vaccination Superstition", The Theosophical Movement, enero de 1938).

"En el Theosophist de enero de 1883 (vol. IV, p. 92), H.P.B. imprimió una carta tocante a la inmunidad obligatoria que 'preocupa profundamente a la gente de India', aunque 'casi fuera de nuestros límites', y que la revista combate 'otra forma de inoculación aún peor: el empoderamiento de la mente hindú con las opiniones del escepticismo moderno'. Sin embargo, no hay duda sobre la actitud de Blavatsky hacia la vacunación, y la Teosofía se opone a ésta última con firmeza por razones convincentes que se han discutido muchas veces en este espacio. Condena la vivisección de animales, en palabras de la autora, como brujería pura y simple, y la producción de vacunas implica infligir sufrimiento al reino animal. También reconoce que la mezcla violenta de estirpes vitales foráneas es contraria a la naturaleza y sólo puede resultar en maldad. La vacunación es condenada porque se muestra cruel, ineficaz, sucia, peligrosa e innecesaria, y el saneamiento y la limpieza son medios mucho mejores y más seguros de prevención para la viruela" (The Theosophical Movement, junio de 1961, comentario editorial).

“¿Se vacunarán nuestros niños? Ciertamente. Esforcémonos con todo nuestro poder para inmunizarlos para siempre contra la posibilidad de que su punto de vista sobre la existencia se pervierta tanto que, en un frenesí de miedo por 'los efectos que aún no han llegado', ofrezcan su sangre vital como terreno de crianza para innumerables huestes de vidas animales [agentes microbianos]" ("Should Our Children Be Immunized?", Theosophy, noviembre de 1930).

“La literatura anti-vacunación segura y disponible para el público es el trabajo de algunos médicos y escritores legos. La situación se complica debido a los escritos patrocinados por individuos poseídos con emociones irracionales; este material a menudo abunda en epítetos, citas erróneas y a menudo falseamientos, con imputaciones injustificadas contra los motivos de médicos e investigadores respetados. Si bien las herramientas de este tipo a veces puede servir para bloquear la legislación dictatorial, en su mayor parte hace más daño que bien al provocar prejuicios en ambos sentidos y en general confunden el tema.

El propósito de este folleto es puramente educativo. Los teósofos no desean que se prohíba la vacunación. Quienes creen sinceramente en inmunizarse tienen derecho a ello y que sus hijos sigan ese tratamiento; sin embargo, no hay razón válida para hacer obligatorio este método. Algunos estados delegaron en las juntas de salud bajo su jurisdicción el poder de excluir a niños no vacunados de la asistencia a la escuela pública. Ocasionalmente, las leyes que conminan ir al colegio ponen a los padres en la posición de no poder seguir sus convicciones en este asunto sin violar la ley. Tanto el Ejército como la Marina necesitan que los reclutas estén inmunizados de otras formas. Muchas grandes corporaciones presionan a sus empleados para que se vacunen, lo que a menudo equivale a una obligación. En vista de los peligros reconocidamente ignotos de la práctica, los teósofos sostienen que el camino justo para las legislaturas es establecer inequívocamente el derecho a la autodeterminación" ("Immunization: Some Basic Questions", folleto Health and Therapy: Problems and Decisions, publicado por Theosophy Company y disponible en las sedes de la L.U.T. a nivel mundial).

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Esperamos que esto sirva como fuente de reflexión en el lectorado para ahondar más en el tema. Como sucede con la homeopatía, representa un asunto complejo y una persona no debiera llegar a conclusiones definitivas o considerarse "experta" sólo al consultar unos cuantos artículos. Curiosamente, existen vacunas homeopáticas que por lo común tienen forma de tabletas, llamadas nosodes, y tal vez se los considere más aceptables desde una perspectiva teosófica al seguir el principio homeopático de diluir la sustancia original hasta el punto de no dejar rastros materiales de ella, y tampoco tienen necesidad de otro ingrediente.

Una página de información dice: “'Nosode' es el término que designa un grupo específico de remedios ampliamente utilizado en la prescripción homeopática, y han sido parte esencial de la tradición europea en esa línea durante más de doscientos años. Los resultados de ensayos clínicos y la recopilación de datos en la práctica naturista muestran un largo historial de seguridad para estos productos. Mientras que los medicamentos homeopáticos se originan típicamente a partir de plantas, animales o sustancias orgánicas e inorgánicas, los nosodes se elaboran desde productos patógenos de procedencia humana o animal, o gérmenes causados por descomposición orgánica animal, microorganismos cultivados o fluidos corporales que contienen agentes patológicos, y se preparan de acuerdo con métodos estándar de fabricación para medicamentos homeopáticos. Las farmacopeas de uso moderno incluyen reglas adicionales para producir material de partida seguro y no infeccioso mediante diversas técnicas de esterilización. La posterior dilución en serie agrega más seguridad y los hace tan confiables como otros remedios homeopáticos; asimismo, los nosodes se fabrican y prescriben sólo en potencias más altas (es decir, más diluidas). El historial de certitud en estos productos se ve reforzado por procesos de fabricación claros y regulados, lo que garantiza su eficacia (...) En 2005 una encuesta de médicos homeópatas encontró que el 95% consideraba que los nosodes eran importantes en su práctica clínica".

Hay nosodes de coronavirus disponibles en algunos proveedores homeopáticos bien establecidos, y tienen un precio asequible como la mayoría de medicinas naturistas. Mencionamos todo esto simplemente como un medio de transmitir referencias potencialmente útiles y no a modo de recomendación.

También deseamos haber demostrado que incluso los sistemas y tratamientos más útiles y beneficiosos del plano físico no son la verdadera respuesta al problema tan profundo, vasto, colectivo y kármico de una epidemia o pandemia. Y si aún hay quienes se inclinan a creer que la presente situación sanitaria debiera llamarse “plandemia” o “estafandemia”, seguramente la sensatez indica que la solución no pasa por enrabiarse todo el tiempo por hipótesis que flotan en las aguas servidas de ideologías extremistas.

Tomará un tiempo considerable implementar las auténticas salidas, y eso no se puede conseguir en una escala importante hasta que gran parte de la especie humana se acerque a la aceptación de que existe algo llamado Karma.

"La Ética de la Teosofía es más importante que cualquier divulgación de leyes y hechos psíquicos. Estos últimos se relacionan por completo con la parte material y evanescente del humano séptuple, pero la Ética se sumerge en el Ego reencarnado y se apodera de él, siendo éste el hombre real. Exteriormente somos criaturas de un día, pero en el interior somos eternos. Entonces, aprendan bien las doctrinas de Karma y Reencarnación, y enseñen, practiquen y promulguen ese sistema de vida y pensamiento que por sí sólo puede salvar a las razas venideras" 
("Five Messages from H.P. Blavatsky to the American Theosophists", p. 26).